¡Proletarios “en el frente interno”!
¡Camaradas!

En muchas partes del mundo, el capitalismo está reactivando su maquinaria bélica principal para masacrar a miles y miles de proletarios. Se les bombardea y acribilla sin tregua, se les mata deliberadamente de hambre y se les priva de agua, se les obliga a dispararse, apuñalarse o gasearse en las trincheras, se les viola, tortura y mutila…

Cuando nuestra clase se enfrenta a esta carnicería, a esta horrible intensificación de la inhumanidad de la sociedad capitalista, ¡su única reacción es negarse a someterse a ella! Esto nos sale de las entrañas y al mismo tiempo es la expresión de nuestros intereses históricos de clase.

Por eso, poco después del comienzo de la guerra en Ucrania, empezaron a aparecer “incidentes” a ambos lados del frente. Los soldados de ambos ejércitos intentan cada vez más escapar al reclutamiento y evitar ser enviados al frente. Se esconden cuando pueden, y si son reclutados a la fuerza en unidades militares, intentan escapar y abandonar sus posiciones a la primera oportunidad. La situación ha llegado tan lejos que los generales ucranianos se quejan de la “desintegración total de la disciplina del ejército”. Lo mismo está ocurriendo, aunque desgraciadamente a menor escala, en otros conflictos interburgueses en Oriente Medio, Sudán y otros lugares. Tanto en Ucrania como en Rusia, oficiales del ejército y reclutadores militares han sido atacados por sus “propias” tropas.

Pero, ¿qué podemos hacer nosotros, como proletarios que vivimos en los territorios “pacíficos” del “frente interno”, para apoyar concretamente la lucha de nuestros hermanos de clase uniformados que se rebelan contra la guerra capitalista y vincularla concretamente a nuestras propias luchas? ¿Aunque tengamos la suerte de vivir lo suficientemente lejos de la “zona de la muerte” como para no sufrir los bombardeos, los misiles, la ocupación militar o la presencia de bandas ambulantes de matones de las “unidades especiales”?

Nuestras vidas siguen viéndose afectadas a diario por los recortes del “gasto social”, el deterioro de las condiciones laborales y la intensificación de la explotación, la subida de los precios de la vivienda, los alimentos, la energía y otros medios de supervivencia, el aumento del control social y la represión y la militarización general de la sociedad.

Por supuesto, esto no es nada nuevo; también conocemos esta miseria en tiempos de “paz” capitalista y luchamos contra ella con la misma intensidad. Pero durante la guerra o los preparativos intensivos para la guerra, el capital y su Estado deben concentrar una parte cada vez mayor de la producción en lo que se conoce como “economía de guerra”. Es decir, producir rápidamente armas, municiones y vehículos militares, combustible, raciones alimenticias, etc. para gastarlos con la misma rapidez en el proceso de masacrar a los proletarios, es decir, ¡al resto de nosotros! Y como cada Estado tiene que hacer esto más rápidamente y a mayor escala que el “enemigo”, esto crea una inmensa presión para hacernos trabajar cada vez más arduamente, por más tiempo y con menos medidas de seguridad, etc. Al mismo tiempo, el Estado tiene que redoblar su propaganda a favor de la nación y de la santidad de “la Patria”, “la democracia” y “la libertad” para convencernos de que nos sacrifiquemos por los intereses del Capital, los cuales nunca pueden ser los nuestros.

La primera respuesta a la pregunta de qué hacer es: ¡rebelarnos contra nuestra propia explotación! Mediante huelgas, ocupaciones, bloqueos y sabotajes de autopistas y ferrocarriles, saqueos de mercancías y su redistribución entre la clase, etc. en tiempos de guerra, atacamos la producción, valorización y reproducción del Capital necesario para el esfuerzo bélico. Pero también, al afirmar nuestros intereses de clase en oposición a los intereses de la clase dominante, ¡desbaratamos su cuento de hadas de la “unidad nacional”! Nuestros enemigos de clase también tendrán que enviar más policías y soldados para intentar reprimir nuestras luchas – y no podrán ser utilizados para ahuyentar a los desertores y refugiados, para imponer la movilización, para vigilar las fronteras… y su lealtad al Estado no es un hecho. Después de todo, los motines en el ejército ruso en febrero de 1917 se desencadenaron cuando los soldados recibieron órdenes de sus oficiales de reprimir a los trabajadores en huelga en Petrogrado.

Para que nuestro ataque a la maquinaria bélica sea directo y eficaz, debemos concentrar nuestra actividad subversiva en varias áreas:

Desorganización de la infraestructura militar, como almacenes de municiones, ferrocarriles, puertos, aeropuertos y las carreteras utilizadas para llevar tropas y equipo militar a los frentes.

Podemos inspirarnos en nuestros hermanos y hermanas proletarios de los colectivos que han estado saboteando los ferrocarriles en Bielorrusia y Rusia desde el comienzo de la guerra para impedir el transporte de suministros militares al frente.

Los estibadores de Génova y Trieste en Italia y del Pireo en Grecia también bloquearon el envío de armas y municiones a Ucrania, Israel o para los bombardeos estadounidenses en Yemen.

Perturbación del reclutamiento militar, la conscripción y la “busificación” de reclutas para el frente. Tanto en Ucrania (Transcarpatia, etc.) como en Rusia (Daguestán, etc.), los cerdos y las patrullas militares que vienen a detener a los hombres reclutados a la fuerza se enfrentan a sus familiares y amigos enfadados.

Si vivimos en países más alejados del frente, el Estado ha utilizado hasta ahora o bien tácticas de reclutamiento “voluntario” y de manipulación nacionalista, como los programas de educación patriótica llevados a cabo en Francia y Polonia, por ejemplo, o bien planes de servicio militar obligatorio. Si buscamos inspiración sobre qué hacer, señalemos la larga tradición de protestas y disturbios contra los reclutadores militares y los “asesores de carreras militares” en las universidades estadounidenses, que se remontan a las llamadas guerras de Vietnam y del Golfo y llegan hasta la reciente guerra de Gaza.

¿Por qué los reclutadores militares, los propagandistas nacionalistas o los buenos ciudadanos que delatan para el Estado y denuncian la resistencia de clase antimilitarista – aquellos que nos obligan a sacrificarnos por el “bien de la nación” –, por qué a estos compinches se les debería permitir vivir sus vidas en paz y con seguridad? ¡Tratémoslos como nuestro movimiento de clase ha tratado siempre a los soplones y esquiroles! ¡Los chivatos no duran mucho tiempo!

¡Ayudemos a escapar a los desertores, escondámoslos y pasémoslos de contrabando a través de las fronteras, pero también organicemos nuestra lucha con ellos! Ya existen redes en Rusia y Ucrania que ayudan a los soldados a escapar del ejército, y tenemos que vincularlas con nuestras propias redes de lucha. Eso significa contactos seguros, teléfonos seguros, hogares seguros, recaudación de fondos…

La historia de la lucha de clases nos muestra que la única manera de oponerse realmente a la guerra capitalista, no a favor de continuar nuestra miseria en la paz capitalista, sino por la destrucción de toda la sociedad de miseria y explotación, y por lo tanto por el fin de todas las guerras, ¡es cuando la revuelta de los proletarios en el frente y la lucha de los que están en el “frente interno” se unen prácticamente!

Recordemos la experiencia de los proletarios en Irak durante la llamada primera guerra del Golfo de 1991, cuando los desertores del ejército, muchos de los cuales habían conservado sus armas, se reunieron tanto en los humedales del sur como en las montañas del norte, ¡donde organizaron con militantes obreros la insurrección contra el Estado!

Frente a la catástrofe capitalista mundial, ¡la revolución es nuestra única perspectiva!
¡Volvamos nuestras armas contra “nuestros propios” explotadores y “nuestros propios” generales!
¡Luchemos juntos contra la guerra capitalista y contra la paz capitalista!
¡Transformemos la guerra capitalista en una insurrección de clase mundial por el comunismo!

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Proletarians “On the Home Front”! Comrades!

In many parts of the world, right now the capitalism is once again kicking off its inherent war machine to slaughter thousands upon thousands of proletarians. They are being relentlessly bombed and shelled; deliberately starved and deprived of water; forced to shoot, stab or poison each other with gas in the trenches, raped, tortured and mutilated…

When our class is confronted with this carnage, this horrific intensification of inhumanity of the capitalist society its only reaction is to refuse to submit to it! This is coming from our guts and at the same time it is an expression of our historical class interests.

Because of that soon after the war in Ukraine started, the so-called “incidents” started popping up on both sides of the front. Soldiers of both armies have been increasingly trying to avoid being drafted and sent to the front. They hide when they can and if they are forced into the military units, they try to escape and leave their positions at first opportunity. It went so far, that the Ukrainian generals complain about “total disintegration of the army discipline”. Same thing is happening, even though on smaller scale unfortunately, in other inter-bourgeois conflicts in the Middle East, Sudan and elsewhere. Both in Ukraine and in Russia army officers and military recruiters have been attacked by their “own” troops.

But what can we as proles living in the “peaceful” territories of “the home front”, do to practically support the struggle of our class brothers in uniform revolting against the capitalist war and practically connect it with our own struggles? Even if we are lucky to live far away enough from the “kill zone” that we do not suffer from bombings, rockets, military occupation or a presence of roaming bands of “special unit” cut-throats?

Our lives are still impacted daily by cuts in “social spending”, worsening of working conditions and intensification of exploitation, increase in prices of housing, food, energies and other means of survival, increased social control and repression and overall militarization of society.

This of course is nothing new, we experience this misery in times of capitalist “peace” as well and we struggle against it all the same. But during the war or intensive preparations for the war, Capital and its State need to concentrate increasing part of the production into so-called “war economy”. In other words, to rapidly produce weapons, ammo and military vehicles, fuel, food rations, etc. only to just as rapidly spend them in the process of mass killing of proletarians – i.e. US! And because each State has to do it faster and more massively than the “enemy”, this creates an immense pressure to make us work always harder, longer hours, with less protection and so on. At the same time the State has to double down on propaganda of the nation and sanctity of “the Motherland”, “democracy” and “freedom” in order to convince us to sacrifice ourselves for the interests of Capital which can never be our own.

The first answer to the question of what to do therefore is: to revolt against our own exploitation! Through strikes, occupations, blockades and sabotage of highways and railways, looting of goods as well as their redistribution among our class and so on during war time we attack the production, valorization and reproduction of Capital needed for the war efforts. But also, by claiming our class interests in opposition to the interests of the ruling class we subvert their fairy-tale of “national unity”! Our class enemies will also have to send more cops and soldiers to try to repress our struggles – and those will be missing for hunt on deserters and refugees, for enforcing mobilization, for guarding the borders… and their loyalty to the State is not given. After all, mutinies in Russian army in February 1917 were sparked when the soldiers were given a command by their officers to repress striking workers in Petrograd!

To make our attack on the war machine direct and efficient we need to focus our subversive activity on several fields:

Disruption of military infrastructure like ammunition warehouses, railroads, ports, airports and roads used to deliver troops and the military material to the fronts.

We can take inspiration from our proletarian brothers and sisters from collectives sabotaging the railways in Belarus and Russia since the beginning of the war to stop the delivery of military material to the front.

Also, from port workers in Genoa and Trieste in Italy and in Piraeus in Greece blocking the shipment of weapons and munitions to Ukraine, Israel or for American bombing of Yemen.

Disruption of military recruitment, draft and “busification” of enlisted men to the front. Both in Ukraine (Zakarpattia and others) and in Russia (Dagestan and others), pigs and military patrols coming to arrest the enlisted men are being confronted by their angry relatives and friends.

If we live in countries further from the front, the State so far uses either some sort of “voluntary” recruitment tactics, and nationalist manipulation like the patriotic education programs that are being run for example in France or in Poland or projects of compulsory military service. If we look for inspiration of what to do about it, let’s point out the long tradition of protests and riots against military recruiters and “military career advisers” in American universities, going back to the so-called wars in Vietnam, the Persian Gulf up to the recent one in Gaza.

Why should military recruiters, nationalist propagandists, or those good citizens that snitch for the State and denounce the anti-militaristic class resistance – those that force us to sacrifice ourselves for the “good of the nation” – be allowed to live their lives in peace and safety? Let’s deal with them as our class movement has always dealt with scabs and strikebreakers! Snitches get stitches!

Helping the deserters to escape, hide them and smuggle them across the borders, but also organize our struggle together with them! There already exist networks both in Russia and Ukraine that help soldiers escape from the army and we need to practically connect them with our own networks of struggle. This means secure contacts, secure phones, safe houses, fund collections…

History of class struggle shows us that the only way how we can truly oppose the capitalist war, not in favor of continuation of our misery in capitalist peace, but for destruction of the society of misery and exploitation altogether, and therefore to end all wars, is when the revolt of proletarians on the front-lines and struggle of those on the “home front” practically unite!

Let us recall the experience of the proletarians in Iraq during the so-called First Gulf war of 1991, when army deserters, many of them keeping their weapons, have congregated both in the marshes in the south and the mountains in the north where they organized together with the militant workers the insurrection against the State!

When faced with a global capitalist catastrophe, the revolution is our only perspective!

Let’s turn our weapons against “our own” exploiters and against “our own” generals!

Let’s struggle together against the capitalist war, against the capitalist peace!

Let’s turn the capitalist war into a global class insurrection for communism!

 

 

https://rdnetwork.noblogs.org/

 

Bélgica

¡Lucha de clases anticapitalista contra el gobierno Arizona!


Con la formación del gobierno «Arizona», la burguesía belga ha resuelto, al menos por un tiempo, la interminable crisis gubernamental. Y la ha resuelto, como era de esperar, apoyándose en la derecha y la extrema derecha, sobre las espaldas de los proletarios, acentuando las políticas antiobreras del gobierno Vivaldi, que habían provocado una caída de los salarios reales. El objetivo declarado es reducir el déficit presupuestario (que debería alcanzar el 4,4% en 2024, con una deuda equivalente a más del 104% del PIB). El programa del nuevo gobierno presenta «opciones no siempre fáciles» pero, por supuesto, «inevitables para garantizar la prosperidad y el bienestar de todos nuestros ciudadanos», según el Primer Ministro. En realidad, es un programa diseñado para garantizar la prosperidad y el bienestar de los capitalistas. No es casualidad que haya sido bien acogido por las organizaciones patronales.

El programa de «reformas» del gobierno prevé un impuesto (no especificado) sobre las plusvalías, pero esto es sólo una fachada: la mayor parte del ahorro presupuestario provendrá de los recortes en la seguridad social, las pensiones y las prestaciones por desempleo. Además, el gobierno quiere hacer frente a los «costes salariales excesivamente elevados» (los empresarios siguen pensando que sus empleados están pagados de más), por lo que pretende mantener la congelación salarial decidida por el gobierno anterior, reducir el pago por trabajo nocturno, etc.; aumenta la edad de jubilación de los empleados, que sigue siendo demasiado baja. Eleva la edad de jubilación, permite imponer una prolongación de la jornada laboral hasta 240 horas extraordinarias al año pagadas a la tarifa normal, para volver a poner a trabajar a los enfermos de larga duración (la patronal sigue pensando que sus empleados no trabajan lo suficiente); pretende el fin progresivo del estatuto de los funcionarios, etc. Otra parte del programa es la adopción de «la política más estricta» en materia de inmigración, basada en el modelo de Geert Wilders en Holanda, anunciando toda una serie de medidas para restringir los derechos sociales de los inmigrantes y solicitantes de asilo, la Oficina de Extranjería se adscribirá a la policía federal, etc. Se trata de medidas xenófobas destinadas a dividir a los trabajadores convirtiendo a los extranjeros en chivos expiatorios de las dificultades económicas y sociales que atraviesa la población. Sin embargo, se prevén gastos adicionales: para la policía y el ejército...

Ataques similares se están produciendo en la mayoría de los países europeos porque vienen dictados por la necesidad del capitalismo de salvar sus tasas de beneficios en lo que promete ser un periodo difícil: se trata, por tanto, de una ofensiva de clase contra los proletarios cuya explotación produce esos beneficios; sólo se le puede oponer una lucha real en el terreno de clase. No es éste el camino seguido por el Frente Sindical Común, que llama a la movilización el 13 de febrero; la Centrale Générale des Syndicats Libéraux de Belgique, que se opone a cualquier huelga, considera simplemente este día como una «señal» al gobierno para que se tome en serio el «diálogo social». La CSC (Confederación Cristiana de Sindicatos) se contenta con llamar a la acción para «denunciar las medidas injustas del convenio» y «exigir más respeto». En cuanto a la Fédération Générale des Travailleurs de Belgique, habla de un «maratón de resistencia que durará toda la legislatura». Pero celebrar una jornada de manifestaciones y huelgas una vez al mes durante años y años sólo conducirá al agotamiento y a la desmovilización de los trabajadores, sin hacer retroceder al gobierno. La movilización del 13 de enero debía «influir» en las negociaciones para formar gobierno: ya vemos el resultado...

De hecho, las burocracias sindicales están demasiado indisolublemente ligadas a la «concertación» entre los «interlocutores sociales» como para ir más allá de las manifestaciones-procesiones; son demasiado respetuosas de la «legitimidad democrática» del gobierno como para oponerse radicalmente a él. Pero la democracia burguesa sólo sirve a los intereses de la clase dominante; proletarios y capitalistas no son socios sino adversarios de clase: no puede haber diálogo entre ellos sino una lucha encarnizada, como ha demostrado el propio gobierno. Para resistir y derrotar este ataque sin precedentes, los proletarios deben romper con las políticas promovidas por las burocracias sindicales y emprender una lucha abierta:

Contra las medidas gubernamentales, contra la explotación, la represión y la miseria: ¡lucha de clase anticapitalista!

12 febrero de 2025

Partido Comunista Internacional Il comunista - le prolétaire - el proletario - proletarian - programme communiste - el programa comunista - Communist Program

www.pcint.org


 

Fundraising for deserters and war refugees

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The war massacre in Ukraine continues, affecting populations on both sides of the war line. While Putin’s army bombs Ukrainian cities, the Ukrainian government has turned them into prisons for a significant portion of the local population. People are being maimed, imprisoned, raped and murdered as a result of the actions of the rulers in the Kremlin and Kiev. Let’s not look away. Let’s support those who are affected.


War and nationalist propaganda are deceiving and manipulating us, while at the same time obscuring important facts. Among other things, for example, the fact that the State borders in Ukraine are closed to men of conscription age. They are guarded by the army, which sends men to prison, shoots them and drowns them in the river when they try to cross the border to safe place. Army gunmen also chase men in the streets to drag them to the front and use them as “cannon fodder”. Yes, this is the same Ukrainian army that is praised by many as if it was a noble form of liberation institution. If we look to Russia, we can see a similarly disturbing reality. For the slightest protest against the war, people end up in prison; forced mobilization has obliged many proletarians to flee or go into hiding. Deserters, saboteurs and conscientious objectors are massacred, judged and imprisoned in Russia, as well as in the Ukraine.

We do not care how the bourgeoisie justifies this aggression against the working class in Russia and Ukraine. It is necessary not only to condemn and criticize it, but also to give practical support to those who are concerned, i.e. deserters, rebels, saboteurs, refugees, those who avoid forced conscription to the front and many others. It is necessary to stand consistently against Putin’s aggressors, as well as against aggressors acting at the instigation of the Ukrainian Government.

What can we do, we who currently live outside the war zone? At the very least, we can share resources with those who desperately need them. The Anti-Militarist Initiative (AMI) is therefore launching a public fundraising campaign starting the 1 February 2025. The money raised will support proletarians from Russia and Ukraine who are trying to avoid mobilization, who have deserted, who face repression or are trying to save their lives by fleeing a war zone.

How to Support the Fundraising?

1) You can deposit money into the account.

Payment details:

IBAN: CZ1955000000001024164477
Account holder: Historický spolek Zádruha, z.s.
Bank: Raiffeisenbank
bank code: 5500
Swift code: RZBCCZPP

2) It is also possible to arrange to hand over the money in person in cash.

3) Fundraising gigs, solidarity parties and dinners, etc. are welcome.

4) Sharing information about the fundraiser is an important part of the fundraiser. It can be translated into different languages, and sharing a flyer or poster, publishing the appeal on websites, social networks, magazines etc. is also welcome.

5) We plan to successively publish statements from collectives and individuals who have supported the fundraising. They will explain their motivations and reflections on anti-war resistance. Write your own contribution.

 

Read more on the blog antimilitarismus.noblogs.org

  [recibimos y publicamos]

 

         A LAS COSAS POR SU NOMBRE

         SOBRE TRUMP, FASCISMO Y TRANSHUMANISMO

           

“Todo lo malo es fascista, dicen, entonces la tortilla de mi madre que está malísima también es fascista.”  Dicho por un refractario de Leganes
                 


   Erving Goffman y Howard Becker, consideraban que no hay nada más subversivo y posiblemente transformador que las descripciones de las cosas y el análisis correcto de las situaciones, igualmente, la proyectualidad revolucionaria debería ir acompañada una crítica profunda a lo existente y un análisis exhausto de las condiciones que nos rodean y moldean nuestras vidas. Obviamente este análisis y critica caerá en el vacío sin una praxis que la acompañe.. Por el contrario observamos, en nuestros días, que cierta crítica anarquista sigue fijada a representaciones obsoletas que nos impiden ver lo que tenemos delante, moviéndose en medios afines que sólo conduce a cultivar las propias ideas de una forma autorreferencial  y en muchas ocasiones acompañadas de la vana satisfacción  de hallarse del lado de los “buenos”. En otras ocasiones esta crítica vira hacia el conformismo porque se contenta únicamente, y sin compromiso alguno, con señalar algunas de las formas de explotación y dominación del sistema. Para nosotros la crítica anarquista debe convertirse en el caldo de la insurrección que nos lleve a dejar de ser pasivos, a decantarnos por la acción,o como dejo escrito el compañero Bonnano, teniendo el objetivo de realizar acciones precisas contra el enemigo y dejar atrás la tristeza, el rencor y la esperanza que sólo nos convierten en espectadores y nos llena de lastres paralizantes. Las redes sociales contribuyen inevitablemente a esta crítica efímera, superficial y paralizante. Es necesario construir una crítica acertada, alejada de la inmediatez de las redes y de intelectuales paralizantes. Trazamos en las siguientes líneas una crítica anarquista a ciertos acontecimientos ocurridos últimamente.



TRUMP Y LOS TRANSHUMANISTAS

Gran parte de la izquierda ha puesto el grito el cielo con el espectáculo iniciado por el reciente presidente de los EEUU, Donald Trump. Pan y circo. Desviar la atención de su proyecto tecnócrata mientras caminamos sonámbulos con nuestras prótesis tecnológicas es el objetivo de este personaje. La puesta en escena es envidiable. Cientos de cámaras grabando al electo presidente firmando decretos espectaculares de los cuales la mayoría se quedarán , en eso, en espectáculo. Acompañado de comparsa, música y luces. Un espectáculo que ciega a sus espectadores.  ¿Alguien cree, de verdad,  que Trump va a dirigir al ejército de EEUU a invadir Groenlandia? ¿O a tomar el canal de Panamá? ¿A alguien le importa que cambie el nombre de un Golfo? Son pantomimas políticas de un psicópata narcisista con ansias de poder. Como decíamos es necesario enfocar bien la crítica. Trump no es un fascista, ni un nazi (1), casi seguros de que no sabe nada de ninguna de esas dos ideologías. No hay más que leer el programa político y escuchar a Trump para ver lo alejado esta de estas ideologías. Trump es un liberal de derechas que trabaja para maximizar los beneficios de sus empresas y del capitalismo tecnológico y financiero. Su proyecto político no varia respecto al anterior presidente Biden. Nunca hemos escuchado a la izquierda acusar de Biden de fascista. Recordemos que Biden es co-responsable del genocidio al pueblo palestino, que es el presidente que más inmigrantes ha expulsado en la última década (más incluso que durante el anterior mandato de Trump) etc. Entonces por qué la izquierda , el antifascismo y algunos anarquistas sólo se muestran alerta cuando suenan tambores del pasado, cuando suena la manida palabra fascismo. Ya no estamos en aquellos años 20, 30 ó 40 del siglo pasado cuando el fascismo era un problema real, debemos mirar al mundo con los ojos del presente, sin obviar las lecciones del pasado.

Para nosotros el problema son las élites tecno financieras que cada vez  tienen más poder sobre todas las dimensiones de nuestras vidas. Para nosotros el problema es la tecnocracia y su proyecto tecno totalitario, de la 4º revolución industrial que aspira a convertirnos en humanos-maquinas, en autómatas dirigidos por la IA. Es el advenimiento del mundo máquina, en el que seremos esclavos controlados y conducidos por sus cálculos racionales. No importa el fascismo o la extrema izquierda cuando toda la población acepta los mandatos del sistema tecno científico y el progreso. Poco o nada importa ya la ideología de este o aquel mandatario cuando todos son sumisos a los imperativos de la tecnocracia. Polarizan el mundo para distraernos del advenimiento de una sociedad tecno totalitaria. Cada vez más la estandarización de una sociedad sierva de sus prótesis tecnológicas nos conduce al totalitarismo tecnocrático. Hoy el mundo está en manos de los fondos de inversión: Vanguard, Black rock etc. en manos de ellos están los Bancos centrales de una gran cantidad de paises y la Reserva Federal de los EEUU, estos fondos han comprado la deuda de estos países y ahora son quienes dirigen la economía, por lo tanto el país. Da igual que te llames Sanchez,o Feijo, seas de izquierdas o derechas todos están bajo el control de estos fondos de inversión, de los tecnócratas del Fondo económico Mundial,la ONU y su agenda 2030. Sin ir muy lejos la declaración del Ceo de Blackrock, Larry Flink, es una declaración de intenciones: Bastaría leer la declaración del CEO de BlackRock, Larry Fink: “Estoy cansado de oír que estas son las elecciones más importantes de nuestra vida. La realidad es que con el tiempo ya no importa [. . .] Trabajamos con ambas administraciones y estamos en diálogo con ambos candidatos” .
 

 

¿PERO QUIENES SON ESOS MALDITOS TRANSHUMANISTAS?

 Durante toda la campaña espectacular y mediática de Donald Trump le hemos visto acompañados de un buen grupo de transhumanistas:

  Elon Musk, el hombre más rico del mundo, que ha sido objeto de múltiples debates desde el momento en que durante la celebración de la presidencia de Trump hizo el “saludo romano” el problema de Musk no es que sea de derechas o de izquierdas. Es que es que pertenece al grupo de tecnócratas que dirige el mundo y da forma a la sociedad tecno totalitaria. Director ejecutivo de Twiter, SpaceX, CEO de Neuralink, que después de los atroces experimentos con macacos pasó a probar sus implantes cerebrales en humanos y que está trabajando para garantizar que estos implantes sean tan seguros que quieran ser deseados por personas sanas, hacia la implementación de humanos y dispositivos bajo el la piel, por un mundo cibernético perpetuamente interconectado y controlado fuera y dentro de los cuerpos. Firmante junto con otros transhumanistas de una carta de llamamiento que denunciaba los riesgos de la Inteligencia Artificial y luego aclaraba la ilusión de una Inteligencia Artificial ética. Musk es un rostro, detrás de él los poderes transhumanistas que no se ven, pero que dirigen las direcciones de la investigación en ingeniería genética, nanotecnologías, inteligencia artificial, reproducción artificial de humanos. Dirige la sociedad hacia su proyecto transhumanista.

Peter Thiel, quien también fue un importante financiero de la campaña presidencial de Trump en 2016 y formó parte de su equipo. Thiel cofundador de PayPal, gracias a un software desarrollado para detectar fraudes de PayPal fundó Palantir Technologies, una empresa de software que opera en todos los sectores: energía, semiconductores, telecomunicaciones, seguridad, defensa, servicios financieros, ciencias biológicas, con clientes que van desde empresas farmacéuticas multinacionales hasta el Departamento de Defensa de EE. UU. y agencias de inteligencia. Palantir es una verdadera plataforma de Inteligencia para la guerra global contra el terrorismo y para la vigilancia interna total. Palantir también gestiona la base de datos HHS Protect, que continúa recopilando información relacionada con la propagación de Covid-19 con sistemas de algoritmos predictivos para prevenir la propagación de brotes con el fin de generar alertas e implementar medidas oportunas: un nuevo sistema de biovigilancia preventiva.

Palantir ha sido noticia, y con su actuación en el mundo de las finanzas, por haber desarrollado para el gobierno ucraniano un sistema de Inteligencia Artificial, un sistema de control y mando con capacidad de integrar todos los sensores para producir perfiles y objetivos en la guerra en curso. . Palantir, tras el abandono de Google, es el único proveedor de sistemas de Inteligencia Artificial para el Departamento de Defensa de Estados Unidos desarrollados como parte del Proyecto Maven del Pentágono lanzado en 2017 para acelerar el desarrollo de la Inteligencia Artificial y el aprendizaje automático. Detrás de Trump está, pues, el sector industrial-militar, pero no sólo eso. Peter Thiel, además de organizar conferencias con sus colegas de Palantir y PayPal para discutir y promover temas como "Las caras cambiantes de la biología" e invertir en investigación biotecnológica y tecnologías para frenar el envejecimiento y prolongar la vida, forma parte del actual comité directivo de Bilderberg. junto con Alex Karp, director ejecutivo de Palantir Technologies. Detrás de Trump también está el Club Bilderberg.

Las manos de Thiel también alcanzan al adjunto de Trump . Thiel había reclutado primero a JD. Vance en su círculo cuando Vance todavía era estudiante en la Facultad de Derecho de Yale. Poco después, Vance se unió a la firma de inversión de Thiel, Mithril Capital, donde trabajó durante dos años antes de unirse a Revolution Ventures. Vance desempeñó un papel importante en el fondo de inversión Rise of the Rest de Revolution, entre cuyos principales inversores se encontraban Jeff Bezos de Amazon y la familia Walton de WalMart, que tienen vínculos profundos y duraderos con la familia Clinton. Luego, Vance lanzó su propia firma de capital de riesgo, Narya Capital, en 2020, que fue financiada en gran parte por Thiel y el ex director ejecutivo de Google, Eric Schmidt.

La ideología transhumanista no siempre es inmediatamente reconocible, tiene la característica de ser fluida, adaptándose a múltiples contextos incluso aparentemente en conflicto entre sí, por lo que tenemos un transhumanismo con la cara progresista y brillante de los derechos LGBTQ+ y un transhumanismo que penetra en ambientes conservadores como por ejemplo, de la lucha contra la natalidad, pero ofreciendo evidentemente técnicas de reproducción artificial como solución.
Por tanto para nosotros la amenaza no es el fascismo o la extrema derecha, es la imposición por parte de la tecnocracia de una sociedad artificializada, cibernética y transhumanista. Teniendo en cuenta que el transhumanismo no avanza como un monolito en cada país y en cada desarrollo, pero tiene ajustes y aparentes desaceleraciones y es vital reconocerlo en todos sus desarrollos y en sus múltiples caras. Contra toda forma de autoridad, contra toda nocividad. Por la anarquía.

                                                        CHIMPANCES DEL FUTURO
                                                        MADRIP, 30 DE ENERO 2025
 

 

Gaza: una población masacrada que vaga desesperadamente entre el sur y el norte en un intento de "empezar a vivir de nuevo" allí donde ni Tel Aviv ni Washington se lo permiten.


 

 

El 19 de enero, 468 días después del 7 de octubre de 2023, se desencadenó el fatídico "alto el fuego" en Gaza, posibilitado -así lo dicen las informaciones de los principales medios internacionales- por el ascenso de Donald Trump al trono de la Casa Blanca.


La incursión armada del 7 de octubre de las milicias dirigidas por Hamás se saldó con más de 1.200 muertos y la toma de 250 rehenes para utilizarlos como moneda de cambio. Las "razones" de los ataques e incursiones palestinas contra israelíes y de las masacres perpetradas por Israel contra palestinos tienen sus raíces en la vieja e irresuelta "cuestión nacional" del lado palestino y en el objetivo de las potencias imperialistas vencedoras de la Segunda Guerra Mundial de construir un puesto avanzado decididamente occidental en un Oriente Próximo y Medio demasiado rico en petróleo, demasiado partidario del Eje nazi-fascista durante la guerra, demasiado resistente a plegarse a las reglas económicas y sociales de un capitalismo sediento de materias primas, territorios económicos, colonias, y dispuesto a sofocar cualquier aspiración independentista. Los imperialistas británicos, franceses y estadounidenses, para domesticar a las poblaciones árabes y musulmanas, no se limitaron a invertir capital, ocupar militarmente y reclutar a su servicio -con la promesa de protección, capital y relaciones políticas privilegiadas- a cualquier tribu o pueblo que estuviera en desacuerdo con las demás tribus y pueblos, sino que dejaron caer sobre el tablero de Oriente Próximo una carta que demostró ser mucho más leal y útil que cualquier tribu o pueblo local: el sionismo.

¿Qué mejor que un pueblo, como el judío, que podía reivindicar sus orígenes históricos en Palestina, cimentados por su religión y anhelando ferozmente, tras siglos de persecuciones y pogromos, una tierra internacionalmente reconocida en la que residir por fin? Un pueblo hacia el que las potencias imperialistas vencedoras de la Segunda Guerra Mundial tenían todo el interés en mostrar condescendencia y protección póstuma en comparación con el exterminio sufrido a manos de los nazi-fascistas y que nunca se detuvo, a pesar de que Londres, París y Washington sabían exactamente lo que estaba ocurriendo en los campos de concentración. En 1948, tras un período turbulento en el que las masas de judíos que emigraron de los países europeos a Palestina en busca de lugares donde establecerse chocaron con los palestinos que siempre habían vivido allí, nació el Estado de Israel, reconocido por la Sociedad de Naciones (que más tarde se convertiría en la ONU). Desde entonces, se ha alardeado de la ilusoria división de Palestina en dos Estados, uno judío y otro árabe, pero el Estado de Palestina nunca verá la luz. El nacimiento del Estado de Israel no detendrá la guerra entre judíos y palestinos que, durante varias décadas, fueron engañados por los países árabes haciéndoles creer que podían doblegar a Israel para que aceptara la existencia del Estado de Palestina. La realidad, a lo largo de las décadas, verá a Israel siempre victorioso en las guerras contra los países árabes, Egipto, Siria, Líbano, y lo verá ampliar sus fronteras en Cisjordania, Gaza y los Altos del Golán, contando perennemente con el apoyo político, financiero y militar de los países de Europa Occidental y, sobre todo, de Estados Unidos, en cuyo brazo armado se ha convertido en el Oriente Medio musulmán.

No es nada nuevo que los gobiernos israelíes siempre han aspirado a hacer de toda Palestina la patria judía, subyugando a la población árabe tras reducir su número a unos cientos de miles. El cuento de "dos pueblos dos Estados", propagado por las potencias imperialistas, sólo ha servido y sirve para mantener viva la ilusión de una solución democrática, una ilusión por la que se ha derramado la sangre de cientos de miles de proletarios palestinos durante ochenta años, y se sigue derramando en nombre de un Estado que nunca verá la luz del día, ni por la ANP en Cisjordania, ni por Hamás o el movimiento que ocupará su lugar en Gaza.

Ha pasado la época de las revoluciones burguesas que veían a las poblaciones de un territorio determinado, con la misma lengua y costumbres, imponer mediante su propia insurrección armada contra las potencias coloniales la constitución de Estados independientes. La historia del capitalismo había llegado a una fase, la imperialista, que sólo podía ser contrarrestada por la revolución proletaria y comunista -como fue el caso de la Revolución de Octubre de 1917-, pero que en la década siguiente no se extendió a Europa, y mucho menos a América, impidiendo así que la revolución proletaria se extendiera internacionalmente. Ganó la contrarrevolución, que echó por tierra el Octubre bolchevique, los intentos revolucionarios en Alemania, Hungría y más tarde China, llevando al mundo burgués a la segunda matanza imperialista mundial.

El período posterior a la Segunda Guerra Mundial ciertamente vio el avance de las luchas anticoloniales que aprovecharon la crisis capitalista causada por la propia guerra, pero no en todas partes estas luchas tuvieron éxito, y en Palestina no lo tuvieron en absoluto.

El nacimiento mismo de Israel no se debió a una revolución burguesa clásica, sino a una "revolución" traída desde arriba por las potencias imperialistas, esta vez por medio de una población especialmente importada cuyo propósito no era sólo encajonarse en territorio enemigo, sino subyugar al pueblo palestino haciéndolo completamente dependiente de los intereses nacionales israelíes, convirtiéndolo en gran medida en proletario. Proletarios no sólo desde el punto de vista de las condiciones económicas, es decir, sin reservas, dueños sólo de su propia fuerza de trabajo, sino también sin patria, lo que desde el punto de vista ideológico burgués es un hecho negativo, pero desde el punto de vista proletario y comunista es un hecho histórico altamente positivo.

La guerra que Israel ha desatado en Gaza, y que, con distinto calendario y con distinta violencia, desatará también en Cisjordania, tiene como objetivo no sólo reprimir a las milicias de Hamás por la masacre del 7 de octubre, sino poner a la población de Gaza, hoy, y de Cisjordania, mañana, en la condición de desplazados perpetuos. Y aquí es donde se cruzan los objetivos de Israel y los de Estados Unidos, objetivos no escondidos por Netanyahu, ocultados por Biden pero agitados con la extravagancia habitual por Trump: obligar a los palestinos a marcharse a Jordania o Egipto y hacer de Gaza, con sus hermosas playas, un destino turístico para los ricos del mundo, y de Cisjordania una de las regiones que Israel ya llama Judea y Samaria.

Uno de los problemas de los judíos de Israel ha sido siempre la demografía: su objetivo era, y es, constituir la inmensa mayoría frente a una población árabe-israelí limitada, como máximo, a una quinta parte de la población total. La estimación más reciente de la población total de Israel (2024) es de 9.880.000 habitantes, de los cuales 1,9 millones son árabes israelíes, respetando así esa proporción. En cuanto a los palestinos, las cifras más recientes (2023) dan 2,2 millones en Gaza, algo menos de 4 millones en Cisjordania, a los que hay que añadir los cerca de 4 millones de refugiados en Jordania, la mayoría de los cuales aspiran a regresar a Palestina, planteando así un problema permanente para Israel. Además de Israel, es Trump quien dibuja el futuro de los palestinos como una migración forzosa a los países árabes vecinos.

La paz que Trump y Netanyahu prefiguran para sí mismos, además de la paz de los muertos, es la de una población apartada -cuando no deportada- de su patria y esclavizada a los intereses capitalistas de Israel y de cualquier otro país que se tome la molestia de gestionar a los migrantes palestinos dentro de sus fronteras, quizá contra el desembolso de unos cuantos miles de millones de dólares, como hizo la Alemania de Merkel con Turquía para los refugiados de Oriente Medio.

La actual tregua de los bombardeos en Gaza -pero las armas no callan en Cisjordania, administrada por la ANP, que se ha unido al ejército israelí en la caza de "terroristas" palestinos, como si los soldados israelíes y los policías de la ANP no fueran terroristas de Estado- ha puesto en marcha a cientos de miles de palestinos desplazados en el sur para regresar al norte, donde vivían y donde en lugar de hogar sólo encontrarán, para el 90%, escombros. Pero tal es su apego a su tierra y su orgullo por no doblegarse totalmente ante la ciega violencia israelí, que dicen que reconstruirán lo destruido por la guerra mientras no se vayan al extranjero, como si una vez que abandonen Gaza no pudieran volver jamás. Por supuesto, para la burguesía israelí, la tenacidad con la que los palestinos luchan por permanecer en su tierra no es un obstáculo menor. Para la burguesía gazatí, en cambio, cuyos intereses están divididos entre Hamás, el ANP y otros movimientos contratados por los países de Oriente Medio en oposición a Israel, el apego de los palestinos a su tierra es una palanca sobre la que actuar para alinear a los proletarios palestinos con los intereses de la burguesía palestina, tanto si están vendidos a las potencias imperialistas y a la burguesía israelí como si se oponen a estas fuerzas al estar alquilados a otras fuerzas, como Irán.

De un modo u otro, los proletarios palestinos nunca saldrán de la espiral cada vez más dramática de los contrastes interclasistas e interimperialistas, que en la zona de Oriente Medio tienden a agudizarse cada vez más. La historia de los contrastes interestatales y de la lucha de clases les empuja objetivamente a una encrucijada: abrazar los intereses de su propia burguesía nacional, actuando como carne de cañón no sólo de la burguesía israelí sino también de las fracciones burguesas palestinas opuestas, o abrazar la causa de su propia clase, luchando por organizarse independientemente de cualquier interés burgués, interno o externo, y buscando la solidaridad no de las burguesías árabes, islámicas o no, autodenominadas amigas o enemigas temporales de Israel, sino de los proletarios con los que comparten lengua, costumbres, condiciones de explotación e intereses de clase inmediatos.

Hoy, este camino parece lejano, o incluso imposible, y no sólo para los proletarios palestinos sino también para los de toda la zona de Oriente Medio. En realidad, parece un camino impracticable incluso para los proletarios de Europa, América, Rusia, China y cualquier otro país del mundo, tal ha sido el desastroso hundimiento de la causa de clase del proletariado internacional debido a la contrarrevolución, cuyos efectos nefastos se vienen pagando desde hace casi cien años. Pero el capitalismo, mientras desarrolla al máximo su carácter opresivo, violento y asfixiante, mientras presenta con gran seguridad en sí mismo su supuesta invencibilidad, sigue generando factores de crisis más profundos y amplios que, tarde o temprano, constituirán la base de la reacción positiva y de clase del proletariado, no importa de qué país parta el incendio social.

 

27 de enero de 2025


Partido Comunista Internacional - www.pcint.org    

Sudáfrica:

Masacre capitalista en una mina de oro abandonada.: 87 asesinados y 248 muertos de hambre.

 

El capitalismo sudafricano ha alcanzado otra etapa en su brutalidad: una mina de oro abandonada cerca de Stilfontein ha sido testigo de la barbarie capitalista. El gobierno del Congreso Nacional Africano (CNA), a través del cual el régimen capitalista ha pasado a manos de las élites políticas negras desde 1994, como órgano leal del capitalismo sudafricano, orquestó y dirigió la inanición y muerte de los desesperados seres humanos encontrados en la mina abandonada: 87 asesinados, 248 demacrados casi hasta la muerte.

 ¿Su crimen? La lucha por la supervivencia en una realidad social en la que la pobreza y el paro (en torno al 30%, alrededor del 60% para los jóvenes) son una realidad cotidiana. Esta masacre de Stilfontein demuestra verazmente la continuidad de la opresión y la barbarie desde el apartheid (política sudafricana de segregación racial aplicada hasta los años 90) hasta el capitalismo dirigido por la burguesía negra.

Esta masacre no es más que el último episodio de la historia de opresión y violencia sistemáticas contra los trabajadores y las masas empobrecidas de Sudáfrica. Durante la época del apartheid, la mano de obra de los trabajadores de color fue explotada sin piedad para alimentar la industria minera y llenar los bolsillos de beneficios de la burguesía blanca, que consolidó su dominación mediante políticas de segregación racial y violencia. El fin del apartheid no trajo prosperidad y liberación a las masas no blancas no privilegiadas, sino una nueva reconfiguración de las estructuras de explotación construidas sobre los mismos cimientos. Tras el fin del apartheid, bajo el CNA, la industria minera sufrió un duro golpe: se cerraron unas 6.000 minas, Sudáfrica cayó del primer puesto en producción de oro al undécimo, y la minería siguió decayendo...; las comunidades locales se vieron abocadas a la minería ilegal y peligrosa para su supervivencia.

Estos mineros ilegales, los llamados zama zamas, acertadamente bautizados como «tomadores de riesgos», son producto del declive del sector minero; arriesgan sus vidas, muchos de ellos emigrantes de países vecinos, con medios improvisados, en pozos abandonados para extraer el oro que, con otras materias primas en las que Sudáfrica es rica, impulsó en su día la maquinaria económica sudafricana. El impulso que impulsa a estos zama zamas es la pura desesperación por su supervivencia, no la codicia y la opulencia asociadas al oro: una desesperación nacida de la realidad de una sociedad capitalista en la que sus condiciones de vida, y las de sus familias, están desatendidas y abandonadas a la más absoluta ruina.

En 2023, el gobierno del CNA lanzó la operación Vala Umgodi («Cerrar el agujero»), una campaña militarizada para acabar con la minería ilegal. La mina de Stilfontein se convirtió en el escenario de esta campaña a partir de agosto de 2024. Las fuerzas de seguridad bloquearon la mina y, como parte de un elaborado plan, intentaron que se quedaran sin comida ni agua. Los mineros atrapados bajo tierra han luchado durante meses para vivir en condiciones inimaginablemente horribles ante la muerte.

La afirmación de la policía de que los mineros se negaron a salir a la superficie por miedo a ser detenidos está cruelmente tergiversada. Los testimonios de los supervivientes revelan un aspecto diferente de la historia: muchos estaban demasiado débiles para salir por medios improvisados, mientras que a otros se lo impidieron activamente miembros de los grupos delictivos organizados que controlaban la explotación de estas minas.

Cuando el gobierno se vio obligado a actuar por orden judicial -tras largas batallas judiciales, se le permitió entregar pequeñas cantidades de alimentos y agua en noviembre y diciembre-, su respuesta fue insensible y frívola. Las operaciones de rescate podrían haber comenzado meses antes; la operación final, iniciada el 13 de enero de 2025, duró sólo tres días. Para entonces, 87 personas ya habían perdido la vida: una masacre causada no por las balas, sino por el hambre organizada y la insensibilidad.

La narrativa del CNA retrata a los zama zamas como delincuentes que están robando a la economía nacional: se dice que sólo en 2024 la minería ilegal costó a la economía sudafricana 3.200 millones de dólares (3.000 millones de euros). Pero la realidad, como siempre, es mucho más compleja. En efecto, la minería ilegal está organizada, pero esta organización es un marco mucho más amplio en el que se explota a los propios mineros. Los sindicatos criminales operan con arreglo a funciones claramente definidas: explotan a los trabajadores e introducen el oro en los mercados mundiales a través de canales ilegales. Estos grupos no son bandas «aisladas», sino redes muy organizadas con raíces en las comunidades locales y, lo que es más importante, están vinculadas a la policía, las autoridades (locales).

Los mismos policías que bloquearon la mina de Stilfontein están acusados de conspiración criminal y de aceptar sobornos para permitir que los grupos delictivos operen sin trabas. Las autoridades locales también suelen hacer la vista gorda. Esta «organización» refleja el propio capitalismo: jerárquica, explotadora y cruel. Los mineros, en la base de esta pirámide, soportan todo el peso de su violencia.

El horror de Stilfontein se hace eco de la masacre de 2012 en Marikana (1), donde 36 mineros en huelga (¡no ilegales!) fueron abatidos a tiros por la policía. Los métodos asesinos pueden diferir, pero la dinámica básica sigue siendo la misma: el papel del Estado como órgano colectivo de los intereses capitalistas. En ambos casos, los trabajadores que luchaban por sobrevivir se encontraron con una represión brutal.

El Estado dirigido por el ANC ha añadido una nueva dimensión al suceso: la retórica xenófoba. Ha elegido a los inmigrantes de los países vecinos como chivos expiatorios y, al denigrarlos, pretende dividir a las masas trabajadoras y pobres y ocultar la explotación y la opresión comunes a las que todos se enfrentan. Esta estrategia divisoria sólo sirve a un propósito: reforzar el poder del Estado, del capital, y debilitar la posibilidad de una explosión social de las masas.

El CNA, antaño símbolo de la lucha contra el apartheid, se encuentra ahora en el gobierno de una sociedad profundamente desigual. Los dirigentes del CNA, muchos de los cuales se han enriquecido gracias a la industria minera, son parásitos sobre los hombros de la clase trabajadora. Personas como Cyril Ramaphosa, antaño dirigente sindical del Sindicato Nacional de Mineros (NUM) y del Congreso de Sindicatos Sudafricanos (COSATU) y ahora magnate de la minería, son el epítome de esto. Su riqueza se ha hecho con el sudor y la sangre de los trabajadores a los que criminalizan en esta era posterior al apartheid.

El Ministro de Recursos Minerales, Gwede Mantashe, también antiguo dirigente sindical y ex alto cargo del Partido Comunista Sudafricano (SACP), comentó insensiblemente la tragedia de Stilfontein cuando comparó a los mineros con personas que se arriesgan voluntariamente tumbándose en las vías. Tales declaraciones demuestran el verdadero papel del gobierno: no servir al pueblo, sino al capital.

Como ya se ha dicho, las masacres de Stilfontein o Marikana no son incidentes aislados, sino manifestaciones externas de la violencia sistémica inherente al capitalismo. El destino de los mineros apunta a las condiciones más amplias de la clase obrera sudafricana: desempleo galopante, pobreza generalizada, una economía informal explotadora y la realidad insuperable de la situación de desigualdad de las masas de color heredada del colonialismo blanco y del apartheid.

El CNA nunca ha proyectado una superación del régimen capitalista: ya en 1964, el propio Nelson Mandela demostró que se trataba de una reconfiguración de la superestructura: «En ningún momento de su historia el CNA ha propugnado un cambio revolucionario de la estructura económica del país, ni [...] ha condenado jamás la sociedad capitalista». Las masas trabajadoras y pobres nunca pudieron esperar que el CNA resolviera su situación social y de vida; el programa Black Economic Empowerment tenía efectivamente un único objetivo: el establecimiento de una élite burguesa negra.

En este ciclo de violencia, la clase obrera no puede confiar en el CNA, ni en el PCS, ni en los sindicatos colaboracionistas de clase NUM/COSATU; esta trinidad perpetúa su opresión. La única forma de avanzar es organizarse fuera del marco de la colaboración de clases, independientemente del Estado, de sus instituciones y de los falsos amigos de las masas trabajadoras y pobres que siguen ofreciéndoles la ilusión de prosperidad bajo el capital negro; por la propia razón de ser de los trabajadores migrantes a través de las fronteras, la solidaridad internacional es necesaria, pero la lucha en Sudáfrica refleja la explotación a la que se enfrentan los trabajadores en todo el mundo.

Estas y otras masacres son sombríos recordatorios de la inhumanidad del capitalismo. Pero también son llamadas a las armas. Los trabajadores de Sudáfrica -y de todo el mundo- deben unirse para erradicar las estructuras del régimen capitalista que perpetúan su sufrimiento; a ellos deben unirse las masas empobrecidas porque sólo el proletariado moderno, la clase de los trabajadores asalariados, está llamado y es capaz de la lucha revolucionaria para poner fin a los ciclos de explotación y construir una sociedad en la que la vida humana sea más valiosa que el beneficio.

 

¡Que el derramamiento de sangre en Stilfontein alimente la explosión de la lucha de clases!

Proletarios de todos los países, ¡uníos!

 

 

(1)   Véase El Proletario nº 1, diciembre de 2012 en https://pcint.org/05_Elprol/001/001_masacre-south-africa.htm

 

27 de enero de 2025 -  https://pcint.org/

 

Corea del Sur: ¿una victoria de la democracia?


El 3 de diciembre, a las 23.00 horas, el presidente Yoon Suk-Yeol anunció por televisión el establecimiento de la ley marcial, que, según dijo, era necesaria para proteger a Corea del Sur "de las fuerzas comunistas norcoreanas y erradicar las abyectas fuerzas antiestatales pro-norcoreanas" (...) De hecho, "el partido de la oposición [el Partido Democrático – NdR] paralizó el gobierno, para lograr un impeachment, llevar a cabo investigaciones especiales y para proteger a su líder de ser procesado” Era la primera vez que se declaraba la ley marcial desde 1980 y la masacre de Gwangju que siguió....

El decreto de emergencia promulgado poco después incluía la prohibición de toda actividad política, la disolución de la Asamblea Nacional y los consejos locales, el control de los medios de comunicación por el ejército, la prohibición de reuniones, manifestaciones y huelgas, la posibilidad de detenciones y registros sin orden judicial, etc. Se había preparado una lista de personas que debían ser detenidas; entre ellas había funcionarios del Partido Democrático, pero también algunos funcionarios del PPP (Partido del Poder Popular, el partido en el poder) críticos con el presidente, algunos jueces del Tribunal Supremo, etc. Se habían movilizado fuerzas especiales para asesinar a funcionarios norcoreanos en caso de guerra: al parecer, se había planeado asesinar a varias personalidades y atribuir los crímenes a Corea del Norte...

Pero los diputados que habían conseguido reunirse durante la noche a pesar del bloqueo del ejército votaron por unanimidad de los presentes (190 de 300) en contra del estado de excepción, y al final el presidente dio marcha atrás: anunció unas horas más tarde el levantamiento de la ley marcial y la retirada del ejército. Al día siguiente dimitió el Ministro de Defensa (fue detenido poco después y supuestamente intentó suicidarse en la cárcel) y se inició un procedimiento de destitución contra el presidente. Decenas de miles de personas se manifestaron para exigir la dimisión de Yoon.

Los medios de comunicación internacionales podrían entonces alegrarse de que la democracia coreana hubiera funcionado bien y hubiera demostrado ser capaz de resistir la iniciativa irracional y desesperada de un presidente que había "perdido la cabeza".

Sin embargo, el "inesperado" intento de golpe de Yoon Suk-Yeol distaba mucho de ser un capricho; aunque su ejecución fue arriesgada, probablemente se había planeado durante varios meses, al menos desde julio, según los funcionarios del ejército.

Yoon Suk-Yeol, ex fiscal conocido por ser un crítico inflexible de la corrupción, incluso entre las más altas figuras políticas y económicas, fue designado candidato del PPP para las elecciones presidenciales de mayo de 2022 con una plataforma que incluía promesas de desregulación, una política más dura hacia Corea del Norte, un mayor acercamiento a Estados Unidos, así como medidas reaccionarias como la abolición del Ministerio de Igualdad de Género (a pesar de ser el país de la OCDE con mayor brecha salarial entre hombres y mujeres), etc. Elegido por un estrecho margen frente al candidato del Partido Demócrata (de centro) y carente de mayoría en el parlamento, encontró dificultades para aplicar las medidas antiobreras exigidas por la patronal.

Mientras esperaba ganar las elecciones legislativas de la primavera de 2024, el PPP sufrió una sonora derrota. En julio, la KCTU [Confederación de Sindicatos de Corea del Sur] convocó una movilización de 15 días (manifestaciones, huelgas sectoriales) contra las reformas laborales, de pensiones y educativas propuestas y contra la represión de las luchas obreras; lo que más indignación causó fue la legalización de la semana laboral de 69 horas.

La acción de la KCTU no frenó las medidas autoritarias contra las huelgas y los medios de comunicación, que se sumaron a los juicios contra figuras de la oposición. El presidente vetó una veintena de leyes aprobadas por el parlamento, mientras el Partido Democrático acusaba a jueces hostiles y denunciaba la corrupción de la esposa de Yoon Suk-Yeol. Se bloqueó la votación del presupuesto para 2025....


* * *


Corea del Sur, con 51 millones de habitantes, es una de las principales potencias económicas del mundo: ocupa el noveno lugar en PIB, el sexto en producción industrial, es el octavo exportador mundial y el quinto en productos de alta tecnología, etc.

No siempre fue así; tras la devastación de la Guerra de Corea [1950-53], hasta principios de los años 60 fue un país menos desarrollado, más pobre que Corea del Norte y eminentemente agrícola: más del 60% de la población vivía entonces en el campo, frente al 5% actual. Bajo la dictadura militar de Park Chung-hee (que gobernó el país de 1963 a 1979), Corea del Sur experimentó una rápida industrialización, gracias sobre todo a la financiación de Estados Unidos, deseoso de facilitar el desarrollo económico de su protegido en una región estratégica para Corea del Norte y sus patrocinadores rusos y chinos. La situación geoestratégica ha sido y sigue siendo un factor determinante en la política de Corea del Sur, incluida su política interior, derivada de los enfrentamientos interimperialistas. Así, la guerra de Vietnam (en la que participaron 350.000 soldados surcoreanos) (1) impulsó la economía del país.

En 1979, Park Chung-hee fue asesinado en el cuartel general de la CIA en Corea del Sur y otro general ocupó su lugar. Para poner fin a las protestas contra la dictadura, en un momento en que el país estaba sumido en una grave crisis económica, el gobierno militar declaró la ley marcial en todo el país en mayo de 1980; tras las atrocidades cometidas por la policía y el ejército, una insurrección en toda regla tomó el control de la ciudad de Gwangju, en el sur del país, y el movimiento se extendió a otras ciudades de la región, hasta el gran puerto de Pusan. Pero, básicamente pacifistas, los demócratas pequeñoburgueses que encabezaban este levantamiento espontáneo no supieron organizar su defensa contra el ejército, que se entregó a una orgía de represión: la masacre causó probablemente entre 1.000 y 2.000 muertos. Hacia finales de los años 80, en pleno crecimiento económico, la clase dominante se enfrentó a una situación de crecientes tensiones sociales y luchas obreras. La muerte bajo tortura de un líder estudiantil desencadenó una oleada de grandes manifestaciones por la democracia en junio de 1987. Tras las concesiones iniciales de los militares, estallaron las huelgas, la mayoría de las veces espontáneas, y por lo tanto ilegales, a menudo ferozmente reprimidas; se extendieron rápidamente por todo el país, pasando de 276 en 1986 a 3.749 en 1987; se registraron cientos de acciones de protesta de los trabajadores (huelgas, ocupaciones, toma de rehenes, manifestaciones) todos los días durante el verano; ese año se fundaron más de 3.000 nuevos sindicatos, ya que hasta entonces no había sindicatos independientes. Más de un millón de trabajadores participaron en esta oleada de huelgas. Las principales reivindicaciones eran el aumento de los salarios, la reducción de la jornada laboral, la mejora de las condiciones de trabajo y el fin de la disciplina de cuartel en las fábricas.

Dado que la represión resultó ineficaz, había llegado el momento de que la burguesía "democratizara para estabilizar" el país: elección del presidente por sufragio universal, adopción de una nueva constitución, etc. En 1988 nació oficialmente la Sexta República. En los años siguientes, las luchas obreras disminuyeron fuertemente, reflejando la eficacia antiproletaria de la democracia, pero esto no eliminó la represión. En diciembre de 1996, se aprobaron secretamente en el parlamento leyes antiobreras facilitar los despidos (mientras prevaleciera el sistema de empleo vitalicio en las grandes empresas), autorizar el uso de esquiroles durante las huelgas legales y ampliar la semana laboral a 56 horas, "flexibilizando" la jornada laboral, prohibiendo el pago de los días de huelga y prohibiendo la recién creada confederación sindical KCTU hasta el año 2000. Los sindicatos convocaron inmediatamente huelgas de protesta, que tuvieron un éxito "inesperado"; en tres días, más de 300.000 trabajadores se declararon en huelga, primero en la industria metalúrgica (astilleros, automóviles) y luego en otros sectores (hospitales, transporte, etc.), a pesar de que el gobierno había declarado ilegales las huelgas.

La huelga duró tres semanas, alcanzando 1,5 millones de huelguistas a mediados de enero, lo que obligó a la confederación sindical progubernamental FTKU a pedir a sus afiliados que se unieran a la huelga, antes de que la KCTU decidiera inicialmente que no habría huelgas salvo un día a la semana y luego "suspendiera" los paros para facilitar las negociaciones con el gobierno.

Al final, los resultados fueron pobres: la nueva versión de la ley, aprobada por los sindicatos, difería poco de la antigua. Sobre todo, se concedió a la KCTU un estatus semilegal (se legalizaría en 1999), ya que los capitalistas habían reconocido su papel como salvaguarda contra la ira proletaria. Sin embargo, esta "huelga general" (aunque fue más bien un movimiento de huelgas más o menos discontinuas), sigue siendo hasta hoy históricamente el mayor movimiento del joven proletariado surcoreano: casi 3 millones de proletarios participaron en la lucha.

Desde entonces, no ha habido ningún movimiento comparable. La llamada "revolución de las velas" de 2016, que, tras semanas de manifestaciones pacíficas todos los sábados de cientos de miles de personas, condujo a la destitución de la presidenta Park Geun-hye (hija del dictador Park), fue un movimiento interclasista políticamente pequeñoburgués causado por la corrupción de Park (2) y no por sus políticas antiobreras: prohibición del sindicato de profesores, aumento de la edad de jubilación combinado con la reducción de los salarios de los trabajadores mayores de 56 años, etc.

La clase obrera surcoreana se enfrenta a una burguesía despiadada que le impone continuamente duras condiciones de explotación y medidas represivas, ya sea bajo un régimen democrático o dictatorial. La intentona golpista de Yoon es una demostración más de que la clase dominante no dudará en recurrir a medios dictatoriales para conseguir sus objetivos y aplastar al proletariado. Los proletarios surcoreanos saben por experiencia que la democracia es tan antiproletaria como la dictadura. Pero esta no es la opinión del KCTU, que el 12 de abril de 2024 llamó a una huelga general ilimitada hasta que Yoon abandone el poder (un llamamiento que aparentemente no tuvo mucha tracción). Después de que el Parlamento votara la destitución del presidente, la KCTU retiró su llamamiento el 17 de diciembre; la declaración de su presidente añadía: "al final, ganó la democracia, ganaron los trabajadores y los ciudadanos y ganó la KCTU. (...) dediquémonos a la lucha por la democracia y los derechos de los trabajadores" - ¡esta "lucha" consistiría en presionar al Tribunal Constitucional para que validara la destitución de Yoon, etc. (3)! En realidad, Yoon no se había rendido; protegido por la Guardia Presidencial, intentó incluso movilizar a sus partidarios. Finalmente fue detenido el 15 de enero...

La democracia nunca protegerá al proletariado de la rapacidad de los capitalistas; quienes difunden mentiras burguesas sobre los beneficios de la democracia y llaman al proletariado a luchar por ella nunca podrán organizar realmente la lucha para promover la emancipación de los trabajadores. La ruptura con las orientaciones políticas democráticas, recentrando las luchas en la defensa exclusiva de los intereses proletarios, la utilización de métodos de lucha clasistas y no de "lucha" parlamentaria e institucional, es necesaria si los proletarios quieren poder defenderse contra la burguesía y su régimen, sea cual sea.

Esto implica una ruptura con todas las fuerzas que abogan por la colaboración de clases y un esfuerzo por establecer un partido de clase cuyo objetivo no sea la victoria de la democracia, ¡sino su derrota frente a la revolución proletaria!


Partido Comunista Internacional

15/1/2025

www.pcint.org


__________

NOTAS

(1) Cometiendo diversas atrocidades, como masacres de civiles, violaciones, etc.

(2) Estuvo implicada en un gran escándalo de corrupción que afectó a decenas de millones de dólares. También fue declarada culpable de varios abusos de poder, como el uso de inteligencia contra opositores, etc. Fue condenada a 24 años de prisión antes de ser indultada por el siguiente presidente, miembro del Partido Demócrata.

(3) https://www.facebook.com/kctueng, 17/12/24.


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