Diversas organizaciones
solicitan difusión ante el aumento de la represión, el cierre de medios
de comunicación y la oleada de detenciones realizada por el gobierno de
Erdogan tras su reelección. Desde Turquía tratan de dar visibilidad a
esta escalada represiva, mientras se celebra la cumbre del G-20 en
Antalya.
La represión contra la disidencia y, de manera muy especial y concreta, contra la oposición kurda, que Erdogan mantuvo antes del proceso de paz y, más aún, tras su ruptura unilateral, es brutal e incesante. Desde este domingo, la conferencia del G-20 es organizada por el gobierno de Turquía en Antalya. La reunión del G-20 es de considerable valor de prestigio para el gobierno turco y los gobiernos europeos por desgracia ahora son muy suaves en las críticas de violaciones de los derechos humanos en Turquía, con la esperanza de que el Gobierno turco restringirá el flujo de refugiados hacia Europa.
La reunión se desarrollará en la turística localidad turca de Belek, en la provincia de Antalya, donde se ha activado de perímetro de seguridad de cientos de kilómetros. En las carreteras en un radio de 200-300 kilómetros de Antalya han sido desplegados controles policiales que registran los vehículos que circulan en dirección a la localidad. Los recientes atentados en París, van a marcar la agenda de la reunión, y desde este foro, los diferentes estados tratarán de crear un frente común contra el terrorismo islamista y también sobre la crisis de los refugiados.
Es precisamente Turquía el país clave en ambos asuntos. Diversas voces afirman que el Estado Islámico se alimentó de armas durante meses a través de las fronteras turcas. Un dato que deja en el aire muchas preguntas y no dejaría en buen lugar ni a los países occidentales, ni a sus aliados Turquía y Arabia Saudí. Además, Turquía ha albergado hasta casi cuatro millones de refugiados sirios en su territorio, y parece tener la llave para frenar el flujo migratorio.
Desde la victoria electoral de Erdogan, denunciada por fraude por diversos observadores internacionales, el aumento de la represión ha sido constante. Toques de queda, cierre de medios y detenciones masivas, tanto de miembros de organizaciones kurdas como de funcionarios y jefes policiales, han sido una constante en la última semana.
Desde Turquía, muchas organizaciones consideran que la difusión de las noticias sobre la intervención del ejército y la policía puede hacer que cambie la actitud de esos gobiernos, y ruegan desde medios de comunicación y organizaciones de Derechos Humanos se exprese la preocupación y denuncien estos recientes acontecimientos en el país. “Para salvar vidas, tenemos que hacer que las fuerzas de seguridad cesen las operaciones contra la población civil y permitan a los miembros del parlamento y los observadores internacionales independientes entrar a estas áreas castigadas por los bombardeos”, concluyen.
La represión contra la disidencia y, de manera muy especial y concreta, contra la oposición kurda, que Erdogan mantuvo antes del proceso de paz y, más aún, tras su ruptura unilateral, es brutal e incesante. Desde este domingo, la conferencia del G-20 es organizada por el gobierno de Turquía en Antalya. La reunión del G-20 es de considerable valor de prestigio para el gobierno turco y los gobiernos europeos por desgracia ahora son muy suaves en las críticas de violaciones de los derechos humanos en Turquía, con la esperanza de que el Gobierno turco restringirá el flujo de refugiados hacia Europa.
La reunión se desarrollará en la turística localidad turca de Belek, en la provincia de Antalya, donde se ha activado de perímetro de seguridad de cientos de kilómetros. En las carreteras en un radio de 200-300 kilómetros de Antalya han sido desplegados controles policiales que registran los vehículos que circulan en dirección a la localidad. Los recientes atentados en París, van a marcar la agenda de la reunión, y desde este foro, los diferentes estados tratarán de crear un frente común contra el terrorismo islamista y también sobre la crisis de los refugiados.
Es precisamente Turquía el país clave en ambos asuntos. Diversas voces afirman que el Estado Islámico se alimentó de armas durante meses a través de las fronteras turcas. Un dato que deja en el aire muchas preguntas y no dejaría en buen lugar ni a los países occidentales, ni a sus aliados Turquía y Arabia Saudí. Además, Turquía ha albergado hasta casi cuatro millones de refugiados sirios en su territorio, y parece tener la llave para frenar el flujo migratorio.
Desde la victoria electoral de Erdogan, denunciada por fraude por diversos observadores internacionales, el aumento de la represión ha sido constante. Toques de queda, cierre de medios y detenciones masivas, tanto de miembros de organizaciones kurdas como de funcionarios y jefes policiales, han sido una constante en la última semana.
Desde Turquía, muchas organizaciones consideran que la difusión de las noticias sobre la intervención del ejército y la policía puede hacer que cambie la actitud de esos gobiernos, y ruegan desde medios de comunicación y organizaciones de Derechos Humanos se exprese la preocupación y denuncien estos recientes acontecimientos en el país. “Para salvar vidas, tenemos que hacer que las fuerzas de seguridad cesen las operaciones contra la población civil y permitan a los miembros del parlamento y los observadores internacionales independientes entrar a estas áreas castigadas por los bombardeos”, concluyen.