En palabras de la analista palestina Diana Buttu: “Después de décadas de ocupación israelí y negación de su libertad, los palestinos y palestinas, como cualquier pueblo oprimido en el mundo, han alcanzado un punto de quiebre. La receta diaria de demoliciones, confiscación de tierras, construcción de colonias, arrestos, abusos y torturas de prisioneros (incluyendo niños), invasiones de pueblos, campos de refugiados y hogares, ataques militares salvajes y un bloqueo cruel e ilegal, ha empujado a la población palestina a la calle una vez más para exigir su libertad. La mayoría de las y los jóvenes palestinos que están enfrentando valientemente al ejército de ocupación han vivido toda su vida bajo un régimen militar racista y represivo, y han dicho basta”.
La actual revuelta está protagonizada por adolescentes y jóvenes, y no tiene dirección organizada (al margen incluso de los dos grandes partidos Fatah y Hamas). La juventud se ha levantado por encima de divisiones políticas y geográficas (a ambos lados de la Línea Verde), sin esperar el acuerdo de unidad que los partidos fracasaron en alcanzar. Además de la lluvia de piedras, el arma “novedosa” que algunos solitarios están empleando es el apuñalamiento. Los jóvenes atacan sabiendo que serán inmediatamente ejecutados por la policía.
Quienes salen a apuñalar no son inadaptados sociales, sino jóvenes bien integrados a su familia y respetados en su comunidad. Su conducta suicida es el acto individual y desesperado de quien ha perdido toda esperanza, no tiene a quién recurrir para reclamar el más elemental de sus derechos, siente que no hay horizonte ni líderes a quienes seguir en la lucha de liberación, y que el mundo les ha abandonado a su suerte. Es la generación que creció a la luz de la farsa de Oslo y su proceso de paz, viendo cómo cada día los israelíes avanzaban en el despojo sistemático, mientras los dirigentes corruptos se construían mansiones cerca de donde brotaban nuevas colonias en tierras robadas. Lo resumió la parlamentaria palestina Hanin Zoabi: “Los apuñalamientos que vemos todos los días son expresión individual del sentimiento de frustración y desesperanza. Los ataques cesarán cuando los jóvenes encuentren colectivamente una forma mejor de resistir”.
Los cuchillos son reales, pero también imaginarios. En la demencia que se ha apoderado de la sociedad israelí, cualquier persona palestina puede ser abatida simplemente porque a alguien le pareció que portaba un arma o representaba una amenaza, o por puro odio racista (choferes, periodistas y comerciantes han sido agredidos por ser árabes). Incluso dos israelíes fueron apuñalados en distintas circunstancias porque sus compatriotas los confundieron con árabes. La ejecución extrajudicial se ha vuelto el modus operandi para “neutralizar” el peligro árabe, mientras los israelíes que cometen actos similares son eficazmente desarmados y arrestados por las fuerzas del orden.
En contraste con la hipérbole mediática sobre la violencia palestina, los videos que circulan por las redes sociales muestran la otra cara de lo que está pasando en las calles: soldados que ametrallan a una palestina de 18 años en un checkpoint de Hebrón después de gritarle órdenes en hebreo que ella no entendía; policías que matan a un joven desarmado de 19 años cuando huía de una horda enardecida, sólo porque los perseguidores gritan que intentó apuñalar a alguien y piden que lo maten; una mujer palestina que es abatida en una estación de buses de Israel mientras levanta los brazos mostrando que no está armada; un chico de 12 años desangrándose en una calle céntrica de Jerusalén, muerto de terror, mientras los transeúntes le gritan “¡Muere, hijo de puta!” (el día después que su primo fue asesinado por un conductor israelí que deliberadamente le pasó por arriba); otra joven que es asesinada en la Ciudad Vieja porque reaccionó con violencia cuando un colono judío quiso arrancarle la hijab.
El fin de un ciclo
En la primera quincena de octubre ya van 7 personas israelíes y 33 palestinas asesinadas, y miles heridas, algunas de gravedad. De esas 30, 11 cometieron hechos de violencia y 9 fueron muertas en Gaza: 7 por francotiradores cuando protestaban pacíficamente cerca de la valla de seguridad, y una mujer embarazada y su hijita de 2 años murieron cuando un misil israelí destruyó su casa lindera a un local de Hamas.
No se sabe aún el alcance, duración u orientación que tendrá el alzamiento espontáneo que recorre Cisjordania. Si bien las protestas están creciendo en tamaño y envergadura, la lucha palestina carece hoy de un liderazgo que apoye esa resistencia popular para que sea coordinada y efectiva.
Parece claro, no obstante, que marca el final de un ciclo tras 20 años de fracasos: el del proceso de paz iniciado con los Acuerdos de Oslo y llevado adelante por la deslegitimada ANP. Esta Intifada parece ser también contra ella, que nunca ha dejado de cooperar con Israel para quebrar cualquier atisbo de resistencia armada, empleando para ese fin las fuerzas de seguridad palestinas (las únicas que hoy constituyen en Cisjordania una fuerza armada organizada y jamás se han enfrentado a las israelíes).
La sociedad palestina hoy está más fragmentada, oprimida y asfixiada que nunca por el gobierno más fascista que ha tenido Israel en toda su historia, y traicionada por dirigentes que hicieron de colaborar con el ocupante su modus vivendi. Si hay una esperanza, está en el creciente movimiento nacional y global de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS), al que adhieren casi 200 organizaciones de la sociedad civil palestina. Estos días el BDS ha lanzado un llamado a la acción para que la solidaridad con la causa palestina se exprese a través de medidas efectivas que contribuyan al aislamiento internacional de Israel. Por otro lado, el pueblo palestino tiene un arma poderosa que todavía no ha empleado: una campaña masiva de boicot dentro del territorio palestino –que tendría sin duda un alto costo para una población que depende totalmente de los productos y la moneda israelíes– podría tener un efecto devastador para la economía israelí, considerando que el palestino es su segundo mercado. El tiempo dirá si la sociedad palestina es capaz de asumir el desafío.
Por otro lado, Jamal Juma afirma: “Todo el contexto político, social y económico está preparando a la población palestina para este levantamiento. (…) Los jóvenes son los protagonistas en esta rebelión. Con cada oleada de protestas, están construyendo nuevas estructuras de base de la resistencia.(…) La pregunta correcta no es si se producirá una tercera Intifada, sino si será lo suficientemente fuerte para que dure. El factor decisivo es el proyecto colonial de asentamientos de Israel. Incluso en ausencia de un liderazgo palestino eficaz, si los colonos y su Estado continúan atacando al pueblo palestino, más temprano que tarde veremos el surgimiento de una intifada total construida sobre la organización popular”.
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