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¿Cuántos cadáveres más necesitas para entender qué está pasando?


 
 
El Estado ruso y ucraniano envía a la gente a la guerra para defender el poder de la burguesía rusa y ucraniana. El Estado israelí y Hamás hacen lo mismo con su propia burguesía local. La gente muere por miles bajo las banderas de “sus” estados y movimientos nacionalistas. Se asesinan entre sí por el bien de “sus propios” gobernantes, por el negocio de “sus propios” jefes, por la propiedad y el poder de “su propia” burguesía.

“Estamos defendiendo la supervivencia de nuestra propia nación”, gritan estas personas, mientras corren hacia su propia destrucción en el campo de guerra. “Estamos luchando por el derecho a la autodeterminación nacional”, cantan a coro, mientras pasan por alto que en todas partes del mundo es la burguesía la que dicta las condiciones de nuestras vidas. No hay autodeterminación en ninguna parte.

La burguesía en Ucrania determina (es decir, impone y dicta) las condiciones del proletariado local, la burguesía en Rusia hace lo mismo con el proletariado local. Las distintas facciones burguesas del mundo se están uniendo en alianzas transnacionales para competir con sus rivales. ¿Cómo puede alguien creer en la ilusión de que librando una guerra por una de estas facciones la clase obrera puede obtener la posibilidad de autodeterminarse? Entonces, si el proletariado de Ucrania, Gaza o Israel sacrifica suficientes vidas en el frente, ¿la burguesía le dará como regalo la entrega voluntaria de su propio poder y ya no explotará a las masas proletarias?

La guerra entre estados nunca nos dará la oportunidad de determinar las condiciones libres de nuestra vida. Incluso si el estado “más pequeño y más débil” o “invadido” gana la guerra con la ayuda de los aliados, la dictadura de la burguesía se mantendrá. Ser explotado por la burguesía local y oprimido por el estado local no es una victoria. No es algo por lo que debamos sacrificar nuestras vidas. Sin embargo, algunos están dispuestos a sacrificar cientos de miles de vidas por la ilusión de que la victoria de un estado es importante para la futura liberación de todos los estados. Es uno de los muchos oxímorones de esta gente. En nombre de la lucha contra los estados, nos instan a defender un estado en particular y su ideología nacionalista/democrática. En nombre de la lucha contra la guerra, nos dicen que debemos participar en la guerra. ¿Cuántas personas más tienen que morir en el frente para que estos amantes del oxímoron se den cuenta de que la guerra entre estados no puede traer la paz, que la tiranía de los estados no se puede combatir con la colaboración de los estados, que la explotación capitalista no se puede combatir con alianzas de la clase trabajadora con los capitalistas?

Los belicistas de ambos lados de la línea de combate utilizan la presión económica, violenta e ideológica para movilizar a la gente para la guerra. Si proclamamos la lucha contra todas las facciones de la burguesía, incluida la lucha contra la burguesía de los estados “invadidos”, nos acusan de ayudar a los estados imperialistas más agresivos y dictatoriales, como si no fuera quizás obvio que también estemos librando la lucha contra ellos al mismo tiempo. Creen que la colusión con tal o cual burguesía y estado local es una cuestión de supervivencia. No tienen en cuenta que la misma burguesía que defienden hace todo lo posible para evitar ser reclutada para el frente, mientras que las autoridades estatales visten a la fuerza a los proletarios con uniformes y los conducen a la muerte en la lucha del frente. Ven que la burguesía “amistosa” utiliza el estado para cerrar las fronteras a los hombres que quieren viajar a salvo. No comprenden que la burguesía no se preocupa de salvar la vida de toda la población bombardeada, sino de obligar a la parte proletaria de la población a derramar sangre para salvar su propio poder, su propiedad y su esfera de influencia económica. Cuando se trata de salvar vidas en una zona de guerra, los proletarios tienen que buscar sin duda otras opciones que alistarse en el ejército.

Los belicistas, sean capitalistas, nacionalistas o la izquierda del capital, están aterrorizados por la idea de que el estado enemigo gane la guerra, pero no están aterrorizados por los cadáveres de proletarios que la guerra siempre “produce” en ambos lados. No importa bajo qué bandera se sostengan, no importa qué etiqueta ideológica se pongan, debemos repudiar a todos los belicistas. Cuando se nos plantea la pregunta de qué lado tomamos en la guerra, respondemos claramente que tomamos el lado del proletariado en Ucrania, Rusia, Gaza, Israel y en todo el mundo. No elegimos el lado de este o aquel estado en la guerra, sino el lado que se organiza contra los estados. No nos quedamos al margen mientras la guerra masacra a nuestros hermanos y hermanas de clase. Estamos del lado de aquellos que se rebelan contra la guerra y resistimos todos los esfuerzos para arrastrarnos a la guerra. La única manera de detener las guerras es socavar la capacidad de todos los estados para continuar librando guerras.

 

Traducción al español: https://infoposta.com.ar/notas/13829/cuántos-cadáveres-más-necesitas-para-entender-qué-está-pasando/

 

[Asamblea] “Imagina esto: los gobernantes inician una guerra – ¡y nadie va a la guerra!”

 

  • En el largo y caluroso verano, los soldados ucranianos y rusos batieron récords de deserciones
  • “¡Juez Lynch, tiene la palabra!” El asesinato de Farion en medio de los procesos de descomposición en los ejércitos en guerra
  • Internacionalismo: ¿guía para la acción o excusa para la inacción? Por el inicio de la Semana de Acción de Praga, del 20 al 26 de mayo

Traducción del inglés: A Las Barricadas

Lea los textos traducidos del ruso por Materiales

 

Suppose They Give a War and No One Comes!” by The West Coast Pop Art Experimental Band, 1967

 

Fuente en inglés: https://libcom.org/article/long-hot-summer-ukrainian-and-russian-soldiers-broke-records-growth-desertions

Desde la mañana del 6 de agosto, cuando las tropas ucranianas rompieron la frontera y ocuparon algunos asentamientos fronterizos en la región rusa de Kursk, no han cesado los debates sobre el significado y las consecuencias de esta incursión desde el punto de vista político-militar. El final de las batallas por este territorio aún está lejos. Por el momento, lo único que está claro es que un ataque de este tipo con el telón de fondo del colapso de la defensa ucraniana en la región de Donetsk fue una completa sorpresa para muchos.

 

LEER COMPLETO: https://www.autistici.org/tridnivalka/assembly-suppose-they-give-a-war-and-no-one-comes-spanish/

 

También se puede leer aquí: https://materialesxlaemancipacion.espivblogs.net/2024/11/13/asamblea-imagina-esto-los-gobernantes-inician-una-guerra-y-nadie-va-a-la-guerra/#more-3881

 


 


 

Contra la guerra imperialista ruso-ucraniana, la respuesta solo puede darla el proletariado en Rusia, en Ucrania y en Europa con su lucha de clases, contra el veneno belicista de sus respectivas burguesías,de sus intereses nacionales, y contra el opio pacifista


 

La operación militar especial que el imperialismo ruso desencadenó contra Ucrania para impedir su ingreso en la OTAN, su incorporación al frente occidental euroamericano, como ya habían hecho las antiguas repúblicas populares de Europa del Este, se ha convertido en una guerra que dura ya más de dos años con trágicas consecuencias para la población ucraniana y para la rusoparlante del Donbass y Crimea, así como para los soldados rusos enviados al matadero para defender los intereses imperialistas de las oligarquías que gobiernan en Moscú. Hasta la fecha, según las estimaciones oficiales de los distintos gobiernos, los muertos y heridos entre rusos y ucranianos ascenderían a más de 500.000: una enorme carnicería, mientras que una gran parte del sudeste de Ucrania ha quedado destruida.

Todos los medios de comunicación y gobiernos occidentales afirman que las causas del conflicto que estalló en Ucrania hay que buscarlas en la voluntad de las oligarquías o de los potentados que quieren dominar otros países e incluso el mundo, destruyendo el curso pacífico del desarrollo empresarial defendido por la democracia de la que los Estados Unidos de América y los países de Europa Occidental, empezando por Gran Bretaña, Francia, Alemania y detrás de ellos todos los demás, se proclaman campeones absolutos. Así pues, si estalla una guerra, es porque esa "dictadura", esa "autocracia", ese "totalitarismo", en definitiva los nuevos Hitler y Mussolini lo han querido... Por parte rusa, la causa del conflicto habría que buscarla, en cambio, en la política nazi y militarista de Ucrania, apoyada por Estados Unidos y los países europeos de la OTAN, que quieren cercar, debilitar y aislar a Rusia poniendo en peligro su seguridad nacional. A falta de tales argumentos, siempre están dispuestos a sacar otro: el "terrorismo internacional", islámico por supuesto...

Pero las causas de esta guerra, como de todas las guerras, hay que buscarlas en el desarrollo del capitalismo imperialista, que mantiene a todos los países del mundo en un abrazo mortal. El capitalismo, para desarrollarse, necesita atacar con todo tipo de violencia, tanto virtual (política, diplomática, cultural, religiosa) como cinética (económica, financiera, militar), a cada país porque representa un mercado potencial para sus mercancías y capitales, un punto de fuerza, o de debilidad, en el choque de intereses que cada Estado burgués defiende con todos los medios, y el militar no es ciertamente secundario.

Tras el colapso de la URSS, todos sus países satélites se separaron para dejar de depender del poderío militar y económico de Moscú; pero, en la fase imperialista del capitalismo, si un país se separa de un bloque de potencias es porque, inevitablemente, acaba en el bloque contrario, bien porque busca protección y apoyo a sus propios intereses nacionales, bien porque los intereses económicos y financieros de cada capitalismo nacional están cada vez más entrelazados con los intereses económicos y financieros de las grandes potencias que dominan el mercado internacional, bien porque las potencias imperialistas, aunque divididas en varios bloques de intereses, no pueden dejar ningún rincón del planeta fuera de su control.


Fase de desorden mundial

El derrumbe de la URSS significó, al mismo tiempo, una crisis general del orden mundial constituido al final de la segunda guerra imperialista mundial, crisis que, sobre todo en Europa -donde el condominio ruso-estadounidense había garantizado, hasta cierto punto, la reconstrucción de posguerra y el desarrollo "pacífico" y acelerado de los capitalismos nacionales, bajo el control, en todo caso, de las bases militares estadounidenses especialmente en Alemania e Italia- puso en cuestión todos los puntos de equilibrio construidos hasta entonces. Y también significó, por supuesto, la desaparición de la alianza militar del Pacto de Varsovia, constituida en su momento en oposición a la alianza atlántica, es decir, a la OTAN. Desaparecida la fuerza militar que representaba el Pacto de Varsovia, queda la de la OTAN -que hace años se dio incluso por muerta- como único amo con armas nucleares en Europa y, de facto, dueño de Europa. Así, los Estados Unidos, habiendo emergido como los verdaderos vencedores de la segunda guerra imperialista mundial y habiendo forjado y dirigido la "reconstrucción de posguerra" en Europa, reforzando el peso de su imperialismo desde Europa hasta el Extremo Oriente, se presentaron al mundo como los garantes del capitalismo mundial y de su orden económico y político, en el que incluso la Rusia post-estalinista acabó insertándose abiertamente, confesando con los hechos que había acabado definitivamente con el falso socialismo de marca estalinista.

La fase de guerras que hasta entonces había afectado a los demás continentes, en las que rusos y estadounidenses se enfrentaban mediante luchas de "liberación nacional", acabó por abarcar también el continente europeo: las guerras de los años 90 en la antigua Yugoslavia, con la intervención directa de la OTAN, por tanto de Estados Unidos, marcaron el inicio de una nueva fase de agresión de los imperialismos estadounidense y europeo en zonas en las que el imperialismo ruso había tenido una influencia decisiva. Y la extensión de la OTAN a los países de Europa del Este es una prueba más de que los imperialismos norteamericano y europeo occidental no tenían, ni tienen, ningún interés en dar al imperialismo ruso el tiempo y el espacio para reconstituir su antiguo poder en Europa. Todo imperialismo está hambriento de un cada kilómetro cuadrado de territorio económico sobre el que pueda ejercer su dominio y, dada la situación mundial existente desde hace más de un siglo, toda crisis que sume a la economía capitalista en la recesión y la barbarie empuja a los imperialismos más fuertes a devorar kilómetros cuadrados de territorio económico arrebatado a sus adversarios más débiles, sin usar necesariamente sus propias tropas terrestres, sino, sobre todo, su propio capital. El ataque a la "soberanía" de Ucrania en realidad fue llevado a cabo simultáneamente tanto por Moscú como por Washington, Londres, Berlín, París, política, económica, financiera y, finalmente, militarmente. La OTAN, traicionando sus promesas a Moscú tras el colapso de la URSS de que no englobaría a los países vecinos de Rusia, se ha lanzado en su lugar bajo sus muros. Hasta la fecha, después de haber incorporado a casi todos los antiguos satélites de Moscú en Europa del Este entre 1999 y 2020, sólo Bielorrusia y Ucrania permanecen fuera de la OTAN. Ni que decir tiene que Ucrania es el bocado estratégico más importante y es lógico que Estados Unidos haya apostado por ella desde el colapso de la URSS, contando también con los contrastes nacionalistas que caracterizan sus respectivas historias. ¿Podría Rusia -tanto si el gobierno está presidido por Putin como si lo está por cualquier otra figura- permanecer tranquila con un frente continuo de bases militares de la OTAN con misiles atómicos en su frontera occidental? Ni que decir tiene que la respuesta es no, y es aún más negativa ahora que Finlandia, que limita con Rusia en el extremo norte, se ha unido a la OTAN, arrastrando también a Suecia tras de sí. La maniobra europea de cerco de Rusia es, pues, casi completa. Ucrania, de momento, debido sobre todo al curso de la guerra con Rusia, sigue en la cuerda floja.

¿Podría haber sido el curso de la guerra ruso-ucraniana diferente del que está demostrando ser últimamente, a saber, una guerra que allana el camino para otras guerras en Europa y en todo el mundo?

Poco más de un mes después de la invasión militar de las tropas rusas en territorio ucraniano, el 24 de febrero de 2022, Kiev y Moscú, según los medios de comunicación internacionales, estaban a punto de negociar un tratado por el que Kiev se comprometía a no entrar en la OTAN, a no entrar en la Unión Europea y a cesar la represión de las poblaciones rusófonas del Donbass concediéndoles una autonomía real, como se había prometido en los tratados de Minsk. Según estos tratados, parecía posible que el conflicto -que de hecho había comenzado ocho años antes con las represiones de Kiev contra los movimientos rusófonos del Donbass y la anexión de Crimea por Moscú- no se extendiera como lo hizo en realidad y, sobre todo, que no implicara directamente a las potencias de la OTAN, aunque no en términos de envío de tropas, sino de un conspicuo apoyo militar y financiero. Fueron Londres y Washington los que detuvieron a Zelensky, con promesas de enorme y continuo apoyo incluso de los países de la OTAN, de financiación de miles de millones y suministros de armamento moderno, hasta el punto de que lanzaron una vasta campaña de propaganda sobre el peligro de que Rusia, tras haber invadido Ucrania, procediera a invadir toda Europa; una campaña de propaganda en la que se afirmaba la posibilidad de poner de rodillas a la economía rusa mediante una serie de sanciones económicas y financieras y, por último, de derrotar militarmente a Rusia recuperando todos los territorios que había ocupado, incluida Crimea.

Todos los portavoces de los belicistas euroamericanos siguieron propagando un apoyo eterno al belicista ucraniano, para derrotar militar y económicamente al belicista ruso; todos los portavoces occidentales siguieron hablando de una guerra que duraría mucho tiempo porque harían todo lo posible por aislar y derrotar a Rusia, empujándola de nuevo dentro de las fronteras de la Federación Rusa de 1992 y destruyendo su economía. Las cosas han resultado de otro modo: las sanciones han llevado a la crisis a la economía rusa, pero no la han doblegado, mientras que sus exportaciones de petróleo, gas, cereales y otras materias primas -aunque en menor cantidad que antes y a precios más bajos- a otros mercados (especialmente China e India) han continuado, y el aumento de la producción de armamento se ha iniciado no sólo para reponer las existencias de los ya utilizados y aún por utilizar en la guerra de Ucrania, sino también con vistas a nuevos frentes de guerra, como por otra parte están haciendo todos los grandes países imperialistas, empezando por Estados Unidos que, sólo para 2024, ha elevado el presupuesto del Pentágono a 886.000 millones de dólares, seguido por los países de la Unión Europea, China, India y Japón. Así pues, en el horizonte mundial se vislumbra un futuro de guerra declarada.

Al igual que durante la pandemia del Sars-Cov2 fueron las multinacionales farmacéuticas las que se embolsaron miles de millones de beneficios al precio de más de 16 millones de muertos entre 2020 y 2021, durante la guerra ruso-ucraniana y la posterior guerra de Israel contra Hamás y los palestinos, como en todas las demás guerras, son las grandes multinacionales del armamento las que amasan beneficio sobre beneficio, mientras que las políticas sociales que durante muchas décadas constituyeron, con sus castillos de amortiguadores sociales, la columna vertebral de la política colaboracionista de los países capitalistas más avanzados y de las organizaciones sindicales y políticas del proletariado, han comenzado a encogerse cada vez más a favor de la política militarista. La guerra es parte integrante del desarrollo capitalista y parte indispensable de la política exterior de todo imperialismo. Nunca habrá paz mientras subsista el capitalismo; todo alto el fuego y todo período de paz que sigue a períodos de guerra no son más que treguas para reorganizar la reanudación de la guerra o la guerra siguiente.

La guerra burgués-imperialista no sólo causa muertos, heridos e inválidos entre los soldados y las poblaciones civiles afectadas, específicamente para desmoralizar a los soldados en el frente, sino que también provoca consecuencias a largo plazo de miseria y devastación; y mientras que en los países imperialistas, cuando sus territorios nacionales no se ven directamente afectados por la guerra, la paz adquiere la apariencia de una vida social y laboral "normal", en los países donde, por el contrario, se producen constantemente conflictos entre imperialismos, se produce una situación de inseguridad general, miseria y hambre, y el inevitable fenómeno de las migraciones forzadas -desde África, Oriente Medio, Asia Central y Extremo Oriente, la propia América Latina- adquiere dimensiones bíblicas.


El opio pacifista

Frente a la carnicería de muertes de civiles en Ucrania y Palestina, se ha alzado una vez más la voz del pacifismo, de esa ideología que, dirigiéndose a los propios artífices de la guerra, les pide que paren la guerra, que dejen de masacrar a civiles indefensos, que depongan las armas y se sienten a una mesa para acordar una tregua e iniciar negociaciones de paz. Ni que decir tiene que el máximo portavoz de esta ideología es el jefe de la Iglesia de Roma, una potencia financiera respetada internacionalmente.

El horror de la guerra debería impulsar a los gobiernos implicados a detenerla y ponerle fin. En realidad, el pacifismo nunca ha impedido ni detenido la guerra, y por razones materiales muy concretas: la guerra es la continuación de la política exterior de cada Estado hecha por medios militares. ¿A qué responde la política exterior de los Estados sino a los intereses del capitalismo nacional de cada país defendidos por todos los medios, incluidos los militares, por el Estado burgués nacional? ¿Qué es el imperialismo en la era del capitalismo desarrollado sino la política del poder económico y financiero de las mayores concentraciones económico-financieras y de los Estados que defienden sus intereses en todo el mundo? ¿Y cuál es el objetivo de esta política sino repartirse el dominio del mercado mundial en un orden siempre cambiante según la fuerza cambiante de cada Estado?

La guerra es parte integrante de esta política, no es una opción entre muchas, no puede evitarse porque las clases burguesas dominantes no responden a la "conciencia" de cada uno de sus miembros individuales, sino a los intereses materiales del sistema económico del que son representantes y únicos beneficiarios.

Mientras imperen los intereses económicos y financieros del capitalismo, ninguna burguesía tiene alternativa: debe defender denodadamente esos intereses por todos los medios, legales e ilegales, pacíficos y violentos, porque de ello depende su propia existencia.

Por lo tanto, el pacifismo, precisamente porque no cuestiona el sistema económico y financiero capitalista, es completamente impotente contra la guerra burguesa e imperialista. Sin embargo, tiene un papel político y social igual al del reformismo y el colaboracionismo, a saber, el de desviar los movimientos de oposición a la guerra del terreno de clase en el que la lucha de la única clase que no tiene intereses inmediatos e históricos que defender en esta sociedad y en la guerra imperialista -la clase de los trabajadores asalariados, del proletariado- tiene la posibilidad de romper los horrendos ciclos de las guerras imperialistas, convirtiendo la lucha antimilitarista y antiburguesa en el terreno de la revolución anticapitalista y, por tanto, antiburguesa.

El pacifismo, en realidad, tiene la misma función que el opio: atonta y embota las mentes de las masas proletarias, haciéndoles creer que pueden escapar de los horrores de la zona de guerra viajando a un mundo fantástico e irreal, en el que cada individuo se desprende virtualmente de las relaciones económicas y sociales que lo encadenan a la sociedad, planeando, libre de los dolores del mundo, por encima de ellas; pero destinado luego a caer de nuevo en la espantosa realidad a la que el capitalismo condena a toda la humanidad.



El futuro del proletariado está en manos del propio proletariado

El mundo, atrapado en la espasmódica búsqueda del beneficio por parte de concentraciones capitalistas cada vez más gigantescas, derrama también sobre la vida cotidiana de los proletarios de los países burgueses occidentales una lluvia cada vez más intensa de restricciones, despidos, empeoramiento de las condiciones de trabajo e miseria generalizada que afecta a capas cada vez más amplias de una clase proletaria que, desde hace décadas, ha perdido por completo su orientación de clase. Los proletarios del opulento Occidente ya no pueden reconocerse como la clase antagonista por excelencia a las clases burguesas dominantes en sus propios países, ya no pueden extraer de la trágica y creciente miseria que los deprime y asfixia la primera lección social útil para resistir y reaccionar ante la aplastante explotación a la que están cada vez más sometidos: ¡unirse en la lucha común contra el enemigo común, es decir, la clase burguesa de su propio país! La burguesía, al privilegiar a las capas superiores del proletariado, al transformarlas en una verdadera aristocracia obrera, al acostumbrarlas a vivir según el estilo de la pequeña y mediana burguesía (que se apoyan en la pequeña y mediana propiedad privada, y en los privilegios que provienen de la explotación general del trabajo asalariado) se sirve de ello para difundir entre las amplias masas proletarias la ilusión de que pueden elevar sus condiciones de vida colaborando con la patronal, con el Estado patronal, en una palabra con la burguesía dominante, con la clase que las explota, las mata de hambre, las masacra con el trabajo y en las guerras. Y esta colaboración -de la que los sindicatos y los partidos vendidos al capital son los vectores más insidiosos y eficaces- sólo es posible renunciando a la lucha en defensa exclusiva de los intereses de clase proletarios (que son objetivamente opuestos y están en franco contraste con los de la burguesía), renunciando a la lucha con medios y métodos clasistas, es decir, con métodos y medios que no son compatibles ni con la colaboración de clases, ni con la cohesión social, ni con la comunidad de objetivos inmediatos y futuros de la burguesía. La clase burguesa, gracias también a todas las fuerzas sociales colaboracionistas que la apoyan, aumenta así su fuerza, pareciendo así invencible, pero sólo porque la masa proletaria, en lugar de reconocerse como clase antagónica -como fuerza unificada que lucha de forma coordinada por objetivos claramente opuestos a la burguesía-, se ve a sí misma como parte del "pueblo", parte de una "comunidad nacional" en la que ha perdido por completo su identidad histórica de clase.

Los proletarios, bajo la ilusión de que están mejor protegidos y son más fuertes si se ponen en manos de la burguesía y sus sirvientes, si "participan" en el "bienestar común" renunciando a exigir para sí condiciones de existencia más tolerables a pesar de la explotación, acaban convirtiéndose en bestias de carga, en máquinas al servicio del beneficio capitalista, sólo para ser desechados, arrojados a algún rincón o dejados morir cuando dejan de ser inútiles para la producción de beneficios. Y cuando la crisis económica y financiera coge al sistema capitalista por el cuello, como ocurre cíclicamente, la burguesía intenta salvarse como clase dominante y como propietarios individuales del capital convirtiendo a una parte considerable de sus proletarios en carne de cañón. Así, la guerra de competencia que las burguesías del mundo libran constantemente entre sí, se convierte en una guerra sucia y total contra países que son considerados en ese momento los enemigos a los que hay que derrotar "cueste lo que cueste". Que los costes de la guerra son pagados principalmente por el proletariado y la población civil, tanto de los países amigos como de los enemigos, es cosa sabida.

¿Qué impide entonces a los proletarios romper este "contrato social" no firmado, pero validado por la fuerza política, económica y militar del Estado capitalista burgués, para recuperar su independencia y su autonomía de clase?

El miedo a perder el empleo y, por tanto, el salario; el miedo a quedarse solo y sin ayuda, a tener que proveer sin medios para la supervivencia de uno mismo y de su familia; el miedo a perder los ahorros de toda una vida, la vivienda, los afectos familiares una vez que se ha perdido el empleo y, por tanto, el sustento; el miedo a ser abandonado por las organizaciones sociales y el Estado que antes se habían presentado como los garantes del apoyo en los momentos de dificultad de la economía nacional y empresarial, dificultades que siempre se anunciaron como transitorias, superables, y que, a medida que crecían, exigían nuevos sacrificios. Las décadas de políticas colaboracionistas que han caracterizado la vida política y social de todos los países han acostumbrado a las amplias masas proletarias a delegar la defensa de sus intereses inmediatos en organismos sindicales y políticos que procedían, en realidad, a borrar por completo -después de haberlos transfigurado- los intereses generales e históricos de la clase a la que pertenecen los proletarios, sustituyéndolos por los intereses del "crecimiento económico", de la "competitividad", de la "productividad", de la defensa de la "economía nacional" y de la "patria". Y los proletarios de los países occidentales, como los de Rusia o China, los árabes o latinoamericanos, los orientales o africanos, escuchan con sus propios oídos los mismos llamamientos, las mismas palabras, las mismas 'exigencias' con que la clase capitalista y el poder burgués se dirigen a ellos con el fin de obtener no sólo su colaboración espontánea y convencida (pero dispuestos a obtenerla por la fuerza si se muestran reticentes), sino también el ofrecimiento de sus vidas sabiendo que hoy pueden morir en el trabajo y mañana en los frentes de guerra.

La burguesía sabe, porque también ella ha sacado lecciones de la historia de las luchas de clases, que el proletariado, más allá de cierto límite, ya no puede soportar materialmente, físicamente, condiciones intolerables de existencia y de trabajo. Sabe que ese poderoso magma volcánico atrapado en las fuerzas productivas representadas por la fuerza de trabajo asalariada no de aquel país o de aquel otro, sino de todo el continente si no del mundo entero, a un cierto nivel de presión social estallará y se abrirán formas de lucha hasta entonces desconocidas, como ocurrió con los communards parisinos en 1871 o con los proletarios rusos en los soviets en 1905 y luego en 1917. La historia de la lucha de los proletarios en París o en San Petersburgo en aquellos años parece tan lejana que ha acabado en el olvido, tanto que la propaganda burguesa ha hecho ensalzando su moderna civilización capitalista y una democracia hecha de bellas palabras -libertad, igualdad, incluso fraternidad- pero concretada en la explotación más bestial que el hombre haya tenido que soportar jamás: incluso a los esclavos se les salvaba la vida, mientras que a los proletarios modernos se les ha hecho tan "libres" que ni siquiera son dueños de su propia vida.

El horror de las guerras mundiales, el horror de todas las guerras que han tenido lugar en las últimas décadas, amplificado de manera espectacular por los medios de comunicación ultramodernos de la civilización burguesa, es una de las armas de la propaganda burguesa útil para sembrar el miedo, para difundir el miedo, para doblegar a las masas proletarias a las voluntades de sus numerosos torturadores vestidos cada vez más a menudo con trajes y corbatas y dispensadores incesantes de bellas palabras sobre la "libertad" -mientras oprimen a masas cada vez más grandes de seres humanos-. sobre la "lucha" contra la desigualdad y el hambre en el mundo - mientras luchan unos contra otros para aumentar la desigualdad y el hambre de miles de millones de seres humanos en todas partes -, sobre la "paz" - mientras aumentan las guerras convirtiéndolas en una constante en la vida cotidiana de pueblos y continentes enteros -, sobre el "pueblo soberano" y la "patria" - mientras los pueblos son saqueados, hambreados y masacrados, y sus patrias oprimidas, despedazadas como botines de guerra sobre los que se abalanzan bandidos de todo el mundo.

El capitalismo, tal como se ha desarrollado, ha llevado a la humanidad a la mayor inhumanidad posible; ha revolucionado los modos de producción anteriores, aportando, sí, progresos excepcionales en el trabajo asociado y en la producción social, pero al precio de llevar la explotación del hombre sobre el hombre a niveles nunca alcanzados en las sociedades anteriores, al precio de llevar a su máxima eficacia los medios de destrucción de las propias fuerzas productivas que ha desarrollado; ha "liberado" por la fuerza y violentamente a enormes masas de campesinos del aislamiento y de la exigua parcela de tierra en la que luchaban por sobrevivir, transformándolos en proletarios, en personas sin hogar, sin propiedad. Transformándolos, de facto, histórica y globalmente, en hombres dispuestos a revolucionar toda la sociedad encadenada en las leyes capitalistas de la ganancia y del trabajo asalariado, del dinero y del mercado, transformándola en una sociedad en la que las fuerzas productivas ya no serán cíclicamente destruidas por las crisis y las guerras burguesas porque responderán a una planificación económica racional concerniente a toda la especie humana, en armonía consigo misma y con la naturaleza. Pero, el camino hacia esta meta histórica es tremendamente accidentado, y parece imposible dado el poder que aún expresan la burguesía y su sociedad. El poder burgués se debe, en gran parte, a la impotencia política de la clase del proletariado, es decir, a su repliegue generalizado ante las necesidades de la vida del capitalismo y de la burguesía dominante; incluso para los esclavos de hace dos mil años, el futuro parecía marcado para la eternidad, e incluso para los siervos de hace mil años, el futuro parecía marcado para siempre. Pero el desarrollo de las fuerzas productivas, en ambos casos, desgarró la aparente inmovilidad de la historia en un determinado momento; entonces llegó la revolución burguesa que abrió la puerta a una sociedad organizada universalmente sobre las mismas leyes económicas que el capitalismo; una sociedad que no podía hacer otra cosa que producir, además de las técnicas industriales y el trabajo asociado, los proletarios, es decir, aquellos que producen toda la riqueza social, pero que no poseen nada más que su propia fuerza de trabajo que se ven obligados a vender a cambio de un salario si quieren sobrevivir. En esencia, como afirma el Manifiesto de Marx y Engels, "la condición del capital es el trabajo asalariado, el trabajo asalariado descansa únicamente en la competencia de los trabajadores entre sí. El progreso de la industria, del que la burguesía es un vehículo involuntario y pasivo, sustituye el aislamiento de los obreros resultante de la competencia por su unión revolucionaria, resultante de la asociación. Con el desarrollo de la gran industria, por tanto, se le quita a la burguesía el suelo mismo sobre el que produce y se apropia de los productos. Produce ante todo a sus "enterradores", precisamente el proletariado. Esta visión histórica de la lucha entre las clases indica cómo, materialmente, el desarrollo de las fuerzas productivas y su revolución son el motor del desarrollo de las sociedades humanas; lo fue hasta la sociedad del capital, lo será tanto más para la sociedad futura, para la sociedad comunista en la que ya no existirán las clases, sino que sólo existirá una sociedad capaz de disfrutar libre y racionalmente del desarrollo de las fuerzas productivas que la sociedad burguesa, para mantenerse viva, se ve también obligada a destruir en cada ciclo de crisis.

El proletariado tiene, pues, una tarea histórica como clase revolucionaria, pero para convertirse en clase revolucionaria debe romper los lazos políticos y sociales que lo atan al destino del capitalismo, a sus crisis y guerras. Significa que de ser una clase para el capital -como la burguesía quiere que siga siendo, utilizando cualquier medio para mantenerlo así- el proletariado debe convertirse en una clase para sí mismo, precisamente una clase revolucionaria. El camino es largo y arduo para que los proletarios recuperen el terreno de la lucha de clase, pero es el único indicado por el desarrollo de las fuerzas productivas y la propia historia de su desarrollo. Es un camino que sólo se abre a condición de romper con la colaboración de clases, es decir, de luchar contra la competencia entre proletarios: sin este salto cualitativo, los proletarios nunca encontrarán su propio camino de clase, el camino de su propia emancipación del yugo del capital. La lucha será ciertamente larga y dura porque la burguesía se opondrá con todas sus fuerzas a la reanudación de la lucha de clases proletaria: tratará por todos los medios de impedirla, de desviarla, de aplastarla porque es perfectamente consciente de que del desarrollo de esa lucha renacerá la confianza del proletariado en su propia fuerza de clase y de que, en el desarrollo de esa lucha, el proletariado encontrará su guía política y teórica sin la cual -como ya ha ocurrido en la historia anterior- el proletariado se desorientará, perderá el sentido y los objetivos reales de su lucha de clase, se confundirá y las derrotas que inevitablemente encontrará en su camino lo desmoralizarán hasta el punto de aplazar de nuevo, muy lejos en el futuro, la cita histórica con su emancipación.

Contra la guerra actual en Ucrania o Palestina o en cualquier otra parte del mundo, la consigna que los comunistas lanzarían espontáneamente al proletariado es: derrotismo revolucionario, es decir, luchar contra el atrincheramiento de las masas proletarias en la guerra burguesa, desencadenar la guerra de clases, la guerra contra la clase dominante burguesa. El problema de hoy es que el proletariado, en general, en cualquier país y no sólo en Ucrania, Rusia, Palestina o Israel, donde es sistemáticamente masacrado, no tiene aún fuerzas ni siquiera para luchar de forma clasista por sus intereses inmediatos en el terreno de la defensa económica. Al carecer de esta experiencia de lucha, al carecer de la experiencia de organización clasista e independiente necesaria no sólo para librar la lucha de clases, sino también para perdurar en el tiempo en este frente y desarrollar la solidaridad de clase con los proletarios de otros sectores y otros países, es ilusorio que el proletariado ucraniano o ruso, palestino o israelí, británico o alemán, italiano o francés o español, chino o estadounidense, egipcio o iraní o de cualquier otro país pase directamente a la lucha por su guerra de clases, es decir, por la revolución proletaria. Para los comunistas, la revolución proletaria es el objetivo histórico de la lucha de clases del proletariado en cualquier país, pero los proletarios -y esto vale también para los propios comunistas- deben prepararse, deben tener experiencia directa, física, con todos los errores que inevitablemente se cometen en toda preparación para la lucha, deben probarse con sus propias fuerzas y conocer las fuerzas y movimientos de sus adversarios. Como dijo Lenin, los proletarios deben participar en la lucha de clases de defensa inmediata porque es una "escuela de guerra". Esto no significa ni ocultar los grandes objetivos de la lucha revolucionaria del proletariado, ni, menos aún, las dificultades reales para alcanzarlos, ni, por supuesto, las dificultades objetivas de la propia lucha de defensa inmediata. Ciertamente, no hay que sobrevalorar al enemigo de clase, pero tampoco subestimarlo. Por otra parte, es el proletariado, a partir de sus sectores más combativos y sensibles en la lucha de clases, el que debe encontrar la fuerza para reaccionar independientemente ante la presión y la represión burguesas, y en esto no puede ser sustituido por ningún partido.


26 de marzo de 2024

Partido Comunista Internacional

il comunista – le prolétaire – el proletario – proletarian – programme communiste – el programa comunista – communist program


 

¡Proletarios en Rusia y en Ucrania!
En el frente de producción y en el frente militar…
¡Camaradas!

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletarios-en-rusia-y-en-ucrania-en-el-frente-de-produccion-y-en-el-frente-militar-camaradas/

 

 

Proletarians in Russia and in the Ukraine!
On production front and military front…
Comrades!

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletarians-in-russia-and-in-the-ukraine-on-production-front-and-military-front-comrades/

 

Prolétaires en Russie et en Ukraine !
Sur le front de la production et sur le front militaire…
Camarades !

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletaires-en-russie-et-en-ukraine-sur-le-front-de-la-production-et-sur-le-front-militaire-camarades/

 

(de) Proletarier*innen in Russland und in der Ukraine! An der Produktionsfront und an den militärischen Front… Genoss*innen

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletarierinnen-in-russland-und-in-der-ukraine-an-der-produktionsfront-und-an-den-militarischen-front-genossinnen/

 

(ru) Пролетарии в России и Украине!
На фронте производства и военном фронте…
Товарищи!

https://www.autistici.org/tridnivalka/%d0%bf%d1%80%d0%be%d0%bb%d0%b5%d1%82%d0%b0%d1%80%d0%b8%d0%b8-%d0%b2-%d1%80%d0%be%d1%81%d1%81%d0%b8%d0%b8-%d0%b8-%d1%83%d0%ba%d1%80%d0%b0%d0%b8%d0%bd%d0%b5-%d0%bd%d0%b0-%d1%84%d1%80%d0%be%d0%bd%d1%82/

 

(cs) Proletáři v Rusku a na Ukrajině!
Na výrobní a válečné frontě…
Soudruzi!

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletari-v-rusku-a-na-ukrajine-na-vyrobni-a-valecne-fronte-soudruzi/

 

Пролетарии в России и Украине! На фронте производства и военном фронте… Товарищи!

 




When we wrote some months ago in our text, “War preparations between Ukraine and Russia – Show or Reality?”i that the conditions for a new war ripen in Ukraine, many comrades expressed doubts or even disagreements with such a categorical statement. Now we can say that the conflict in Ukraine has clearly switched from the “cold” phase to the “hot” one and that what we are currently witnessing in the east of the country is the war by all definitions. From Lugansk on the border with Russia to Mariupol on the Black Sea coast two military forces compete in daily clashes when trying to enlarge the area under their control, they fight on the ground as well as in the air, in countryside as well as in industrial centers, artilleries shell villages, air forces bomb cities (under the pretext that their enemy uses the inhabitants as living shields), men, women, children die under the bombs and missiles… In four months of armed conflict more than 2,000 civilians and militaries have been killed and 6,000 others injured; 117,000 proletarians have been internally displaced and 730,000 others found refuge in Russia. Just as we were on the point of finishing this article dead bodies are strewn over the streets of Donetsk, caught in a government’s offensive stranglehold.

In the same text we also wrote that the only reply of the proletariat to the war is to organize and develop revolutionary defeatism, i.e. practically refuse to join one or the other camp, on the contrary to build connections between proletarians from both sides of the conflict through the struggle against both bourgeoisies. As even in this field things developed, our text deserves (three month after publishing) a post-scriptum.

This text is based on information drawn from different sources (that we quote in footnotes) from militant blogs to official media. This short description of events in the Ukraine required hours and hours of careful work, searching information, reading texts, watching videos, comparing different data etc. We would like to emphasize two things: Firstly, the fact that the events that we describe here were not covered by BBC or Euronews does not mean that they did not happen, that we invented them (various leftist sources and also Ukrainian and Russian media describe them). Secondly, it is clear that the news that we get from the Ukraine are chaotic, incomplete and sometimes contradictory. This however doesn’t mean that we should give up our attempt to grasp what is going on there. We believe that we should face a selective reporting of the state with a critical and radical position of anti-capitalist movement; we should develop and share information and analysis that see the world through a prism of revolutionary perspective.

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War ideology (either based on a defence of a united national state on one side or the right for a self-determination and pro-Russian sympathies on the other side) is taking root in Ukraine, civil society organizations organize fund-raising campaign to support the army, popes bless arms of this or that side, and television repeats scenes of babushkas supplying armed man with their last jar of compote. Not all proletarians however let themselves to be brainwashed with the war propaganda of one or the other side, not all of them want to sacrifice themselves “for their homeland”. Expressions of practical refuse of war slaughter appear in always greater numbers and both sides of the conflict have big difficulties to recruit new manpower for their mutual massacre.

Thousands of soldiers of the Ukrainian army that the government sent in the so-called anti-terrorist operations (ATO) in the east of the country, deserted or switched to the other side with all equipment, including tanks and armoured vehicles. As for example the Ukrainian 25th airborne brigade (elite troop par excellence), whose servicemen have been accused of “displaying cowardice” during fighting in Kramatorsk, was disbanded on April 17th because expressing refusal to “fight against other Ukrainians”.ii The most recently it was a unit of 400 soldiers that deserted and took refuge on the Russian side of the border after finding itself without any ammunition under a heavy fire. The soldiers that will be, as Russia already announced, extradited back to Ukrainian territory, testified that they prefer rather be charged of desertion than to continue to kill and be killed on the eastern front. All the deserters claimed that they do not want to fight against “their own people” and they also denounced desperate living conditions, which they had to face in the army - lousy pay, lousy food, or even lack of it, etc. Other units were not even deployed in the east for their unreliability. In the same way as they could not be used by former President Yanukovych to suppress the demonstrators, neither the current government dares to send to the conflict the troops known for their minimal loyalty.

About one thousand soldiers of units from the region of Volhynia mutinied in Mykolayiv on May 29th. Servicemen of 3rd battalion of 51st brigade refused to be sent back to the front, they refused the orders of their superiors and they started to unload the heavy machinery and other material already prepared for transport. They were promised, after the unit had suffered heavy losses in a confrontation with the separatists near a village of Volnovakha, to return to their home barracks in Rivno. Instead of that they were moved from the east to the south and back so that the authorities could finally announce them that they will continue their training before being sent again to the front. “Having lost any kind of trust in the generals in light of the latest events at Volnovakha and during the funerals in Rivne, and the betrayal of the generals; the soldiers have begun an open rebellion.”iii

Also the 2nd battalion of 51st brigade that was situated in the barracks in Rivno in the same time and witnessed both funerals of soldiers from 3rd battalion killed in the gunfight in Volnovakha and chaotic and lying leadership of the operations mutinied. “The generals were saying “go north” then “go south” to the extent that the soldiers are ready to shoot them. The generals have begun wearing bulletproof vests out of fear of fragging!”iv About 1,200 soldiers took part to the mutiny; they refused to be transferred to Mykolayiv. “They promised, when they called upon us, that we would be guarding the Ukranian-Belorussian border. We are ready to do so, but to move on those Donbas clowns we are not!”v

Similar rebellion appeared also on May 28th in Poltava.

Four days earlier, after six soldiers originally from the region of Volhynia were killed, mothers, wives and relatives of soldiers of 51st brigade blocked the roads in the region of Volhinya to protest against further deployment of the unit in Donbas.vi

Demonstrations and protests organized by wives and other relatives of draftees asking return of soldiers home or trying to block their departure to the front meanwhile spread to other regions of the Ukraine (Bukovina, Lviv, Kherson, Melitopol, Volhynia etc.). Families of the soldiers were blocking the roads with chopped down trees in the region of Lviv at the beginning of June.vii A demonstration of relatives blocked the entrance of military enlistment office in Lviv some days later.viii In Iavorivo (region of Lviv) family members occupied an exercising ground of 24th mechanized brigade and they demanded a withdrawal of departure to the frontline.ix Demonstrations of relatives in Dnepropetrovsk and Kharkov demanded return of the soldiers to the barracks in their native regions.x Women from Kharkov occupied local military airport. Local military enlistment office in Kherson was occupied by soldiers’ mothers and wives. They called for end of the war with slogans like: “Women against war”, “Where do sons of oligarchs serve?” or “Our children are not a cannon fodder”.xi In Chernovtsy women blocked the highway to Zhitomir for several days and they claimed return of soldiers home.xii On June 24th relatives blocked 125th kilometre of highway Kyiv–Chop, they were holding banners like: “Bring back our children, send generals’ children to the East“.xiii On June 8th, a group of 100 soldiers’ relatives blocked troops from the 3033 military unit based in Melitopol, in the region of Zaporozhe. The protest managed to prevent the soldiers from being sent to the front. The relatives involved in the protest movement also protested against the state propaganda that describes them as “pro-Russian separatists”: “Yesterday the news talked of ‘pro-Russian separatists staged a blockade of the military unit’. But there was no mention of Russia at the gate of the military unit! We just do not want to lose our families’ breadwinners. (…). Donetsk is a massacre, and our children are 20-21 years old. (…) You see us, we are mothers! How can you call us separatists!”, claimed one of the participating women.xiv Mothers and wives of soldiers protested against their sending to the front in front of the military base in Ternopil on July 15th.xv

And it is not the first time the families of soldiers confront a military action. During the period that finally resulted in a fall of former president Janukovych relatives and other people organised meetings in front of barracks, they discussed with the soldiers in order to bring them information about what was really going on in the streets and to persuade them to refuse to participate in a potential crackdown on demonstrators.

Meanwhile new men continue to be conscripted to the army. Even if they must enlist on the basis of an obligatory military card, the government still passes them for volunteers. “We are no volunteers (...) we do not want to kill people (...) we will not go anywhere, we will take off our uniforms and we will go home”, proclaimed draftees in a protest rally in Lviv.xvi

After the Presidential Decree of Poroshenko about the third wave of mobilization in the military forces came in force on July 24th, what would send further thousands of proletarians to the front, unrests broke up in several places in Western Ukraine with new force: in the village of Voloka the whole population resisted to the conscription of 50 men. “They begun – let themselves resolve. We will die but we will not give our children. They must understand it and don’t come here with their call-up papers”, an old protester declared.xvii Relatives of soldiers blocked a road near the village of Korovia on July 25th demanding an end of the mobilisation and sons of authorities to be sent to the front instead.xviii The same day a road in Obukhivs’kyi district, near Kyiv, was blocked by families of soldiers too. Blockades continued further also on July 28th in seven villages in Bukovina region and the highway Kyiv – Chop was blocked again too. During an anti-war demonstration in front of a recruiting office in Novoselytsa protesters beat up a district council member who tried to talk to them.xix Inhabitants of several villages of Ivano-Frankivsk region broke into the office of local military administration on July 22nd and burnt down call-up papers and other documents considering the mobilisation. The same happened the same day in Bogorodchany.xx In different villages people massively burnt conscription documents delivered by post.xxi In Mukachevo, in Transcarpathia the situation escalated so that its military commander worrying about continuation of the protests suspended the mobilisation for the time being and promised that none of the locals will be sent to the front in near future.xxii Other militant mobilizations against the war also occurred in the region of Zaporozhe on August 4th as well as in front of the parliament in Kyiv the day after.xxiii

Kyiv that can currently hardly count on its regular army has therefore rely on private armies of some oligarchs and National Guard, volunteers’ militia formed mainly from nationalists of Pravyi Sektor (Right sector) and Svoboda (Freedom) party during the protest movement against Janukovych. The new units of National Guard are not especially trained for military actions, but mainly for repression of mass protests and riots, as revealed their parade in Kyiv at the end of June. For that matter, hundreds of fascists from National-socialist assembly and Ukrainian patriots attacked already in June a demonstration against anti-terrorist operation that was taking place in Kyiv.

Neither the members of the National Guard are nevertheless out of the contradictions shaking both of the camps. Radio Free Europe published recently a videoxxiv that shows a serviceman of the National Guard blaming the government for not being able to provide the volunteers with enough of food, water and guns: “We’re used as cannon fodder” he states. Material conditions here catch up even those who thing that they are ideologically above them.

Mercenaries from all over the world also fight on the side of Kyiv, they were hired for the government by private agencies (reportedly it concerns mercenary troops from Poland, the Czech Republic, the former Yugoslavia, but also from the area of equatorial Africa).

Recruitment of new fighters doesn’t advance according to the wishes of the local warlords in the camp of the separatists either. The majority of miners of the region of Donbas still refuse to join their side. Instead of that they form units of self-defence standing against both separatists and government troops. One of these units clashed with the separatists and prevented them to blow up a mine in the village of Makiivka. In Krasnodon, in the region of Lugansk, in May miners organized a general strike and took the control of the city. They openly refused to join either the side of separatists’ “anti-Maidan” in Lugansk, or the side of the oligarchs of the Maidan in Kyiv, and they called for increase of their wages and against hiring labour force for the mine via private agencies instead.xxv

Miners from six mines in Donbas basin started to strike at the end of May calling for an end of the anti-terrorist operation in the east of the country and retreat of the troops.xxvi Their action was a result of their own initiative and was not forced in any way by armed men of Donetsk People’s Republic as claimed some media. According to the strikers war represents a danger for the very existence of the mines and brings unemployment. “On Monday May 26th, when the Ukrainian army began bombings of the towns, the miners simply did not turn up to work, because the ‘external factor’ of hostilities taking place almost at their doorstep seriously increased the risk of industrial accidents at their enterprise. For example, had a bomb hit the electrical substation, the miners would have been trapped underground, which to them would inevitably mean death.”xxvii The strike was started by some 150 miners form the mine Oktyabrskiy and it spread like a chain reaction onto other pits of the Donetsk (Skochinskiy, Abakumov, “Trudovskaya”, etc.) but also to collieries of other cities, particularly Ugledar (“Yuzhnodonbasskaya no. 3”). In mines owned by Rinat Achmetov, the richest man of Ukraine and owner of an industrial empire economically controlling practically the whole eastern part of the country workers were forced to continue to work, they continued to go down the pits despite bombardment of the close neighbourhood. Also from the initiative of the miners of Oktyabrskiy mine (and again without any support of Donetsk People’s Republic) an anti-war demonstration of several thousand of participants was organised on May 28th.xxviii On June 18th several thousands of miners demonstrated for immediate end of military operations in the centre of Donetsk again. The participants claimed that they are not separatists, but ordinary people of Donbas. They also declared that if the Kyiv government didn’t meet their demands, they would take up guns.

Separatists as well as local pro-Kyiv oligarchs try to manipulate and interpret these chaotic and contradictory assemblies according to their own interests. Rinat Achmetov, the oligarch of Donetsk therefore organised his own “strike” for united Ukraine, separatists on the other hand try to pass the miners manifestations for an expression of pro-Russian position of Donbas workers.

Despite nationalist or separatist mottos that appear in miners’ demonstrations, workers are not very keen to join the Donbas People’s Militia. One of the separatist commanders, Igor Girkin, recently publicly complaint that local people take guns from his armoury, but instead of serving with them in separatists’ militias, they bring them to their homes to protect their families and villages against both sides of the conflict.xxix Separatists therefore continue to count on local criminal gangs which (after being paid) helped them to take control of governmental buildings, police stations, armouries, arterial roads and communication devices during several months lasting operation in the region of Donetsk and Lugansk. The majority of separatists’ forces is nevertheless made of mercenaries from the opposite side of the (Russian) border, particularly the veterans of Chechnya wars.

If the real anti-war movement, the movement of revolutionary defeatism, wants to succeed, it has to become not only massive and generalized, but it also has to get organized, get structured. We have only little information about organisational structures of the movement in Ukraine. We can deduce the existence of some structures from the events themselves (repeating demonstrations or strikes of several thousand people cannot be a result of a spontaneous explosion of anger, in the same way protests of soldiers’ relatives, as we have described them above, demand a certain level of coordination, organized collaboration on the level of content and practice), existence of other formal or informal organisational structures is confirmed by incomplete information we get from the field. Some already existing associations turned into frameworks centralising anti-war activities – for example Donetsk region Parents Community “Kroha”xxx that published an appeal to the public on June 10th, however limited, contradictory and pacifist it can be: “We, the parents of Donetsk region, appeal to you, politicians, public figures, people who care. Help save the people of Sloviansk, Krasny Liman, Kramatorsk, stop the military operations. We need your help in bringing home the truth about what is happening in these cities. For many weeks, people live under incessant artillery fire. Civilians constantly die. Some children have been injured; the death of three children is confirmed. Houses, hospitals, kindergartens and schools are collapsing. People, including children, live in a permanent state of stress, hiding for many hours from almost-never-stopping attacks in basements. (…) We ask for your help in saving the lives of these people and stopping military actions.”xxxi Another association, Donbas Mothers claims in its declaration: “We just want to live! We, ordinary people: husbands and wives, parents and children, brothers and sisters. We, peaceful civilians, are the hostages of the conflict in our region, the victims of military clashes. We are tired of fear and crave for peace. We want to live in our houses, walk along the streets of our cities, work at the companies and organizations of our region, and farm our land. (...) We, mothers of Donbas, insist on putting an immediate stop to the anti-terrorist operation and any military actions in our region! (…) We are sure that the conflict in our country can be peacefully resolved! Stop the war! Avert children’s deaths! Save the people of Donbas!”xxxii The Voice of Odessa organized a demonstration against war on July 13th in Odessa. The participants shouted mottos as “We are against the war!”, “Stop ATO in the East!” or “We want peace!” The flash mob featured chilling audio recordings of artillery shelling and the impact on civilians.xxxiii In Kharkov local anti-war associations (among others the Women’s Movement of Kharkov “Kharkivianka”) organized a demonstration in front of tank factory VA Malyshev on June 20th. This factory received an order for 400 armored vehicles to be sent to the front. The demonstrators demanded cancellation of the order and shouted slogans as “No to war” or “Stop the senseless killing!”xxxiv

Social and economic situation in the whole Ukraine meanwhile gets worse. Devaluation of the local currency, increase in prices of basic goods, transport and services and cuts in production in many companies lead to a sharp decrease of real wages estimated between 30 and 50 percent of losses. Kyiv government, under a pressure of international financial institutions has to adopt series of austerity measures that will further worsen the living conditions of the proletariat, in the same time it is preparing the biggest wave of privatization since 20 years. Central government stopped since May the payment of wages of state employees, social benefits and pensions in the territories that are not under its control, thousands of workers are therefore without any incomes. Situation in the regions where military operations take place is even worse – supplies of electricity and water are interrupted, medicine and food are scarce.

Social unrests precipitated by this situation appear since a certain time. Besides the miners’ strikes in the eastern part of the country also the proletarians in the western regions start to have enough. Miners of Krivoy Rog started a general unlimited strike in May demanding a double increase of their wages. They started to organize self-defence armed militias. In their declaration addressed to workers in all Europe they describe Russian and Ukrainian oligarchs, whatever side they are on (separatist or Kyiv one) as the main reason for the crisis: “We turn to you with a call to support our struggle against the oligarchs, who have brought Ukraine into the current crisis and who continue to destabilise it further, threatening to provoke a fratricidal war in Ukraine which without any doubt will have catastrophic consequences for all of Europe.”xxxv

Several demonstrations for “decent living conditions”, against increasing in prices and for increase in wages and pensions took place in different cities in the whole country. (Series of actions against increase in prices of housing and utility tariffs took place for example in Kyiv during late June and July. On July 1st a demonstration against rise in prices went on in Kharkov. The biggest protest so far took place in Kyiv on July 24th under mottos as “Cut the oligarchs, not the people” and “Do not rob ordinary citizens”.)xxxvi

Early August the last handful of resisters who continued to occupy Maidan square in Kyiv (“because nothing has changed!”) is attacked by two battalions of the National Guard to evict them. They were acting by order of the new mayor Vitali Klitchko, what demonstrates once again that promises of a bourgeois politician (early this year he asked the occupiers not to evacuate the square “as long as there is no genuine changes in Ukraine”) only involve those who believe in them... Violent clashes nevertheless broke out during the eviction, what the international bourgeois media didn’t talk about once again, since the Kyiv government is the Western ally and the “ultimate horror” can only be embodied by the Eastern separatists and Russia.

Donetsk People’s Republic tries to restrain the miners’ movement that cares more for their material interests than any ideology, while balancing between demands of strikers who were promised a nationalization of industrial complexes and interests of oligarchs who were promised inviolability of private property.

The anti-war movement, even if it is so far limited in both space and content, workers’ strikes and demonstrations not for ideology but for material interests of proletariat in both camps, all that confirms what we wrote in our previous text: “(…) the triggering of the imperialist war (...) doesn’t necessarily mean the definitive crushing of the proletariat. Indeed, historically, if the war in the first time means a relative crushing, it can then dialectically determine a re-emergence of the struggles all the more strong since it is the war that exposes the contradictions and the brutality immanent to the capitalist system.”

Yet we can again and again meet with so-called “revolutionaries” defending the anti-terrorist operation, because they believe that it will allow a return to the “normal” class struggle. Yet we can read (even if fragmentary and contradictory) news about “anarchists” active in separatists administration structures, because they consider them to be a lesser evil in comparison with Kyiv government.

We do not support war and its atrocities in any way and we are aware that any military conflict means worsening of living conditions of proletarians. However we, as communists, cannot adopt a thesis that we could prevent a military conflict while supporting one or another war sides. Proletariat has no interest in preserving present or previous conditions of its misery. Proletariat has no homeland to defend. The side of proletariat in any war is a united and uncompromising action of proletarians of both competing camps against both war camps of bourgeoisie.

The struggle against war means revolutionary defeatism! Revolutionary proletarian front against bourgeoisie from both war camps!

Let’s confront the war with direct action, sabotage, general, radical and combative strike!
Class solidarity with revolutionary defeatists from all camps!

* August 2014 *

iv Idem.
v Idem.
ix Idem.
x Idem.
xviii Idem.
xxi Idem.



EL TEXTO EN FRANCÉS


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proletarios revolucionarios

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