1 de mayo de 2023


La lucha del proletariado sólo tiene un sentido:

¡defender los intereses inmediatos y futuros exclusivamente de la clase proletaria!

Durante décadas, todos los sindicatos y todos los partidos "obreros" se han dedicado a la colaboración de clases.

Hacia el final de la Segunda Guerra Mundial Imperialista, a los sindicatos reorganizados los llamaron tricolores, como los sindicatos fascistas, porque su característica fundamental era, y es, ser los portavoces de las demandas del capitalismo en las filas de la clase obrera y su función específica era, y es, mediar entre las demandas capitalistas (a nivel empresarial y nacional) y las demandas proletarias inmediatas. Su política era, y es, adaptar las demandas obreras tanto a las necesidades de las empresas individuales como a las demandas nacionales del poder burgués. Para ser eficaz en la aplicación de esta política en un régimen democrático no hay otro sistema -aparte del utilizado por el fascismo, es decir, la destrucción violenta de los sindicatos obreros y su sustitución por el sindicato único fascista- que la colaboración de clases, que consiste en engañar al proletariado -una vez debilitado por la derrota histórica de su lucha revolucionaria y la sustitución de su clasismo por el democratismo- de que la forma de mejorar sus condiciones de existencia y de trabajo es someterse a las exigencias del capital, a nivel empresarial y nacional, tanto en lo económico como en lo político, dialogando con la patronal y su Estado.

Las principales necesidades del capital son conseguir que los trabajadores trabajen de la forma más productiva posible y pagarles lo menos posible por su trabajo. Cada capitalista actúa necesariamente en el mercado, donde encuentra la competencia de otros capitalistas; por lo tanto, persigue esos objetivos para obtener su beneficio y vencer a la competencia, pero para alcanzarlos necesita disponer de la cantidad necesaria de trabajadores a los que explotar y de su adhesión (convencida o forzada) para satisfacer las necesidades de su empresa. Como sabemos, en la sociedad capitalista el asalariado es proletario porque sólo posee su fuerza de trabajo individual, que está obligado a vender a los capitalistas para recibir un salario con el que mantenerse a sí mismo y a su familia; ser proletario no sólo significa carecer de reservas, también significa hacer que la propia vida dependa completamente del trabajo que el capitalista te da o no te da.

Los capitalistas poseen todos los medios de producción en los que emplear la fuerza de trabajo de los obreros, naturalmente según la organización del trabajo más productiva posible, y en virtud de su poder económico y político se apropian de toda la producción de cada ciclo productivo; en la práctica, tienen en sus manos la vida de todos los proletarios de la ciudad y del campo. El poder real de los capitalistas reside precisamente en esta dominación; poder que se ve reforzado por ese órgano político particular que es el Estado y que tiene como función primordial defender los intereses, generales e individuales, de los capitalistas tanto frente a la competencia exterior como frente a la lucha de la clase proletaria.

Todo capitalista tiene que hacer frente tanto a la competencia de otros capitalistas como a la de sus propios proletarios en la medida en que éstos emprenden la lucha para exigir salarios más altos y condiciones de trabajo menos onerosas. La lucha de los trabajadores contra los capitalistas es paralela a la lucha competitiva que cada capitalista, y cada Estado, libra contra las burguesías extranjeras. Pero para que la lucha obrera sea una lucha de clase, debe llevarse a cabo con métodos y medios de clase y por objetivos exclusivamente en defensa de los intereses de la clase proletaria, por tanto métodos, medios y objetivos incompatibles con la paz social, con el diálogo social, con la colaboración entre clases.

En el curso histórico del desarrollo capitalista, la clase proletaria también se ha desarrollado no sólo como masa trabajadora, sino también como clase organizada para defender sus intereses. Por eso los capitalistas, aparte de contar con la evidente protección del Estado, han intentado por todos los medios contrarrestar la fuerza del proletariado organizado, tanto en el plano inmediato, los sindicatos, como en el plano político con sus partidos.

En la sociedad capitalista, la lucha entre clases nunca desaparece; puede alcanzar su máxima expresión en determinadas coyunturas históricas, como en situaciones revolucionarias en las que el proletariado une sus fuerzas al ser dirigido por su partido de clase, o puede permanecer, incluso durante décadas -como es el caso del siglo pasado-, dentro de un contraste social sustancialmente controlado por la burguesía. La burguesía ejerce este control a través de diversas formas: aumentando la competencia entre proletarios, utilizando la represión directa en la fábrica, recurriendo a la represión estatal tanto a través de la justicia como de la policía, sobornando a sindicalistas y políticos, despidiendo a los trabajadores más combativos, deslocalizando, cerrando empresas que ya no son suficientemente "productivas" en relación con el mercado o simplemente porque han quebrado.

Es un hecho constatado que, a partir del final de la Segunda Guerra Mundial, la política de colaboración de clases de los sindicatos reconstituidos tras la fase fascista del sindicato único, y de los partidos autodenominados socialistas y comunistas, ya no fue un hecho episódico o relativo a un sector particular de la producción, sino que se institucionalizó, válida por tanto para todo el sistema económico, previendo así la regulación de todas las relaciones sociales entre la burguesía y el proletariado. Y este buen resultado de la democracia postfascista se lo debe precisamente al fascismo, que fue el primero en introducir la colaboración de clases entre capitalistas y proletarios a través de las sociedades anónimas como única base reconocida para la negociación entre proletarios y capitalistas, tanto en el sector económico del capital privado como en el del capital público.

Por otra parte, el desarrollo del capitalismo en su forma imperialista, con la creación de enormes monopolios, trust y corporaciones multinacionales, con intereses que trascienden las esferas nacionales en las que se ha desarrollado cualquier capitalismo nacional, impuso la necesidad de universalizar el método de negociación entre las empresas y la fuerza de trabajo y de institucionalizarlo mediante leyes estatales que facilitaran y regularan de antemano la administración de la fuerza de trabajo. Y, en efecto, la colaboración de clases institucionalizada ya no es un caso "italiano" o "alemán", sino que concierne a todos los países capitalistas.

La derrota de la causa proletaria -una causa histórica que sólo puede ser revolucionaria y mundial- se debe principalmente a la degeneración de los partidos proletarios y de los sindicatos obreros en los años ´20, que de la defensa exclusiva de los intereses de la clase proletaria, tanto en el terreno político inmediato como en el general, pasaron a la defensa de los intereses de la clase burguesa.

Mientras el capitalismo, en su forma imperialista, ha avanzado centralizando el poder en unos pocos monstruos estatales que representan a las centrales imperialistas mundiales, el proletariado -desde el punto de vista de sus intereses de clase tanto a nivel nacional como mundial- ha retrocedido: ha perdido su poder de clase porque ha abrazado la ilusión pequeñoburguesa de que podría conseguir un sistema social en el que cada clase social, cada estrato social pudiera satisfacer sus necesidades sin pasar por la lucha de clases, es decir, sin emprender el camino de la revolución antiburguesa y, por tanto, anticapitalista. Esta ilusión no cae del cielo, sino que surge de las relaciones sociales que caracterizan a esta sociedad y que están impregnadas de la ideología democrático-burguesa por la que todo individuo nace con los mismos derechos y las mismas oportunidades para crecer y mejorar su situación personal, por la que todos somos ciudadanos responsables ante un Estado que reconoce y representa la soberanía del pueblo, soberanía amparada por unas leyes "iguales para todos". Que todo esto es un castillo de falsedades se demuestra cada día; si no fuera así, no existiría en el mundo un grupo de multimillonarios que acaparan sistemáticamente la mayor parte de la riqueza mundial y miles de millones de proletarios hambrientos, y no existirían las guerras entre facciones burguesas y entre estados burgueses para avasallarse mutuamente con el fin de asegurarse más poder y mejores oportunidades de acaparar territorio económico, negocios y masas proletarias para explotar.

La economía capitalista se basa en una ley fundamental según la cual el capital debe explotar el trabajo asalariado: cuanto más lo explota, más plusvalía obtiene de él y más aumenta el valor del capital invertido. El capital sin trabajo asalariado moriría, sin doblegar a los trabajadores asalariados a las exigencias de su propia valorización (es decir, de su propio aumento) no tendría razón de vivir. Así como la burguesía no puede escapar a esta ley, tampoco puede hacerlo el proletariado. El interés de la burguesía es mantener vivo este sistema, el interés del proletariado es emanciparse de este sistema; los dos intereses chocan permanentemente, no por la voluntad de una u otra clase, sino porque son antagónicos, y lo han sido desde que el modo de producción capitalista se impuso históricamente.

Este antagonismo de clase está siempre presente, incluso cuando el proletariado no lucha: en realidad es la burguesía la que está en lucha permanente tanto contra los restos de los modos de producción anteriores, como contra las burguesías extranjeras y contra el proletariado. En el primer caso representa el progreso económico y social, en el segundo caso representa la lucha de la competencia para aumentar el poder frente a los competidores y, así, fortalecer la conservación del sistema económico capitalista, en el tercer caso representa la reacción social porque la riqueza social producida bajo el capitalismo es el resultado de la explotación del trabajo asalariado que históricamente tiende a emanciparse del capitalismo: "La condición más importante para la existencia y dominación de la clase burguesa es la acumulación de riqueza en manos de particulares, la formación y multiplicación del capital; la condición del capital es el trabajo asalariado". Esto lo sabemos desde 1848, desde el Manifiesto Comunista de Marx-Engels; y la burguesía también lo sabe, como sabe -porque es la historia de las luchas de clases y de las revoluciones proletarias la que también se lo enseña- que con el desarrollo de la gran industria, de la que es vehículo involuntario y pasivo, también se desarrollan las masas proletarias más allá de todas las fronteras "nacionales" y, con ellas, la base de la lucha de clases a escala mundial.

Por lo tanto, la burguesía tiene todo el interés en bloquear, fragmentar, desviar la lucha obrera del terreno de la confrontación antagónica de clases al terreno de la colaboración de clases. La lucha de la burguesía contra el proletariado tiene como objetivo no sólo mantenerlo en la condición de proletariado, cuya vida depende exclusivamente del trabajo asalariado y, por tanto, del capital, sino impedir que se organice independientemente, por sus propios intereses de clase y por objetivos históricos totalmente opuestos a los de la burguesía. Y en esta operación, la burguesía se sirve de la contribución de todas las fuerzas que ha logrado corromper y transformar en fuerzas de conservación: los oportunistas, los colaboracionistas que proceden de las filas del propio proletariado.

La lucha del proletariado contra la burguesía tiene como objetivo no sólo mejorar sus condiciones de existencia y de trabajo en el terreno inmediato, sino emanciparse en general del yugo del trabajo asalariado: de ser una clase para el capital, el proletariado lucha históricamente por convertirse en una clase para sí mismo, para su propia emancipación.

¿De qué debe emanciparse? Del capitalismo, de la burguesía que lo aplasta en condiciones de dependencia absoluta del trabajo asalariado, que ha hecho de él el esclavo moderno. Este es el gran objetivo histórico que el proletariado anunció con sus luchas revolucionarias en Europa en 1848, en 1871 con la Comuna de París, a lo largo de las dos primeras décadas del siglo XX con la lucha contra la guerra, durante y después de la guerra, y, en 1917, con la revolución victoriosa en Rusia y con los intentos revolucionarios de 1919-1920 en Hungría, Alemania y en 1927 en China.

Pero esas luchas han sido derrotadas, la burguesía, a pesar de estar continuamente en guerra entre sus naciones, a pesar de acumular crisis económicas cada vez más agudas y devastadoras en la historia de su dominio, ha vencido, sigue en el poder en todas partes, en todos los países del mundo, industrializados y no industrializados. Parece invencible.

Pero la historia no deja que el calendario de las revoluciones y contrarrevoluciones sea dictado por la voluntad de las burguesías más fuertes: la lucha de clases no fue inventada ni por la burguesía ni por el proletariado. Surge del desarrollo de las fuerzas productivas que chocan con las formas de producción que, en un determinado momento de su desarrollo, ya no pueden contenerlas y limitan su empuje objetivo. Por supuesto, la burguesía ha intentado, intenta e intentará limitar ese desarrollo porque no puede hacer nada para resolver las crisis que periódicamente y cada vez con más fuerza afectan a su sistema económico y social, salvo destruir parcialmente las fuerzas productivas que ella misma ha creado y desarrollado. Pero las destruye para poder renovarlas de nuevo porque su objetivo es siempre valorizar el capital, mecanismo que -si no se detiene- reintroducirá las condiciones generales para nuevas crisis y nuevas destrucciones. Las fuerzas productivas modernas son el capital y el proletariado, el uno trata de limitar su desarrollo, el otro, representando el trabajo humano que es la base de la producción social, se ve impulsado a desarrollarlas cada vez más: su enfrentamiento es inevitable. La solución no la puede aportar la clase burguesa, sólo la puede aportar la clase productora, la clase del proletariado, a través del medio que la historia ha expresado desde la antigüedad: la revolución. Por otra parte, la propia burguesía fue empujada a la revolución para poder dar libre desarrollo a las fuerzas productivas modernas que representaba, derrocando con toda la violencia necesaria las formas de producción feudales y asiáticas. Y desde hace más de ciento cincuenta años lucha contra la revolución que, bajo su dominio, ha tomado la forma del proletariado.

La revolución es un proceso histórico, no un acto, por violento que sea, de un día o de unos años. Y en este proceso histórico, para que desemboque en la revolución, es la lucha obrera la que debe desarrollarse en el terreno de la confrontación de clases, un terreno que al principio es el de la lucha en defensa de los intereses económicos inmediatos, pero que la propia confrontación con la burguesía dominante y su Estado eleva a lucha política general.

Con la degeneración de los partidos comunistas y de la Internacional Comunista en los años ´20, se abrió el camino a la derrota general del movimiento proletario revolucionario. Desde entonces, el proletariado mundial ha retrocedido un siglo entero. Por eso la burguesía parece invencible. Pero la lucha obrera no ha dejado de dar sus señales, aunque esté impregnada de ilusiones democráticas y pacifistas.

Sin remontarnos a la extenuante lucha en el gueto de Varsovia de 1944, a los levantamientos de Berlín de 1953 o de Budapest de 1956, basta con echar un vistazo a la larguísima serie de luchas obreras que han surgido en diversas partes del mundo para darnos cuenta de que el capitalismo no es fuente de prosperidad y paz, sino de desigualdades, explotación, miseria, crisis y guerras, contra las que la clase proletaria no tiene más remedio que luchar, en una lucha que, sin embargo, encuentra en su camino a las fuerzas sindicales y políticas del colaboracionismo interclasista. Y es este colaboracionismo la causa de su impotencia.

En aquellos lejanos años ´50, y en los ´60 y ´70, que sacudieron la paz social en Francia, Italia, y de nuevo en Alemania, y en los ´80 en Gran Bretaña, Polonia y Rusia, las burguesías dominantes utilizaron todos los medios del colaboracionismo tradicional y del nuevo reformismo extraparlamentario y de "extrema izquierda", incluso hasta la lucha amada, para contener la presión de las masas trabajadoras y sabotear sus acciones de protesta y de huelga con el fin de reconducirlas al terreno del diálogo social. Así, hoy, ante un posible futuro estallido de guerra a escala mundial, cuyos primeros signos se vieron a principios de los años ´90 con las guerras de Yugoslavia y hoy, mucho más peligrosamente, con la guerra de Ucrania, toda burguesía dominante ha intensificado su propaganda nacionalista llamando a su proletariado a la cohesión nacional, a la unión sagrada, a la defensa de los valores de la civilización occidental. Nada nuevo bajo el sol: se trata exactamente de la misma propaganda que fue utilizada por la burguesía para regimentar, cada uno, a su proletariado con el fin de enviarlo a ser masacrado en la guerra, a uno y otro lado de los frentes. Un nacionalismo aderezado de vez en cuando con las más diversas "reivindicaciones", pero cuyo objetivo ha sido siempre servir de aglutinante entre los intereses burgueses y proletarios, intereses que en realidad son siempre antagónicos, porque mientras la burguesía gana con las guerras, el proletariado pierde la vida en ellas.

No podemos ocultar que, por mucho que se haya agriado con el paso del tiempo, el nacionalismo sigue teniendo una influencia decisiva sobre las masas proletarias incluso hoy en día. Todos los países se arman para los conflictos próximos y futuros, todos los parlamentos dan luz verde a toda una serie de medidas y leyes para restringir al máximo la tan cacareada libertad de organización, de expresión y de huelga. Y toda fuerza de colaboracionismo de clase, sindicato o partido, se encarga de distraer a las masas proletarias llevándolas al terreno del diálogo social impotente, pidiendo a los poderes burgueses que se apiaden de los trabajadores cada vez más reducidos a una vida de precariedad y miseria.

Y cuando las masas proletarias, como en los últimos meses en Francia, Gran Bretaña, EEUU, Alemania, República Checa, Turquía, Venezuela, China, España, Cuba o Sri Lanka, y en Italia o Irán, salen a la calle para luchar contra el alto coste de la vida, contra las intolerables condiciones sociales, contra el empeoramiento de las condiciones de trabajo, contra el empeoramiento de las reformas de las pensiones, contra los despidos y el paro y por aumentos salariales, entonces hablan los llamados 'sindicatos obreros', exigen que no se invierta más capital en la industria armamentística sino en mano de obra, amenazan con huelgas y manifestaciones que ahora ninguna burguesía teme; mientras que los llamados "partidos obreros" se preocupan de sus tejemanejes de políticos experimentados dispuestos a aprovechar cualquier oportunidad para reforzar o ampliar sus privilegios. Este genio es el primer gran obstáculo que la clase proletaria encuentra en su camino; es la fuerza social que toda burguesía lanza contra ella para debilitarla, distraerla, engañarla, desviar cualquier acción que el proletariado emprenda autónomamente. Este hecho por sí solo deja claro que la burguesía, en realidad, teme que las masas proletarias se vean empujadas a la vía de la lucha de clases, y las teme porque sabe, por experiencia histórica, que la fuerza social del proletariado puede convertirse en una formidable fuerza de choque a condición de que se haga completamente independiente de toda institución y aparato burgueses, a condición de que dé a su lucha el contenido de la defensa exclusiva de los intereses proletarios y de los métodos y medios de la lucha anticapitalista, por tanto de clase.

Los proletarios no tienen que defender una patria que no es la suya y por la que la burguesía los manda a masacrar en las guerras; no tienen que defender la empresa en la que trabajan como esclavos ni la economía nacional que alimenta exclusivamente los intereses capitalistas, como tampoco tienen que luchar contra proletarios de otras nacionalidades ni como inmigrantes ni, mucho menos, como "enemigos de la patria". Los principales enemigos son la burguesía nacional y las burguesías de todos los demás países. Y el único aliado es el proletariado de otros países.

El 1º de mayo, que los burgueses y colaboracionistas de todos los colores han convertido en un "día del trabajo", fue un día de lucha, de lucha anticapitalista, de lucha antiburguesa, y así debe volver a ser si los proletarios quieren quitarse el manto intoxicado de nacionalismo y colaboracionismo y ponerse las armas de su verdadera lucha de clases, la única que abrirá el camino a la revolución contra la sociedad de opresiones, de crisis económicas y sociales devastadoras, de guerras.

 

¡Lucha en defensa exclusiva de los intereses proletarios y por su organización independiente!

¡Los proletarios no tienen patria! ¡Los proletarios tienen un mundo que ganar!


Partido Comunista Internacional (El Proletario)

25 de abril de 2023 

www.pcint.org 






[Ecuador] ¡Contra el libre porte de armas y la guerra de todos contra todos, formemos comunidades de lucha al calor de una nueva revuelta!

        

 ¿Para qué el gobierno del banquero sociópata Lasso decretó el libre “porte de armas de uso civil para defensa personal” justo después del juicio político en su contra a fin de destituirlo, en medio de la actual escalada de la violencia asociada al narcotráfico, el desempleo y la pobreza, así como también de la criminalización y represión de la protesta social?


En el corto plazo y visto por encima, para seguir en la presidencia a la fuerza, generando un mayor ambiente de violencia, inseguridad y miedo en las calles que justifique y mantenga su poder actual y la represión estatal en manos de policías y militares. Además, para beneficiar a las empresas que producen y comercializan armas no artesanales, junto a las empresas de seguridad privada que ahora también van a participar en la represión. Y, lo peor de todo, para que los burgueses y pequeñoburgueses violentos de extrema derecha y los lumpenproletarios de las bandas del narcotráfico maten a los proletarios rebeldes y a los proletarios sobrantes, de manera impune y como si fuese una "limpieza social".

Todo esto, es dar más poder a las fuerzas paraestatales que el Estado dice combatir, pero que en realidad son dos tentáculos del mismo pulpo: el terrorismo capitalista. Es una patada de ahogado burgués que afecta gravemente a toda la población de este país, sobre todo a la clase desposeída, explotada y empobrecida.

En el largo plazo y visto a profundidad, el decreto de libre porte de armas en esta región sólo es la gota que está derramando el vaso de una realidad histórica y estructural ya existente: no sólo que la sociedad actual está en descomposición porque el llamado narcoterrorismo la gangrena, y que, en ese sentido, Ecuador ya está a la par de Colombia, El Salvador y México; sino que el capitalismo es la guerra de todos contra todos y que el Estado es la mafia de las mafias; que el capitalismo y su Estado son el mayor crimen organizado contra la humanidad (y la naturaleza); que el sistema capitalista es un sistema de violencia, terror y muerte, aquí y en todo el mundo; y, que o matamos al capitalismo haciendo la revolución social mundial o el capitalismo nos mata como especie humana. El futuro distópico es aquí y ahora.  

En realidad, el capitalismo siempre ha sido mafioso, sólo que ahora su naturaleza se ha desnudado y es más brutal, evidente y escandalosa que antes, debido al creciente poderío del narcotráfico y las redes sociales. Esto no es una anomalía ni una excepción a la regla. No es "narcocapitalismo" ni "narcoestado": eso mismo es el capitalismo y el Estado, así como la democracia en realidad es la dictadura de la burguesía.

Y no es casualidad que esto acontezca bajo el gobierno de un banquero. Los bancos asimismo han existido desde principios del capitalismo y desde entonces han sido mafias de cuello blanco y corbata; pero mafias, al fin y al cabo: el robo y el asesinato para acumular más capital y poder son su “marca registrada”. Antes de y durante su gobierno actual, la mafia de Lasso o del Banco de Guayaquil lo ha demostrado empíricamente una vez más en esta pequeña región del planeta: “Pandora Papers”; “narcogenerales”; masacres carcelarias; redes de corrupción en empresas públicas y privadas; impunidad y hasta indemnizaciones para mafiosos “de alto nivel” (banqueros, políticos, narcos, etc.); “El Gran Padrino”; asesinatos de luchadores sociales, periodistas y testigos clave; este último decreto, etc.

Las diferentes mafias capitalistas siempre han estado en guerra entre sí por dinero, poder y territorio. Dicho de otra forma, no hay capitalismo sin guerra interburguesa. Hoy día en Ecuador, la guerra interburguesa está protagonizada por el gobierno mafioso de la burguesía financiera que vive a costa de la usura de la mayoría de la población vs. las mafias o carteles de drogas de la lumpenburguesía y sus bandas delincuenciales que están compuestas por miles de proletarios sin trabajo ni educación ni futuro de los suburbios. El poder (económico, social, político, militar, etc.) de ambas fracciones de la clase capitalista radica en la explotación y la dominación de todos los sectores de la heterogénea y fraccionada clase trabajadora, la cual también se encuentra en violenta competencia interna por sobrevivir a como dé lugar.

En ese marco, el reciente decreto para el libre “porte de armas de uso civil para defensa personal” en Ecuador (decreto ejecutivo 707) es parte de un mecanismo violento de acumulación de capital frente a la actual crisis de valorización capitalista que, por cierto, está haciendo quebrar a varios bancos y empresas en todo el mundo. Y también es parte de un mecanismo violento de disciplinamiento y reproducción de la fuerza de trabajo colectiva (formal e informal) en aras de esa acumulación de capital en manos de la clase dominante. ¿Por qué?

Porque cuando la economía está en crisis y para prevenir que los explotados, oprimidos y marginados protestemos o nos rebelemos contras nuestras miserables condiciones de existencia, las mafias burguesas dentro y fuera del Estado que están en guerra entre ellas hacen treguas y alianzas temporales bajo la mesa a fin de imponernos su poder de clase mediante el terror, como ya dijimos al inicio, de manera impune y como si fuese una "limpieza social". El Capital, mafioso por naturaleza, destruye todo aquello que no produce valor o que no le produce ganancia. Ya ha pasado en Colombia, Brasil, El Salvador, México, EE. UU., Rusia, Ucrania y todo el mundo. Ahora es el turno de Ecuador y, como también ya lo dijimos, tiene un solo nombre: terrorismo capitalista.

La consecuencia más grave y terrorífica de esta medida estatal es que, precisamente por lo fraccionada y descompuesta que está la clase trabajadora por y para el Capital, la guerra interburguesa abierta que se viene con el libre porte de armas tendrá como protagonistas y carne de cañón a los proletarios sobrantes y los lumpenproletarios que habitan los barrios, los suburbios y las cárceles. A lo que se sumaría la formación de bandas paramilitares de burgueses y pequeñoburgueses psicópatas y violentos de extrema derecha (ya que ellos poseen el dinero para comprar y tener armas), operando junto al ejército y la policía supuestamente "contra la delincuencia" o "por la seguridad ciudadana". Más claro: chapas, milicos, paracos, narcos y delincuentes comunes dándose bala entre ellos, pero también reprimiendo juntos la protesta social. En suma, una guerra civil antirrevolucionaria en las calles de este país. Una guerra de todos contra todos para imponer la paz social capitalista de los cementerios con miles de muertos. Una contrarrevolución preventiva y sangrienta.

¿Qué podemos hacer frente a esta catástrofe acelerada y mortal? ¿Guardar un silencio cómplice? ¿Rezar de rodillas para que las mafias estatales y paraestatales no nos maten en medio de su guerra? ¿Pedirle a la mafia mayor que es el Estado capitalista que nos dé “empleo, educación, salud y seguridad”; es decir, pedirle peras al almo? ¿Armarnos y ser violentos? ¿O más bien practicar la solidaridad de clase, de manera organizada y autónoma, y protestar de esa manera contra la situación actual hasta que la protesta se transforme en revuelta y la revuelta en revolución?


      Nosotros los comunistas radicales afirmamos que nuestra mejor arma es la solidaridad de clase, junto con la autoorganización y la acción directa de masas, en forma de asambleas, consejos y/o comités de proletarios/as en todos los espacios y territorios para defender y transformar nuestras vidas en todos los aspectos: desde la forma de “ganarse la vida”, la alimentación y la vivienda hasta el uso del tiempo libre, las relaciones interpersonales y la salud mental. Unificarnos como clase y formar comunidades de lucha por la vida, al calor de una nueva revuelta.

Asociarnos, cuidarnos e intentar vivir de otra manera mientras luchamos contra el capitalismo, el Estado y todas las formas de opresión (sexual, racial, etc.) es la clave, porque como individuos aislados somos presa fácil de la violencia y la muerte en esta guerra interburguesa. En cambio, durante el Paro Nacional de Junio de 2022 el índice de criminalidad y narcotráfico se redujo debido: 1) a que los narcotraficantes y criminales mayores, los policías y los militares, se vieron obligados a dejar de traficar para reprimir la revuelta; y, sobre todo, 2) a la masividad y la solidaridad propias de la revuelta, pese a sus límites y contradicciones. Porque cuando en las barricadas se combate por la vida y todos “los nadies” comemos gracias a las Ollas Comunes, no hay necesidad de delinquir para los proletarios sin trabajo ni futuro que hoy lo hacen.

Por lo tanto, lo único que puede frenar la matanza civil que se viene con el libre porte de armas es una revuelta masiva y contundente que vaya en contra y más allá de este gobierno burgués mafioso y de las mafias lumpenburguesas de narcotraficantes. Decir “no al libre porte de armas y a la violencia” no es suficiente ni efectivo. A corto plazo, para salvar el pellejo de la gente de aquí es vital hacer un Nuevo Paro Nacional que tumbe este decreto de muerte y este gobierno del banquero sociópata Lasso. Mientras tanto, la violencia y los muertos seguirán en ascenso; sus cifras se dispararán.

A largo plazo, dado que el problema es de fondo y que los látigos de la contrarrevolución a veces ponen a andar a los caballos de la revolución, la solución de fondo, para este y para todos los males actuales, sólo puede ser la Revolución Social Mundial que suprima las causas de toda esta violencia capitalista: la propiedad privada, el trabajo asalariado, el dinero, las clases sociales, el mercado, el Estado, las fronteras nacionales y las opresiones de género y "raza".

Más concretamente, la solución en última instancia es apropiarnos colectivamente de los medios de producción para producir colectivamente y satisfacer las necesidades colectivas, junto con la creación y desarrollo de nuevas relaciones humanas entre los individuos en todos los aspectos. La autoorganización, la acción directa y la solidaridad son y serán nuestras mejores armas para llevar a cabo ese proceso histórico.

Pedirle a la mafia o banda delincuencial mayor que es el Estado capitalista que nos dé "empleo, educación, salud y seguridad", que “garantice derechos” o que “no nos abandone y nos proteja” es pedirle peras al olmo, porque no lo ha hecho ni lo va a hacer, sino todo lo contrario. Así pues, la socialdemocracia o el reformismo de todos los colores es desmentido y superado una vez más por el mismo progreso catastrófico del capitalismo. Muy por el contrario, la solución sólo puede venir desde abajo y sólo puede ser radical: la revolución proletaria para abolir y superar la sociedad de clases.

Sabemos bien que las mafias burguesas dentro y fuera del Estado reaccionarán con suma violencia frente a una revuelta y más aún frente a una revolución, a fin de no perder sus propiedades, sus negocios y su poder, que sólo son tales a costa de la desposesión, explotación y dominación de las nueve décimas partes de la sociedad. Usarán todo su terrorismo. Lo cual, a su vez, obligará a las comunidades en lucha por la vida a tomar medidas de legítima autodefensa (como las comunidades mapuches en la región chilena y los anticapitalistas de Exarchia en la región griega). El pacifismo es cómplice del terror de Estado y lo refuerza. No tiene cabida en una revuelta y mucho menos en una revolución.

Teniendo claro que nuestra mejor arma no es la violencia por la violencia, sino la solidaridad en tanto que germen de un mundo nuevo sin explotadores ni explotados, sin opresores ni oprimidos. De nada o poco sirve una insurrección si no es para producir la comunización de todo lo existente. Dicho de otra forma, la revolución es la combinación de insurrección y comunización, aquí y en todas partes, hasta que todo sea de todos y nadie sea enemigo ni verdugo de nadie. No sería el paraíso en la tierra, pero sí sería una Comunidad humana real, una comunidad de comunidades.

            Esto no es una cuestión de ideología política. Es una cuestión de vida o muerte de millones de seres humanos. La catástrofe capitalista en curso que hoy amenaza con matarnos como especie en el fondo pide a gritos revolución comunista mundial para salvar y transformar nuestras vidas. De lo contrario, la catástrofe actual será cada vez peor o cada vez más insufrible. De lo contrario, nosotros y nuestros seres queridos moriremos violentamente peor que perros de la calle.

El capitalismo es muerte, la revolución es vida. Tomemos partido y actuemos en consecuencia. La protesta y la revuelta con cabeza y mano propias, sin caudillos ni representantes, son los primeros pasos de la revolución. Demos esos primeros pasos aquí y ahora, desde la presente hasta las futuras generaciones.


La rebeldía es la vida, la sumisión es la muerte. ¡Vamos hacia la vida!

¡Formemos comunidades de lucha por la vida al calor de una nueva revuelta!


 Proletarios Hartos De Serlo

Quito, abril de 2023





FUENTE: http://proletariosrevolucionarios.blogspot.com/2023/04/ecuador-contra-el-libre-porte-de-armas.html

 

Francia

Ante el fracaso de la táctica sindical, sólo hay una alternativa: ¡la lucha de clases anticapitalista!

 

 


A pesar de que en los últimos tres meses millones de proletarios se han movilizado, manifestado y declarado en huelga contra la "reforma" de las pensiones deseada por los capitalistas y aplicada por el gobierno a su servicio, éste no ha dado marcha atrás.

Este fracaso no se ha debido a la falta de determinación de los trabajadores, desmintiendo a quienes aseguraban que los proletarios estaban resignados después de haber sido doblegados por la imposición de toques de queda y otros confinamientos durante la crisis de Covid. Todo ha sido mérito de la orientación dada al movimiento por la Intersindical. Esta última, temiendo un "estallido social" (como no ha dejado de repetir en sus llamamientos al gobierno y a Macron) ha retomado la vieja táctica de las movilizaciones parciales -mediante repetidas "jornadas de acción" a intervalos más o menos distantes y "huelgas intermitentes" en algunos sectores aislados- con el pretexto de reducir los sacrificios realizados durante la lucha y ahorrar la energía de los huelguistas y manifestantes. Esta misma táctica condujo a la derrota en las grandes luchas anteriores por las pensiones porque, como todo el mundo puede ver, debilita efectivamente la lucha, agota a los proletarios en vanas "jornadas de acción" sin futuro y acaba inevitablemente por desmoralizarlos. Pero para los dirigentes sindicales, verdaderos bomberos sociales infaliblemente apegados a la defensa del orden establecido, esta táctica les permite minimizar los daños causados a la economía capitalista y evita en la medida de lo posible cualquier "desbordamiento" de la lucha proletaria... que correría el riesgo de convertirse en una verdadera lucha de clases uniendo a todos los proletarios contra los capitalistas y su Estado.

La orientación de la Intersindical se deriva inevitablemente de la naturaleza de las organizaciones que la componen: sumidas en la red burguesa de colaboración de clases, orgullosas de mostrar a la burguesía su actitud "responsable", no pueden sino dar la espalda a cualquier lucha por el respeto de los principios de diálogo entre los "interlocutores sociales" y de paz social. Por eso, después de alinear su movilización con las aventuras del circo parlamentario, desde hace unos días piden una simple "pausa" de la reforma, el nombramiento de un "mediador"; en el último comunicado de la Intersindical (28/3) ya no se habla de retirar la reforma; y, a pesar del claro rechazo de sus propuestas por parte de las autoridades, como fieles servidores, se han apresurado a reunirse con el primer ministro...


 

¡POR UNA ORIENTACIÓN DE CLASE EN LA LUCHA PROLETARIA!

 

Hay quienes imaginan que sería posible empujar a las direcciones sindicales a convocar una huelga general hasta la victoria. Pero si, excepcionalmente, convocaran una huelga general, sólo sería para controlar el movimiento y garantizar la defensa de los intereses de la economía burguesa. No hay otra alternativa a la orientación de clase en la lucha, en ruptura total con la orientación legalista y pacifista del aparato sindical, contra la demagogia de los partidos pseudo-obreros o "rebeldes" y sus satélites, y por tanto en ruptura con la influencia de las múltiples fuerzas pro-burguesas de colaboración de clases.

 

La organización independiente sobre una base de clase es la única manera de que los proletarios tomen sus luchas en sus propias manos, eviten la derrota y se preparen para el ataque general contra el capitalismo el día de mañana.

Contra la "reforma" de las pensiones y contra todos los ataques burgueses, ¡por una orientación de clase en la lucha, rompiendo con las orientaciones derrotistas de las organizaciones colaboracionistas!

¡Unión en la lucha de todos los proletarios, públicos y privados, empleados y desempleados, activos y jubilados, hombres y mujeres, jóvenes y viejos, franceses e inmigrantes!

Reducción drástica de la jornada laboral y de la edad de jubilación.

¡Aumento general de los salarios, las prestaciones de desempleo, las pensiones y todos los mínimos sociales!

Contra toda discriminación, ¡igual salario por igual trabajo!

Regularización de los trabajadores irregulares.

No a la represión policial.

¡Revocación de todos los cargos contra huelguistas y manifestantes!

Solidaridad con los huelguistas.

Por la lucha revolucionaria contra el capitalismo, contra sus preparativos de guerra y su dominio imperialista, ¡unidad de los proletarios de todo el mundo!

 

5 de abril de 2023

 

 



Partido Comunista Internacional

Il comunista - le prolétaire - el proletario - proletarian - programme communiste - el programa comunista - Communist Program

 

“En la etapa actual abierta por el movimiento contra la reforma de las pensiones, la policía mutila e intenta asesinar para impedir el levantamiento, y defender a la burguesía y su mundo.
Pero nada debilitará nuestra determinación de poner fin a su dominio.”

Comunicado N°1 de compañeros de S.

 

El sábado 26 de marzo, nuestro compañero S. fue alcanzado en la cabeza por una granada explosiva durante la manifestación contra los embalses. A pesar de su estado crítico, la prefectura impidió intencionadamente que los servicios de urgencias intervinieran en primer lugar y que le trasladaran a una unidad de cuidados adecuada en segundo lugar. Actualmente se encuentra en reanimación neuroquirúrgica. Su pronóstico vital sigue estando comprometido.

El estallido de violencia represiva que sufrieron los manifestantes se saldó con centenares de heridos, varios de ellos con lesiones físicas graves, tal y como recogen los diversos informes disponibles. Los 30.000 manifestantes habían acudido con el objetivo de bloquear la construcción del megaembalse de Sainte-Soline, un proyecto que pretende monopolizar la gestión del agua en manos de una minoría que se beneficia de un sistema capitalista que no tiene nada más que defender salvo la muerte. La violencia del brazo armado del Estado democrático es la expresión más clara de esto.

En la etapa actual abierta por el movimiento contra la reforma de las pensiones, la policía mutila e intenta asesinar para impedir el levantamiento, y defender a la burguesía y su mundo. Pero nada debilitará nuestra determinación de poner fin a su dominio. El martes 28 de marzo y los días siguientes, reforcemos las huelgas y los bloqueos. Salgamos a la calle, por S. y por todos los heridos y encarcelados de nuestros movimientos.

Viva la revolución.

Camaradas de S.

pd: Si tienes alguna información sobre las circunstancias en las que hirieron a S., ponte en contacto con nosotros.Deseamos que este comunicado tenga la mayor difusión posible.

s.informations@proton.me

 

 

Comunicado N°2 de compañeros de S.

Mientras nuestro camarada Serge lucha como un león para aferrarse a la vida que el Estado intenta arrebatarle, asistimos a un nuevo estallido de violencia, esta vez procedente de los medios de comunicación, que intentan presentarlo como un individuo que debería ser legítimamente fusilado. En la actualidad, Serge sigue en coma con pronóstico reservado. Nuestra solidaridad para Mickaël y a todos los que han sido objeto de violencia policial.

Las palabras del Estado se repiten incansablemente en las principales plataformas para dar un perfil mediático al enemigo que quieren combatir. La cortina de humo no aguanta ya las decenas de testimonios de primera mano que reconstruyen los hechos. La gendarmería utilizó granadas para herir explícitamente a los manifestantes y voluntariamente actuó con negligencia denegando los primeros auxilios a tiempo, incluso si esto significaba dejar a los compañeros morir.

Los servicios de inteligencia están distribuyendo los antecedentes penales de Serge a las redacciones de las principales agencias de prensa para imponer el punto de vista de la policía y difamar lo que somos. No nos entretendremos aquí desmontando cada una de las versiones policiales tergiversadas deliberadamente. Eso sería tanto como creer que puede haber alguna verdad sobre este asunto proveniente de las cloacas de la propaganda estatal y mediática. Serge, como luchador revolucionario, ha participado durante años con toda su determinación en diferentes luchas de clase contra nuestra explotación, siempre preocupado por la ampliación, el fortalecimiento y las victorias para los proletarios.

Porque sí, no podemos resignarnos a que nos aplasten.

Llamamos a todos los que le conocen a hablar con sus amigos y camaradas sobre quién es. Pero debemos recordar siempre una cosa: Serge, en la lucha, rechaza la estrategia del poder para separar a los “buenos” luchadores de los “malos”. Estamos con él en esta línea.

El martes 28 de marzo, en pleno movimiento contra la reforma de las pensiones en Francia, personas de todo el mundo tuvieron la iniciativa de mostrarnos su solidaridad. También hemos recibido muchos mensajes de compañeros de otros países. Les agradecemos calurosamente y les invitamos a continuar y reforzar la lucha. Ya están previstas otras iniciativas y llamamos a los solidarios a sumarse a ellas y a multiplicarlas, sin moderación, en Francia y en el mundo.

Llamamos a una difusión masiva de este comunicado.

PD: Circulan muchos rumores sobre la salud de Serge. No los difundáis. Os mantendremos informados a medida que evolucione la situación.

 

 

Comunicado de los padres de Serge

Nuestro hijo Serge se encuentra actualmente hospitalizado con “pronóstico vital reservado”, a raíz de la herida causada por una granada GM2L, durante la manifestación del 25 de marzo de 2023 organizada en Sainte-Soline (79) contra los proyectos de embalses de riego.

Presentamos una denuncia por tentativa de homicidio, obstrucción deliberada a la llegada de los servicios de urgencia, y por violación del secreto profesional en el marco de una investigación policial, y utilización indebida de información contenida en un expediente.

A raíz de los diversos artículos aparecidos en la prensa, muchos de ellos inexactos o engañosos, queremos hacer saber que:

Sí, Serge está en la lista “S” —como miles de activistas en la Francia actual.

Sí, Serge ha tenido problemas judiciales —como la mayoría de las personas que luchan contra el orden establecido.

Sí, Serge ha participado en muchos mítines anticapitalistas —como millones de jóvenes en todo el mundo que piensan que una buena revolución no estaría de más, y como los millones de trabajadores que luchan actualmente contra la reforma de las pensiones en Francia.

Consideramos que no se trata de actos criminales que mancillarían a nuestro hijo, sino que, por el contrario, estos actos le honran.

Los padres de Serge

29 de marzo de 2023

 

_________________

OTROS COMUNICADOS:

https://barbaria.net/2023/04/16/comunicado-del-local-camarade-sobre-s-y-las-luchas-en-francia/?fbclid=IwAR0E3r7Lv3WfZ2GI4fP0F8HvUEpyG8KcB37twIV65VSU7brj45V7SmTZLJs



 


[recibimos y publicamos]

Hoy, mientras escribimos estas lineas, los compañeros franceses se encuentran en la novena jornada de Huelga convocada contra la reforma de las pensiones. Difundimos, promovemos, apoyamos... Por la extensión de las luchas, y por la solidaridad de clase



"Pero, ¿qué se esconde realmente detrás de este enfrentamiento y su puesta en escena? ¿Qué se apodera de los corazones, da coraje o rabia? Seguramente lo que está en juego es el rechazo del trabajo. Evidentemente, nadie se atreve a decirlo así porque en cuanto hablamos de trabajo, una vieja trampa se cierne sobre nosotros. Su mecanismo es sin embargo rudimentario y bien conocido, detrás del concepto mismo de trabajo, "nosotros" hemos confundido deliberadamente dos realidades muy distintas. Por un lado, el trabajo como participación singular en la vida colectiva, su riqueza y su creatividad. Por otro lado, el trabajo como forma particular de esfuerzo individual en la organización capitalista de la vida, es decir, el trabajo como dolor y como explotación. Si nos aventuramos a criticar el trabajo, o incluso a desear su abolición, la mayoría de las veces se entenderá como un capricho pequeñoburgués o un nihilismo dog-punk. Si queremos comer pan, necesitamos panaderos, si queremos panaderos, necesitamos panaderías, si queremos panaderías, necesitamos albañiles y para la masa que metemos al horno, necesitamos campesinos que siembran, cosechan, etc. Obviamente, nadie está en posición de disputar tal evidencia. El problema, nuestro problema, es que si tanto rechazamos el trabajo, si somos millones los que estamos en las calles golpeando el pavimento para que no nos inflijan dos años más, no es porque 'somos flojos'. o soñar con pertenecer a un club de Bridge, sino porque la forma que toma el esfuerzo común y colectivo en esta sociedad es invivible, humillante, muchas veces sin sentido y mutiladora. Si lo piensas, nunca luchamos por la jubilación, siempre contra el trabajo."

Reconocer colectiva y masivamente que para la gran mayoría vivimos el trabajo como un dolor, he aquí una realidad que el poder no puede permitirse asentar: tomar nota de ella implicaría tirar por la borda todo el edificio social sin el cual no hay nada. Si nuestra condición común es no tener poder sobre nuestras vidas y saberlo, paradójicamente, todo vuelve a ser posible. Tenga en cuenta que las revoluciones no necesariamente necesitan grandes teorías y análisis complejos, a veces incluso una pequeña demanda es suficiente para mantenernos hasta el final. Bastaría, por ejemplo, con negarse a ser humillado: por una cadencia, por un salario, por un jefe o por una tarea. Todo lo que se necesitaría es un movimiento colectivo que suspenda la ansiedad del cronograma, la lista de tareas pendientes, la agenda. Bastaría con reclamar la más mínima dignidad para uno mismo, para los propios y para los demás y todo el sistema se derrumbaría. El capitalismo nunca ha sido otra cosa que la organización objetiva y económica de la humillación y el dolor.

Dicho esto, hay que reconocer que en el futuro inmediato la organización social que impugnamos no sólo se mantiene unida por el chantaje de supervivencia que impone a todos. También está, y en particular, la policía y su violencia. No volveremos aquí sobre el papel social de la policía y las razones que la llevan a ser tan detestable, ya ha sido perfectamente sintetizado en este texto: Por qué todos los policías son cabrones . Lo que nos parece urgente es pensar estratégicamente sobre esta violencia, lo que reprime y asfixia a través del terror y la intimidación.

Repitámoslo, nunca se gana "militarmente" contra la policía. Es un obstáculo que hay que controlar, esquivar, agotar, desorganizar o desmoralizar. Despedir a los policías no es esperar ingenuamente que algún día depongan las armas y se unan al movimiento, sino por el contrario asegurar que cada uno de sus intentos de restaurar el orden a través de la violencia produzca más desorden. Recuerde que el primer sábado de los chalecos amarillos en los Campos Elíseos, la multitud, que se sintió particularmente legítima, cantó "la policía con nosotros". Unas cuantas cargas y gases lacrimógenos después, la avenida más hermosa del mundo se transformó en campos de batalla.

Dicho esto, nuestras capacidades de decisión estratégica para la calle son muy limitadas. No tenemos personal general, solo nuestro sentido común, nuestros números y cierta disposición a improvisar. No obstante, en la configuración actual de las hostilidades, podemos extraer algunas lecciones de las últimas semanas:

— La dirección policial de las manifestaciones, es decir su mantenimiento dentro de los límites de la inofensiva, es compartida entre los dirigentes sindicales y las fuerzas policiales. Una manifestación que sale según lo planeado es una victoria para el gobierno. Una manifestación desbordada contagia preocupación en la cúpula del poder, desmoraliza a la policía y nos acerca a una reducción de jornada. Una multitud que ya no acepta el rumbo trazado por la policía, daña los símbolos de la economía y expresa su enfado con alegría, es un desborde, por lo tanto, una amenaza.

— Por el momento y con excepción del 7 de marzo, todas las manifestaciones masivas han sido contenidas por la policía. Los desfiles sindicales permanecieron perfectamente ordenados y los manifestantes más decididos se vieron sistemáticamente aislados y salvajemente reprimidos. En determinadas circunstancias, un poco de audacia libera las energías necesarias para desbordar el dispositivo, en otras, puede autorizar a la policía a cerrar violentamente cualquier posibilidad. Sucede que cuando intentas romper una ventana, primero te rompes la nariz con el borde del dispositivo.

— Por su velocidad de movimiento e intervención y por su extrema brutalidad, los BRAV-M son el obstáculo más formidable. La confianza que han ganado en los últimos años y especialmente en las últimas semanas debe ser socavada. Si no podemos descartar la posibilidad de que, en ocasiones, pequeños grupos los superen y reduzcan su audacia, la opción más eficaz sería que la multitud pacífica de sindicalistas y manifestantes no tolerara más su presencia, interpusiera las manos en el aire en cada uno de sus avances, arremete contra ellos y los aleja. Si su aparición en las manifestaciones causa más desorden que restablecimiento del orden, el Sr. Núñez se verá obligado a exiliarlos a la Ile de la Cité, a confinarlos en su garaje de la rue Chanoinesse.

— El jueves 15 de marzo, tras el anuncio de la 49.3, se reunió una manifestación sindical declarada y más llamamientos dispersos al otro lado del puente de la Concordia frente a la Asamblea Nacional. Siendo el objetivo principal de la fuerza policial proteger la representación nacional, la multitud fue empujada hacia el sur. Gracias a esta maniobra, los manifestantes se vieron propulsados ​​y propagados en las turísticas calles del hipercentro. Los montones de basura dejados por la huelga de recolectores de basura se convirtieron entonces espontáneamente en infiernos, ralentizando e impidiendo las intervenciones policiales. Espontáneamente, en muchas ciudades del país, la quema de botes de basura se ha convertido en la firma del movimiento.

— El viernes 16 de marzo, una nueva convocatoria para ir a la Plaza de la Concordia resultó ser contenta. Si los manifestantes eran valientes y decididos, se encontraban atrapados en una trampa y un vicio, sin poder recuperar la menor movilidad. La prefectura no reprodujo el mismo error del día anterior. El sábado, una tercera convocatoria para acudir a esta misma plaza convenció a las autoridades públicas de prohibir cualquier reunión en un área que va desde los Campos Elíseos hasta el Louvre, desde los Grands Boulevards hasta la rue de Sèvres, es decir, alrededor de una cuarta parte de París. Miles de policías apostados en la zona pudieron impedir cualquier inicio de la manifestación acosando a los transeúntes. Al otro lado de la ciudad, una concentración en la Place d'Italie superó el despliegue policial y se precipitó hacia una manifestación salvaje en la dirección opuesta.

— El Ba-ba de la estrategia es que la táctica no debe oponer sino componer. La prefectura de París ya ha presentado su narrativa de batalla: manifestaciones masivas responsables pero inofensivas por un lado, disturbios nocturnos liderados por franjas radicales e ilegítimas por el otro. Quienquiera que haya estado en las calles la semana pasada sabe cuán mentira es esta caricatura y cuán importante es que siga así. Porque es su arma definitiva: dividir la revuelta entre buenos y malos, responsables e incontrolables. La solidaridad es su peor pesadilla. Si el movimiento gana en intensidad, las marchas sindicales acabarán siendo atacadas y por tanto defendiéndose. Los sorpresivos bloqueos de periféricos por parte de grupos de la CGT también muestran que parte de la base ya está resuelta a desbordar los rituales. Cuando la policía intervino en Fos-sur-Mer el lunes para hacer cumplir las requisas del prefecto, los trabajadores sindicalizados acudieron al enfrentamiento. Cuanto más se multipliquen las acciones, más se aflojará el control de la policía. Gérald Darmanin evoca más de 1.200 manifestaciones salvajes en los últimos días.

Como hemos dicho, los contornos del movimiento se están volviendo preinsurreccionales. Cada día se multiplican los bloqueos y se intensifican las acciones. El jueves será por tanto decisivo. Desde una perspectiva puramente reformista, si las protestas del jueves se extienden masivamente, Macron se verá acorralado. O se arriesga a un sábado negro en todo el país, es decir, al chaleco amarillo que más teme, o se echa atrás el viernes aduciendo el riesgo de grandes e incontrolables excesos.

Por lo tanto, todo está en juego ahora y más allá. La izquierda está al acecho, dispuesta a vender un resquicio electoral, una ilusión de referéndum, incluso la construcción de la IV Internacional . En cualquier caso, será cuestión de invocar a la paciencia y la vuelta a la normalidad. Para que el movimiento continúe y evite tanto la recuperación como la represión, deberá afrontar lo antes posible la cuestión central de cualquier levantamiento: ¿cómo desplegar los medios de su autoorganización? Algunos ya se preguntan cómo vivir el comunismo y propagar la anarquía.





OTROS TEXTOS E INFORMACIONES:

> Francia: pensiones, desempleo, inflación: 

> Tras el éxito de las movilizaciones del 19 y 31: 

> Après la faillite de l'orientation pacifiste ...: 

> Las tácticas dilatorias de las organizaciones colaboracionistas solo conducen a la derrota: 


Hoy, jueves 16 de marzo, está convocada una HUELGA GENERAL en Grecia por el accidente de tren que causó, al menos, 57 muertos.

 Reproducimos un texto escrito en inglés por un compañero presente en las manifestaciones de estos días pasados. Grecia está hoy paralizada por la Huelga general de 24 horas que tiene como principal demanda que se encuentre a "los verdaderos culpables".




Diario de los disturbios: la colisión del tren griego, 1ª parte


Como alborotador habitual en Atenas, intento resistirme a escribir este tipo de "reportajes" en inglés, ¿para qué? Parece un viaje existencial del ego, un perro meando en una boca de incendios: "¡Yo estuve AQUÍ! EXISTO".

En este caso, creo que no ha habido mucha cobertura anarquista en lengua inglesa de la respuesta popular al choque de trenes del 28 de febrero de 2023 en Grecia. Ahora, casi dos semanas después, el levantamiento general ha sido extraordinario. Algunos de los que vivieron (y participaron) en las insurrecciones de hace una década han dicho que el alcance y el sentimiento de este levantamiento son similares... y aquellas insurrecciones de entonces estuvieron a punto de derrocar al Estado.

Ha habido muchos días y noches de manifestaciones, disturbios, ocupaciones y huelgas en toda Grecia desde el choque de trenes; lo que sigue es la primera entrega de mi experiencia personal. No soy periodista, ni reportero, ni experto, simplemente un partidario que escribe.

(...) Tales son las cintas con las que adorno este pequeño diario: solidaridad con los combatientes, deseos de fuego y violencia a los buitres paraestatales y a los "periodistas de aventura" extranjeros, y compasión sin límites por esos extremistas en ciernes que se sienten como maníacos solitarios varados en un maizal complaciente. Creo en ti, como creo en mí mismo.


EL DÍA DEL DESCARRILAMIENTO - MIÉRCOLES 1 DE MARZO

El 28 de febrero, poco antes de medianoche, un tren de pasajeros en dirección norte, lleno en su mayor parte de estudiantes que regresaban del carnaval griego, chocó frontalmente con un tren de mercancías en dirección sur que circulaba por la misma vía. Este desastre ocurrió en un lugar relativamente remoto, junto al valle de Tempe, y la gravedad del accidente tardó en filtrarse. Se han identificado los restos de 57 personas, pero aún hay otras tantas "desaparecidas". ¡Desaparecidas! ¿Estaban en el tren y ahora están desaparecidos? Esto significa, para mí, que el número de muertos es superior a 100. Incluso con 57 muertos, es fácilmente el peor desastre ferroviario en la historia de Grecia. El interior de los vagones descarrilados ardió a 1300 grados centígrados, la temperatura utilizada para fundir vidrio en un horno. Como el gobierno y la compañía ferroviaria no saben exactamente cuántos billetes se vendieron para el tren, y de todos modos siempre hay docenas de pasajeros sin billete, incluidos inmigrantes sin redes familiares regionales, la pérdida de vidas humanas nunca será objeto de una contabilidad forense tecnocrática completa. Es decir, los estadísticos y numerarios no podrán acorralar este desastre en sus estadísticas; es simplemente un horror, una conflagración tan intensa que borró la especificidad.

Grecia no es un país grande, por lo que una catástrofe de esta magnitud tiene un impacto proporcionalmente enorme. 

El día de la colisión varios grupos, entre ellos anarquistas, convocaron una manifestación inmediata en las oficinas de Hellenic Train en Atenas. Hellenic Train es la empresa privada de capital italiano que compró la mayoría de los servicios ferroviarios de Grecia al Gobierno griego allá por 2017. La venta del sistema ferroviario nacional de Grecia a una empresa privada era algo que la UE había exigido, una condición para que los bancos centrales europeos condonaran las deudas del Estado griego.

El ambiente general del miércoles parecía más de dolor aturdido que de rabia, por lo que mi compañero y yo no estábamos seguros de cuánta gente acudiría a las oficinas. Varios centenares lo hicieron, y los dos llegamos justo a tiempo para que nos lanzaran gases lacrimógenos. A menudo soy un vaquero de los gases lacrimógenos, pero este fue un rociado extremo; tuvimos arcadas y nos tambaleamos. Los pelotones de antidisturbios que custodiaban el edificio del Hellenic Train eran muy agresivos, al igual que los escuadrones que vigilaban los surtidores de las gasolineras cercanas. 

La calle a la que da el edificio de Hellenic Train, Andrea Siggrou, es una de las principales vías de Atenas. Con seis carriles y un poco de terreno neutral, no me habría parecido un mal lugar para recibir gases lacrimógenos, pero el enorme volumen de gas desplegado y la quietud del aire entre los altos edificios de oficinas lo convirtieron en una pesadilla debilitante. Entre la multitud había todo tipo de personas, de todas las edades y tendencias políticas; la mayoría respondió a la embestida inicial de la policía abandonando la zona inmediatamente. Esto fue inteligente, porque era infernal.

En medio del caos, nuestros camaradas no consiguieron romper ninguna de las ventanas reforzadas del edificio, pero arrojaron pintura sobre la policía y el piso inferior del cuartel general del tren, incluyendo pintadas del tipo "ASESINOS" y "EL ESTADO MATA, MATA AL ESTADO".

Los que no quedaron satisfechos después de ese primer enfrentamiento se dispersaron y se reunieron en marchas más pequeñas; un grupo de tamaño decente que parecía ser en su mayoría comunista finalmente se unió en Siggrou y marchó de nuevo más allá del edificio del Tren Helénico, fluyendo alrededor de los contenedores en llamas. Coreaban "Venganza", un bonito sentimiento, además de las habituales soflamas sobre el incipiente ascenso del proletariado.

La más numerosa y alborotada de las marchas más pequeñas no se quedó ahí, sino que avanzó -también podría decirse que corrió- por Siggrou hacia el edificio del Parlamento, a unos 400 metros de distancia. Un número significativo de policías persiguió a esa escisión, bombardeándola con gases y granadas de estruendo. En Syntagma (el edificio del parlamento griego, pero también la gran plaza pública, la estación de metro y la calle más cercana) había aún más gases lacrimógenos.

A esas alturas, ya me había retirado a los elegantes parques que rodean la Acrópolis. Me tambaleaba con los ojos irritados, la piel ardiendo y los pulmones resollando entre las familias de turistas que paseaban tranquilamente. ¡BUM! BOOM! de las granadas de gas lacrimógeno, un bombardeo que parecía no tener fin. Sentí una rabia inmensa.


EL DÍA DESPUÉS DEL DESCARRILAMIENTO - JUEVES 2 DE MARZO

Los principales medios de comunicación griegos son pésimos desde cualquier punto de vista. El griego medio es mucho más culto e instruido que el estadounidense medio, pero el paradigma de las noticias aquí comienza en el equivalente balcánico de Rupert Murdoch y se vuelve más derechista y sensacionalista a partir de ahí. Es un espectro ideológico que va desde la "solemne regurgitación de la propaganda del partido gobernante" hasta la absoluta mierda conspiranoica de los chiflados. 

Mientras el gobierno se esforzaba por acorralar y redirigir la ira popular, al pueblo griego se le ofrecían explicaciones cuidadosamente elaboradas de por qué no deberíamos culpar a Nueva Democracia, el partido derechista que ha estado en el poder desde 2019 y durante doce de los últimos veinte años.

En el lado sobrio, los medios de comunicación y el gobierno tomaron como chivo expiatorio a un único jefe de estación de 59 años; los locutores de los noticiarios se sumergieron a fondo en su culpabilidad, publicando fotos de los miembros de su familia (¿por qué?), vilipendiándolo y anatematizándolo mientras que nunca mencionaron los múltiples sistemas automáticos de emergencia que deberían haber evitado su supuesto "error humano".

Por el lado de la conspiración, los expertos populistas y los trolls de Internet propagaron el rumor de que los romaníes (eterno objetivo de la derecha) habían provocado el accidente saboteando las líneas. También surgieron las primeras "preguntas" del tipo Sandy-Hook por parte de los nacionalistas en línea sobre, por ejemplo, si lo que ocurrió podría haber sido en realidad una misteriosa explosión en lugar de una colisión. No disfruto transmitiendo lo anterior, pero creo que merece la pena entender el entorno mediático griego. Lo más importante es que tras el accidente de tren hubo un rechazo casi unánime de estas mentiras. Las evidentes campañas de mentiras del gobierno y los medios de comunicación sólo sirvieron para enfurecer más a la gente.

La manifestación del jueves por la tarde fue en Syntagma. Mientras caminábamos hacia allí, empezó a llover. Un flujo constante y creciente de gente caminaba en dirección contraria. Soy un invitado del movimiento aquí en Grecia, y hasta cierto punto un invitado del pueblo griego, por lo que intento ser cuidadoso cuando hablo de "los griegos" como un monolito, pero no se puede negar que los griegos aborrecen el mal tiempo. La más leve llovizna o chaparrón provoca la cancelación de todo lo imaginable; todo el mundo corre al interior. Es una característica cultural. Por eso, para mí, la lluvia del jueves significaba que la manifestación no se celebraría. 

Mi compañero de manifestación estaba muy enfadado por el descarrilamiento del tren y decidido al menos a intentar marchar, y yo no iba a ser un aguafiestas, así que nos arrastramos hasta Syntagma en lo que se había convertido en un aguacero helado.

Las farolas alrededor de Syntagma estaban apagadas, lo que daba un aire aún más lúgubre. "La oscuridad es nuestra aliada", aseguré a mi camarada, un sentimiento en el que creo, pero que no me pareció especialmente cierto en ese momento. Estaba bastante oscuro y cada vez hacía más frío. Los riachuelos de agua recorrían los contornos de la calle y las aceras, y los únicos sonidos, aparte de la lluvia, eran el de una mujer sola gritando "¡Quemen este gobierno!" y el de una furgoneta de sonido comunista autoritario que emitía música metálica. En el oscuro bulevar frente al Parlamento, unos cientos de jóvenes comunistas, empapados pero férreos, permanecían en formación con sus simbólicos garrotes (banderas rojas sobre robustos palos, que rara vez se usan como armas).

Durante unos minutos deambulamos por la saturada situación, en busca de otros hooligans, pero nadie parecía el tipo. Las líneas de metro estaban cerradas debido a la huelga, pero bajamos por las grandes escaleras hasta la plaza de Syntagma y nos refugiamos bajo el saliente de la boca de metro. A pesar de las condiciones, era una escena simpática: un grupo aleatorio de manifestantes apiñados en un arco de piedra, charlando y compartiendo cigarrillos. Finalmente, alguien apareció en lo alto de los escalones cercanos a nuestro refugio: "Vamos, chicos", gritó, "¡Se mueve!".

Cuando salimos del refugio del túnel, vimos que, efectivamente, había una marcha en marcha, y era asombrosamente grande: eran miles. Nunca en mi vida había visto a tantos griegos salir a la calle con un tiempo tan absolutamente miserable. Intentamos encontrar un sitio cerca de gente afín a nuestras creencias y acabamos junto a un grupo anarco-comunista (...). 

La visibilidad era baja. No parábamos de confundirnos, pero sabíamos que estábamos en la parte más o menos correcta de la marcha porque teníamos un montón de policías antidisturbios flanqueándonos a ambos lados. La marcha fue enorme, lenta y sin incidentes, el tipo de acontecimiento que normalmente encuentro desalentador, pero su fuerza se vio reforzada por su desafío a la lluvia. Nos siguieron más policías antidisturbios y el Aura, el emblemático camión griego con cañones de agua de gran tamaño(...).

El momento culminante de la manifestación fue cuando pasamos por delante del Rex, un teatro ocupado recientemente por artistas y actores en huelga, y nos aclamaron desde detrás de su entrada atrincherada. El bloque respondió con un cántico atronador: "¡10, 100, 1000 okupas, contra el mundo de la podredumbre organizada!". Los policías antidisturbios que se encontraban entre el teatro y la marcha empezaron a girarse incómodamente de un lado a otro, y el espacio de su línea previamente organizada se amontonó y colapsó mientras se apresuraban a alejarse del teatro.

Al final llegamos a la plaza de Omonia (y la llenamos), todavía bajo una lluvia constante. Esperaba que la manifestación visitara la comisaría de policía cercana, pero en lugar de eso se dirigió hacia la estación de tren de Atenas(...). 

Cuando llegué a casa y me sequé, me enteré de que había habido grandes marchas por toda Grecia, muchas de ellas desafiando tormentas de lluvia similares. Los camaradas de Tesalia habían atacado una comisaría de policía, observé celosamente, pero había habido grandes y airadas manifestaciones en Volos, Larisa, Patras, en todo tipo de ciudades y pueblos, no sólo en los puntos calientes de la izquierda o el anarquismo. Había fotos en Internet de manifestaciones masivas en ciudades de las que nunca había oído hablar, y Grecia, como ya he dicho, no es tan grande. Me recordó un poco al verano de George Floyd en Estados Unidos, en el sentido de que la acción estallaba en lugares donde uno normalmente no esperaría verla. Empezaba a parecerse a un levantamiento.


FUENTE: https://bentley.noblogs.org/post/2023/03/14/riot-diaries-the-greek-train-collision-part-one/

 


EL 8 DE MARZO, QUE AYER FUE UNA JORNADA DE LUCHA PROLETARIA Y HOY SE HA CONVERTIDO EN UNA CELEBRACIÓN BURGUESA DE LA SOLIDARIDAD ENTRE CLASES, DEBERÁ VOLVER A SER UN SÍMBOLO DE LA LUCHA PROLETARIA


 

El 8 de marzo de 1917 (23 de febrero en el calendario ruso) las proletarias de Petrogrado, encabezadas por aquellas que trabajaban en el sector textil, salieron a la calle para luchar contra las penosas condiciones de vida que padecían como consecuencia de la guerra, los bajos salarios, la falta de alimentos, etc. Este levantamiento, verdadero origen de la conmemoración posterior del día de la mujer proletaria, dio la señal de salida a la mayor revolución que ha conocido la historia, a aquella que llevó al Partido Bolchevique al poder, al derrocamiento del Estado burgués, la instauración de los soviets de obreros y campesinos y al más extendido llamamiento a la insurrección proletaria mundial.

En aquel 8 de marzo, en una Rusia dominada aún por la monarquía zarista que la había conducido a participar en la Primera Guerra Mundial junto a las potencias imperialistas francesa e inglesa, las mujeres proletarias dieron un ejemplo que, en poco tiempo, provocó la extensión de los levantamientos tanto a las fábricas como al frente, donde miles de soldados jugaron un papel decisivo para fortalecer el poder obrero que se levantaba a través de los soviets.

Las mujeres proletarias padecían no sólo los rigores propios de la vida de la clase obrera en tiempos de paz, sino las condiciones especialmente duras creadas por la guerra imperialista, la carestía de alimentos, de ropa y de alojamiento: mientras los hombres trabajaban hasta el agotamiento en unas fábricas reconvertidas en centros de producción para la industria bélica, ellas soportaban en sus espaldas las consecuencias de una existencia impropia de seres humanos que se les exigía en nombre del interés superior de la patria y de las necesidades de la economía nacional.

Esas mujeres proletarias no se levantaron en nombre de una “igualdad” abstracta, no se enfrentaron a la policía zarista para defender los intereses de todas las mujeres, independientemente de la clase social a la que estas perteneciesen. Se levantaron, lucharon y murieron como proletarias y como tales también llamaron con su ejemplo al resto de proletarios de Rusia y de todo el mundo para que llevasen la lucha contra la guerra imperialista, contra todos los bandos burgueses, contra todas las naciones y todos los Estados, a todos los rincones del mundo.

Su acto no fue en balde. Con la revolución de febrero cayó el poder zarista y comenzó el primer episodio de la Revolución Rusa. Las fuerzas proletarias se batieron, desde entonces, contra los partidos burgueses que llevaban a los obreros al matadero en nombre no ya de la Corona y la tradición rusas, sino de la democracia y la libertad con que la burguesía pretendía gobernar el país. También se enfrentaron a aquellas corrientes pretendidamente proletarias, como los mencheviques, que querían apuntalar el Estado de clase burgués modernizando su estructura social, buscando un acomodo parlamentario para los proletarios a cambio de que estos aceptasen continuar siendo explotados y utilizados como carne de cañón en el frente. En pocos meses los proletarios rusos vieron pasar ante sus ojos las excusas religiosas, autoritarias, democráticas  y liberales para que el orden social se mantuviese gracias a su esfuerzo y a su sangre. La lección que aprendieron, que la clase proletaria debe luchar por imponer su dictadura de clase o, de lo contrario, siempre estará sometida a la dictadura de clase del enemigo, les dio la fuerza para imponer, con el Partido Bolchevique a la cabeza, el primer Estado proletario propiamente dicho de la historia. Desde octubre de 1917 y durante varios años, Petrogrado y Moscú fueron un símbolo del poder revolucionario del proletariado y a allí miraban los proletarios de todos los países tomándolo como ejemplo de aquello que la clase obrera puede llegar a hacer.

El origen del 8 de marzo es la celebración de la gran revolución victoriosa del proletariado. Y se celebra en nombre de la mujer proletaria porque es de la fuerza que esta parte de la clase obrera tiene, de la rabia y el odio a la burguesía que puede llegara a albergar en su seno, que saltó la primera chispa insurreccional. La mujer proletaria, que padece doblemente los rigores del mundo capitalista, que a la explotación económica añade la opresión social que le impone su condición, fue con razón la primera en rebelarse contra la situación que padecía el conjunto del proletariado ruso y europeo en 1917. Y es esta fecha y esta lucha la que los comunistas defendemos hoy, más de un siglo después, y la que la clase proletaria debería llevar por bandera si no se hubiese pervertido, falsificado y malversado su significado durante tantísimos años.


Hoy el 8 de marzo es una fiesta en manos de banqueras, empresarias y ministras. Lo celebra incluso la reina. Es una fecha en que se llama a las mujeres proletarias a celebrar junto con sus opresoras, a luchar de la mano en defensa de unos derechos que las trabajadoras realmente no podrán disfrutar nunca en la sociedad burguesa. La libertad y la igualdad que se reivindica en este día son la libertad y la igualdad de las mujeres burguesas con respecto a los hombres burgueses: la libertad de explotar la mano de obra, la igualdad para dirigir el Estado en defensa exclusiva de los intereses de su clase social, la unidad de ambos sexos para enviar, de nuevo, a los proletarios a matarse en los frentes de guerra para defender las necesidades superiores de la nación.

¿Qué queda para la mujer proletaria? Más allá de las celebraciones institucionalizadas, más allá de los ministerios feministas o de los gobiernos progresistas, las trabajadoras siguen padeciendo su condición social con toda su carga: salarios cada vez más bajos, precios cada vez mayores, problemas para encontrar una vivienda, para criar a los hijos, etc. Y a esto se añade la presión específica que padecen por ser mujeres, tanto en aquellos países donde sus derechos más elementales les son negados (como es el caso de Irán donde la última oleada de protestas tuvo en su inicio el asesinato de una joven kurda… ¡por no ponerse bien el velo!) como en aquellos donde tales derechos están legalmente reconocidos pero son negados una y otra vez por al fuerza de una realidad en la que la mujer sigue ocupando un lugar subalterno.

Mientras que el 8 de marzo de 1917 era una fecha de lucha para la clase proletaria, el 8 de marzo burgués de hoy en día es una celebración de la solidaridad entre las clases, de sumisión por tanto de la mujer proletaria a las exigencias de la clase burguesa en su conjunto. El triunfo de movimientos como el feminista, que incluso se ha llegado a reconocer en un país como España como foco inspirador del Estado, es el triunfo de la movilización de las mujeres proletarias detrás de la bandera de la unidad nacional. En una época en la que la paz lograda tras la Segunda Guerra Mundial tanto dentro como fuera de las fronteras de los Estados parece dar los primeros síntomas de agotamiento, la movilización de la clase proletaria es fundamental para adiestrarla en la aceptación de las exigencias que la clase burguesa pueda necesitar imponerla. La exaltación de valores aparentemente colocados por encima de las clases sociales, como la igualdad, la llamada “sororidad”, etc. sirven como banderines de enganche para ilusionar a determinados sectores proletarios, en este caso especialmente a las mujeres, y colocarlas fuera del terreno de la lucha de clase.

Tras la derrota de la revolución proletaria de 1917 a manos de sus enemigos externos e internos, abiertamente burgueses o disfrazados, como iba el estalinismo, de comunistas, las décadas posteriores, hasta el día de hoy, lo han sido de contrarrevolución permanente y preventiva. En esta contrarrevolución que la burguesía libra por todos los medios y en todo momento contra cualquier conato de lucha independiente del proletariado, buscando desmovilizarla incluso antes de que haya surgido, corrientes como el feminismo, que promete a la mujer proletaria una salida a los problemas que le acarrea su condición sin necesidad de liquidar el sistema capitalista, sirven como potentísimos bloqueadores sociales, que inhiben cualquier tipo de respuesta que a los problemas específicos de la mujer pudiera darse en el terreno de la lucha de clase, mediante el enfrentamiento con la clase burguesa y por la vía de la defensa intransigente de las condiciones de vida del proletariado en su conjunto. A las cuestiones que afectan con especial dureza a la vida de la mujer proletaria, el feminismo, que es hoy una ideología de Estado, responde llamando al “fin de la discriminación”, a la “paridad”, etc. Cuando la mujer proletaria pierde su empleo al quedarse embarazada, la burguesía, a través de la doctrina feminista, clama por la “corresponsabilidad en la crianza”. Contra la violencia social, sorda y continua, que padecen las mujeres en el hogar, en el puesto de trabajo o en la calle, la burguesía responde redoblando las leyes ultra represivas y feministas que permiten al Estado reforzar su papel policial. Y así en todos los casos.

Desde el 8 de marzo de 1917 hasta hoy ha transcurrido más de un siglo. Estamos terriblemente alejados de episodios como el que aquel día protagonizaron las mujeres proletarias de Petrogrado. Y no tanto por el tiempo como por la profundidad de una contra revolución que ha sumido a la clase proletaria en la más terrible de las derrotas, impidiéndola tan siquiera referirse a los grandes eventos de su lucha de clase para comprender el mundo presente.

Pero, tarde o temprano, las fuerzas telúricas que mueven realmente la sociedad, las mismas que disponen la división de esta en clases sociales enfrentadas y que tienden por tanto a erosionar cualquier amortiguador que pueda utilizarse para suavizar la tensión que debe existir entre ambas, acabarán por horadar los cimientos de la paz social.

En el horizonte, quizá no inmediato pero sí que cada vez más próximo, vuelven a aparecer las nubes que presagian la tormenta bélica. En todas partes las burguesías nacionales se aprestan a volver a engrasar la maquinaria de propaganda con la que pretenden bombardear a la clase proletaria. Y, mientras tanto, las condiciones de vida del proletariado siguen deteriorándose…

Para los marxistas revolucionarios nuestra perspectiva no atiende al tiempo que dura una vida humana, sino a los ritmos históricos que se aceleran o se frenan, pero que siempre marchan hacia el triunfo definitivo de la sociedad sin clases. Por eso estamos completamente seguros de que el 8 de marzo proletario volverá con toda la fuerza con la que un clase proletaria que hoy parece derrotada se levantará de nuevo, como las obreras rusas de 1917, contra la guerra y la miseria y por la revolución social.


8 de marzo de 2023


¡Viva el 8 de marzo proletario!

¡Por la reanudación de la lucha de clase!


Partido Comunista Internacional

www.pcint.org


 


ARCHIVO

Traduce-Translate-Μετάφραση

Etiquetas

comunicación proletaria solidaridad internacional internacionalismo chile comunicados pcint lucha de clases comunistas contra la represión protestas sociales grecia solidaridad con lxs presxs francia anticapitalistas revueltas acción directa guerra a la guerra Palestina internacionalismo proletario EEUU guerra de clases textos Venezuela memoria Italia anarquistas solidaridad proletaria internacionalista Argentina Territorio Mapuche english feminismo méxico Alemania análisis derrotismo revolucionario detenidas estado español (españa-XPAIN) contra la guerra lucha proletaria Shile huelgas mujer presos políticos huelga general kurdistán policía asesina 1º de mayo Ecuador Israel Rojava Siria Ukrania contra la democracia contra las elecciones covid-19 por el comunismo / por la anarquia proletarixs internacionalistas antimperialismo comunismo contra el capital francés migrantes okupacion Chequia antipatriarcado disturbios noticias oaxaca Rusia anticarcelario contra el estado policial contra el nacionalismo contra el trabajo fascismo y antifascismo solidaridad de clase solidaridad proletaria contra caridad cristiana 8 de marzo República Dominicana Turkia UK anticapitalismo antifascismo autonomía de clase brasil bélgica expropiación fotos guerra social lucha revolucionaria refugiados trabajadores en lucha Barcelona Mediterráneo antimilitarismo de clase contra el fascismo contra la patria contra la sociedad cárcel haití huelga de hambre insurrección libertad para todxs lucha obrera lucha social pintadas protestas trabajadores y estudiantes Portugal República Checa Uruguay antirracismo caribe chalecos amarillos cuba defensa de la tierra desalojos son disturbios irak pegatas perú revolución comunista terrorismo ucrania Colombia Egipto Gabriel Pombo da Silva Iran Irán Paraguay Polonia UIT-CI américa del sur atentados class war contra el reformismo y el oportunismo contra la burguesía desaparecidos deserción euskalherria indepedencia de clase minería no son accidentes propaganda. affiche reflexión revolución social saqueos teoría violencia revolucionaria África Catalunya China Claudio Lavazza G20 Golpe de estado Haiti India Nápoles PCI-ICP Sudán ZAD agitación antidesarrollismo antinazis asocianismo obrero barrios proletarios berlín brigadas internacionales catástrofes contra el mundial de fútbol contra la iglesia católica contra la religión contra la unidad nacional contra las fronteras contra las ongs derecho al aborto despidos economía política encuentros epidemia extradicción feminicidio feria grupos autónomos historia jornadas no borders pensiones revolución internacional sabotajes santiago maldonado un patriota un idiota 11deseptiembre América del norte Arabia Saudí Argelia Bielorrusia Birmania Bolivia Bosnia Bulgaria CNA Cibao Comuna de París Corea del Norte Corea del Sur Cuarta Internacional DIY Estado = Mafia Filipinas Flora Sanhueza GCI Gran Bretaña Guadalupe Hambach Forest Hong Kong Kenia Kosovo Libano Liberia Marcelo Villarroel Marco Camenish Martinica Mumia Abu Jamal Myanmar Nicaragua Portland Punki Mauri Presente! RIF Sebastian Oversluij Suiza Tendencia Comunista Internacionalista Tunez Túnez Val di susa Vietnam Yemen Zaragoza abolición del trabajo asalariado abstención activa afganistan angry asambleas de trabajadores ateismo atropello autodefensa autoorganización bangladesh caja de resistencia ccf censura contra el fracking contra la reforma laboral contra la socialdemocracia contra las olimpiadas contra toda nocividad crisis crítica de la ideología deconstrucción derecho de autodeterminación dictadura dirección donbass día del joven combatiente exarchia excluidos exilio ferroviarios gilets jaunes grupo Barbaria guerra comercial guerra sucia huelga ilimitada y sin preaviso indymedia interseccional ioannina jornadas anárquicas kobane kurdo latinoamérica lumpen marruecos miseria movimientos de parados narcotráfico no Tav normalistas novara organización organización anarquista piquete praxis revolucionaria presos programa pueblos originarios que se vayan todos rebelión registros resistencia revolución socialista san francisco somos lxs nietxs de las brujas que nunca pudisteis quemar son asesinatos sudáfrica trotsky turismo = miseria social violencia virus vivienda zapatista árabe