¡Proletarios “en el frente interno”!
¡Camaradas!

En muchas partes del mundo, el capitalismo está reactivando su maquinaria bélica principal para masacrar a miles y miles de proletarios. Se les bombardea y acribilla sin tregua, se les mata deliberadamente de hambre y se les priva de agua, se les obliga a dispararse, apuñalarse o gasearse en las trincheras, se les viola, tortura y mutila…

Cuando nuestra clase se enfrenta a esta carnicería, a esta horrible intensificación de la inhumanidad de la sociedad capitalista, ¡su única reacción es negarse a someterse a ella! Esto nos sale de las entrañas y al mismo tiempo es la expresión de nuestros intereses históricos de clase.

Por eso, poco después del comienzo de la guerra en Ucrania, empezaron a aparecer “incidentes” a ambos lados del frente. Los soldados de ambos ejércitos intentan cada vez más escapar al reclutamiento y evitar ser enviados al frente. Se esconden cuando pueden, y si son reclutados a la fuerza en unidades militares, intentan escapar y abandonar sus posiciones a la primera oportunidad. La situación ha llegado tan lejos que los generales ucranianos se quejan de la “desintegración total de la disciplina del ejército”. Lo mismo está ocurriendo, aunque desgraciadamente a menor escala, en otros conflictos interburgueses en Oriente Medio, Sudán y otros lugares. Tanto en Ucrania como en Rusia, oficiales del ejército y reclutadores militares han sido atacados por sus “propias” tropas.

Pero, ¿qué podemos hacer nosotros, como proletarios que vivimos en los territorios “pacíficos” del “frente interno”, para apoyar concretamente la lucha de nuestros hermanos de clase uniformados que se rebelan contra la guerra capitalista y vincularla concretamente a nuestras propias luchas? ¿Aunque tengamos la suerte de vivir lo suficientemente lejos de la “zona de la muerte” como para no sufrir los bombardeos, los misiles, la ocupación militar o la presencia de bandas ambulantes de matones de las “unidades especiales”?

Nuestras vidas siguen viéndose afectadas a diario por los recortes del “gasto social”, el deterioro de las condiciones laborales y la intensificación de la explotación, la subida de los precios de la vivienda, los alimentos, la energía y otros medios de supervivencia, el aumento del control social y la represión y la militarización general de la sociedad.

Por supuesto, esto no es nada nuevo; también conocemos esta miseria en tiempos de “paz” capitalista y luchamos contra ella con la misma intensidad. Pero durante la guerra o los preparativos intensivos para la guerra, el capital y su Estado deben concentrar una parte cada vez mayor de la producción en lo que se conoce como “economía de guerra”. Es decir, producir rápidamente armas, municiones y vehículos militares, combustible, raciones alimenticias, etc. para gastarlos con la misma rapidez en el proceso de masacrar a los proletarios, es decir, ¡al resto de nosotros! Y como cada Estado tiene que hacer esto más rápidamente y a mayor escala que el “enemigo”, esto crea una inmensa presión para hacernos trabajar cada vez más arduamente, por más tiempo y con menos medidas de seguridad, etc. Al mismo tiempo, el Estado tiene que redoblar su propaganda a favor de la nación y de la santidad de “la Patria”, “la democracia” y “la libertad” para convencernos de que nos sacrifiquemos por los intereses del Capital, los cuales nunca pueden ser los nuestros.

La primera respuesta a la pregunta de qué hacer es: ¡rebelarnos contra nuestra propia explotación! Mediante huelgas, ocupaciones, bloqueos y sabotajes de autopistas y ferrocarriles, saqueos de mercancías y su redistribución entre la clase, etc. en tiempos de guerra, atacamos la producción, valorización y reproducción del Capital necesario para el esfuerzo bélico. Pero también, al afirmar nuestros intereses de clase en oposición a los intereses de la clase dominante, ¡desbaratamos su cuento de hadas de la “unidad nacional”! Nuestros enemigos de clase también tendrán que enviar más policías y soldados para intentar reprimir nuestras luchas – y no podrán ser utilizados para ahuyentar a los desertores y refugiados, para imponer la movilización, para vigilar las fronteras… y su lealtad al Estado no es un hecho. Después de todo, los motines en el ejército ruso en febrero de 1917 se desencadenaron cuando los soldados recibieron órdenes de sus oficiales de reprimir a los trabajadores en huelga en Petrogrado.

Para que nuestro ataque a la maquinaria bélica sea directo y eficaz, debemos concentrar nuestra actividad subversiva en varias áreas:

Desorganización de la infraestructura militar, como almacenes de municiones, ferrocarriles, puertos, aeropuertos y las carreteras utilizadas para llevar tropas y equipo militar a los frentes.

Podemos inspirarnos en nuestros hermanos y hermanas proletarios de los colectivos que han estado saboteando los ferrocarriles en Bielorrusia y Rusia desde el comienzo de la guerra para impedir el transporte de suministros militares al frente.

Los estibadores de Génova y Trieste en Italia y del Pireo en Grecia también bloquearon el envío de armas y municiones a Ucrania, Israel o para los bombardeos estadounidenses en Yemen.

Perturbación del reclutamiento militar, la conscripción y la “busificación” de reclutas para el frente. Tanto en Ucrania (Transcarpatia, etc.) como en Rusia (Daguestán, etc.), los cerdos y las patrullas militares que vienen a detener a los hombres reclutados a la fuerza se enfrentan a sus familiares y amigos enfadados.

Si vivimos en países más alejados del frente, el Estado ha utilizado hasta ahora o bien tácticas de reclutamiento “voluntario” y de manipulación nacionalista, como los programas de educación patriótica llevados a cabo en Francia y Polonia, por ejemplo, o bien planes de servicio militar obligatorio. Si buscamos inspiración sobre qué hacer, señalemos la larga tradición de protestas y disturbios contra los reclutadores militares y los “asesores de carreras militares” en las universidades estadounidenses, que se remontan a las llamadas guerras de Vietnam y del Golfo y llegan hasta la reciente guerra de Gaza.

¿Por qué los reclutadores militares, los propagandistas nacionalistas o los buenos ciudadanos que delatan para el Estado y denuncian la resistencia de clase antimilitarista – aquellos que nos obligan a sacrificarnos por el “bien de la nación” –, por qué a estos compinches se les debería permitir vivir sus vidas en paz y con seguridad? ¡Tratémoslos como nuestro movimiento de clase ha tratado siempre a los soplones y esquiroles! ¡Los chivatos no duran mucho tiempo!

¡Ayudemos a escapar a los desertores, escondámoslos y pasémoslos de contrabando a través de las fronteras, pero también organicemos nuestra lucha con ellos! Ya existen redes en Rusia y Ucrania que ayudan a los soldados a escapar del ejército, y tenemos que vincularlas con nuestras propias redes de lucha. Eso significa contactos seguros, teléfonos seguros, hogares seguros, recaudación de fondos…

La historia de la lucha de clases nos muestra que la única manera de oponerse realmente a la guerra capitalista, no a favor de continuar nuestra miseria en la paz capitalista, sino por la destrucción de toda la sociedad de miseria y explotación, y por lo tanto por el fin de todas las guerras, ¡es cuando la revuelta de los proletarios en el frente y la lucha de los que están en el “frente interno” se unen prácticamente!

Recordemos la experiencia de los proletarios en Irak durante la llamada primera guerra del Golfo de 1991, cuando los desertores del ejército, muchos de los cuales habían conservado sus armas, se reunieron tanto en los humedales del sur como en las montañas del norte, ¡donde organizaron con militantes obreros la insurrección contra el Estado!

Frente a la catástrofe capitalista mundial, ¡la revolución es nuestra única perspectiva!
¡Volvamos nuestras armas contra “nuestros propios” explotadores y “nuestros propios” generales!
¡Luchemos juntos contra la guerra capitalista y contra la paz capitalista!
¡Transformemos la guerra capitalista en una insurrección de clase mundial por el comunismo!

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Proletarians “On the Home Front”! Comrades!

In many parts of the world, right now the capitalism is once again kicking off its inherent war machine to slaughter thousands upon thousands of proletarians. They are being relentlessly bombed and shelled; deliberately starved and deprived of water; forced to shoot, stab or poison each other with gas in the trenches, raped, tortured and mutilated…

When our class is confronted with this carnage, this horrific intensification of inhumanity of the capitalist society its only reaction is to refuse to submit to it! This is coming from our guts and at the same time it is an expression of our historical class interests.

Because of that soon after the war in Ukraine started, the so-called “incidents” started popping up on both sides of the front. Soldiers of both armies have been increasingly trying to avoid being drafted and sent to the front. They hide when they can and if they are forced into the military units, they try to escape and leave their positions at first opportunity. It went so far, that the Ukrainian generals complain about “total disintegration of the army discipline”. Same thing is happening, even though on smaller scale unfortunately, in other inter-bourgeois conflicts in the Middle East, Sudan and elsewhere. Both in Ukraine and in Russia army officers and military recruiters have been attacked by their “own” troops.

But what can we as proles living in the “peaceful” territories of “the home front”, do to practically support the struggle of our class brothers in uniform revolting against the capitalist war and practically connect it with our own struggles? Even if we are lucky to live far away enough from the “kill zone” that we do not suffer from bombings, rockets, military occupation or a presence of roaming bands of “special unit” cut-throats?

Our lives are still impacted daily by cuts in “social spending”, worsening of working conditions and intensification of exploitation, increase in prices of housing, food, energies and other means of survival, increased social control and repression and overall militarization of society.

This of course is nothing new, we experience this misery in times of capitalist “peace” as well and we struggle against it all the same. But during the war or intensive preparations for the war, Capital and its State need to concentrate increasing part of the production into so-called “war economy”. In other words, to rapidly produce weapons, ammo and military vehicles, fuel, food rations, etc. only to just as rapidly spend them in the process of mass killing of proletarians – i.e. US! And because each State has to do it faster and more massively than the “enemy”, this creates an immense pressure to make us work always harder, longer hours, with less protection and so on. At the same time the State has to double down on propaganda of the nation and sanctity of “the Motherland”, “democracy” and “freedom” in order to convince us to sacrifice ourselves for the interests of Capital which can never be our own.

The first answer to the question of what to do therefore is: to revolt against our own exploitation! Through strikes, occupations, blockades and sabotage of highways and railways, looting of goods as well as their redistribution among our class and so on during war time we attack the production, valorization and reproduction of Capital needed for the war efforts. But also, by claiming our class interests in opposition to the interests of the ruling class we subvert their fairy-tale of “national unity”! Our class enemies will also have to send more cops and soldiers to try to repress our struggles – and those will be missing for hunt on deserters and refugees, for enforcing mobilization, for guarding the borders… and their loyalty to the State is not given. After all, mutinies in Russian army in February 1917 were sparked when the soldiers were given a command by their officers to repress striking workers in Petrograd!

To make our attack on the war machine direct and efficient we need to focus our subversive activity on several fields:

Disruption of military infrastructure like ammunition warehouses, railroads, ports, airports and roads used to deliver troops and the military material to the fronts.

We can take inspiration from our proletarian brothers and sisters from collectives sabotaging the railways in Belarus and Russia since the beginning of the war to stop the delivery of military material to the front.

Also, from port workers in Genoa and Trieste in Italy and in Piraeus in Greece blocking the shipment of weapons and munitions to Ukraine, Israel or for American bombing of Yemen.

Disruption of military recruitment, draft and “busification” of enlisted men to the front. Both in Ukraine (Zakarpattia and others) and in Russia (Dagestan and others), pigs and military patrols coming to arrest the enlisted men are being confronted by their angry relatives and friends.

If we live in countries further from the front, the State so far uses either some sort of “voluntary” recruitment tactics, and nationalist manipulation like the patriotic education programs that are being run for example in France or in Poland or projects of compulsory military service. If we look for inspiration of what to do about it, let’s point out the long tradition of protests and riots against military recruiters and “military career advisers” in American universities, going back to the so-called wars in Vietnam, the Persian Gulf up to the recent one in Gaza.

Why should military recruiters, nationalist propagandists, or those good citizens that snitch for the State and denounce the anti-militaristic class resistance – those that force us to sacrifice ourselves for the “good of the nation” – be allowed to live their lives in peace and safety? Let’s deal with them as our class movement has always dealt with scabs and strikebreakers! Snitches get stitches!

Helping the deserters to escape, hide them and smuggle them across the borders, but also organize our struggle together with them! There already exist networks both in Russia and Ukraine that help soldiers escape from the army and we need to practically connect them with our own networks of struggle. This means secure contacts, secure phones, safe houses, fund collections…

History of class struggle shows us that the only way how we can truly oppose the capitalist war, not in favor of continuation of our misery in capitalist peace, but for destruction of the society of misery and exploitation altogether, and therefore to end all wars, is when the revolt of proletarians on the front-lines and struggle of those on the “home front” practically unite!

Let us recall the experience of the proletarians in Iraq during the so-called First Gulf war of 1991, when army deserters, many of them keeping their weapons, have congregated both in the marshes in the south and the mountains in the north where they organized together with the militant workers the insurrection against the State!

When faced with a global capitalist catastrophe, the revolution is our only perspective!

Let’s turn our weapons against “our own” exploiters and against “our own” generals!

Let’s struggle together against the capitalist war, against the capitalist peace!

Let’s turn the capitalist war into a global class insurrection for communism!

 

 

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