VENEZUELA
¿Estado
de Emergencia?
¡Emergencia de la lucha proletaria!
La crisis
económica que sufre actualmente el capitalismo mundial ha golpeado,
y sigue golpeando duramente a aquellos países, como Venezuela, cuya
base económica descansa en la exportación de sus materias primas;
los que pasa es que, en Venezuela, esta ha sido agravada por la serie
de políticas económicas implementadas por las diversas
administraciones capitalistas del país petrolero, es decir, mucho
antes que Maduro.
Maduro no
ha hecho sino lo mismo que hicieron sus antecesores: tener acceso al
crédito internacional, a fuerza de explotar una mano de obra
operativa o cesante, absolutamente barata – es imposible esquivar
el hecho de que los salarios deprimidos, el duro golpe que representa
la gigantesca subida de precios, el gasto innecesario de tiempo de su
tiempo libre para hacer colas, son parte del proceso de
sobre-explotación capitalista que sufre la clase obrera en
Venezuela: ¡el socialismo siglo XXI es hambre, miseria y represión!
De manera
que las diversas medidas tomadas por el gobierno chavista no
resolverán nada, solo mantendrán al vasto proletariado en Venezuela
con la cabeza a flote, para que siga produciendo riquezas y ganancias
a los burgueses chavistas, tradicionales o extranjeros.
Está, por
tanto, bien claro que las medidas «anti-neo-liberales» del gobierno
Maduro, medidas que el mismísimo FMI hubiese rechazado, están
destruyendo de arriba abajo lo poco que queda de condiciones vitales
y laborales del proletariado: ¡lo están convirtiendo en paria! ¡El
gobierno chavista es un gobierno capitalista sobre-explotador!
Triunfo
de la abstención y lucha de clase
Más allá
de las cifras de votantes, que da la oportunidad a la oposición
(MUD, principalmente) para aumentar la cantidad de diputados o
curules en la Asamblea Nacional, las elecciones vuelven a indicar que
las cosas van palo abajo... Pero también han demostrado que lo único
serio en el reciente circo electoral, el gran protagonista no fue
otro que la abstención que no es más que el reflejo del
descontentos de amplios sectores del proletariado y la clase media en
Venezuela, no obstante haber favorecido altamente el triunfo de la
oposición MUD-VP, y a pesar de estar a favor y beneficiarse
directamente de una política – chavista u otra (1) – de reformas
destinadas a aumentar su tenor de vida, decidieron darle la espalda
al gobierno, además de rechazar el chantaje de que peor iba a ser la
derecha si se abstenían. No hay duda de que ante la cruda realidad y
la opresión capitalistas, los efectos del opio electoral comienzan a
disiparse.
Y no era
para menos, ante la crisis petrolera que inevitablemente iba a
golpear el país desde el mismo estallido en 2008-2009 de la crisis y
recesión económica mundial, el gobierno Maduro ha tenido que
disminuir el contenido de todas las «misiones» organizadas para
«redistribuir» la riqueza, punto de partida y llegada del programa
chavista. Y las elecciones mostraron el rechazo sobre todo a las
orientaciones políticas y económicas puestas en marcha por la
dirigencia chavista, que han llevado al país a prácticamente entrar
en un proceso de desmantelamiento y ausencia de orden y control hasta
de las más mínimas acciones gubernamentales como la de dirigir el
transito (2). ¡El partido de la abstención ha triunfado! Pero la
abstención no basta, así como no basta rechazar o desconfiar de
Maduro y su entorno, si no se toma el camino de la lucha de clase
para la conquista del poder político que hoy detentan los
capitalistas.
En fin, la
tendencia de la oposición es a acomodarse a la situación, puesto
que mientras Maduro aplique la austeridad hacia las grandes masas -
escasez disfrazada con bolsas que se administran a cuenta gotas en la
población más necesitada, dejando a los demás resistiendo con un
salario que en la realidad representa una miseria - en fin, si las
cosas siguen así, con un programa de capitalismo ultra salvaje, como
el que aplica Maduro, para qué va a aparecer Ramos Allup (3) en el
rol de malvado?
¿Hay
alternativas en la escena política burguesa?
En la otra
punta de la tenaza política de la esclavitud capitalista, igual que
su competidor supuestamente adversario, tenemos a una oposición
hipócrita y mendaz, que gana unas elecciones por muy malas razones,
razones que no eran las suyas, sino del mismo chavismo descontento
que decidió abstenerse (2 millones, según cifras oficiales) por las
razones que harto hemos expuesto. De allí su poca capacidad de
convocatoria. Así las cosas, esta derecha tampoco es la solución ya
que persigue lo mismo que la izquierda bolivariana: ayudar a los
capitalistas, nacionales o extranjeros, pagar sus deudas con ellos,
para dejar el campo libre a la adquisición de nuevos préstamos,
tener acceso a dinero fresco. Pero ya sabemos que las garantías que
se piden para acceder a este «estado de gracia» se apuntalan en el
esfuerzo que haga el gobierno para que el proletariado venezolano
produzca más plusvalía por salarios de hambre, salarios que
de todas maneras siempre serán la medida de su esclavitud.
¡La
única alternativa es la lucha proletaria!
Para los
marxistas, la historia la escribe el choque de clase contra clase,
pero para que este choque desemboque en une victoria proletaria se
necesita la presencia efectiva de un partido revolucionario
comunista, internacionalista e internacional, tal vez pequeño pero
seguramente compacto,
armado
del programa marxista invariante y armado de las lecciones históricas
de las batallas de clase pasadas, para dirigir la lucha proletaria
hacia la revolución y la toma del poder, llevar a cabo la revolución
de toda la sociedad actual, y poder darle paso a una sociedad sin
clases, en la armonía de la vida de especie.
Desgraciadamente,
en Venezuela, como en otros países, aun no hay este partido de clase
debido principalmente a la derrota de la ola revolucionaria de la
primera postguerra, y de la dominación de la contrarrevolución
burguesa (fascista, estalinista y democrática) que sobrevino
después. El proletariado hoy no existe como clase para sí, como
decía el Manifiesto; es decir, no dispone de su órgano
político de clase,
no está organizada en verdaderas organizaciones de clase, luchando
por la destrucción del poder burgués y la instauración de su
propio poder político, la dictadura del proletariado. Los
proletarios y los militantes de vanguardia deberán entender la
necesidad de la constitución de este partido, no solo para llegar a
la meta final, sino para que las luchas futuras, los estallidos
colectivos que seguramente van a sacudir al país, no sean desviados
hacia el callejón sin salida del interclasismo democrático o del
nacionalismo populista.
Colocarse
sobre la vía de la lucha de clase, luchar por la defensa exclusiva
de los intereses de los proletarios y de las masas explotadas, sin
importarle la suerte de la «economía nacional» (es decir del
capitalismo nacional), utilizando los métodos y los medios de laucha
clasistas, organizándose en estos sobre bases de clase para la lucha
anti-capitalista de defensa cotidiana como par la lucha final contra
la burguesía nacional e internacional. Son estas razones que hacen
ver lo vital y necesario para el proletariado la constitución de
este partido.
¡El
gobierno decreta el estado de emergencia económica los trabajadores
deberán responder con la emergencia de la lucha de clase proletaria!
Ese sería
el primer paso para enfrentar y abatir al capitalismo, para hacer,
por fin, realidad la consigna de los cartistas ingleses; consigna que
sin la toma revolucionaria del poder político, decía Marx, era una
ilusión reformista: «el
poder político es nuestro medio, el bienestar social nuestro fin».
(1) Para
entender el sentido de estas reformas y contrarreformas, hay que
recordar que, producto de aumentos casi verticales de los precios
petroleros, el periodo fasto del chavismo (2004-2008) se puede
comparar al periodo fasto del socialdemócrata Pérez I (1974-1979),
al muy estilo del chavismo, populachero y ramplón, y sobretodo
manirroto, como ocurre con toda riqueza súbita. Venezuela, desde su
primera producción a escala industrial de petróleo siempre ha
vivido política y socialmente al vaivén de su valor en el mercado
mundial.
(2) El más reciente experimento
del chavismo reformista, la creación de organismos encargados de
centralizar toda la distribución de alimentos, y todo lo relacionado
con ella, lleva el nombre sonoro de CLAP (Comités Locales de
Abastecimiento y Producción). Pero es fácil deducir que si no se
importan las cantidades suficientes de productos por no tener la
plata suficiente, es lógico que al final de esa distribución surja
un embudo, y se genere un grupo dedicado al clientelismo, tal como
inevitablemente se están convirtiendo estos grupos organizados por
el Estado y el gobierno.
Como se ha podido ver en decenas
de videos colocados en Internet, la situación que se vive es
realmente de pánico y desesperación, propensa a crear acciones de
más en más violentas, tal como está sucediendo con la
multiplicación de emboscadas a los camiones llenos de
productos, esto, ante la posibilidad real de quedarse la población
sin alimentos y de morir literalmente de hambre! La poca «oferta»
ante la gigantesca demanda está generando un «sálvese quien pueda»
general y exponencial; en donde los más fuertes, los más listos,
los que más veloz corran obtendrán algo de lo que necesitan; en
otras palabras, en Venezuela solo impera la «ley del más fuerte»,
capaz de hacer dudar al mismo Hobbes, su creador: en todo caso, son
el preludio o antesala a un estallido realmente general y de
impredecibles consecuencias, peores a las que ya la población está
viviendo.
(3) Ramos Allup, hoy es jefe de
la oposición parlamentaria en la Asamblea Nacional, ayer fue, junto
con Carmona, testigo y promotor del golpe de Estado a Chávez en
abril de 2002.
Partido
Comunista Internacional (El Proletario)
15 de junio de 2016