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La crisis “feminista” de Boric

X victoria aldunate morales

 

 

 

 

En este atolladero gobiernista, todo indica que aquello de “amiga yo te creo” no es más que “contenido” de redes sociales acumulando likes y que el gobierno feminista puede lucirse como tal, solo mientras el señalado “violador” no sea un ministro suyo.

Por más que feministas en puestos clave les hayan entregado su discurso, el yo desbordado de sus líderes masculinos se vuelve, ahora, contra ellas.

 

Una funcionaria del gobierno de Boric denuncia que hace un mes atrás sufrió violación a manos del todopoderoso de la “seguridad”, Manuel Monsalve (ahora ex subsecretario del interior). El desasosiego es evidente y las comunicaciones hegemónicas tanto de oposición como oficialistas, se quejan de “un inadecuado manejo de crisis”.

Se ha leído y oído a contrarios y partidarios bajarle el perfil a la depredación sexual contra mujeres, decir “seducción” y “galanteo”; y a un senador de la Republica, José Miguel Insulza del Partido Socialista, llamar a todo esto: «chisme”.

 

Muchos muestran sorpresa ante el hecho de que un sujeto del poder pudiera ser un depredador.

Una de las estrategias que se van posicionando en el meta relato comunicacional, es la idea del “consentimiento sexual” reducido a un problema de voluntad individual, configurando una realidad de género horizontal, sin dialéctica ni dominación. Y otra, es la antigua estratagema de declarar a los hombres y acusados, víctimas de complots políticos, aludiendo al principio de inocencia que deja a las denunciantes, en calidad de “mentirosas”.

 

En un país misógino, devorado por la exigencia capitalista de éxito y ansioso de bienestar occidental, las olas feministas progresistas (hoy erigidas en el poder del estado) fueron convincentes mostrando al movimiento como pechos desnudos y un nicho aspiracional para individuas talentosas. A la larga, su feminismo es “empoderamiento” en el contexto de una ingeniería de la equidad, pero sin cambio estructural y negando a las mujeres como una clase oprimida.

 

Una «transparencia» turbia

La noticia de la imputación al ex hombre de confianza de Boric, estalló justo el 18 de octubre, a 5 años de la Revuelta Popular, la misma que en la Plaza Dignidad repudió a tomatazo limpio, al ahora presidente. La acusación que se le hace a su ex subsecretario habría sucedido justo en los días en que el presidente chileno se encontraba en la ONU abrazado con Zelenski, y cuestionando la tibieza de las derechas mundiales ante intentos de golpes de estado denunciados por dos potencias controladoras de las inversiones trasnacionales (Brasil y Estados Unidos). La ambigüedad que allí critica, se observa también en su propia actitud hacia esta denuncia de violencia sexual contra una subalterna, por parte de alguien de su gobierno.

 

¿No merece la misma atención de parte del gobierno feminista la violencia contra las mujeres, ni aunque utilice al feminismo y reciba tanto fondo internacional para sus “programas de género” y sus fundaciones?

 

Boric dice que no se enteró de nada. No supo que, aunque su hombre de confianza debía atender una conferencia de prensa sobre “el balance de la seguridad pública”, éste no se presentó a trabajar ese lunes 23 de septiembre (justo al otro día de los hechos que se le imputan). No cuestiona que su gobierno le haya concedido al acusado la regalía de tomarse el día para viajar a otra región del país “a explicarle a su familia lo sucedido” ni que –al parecer- aunque no se tratara de un acto oficial, le fuese concedido un transporte oficial.

 

Al pronunciarse sobre los hechos en un evento en Lampa (RM), acerca de lo que nombran “El Cuidado” (otro meta relato gobiernista proporcionado por el feminismo institucional), decidió responder –ilimitadamente- preguntas de la prensa, declarando entre otras cosas que “denuncia no significa culpabilidad”, que no “toma partido por una versión” y que “no juzga acciones privadas” de personas que “toman más de la cuenta”.

También dijo, que su ex subsecretario le habría confesado que hizo revisar las cámaras del hotel donde sucedieron los hechos, supuestamente “para saber cómo habían llegado allí” él y la denunciante, ya que no se acordaría “de nada”. O sea, el presidente desliza la que ahora es una “nueva teoría del caso”: Monsalve no habría estado consciente de lo acaecido esa noche. Ante la verborrea presidencial, su asesora intentó terminar la ronda de preguntas”, pero el presidente haciendo gala de una pueril soberbia, se negó a viva voz porque, según él, le interesaba que “la ciudadanía pueda volver a confiar en las instituciones”, también para subrayar que la renuncia de Monsalve fue “como debía ser” y que “al gobierno le importan las mujeres”…Y claramente le importan, sí, como una oportunidad política, ya que son justo las mujeres de sus coaliciones, quienes le protegen a él y a sus aliados, digan lo que digan y hagan lo que hagan.

 

La vocera Camila Vallejos, por ejemplo, se permitió presentar la incontinencia verbal de Boric como “transparencia y honestidad” y con la escasa expresividad que la caracteriza, se le observó conmovida, ya sea por miedo al desastre o simplemente por la costumbre femenina de justificar a los hombres.

 

De hecho, son pródigas las muestras simbólicas y concretas de este círculo de protección feminista a Boric y su gobierno. Cabe recordar que en los 50 años del Golpe cívico militar en Chile (2023) “voceras del feminismo institucional convocaron a una performance” para abrazar y acordonar La Moneda[1], buscando -al parecer- demostrar que ante la lucha derechista constante por la “alternancia”, ellas defienden al gobierno de Boric.

Dos años antes, en la campaña presidencial 2021, fueron feministas del Frente Amplio quienes se encargaron de colocar paños fríos a un comentario en redes sociales que decía que Boric “era un cerdo” que acosaba a una compañera del movimiento estudiantil[2]. Entre esas feministas habría estado la ahora ministra de la mujer, Antonia Orellana, la misma que habría defendido a Boric cuando su partido quiso expulsarlo por haber firmado con la Derecha el “Acuerdo por la Paz y la Nueva Constitución del 15 de noviembre” de 2019. Justo aquel acuerdo que sacramentó el fin de la revuelta y al que otras feministas llamamos “acuerdo de pacificación e inacción”[3].

 

En el caso actual de Monsalve, la ministra Orellana, habiéndose enterado de la denuncia cuando volvía desde una conferencia sobre la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en Ginebra, sonó cauta ante la prensa. Habló, en general, sobre las disposiciones del gobierno contra la violencia de género, y no respondió sobre la razón de que pasaran casi tres días desde la denuncia a la renuncia, ni para qué se le dio la oportunidad al ex subsecretario de reivindicarse “inocente” desde el mismo pódium de La Moneda.

 

En relación a la teoría tan mal hilada por Boric acerca de que Monsalve habría estado inconsciente (demasiado tomado)la noche del 22 de octubre, ahora está siendo desarrollada por Flavia Torrealba, una miembra del comité político, presidenta del partido Federación Regionalista Verde Social, quien cree que a los hombres “se los condena por ser hombres” y que coloca al denunciado Monsalve como otra “víctima” del caso. Esa teoría de complot contra el denunciado, augura un potencial vuelco en el caso. Torrealba comparó el caso Monsalve con el caso Catrillanca, el comunero mapuche, que de haber sido señalado como terrorista en 2018, se reveló tres años más tarde -en 2021- como una víctima más del Estado chileno. Realmente impresentable el ejemplo de la presidenta del FRVS.

 

En uno de los países más injustos del mundo, la verborrea ideológica alimenta al espectro político dominante que se aprovecha de las oportunidades que les entregó el feminismo de las olas.

 

 

 



[1] Nunca más la hipocresía del “Nunca Más”, Mafe, Radio Humedales, 4 de septiembre 2023, https://puntadaconhilo.cl/la-hipocresia-del-feminismo-institucional/

[2] La misma mujer que había escrito ese mensaje públicamente, luego relató que Boric fue a pedirle disculpas, y que no quería que Kast usara políticamente sus dichos. Los episodios de acoso sexual expuestos por la víctima databa de 2012 en el movimiento estudiantil. Su mensaje decía: “Es un cerdo que me acosaba cuando trabajé con él”, y en el mensaje «también sostuvo que dejaría de seguir a todos quienes le hicieran campaña a Boric, sobre todo si se declaraban feministas» («La acusación de acoso contra Boric que validaron dos candidatas a diputadas del FA y que desapareció de las redes», Daniela Bas y Florencia Donoso, El Libero,10 de noviembre 2021.

[3] No es acuerdo de Paz, es pacificación, mujeres lesbianas y lesbianas feministas autoconvocadas, autónomas y antirracistas18 noviembre 2019,  https://puntadaconhilo.cl/no-es-acuerdo-de-paz-es-pacificacion/

 

 

…las herramientas del amo no desmantelarán nunca la casa del amo. Nos permitirán ganarle provisionalmente a su propio juego, pero jamás nos permitirán provocar un auténtico cambio. (Audré Lorde)

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Violencia dictatorial y violencia contra mujeres

X victoria aldunate morales, lesbiana feminista antirracista

 

 

Hay partes de mi historia que tengo borradas y temo -a veces- recordar algunos pasajes que intuyo cruentos. Pero no es negacionismo, es el impacto del daño dictatorial en la historia personal. Hubo etapas de borramiento involuntario en que pensé que “no me había pasado nada tan terrible comparándome con otras…”.


Los procesos terapéuticos a los que pude acceder permitieron fortalecerme lo suficiente para comprender que pasara lo que pasara, acá estoy, entera y siendo lo más cercana a la que quiero ser.

Los aprendizajes autónomos me orientaron para entender que el objetivo del poder, al borrarnos la memoria, es negarnos la conciencia. Esta estrategia es violencia renovada y constante que no terminará mientras sea la impronta de los gobiernos, los partidos políticos y el estado.

La operación política negacionista en Chile, lleva más de 33 años pues la transa traidora comenzó antes del año 90, cuando negociaron con la burguesía golpista, aliada del imperialismo, al pueblo en lucha.


Igualmente, en el proceso personal (que es político), espero aún más de mí: que cuando recuerde, sienta que nada de aquello es “mi culpa”, ni siquiera mi responsabilidad total. Yo elegí la contrainsurgencia, pero ello no justifica la violencia cobarde que ejercen las elites que gobiernan a esta neoliberal república (tan vanidosa de serlo).

Otro “crimen” por el que me castigaron estos carceleros del estado dictatorial, fue ser esta que soy, con esta condición sexual nombrada “mujer” (en ese tiempo adolescente). Esta condición tiene adherida –y no porque quiera ni me enorgullezca el sufrimiento- una historia de violencia heterosexual obligatoria que nos asalta en cada acto de rebeldía que pudiésemos llevar a cabo. Los machos patriarcas violan, abusan, burlan estos cuerpos, llegando a asesinar a muchas. También nos categorizan en cierto tipo de acciones que de no ser cumplidas unas, o de ser desafiadas, otras, supondrán castigos específicos.

La violencia contra mujeres se perpetra agrediéndonos “por ser y hacer lo que no deberíamos hacer”; y así mismo, “por no hacer ni ser, las que deberíamos ser”. No es un trabalenguas, es ideología impresa para objetivos claros y materiales: Apropiarse del trabajo, los cuerpos, los productos, las energías y las vidas de mujeres, porque ello da ganancias para la sostenibilidad capitalista. Y lo más miserable es que haya un cierto feminismo que se coinvirtió -en esta fase- “en la criada del capitalismo”, parafraseando a la Fraiser.


La violencia contra las mujeres no es un símbolo caprichoso, sino una estrategia política patriarcal grabada en los cuerpos de un tipo de humanos: nosotras.

Tampoco es fragmentos sin correlato con el poder y con cómo éste se ejerce. (El machismo es solo un síntoma). La Violencia contra mujeres y niñas no opera de manera idéntica en todos los cuerpos, en todos territorios, en todas las clases sociales, en todas las familias ni en todas las comunidades, sin embargo, es un flagelo que suele estructurarlas. Sostiene a las sociedades aplastando a mujeres y niñas. Atraviesa órdenes y tiempos históricos, saberes y prácticas.


ALGUNA CIFRA, POR SI SIRVE

En 2020, por cada 10 víctimas de trata de seres humanos detectada en el mundo, cuatro eran mujeres adultas y dos o más, niñas. El 91 por ciento de las víctimas de trata con fines de explotación sexual, son mujeres. La fuente de este hallazgo es el documento “hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres”, de la ONU. Sería bueno tener estudios que no fuesen de ONU Mujeres1, pero es claro que ha decrecido el interés oenegista, institucional y académico por investigar lo que desde -al menos- los años 80, las feministas y otras, visibilizaron como Violencia contra las Mujeres y las Niñas.


Sobre las víctimas de la Dictadura cívico-militar en chile, muchos estudios hablan de “género” y hay estimaciones que traducen que 200 mujeres y niñas habrían sido asesinadas y que muchas de ellas siguen desaparecidas.

En postdictadura CODEPU-Sintras 1996, revelaban al menos 140 casos de tortura y 96 muertes2 de militantes lautaristas, frentistas y miristas en procedimientos policiales, pero sin desagregar mujeres. Lo que está claro por los relatos de insurgentes presas políticas de “la democracia” chilena como Flora Pavez y Marcela Rodríguez (lautaristas), es que ser mujeres tuvo consecuencias diferenciadas en tortura y prisión. Más allá de eso, aunque nadie las quisiera contabilizar de otra manera que no fuese como “la mujer de la patria”, nuestras madres, abuelas, familiares y vecinas, mayores, jóvenes y niñas, fueron parte fundamental del movimiento de base que llevó a la Unidad Popular al gobierno, y estuvieron en las fuerzas populares que desde 1970 rescató más de 300 empresas, llevó a cabo tomas de fundos, tomas de terrenos y creó cordones industriales. Todas esas fueron recuperaciones arrebatadas al mismo capital que nos engulle. El castigo a esas mujeres y niñas por ser revolucionarias, fue la violación, abortos por torturas, robo de hijos y e hijas nacidas, secuestros, ejecución y desaparición. Lo propio hicieron en postdictadura los gobiernos del arcoíris, y hoy los renovados encarcelan a mujeres anarquistas, antiespecistas, pobladoras y mapuche.


Un análisis de las causas judiciales que hay sobre mujeres víctimas de trata en el mundo, es que son sometidas a violencia física o extrema por los traficantes, en una proporción tres veces superior a la de los hombres3. Sobre nosotras en Dictadura, las sobrevivientes sabemos que ser mujer fue un agravante para todos los manejos horrorosos de los torturadores…


En los 80 luchar contra la Dictadura chilena fue proseguir con el camino político de destruir al Capital. En la actualidad, resistirse a gobernantes del continuismo como los actuales que llevan a cabo cruzadas racistas, antipobladoras, antipobres, antimapuche, es confrontar al capitalismo neoliberal, o sea, a las Redes de Comercio Trasnacional que desplazan, saquean y matan a defensoras, a otras mujeres, a niñas, a niños y a pueblos.




________

NOTAS:

2 Tortura en Chile ayer y hoy: el problema de la prevención Carlos Madariaga 1 Ponencia presentada en el seminario internacional Trauma Psicosocial, Impunidad y Democracia: Los Desaftos del Presente, realizado por CINTRAS el 29 de mayo de 1996, en la Universidad ARCIS, Santiago de Chile. http://www.cintras.org/textos/reflexion/r25/ttchilehoy.pdf

3 UNODC (2022). Global Report on Trafficking in Persons 2022, págs. 25 y 33.




 

Cubo mágico: el interregno $hileno

X victoria aldunate morales, lesbiana feminista antirracista

 

El único fantasma que recorre Chile, es una agenda política presentada como “plurinacional” y “feminista” (entre otras particularidades). Y esto no nació de la nada. Lo que hoy pinta así y a la vez “ciudadano”, no es pura performance (sahumadoras, pechos desnudos, en fin…), son un par de siglos de colonialismo interno.



Hay calle y acción directa, es verdad. También encuentros feministas que marcaron autonomía y anticapitalismo; que anunciaron lesbofobia, heterosexualidad obligatoria, racismo, clasismo e institucionalización, al interior del propio feminismo. Y también son innegables las feministas de movimientos proletarios que denunciaron al feminismo burgués. Pero todo ello ha convivido con feminismos sufragistas, sindicalizados, que accionaron en razón de ciudadanías, partidos y gobiernos.

Entrada la segunda mitad del siglo XX, vinieron los feminismos antidictatoriales y bastante variopintos en toda América Latina y El Caribe. De esos, los más concurridos devinieron en instituciones, partidos y cumbres. Y los otros, los menos cotizados, se repletaron de pobladoras, trabajadoras, empleadas, y mujeres con pasión y testimonios. Vino el siglo XXI y llegaron novísimos feminismos de la mano de nuevos partidos y movimientos; sus instituciones vieron en “el feminismo” un potencial relevante para ascender a los gobiernos. Prueba clara de esto es Chile hoy.


Al feminismo actual no lo malograron la performance de las Tesis, ni las doctoradas que categorizan “las violencias” en sus cátedras. Creo que en realidad es fruto de luchas pujantes con objetivos partidarios y también de aspiraciones individuales.

El feminismo -como otros movimientos de izquierdas- aunque sea disonante, ha sido (y es) parte del racismo, la colonialidad del poder y la heterosexualidad obligatoria en toda su patriarcalidad política.

Los feminismos nombraron opresiones femeninas, a veces reducidas a las que vivían sus líderes desde su pequeña burguesía, o su intelectualidad, o sus matrimonios y sus barrios. Sus seguidoras, identificándonos con esos relevantes, pero limitados, hallazgos, casi borramos un montón de diferencias de clase, color y accesos. Es el colonialismo interno, endógeno, negado, no problematizado, que nos acecha permanentemente.

Somos feminismos venidos de las izquierdas que adolecen de la misma occidentalidad prestada. Y que ahora, no conformes con eso, mayoritariamente, tienen como único horizonte “luchar contra la exclusión” para “incluirse” (e incluirnos), en un periodo en que ya el fin del capitalismo, no es tema.

Un “vivir bien” neoliberal “es posible” y bienvenida sea la acumulación de los inversores y resignificar la competencia (así nomás).

Esas izquierdas son ahora “feministas”, son feminismos izquierdistas, son izquierdismos socialdemócratas y feministas… Lo mismo da el orden de los factores: copia y pega, todo se puede combinar como los cuadraditos de colores del cubo mágico (cubo rubik), solo depende de los gustos e intereses del manipulador del cubo.


Después de la caída del socialismo real les entró el espíritu de las identidades, los ropajes étnicos, las sustancias ancestrales que instantáneamente cambiarían vidas… Las necesidades vanguardistas les movilizaron, pero no obstante las performances, se multiplican los conflictos de comunidades. Sin embargo, para eso también hay fórmulas: institucionalizarse con la promesa de que así no te quedarás fuera de sus democracias.

En la filosofía Arjona, últimamente referenciada por Apruebo Dignidad, sí son una mezcla perfecta, pero en este caso, de academias y ciudadanías. Gozan de teorías contrahegemónicas, pero categorizan, dividen, desintegran, fragmentan, tal como lo hizo ya occidente con los saberes ancestrales y populares. Y si miras sus medios de comunicación y escuchas bien sus discursos, verás que aplauden a los feminismos útiles, mientras los beligerantes y separatistas, son invisibles y desechables. Además, estos últimos vienen de mujeres viejas o escasamente educadas, sin doctorados ni títulos. Aunque igualmente -y no casualmente- los saberes de esos feminismos viejos, tan sospechosos, han sido objeto de extractivismo universitario, partidario e institucional. Los han transformado a todo tipo de terminología (a veces sorprendentemente críptica), para negar las fuentes, las raíces y sobre todo, los conflictos, tomando de ellos solo lo que luce tan impactante como ingenuo.


Las izquierdas socialdemócratas (feministas por añadidura) pueden caminar en la cuerda floja de un extremo al otro, pero se mueven en la estructura que el patriarcado capitalista creó para no ser intervenida. Menos por una socialdemocracia que funge de contrahegemónica, pero no lo es. Justo en ese punto, ocurre el “interregno” a la chilena -no el de Gramsci- un intervalo de tiempo (sui generis) en que lo anterior no se va, ni se irá, porque ya impregnó lo que se presenta como “nuevo”. De hecho se cocinan cuestiones bien freak: por ejemplo la tele nombra “obreras textiles” a unas diseñadoras alternativas que hacen rituales indígenas para darle energías a la costura de la banda presidencial del presidente electo (¡?). Pero en fin, lo más relevante es que las memorias de un feminismo marcado por las luchas de clases, antirracistas, anticoloniales y disidentes sexuales, de territorios arrasados por el imperialismo, no calzan. El único útil es un feminismo que no quede mal con nadie, ni con las clases dominantes ni con las subalternas. En este espíritu sororo, hacen pactos sociales interclasistas y transclasistas. Frágiles pactos porque las luchas de clases y antirracistas no les darán tregua, aunque el Estado las mantenga en suspenso para ahogarlas, aunque las apacigüe con leyes de inclusión y políticas de reconocimiento. Y es importante subrayar que no obstante toda esa seducción, igualmente sus gobiernos, despliegan “seguridad ciudadana” y control excluyente contra cualquier grupo que amenace su precario equilibrio.

Intuyo (porque no sé, soy ignorante), que no habrá paz porque no habrá justicia.


 

¿OTRO PACTO DE SILENCIO?: “LO DE XIMENA FUE FEMICIDIO”

X victoria aldunate morales*

 

 

 

La violencia machista, habitual, si bien no fue denunciada por la víctima, sucedió en la 

cotidianidad,  a vista y paciencia, de diversas autoridades de un recinto protegido de 

las Fuerzas Armadas y de Orden chilenas, en la Base Aérea “Cerro Moreno” de la Fuerza 

Aérea de Chile (FACH). 


¿Hubo connivencia con el agresor? Distinguimos –al menos- silencio con ribetes de pacto 

entre instituciones. Como en el caso de Macarena Valdés Muñoz, la muerte de Ximena 

Cortés Rojas, fue caratulada como “suicidio”.


James Díaz Portus, ex Sargento 2º de la FACH, fue un esposo (ahora viudo) que agredió a 

Ximena Cortés Rojas por años. Pocos meses después de los hechos de violencia que la llevaron 

a la muerte, él agresor llegó a su trabajo con algún consumo de sustancias que a su jefe -de 

ese momento-, Héctor Arturo Bravo Ojeda, suboficial de la FACH, le pareció evidente. Cuando 

éste le llamó la atención, él (Díaz Portus), respondió: “¡Para qué le ponen tanto color si ya no 

me pillaron”. Es lo que relata el mismo Bravo Ojeda, de 55 años, suboficial de la FACH, 

encargado de la Planta Eléctrica de la Base Aérea Cerro Moreno, en que trabajaba el 

Sargento 2º Díaz Portus. 


En junio 2016, 10 meses antes de la muerte violenta de la víctima, la esposa del mismo 

suboficial Bravo Ojeda “recibió una llamada telefónica” de Ximena, cerca de las 23 horas. 

Le pedía ayuda a ella y a su esposo porque el agresor estaba ebrio y quebraba los vidrios 

de la ventana. Cuando llegaron (Bravo Ojeda y su esposa) a la casa en que convivían la 

víctima y el agresor, Ximena lloraba: “Nos decía que no nos fuéramos, le pregunté por qué, 

a lo que me respondió que James iba a volver a violarla… que cuando no conseguía sexo 

a la buena, lo hacía a la fuerza…le consulté a él si era cierto, respondiéndome que cuando 

tomaba no se podía controlar”. 

Bravo Ojeda también declara que le recomendó a Ximena “denunciar”, pero que ella le respondió 

“que tenía confianza en que él (Díaz Portus) cambiara”. 

Ximena se había convertido a la religión evangélica junto con el agresor. Bravo Ojeda también 

señala en sus declaraciones que “James comenzó a cambiar su actitud indicando que veía 

revelaciones espirituales y cosas extrañas”… Pero en el caso de Ximena, hubo más que religión, 

machismo y violación sistemática, también abuso económico: “ella debió comenzar a vender 

comida rápida aunque por el sueldo de la FACH que recibía Díaz Portus, ella no lo habría 

necesitado”, subraya también Bravo Ojeda en su declaración a la PDI de Antofagasta, 

del 30 de enero de 2018.


 

Sin los privilegios de los hombres de la FACH

Ximena Fabiola Cortés Rojas, de 32 años, madre de una adolescente y un niño, el 22 de marzo 

de 2017 ingresó de urgencia, inconsciente, con traumatismo encéfalo craneano, cortes 

profundos en el cuello, al policlínico de la Base Cerro Moreno de la Fuerza Aérea Chilena 

(FACH). Ahí, casualmente se encontraba Bravo Ojeda “en exámenes preventivos” y vio 

entrar a otro miembro de la Base, sosteniendo a una mujer ensangrentada. Pensó que 

era la esposa de quien la traía, pero se había equivocado, era Ximena Cortés. El declara:  

“En eso veo llegar a James que venía en ropa deportiva, a lo cual le pregunté por qué 

si es horario de trabajo, respondiéndome éste que ‘Ximena se había intentado matar’, 

le digo que entonces era su obligación estar con su esposa y no que un tercero la trasladara, 

respondiéndome que tenía que cambiarse de ropa porque la otra, estaba toda ensangrentada, 

que los demás ‘podían pensar’ que él tenía algo que ver”. 


Desde la urgencia el médico que recibió a Ximena, la derivó al Hospital Regional de Antofagasta. 

Ella no tuvo el mismo trato que James cuando sufrió un ataque al corazón, a él lo llevaron 

en helicóptero a Santiago, mientras que a Ximena la dejaron en la UCI del Hospital Público”

subraya Ruth Rojas Flores, su madre, quien ha puesto a disposición de Tierra y Territorio

los informes de diversas instituciones sobre el que, afirma “fue un femicidio”.


Según informes de la PDI, la víctima fue encontrada por su marido “en el baño de su casa 

con armas cortantes (cuchillo, tijeras)”. En el Informe Pericial Planimétrico (PDI-2018), se 

indica entre otros movimientos de Díaz Portus, que él va a buscar a una vecina, vinieron 

dos, le ayudaron a sacar a Ximena del baño, luego fue a buscar a un vecino, suben a la 

víctima “al automóvil, el vecino conduce, y él (James Díaz Portus), regresa a la casa a 

cambiarse ropa”…  ¿Por qué informes institucionales, de la PDI, datos de Urgencia del 

Hospital Regional y hasta la Fiscalía, afirman tal cual la versión de un sospechoso? ¿A 

qué regresa Díaz Portus: a “cambiarse ropa”… y a cambiar la disposición de las pruebas…?

Es él mismo agresor quien informa a todos los vecinos y a otras personas, a las que llama, 

que Ximena se había intentado suicidar: ¿Pero eso acaso explica por qué las instituciones 

y sus funcionarios reproducen su versión? 


 

Violación de los derechos de las humanas 

La falta de dudas de las instituciones del Estado y sus funcionarios sobre el origen 

de las condiciones en que llega una mujer agonizante, sin conciencia, ensangrentada, 

es atemorizante para cualquiera que esté pasando por lo mismo que pasó Ximena. 

Y en lo concreto, viola los derechos de las humanas que el Estado chileno pregona defender. 


La médico jefe de la UCI del Hospital regional de Antofagasta, Jacqueline Verónica Blanchard 

Tapia, médica cirujana declaró en la PDI y en Fiscalía que “la paciente presentaba múltiples 

lesiones, entre estas, sugerentes de acción de terceras personas, motivo por el cual se 

realiza la denuncia a personal de Carabineros”, también dice: “Recuerdo que me llamaron 

la atención las lesiones en sus manos, cortes cervicales y una equimosis en el epigastrio 

que a mi parecer son compatibles a acción de terceros”.


Las investigadoras criminalistas, peritos forenses Marianela Armijo Rivera y Yelisse 

Alvares Bolados, en el mes de julio del año 2017, a 4 meses de la muerte de Ximena, 

hicieron un informe pericial que solicitó Ruth Rojas de manera privada. Al compararlo 

con declaraciones y otros reportes institucionales, se observa una revisión amplia de 

 la información médica y jurídica que da cuenta de distintos momentos de la agonía 

y muerte de Ximena. Las investigadoras resumen y ordenan lo ya dicho por diverso 

personal médico interviniente desde instituciones de Salud: En la Urgencia, el doctor 

Víctor Manuel Litardo Plaza, en el Hospital, las doctoras Jacqueline Blanchard y Romina 

Rojas, en el SML, el doctor Juan Cabane González. Este informe no inventa nada y 

se basa en descripciones y hallazgos médico-científicos para sus conclusiones, pero 

no fue aceptado por la Fiscalía como un antecedente válido: ¿Por qué?


 

Alevosía machista, crímenes overkill

Diversos estudios de patología forense y neurología especializados en violencia contra 

las mujeres, afirman que las lesiones de la vagina, tienen como causa frecuente, violaciones

y que los traumatismos craneoencefálicos (TCE) y las heridas en el cuero cabelludo, 

presentan no solo numerosos y complejos problemas médico-legales, si no que puede 

ser extraordinariamente difícil determinar si se produjo por una caída accidental o una 

 agresión con objeto contundente, y que solamente con un examen detenido de los bordes 

y el fondo de la herida, con lupa, podría aclararse el origen... Si el caso de Ximena tuvo 

esa ocupación institucional, no se refleja en los resultados hasta hoy.


Las peritos criminalistas ya citadas (Armijo Rivera y Alvares Bolados), entre otras crudas 

descripciones y conclusiones, reportan que en la “cadera, pelvis, genitales”, hay moretones 

(“equimosis”), “hemorragia en pared pélvica, vulva con edemas, una variedad de lesiones 

de la mucosa vaginal”, que podrían ser producidas por “posible fractura pélvica, enfermedades 

de transmisión sexual o sistema inmunológico debilitado”; en el cuello “hay heridas cortantes

profundas, fractura del hueso hioides que es poco frecuente” y que “se puede asociar a 

personas que sufren estrangulamiento manual”; en las extremidades superiores hay “cortantes 

con compromiso tendinoso en antebrazo izquierdo y heridas cortantes profundas en antebrazo 

derecho, cortes por arma blanca”, y serían “lesiones atribuibles a defensa”; “en el abdomen, 

equimosis”, o sea, moretones, y en las piernas, Ximena también tenía muchos moretones, 

“en muslos, cara externa e interna” que pudieron ser producidos “por golpes”. 


Hubo alevosía. Overkill le llaman en inglés. Un término venido del norte que denota exageración 

y un ensañamiento que se refleja en que hay múltiples lesiones, nuevas y antiguas, justo 

como en el caso de Ximena Cortés Rojas. 


En Costa Rica, en el marco de la aplicación de la Ley de Penalización de Violencia contra 

las Mujeres, se destaca como variables descriptivas y válidas para investigar con ocupación 

especial: “la convivencia y/o los hijos menores con el agresor, que los hechos sucedan en 

la casa de la víctima, y ser atacadas con distintos tipos de arma blanca”. Nada de esto es 

casual ni obvio. El agresor viola o mata a la mujer que considera que puede –y debe- agredir, 

pues se lee a sí mismo en un escalafón superior al de ella, esto desde los valores jerárquicos 

que profesa: militares, religiosos, también familiares y sociales. 


Las lesiones que se señalan en investigaciones y protocolos, son de múltiples tipos, y después 

de las heridas por arma de fuego, vienen las de armas cortopunzantes en cuello, brazos, 

piernas y abdomen, quebraduras de quijada y dedos, intentos de estrangulación usando 

las manos. 

Pareciera que el arma de fuego siendo más segura para matar, es fácilmente identificable, 

en especial si está registrada en las filas de integrantes de FF.AA. y de Orden (de cualquier país). 

Muchos agresores (uniformados tal vez), podrían preferir las armas cortopunzantes además 

de los golpes, ya que puede disimularse su uso por terceros. Y todos estos- y más- son 

elementos fundamentales de la epidemiología del feminicidio: Un Estado, unas instituciones 

y unos políticos que pregonen en sus lenguajes y discursos, algún “combate contra 

 la violencia de género” (como gustan llamarle), debieran tenerlo en cuenta. O si no, 

quedamos igual que cuando NO mencionaban “género” y el feminismo NO estaba de moda

(Ya sabemos que hacer parecer que todo cambia para que nada cambie, es un hecho 

neoliberal de estos tiempos).   


 

Violencia institucional es impunidad

Revisamos, cerca de mil hojas de informes, cruzados, desordenados, repetidos, con aparente 

fuga de hojas: ¿Hay un empeño particular en desorganizar y confundir a quienes los revisen? 

Para Ruth Rojas, es al menos “una falta de respeto”, ella -como las feministas- sospecha:  

“Hay informes que las instituciones no han querido ni leer”. Y denuncia: “El abogado de 

SERNAMEG intentó hacernos firmar un documento en el que nos retractábamos de la querella. 

Tanto en el informe de autopsia como el de re-autopsia, no se señala cómo sucedieron los 

hechos, careciendo de veracidad, pues la cantidad y la gravedad de las lesiones no 

concuerdan con un suicidio. Todo esto y una serie de hechos más, nos indican que nada 

fue casualidad y que no hubo intensiones de investigar por tratarse de un uniformado y 

porque los hechos ocurrieron en un recinto militar. Prefirieron el prestigio de una institución, 

que velar por la vida de una mujer y sus hijos”, concluye.


¿Un pacto de silencio en un caso de femicidio en un recinto militar como “Cerro Moreno”?... 

Dado el historial de crímenes contra la Humanidad entre los años 73 y 80, cometidos en ese 

recinto de la FACH: ¿Podría ser un tipo de privilegio concedido por el descrédito militar y 

policial en un país con una macabra memoria de crímenes contra la Humanidad cometidos 

por parte de agentes del Estado?


El Ministerio Público insiste en “suicidio”. Desde Tierra y Territorio, nos acercamos a la  

Defensa Popular, organización que defiende a víctimas de la represión policial, y le expusimos 

los hechos a su coordinadora, la reconocida abogada de DDHH., María Rivera Iribarren. Ella 

nos respondió que estando de acuerdo con algunas de nuestras interpretaciones, subraya 

que: “En casos como este, que podrían constituir femicidio, no suele haber testigos. Los 

hay antes y después del hecho, pero no en el mismo momento. De ahí que para lo jurídico, 

siempre haya dos verdades, la verdad jurídica y la verdad-verdad”. 


Concluimos hoy (hasta que se pruebe lo contrario), que en la Post-Dictadura, las mujeres, 

lesbianas y trans, azotadas por la violencia machista y el feminicidio, especialmente en 

casos cometidos por agresores y/o instituciones que ostentan algún poder (empresarial, 

del Estado, militar y policial), solo hemos obtenido demagogia de género, ya que las 

instituciones se han servido de los discursos feministas (que les han proporcionado), 

pero realmente lo que tiñe las verdades jurídicas, es la impunidad.  


* La autora es integrante de Lesbianas Feministas Antirracistas Tierra y Territorio.

 

 

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