Como unos proletarios más que se sumaron al Paro desde el primer día, pero que todavía no tienen la fuerza para organizar acciones revolucionarias de masas, y con base en nuestra propia experiencia en las revueltas pasadas en este país, hacemos públicas las siguientes preguntas para contribuir críticamente a la reflexión y la acción colectiva:

  • ¿Hemos aprendido las lecciones de las Revueltas de Octubre del 2019 y de Junio del 2022 ó vamos a seguir repitiendo los mismos errores en esta nueva revuelta? Más específicamente: en este Paro Nacional, ¿ya vamos a romper y superar el círculo vicioso protesta–represión–negociación? Es más, ¿realmente es una revuelta ó una serie prolongada de protestas legítimas pero débiles contra un gobierno nefasto pero fuerte que sí aprendió las lecciones de las revueltas pasadas?
  • ¿Cómo superar los límites de la revuelta (demandas tibias, diálogo y negociación con el Estado, etc.) y cómo incrementar sus potencias (solidaridad, autonomía y combatividad de clase en forma masiva, etc.) para que no sea derrotada por el Estado y, sobre todo, para que no se autoboicotee?
  • ¿Cuándo vamos a comprender que los burgueses del transporte y del movimiento indígena no tienen los mismos intereses materiales que los proletarios del transporte y del movimiento indígena, y que esto aplica para todos los sectores sociales? ¿Cuándo vamos a romper y superar el interclasismo, el populismo, el ciudadanismo, el democratismo y el nacionalismo?
  • ¿Cuándo vamos a comprender que el proletariado no es débil porque está dividido sino que está dividido porque es débil, y que superar esta debilidad y división no depende de “la unidad de las izquierdas” sino que sólo será posible cuando el proletariado luche por la revolución social, es decir, por abolir las clases sociales y unificar la humanidad?
  • ¿Cuándo vamos a comprender que luchar contra el alto costo de la vida y contra el gobierno de turno es necesario, pero no es suficiente? ¿Qué vamos a hacer después del “fuera Noboa, fuera” y del “abajo el paquetazo”? Más claro: ¿cuándo vamos a comprender que no se trata de luchar contra el “neoliberalismo” y el “fascismo”, sino contra el capitalismo?
  • ¿Cuándo vamos a comprender que no hay que dialogar con los asesinos del “pueblo” ni defender una constitución votando “no” en una consulta popular, porque los diálogos, las leyes y las elecciones sólo benefician y fortalecen al Estado capitalista? ¿Cuándo vamos a comprender, en cambio, que hay que luchar afuera y en contra del Estado, porque el Estado no es “neutral” ni nos tiene “abandonados”, sino que es el Estado de los capitalistas para administrar su violencia económica y física sobre los trabajadores, hasta matarnos de hambre o a balazos? ¿Cuándo vamos a comprender que en realidad la democracia es la dictadura de la burguesía sobre el proletariado? ¿Cuándo vamos a comprender que el Estado democrático-burgués es terrorista por naturaleza y que las protestas pacíficas no lo afectan en lo más mínimo? ¿Cuándo vamos a comprender, entonces, que sólo la acción directa y contundente de masas es el método proletario para combatirlo y golpearlo de verdad?
  • ¿Cuándo vamos a comprender que no se trata de luchar por nuestros “derechos”, sino por satisfacer nuestras necesidades vitales directamente o sin que intermedie el dinero, y que el mercado (ninguna empresa, incluso si es “autogestionada”) y el Estado (ningún gobierno, incluso si es “popular”) nunca lo van a hacer realmente, sino sólo nosotros mismos, quienes con nuestro trabajo hemos producido todo pero no lo poseemos, tomando los medios de producción y de distribución (por ejemplo, expropiando y comunizando las empresas del Grupo Noboa… y de toda la clase capitalista de este país)?
  • ¿Cuándo vamos a comprender que el poder real no radica en las estructuras del Estado, sino en las relaciones de producción y de propiedad? ¿Cuándo van a participar en la revuelta los trabajadores de los sectores estratégicos de la economía de este país? ¿Lo harán? Y si participan, ¿lo harán mediante huelgas autoorganizadas y radicales?
  • ¿Cuándo vamos a comprender que hay que ir más allá de la espontaneidad de la revuelta y que la autoorganización del proletariado (afuera, en contra y más allá de sindicatos, partidos, parlamentos, ONGs, etc.) es el primer acto de la revolución (por ejemplo, las Asambleas Territoriales en Chile y los Consejos de Trabajadores en Irán durante la Revuelta Mundial del 2019)? ¿Cómo construir, fortalecer y radicalizar la autoorganización proletaria de aquí en adelante (grupos autónomos, asambleas autoconvocadas, ollas comunitarias, autodefensa, medios independientes, etc.) para la revolución?
  • ¿Cómo hacer para que las palabras “guerra de clases”, “insurrección”, “revolución”, “comunismo” y “anarquía” dejen de ser malas palabras para la mayoría de la población y más bien se conviertan en necesidades materiales e inmediatas?
  • ¿Hasta cuándo vamos a vivir con miedo a morirnos de hambre, a balazos o de depresión? ¿Hasta cuándo vamos a trabajar para pagar y pagar para vivir? ¿Hasta cuándo vamos a soportar esta vida de mierda bajo el capitalismo en crisis? En fin, ¿hasta cuándo vamos luchar sólo por migajas y no por todo el pan y la panadería para todos?

Admitimos que no tenemos las respuestas a ciencia cierta para todas estas preguntas. Lo que sí sabemos es que sólo la lucha de clases concreta las responderá. Y también, que ya es hora de aprender de los errores y poner en práctica las lecciones aprendidas de las revueltas pasadas y presentes. Sí: ¡Lucha de Clases… hasta Abolir la Sociedad de Clases!

Derrocar al gobierno de Noboa y su paquetazo es necesario, pero no es suficiente.

Tomar Otavalo, Latacunga, Quito, Cuenca, Guayaquil, etc. es necesario, pero no es suficiente.

hay que expropiar y comunizar las empresas del Grupo Noboa y de toda la clase capitalista de este país para satisfacer las necesidades colectivas directamente o sin que intermedie el dinero.
Ahí es donde hay que golpearle a la burguesía porque ahí es donde le afecta.
Así mismo hay que destruir su aparato estatal por completo y sustituirlo por el
poder comunal de las asambleas territoriales.

Sólo los proletarios autoorganizados dentro y fuera de los centros de trabajo, en todos los espacios sociales, antes, durante y después de la revuelta, y con un programa revolucionario, podemos hacerlo.
Construyamos y fortalezcamos la autoorganización revolucionaria del proletariado.

Aprendamos y pongamos en práctica las lecciones de las revueltas (2019, 2022, 2025) para transformarlas en revolución.
Si no es hoy, será mañana (¿2028?… ¿2036?… ¿2049?).
Para la próxima, vayamos preparados y vayamos por todo.

Proletarios Hartos de Serlo
Quito, octubre de 2025

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Agradecemos su lectura, difusión, discusión y traducción


 


Desde el jueves 25 de septiembre, Madagascar ha sido escenario de manifestaciones multitudinarias contra los cada vez más frecuentes e insoportables cortes de agua y electricidad, y en general contra las flagrantes deficiencias en los servicios públicos, que se ven afectados por la falta de inversión del gobierno, que muestra poco interés en la difícil situación de las masas que viven en condiciones deplorables; contra la corrupción, el abuso de poder, etc. (1).

Las autoridades respondieron a las manifestaciones con represión: toques de queda, prohibiciones de manifestaciones, etc.; los disparos a bala real de la policía que han dejado cientos de heridos y al menos 20 muertos. Esto no impidió que las protestas, inicialmente confinadas en la capital, Antananarivo, continuaran y se extendieran a otras ciudades del país, obligando al presidente Rajoelina a destituir al gobierno el 29 de septiembre (¡mientras acusaba a los manifestantes de recibir dinero de agentes extranjeros para llevar a cabo un golpe de Estado!). Pero la disolución del gobierno no fue suficiente para calmar la ira; las protestas continuaron exigiendo la dimisión del presidente, y el intento de movilizar a sus partidarios el sábado 4 de octubre fracasó. El grupo informal que inició las protestas en redes sociales y convocó las manifestaciones – Generación Z (2) – y otras organizaciones emitieron un comunicado el lunes 6 de octubre convocando a una huelga general para asegurar la destitución de Rajoelina y el nombramiento de un "presidente de transición".


El presidente Andry Rajoelina, empresario franco-malgache, fue elegido en 2019 por un primer mandato prometiendo combatir la desigualdad y la corrupción, mejorar la vida de la población y defender los intereses del país frente a la potencia de las multinacionales extranjeras. Sin embargo, los años posteriores demostraron que estas promesas no eran más que una cortina de humo. Los escándalos de corrupción han empañado el círculo íntimo del presidente, la desigualdad social ha seguido aumentando y algunos grandes capitalistas como Mamy Ravatomanga han amasado inmensas fortunas y se han convertido en los gobernantes ocultos del país, mientras que el 75% de la población vive por debajo del umbral de la pobreza (informe del Banco Mundial, 2024).

Las promesas de Rajoelina tuvieron cierta repercusión debido a que, como alcalde de la capital, lideró un movimiento popular en 2009, que incluyó manifestaciones y una huelga general (declarando: "¡El pueblo está recuperando el poder!") contra el presidente Ravalomanana, líder de un extenso grupo agroindustrial (Tiko) que se había apoderado del Estado. La sangrienta represión de los manifestantes antigubernamentales dejó más de 80 muertos. En marzo de 2009, los militares derrocaron a Ravalomana y nombraron a Rajoelina presidente de transición, cargo que ocuparía hasta las elecciones de 2013. Rajoelina contaba con el firme apoyo del imperialismo francés, para quien Ravalomanana era demasiado cercano a Estados Unidos y Sudáfrica (3).

Si bien Francia ya no ostenta una posición hegemónica en su antigua colonia, es el principal cliente del país, por delante de Estados Unidos y Japón, y, según la OMC, su principal inversor, por delante de Estados Unidos, con casi 300 empresas. Sin embargo, ahora es solo su cuarto mayor proveedor, detrás de China, Omán e India. Su influencia sigue siendo real; la ejerce especialmente a través de medidas militares y de seguridad. Un diario malgache escribió sobre un reciente ejercicio militar franco-malgache ("Tulip 2025"): "Francia (...), que ya cuenta con una fuerte presencia militar en Reunión y Mayotte, está consolidando su influencia manteniendo alianzas de seguridad con Madagascar. En cualquier caso, esta colaboración militar forma parte de una competencia más amplia por la influencia entre diferentes potencias, en particular China (…)" (4).

Los jóvenes que encabezaron el movimiento se inspiraron en la revuelta en Nepal: a principios de septiembre, a pesar de una sangrienta represión (más de 80 muertos), los manifestantes nepaleses obligaron al gobierno a huir y a nombrar un gobierno interino, después de que el ejército recuperara el control de la situación. Pero el problema en Madagascar, como en Nepal y en otros lugares, no se limita a unos pocos políticos o grupos corruptos que se enriquecen a costa de la población en su conjunto, sino a la estructura económica y social del capitalismo, en la que una clase social – la burguesía – acapara las riquezas que producen los trabajadores asalariados – el proletariado – y las masas trabajadoras – los pequeños agricultores, etc. Reemplazar al presidente por sí solo no cambiaría esta situación: es la estructura capitalista y el Estado burgués lo que debe ser atacado; de lo contrario, la explosión social más poderosa solo conducirá al mantenimiento del sistema: esto es lo que el propio Rajoelina demostró cuando una vez en el poder, se comportó como el expresidente contra el que había liderado la lucha.


Para esto será necesario una organización y un partido revolucionarios que dirijan la lucha según orientaciones de clase, en unión con los proletarios de otros países; la solidaridad de los proletarios de los países imperialistas – Francia en primer lugar – será necesaria para oponerse a sus intervenciones en defensa del orden burgués.


Esta no puede ser una perspectiva inmediata, tan fuertes son las inevitables creencias democráticas en la unión interclasista del pueblo, e incluso las ilusiones sobre el apoyo de la "comunidad internacional" (es decir, los principales Estados imperialistas y sus organizaciones internacionales). Pero es la única que puede ofrecer una solución real a los proletarios y las masas pobres malgaches, la única que impide que sus luchas se desvíen una vez más hacia una mera reestructuración del orden capitalista.


Partido Comunista Internacional  - www.pcint.org

7/10/2025


(1) La falta de inversión en la empresa pública de agua y electricidad, Jirama, es la causa de los cortes de energía que afectan a los pobres, mientras que la clase media puede permitirse tener generadores.
(2) Véase la página de Facebook “Generación Z Madagascar”: https://www.facebook.com/profile.php?
id=61581175712529l
(3) Se dice que los franceses pagaron a los militares que llevaron a Rajoelina al poder. Véase Le Monde Diplomatique, marzo de 2012.
(4) Véase Midimagasikara, 4/3/25


PS: 5 días después de haber publicado nuestra toma de posicion, los militares de CAPSAT (autores del golpe de Estado de 2009) se amotinaron el domingo 12, forzando la dimisión del primer ministro, un militar nombrado la semana pasada por el presidente, y designando a un nuevo jefe del Estado Mayor del Ejército. El presidente Rajoelina, aún protegido por el imperialismo francés, fue "exfiltrado" por los militares franceses el lunes 13, mientras que su padrino, el gran capitalista Mamy Ravatomanga, huyó probablemente a Isla Mauricio. Los militares declararon que mantendrían el orden en el país. Las masas que los aclaman hoy pronto comprenderán que actuaron no para "proteger al pueblo", como dicen, sino para proteger el orden burgués.

13/10/2025

 

CONTINÚAN LAS DESERCIONES EN LOS FRENTES DE LA GUERRA ENTRE RUSIA Y UCRANIA

 

 

El ejército silencioso de Ucrania: los desertores ucranianos alzan la voz

Aunque la deserción masiva de personal de las Fuerzas Armadas de Ucrania ya se ha convertido en uno de los mayores actos de desobediencia civil en la historia del país desde 1991, los medios de comunicación extranjeros guardan un silencio casi total al respecto. Desde finales del año pasado, el número de causas penales en virtud del artículo 407 (abandono no autorizado de una unidad militar, o SZCh) y del artículo 408 (deserción) del Código Penal de Ucrania se ha mantenido estable en aproximadamente 17 000 al mes. En los primeros ocho meses de 2025, se registraron 142 711 procedimientos penales en virtud de estos artículos, y desde el inicio de la invasión a gran escala, hasta el 1 de septiembre de 2025, se han registrado un total de 265 843 casos en Ucrania.

Para reducir al menos en cierta medida este flujo, el Parlamento ucraniano apoyó el 4 de septiembre, en primera lectura, el proyecto de ley n.º 13260, que restablece la responsabilidad penal para los desertores del servicio militar. Anteriormente, era posible evitar el enjuiciamiento regresando voluntariamente al servicio militar. Esta disposición se prorrogó varias veces hasta que expiró el 30 de agosto. Ahora, el proyecto de ley propone eliminar la capacidad del tribunal para aplicar medidas atenuantes. En su entrevista de septiembre con Sky News, el carnicero supremo declaró que Ucrania ya no envía a su personal militar a entrenarse al extranjero, donde tantos soldados desaparecieron de los campos de entrenamiento y recibieron protección. Sigue leyendo

 

Revueltas en Marruecos

Frente al descontento popular, la represión del régimen de Mohamed VI


Desde hace varios días miles de jóvenes marroquíes están saliendo a la calle para protestar por la pésima situación económica y social por la que atraviesa la mayor parte de la población. Exigen mejoras en la sanidad y en el sistema educativo, pero existe de fondo un gran malestar social que lleva acumulándose años y que ahora estalla, poniendo a la juventud a la cabeza de un movimiento que se enfrenta a la represión del Estado marroquí y al silencio cómplice de los medios de comunicación occidentales.

Marruecos se caracteriza por ser un Estado dirigido con mano de hierro, con una burguesía unida en torno a la familia real y con un núcleo central de ésta, el llamado Majzén, que se encarga de imponer el terror como único medio de gobierno. En lo referido a la política interior, el dominio de esta burguesía se levanta sobre un régimen de tipo militar que garantiza la explotación de los proletarios del campo y de la ciudad y el sometimiento de amplios estratos de las masas miserables que subsisten gracias a la explotación de pequeñas parcelas agrícolas, a la pesca o al cultivo de marihuana y el procesamiento y contrabando de sus derivados. Además, esta clase burguesa obtiene pingües beneficios del expolio sistemático del Sáhara Occidental, donde mantiene a la población saharaui en unas condiciones de vida terribles, siempre acosada y amenazada por el ejército, que permite con ello la explotación de los valiosos minerales que hay en el subsuelo de la región.

En lo tocante a la política exterior, Marruecos ha sido, desde la proclamación de la independencia bajo el mandato de Mohamed V, un firme aliado de Estados Unidos, Inglaterra y Francia, que vieron en el régimen conservador y autoritario que se impuso un elemento de contención de los movimientos de liberación nacional que sacudían tanto a los países del Magreb como a los del África subsahariana. Esta condición de aliado preferente de las principales potencias imperialistas euroamericanas ha supuesto, para Marruecos, tanto una garantía para su estabilidad interna como la posibilidad de recibir apoyo a su proyecto expansionista, el primero de cuyos hitos fue precisamente la conquista del Sáhara Occidental cuando, en 1975, tras la Marcha Verde, España abandonó la zona. Desde entonces, Marruecos ha pagado con creces el apoyo recibido. En primer lugar, porque ha sido siempre un garante de paz y estabilidad frente a Mauritania y Argelia, países con un devenir mucho más errático a ojos de las antiguas metrópolis y, por lo tanto, fuente de riesgos para el control imperialista de la región. En segundo lugar, sobre todo en los últimos años, se ha consolidado como estado-tapón que bloquea el paso de las grandes corrientes migratorias que parten del África subsahariana y tratan de llegar a Europa a través de España. El ejército y la gendarmería marroquí han demostrado que pueden contener a miles y miles de inmigrantes en su territorio, creando verdaderos centros de detención al aire libre, a cambio de las ayudas financieras de los países de la Unión Europea. No es por nada que, cuando estas ayudas cesan o cuando la relación con sus socios del otro lado del Estrecho de Gibraltar flaquea, Marruecos presiona permitiendo el paso de cientos de inmigrantes a la frontera de Ceuta y Melilla. Marruecos es un siniestro garante de la estabilidad imperialista tanto en el Magreb como en Europa, a medida que su papel en este sentido se ha ido reforzando también en el resto del mundo. Basta con ver su importancia estratégica en el apoyo a Israel con la firma de los pactos de Abraham, su colaboración militar con el país hebreo, etc.

Las revueltas que tienen lugar desde hace tres días, recuerdan a las que agitaron el Rif en 2016 y 2017, cuando miles y miles de rifeños, organizados tras el Movimiento Hirak, también salieron a la calle exigiendo reformas económicas y sociales, si bien aquellas tuvieron un marcado componente étnico y una extensión menor en términos geográficos. De hecho, si bien aquellas revueltas aparecieron en un contexto que había visto un rápido empobrecimiento de las masas populares rifeñas (generalmente dedicadas a la agricultura de subsistencia) como uno de los coletazos de la crisis capitalista mundial de 2008-2014, l as que tienen lugar ahora aparecen en un momento en el que el régimen de Mohamed VI pregona a los cuatro vientos la creciente prosperidad del país, fruto de las ayudas económicas que recibe de Europa y de cierto auge de su industria manufacturera y de transformación agrícola. Una situación que tiene su escaparate visible en la próxima celebración del Mundial de fútbol, hito para el régimen que pretende sellar así su carácter “moderno” integrado entre las principales potencias mundiales.

Pero tras esta situación de aparente bonanza, late un fortísimo malestar social que es el que ha empujado a miles de jóvenes a enfrentarse con la policía para exigir cambios. Y es un malestar que viene de lejos. Como en el resto de países, la salida de la crisis capitalista de las dos décadas pasadas se realizó mediante un aumento brutal de la explotación de los proletarios y el incremento de la presión sobre las masas populares más empobrecidas. El retorno a un ritmo “normal” en los negocios (normal e inevitable hasta la próxima crisis, se entiende) se ha conseguido cargando el peso de la “recuperación” sobre las espaldas de los trabajadores asalariados principalmente, pero también de los pequeños agricultores, etc., que han sufrido los efectos de una competencia internacional frente a la que no tenían nada que hacer y que les ha arrojado a una situación dramática. Son los jóvenes, que con razón ven su futuro como un largo camino de padecimiento y miseria mientras que el país se vanagloria del desarrollo logrado, los que han prendido la mecha de la revuelta.

Este tipo de revuelta es un reflejo del deterioro irremediable de las condiciones de vida de la mayoría de la población, especialmente del proletariado, cuya explotación sustenta toda la economía capitalista; es similar a las que hemos visto recientemente en Nepal, Ecuador, etc. Se manifiesta como una mezcla indistinguible que, en su conjunto, exige exclusivamente reformas democráticas, mejoras en el gobierno, los servicios públicos, etc.

El proletariado marroquí no tiene una larga existencia como clase social diferenciada y sólo ha tenido un puñado de experiencias de lucha contra la clase burguesa y su Estado. Son, sin duda, luchas encomiables, pero escasas, ahogadas por la represión y acompañadas de unas pocas concesiones que la burguesía dominante otorga a ciertos estratos pequeñoburgueses.

Sin embargo, el curso del desarrollo capitalista en el Magreb y en el resto de África ha creado un factor objetivo que puede actuar como acelerador del deslinde del terreno de clase proletario en esta región del mundo: los trabajadores que han emigrado a las metrópolis. Estos proletarios, que comparten lugar de trabajo y casas con los proletarios de Europa, que forman parte del sector más depauperado del proletariado español o francés, y que en la propia Europa son la base de una clase proletaria que aúna a trabajadores de muchas razas y procedencias que constituyen un potencial clasista de primer orden, sí pueden convertirse en transmisores de una tradición de lucha y organización más amplia que la que existe en Marruecos y, a la vez, contribuir a mostrar a los proletarios europeos el camino de una lucha mucho más desencarnada que la que existe en sus países.

Es cierto que este proletariado europeo hace décadas que se muestra como un subalterno relativamente dócil de la burguesía, con pequeñas y limitadas explosiones sociales, pero en general también sometido a las exigencias de la clase dominante. Durante muchos años, las fuerzas del oportunismo político y sindical y los restos de los amortiguadores sociales que le han permitido no caer en la miseria más absoluta, han logrado mantenerle atado también a una férrea política de colaboración con la burguesía. Pero lentamente estos agentes que logran contener su fuerza histórica se irán desgastando. La inmigración es un buen ejemplo: la importación de proletarios de otros países que la burguesía requiere para tratar de rebajar las condiciones de vida y de trabajo de los proletarios occidentales tiende objetivamente a minar ese “bienestar” que ha hecho de colchón social. De la misma manera que se puede afirmar, con certeza, que el futuro de la sociedad capitalista volverá a ser el de la lucha de clase proletaria, porque las dádivas que la clase burguesa ha podido utilizar como garantes de la paz social durante décadas se están agotando a marchas forzadas, se puede entender que esa lucha de clase no tendrá como escenario únicamente a los países de Europa, América o Asia, sino que el inmenso ejército proletario africano que hoy malvive en estos lugares contribuirá a extender la llama de la revuelta a los proletarios de Marrakech, Nador o Nuakchot.

Sería absurdo, no materialista y directamente fatal pretender que el proletariado abandone estas luchas a la espera de un combate proletario “puro”, del mismo modo que sería absurdo pedirle que renuncie a los combates parciales o aislados, bajo el pretexto de que serían inútiles. En esta fase de depresión de la lucha de clase, la reanudación proletaria irremediablemente pasará por estos combates, que no representan todavía una reanudación de la lucha de clases proletaria, para llegar algún día a la lucha de clase independiente. Pero para que este camino en el que hoy se encuentra sea fructífero, debe reconocer con claridad lo que sucede ante sus ojos, identificar los intereses materiales de las clases en lucha y por lo tanto los suyos propios y comprender que las luchas actuales no son más que episodios, que, en el mejor de los casos, se dirigen contra los efectos y no contra las causas, así como las condiciones mismas de su emancipación. Sólo si extrae las lecciones de estas luchas podrá romper la telaraña de la política de colaboración entre clases y podrá lograr su independencia de clase, unirse y desarrollar todos los elementos necesarios para la batalla futura. Dejará así de ser una clase subordinada en relación con el capital, entrará en el terreno de su propia lucha política, será seguida por otras capas desposeídas y, en el sentido más elevado, será revolucionaria.

Para los comunistas revolucionarios, que trabajamos por la reanudación de la lucha de clase, desarrollando el trabajo marxista de partido, por limitado que hoy parezca, se trata de plantear las condiciones en las que dicha lucha de clase volverá a aparecer. No como resultado de nuestra voluntad, ni mucho menos como consecuencia de alabar como “proletarias” o “revolucionarias” cualesquiera de las convulsiones del mundo burgués, sino fruto de los hechos materiales que empujan y empujarán siempre a las diferentes clases sociales a una guerra a muerte entre ellas.

Los proletarios de Marruecos que hoy luchan en la calle, tarde o temprano se encuadrarán en el gran ejército de clase del proletariado mundial y lo harán luchando contra cualquier mistificación democrática y contra cualquier resto de la solidaridad interclasista que aún hoy les domina, les atonta y paraliza.


02-10-2025

Partido Comunista Internacional (El Proletario)




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