Contra el pasaporte Covid obligatorio para todos los trabajadores
Desde hace algún tiempo, las organizaciones de extrema derecha, entre las que se encuentra "Forza Nuova", una conocida formación fascista, se están movilizando, tratando de ponerse a la cabeza del heterogéneo movimiento unido por la oposición a las medidas restrictivas con las que el gobierno ha caracterizado, en un breve periodo de tiempo, su "lucha contra el Covid-19", que finalmente se ha centrado en la vasta campaña de vacunación formalmente "no obligatoria", pero de hecho impuesta a todos los niveles, como ha demostrado ampliamente la introducción del pasaporte Covid.
Estas medidas han previsto sanciones cada vez más duras contra quienes no se vacunen, empezando por los médicos y las enfermeras, siguiendo por el personal escolar y los estudiantes, y finalmente, con el último decreto, la suspensión de los salarios de todos los trabajadores que no tengan el pasaporte Covid, obligatorio desde el 15 de octubre para acceder al trabajo, actualmente hasta el 31 de diciembre de 2021, día en que expira el estado de emergencia decretado por el Gobierno. Es una multa vejatoria contra los trabajadores que no se vacunan, no porque tengan miedo a la inyección, no porque sean no-vax por principio, sino porque expresan con esta negativa una profunda desconfianza en la gestión de la pandemia y de la sanidad por parte del gobierno, en un sistema de imposición dictado por los intereses económicos de las grandes multinacionales químico-farmacéuticas y porque perciben en estas medidas un mayor control social por parte de la clase dominante.
Los trabajadores en Italia, según las estadísticas que incluyen tanto a los asalariados como a los autónomos (es decir, los números de IVA) son unos 23 millones. De ellos, más de 5 millones y medio (datos de las estadísticas oficiales publicadas el 8 de octubre) no han sido vacunados. La presión del Gobierno para que el 80% de la población estuviera vacunada antes de septiembre (resultado que no se ha conseguido) y el 100% de la población vacunada (como se acordó en 2014 con las instituciones internacionales) antes de final de año, ante la amplia oposición de gran parte de la población a la vacunación, se ha dotado de un medio de chantaje adicional consistente en la suspensión de los salarios de todos los trabajadores que no quisieran vacunarse. Vincular esta medida a la congelación simultánea de los despidos de estos trabajadores es una pista falsa con la que se pretende engañar a los trabajadores por enésima vez: ¡es la zanahoria prometida tras el fuerte varapalo!
En varias ciudades, y especialmente en Roma y Milán, varios miles de personas salieron a la calle el sábado 9 de octubre para manifestarse contra el pasaporte Covid.
Lo que causó revuelo ese día fue el asalto a la sede nacional de la CGIL en Roma por un grupo de militantes de "Forza Nuova" apoyados por unos mil manifestantes. Enseguida quedó claro que este asalto había sido organizado, al igual que una iniciativa similar dirigida al Palazzo Chigi, el edificio del gobierno. Mientras que los pocos policías que había a la entrada de la sede de la CGIL fueron superados con facilidad y las oficinas internas de la CGIL quedaron destrozadas, el Palazzo Chigi estaba algo mejor vigilado y los manifestantes no pudieron entrar.
Por supuesto, todas las fuerzas democráticas en el gobierno gritaron "no a la violencia, venga de donde venga"; hubo quienes advirtieron contra el fascismo que asoma la cabeza, quienes equipararon la violencia fascista con la de los manifestantes del no-TVA y el no-VAX, y quienes intentaron establecer un paralelismo entre los manifestantes de la derecha en Roma que gritaron "no gren pass" y los manifestantes dirigidos por los sindicatos de base que gritaron "sindicatos servidores de la patronal". También hubo invectivas contra el gobierno y el Ministro del Interior en particular por no haber previsto los disturbios, dado que en la plaza de Roma había militantes de Forza Nuova y sus dirigentes que eran bien conocidos por la policía.
En respuesta a la violencia de las medidas gubernamentales resumidas en el "pasaporte Covid", la multitud pequeñoburguesa, llena de ira e impulsada por un malestar generalizado, interesada en involucrar al proletariado en sus protestas, se dirigió a golpear los símbolos que representaban esa violencia: el edificio del gobierno y el principal sindicato italiano, aprovechando la imposición del pasaporte Covid también para todos los trabajadores.
¿Por qué atacar la sede nacional de la CGIL en Roma? La CGIL, junto con los otros sindicatos CISL y UIL, se ha puesto inmediatamente del lado del gobierno en la campaña de vacunas y en el establecimiento del pasaporte Covid, comparte las mismas motivaciones de Confindustria y del Gobierno en la campaña de vacunas, porque comparte plenamente el objetivo de la recuperación económica y el reinicio de la máquina del beneficio capitalista, no ha organizado ninguna huelga contra la suspensión de los salarios de los no vacunados, exigiendo en cambio un pacto con el gobierno y tampones gratuitos para los trabajadores no vacunados. Los sindicatos han sido totalmente coherentes en su labor colaboracionista y antiobrera, que vienen realizando desde la Segunda Guerra Mundial, reduciéndose a matones con mono de trabajo al servicio de los capitalistas y del poder burgués. Los sindicatos de base tienen toda la razón al llamarlos siervos de la patronal; al mismo tiempo, la extrema derecha tiene fácil señalar al triple sindicato como corresponsable de la imposición del pasaporte Covid en general, pero, al apuntar su violencia en particular al sindicato más importante, la CGIL, pretende amenazar de antemano al proletariado si quiere reaccionar con independencia de los sindicatos colaboracionistas en sus acciones de lucha y huelga. En realidad, el ataque a la CGIL no está motivado por el hecho de que sea un sindicato "de clase", como lo fue la CGL de 1921-22, que organizó al proletariado italiano en el terreno de la lucha de clases, haciéndolo permeable a la influencia del partido comunista revolucionario en la lucha por la revolución, sino que es un sindicato colaboracionista que se baja demasiado los pantalones y no defiende la "libertad de elección" de los ciudadanos, ya sean obreros, patronos o terratenientes.
Evidentemente, las fuerzas parlamentarias de izquierda y centro han lanzado sus gritos contra el "fascismo", contra el "escuadrismo", alabando la democracia y la Constitución, convirtiéndose así, por enésima vez, en altavoz de los intereses de la conservación social. Pero las mismas fuerzas parlamentarias de la derecha, la Liga y los Fratelli d'Italia en particular, se sienten obligadas a "hacer de toda la hierba un fardo", es decir, a declarar estar en contra de "toda" la violencia "que provenga de "cuatro imbéciles" y de "unos cuantos delincuentes" (Salvini), o de "los delincuentes que utilizan cualquier pretexto para ejercer una violencia grave e inaceptable" (Meloni), o de los anarquistas insurrectos o del No-Tav. El estribillo habitual "contra toda violencia" -pero no la del Estado, que en cambio debe considerarse legítima e incuestionable- es cantado de vez en cuando por cada grupo de políticos cobijados bajo las grandes alas del Estado del que dependen sus privilegios de casta, salvo para agitar las tinieblas y obtener un excedente de beneficios y medios de presión para fines privados.
Los proletarios no deben dejarse engañar por el clamor de un "antifascismo" destinado a apretar aún más las cadenas del trabajo asalariado a las exigencias cada vez más apremiantes de la ganancia capitalista; no deben dejarse engañar por los cánticos de pacifismo y de colaboración interclasista cuando la clase dominante, a través del Estado y de todas las fuerzas políticas, económicas y sociales en su defensa, muestra constantemente su desprecio por la vida de los trabajadores asalariados: la demostración más llamativa son los accidentes y muertes en el trabajo por la sistemática y perenne falta de medidas de seguridad; sólo en los ocho primeros meses de 2021, según el Inail, se registraron 349 accidentes.449 (+8,5% respecto al mismo periodo de 2020) con nada menos que 772 casos mortales, es decir, ¡¡¡3 muertes al día!!!, y no de Covid-19, sino de explotación del trabajo asalariado.
Desde el principio de la pandemia quedó claro que la acción del gobierno burgués -en todos los países- trataba, por un lado, de amortiguar de alguna manera una situación que se agravaba de mes en mes y a la que se enfrentaba de forma caótica y contradictoria, y por otro, de adoptar rápidamente medidas para salvar la economía nacional y su capacidad de afrontar, si no vencer, la competencia de las economías de otros países. Para defender los intereses de la economía nacional, sumida en una crisis más profunda por la pandemia, el gobierno -que no es sorprendente que equipare la situación con una situación de "guerra"- tuvo que doblegar al proletariado a las necesidades inmediatas del capitalismo nacional. Los capitalistas sabían perfectamente que la crisis económica, que también se había agravado socialmente como consecuencia de la pandemia, podía empujar a las masas proletarias a la revuelta porque sus condiciones de vida y de trabajo, que ya se habían deteriorado considerablemente en la última década, se harían aún más duras. Los despidos, y por tanto el desempleo, aumentan, al igual que la inseguridad laboral, el trabajo mal pagado y el trabajo no declarado. Y a pesar de la paralización de muchas actividades como consecuencia de la "lucha contra la propagación de la infección por el coronavirus" y del cierre de un gran número de empresas, otras siguieron trabajando a pleno rendimiento, sometiendo a sus trabajadores a ritmos de trabajo y riesgos cada vez más severos.
La crisis económica -aparte de la tan cacareada "recuperación" de los últimos trimestres- también ha arruinado a una parte nada despreciable de la pequeña burguesía, en los sectores clásicos en los que desarrollan sus actividades (restauración, deporte, turismo, espectáculos, conciertos, pequeña distribución), sectores que inexorablemente han recibido un varapalo. Y, como suele ocurrir, son estos estratos sociales los que, a través de los partidos que manifiestan su descontento, son los primeros en expresar su enfado por su propia ruina social. Cólera que les une y les empuja a salir a la calle; cólera que se extiende también a algunas capas proletarias que, al no encontrar cauces de clase en los que canalizarla, se unen a la pequeña burguesía que, a menudo, es también su "patronal". Por otro lado, es la propia pequeña burguesía la que trata de involucrar al proletariado en su protesta porque necesita reforzarla y mostrar que es "el pueblo" el que se manifiesta y pide al gobierno y a los poderes económicos que le salven de la ruina.
Pero el proletariado, como asalariado, como trabajador no cualificado, cuya vida está a merced de un mercado en el que las desgracias van todas a parar a las clases trabajadoras y los beneficios y privilegios a las clases ricas y adineradas, no tiene ningún interés que compartir con los pequeños burgueses, y mucho menos con los grandes burgueses. Sus intereses inmediatos, y sobre todo históricos, como clase productora de la riqueza general de la que se apropia exclusivamente la clase burguesa dominante, responden a un antagonismo social que no han inventado, pero que es generado por el modo de producción capitalista y que es explotado política y socialmente por la clase dominante para aplastar al proletariado en una sumisión perpetua a las exigencias del beneficio capitalista. La clase burguesa dominante tiene tanto el poder económico como el político, representado por el Estado, y por tanto el poder social; poderes que utiliza para defender exclusivamente sus propios intereses de clase contra los intereses de la clase obrera. De esta manera la lucha antagónica es sistemáticamente librada por la clase burguesa contra la clase proletaria, y estas últimas medidas lo demuestran por enésima vez. Para que la lucha antagónica del proletariado tenga la fuerza de responder en el mismo terreno y con los mismos medios violentos que la clase dominante burguesa, debe contar con la organización de clase independiente del proletariado, que aún está por reconstruir, pero que surgirá inevitablemente de la resistencia que los proletarios logren oponer a la presión y represión burguesa progresiva. Una lucha en la que los proletarios tendrán que luchar contra la competencia alimentada a propósito entre ellos por los capitalistas y las fuerzas de colaboración interclasista, separando los objetivos y los medios de la lucha de clases de los de las capas sociales pequeñoburguesas que influyen en el proletariado por su contigüidad social: capas sociales que, sin embargo, se rebelan contra "el sistema", contra la "política gubernamental" sólo cuando corren el riesgo de caer en la proletarización y perder su posición social y sus privilegios. Los proletarios que se dejan arrastrar a la rebelión pequeñoburguesa pierden no sólo su orientación de clase -la única gracias a la cual es posible defender sus intereses inmediatos- sino también la fuerza que potencialmente poseen precisamente por ser asalariados, por ser productores de riqueza general y, por tanto, de beneficio capitalista.
La democracia, el reformismo, la colaboración de clases, son armas políticas que la burguesía utiliza para mitigar un antagonismo social que el propio modo de producción capitalista genera constantemente -y que la burguesía reitera en cada acto y en cada actividad en todas las situaciones especialmente las más graves-; un antagonismo que puede potencialmente poner en movimiento a las masas proletarias especialmente cuando las condiciones de existencia y de trabajo se vuelven insoportables.
Es a este movimiento social al que teme la burguesía, al despertar del proletariado como clase asalariada, a que actúe reconociendo que el antagonista social no es el inmigrante ilegal, el parado que por desesperación prende fuego a los cubos de basura, o los proletarios del país señalado como "enemigo", sino que es la misma clase burguesa en casa que está dispuesta a utilizar cualquier medio, legal o ilegal, constitucional o anticonstitucional, para defender sus privilegios.
El autoritarismo que la burguesía expresa con el pretexto de la "lucha contra el Covid-19" es parte integrante de su dominio; el parlamentarismo y la democracia con que se reviste no son más que un manto que cubre la realidad de su dictadura de clase. La burguesía de los países de la civilización occidental no tiene el valor, al menos hasta ahora, de mostrar su verdadero rostro totalitario; y no tiene ningún interés en mostrarlo mientras el régimen democrático consiga paralizar a las masas proletarias. Utiliza el rostro democrático para seguir engañando a las masas proletarias, para desviar su lucha del terreno de la confrontación de clases al terreno que le es más favorable, el terreno democrático y parlamentario. Pero la crisis económica y social, anticipada por la crisis económica de sobreproducción que caracteriza cíclicamente todo el período histórico del imperialismo en el que estamos inmersos desde hace cien años, se acerca de nuevo a pasos agigantados; Por eso la burguesía tiende a acelerar sus maniobras para encauzar aún más al proletariado, aplastándolo bajo el peso de sus reivindicaciones económicas, políticas y sociales, intoxicándolo aún más con el veneno de una democracia que ya no tiene ningún papel social, pero que sigue teniendo un papel político para desviar, aislar, fragmentar y desmoralizar a la masa proletaria.
Así, las reacciones a un gobierno, como el de Draghi, que responde a una política de "unidad nacional" bajo la que vuelve a encauzar a las masas proletarias, pero que pone como prioridad, en la situación de crisis, la defensa del gran capital, expresan aún más, y con violencia, la ira de las capas pequeñoburguesas que se sienten abandonadas a su suerte. Las organizaciones de extrema derecha actúan en base a esta ira; siempre lo han hecho y lo seguirán haciendo. En realidad, desempeñan un doble papel: Por un lado, atraen la ira de las capas pequeñoburguesas, las organizan, dirigen sus manifestaciones, les hacen creer que el "enemigo del momento" son las llamadas "potencias fuertes", idealizan un "patriotismo" que las potencias fuertes nacionales no defenderían internacionalmente, están dispuestos a destrozar símbolos y vestigios de quienes consideran responsables de su ruina social; Por otro lado, representan el pretexto ideológico y político para que las organizaciones "democráticas" cimenten a las masas proletarias en la colaboración de clases con el pretexto del llamado "antifascismo", "antitotalitarismo". Ambos trabajan para consolidar la conservación social, ambos aspiran a una sociedad en la que todas las clases sociales satisfagan "sus" aspiraciones, ambos defienden el capitalismo nacional frente a la competencia extranjera, ambos utilizan la democracia para imponerse en la arena política como los campeones de la eficiencia económica, la destreza política, la "cohesión nacional", la defensa de las raíces históricas y culturales del país. Ambos compartieron la política que marcó y sigue marcando la victoria política del fascismo, a pesar de su derrota militar en la Segunda Guerra Mundial: la política de colaboración de clases.
Golpear los símbolos del autoritarismo característico de Draghi se ha convertido, por tanto, en el objetivo inmediato de muchos opositores. El pasaporte Covid es sin duda uno de estos símbolos. Pero hay opositores y opositoras. Los opositores pequeñoburgueses se alegran cuando los inmigrantes ilegales son encarcelados, deportados, reunidos en campos de concentración fuera de su vista, devueltos a los países de los que se embarcaron, quizás a Libia bajo las manos de torturadores, o no son rescatados en el mar donde se ahogan por miles. Lo importante es que todo esto ocurre lejos de sus ojos y de sus casas, pero si se acercan demasiado, las armas y las pistolas están siempre a mano. Pero se contentan con explotarlos peor que al ganado en los campos y talleres, bajo el chantaje de su "ilegalidad", obligándolos a vivir en tugurios, chabolas y en medio de la basura. Para ser libres de llevar su mezquina vida y explotar a su antojo la mano de obra negra y el trabajo mal pagado, a estas sanguijuelas no les gustan las imposiciones que ponen en peligro sus sucios negocios. Eluden al recaudador de impuestos mediante hábiles contables, pero el pasaporte Covid es difícil de sortear, por lo que intentan reforzar su protesta implicando a los proletarios. Es también contra esta implicación que los proletarios tienen que luchar.
El ejemplo de los estibadores de Trieste es emblemático: la Coordinación de trabajadores portuarios de Trieste (CLPT por sus siglas en italiano) ha declarado que hará huelga hasta el final, a partir del 15 de octubre, si no se levanta la obligación del pasaporte Covid no sólo para los trabajadores del puerto de Trieste, sino para todos los trabajadores. Es este enfoque decididamente clasista el que les ha hecho declarar que ni siquiera aceptarán los topes gratuitos prometidos por las empresas sólo para ellos con tal de ir a trabajar: ¡No estamos en venta! es el grito que une a todos los estibadores de Trieste, tanto a los que se han vacunado como a los que no han querido vacunarse.
Esto es lo que deben hacer los proletarios en todas las empresas, en todos los sectores, siguiendo el ejemplo de los estibadores de Trieste.
Veremos qué ocurre en Trieste el 15 de octubre: los estibadores han declarado que no se moverán ni un milímetro del bloqueo del puerto. ¿Qué va a hacer la policía, intervenir con la fuerza para liberar el acceso al puerto? Al parecer, muchos de los camioneros que tienen que llegar al puerto tampoco tienen el pasaporte Covid, sobre todo los que vienen del extranjero y se han vacunado con el Sputnik ruso, que no es aceptado por Italia. Es cierto que la tensión se ha acumulado en este último periodo y que el Gobierno se encuentra en una encrucijada: ¿Golpear a los estibadores de Trieste para evitar el bloqueo del puerto, que es uno de los más importantes de Italia, o renunciar a encontrar el habitual resquicio de la situación excepcional?
13 de octubre de 2021
Partido Comunista Internacional
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Asalto fascista a la sede de CGIL |
Paraguay: revuelta proletaria contra la gestión capitalista de la pandemia
Paraguay ha sido, como muchos otros países pobres, devastado por el virus Covid-19. Al contrario de 2020, en que el Estado había reaccionado vigorosamente para detener la propagación de la pandemia. Esta política no sobrevivió al verano ya que, por parte de los patrones, se levantaron las restricciones en julio. Hoy, la pandemia se ha salido de control. El número de infecciones, hospitalizaciones y decesos va en aumento y esto va acompañado de un colapso del sistema de salud pública. Este colapso era predecible y se produce en un país en el que las tres cuartas partes de la población no tiene seguro médico. La pandemia revela la flagrante insuficiencia de los servicios sanitarios: menos de 650 camas de cuidados intensivos para un país de siete millones de habitantes, una escasez estructural de médicos y personal hospitalario, un acceso limitado a los medicamentos... Los enfermos están obligados a comprarlos ellos mismos y algunas familias han tenido que endeudarse para hacerlo. Esto va aunado a la especulación de las empresas farmacéuticas y la corrupción generalizada. Faltan vacunas: inicialmente 4.000 y luego 20.000 provenientes de Chile para 7 millones de habitantes. ¡A este ritmo, la vacunación llevará siglo y medio!
Esta dramática situación provocó la movilización de los trabajadores de la salud, quienes también se sintieron indignados por los casos de corrupción en la compra de medicamentos y equipos médicos; el gobierno intentó apagar la protesta haciendo renunciar a los encargados del sistema de salud (1). Sin éxito.
El descontento de las masas explotadas es profundo, causado por el deterioro de sus condiciones al punto de ver reaparecer el hambre después de la crisis (aunque la burguesía afirma que la situación – ¡para sus ganancias! – es menos mala que en los países vecinos); además, el desempleo va en aumento (oficialmente un 8% pero esto no tiene en cuenta que alrededor del 60% de los empleos se encuentran en el sector informal, el primero en verse afectado) y la codicia de los capitalistas, como los del sector del transporte que quieren aprovechar la situación para aumentar sus precios.
Esta situación, este verdadero crimen social, provocó una sana reacción proletaria.
El viernes 5 de marzo tuvo lugar una manifestación masiva en Asunción, la capital. En respuesta, el gobierno suelta a sus policías contra los manifestantes con gases lacrimógenos y balas de goma. Los manifestantes tomaron represalias y lograron hacer retroceder a los secuaces de la burguesía. Un manifestante fue asesinado a tiros.
En un intento por frenar el descontento, el presidente ha ofrecido la renuncia de algunos de sus ministros. Esto no detuvo las movilizaciones en las calles: miles de personas volvieron a manifestarse a pesar de una nueva represión policial. La rabia proletaria es profunda, pero aún no logra expresarse en el terreno de clase. Los manifestantes marchan con banderas nacionales o exigen un cambio de gobierno y la renuncia del presidente Benítez (hijo del secretario privado del dictador Stroessner que reinó con mano de hierro sobre el país durante 35 años, antes de ser derrocado por un golpe de Estado en 1989 después de perder el apoyo de los Estados Unidos). La oposición y la Iglesia católica están trabajando para canalizar y calmar el descontento.
La situación de Paraguay es la de toda América Latina: explosiva. En el otoño de 2019, cuando la crisis económica apenas comenzaba, muchos países experimentaron verdaderas explosiones sociales; la llegada de la pandemia, con las diversas medidas de control social tomadas por los gobiernos, sirvió para sofocar movimientos de descontento o incluso revuelta. Pero la pandemia ha profundizado las desigualdades, ha empeorado las condiciones proletarias y ha puesto de manifiesto el desprecio de las autoridades burguesas por el destino de las masas proletarias y explotadas. Esto inevitablemente empuja a las masas a las calles nuevamente. Los comentaristas burgueses dicen sentenciosamente que Paraguay no puede servir de ejemplo, dada la particular debilidad de las instituciones democráticas y sociales en este país; por el contrario, al entrar espontáneamente en lucha, las masas explotadas del Paraguay dan el ejemplo e implícitamente lanzan un llamado a sus hermanos de clase en el continente. No cabe duda de que tarde o temprano este ejemplo se multiplicará.
En este nuevo ciclo de luchas que se abre, no hay otra salida que la lucha proletaria independiente, rompiendo con todas estas fuerzas burguesas y pequeñoburguesas, y llevada a cabo con métodos y reivindicaciones de clase. De lo contrario, la rabia que se expresa incluso con violencia, será inevitablemente recuperada con un simple lavado de cara del régimen. Para resistir antes de que puedan ir al ataque, los proletarios en Paraguay como en otros lugares deberán dotarse de sus propias organizaciones, desde las organizaciones de defensa inmediata hasta el partido de clase internacional indispensable para conducir las luchas hacia el asalto revolucionario.
¡Contra todas las fuerzas burguesas, contra las orientaciones interclasistas, populares y nacionalistas y las ilusiones democráticas!
¡La salvación está en la lucha de clase anticapitalista!
Partido Comunista Internacional, 15/3/21
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(1) En efecto, «el presidente del Instituto de Previsión Social, Andrés Gubetich, renunció este miércoles 10 de marzo por ser parte de una red criminal que vende fármacos esenciales que deben ser distribuidos gratuitamente entre la población». (Cfr. https://kaosenlared.net/paraguay-una-semana-continua-llevan-las-protestas-sociales-que-exigen-la-salida-del-presidente-mario-abdo-benitez/).
Revuelta en Nápoles
El primer día del toque de queda ordenado por el "sheriff" De Luca en Nápoles fue saludado por la salida de miles de manifestantes que se reunieron en el centro de la capital de Campania. También hubo protestas y reuniones en las afueras de la ciudad.
Pero la mayor parte de la protesta tuvo lugar en el centro histórico, concentrada en San Giovanni Maggiore, cerca de la Universidad del Este. Desde allí, la manifestación comenzó y creció en el camino a la sede del gobierno regional en Via Santa Lucia. Dos estandartes emblemáticos se destacaron en la manifestación , uno con la inscripción: "nos cierran, nos pagan" y otro con la inscripción: "la salud es lo primero, pero no hay dinero si cantan misas". También estaban presentes con una pancarta los manifestantes de Frattamaggiore.
También se unieron a la manifestación cortejos contestatarios. La manifestación continuó, dirigida a S. Lucía, con vehemencia, pero de manera controlada. No fue así cerca de la sede de la Región de Campania, donde la policía antidisturbios esperaba la llegada de los manifestantes. En este punto, un grupo más decidido de alborotadores se separó de la manifestación y se desató el infierno. Lanzamientos de botellas y cubos de basura que fueron colocados como barricadas y luego incendiados. Algunos policías fueron perseguidos y golpeados. Atacaron coches de policía y coches aparcados. Un camión de bomberos se detuvo para evitar que las llamas se apagaran y se dañaran. Un reportero de Sky fue detenido y golpeado obligándolo a huir.
Algunos de los manifestantes, por otra parte, buscaban el diálogo a través de una especie de negociación con la policía. En algunos casos la policía fue invitada a la rebelión junto con los rebeldes. De hecho, cerca del palacio del gobierno regional, un pelotón de motorizados desertó de la carga y, dejando sus escudos, marchó junto con los manifestantes. La gente denunció la ausencia de democracia a los reporteros presentes, "¿dónde está la democracia?" gritaba desesperadamente un manifestante. Otro denunció que un pariente tenía que ser operado urgentemente, pero que corría el riesgo de morir porque el hospital no lo recibía porque había dos positivos por Covid.
Detenidos bajo el palacio del gobierno regional, los manifestantes se ensañaron contra el presidente De Luca con consignas despectivas como: "De Luca hijo de puta". La tensión en la ciudad sigue siendo muy alta. Todo esto mientras, el 31 de octubre, se procederá al cierre de Whirpool cuyos trabajadores han estado tomando las calles durante meses, hasta ahora, pacíficamente...
El gobernador de Campania tiene obviamente más miedo a los disturbios que a la Covid. De hecho, está presionando al gobierno para un cierre nacional. Es evidente el choque interinstitucional entre el gobierno, la región y el alcalde de Nápoles, que desde hace días denuncia las prevaricaciones del "sheriff", que, fortalecido por la victoria en las últimas elecciones a la presidencia regional, está mostrando toda su fuerza.
Nápoles ha sido durante años un crisol de tensiones debido a una de las situaciones económicas territoriales más devastadoras de Italia; tensiones que, de vez en cuando, estallan; y las causas de estas explosiones episódicas pueden ser las más profundas, como el elevado desempleo que siempre ha caracterizado a este territorio, o una situación social administrada con arrogancia y prepotencia. En una situación de este tipo, las tensiones no sólo están destinadas a continuar, sino a aumentar. Y para que las manifestaciones de cólera provocadas por las intolerables condiciones de vida no terminen en actos súbitos de violencia con los que la cólera se libera momentáneamente, sin que la situación general cambie, hace falta un vigoroso acto de rebelión por parte del proletariado con el cual ponga en el centro de su lucha los intereses exclusivos de la clase, organizándose independientemente de cualquier aparato institucional y oportunista y lejos de cualquier ilusión sobre la democracia.
Partido Comunista Internacional (El Proletario)
24 de octubre de 2020
www.pcint.org
Class War 11/2020: Capitalism Kills
Class struggle in times of Plague Inc.
El año 2019 fue un año de movimientos globales de clase a una escala e intensidad no vistas durante décadas, quizás desde la ola de luchas revolucionarias en los sesenta y setenta. La normalidad del negocio capitalista habitual ha sido profundamente sacudida por una miriada de protestas, huelgas, disturbios y en algunos lugares incluso motines militares. Cientos de miles de proletarios airados han tomado las calles de Chile, Francia, Líbano, Irak, Haití, Hong-Kong, Irán, India, Colombia y otros muchos sitios. Para muchos militantes comunistas estos movimientos han representado aire fresco...
Year 2019 was a year of worldwide class movement of the scale and intensity not seen for decades, perhaps since the wave of revolutionary struggles in sixties and seventies. The capitalist normality of business as usual had been profoundly shaken by myriads of protests, strikes, riots and in some places even military and police mutinies. Hundreds of thousands of angry proletarians had taken to the streets of Chile, France, Lebanon, Iraq, Haiti, Hong-Kong, Iran, India, Colombia and many other places. For many communist militants these movements represented a breath of fresh air...
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PDF: https://www.autistici.org/tridnivalka/wp-content/uploads/class_war_11-2020-en.pdf
English: https://www.autistici.org/tridnivalka/class-war-11-2020-capitalism-kills/
Français: https://www.autistici.org/tridnivalka/guerre-de-classe-11-2020-le-capitalisme-tue/
la noche”, pero “por la cuarentena” los funcionarios no aceptaron su ingreso. Juan Carlos Aguilar
fue declarado muerto a las 9:31 horas de la mañana del martes 21 de abril. Era “de calle”, o sea,
sujeto de políticas de seguridad e inclusión.
es la reducción de usuarios por albergue, si no la eventual reducción de sujetos. Tampoco se
trata del COVID 19 porque esto ya estaba pasando y con Piñera sólo se profundiza. Se trata
de Eugenesis (como la franquista, la nazi, la pinochetista), de biopolítica (Foucault). Descartar
a sujetos indeseables por improductivos: psiquiatrizados, disidentes, viejos, pobres,
indocumentados.
machistas y homófobas opciones para la gente de los rucos.
y moralismos. Han descalificado sistemáticamente a las mujeres de circuitos de calle por
evaluarlas “incompetentes parentales”, con “trastornos”, por “disfuncionalidad familiar”,
exigiéndoles inclusión productiva y reproductiva, y luego llevándose a sus guaguas a SENAME,
Servicio Nacional de Menores, donde sabemos de violaciones, explotación sexual, muertes
por abandono y maltrato, todo por la desidia desde las Ministras Justicia hacia abajo. Así
también se elimina pobres.
tratos inhumanos de policía y militares a gente de rucos y declaraba: “es preocupante
que habiendo alrededor de 8.000 personas en situación de calle en la Región Metropolitana,
sólo se disponga de 400 cupos, dejando a casi 7.600 a la intemperie” (1).
El Ministerio de Economía encargó a la empresa “Impacta Consultores SpA”, el informe
“Contrato de Impacto Social para la Superación de la Situación de Calle (CIS)”. CIS es una
traducción de Social Impact Bonds, y traslada la experiencia de la empresa Sector Capital
Partners y Social Finance UK, en EE.UU. e Inglaterra, a Chile. Según dicen, este informe
de “impacto social” fue hecho entre 2018 y 2019. Su clave es la búsqueda de “inversionistas”.
Por eso agradece –entre otros- a Larraín Vial, Luksic, Minera Escondida, y también a la
“Fundación Corona”, propiedad de la familia Echavarría Olózaga, dueña de un conglomerado
de empresas de Colombia. Considera que el foco de los programas para gente de calle que
estuvo puesto en “las actividades”, debe mutar “al logro”. Juzgan a los programas que
“entregan alojamiento y servicios de emergencia para resguardar la vida de las personas
en situación de calle”. No les gusta que “existe un perfil de personas con mayor cantidad
de años en situación de calle (situación de calle crónica) con consumo problemático
de sustancias y/o problemas de salud física o mental y las alternativas en la oferta
pública no están siendo efectivas para superar este problema” (2). Es decir, proponen
entregar la intervención con “gente de calle” a más privados (no solo a los que ya tienen
experiencia) y con nuevas reglas para –disque- “superar” el problema.
hay hechos no humanitarios que colocan en duda su aparente bondad con los pobres:
El año pasado se dejó de habilitar el Estadio Víctor Jara como albergue alegando que no
cumplía con “los estándares” y no hemos sabido de ninguna gran empresa millonaria que
invierta para hacer al estadio Víctor Jara un albergue digno. Por otro lado, dejaron de
estar operativos “Centros de Referencia” en Lo Espejo y La Florida, que eran más que
simples albergues: daban alimentación, agua caliente, derivaciones de salud, a tratamiento
en drogas y alcohol, contaban con monitoras a cargo de la convivencia y actividades
ocupacionales, terapéuticas y comunitarias. También se hacía asambleas en que la gente
usuaria debatía sus problemas cotidianos. Pero SENDA, Servicio Nacional de Prevención
y Rehabilitación del Consumo de Alcohol, dejó de financiarlos justo cuando comenzó el
verano, y no han vuelto a estar operativos ni por el COVID 19.
asociando no solo a la Industria de la Droga al Ministerio del Interior y sus políticas de
“seguridad”, sino también a las víctimas de esa Industria. Burreras, soldados, consumidores
marginalizados y visibles en las calles, pasaban a ser una amenaza del Interior. Cuando
Piñera logró por primera vez turnarse en el poder gubernamental, le cambió el nombre a
CONACE por SENDA, mediante la ley N° 20.502 (21-02-2011), pero con las mismas
vinculaciones institucionales.
modifica y re-inventa lenguajes, enfoques, “instrumentos”, pero básicamente afirma lo mismo:
“la gente de calle” y el consumo de sustancias para pobres son problemas de “seguridad
ciudadana” que deben combatirse, y las políticas que los aborden deben costar el mínimo.
No hay que gastar en los pobres.
con gente de calle no es efectiva, el gasto para el gobierno será menor”. Es decir, si
los procesos de “gente de calle” no cumplen con los “resultados” de integración, funcionalidad,
seguridad, no se le paga a la entidad que trabaja con ese “usuario”. Si los cupos para
personas que viven en calle son un negocio, la empresa, ONG, Fundación, etcétera, no
podrá (o no querrá) contener en sus programas a “casos difíciles” (los más numerosos),
con salud y estado físico deteriorados, con diagnósticos severos de salud mental, hombres,
mujeres, travestis “conflictivas”… Si la persona sigue consumiendo no cumpliría con resultados
de “seguridad ciudadana”; si no sale a trabajar, es vieja, sin familia, debe seguir en albergues
hasta su muerte: no es “funcional” ni “integrada”. Esto, en un país con un 80 por ciento de
personas en la pobreza (3), donde no encuentras trabajo después de los 40; tampoco si
eres gorda, estás indocumentada, das la dirección de una periferia, y menos si eres mujer
pobre con hijos, o en edad fértil.
cuerpos “NN” gastan menos que otros muertos. Hasta hace un par de años se los identificaba,
pero ya no se gasta en eso. Así lo denuncia José Morales de la asociación nacional de
funcionarios del Servicio Médico Legal, SML, al que llegan los cuerpos “NN”: “Quitaron
VERIDEN, identificación por huella, que establecía comunicación con todo el país y nos
daba contacto directo con el registro civil, pero ya no, ahora es para los vivos” (4).
Este dirigente fue sumariado por el Ministerio del Interior en 2018 luego de movilizaciones,
y a pesar de su fuero sindical, fue recientemente desvinculado del SML, ya que desde 2016
denuncia esta y otras irregularidades. Con respecto a la verificación de huellas, ese tipo de
aplicaciones y servicios, ahora, los necesitan los bancos y otras entidades comerciales y
financieras. Se gasta en gente viva, activa comercialmente, pero no en los cuerpos “NN”.
-si es que se le identifica-. Pero tal vez si se trata de una muerta “NN” de algún caso
femicida que pueda transformarse en mediático, sí se van a sentir presionados a identificarle.
Como por ejemplo el crimen machista contra Estefanía, mujer de circuito de calle, que en
mayo de 2019 fue asesinada y dejado su cadáver en una maleta en la vía pública.
identificación? No olvidamos que en Chile hay restos de gente detenida desaparecida
en Dictadura que luego de 50 años o más, sigue sin ser identificada. ¿Cuántos cuerpos
“NN” de la Revuelta están sin identificar porque eran gente de calle, sin familia, migrantes…?
bandejones, plazas, puentes, sitios baldíos, esquinas de territorios urbanos, porque el
capitalismo patriarcal utiliza, depreda, esclaviza y deshecha y necesita “ahorrar”.
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NOTAS:
(1) https://www.gentedelacalle.cl/declaracion-publica-personas-en-situacion-de-calle-y-toque-de-queda/
(2) “Estudio de factibilidad de la implementación de un Contrato de Impacto Social (CIS) para la Superación de la Situación de Calle y la Inserción laboral” de la Subsecretaría de Economía y Empresas de Menor Tamaño, del Ministerio de Economía, adjudicado a Impacta RSE Consultores.
(3) “La parte del León: Nuevas Estimaciones de la participación de los súper ricos en el ingreso de Chile”, Ramón López Eugenio Figueroa B. Pablo Gutiérrez C. Santiago, Marzo 2013. Universidad de Chile. sdt@econ.uchile.cl; econ.uchile.cl/publicaciones. Cuantificación de la concentración de la riqueza en Chile con información del Servicio de Impuestos Internos (SII).
(4) El 27 de octubre de 2019, a 9 días del inicio de la Revuelta popular, José Morales, respaldaba a Aleida Kulikoff, Directora del SML que estaba siendo desvinculado por el Gobierno de Piñera. Además este dirigente denunciaba que había muchos “NN” y que VERIDEN hubiese dejado de
usarse para muertos “NN”.
https://www.facebook.com/lapuntadaconhilo/videos/408001396542517/?v=408001396542517