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Fundraising for deserters and war refugees

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The war massacre in Ukraine continues, affecting populations on both sides of the war line. While Putin’s army bombs Ukrainian cities, the Ukrainian government has turned them into prisons for a significant portion of the local population. People are being maimed, imprisoned, raped and murdered as a result of the actions of the rulers in the Kremlin and Kiev. Let’s not look away. Let’s support those who are affected.


War and nationalist propaganda are deceiving and manipulating us, while at the same time obscuring important facts. Among other things, for example, the fact that the State borders in Ukraine are closed to men of conscription age. They are guarded by the army, which sends men to prison, shoots them and drowns them in the river when they try to cross the border to safe place. Army gunmen also chase men in the streets to drag them to the front and use them as “cannon fodder”. Yes, this is the same Ukrainian army that is praised by many as if it was a noble form of liberation institution. If we look to Russia, we can see a similarly disturbing reality. For the slightest protest against the war, people end up in prison; forced mobilization has obliged many proletarians to flee or go into hiding. Deserters, saboteurs and conscientious objectors are massacred, judged and imprisoned in Russia, as well as in the Ukraine.

We do not care how the bourgeoisie justifies this aggression against the working class in Russia and Ukraine. It is necessary not only to condemn and criticize it, but also to give practical support to those who are concerned, i.e. deserters, rebels, saboteurs, refugees, those who avoid forced conscription to the front and many others. It is necessary to stand consistently against Putin’s aggressors, as well as against aggressors acting at the instigation of the Ukrainian Government.

What can we do, we who currently live outside the war zone? At the very least, we can share resources with those who desperately need them. The Anti-Militarist Initiative (AMI) is therefore launching a public fundraising campaign starting the 1 February 2025. The money raised will support proletarians from Russia and Ukraine who are trying to avoid mobilization, who have deserted, who face repression or are trying to save their lives by fleeing a war zone.

How to Support the Fundraising?

1) You can deposit money into the account.

Payment details:

IBAN: CZ1955000000001024164477
Account holder: Historický spolek Zádruha, z.s.
Bank: Raiffeisenbank
bank code: 5500
Swift code: RZBCCZPP

2) It is also possible to arrange to hand over the money in person in cash.

3) Fundraising gigs, solidarity parties and dinners, etc. are welcome.

4) Sharing information about the fundraiser is an important part of the fundraiser. It can be translated into different languages, and sharing a flyer or poster, publishing the appeal on websites, social networks, magazines etc. is also welcome.

5) We plan to successively publish statements from collectives and individuals who have supported the fundraising. They will explain their motivations and reflections on anti-war resistance. Write your own contribution.

 

Read more on the blog antimilitarismus.noblogs.org

 

¿Cuántos cadáveres más necesitas para entender qué está pasando?


 
 
El Estado ruso y ucraniano envía a la gente a la guerra para defender el poder de la burguesía rusa y ucraniana. El Estado israelí y Hamás hacen lo mismo con su propia burguesía local. La gente muere por miles bajo las banderas de “sus” estados y movimientos nacionalistas. Se asesinan entre sí por el bien de “sus propios” gobernantes, por el negocio de “sus propios” jefes, por la propiedad y el poder de “su propia” burguesía.

“Estamos defendiendo la supervivencia de nuestra propia nación”, gritan estas personas, mientras corren hacia su propia destrucción en el campo de guerra. “Estamos luchando por el derecho a la autodeterminación nacional”, cantan a coro, mientras pasan por alto que en todas partes del mundo es la burguesía la que dicta las condiciones de nuestras vidas. No hay autodeterminación en ninguna parte.

La burguesía en Ucrania determina (es decir, impone y dicta) las condiciones del proletariado local, la burguesía en Rusia hace lo mismo con el proletariado local. Las distintas facciones burguesas del mundo se están uniendo en alianzas transnacionales para competir con sus rivales. ¿Cómo puede alguien creer en la ilusión de que librando una guerra por una de estas facciones la clase obrera puede obtener la posibilidad de autodeterminarse? Entonces, si el proletariado de Ucrania, Gaza o Israel sacrifica suficientes vidas en el frente, ¿la burguesía le dará como regalo la entrega voluntaria de su propio poder y ya no explotará a las masas proletarias?

La guerra entre estados nunca nos dará la oportunidad de determinar las condiciones libres de nuestra vida. Incluso si el estado “más pequeño y más débil” o “invadido” gana la guerra con la ayuda de los aliados, la dictadura de la burguesía se mantendrá. Ser explotado por la burguesía local y oprimido por el estado local no es una victoria. No es algo por lo que debamos sacrificar nuestras vidas. Sin embargo, algunos están dispuestos a sacrificar cientos de miles de vidas por la ilusión de que la victoria de un estado es importante para la futura liberación de todos los estados. Es uno de los muchos oxímorones de esta gente. En nombre de la lucha contra los estados, nos instan a defender un estado en particular y su ideología nacionalista/democrática. En nombre de la lucha contra la guerra, nos dicen que debemos participar en la guerra. ¿Cuántas personas más tienen que morir en el frente para que estos amantes del oxímoron se den cuenta de que la guerra entre estados no puede traer la paz, que la tiranía de los estados no se puede combatir con la colaboración de los estados, que la explotación capitalista no se puede combatir con alianzas de la clase trabajadora con los capitalistas?

Los belicistas de ambos lados de la línea de combate utilizan la presión económica, violenta e ideológica para movilizar a la gente para la guerra. Si proclamamos la lucha contra todas las facciones de la burguesía, incluida la lucha contra la burguesía de los estados “invadidos”, nos acusan de ayudar a los estados imperialistas más agresivos y dictatoriales, como si no fuera quizás obvio que también estemos librando la lucha contra ellos al mismo tiempo. Creen que la colusión con tal o cual burguesía y estado local es una cuestión de supervivencia. No tienen en cuenta que la misma burguesía que defienden hace todo lo posible para evitar ser reclutada para el frente, mientras que las autoridades estatales visten a la fuerza a los proletarios con uniformes y los conducen a la muerte en la lucha del frente. Ven que la burguesía “amistosa” utiliza el estado para cerrar las fronteras a los hombres que quieren viajar a salvo. No comprenden que la burguesía no se preocupa de salvar la vida de toda la población bombardeada, sino de obligar a la parte proletaria de la población a derramar sangre para salvar su propio poder, su propiedad y su esfera de influencia económica. Cuando se trata de salvar vidas en una zona de guerra, los proletarios tienen que buscar sin duda otras opciones que alistarse en el ejército.

Los belicistas, sean capitalistas, nacionalistas o la izquierda del capital, están aterrorizados por la idea de que el estado enemigo gane la guerra, pero no están aterrorizados por los cadáveres de proletarios que la guerra siempre “produce” en ambos lados. No importa bajo qué bandera se sostengan, no importa qué etiqueta ideológica se pongan, debemos repudiar a todos los belicistas. Cuando se nos plantea la pregunta de qué lado tomamos en la guerra, respondemos claramente que tomamos el lado del proletariado en Ucrania, Rusia, Gaza, Israel y en todo el mundo. No elegimos el lado de este o aquel estado en la guerra, sino el lado que se organiza contra los estados. No nos quedamos al margen mientras la guerra masacra a nuestros hermanos y hermanas de clase. Estamos del lado de aquellos que se rebelan contra la guerra y resistimos todos los esfuerzos para arrastrarnos a la guerra. La única manera de detener las guerras es socavar la capacidad de todos los estados para continuar librando guerras.

 

Traducción al español: https://infoposta.com.ar/notas/13829/cuántos-cadáveres-más-necesitas-para-entender-qué-está-pasando/

 

¡Proletarios en Rusia y en Ucrania!
En el frente de producción y en el frente militar…
¡Camaradas!

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletarios-en-rusia-y-en-ucrania-en-el-frente-de-produccion-y-en-el-frente-militar-camaradas/

 

 

Proletarians in Russia and in the Ukraine!
On production front and military front…
Comrades!

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletarians-in-russia-and-in-the-ukraine-on-production-front-and-military-front-comrades/

 

Prolétaires en Russie et en Ukraine !
Sur le front de la production et sur le front militaire…
Camarades !

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletaires-en-russie-et-en-ukraine-sur-le-front-de-la-production-et-sur-le-front-militaire-camarades/

 

(de) Proletarier*innen in Russland und in der Ukraine! An der Produktionsfront und an den militärischen Front… Genoss*innen

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletarierinnen-in-russland-und-in-der-ukraine-an-der-produktionsfront-und-an-den-militarischen-front-genossinnen/

 

(ru) Пролетарии в России и Украине!
На фронте производства и военном фронте…
Товарищи!

https://www.autistici.org/tridnivalka/%d0%bf%d1%80%d0%be%d0%bb%d0%b5%d1%82%d0%b0%d1%80%d0%b8%d0%b8-%d0%b2-%d1%80%d0%be%d1%81%d1%81%d0%b8%d0%b8-%d0%b8-%d1%83%d0%ba%d1%80%d0%b0%d0%b8%d0%bd%d0%b5-%d0%bd%d0%b0-%d1%84%d1%80%d0%be%d0%bd%d1%82/

 

(cs) Proletáři v Rusku a na Ukrajině!
Na výrobní a válečné frontě…
Soudruzi!

https://www.autistici.org/tridnivalka/proletari-v-rusku-a-na-ukrajine-na-vyrobni-a-valecne-fronte-soudruzi/

 

Пролетарии в России и Украине! На фронте производства и военном фронте… Товарищи!

 

 

El imperialismo ruso, en el choque con el imperialismo estadounidense y los imperialismos europeos, mueve sus tropas a la reconquista territorial de las áreas estratégicas de Ucrania: después de Crimea ¿el Donbass y luego Odessa?



Desde hace 8 años, en la región de Donbass, en particular en las provincias de Lugansk y Doneck, se producen enfrentamientos armados entre los separatistas de habla rusa y el ejército ucraniano, a pesar de los aclamados acuerdos de Minsk de 2014 y Minsk II de 2015 que implicaron a Ucrania, Rusia, la OSCE, los representantes de las dos autoproclamadas Repúblicas Populares de Lungansk y Donetsk y, en los acuerdos de Minsk II, también Francia y Alemania. Según datos reportados por los medios, los muertos en estos 8 años de guerra de “baja intensidad” habrían sido nada menos que 22.000.

Que estos acuerdos serían respetados por ninguna de las partes directamente implicadas -Ucrania, Rusia, separatistas de habla rusa- quedó claro desde el principio, tanto que hizo falta un Minsk II que, en todo caso, no trajo paz. Por parte de Kiev, no se respetó el compromiso de reconocer a las dos "repúblicas" de Lugansk y Doneck esa gran autonomía prometida y acordada, manteniendo una fuerte presencia de su propio ejército; por parte de estas dos "repúblicas", con Rusia jugando el papel de verdadero contendiente detrás de ellas, los ataques armados contra el ejército ucraniano considerado "ocupante" de la parte occidental de las provincias de Lugansk y Donetsk nunca han cesado. En realidad, como destacamos en nuestra posición del pasado 25 de diciembre (1), la verdadera causa del conflicto en el Donbass se encuentra en el hecho de que esta región es absolutamente estratégica tanto para Rusia como para Ucrania desde el punto de vista económico y político y, desde el punto de vista de los contrastes interimperialistas, también para los imperialismos europeo y americano. Lo es, de hecho, para la OTAN y la Unión Europea, ya que, en 1991, tras el colapso de la URSS, todos los países que formaban parte del imperio ruso se separaron, independizándose de Moscú. Pero en la era imperialista, la independencia de un país de todos los demás, y sobre todo del imperialismo que antes lo dominaba, sigue siendo un anhelo abstracto; son tantos los aspectos de carácter económico, financiero, político y militar que determinan la política interior y exterior de cada estado, que cada país está obligado -sobre todo si se inserta en áreas geopolíticas de gran interés en la competencia entre imperialismos-, como Europa del Este- a alquilar su "independencia", y por lo tanto su territorio, su economía y su gobierno, a uno de los polos imperialistas que mejor puede favorecer sus intereses nacionales o, al menos, protegerlos de ataques de países enemigos.

Por supuesto, el grado de sometimiento de cada estado a un imperialismo más fuerte depende de una serie de factores político-económicos que pueden variar según el equilibrio de poder entre los diferentes imperialismos que dominan en el mercado internacional y, por tanto, en el mundo. y del grado de debilidad del país subyugado.

En el caso de las antiguas Repúblicas Democráticas Populares de Europa del Este que formaban parte del Imperio Ruso -y que la contrarrevolución estalinista, tergiversando totalmente el marxismo, definió como "socialistas"- la transmigración de satélites de Moscú a satélites de la Unión Europea y de los Estados Unidos tomó unos quince años; comenzó con Alemania Oriental, que se fusionó con Alemania Occidental (después de la caída del "muro" de Berlín en 1989) y luego continuó con Polonia, Hungría, Checoslovaquia (que luego se dividió pacíficamente en República Checa y Eslovaquia), Bulgaria, los países bálticos, etc., mientras que otros países como Bielorrusia y Ucrania seguían sufriendo, a pesar de su “independencia”, mucho más directamente de la fuerte presión de Moscú.

Pues bien, esa larga transmigración produjo, además de la integración de muchos de esos países en la Unión Europea, también la afiliación de muchos de ellos a la OTAN (República Checa, Hungría, Polonia, Bulgaria, Estonia, Lituania, Letonia, Rumanía, Eslovaquia ).

La OTAN, la Alianza Atlántica militar, fue fundada en 1949 por Estados Unidos y otros 11 países de Europa Occidental; en 1955, Alemania Occidental también se unió a ella, y es en este momento que la URSS, al ver las fuerzas militares de la OTAN acuarteladas a las puertas de Alemania Oriental -notoriamente el lado estratégicamente más importante de las fronteras europeas del famoso "Telón de Acero"- corrió a unir, en lo que se denominó Pacto de Varsovia, las fuerzas armadas de la URSS y de otros países de Europa del Este que formaban parte de sus dominios occidentales (Alemania del Este, Checoslovaquia, Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria) construyendo de esta manera, a lo largo de la toda la ruta que iba desde las fronteras de los países bálticos hasta el Mar Negro, una importante cortina defensiva ante cualquier ataque terrestre y aéreo.

Con el colapso de la URSS, el Pacto de Varsovia se disolvió y el telón defensivo formado por los países del Pacto de Varsovia se evaporó. La grave crisis económica y política en la que se sumió Rusia en la década de los noventa del siglo pasado la obligó a replegarse en las fronteras de la Federación Rusa en solitario, tratando de mantener y consolidar los lazos con las etnias rusas que habitaban normalmente en algunos países (países Bálticos, Bielorrusia, Moldavia, Ucrania).

Basta mirar el mapa para comprender que, asentada en Bielorrusia y Ucrania, Rusia sigue teniendo, desde el punto de vista militar, un válido colchón defensivo, y desde el punto de vista económico, sobre todo en lo que se refiere a Ucrania, un excelente aliado tanto para la producción agrícola como para la producción industrial y energética. Obviamente, Moscú no veía con buenos ojos la propensión ucraniana a integrarse en la Unión Europea y menos aún en la OTAN. Así como a la Casa Blanca no le gustaron los misiles rusos instalados en Cuba en 1962, a Rusia tampoco le gustan los misiles estadounidenses que se instalarían en Ucrania si ésta entrara en la OTAN. En 1962, Estados Unidos amenazó con hacer la guerra a Rusia, lo que hubiera provocado una guerra mundial; sesenta años después, en 2022, Rusia, ocupando Ucrania, está tratando de anticipar la instalación de misiles estadounidenses en Ucrania... "para evitar una guerra global"...

En un período en el que los países europeos han demostrado que no tienen la capacidad, ni el interés, de compactarse políticamente -dada la feroz competencia interimperialista existente entre ellos, y en particular entre Alemania y Francia- y en un período en que incluso Estados Unidos está demostrando tener serias dificultades para mantener la supremacía política en el llamado "mundo occidental", Rusia está realizando movimientos que hace sólo quince años ni siquiera hubiera imaginado. Sus intervenciones en Siria y Libia, su hábil "alianza" con Turquía, aprovechando la ambición de Ankara de hacerse un lugar entre las potencias regionales de Oriente Medio, combinado con la desastrosa conducción de la guerra estadounidense/europea en Irak, Libia, en Siria y Afganistán marcan una serie de pasos que el imperialismo ruso, históricamente experto en esperar pacientemente a moverse con el "invierno general" como un aliado más, está dando para recuperar al menos algunos pedazos del antiguo poder imperialista.

Pero el imperialismo no tiene fuerza a menos que se apoye en sólidos cimientos económicos y financieros. Y el imperialismo ruso no puede competir en términos de fuerza económica y financiera con el imperialismo estadounidense. Por otra parte, está dotado de fuerza militar, y en particular de fuerza nuclear, y es este aspecto el que preocupa a Washington, Berlín, París, Londres, Roma y sobre el que, evidentemente, apunta Moscú.

El territorio ruso se extiende entre Europa y Asia; esta inmensidad en dos continentes era al mismo tiempo una fuerza (si es atacado, por ejemplo desde el oeste, uno puede retirarse sobre un vasto territorio que permite reorganizar las fuerzas y contraatacar), pero también una debilidad (porque, si es atacado por ambos lados, del Este y del Oeste, es mucho más difícil reorganizar el contraataque). Pero ocupar Rusia, tomar Moscú (que sería como tomar París por Francia), nunca ha sido tarea fácil; Napoleón lo intentó, Prusia lo intentó en la Primera Guerra Mundial, Alemania lo intentó en la Segunda Guerra Mundial, pero nadie tuvo éxito. Una sola fuerza logró derrocar al poder en Rusia, entonces ubicado en Petrogrado, la revolución proletaria y comunista de 1917; fuerza que representó la punta de lanza de la revolución mundial que tuvo como objetivo el derrocamiento de las potencias burguesas no sólo en Rusia sino también en Varsovia, Budapest, Berlín, Viena y luego en París, Londres, en la perspectiva de la revolución hacia Oriente, en China, y en el profundo Oeste, América. Ese gran plan revolucionario no se concretó, no sólo porque las potencias imperialistas europeas y americanas resistieron y contraatacaron diez veces (como sostenía Trotsky), sino sobre todo por la obra del oportunismo reformista y, posteriormente, estalinista que, como un cáncer, debilitó al proletariado, su lucha y los partidos que debían orientarlo y guiarlo en cada país, al punto de borrarlos del horizonte durante décadas.

Hoy, debido a la ausencia durante décadas de la lucha de clases del proletariado en todos los países, cada potencia imperialista, cada potencia burguesa, tiene la libertad de implementar las políticas que considere más adecuadas para proteger y desarrollar sus propios intereses político-económicos; los poderes burgueses se enfrentan y chocan sólo entre sí. Y así nos vemos obligados a registrar, en los últimos cincuenta años que nos separan de la gran crisis mundial de 1975 y del fin de los grandes levantamientos anticoloniales, una interminable serie de guerras locales, regionales, incluso tribales, en las que las diversas están comprometidas, directa o indirectamente, potencias imperialistas. Guerras que casi siempre se desarrollaron en la “periferia” del imperialismo, en África, Asia, América Latina, en los territorios donde se desarrolló la dominación colonial más brutal durante siglos; mientras que Europa Occidental y América aparecían como lugares donde reinaba la paz, continuando con el engaño a los proletarios de las metrópolis de que la paz en la que vivían se debía a la democracia, a la civilización moderna, al desarrollo capitalista. Pero la historia de este desarrollo, tal como condujo a la crisis mundial de 1975, condujo luego al colapso de la URSS y las conmociones en Yugoslavia que también provocaron su colapso bajo los golpes de la crisis económica y la guerra entre nacionalismos renacidos con nueva fuerza: entonces, se dijo, la guerra había llamado a las puertas de Europa y había entrado en ella durante toda una década.

Hoy vuelve a tocar, siempre a las puertas del este, esta vez en Ucrania, pero, a diferencia de la década yugoslava (1991-2001), ningún imperialismo occidental, el primero Estados Unidos, pretende involucrarse militarmente en la defensa de la santísima soberanía nacional de Kiev.

Rusia ha calculado bien su tiempo: ha dejado la puerta abierta a las discusiones diplomáticas, y al mismo tiempo ha acumulado de 170 a 190 mil soldados en la frontera con Ucrania, listos para intervenir -como lo han hecho muchas veces los EE.UU., Francia, Gran Bretaña- como "fuerzas de interposición", no como fuerzas de ocupación sino como fuerzas militares en defensa de la "soberanía" de dos autoproclamadas repúblicas y hace unos días reconocidas oficialmente por la Duma rusa. El pretexto para la expedición militar a gran escala estaba sobre la mesa, y Putin no tuvo problema en utilizarlo para justificar la intervención militar rusa que anunció con dos propósitos: proteger a la población de las dos repúblicas separatistas de Donbass de la represión ucraniana, y desmilitarizar el país Ucrania del poder "nazi" del gobierno de Kiev.

La reacción estadounidense se reduce a sanciones amenazantes, más duras que las ya implementadas en 2014 cuando Rusia tomó Crimea, tanto económica como financieramente; tras el revés recibido por Macron y Scholtz, que corrieron a Moscú para persuadir a Putin de que no invadiera Ucrania, la Unión Europea se ha sumado a Washington: sanciones, sanciones, sanciones.

Los intereses comerciales y financieros de Alemania, Italia, Francia, Polonia y muchos otros países europeos con Rusia tienen un peso significativo, y no sólo en lo que se refiere al gas natural que, a través de los numerosos gasoductos existentes, llega a Europa Occidental cubriendo cerca del 40% de sus necesidades energéticas: un porcentaje que solo puede garantizar Rusia, que de hecho puede incluso aumentar cuando el Nord Stream 2, el gasoducto ya listo y que, en el fondo del Mar Báltico, llega directamente desde Rusia a Alemania sin pasar a través de cualquier tercer país, comenzó a funcionar. Alemania e Italia, los dos principales países fabricantes de Europa, son los dos países que dependen significativamente del gas ruso; en todo caso, Rusia, en reacción a las fuertes sanciones que le fueron impuestas por la guerra de Ucrania, cerrara los grifos del gas a Europa. Alemania e Italia serían los países que pagarían el precio más caro de la historia. Por supuesto, Rusia también perdería, porque no encontraría fácilmente una alternativa, ni siquiera con China, que últimamente parece interesada en el gas ruso. Por lo tanto, no se desencadenarán fuertes sanciones recíprocas ni de un lado ni del otro, a pesar de la considerable presión estadounidense sobre los europeos. Los intereses en juego son demasiado grandes para ponerlos en riesgo solo para complacer a Washington... Mientras se trate de discursos, el tiempo que quieras... y sanciones que impliquen un precio no demasiado alto a pagar, está bien, pero si se trata de dar un golpe fatal a la recuperación económica que acaba de renacer tras los años de pandemia...No, ni hablar, sobre todo para Alemania, la única que puede tener en cuenta las presiones de EE.UU y de Moscú.

Por lo tanto, la expedición militar de Moscú a Ucrania continuará, en medio de gritos y gritos de todas las cancillerías occidentales por lesionar la soberanía nacional y por lesionar la democracia; pero los negocios son los negocios y, como ya sucedió en 2014 ante la ocupación militar de Crimea, las sanciones occidentales contra Moscú no detuvieron ni la ocupación ni la anexión de Crimea a Rusia; ¿pueden detener la ocupación militar rusa de Donbass (que es la región minera más importante de Ucrania)? ¿o incluso la guerra en Ucrania¿

Dada la situación general actual de las relaciones de poder interimperialistas, es más probable que en Ucrania suceda lo que sucedió en parte en Georgia, a saber, que Rusia 1) impida que el país se afilie a la OTAN, 2) que parte del país habitada por grupos étnicos rusos se separa en una república autónoma y constituye un trampolín para futuras operaciones de mayor envergadura, 3) que las cuñas que representan estas áreas separatistas también dan sus frutos desde el punto de vista económico y en términos de comunicación con otros países directamente controlados por el poder ruso, 4) lo que constituye una constante advertencia a los países vecinos de la presencia militar rusa, dispuesta a intervenir rápidamente para defender las fronteras sagradas incluso lejos de Moscú, o para anexar los territorios cuando la situación general se presentara a favor de la posible anexión. En efecto, no debe olvidarse que el imperialismo no sólo significa la economía de los monopolios y el capital financiero, sino también la ocupación y anexión de territorios.

Como escribimos en la posición tomada el 25 de diciembre: “ Ucrania es uno de los lugares que puede convertirse en un semillero de guerra imperialista cuando las tensiones internacionales, exacerbadas por las crisis económicas, empujan nuevamente a los grandes imperialismos hacia un conflicto del tercer mundo. Las "nubes" amenazantes continúan acumulándose, pero aún no estamos en vísperas de tal conflicto; además, las futuras alianzas de guerra aún no se han establecido: ¿Lograrán Rusia y Estados Unidos llegar a un acuerdo contra China, o se materializará el eje ruso-chino contra Estados Unidos?”. Mientras tanto, China se asoma a la ventana y mide las diferentes reacciones de los imperialistas competidores desde la posición de un futuro protagonista, interesado en comprender el tipo de actitud y fuerza de quienes podrían convertirse mañana en aliados o enemigos. No cabe duda de que en estos momentos le interesa justificar los movimientos de Moscú en una función antiamericana y porque un día, después de haber puesto sus manos sobre Hong Kong, pretende comerse el bocado más sabroso, formado por Taiwán (la isla de Formosa), a la que Pekín siempre ha considerado parte integrante de China y que en 1949 fue sustraída de la unidad territorial nacional de la República Popular China por el imperialismo angloamericano, teniendo a Rusia de su lado.

La época imperialista del capitalismo es la época de la guerra permanente, en distintos niveles, según la acumulación de contradicciones sociales y la sucesión de crisis económicas y financieras que indiscutiblemente la caracterizan. Los acuerdos diplomáticos y los acuerdos de "paz" que siguen a las guerras, incluso las más devastadoras, no serán, como nunca lo han sido, para impedir la carrera natural del capitalismo hacia la guerra; las dos guerras mundiales imperialistas del siglo pasado proyectan su sombra sobre la próxima tercera guerra mundial imperialista en la que inexorablemente se precipitarán los conflictos interimperialistas. La única fuerza social capaz de impedirlo o detenerlo no será nunca burgués e imperialista, ni siquiera en su forma más democrática y civil: será la fuerza social representada por la clase obrera, por el proletariado que en todo el mundo se ve constreñido por las mismas condiciones salariales y  al que que las mismas contradicciones económicas y sociales empujan al antagonismo de clase que caracteriza a la sociedad burguesa, el resorte de una lucha que no es pacífica, ni democrática, ni parlamentaria, sino de clase: entonces la guerra imperialista será transformada en guerra civil, como afirmaron Marx y Engels sobre la experiencia de la Comuna de París y como lo afirmaron Lenin y la Internacional Comunista tras la revolución victoriosa de octubre de 1917.

Para que el proletariado esté preparado para esa cita histórica con su revolución de clase, debe sacudirse el espeso manto de legalismo, del pacifismo y del democratismo con el que el oportunismo colaboracionista lo ha revestido no para emanciparlo sino para sofocarlo y encadenarlo aún más a las necesidades exclusivas del capitalismo. El poder burgués de cada país ha hecho, hace y hará siempre su apelación a la patria, a los valores nacionales, a la cultura y a la unidad nacional por lo que siempre pide y pedirá, obliga y obligará siempre a los proletarios a dar sudor y sangre tanto en tiempo de paz que en tiempo de guerra. Es el podrido nacionalismo gran ruso el que choca con el podrido nacionalismo ucraniano, hoy, a pesar de cualquier grito de libertad y soberanía popular: es contra todas las formas de nacionalismo que los proletarios deben luchar porque el nacionalismo es uno de los más insidiosos y efectivos vectores del trabajo de competencia entre proletarios. La unión de los proletarios no está en el terreno de la nación, sino en el terreno de clase, anticapitalista, antiburgués y por lo tanto internacionalista.



¡Contra el disciplinamiento de los proletarios en los ejércitos nacionales burgueses!

¡Contra el derramamiento de sangre proletaria para hacer que una banda de explotadores y torturadores triunfe contra la banda contraria de explotadores y torturadores!

¡Contra toda forma de competencia entre proletarios!

¡Por la solidaridad de clase entre los proletarios ucranianos y rusos, por la unión de los proletarios de cualquier nacionalidad y etnia sobre las fronteras burguesas!

¡Por la reanudación de la lucha de clases realizada con medios y métodos de clase, en defensa de los intereses inmediatos y generales que son exclusivamente proletarios!

¡Por la reconstitución del partido de clase, del partido comunista revolucionario, internacional e internacionalista!



24 de febrero de 2022

 

Partido Comunista Internacional 

(El Proletario) - www.pcint.org



 

 

(1) Cfr. Tensiones en la frontera ruso-ucraniana: solo el proletariado puede poner fin a los enfrentamientos imperialistas , 25/12/2021.



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