[Mauvais Sang] ¡La Generación Z al asalto de Marineford!
Nepal, Marruecos, Madagascar, Indonesia, Perú… En los últimos meses y semanas, se han producido manifestaciones multitudinarias, disturbios e incluso caídas de regímenes en diferentes países del mundo, lo que ha hecho soplar un viento que reaviva nuestras más fervientes esperanzas.
En Indonesia, la creciente indignación por los privilegios de las élites en un contexto de austeridad se desbordó cuando, el 28 de agosto, la policía mató a un joven durante una manifestación en Yakarta y, posteriormente, el 31 de agosto, se hicieron públicos unos vídeos en los que se veía a varios parlamentarios bailando tras recibir una indecente asignación para vivienda. En las semanas siguientes, los disturbios incendiaron el país, liderados por el lema “Indonesia Gelap, Revolusi Dimulai” (“Indonesia está oscura, comenzamos la revolución”). Se incendiaron parlamentos regionales y se saquearon residencias de ministros. La terrible represión, que movilizó a la policía y al ejército y provocó decenas de muertos y desaparecidos, logró su objetivo de intimidación… El movimiento también tenía la particularidad de tener como símbolo la bandera de One Piece, un manga sobre piratas y su sed de libertad, símbolo que luego fue adoptado desde Nepal hasta Madagascar, pasando por Perú.
En Nepal, el impulso del movimiento que denunciaba fundamentalmente el nepotismo y los privilegios de la casta dominante ha sido destructivo. El 9 de septiembre, tras semanas de enfrentamientos en Katmandú que se saldaron con más de 70 muertos, los manifestantes irrumpieron en el Parlamento y en las residencias de varios miembros del Gobierno, incluida la del primer ministro, ¡y las incendiaron por completo! Porque nunca se detienen cuando están en racha, las sedes del Partido Comunista Nepalí (marxista-leninista, el partido en el poder) y del PCN (de la oposición maoísta, que pedía a los manifestantes que fueran pacíficos), y del Congreso Nepalí, fueron vandalizadas por los alborotadores, y la prisión del distrito de Kailali fue atacada y luego incendiada, lo que permitió que todos los detenidos recuperaran la libertad.
En Marruecos, lo que encendió la mecha fue la muerte de ocho mujeres tras dar a luz por cesárea en Agadir, debido a la falta de medios del sector sanitario marroquí. Desde los primeros días de manifestaciones, el poder reprimió deteniendo o golpeando masivamente a todos los manifestantes, pero los revoltosos siguieron saliendo a las calles.
Recientemente, el colectivo GenZ 212, una de las facetas del movimiento, anunció que las manifestaciones no cuestionaban los fundamentos de la autoridad real, que debían seguir siendo pacíficas y que las convocatorias cesarían temporalmente tras las promesas de reformas del rey Mohammed VI (mientras que, al mismo tiempo, la justicia condenaba a numerosos manifestantes a penas de varios años de prisión).
¡No nos engañarán! Los jóvenes marroquíes que salieron a la calle, que incendiaron las calles, que destruyeron los comicos, los que fueron tiroteados al intentar asaltar comisarías para hacerse con armas y municiones, los que hirieron a más de 300 policías, no eran en absoluto pacíficos y seguro que no tenían en mente mejorar el servicio público.
En Madagascar, las manifestaciones y las convocatorias de huelga surgieron a raíz de la exasperación provocada por los cortes de agua y electricidad impuestos a la población y se extendieron hasta convertirse en un cuestionamiento generalizado del poder establecido, en un momento en que la isla sufre una pobreza masiva. El poder reaccionó como tan bien sabe hacerlo: gases lacrimógenos, palizas, disparos con munición real… En los días siguientes, a pesar de los muertos y el toque de queda, el movimiento se intensificó y se produjeron saqueos masivos: supermercados, comercios, bancos, hoteles… todo fue objeto de saqueos, a pesar de los llamamientos a la calma de los demócratas.
En Perú, también se denuncia, principalmente por parte de los estudiantes, un sistema generalizado de corrupción del poder y las nuevas reformas de las pensiones. En Lima, las manifestaciones, salpicadas de violentos enfrentamientos con las fuerzas del orden, cócteles molotov e intentos de invasión del Congreso, se repiten en las últimas semanas. El 10 de octubre, la presidenta Dina Boluarte fue destituida, lo que para muchos rebeldes no es más que “una etapa”.
Si bien las reivindicaciones explícitas de estos movimientos hablan de justicia social, de lucha contra la corrupción o contra la mala gestión de los servicios públicos, no podemos sino ver en todas estas protestas un cuestionamiento general de las condiciones de vida que se imponen a los explotados de este mundo. En todas partes, lo que se ataca es al Estado y su burocracia, es al personal político (incluso al que se proclama históricamente “revolucionario”, como los sustitutos estalinistas de los diferentes partidos comunistas, como en Nepal), es la burguesía que se enriquece a costa de los explotados, es la miseria por los salarios irrisorios o el desempleo forzoso, son las restricciones y la falta de recursos, son los policías que protegen a los explotadores a golpes de porra y de fusil, es la falta de perspectivas de futuro en este mundo de mierda.
También se puede detectar una fuerza antipolítica que subyace en parte a estas manifestaciones. En varios de estos movimientos, como en Nepal, fue el mundo de los políticos en general, de todas las tendencias, el que fue atacado durante un tiempo. Se cuestionó el enriquecimiento generalizado de toda la burguesía y los dirigentes, como lo demuestran los ataques al Parlamento o a las residencias de los parlamentarios. Sin embargo, podemos ver que las sirenas demócratas y sus eternas promesas de reformas, apaciguamiento y represión judicial de los antiguos dirigentes siguen funcionando, por desgracia, tan bien como siempre. En Nepal, se eligió a una nueva primera ministra en Discord (que había sido una herramienta decisiva en el movimiento) tras la caída del Gobierno; en Marruecos, las reformas prometidas por el rey han frenado el movimiento; en Indonesia, el movimiento ha terminado a la espera de los cambios prometidos; en Madagascar, se ha nombrado primer ministro a un tecnócrata; y en Perú, la oposición ha aprovechado para destituir a la presidenta, seguramente a la espera de ocupar su lugar y gobernar a su vez…
El capitalismo y el Estado, como serpientes que mudan la piel pero no mueren, saben reinventarse constantemente para recuperar las esperanzas más fervientes e integrarlas. A toda costa, debemos preguntarnos por qué la democracia recupera tan fácilmente revueltas tan agresivas materialmente y puede restablecer otra autoridad que no cambiará nada.
Por cierto, es sorprendente que en Francia haya más interés por los diputados que aparecen en los medios de comunicación en barcos por su carrera que por las personas que atacan a sus propios diputados.
Desde Indonesia y Nepal hasta cualquier otro lugar, ¡que viva la revuelta contra el viejo mundo!
Traducción al español: https://