Contenido:
* ¡Amenaza de bombardeos en Siria! ¿Tercera Guerra Mundial? ¡Ninguna
  guerra sino la guerra de clases!
* EGIPTO: Nada ha cambiado, pero todo comienza…

***

¡AMENAZA DE BOMBARDEOS EN SIRIA! ¿TERCERA GUERRA MUNDIAL? ¡NINGUNA
GUERRA SINO LA GUERRA DE CLASES!

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Más de 110.000 muertos, dos millones de refugiados en países
limítrofes, más de tres millones desplazados internamente, 130.000
arrestados o desaparecidos, toneladas de bombas, misiles, proyectiles,
bombas de racimo… ¡Esta es la realidad de la guerra en Siria desde
hace dos años y medio!

Y como si esta materialización de la guerra permanente del capitalismo
contra el proletariado no fuera suficiente, los medios de comunicación
anunciaron el 21 de agosto pasado el “horror extremo”: Se utilizaron
armas químicas en un suburbio de Damasco, matando a más de 1.300
personas e hiriendo a 3.600.

Se acusa de esto al actual régimen sirio, y es verdad que esta no sería
su primera atrocidad ya que ya ha probado de lo que es capaz en
términos de represión. Otros acusan a grupos de “rebeldes”, o más
precisamente yihadistas apoyados militarmente por Arabia Saudita y
Qatar.

Nosotros, los comunistas, no queremos ocupar ningún rol en este debate,
y menos aún colaborar de manera marginal aportando alguna teoría
conspirativa, algo tan común actualmente en ámbitos “militantes” y de
“ultraizquierda”. Porque fundamentalmente, sea que haya sido el régimen
del partido Baath o su “oposición” burguesa con el apoyo de poderes
regionales e internacionales, es en ambos casos terrorismo estatal, el
terrorismo del Estado capitalista, que es el responsable de este
antihumano y antiproletario gaseo, y que es responsable de esta y de
toda guerra.

Pero hoy, cuando el capitalismo atraviesa su más aguda crisis de
valorización desde la Segunda Masacre Mundial, su única alternativa es
nuevamente la destrucción masiva de fuerzas productivas excedentarias
(de mercancías en tanto que trabajo muerto, pero también de trabajo
vivo, ¡proletarios!)… La única salida viable para el capitalismo (para
lanzar un nuevo ciclo de valorización) es entonces, la guerra
generalizada, la “Tercera Guerra Mundial”… Su único problema (¡que es
uno muy grande!) es como movilizar al proletariado mundial para
reclutarlo en cualquier campaña ideológica que justifique las masacres
venideras.

Los tambores de guerra que suenan las potencias occidentales anunciando
su intervención militar son parte de esta campaña ideológica.
Especial-mente en Siria, que se encuentra en el corazón de una región
de histórica y superlativa importancia geopolítica para los voraces
apetitos capitalistas. Dos grandes constelaciones de Estados separan ya
el ámbito participando de la reorganización de la región. De un lado
están Rusia, China e Irán, que apoyan al régimen existente (¿pero hasta
qué punto este apoyo no debilitará sus intereses regionales?), y del
otro Estados Unidos, el Reino Unido, Francia, y sus aliados regionales,
Qatar y Arabia Saudita…

La amenaza de la intervención militar fortalece esta polarización y
también se apoya en su análisis de la opinión pública, la propaganda
burguesa, los “expertos” en el tema, e incluso los grupos y las
organizaciones que reivindican la revolución social, la lucha
anticapitalista, la insurrección proletaria, la lucha por el comunismo
y/o la anarquía, todos ellos repitiendo ad nauseam desde hace dos años
que los eventos en Siria no son más que una guerra por procuración
(entre estos Estados que mencionamos antes), o al menos una guerra
civil entre dos campos burgueses (con el apoyo entre los mismos
poderes): el régimen Baath contra la “oposición democrática” (que en
algunos casos es reducida a su más simple expresión yihadista)…

Sin embargo, esta versión y forma de aprehender la historia, y por
ende, de los hechos que ocurren frente a nuestros ojos, aunque cubre
una parte de la realidad inmediata, pura y simplemente elimina otro
aspecto de esta cuestión social en movimiento, que es esencial para
nosotros los comunistas: la lucha de clases que ha disparado lo que
venía ocurriendo hasta ahora. En marzo de 2011, un significativo
movimiento de lucha, comenzó un levantamiento de naturaleza proletaria
contra la pobreza, contra la suba de precios, contra el desempleo,
contra las drásticas medidas de austeridad impuestas durante la década
previa en Siria, contra la represión… Desde el comienzo, proletarios
han tratado de ir más allá de la espontaneidad del movimiento, se
formaron algunas estructuras de lucha, en medio de otros cientos de
comités coordinadores (Tansiqyat) que tratan de responder de manera
práctica a las necesidades de la lucha, su organización sobre el
terreno, su coordinación, su centralización, su consolidación, su
ramificación, y su autodefensa, aunque desarrollan niveles algo
contradictorios de radicalismo en relación a las perspectivos. Muy
rápidamente también el movimiento de nuestra clase contrarrestó el
terror estatal con acción directa, promoviendo el derrotismo dentro de
los aparatos centrales represivos…

Debido a la falta de desarrollo de perspectivas, debido a la falta de
dirección revolucionaria, y bajo la influencia de la dirección dada por
diversas facciones burguesas, que tratan de lograr sus propios
intereses mediante la lucha proletaria, esta lucha de clases, esta
guerra de clases, se convierte parcialmente en una lucha interburguesa,
en una guerra civil y en una guerra por procuración. Esto de ninguna
manera nos distrae de la importancia fundamental de la naturaleza
proletaria del movimiento. Siempre y en todos lados cuando las clases
antagonistas se enfrentan, las facciones burguesas se unen
temporalmente contra un enemigo común o continúan enfrentándose entre
sí, de manera que solo un polo contrarrevolucionario emerge, capaz de
derrotar a la única clase históricamente capaz de terminar con esta
vieja pesadilla que es el capitalismo (como lo intentó en la Comuna de
París, en Rusia, Alemania, España). En todos lados y siempre en esta
misma historia, “potencias extranjeras” intervienen tanto para suprimir
directamente el movimiento de nuestra clase (operaciones de los
gendarmes internacionales) o para apoyar a un campo burgués contra otro
(la “Guerra Civil Rusa” entre 1918 y 1921 donde varias potencias
occidentales apoyaron a los “blancos” contra los “rojos”) o incluso al
pelear una guerra por procuración (España durante 1936-39)… Y seguirá
siendo así en todos los futuros conflictos que se den mundialmente y
que intentarán poner en llamas este mundo de valor hasta darlo por
muerto violentamente por la fuerza de la revolución social.

Volvamos a Siria y recordemos lo que escribimos hace seis meses en otro
material: “no hay duda que los bombardeos sobre las ciudades y las
masacres masivas, el terrible estado de represión y su militarización,
representa un persistente acoso que busca reclutar proletarios en lucha
(…) para una u otra facción, oponiéndose entre ellas en la tentativa
por conquistar el poder y dirigir el antagonismo social. La totalidad
de los poderes estatales regionales e internacionales (…) empuja a la
confrontación de clases hacia la militarización, de forma que el
proletariado pierda sus propias dinámicas de subversión de este mundo
miserable, privando al proletariado de su autonomía de clase… El tercer
campo en Siria (así es como se ha llamado al proletariado que se opone
a ambos polos de la contrarrevolución) está camino a la ruina y a ser
reclutado si no quiebra el aislamiento al que ha sido empujado, si el
contenido universal de esta lucha (el cual emerge en todas las luchas
de nuestra clase) no es puesto en frente, si rápidamente no encuentra
eco a sus luchas, si una nueva fuente de hostilidad insurreccional no
se desarrolla por todas partes de modo que no haya nunca más un minuto
de descanso para la voraz burguesía…”

Cada momento de lucha y subversión de las relaciones sociales en la
historia tiene sus propias dinámicas, que, de no crecer, de no
expandirse, comienzan a esfumarse para finalmente para finalmente
desvanecerse. Ciertamente desde hace dos años y medio, las dinámicas
del movimiento de lucha de nuestra clase en Siria se van evaporando,
por una parte debido a los simultáneos empujones de bombas, muertes,
masacres, encarcelamientos, y por otro lado, debido a la acción de
varias políticas reformistas que usan al proletariado como carne de
cañón en la guerra interburguesa, pero también debido a la influencia
de las tendencias yihadistas que están convirtiendo a la guerra de
clase en una guerra sectaria, a pesar de la fuerte resistencia
proletaria.

Esta resistencia del proletariado hacia las varias facciones yihadistas
que intentan apropiarse de nuestra lucha y que intentan forzar un
retorno de la ley y el orden (en tanto que moral y ley religiosa) en
las “zonas liberadas”, continúa expresándose en la últimas semanas a
través de una serie de acciones que la prensa burguesa obviamente
ignoró.

En Raqqa, por ejemplo, que se encuentra en medio de fuertes luchas
contra el ejército sirio, una continua protesta contra los arrestos de
proletarios hechos por el grupo yihadista “Jabhat al-Nusra” se viene
desarrollando desde junio. Las mujeres gritan: “¡Debería darles
vergüenza! Nos traicionan en nombre del Islam”. A través de agosto, los
residentes de al-Raqqa protestan casi diariamente contra el “Estado
Islámico de Iraq y Levante” demandando la liberación de cientos de
prisioneros, secuestrados y personas desaparecidas. De la misma forma
en Alepo, los proletarios lanzan la campaña “¡Basta es Basta!”,
llamando al fin de los abusos cometidos por los grupos armados. Algunas
de estas expresiones obviamente abandonaron el terreno de clase y ya no
expresan su propósito original de defensa y protección de las protestas
diarias contra el régimen y contra la represión, sino que comenzaron a
utilizar la violencia sin ningún criterio de clase. Se realizaron
manifestaciones frente a la “Tribunal Islámico” en Alepo luego de que
un niño fuera asesinado por supuestamente insultar al profeta Mahoma.
Entre las consignas de los manifestantes se escuchaban cosas como: “El
comité Islámico se ha convertido en la Inteligencia de la Fuerza Aérea”
en referencia a la brutal rama del régimen, cuyas cámaras de tortura
han alojado a miles de proletarios. En Idlib ocurren también protestas
contra el comité Islámico local.

¡A todos los proletarios en lucha en Siria!

Finalmente, queremos avisar a los proletarios en lucha en Siria que se
encuentran de rodillas sufriendo bombardeos y masacres orquestados por
el régimen actual, y que continúan teniendo ilusiones acerca de una
intervención de la “comunidad internacional” (que es un eufemismo para
referirse a una banda de gangsters capitalistas), que piden por
bombardeos al régimen o porque se declare una “zona sin vuelos”… Nada
podemos esperar de un poder estatal, todos los estados han luchado
siempre por la supresión de las revueltas proletarias. Sea en Indochina
o Argelia durante los 50 o en Vietnam después, los ejércitos franceses
y americanos dejaron los campos con miles de muertos. Sea en Iraq,
Somalia, Yugoslavia, Afganistán o recientemente Libia, tanto con el
pretexto de la “Guerra contra el terror” como con la “ayuda
humanitaria”, la agenda imperialista no significa otra cosa que la
reorganización de la explotación y el reemplazo de un dictador por otro
o por una agrupación de más presentables y respetables torturadores…
No, no hay nada que esperar en el desarrollo de nuestras luchas si
elegimos un mal menor frente a otro mayor.

¡A todos los proletarios en lucha en Siria!

En el comienzo, los proletarios en Siria se rebelaron contra la miseria
y la represión impuesta por una facción burguesa particular (Baath).
Pero demasiados proletarios se han convertido en auxiliares de otra
facción burguesa en el trascurso de la guerra, en el lado del
nacionalismo y el sectarismo. Les dicen y les hacen creer que esta
guerra contra Assad no es como otras. Todos los representantes del
frente “anti-Assad” susurran a los proletarios que pospongan el ataque
contra el capitalismo y las relaciones sociales actuales hasta que el
demoníaco Assad sea derrotado. Aceptando esto, no expresan la vida de
su clase, sino su muerte. Sus aliados ya no son los proletarios, los
explotados, sino la burguesía. Apoyar al frente de unidad significa
pelear por alguien más, y ser un representante del nacionalismo y el
sectarismo.

La perspectiva de un ataque contra la miseria y el desangramiento
capitalista en esta guerra, que nunca fue tan imperiosa, depende de la
habilidad para hacer aparente la frontera que existe entre la acción y
la necesidad del proletariado por un lado, y la burguesía con su
dictadura democrática por el otro. No señalar esta frontera significa
subestimar el rol histórico del proletariado, pero particularmente es
fallar en asumir el funda-mental rol de la vanguardia en la lucha. El
Capital es la guerra y la guerra es el Capital. En guerra como en la
paz, aún hay ganancia capitalista, explotadores y explotados.

¡Rechazar todo frente de unidad en favor de una u otra facción
burguesa! Parar esta guerra entre aparatos militares burgueses. Apuntar
las armas contra “tus” oficiales, tiburones políticos, ase-sores
militares extranjeros y jefes capitalistas de “tu propio” campo. Seamos
vanguardia y mostremos a los proletarios que usan uniforme en las filas
de Assad que solo existe una unidad, la de los explotados de todo el
mundo contra las fronteras artificiales del Capital. Expandamos los
métodos de la acción de clase más allá del frente de batalla para
unirnos con los soldados “enemigos” y ejecutar a los carniceros
imperialistas que lucran con esta tragedia humana.

Más que nunca reafirmamos nuestro apoyo a los proletarios en lucha en
Siria, como en cualquier rincón del mundo, Turquía, Brasil, Egipto,
Túnez, Colombia, Chile…

Llamamos a los proletarios a denunciar la intervención militar que se
prepara y a oponerse a ella fuertemente mediante la acción directa, el
sabotaje y la huelga general insurreccional.

Vengan de donde vengan, aviones y buques, misiles y gas, detrás de
ellos siempre hay hombres y mujeres que tienen que producirlos,
transportarlos y distribuirlos. Sólo los proletarios en lucha pueden y
deben para la maquinaria de guerra.

Desarrollemos nuevos caldos de cultivo de lucha proletaria,
consolidemos los que ya existen, apliquemos la huelga a los ejércitos,
fábricas, minas, oficinas, escuelas, y en todos lados en donde se sufra
la explotación de este mundo de muerte y explotación.

Contra “nuestra” burguesía y contra “nuestro” Estado belicista, en los
Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia, China, Irán, Turquía,
Siria… organicemos y desarrollemos el derrotismo revolucionario.

“Con humos nos emborrachan
Los reyes y los déspotas
¡Fraternidad entre soldados
Para las guerras acabar!
Si estos caníbales se empeñan
En tener soldados leales
Sabrán que nuestras balas matan
A nuestros propios generales”

(La Internacional)

Guerra de Clases

Septiembre de 2013
http://autistici.org/tridnivalka/
tridnivalka@yahoo.com


***

EGIPTO: NADA HA CAMBIADO, PERO TODO COMIENZA…

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Todos, cualquier cosa que digamos, cualquier cosa que hagamos, tomamos
parte en la lucha de clases… Sea de forma activa o pasiva… Sea
profundizándola y extendiéndola o sea negándola… Como sujeto de su
propia existencia o como objeto de su supervivencia bajo la dictadura
del valor… En el área del proletariado o de la burguesía… Como un ser
humano o como un idiota útil al capital… “La historia de todas las
sociedades existentes hasta ahora es la historia de la lucha de
clases.” (Karl Marx)

En este corto texto acerca de las actuales luchas en Egipto, queremos
enfatizar las importantes afirmaciones de la histórica lucha de nuestra
clase contra la tiranía del valor, contra la explotación. Nuestro
objetivo es obviamente no analizar estos eventos solo para simplemente
comprenderlos, sino para transformarlos, para interrumpir la naturaleza
cotidiana de nuestra vida como proletarios con la miseria que nos
ahoga, para que erradiquemos definitivamente la relación social
capitalista de nuestro planeta. No queremos derrochar nuestro tiempo
describiendo en incontables páginas los horrores de esta sociedad de
muerte y sufrimiento. Obviamente no queremos ser seres pasivos o
académicos. Tampoco estamos interesados en la biología del Capital, ni
nos interesa describirla de una manera objetiva. Por el contrario,
nuestro propósito es tomar parte en su destrucción final actuando en el
movimiento de su necrología… Y esto implica erguirse firmemente en el
corazón de los eventos que ocurren frente a nuestros ojos, para ser una
parte determinada de ellos como una fuerza activa y decisiva.

Desde hace más de dos años, una importante ola de revueltas ha corrido
a través del Magreb y Máshrek. Una tras otro, Túnez, Egipto, Bahréin,
Yemen, Libia, y Siria… han estallado en las llamas de la revuelta…
Algunos “dictadores” han caído, otros se han aferrado a los remanentes
de su poder. La represión es feroz en todos lados, pues el proletariado
está determinado a no estirar la pata en el altar del valor sin al
menos vender cara su vida. Revueltas contra el hambre, contra la
miseria, contra los aumentos de precios de la “canasta básica”, contra
el desempleo, contra la impunidad de los torturadores, contra la
arrogancia de los señores atrincherados en sus cada vez menos
inaccesibles fuertes…

Y cuando los “dictadores” han sido sacados por la presión “de la
calle” (un eufemismo periodístico para no referirse al genuino sujeto
de estos movimientos: a saber ¡el proletariado en lucha!), o mejor
dicho, cuando la burguesía mundial y su aparato central remueven a tal
o cual administrador que se ha mostrado incapaz de controlar la
situación, entonces “nuevas” caras aparecen, “alternativas” políticas
más creíbles emergen en orden de restituir la paz social y la ley y el
orden de los negocios. Pero rápidamente, la lucha recobra sus dinámicas
como hemos visto en los últimos dos años…

En Túnez, no pasa un día sin protestas, piquetes, ocupaciones, huelgas
salvajes en Túnez (capital), Sfax, Siliana, Kasserine, El Kef, Gafsa,
Redeyef, etc., sin que las estaciones de policía hayan sido incendiadas
por proletarios enfurecidos, quienes claramente no se creen más ningún
cuento hecho por los administradores de su supervivencia, mientras van
sembrando sus semillas de un llamado cada vez más global a cuestionar
éste mundo de miseria. Los “nuevos” líderes (una mezcla de facciones
“progresistas” e islámicas) son usualmente abucheadas en sus
apariciones públicas, como por ejemplo en el aniversario de “la
revolución”, los líderes del partido Islamista de gobierno “Ennahda”
fueron prendidos fuego por proletarios más que hartos de ser siempre
engañados y jodidos por la burguesía.

A comienzos de febrero, el asesinato de un “oponente de izquierda” en
el medio de la calle hizo que estallara todo y miles de proletarios
explotaron de rabia. Chokri Belaid era el líder del “Partido Unificado
de Patriotas Democráticos” (¡con un programa burgués!), una de las
organizaciones más importantes dentro del “Frente Popular” el cual tuvo
que radicalizar su discurso de algún modo ante la presión del
proletariado para parecer una alternativa más convincente frente a los
islamistas y el “vacío de poder” como consecuencia del desarrollo de
los disturbios. El asunto aquí no es tanto si algunos proletarios se
identifican a sí mismos como la “oponentes” al gobierno de “Ennahda” o
no. Ellos solo expresan un tipo de empatía con alguien a quien
consideran víctima del mismo Estado enemigo, el cual por medio de
milicias islámicas, escuadrones de la muerte y la policía persiguen y
maten día y noche a los proletarios radicalizados. Desde entonces, no
es sorprendente que nuestra clase incremente su ofensiva y apunte a las
más evidentes y odiadas representaciones de éste Estado…

En Siria no hay duda que los bombardeos sobre las ciudades y las
masacres masivas, el terrible estado de represión y su militarización,
representa un persistente acoso que busca reclutar proletarios en lucha
(tengan estos armas o no) para una u otra facción, oponiéndose entre
ellas en la tentativa por conquistar el poder y dirigir el antagonismo
social. La totalidad de los poderes estatales regionales e
internacionales (Rusia, Irán, China por un lado, Arabia Saudita, Qatar,
Turquía, Francia, Estados Unidos, etc. por el otro) empuja a la
confrontación de clases hacia la militarización, de forma que el
proletariado pierda sus propias dinámicas de subversión de este mundo
miserable, privando al proletariado de su autonomía de clase… El tercer
campo en Siria (así es como se ha llamado al proletariado que se opone
a ambos polos de la contrarrevolución) está camino a la ruina y a ser
reclutado si no quiebra el aislamiento al que ha sido empujado, si el
contenido universal de esta lucha (el cual emerge en todas las luchas
de nuestra clase) no es puesto en frente, si rápidamente no encuentra
eco a sus luchas, si una nueva fuente de hostilidad insurreccional no
se desarrolla por todas partes de modo que no haya nunca más un minuto
de descanso para la voraz burguesía…

Y es precisamente desde Egipto, donde los tambores de nuestra guerra
social resuenan siempre con más fuerza, que podemos escuchar las voces
anunciando con profunda determinación que el antagonismo social que ha
comenzado antes por esta región deberá expandirse por todo el mundo.

“No votes por nadie…”

Cuando el “dictador” Mubarak fue depuesto, toda la burguesía proclamó
que la “democracia” debía ser establecida, que el “pueblo soberano”
debía participar en la construcción de su futuro y su voz finalmente
sería escuchada. Pero rápidamente fue creciendo la desilusión de la
burguesía pues la elección de la Asamblea Constituyente en noviembre
del 201, así como la elección presidencial de junio del 2012 (con más
de un 58% de abstención) y el referéndum para la nueva constitución en
diciembre del mismo año (donde la abstención superó el 68%), a saber,
cada ronda del circo electoral fue rechazado por importantes sectores
del proletariado en un activo boicot. Cerca de la plaza Tahrir, alguien
escribió en sobre una pared: “No vote por nadie. Nadie mantendrá sus
promesas. Nadie escucha al pobre. A nadie le importa un carajo esto”.
Sin embargo el estado logró movilizar a millones de tontos útiles
quienes se hicieron cómplices en forma voluntaria de esta orgía
electoral. Y es gracias a “el pueblo” que los “Hermanos Musulmanes” y
otros islamistas son (¡temporalmente!) los “nuevos líderes” del país.
Por lo tanto, podemos ver como, a través del mito democrático del
“pueblo soberano”, se desarrolla el enfrentamiento de dos polos que se
oponen dentro de la misma población: por un lado “el pueblo egipcio”
que toma parte en las elecciones y posteriormente en la consolidación
de una dictadura democrática, y al otro lado de la barricada social al
proletariado en lucha que rechaza estas elecciones y proyecta la
continuidad de la acción directa para expresar su desprecio
(ciertamente aún confuso y limitado) por la democracia.

Aquí también debemos enfatizar la contundente respuesta que los
militantes que se denominan a sí mismos “Camaradas del Cairo” enviaron
a “Occupy Wall Street” (OWS) en noviembre del 2011. OWS, como forma de
“solidaridad”, quiso enviar algunos “monitores electorales” a Egipto de
modo que la farsa electoral “marchara sobre ruedas”. Esto es lo que
“Camaradas del Cairo” declaró: “La verdad sea dicha, la noticia nos
chocó bastante; simplemente pasamos la mayor parte del día tratando de
imaginar quién podría haber solicitado esta ayuda en nuestro nombre.
Tenemos algunas consideraciones respecto a vuestra idea, y queremos
sumarnos a su conversación. Nos ha parecido que ustedes han tomado las
calles y ocupado parques y ciudades ante la insatisfacción con las
falsas promesas del juego de la política electoral. […] ¿Por qué,
entonces, nuestras elecciones podrían ser una causa de celebración?
¿Cuándo, incluso en el mejor de los mundos posibles, puede existir una
entidad supuestamente “representativa” basada en el interés del 1%
sobre el restante 99% de nosotros? […] ¿Es esto lo que ustedes desean
monitorear?”.

A pesar de los obvios límites de éste texto, solo nos queda expresar
nuestra genuina solidaridad con la respuesta de “Camaradas del Cairo”.
De hecho, lo que OWS proponía significa que el mundo capitalista se
puede dividir en al menos dos partes, con situaciones diferentes y
tareas diferentes que asumir: por un lado el próspero “mundo
occidental” donde las elecciones y el parlamentarismo no son un
problema a tratar en la agenda, y por el otro lado los países
“subdesarrollados” del “Tercer mundo” donde las tareas de las masas
proletarias serían defender a la facción progresista de la clase
dominante y usar medios burgueses como las elecciones… Esto es
obviamente completamente falso, paternalista y tiene la mala leche de
dividirnos como compañeros y compañeras alrededor del mundo que
enfrentáramos los mismos enemigos, la misma opresión, la misma
explotación, y que usamos las mismas armas y medios para revolucionar
éste mundo, para abolir la sociedad de clases.

Pero desde que el islamista Morsi fue electo presidente, ha sido
evidente que esta facción de la burguesía ha terminado rápidamente
desacreditada por su incapacidad para lidiar con la tarea fundamental,
la cual es manejar las relaciones sociales capitalistas a favor de la
clase dirigente, y al mismo tiempo pretender satisfacer las ilusorias
promesas de cambios y bienestar social que solo un puñado de idiotas
(“el pueblo egipcio”, trabajando y votando) ha creído. De cara a la
desilusión, los recortes de salarios, los aumentos de precios de los
bienes básicos, enfrentando una permanente represión feroz, el
proletariado ha reanudado su ofensiva y recién electo Morsi como
presidente ha salido a la calle a rechazar en las calles con más fuerza
y determinación de lo que fue Mubarak hace unos pocos meses atrás…

“No hacer las cosas rentables para los capitalistas”

La operación para mantener la paz social en Egipto (la cual desplazó,
luego de solo dieciocho días de protestas y combates del proletariado,
a un “dictador” demasiado manso e incapaz de manejar las relaciones
sociales capitalistas de forma más conveniente para los negocios) no
dio frutos después de todo. Una de las primeras medidas para restaurar
la ley y orden capitalistas tomado por la camarilla militar después de
la caída de Mubarak fue prohibir las huelgas (“¡que destruyen al
país!”). Sin embargo, debemos hacer hincapié que en los últimos dos
años el proletariado ha estado rechazando todo tipo de disciplina del
trabajo, todo tipo de sacrificio, en resumen, han luchado para “no
hacer las cosas provechosas para los capitalistas”, para parafrasear a
los camaradas del KAPD a comienzo de los años 20. El pasado octubre, lo
que es lo mismo que decir un par de semanas después de las elecciones
presidenciales, el Banco Mundial expresó su “preocupación” (por lo
bajo) respecto de la escala que había alcanzado el descontento social
en Egipto donde se habían registrado más de 300 huelgas en las primeras
dos semanas de septiembre, la mayor parte de ellas en sectores clave de
la economía perteneciente al ejército. Más de 2000 huelgas se
registraron en septiembre y octubre a pesar de la represión y la
criminalización de los trabajadores militantes.

Durante noviembre y diciembre, alguna gente se indignó por el hecho de
que el nuevo proyecto de constitución impuesto por los “Hermanos
Musulmanes”, y en última instancia por el estado de los capitalistas,
del cual estos islamistas y algunos militares solo son sus
representantes políticos, contenía medidas “liberticidas” (así fue
expresado por todos los liberales y otros devotos de ésta hipocresía
que es la dictadura democrática). Pero éstas maniobras solo taparon
torpemente otras medidas de la misma constitución las cuales consolidan
la represión anti-obrera y esto es solo la continuación de numerosos
arrestos y seguimientos contra los militantes obreros involucrados en
la extensión de las huelgas salvajes. Y éste no es más que el enésimo
intento de amordazar a nuestra clase, esa donde miles de proletarios se
encuentran luchando en las calles de El Cairo, Alejandría, Suez, Port
Said, Ismailía, etc., esa que asaltó el palacio presidencial, esa que
combatió a la policía pero también a los militantes islamistas, y con
los matones del brazo armado de los Hermanos Musulmanes, incendiando
decenas de sus oficinas por todo el país. Debemos enfatizar que al
mismo tiempo que se expresaba el desprecio por el “nuevo poder”
islamita (“democráticamente elegido, debemos recordarlo), nuestros
hermanos y hermanas de clase deseaban conmemorar la importancia de los
sangrientas protestas de noviembre del 2011 (conocidas con el nombre de
“batalla de la calle Mohamed Mahmud”), boicoteando la elección de la
asamblea constituyente, donde más de cuarenta compañeros murieron.

Toda esta rebelión, toda esta revuelta, todo este rechazo profundo y
radical a someterse a los estándares del funcionamiento del capital
general, todo este rencor, incluso cuando a nuestra clase la engañan
con el circo electoral, en resumen, todo este sabotaje de la economía
nacional ha llevado a la economía de Egipto a un catastrófico estado de
crisis. La actual moneda, el peso egipcio, deberá ser devaluado, las
reservas monetarias del Banco Central, que llegaban a los 36 mil
millones en enero del 2011 (es decir, justo antes de la caída de
Mubarak), hoy llegan solo a los 13 mil millones, tan solo dos años
después, difícilmente esta cantidad alcanzará para pagar 3 meses de
bienes básicos de importación. El gobierno egipcio necesita con
urgencia 15 mil millones para equilibrar su presupuesto; pero lejos de
esta cifra solo Qatar ha accedido a prestarle 5, lo cual está lejos de
ser suficiente. El verano pasado, el presidente Morsi negoció préstamo
por 4,8 mil millones con el Fondo Monetario Internacional, pero el
aumento de las huelgas salvajes y la agitación social pospusieron un
posible acuerdo. El mensaje “subliminal” de FMI fue que Egipto debe
primero restaurar la ley y el orden así como la paz social en el país,
y terminar con los subsidios a los productos básicos garantizados por
el gobierno, lo que inevitablemente generaría una nueva oleada de
agitación… Cada vez más la burguesía local como la mundial está
llegando a un camino sin salida en ésta crisis sistemática…

Como en el 25 de enero, 2013 se acerca…

En este día que marca oficialmente el segundo aniversario del comienzo
de “la revolución” que tumbó a Mubarak, las fuerzas del proletariado se
han expresado una vez más de forma masiva en las calles enfrentando a
las fuerzas que buscan conservar este mundo. Estos hechos no
representan un “segundo asalto de la revolución”, y mucho menos una
“segunda revolución”, pues se trata del mismo movimiento de nuestra
clase, el mismo proceso de cuestionamiento de lo existente, es el mismo
movimiento el que continúa, el que se desarrolla y afirma a sí mismo
cada vez más fuerte. Y en esto no solo hay continuidad en el tiempo, de
hecho, acá no ha habido un “cese de las hostilidades” entre proletarios
y burgueses en los últimos dos años. Esto también se refiere al
contenido de la lucha, y su reflexión hacía la clarificación del
movimiento no sólo respecto a la lucha aquí y ahora, sino también por
la lucha en el contexto histórico. Para muchos de los que se rebelaron
contra Mubarak hoy es claro que en realidad ellos se han estado
revelando contra toda personificación de la relación capitalista de
explotación. Se trata de continuar y profundizar la ruptura esbozada en
enero del 2011 la cual ha ido obteniendo colores brillantes en un
proceso de radicalización inevitable. Nuestra clase no se conforma con
solo unos cambios cosméticos (por ejemplo alcanzar varias vueltas en el
circo electoral, una nueva constitución, “libertad de prensa”, etc.)
combinados con diversas medidas que aspiran a volver a la economía
nacional nuevamente sobre sus rieles y por lo tanto incrementar nuestra
tasa de explotación.

Tras el aprendizaje obtenido en las violentas confrontaciones de
noviembre y diciembre pasados, algunos de los sectores más determinados
y avanzados de nuestra clase desarrollaron la ofensiva y seguridad de
las protestas proletarias organizando grupos de choque autónomos para
resistir cualquier intento de los matones islamitas de sofocar nuestro
movimiento. Los medios de comunicación se hicieron un festín con la
historia de “un nuevo grupo de Black Bloc en Egipto”… Sensacionalismo,
una mierda. Pero es hace semanas y meses, incluso de antes de “la
revolución” del 2011, que el asociacionismo proletario (derivados de
las dinámicas del movimiento de lucha) se ha desarrollado, reforzado y
consolidado en Egipto tan bien como en todo rincón del planeta donde
nuestra clase levanta cabeza tras décadas de sufrimiento, sometimiento,
silencio… Muchas expresiones militantes y estructuras re-emergieron de
las profundidades de esta vorágine social y la antigua confrontación
entre las fuerzas antagónicas de ambas clases sociales, desplegando las
potencias y debilidades de nuestra clase, sus límites e incomprensión:
“socialistas libertarios”, “sindicalistas revolucionarios”, socialistas
revolucionarios”, “anarquistas”, “comunistas”, “Black Blocs”, “Ultras”,
“barras bravas”, etc. son algunos de los nombres que estas minorías han
usado para etiquetarse a sí mismas o que la prensa burguesa le ha
colgado a sus acciones, sus rupturas y sus vacilaciones.

A partir del viernes 25 de enero, importantes protestas y choques
sacudieron todo el país, mostrando así el agravamiento de la crisis
global (“social”, “económica”, “política”) y la reducción a los
términos básicos del antagonismo entre los sectores del proletariado en
lucha y la última alternativa política (los “Hermanos Musulmanes”)
impulsados por el sistema de administración del capitalismo.

El día después, el anuncio de la sentencia a muerte de 21 hinchas de
Port Said provocó una nueva ola de agitación: estaciones de policías
fueron asaltadas e incendiadas así como las oficinas de los “Hermanos
Musulmanes”, algunos grupos armados atacaron la principal prisión e
intentaron liberar a los presos… En tres días cerca de cuarenta
proletarios fueron asesinados por los policías, lo que llevó al
gobierno a imponer el estado de emergencia y el toque de queda en Port
Said así como en las ciudades industriales de Ismailía y Suez. Pero la
población desafió abiertamente esta decisión organizando protestas
nocturnas y partidos de fútbol en las calles, en los cuales, los
soldados que se suponía debían vigilar el toque de queda, también
participaron. Luego de algunos días, el toque de queda fue “aflojado”,
aunque no del todo bien abolido por falta de confianza en el
acatamiento de los soldados…

En la misma disposición de derrotismo dentro de las “fuerzas de
seguridad”, notamos que al mismo tiempo que un grupo de policías
protestaba pidiendo al gobierno mayor capacidad de represión, más
armamento para “defenderse” y colaboración de “matones armados”, otros
sectores de la policía salieron a las calles por todo el país, el 12 de
febrero, para expresar su rechazo a ser usados como instrumentos de la
maquinaria represiva contra la población.

Queremos enfatizar el desprecio de nuestra clase hacia la actitud
“camaleónica” (nada para sorprenderse…) de la oposición burguesa
(principalmente representada por la coalición del Frente de Salvación
Nacional) en el transcurso de estos eventos. El FSN, siempre marcando
el paso atrás del movimiento de nuestra clase, temerosos de su energía
y radicalización, intentando en vano de canalizarlo, finalmente firma
un acuerdo con los “Hermanos Musulmanes” condenando “toda forma de
violencia” en la víspera de la gran protesta del viernes primero de
febrero, con el fin de tomar el control del movimiento y pacificar
nuestra rabia. Pero nuestra clase dio una respuesta clara a estos
“opositores” burgueses así como al gobierno y una vez más (por varios
días) el palacio presidencial fue asaltado… todos los llamados
posteriores del FSN para “derrocar al opresivo régimen y la dominación
política de los Hermanos Musulmanes”, intentando así de estar a la saga
de la perspectiva de un movimiento radicalizado, son infructuosos pues
estos profesionales de la política se han desacreditado completamente
ante los manifestantes salvo un puñado de tontos útiles que siguen
creyendo sus mentiras…

Dicho esto, no pretendemos discutir aquí sobre el contenido de los
eventos de febrero del 2012, los cuales son la causa para la sentencia
a muerte en Port Said, cuando más de 70 personas que estaban en un
partido de fútbol entre el equipo local (Al-Masry) y un club de El
Cairo (Al Ahly) fueron muertos en enfrentamientos. Sin embargo, no hay
dudas de que un sector de los militares deliberada e intencionadamente
quisieron castigar a los “barras” de El Cairo famosos por su
participación y militancia en la ola de agitación social que ha
sacudido a Egipto. Por el otro lado, el hecho que proletarios de la
barra de Por Said puedan haber sido usados como mercenarios en éste
terrible hecho, aún no ha sido probado, y aunque ese sea el caso, no
sería la primera vez en la tormentosa historia de la lucha de clases
que un grupo de proletarios defienda (temporalmente) los intereses de
la burguesía aún así sea contra sus propios intereses y los de toda
nuestra clase… Como haya sido este asunto turbio cocinado de antemano,
el proletariado en lucha en Port Said demostró claramente de que lado
de la barricada se plantan durante estas últimas semanas…

En efecto, desde el domingo 17 de febrero, amplios sectores proletarios
de Port Said empezaron, fuera de toda estructura sindical o partido
político, una campaña de “desobediencia civil”, consistente en bloquear
toda actividad económica en la zona industrial del Canal de Suez a la
vez que imponían una huelga general, forzando a algunos buques a ser
desviados, levantando piquetes y barricadas en los principales puntos
de la ciudad, cortando rutas y las vías del ferrocarril, organizando
piquetes itinerantes para que trabajadores de otras fábricas se unieran
a la huelga, cerrando las escuelas y los edificios de la administración
pública, rechazando el pago de los impuestos, boicoteando el pago de
las facturas de el servicio eléctrico, enfrentándose directamente con
la policía, atacando e incendiando sus guaridas, provocando cantidad de
muertes en ambos bandos, etc. Lo que parece caracterizar el desarrollo
de esta lucha es la auto-organización de las masas descontentas, las
que se dotaron una vez más de estructuras autónomas (“comités
populares”, etc.) tomando a su cargo los diversos aspectos esenciales
de la vida, como la distribución (gratis o no) de comida, como
cuestionar la producción (¿qué se debe producir y por qué?), rechazando
el trabajo y el sistema escolar, etc. A causa de todas estas
expresiones de ruptura con el orden social establecido, algunos
militantes han dicho (tal vez un poco a prisa) que esta experiencia en
Port Said es “una realidad sin precedentes” así como “un experimento de
una nueva forma de vida, producción y existencia”, y yendo más lejos
llamándola “La Comuna de París Egipcia”…[1]

En los días siguientes, esta campaña de acción directa se propagó
rápidamente como un fuego incontrolable a otras ciudades de la zona del
canal, como Ismailía y Suez, así como a otras del delta del Nilo:
violentos choques entre las “fuerzas de seguridad” de la burguesía y
proletarios cada vez más decididos a dar combate estallan en Mansura
(muchos muertos), Tanta, El-Mahalla, El-Kubra, etc., los que parecieron
estar fuera del control de los partisanos de la paz social… y así hasta
Alejandría y El Cairo. Desde el 5 de marzo docenas de estaciones de
policía y la mayoría de las gobernaciones del país fueron afectadas por
una huelga de policías quienes rechazaban ser enviados al choque contra
las huelgas y manifestaciones. Todo esto indica una vez más el nivel de
disolución de los aparatos de represión central del Estado… Este asunto
de la “seguridad” se volvió central para el Estado al punto de que el
gobierno consideró la creación de una “policía privada” para restaurar
la ley y el orden o como propuso el grupo islamista “ultraconservador”
Al-Gamaa Al-Islamiya la organización de “milicias de seguridad” para
“proteger la propiedad privada y los bancos”…

Finalmente no podemos dejar de mencionar la explosión de violencia que
siguió a la confirmación de la sentencia a muerte de los 21 de Port
Said el sábado 9 de marzo y especialmente el veredicto que dejó libres
a varios oficiales de policía y a otros que sólo dieron una sentencia
simbólica. En Port Said los protestantes intentaron bloquear el Canal
de Suez, así como en El Cairo los edificios de la policía ardieron. Lo
mismo sucedió en las oficinas de la “Asociación de Fútbol Egipcia”, lo
que muestra la pérdida de interés que una parte importante de sectores
combativos y activos del proletariado empiezan a sentir hacia el fútbol
y los deportes en general, el cual deja de cumplir su propósito social
de distracción y de alimentar el nacionalismo. Los estadios han sido
abandonados por los proletarios que tienen cosas mejores que hacer como
charlar por las calles, discutir de “política” y atacar el deterioro de
sus condiciones de vida… Grupos de hinchas de equipos de fútbol, como
los “Green Devils” de Port Said o los “Ultras Devils” y los “Ultras
Ahlawy” de El Cairo se han involucrado en el movimiento social y han
creado sus “tropas de choque”. Incluso más de algún conocido jugador de
fútbol ha pasado a rechazar este aspecto de la sociedad espectacular
para involucrarse en el movimiento de nuestra clase…



Deseamos terminar este breve texto sobre la lucha de clases en Egipto
con algunas consideraciones programáticas, las cuales no son creación
de nuestros cerebros sino que son el resultado directo de este
movimiento que ha ocurrido frente a nuestros ojos. También hay algunas
“lecciones” que podemos bosquejar y otras que las minorías
revolucionarias ya han planteado a raíz de las luchas del pasado. Ya
sea en el momento del movimiento proletario en Francia en los años
1870-71, mejor conocido como “La Comuna de París”; o de la época del
proceso revolucionario que impactó al mundo entre 1917 y 1921,
especialmente en Rusia, pero también los las repúblicas de consejos de
Baviera y Hungría en 1919; o incluso en España en 1936-37, etc. En
todos esos momentos álgidos de la lucha del proletariado, el Capital
fue capaz de animar todo tipo de alternancias democráticas. De cara a
un enemigo común (el proletariado) que amenaza los fundamentos mismos
de la expansión de la reproducción de la relación social existente,
todas las facciones burguesas que hasta ayer (formalmente) se “odiaban”
unas a otras, hoy se unen o asumen una tras otra la administración de
la sociedad y su paz social. Incluso el Capital está dispuesto, si es
necesario, a cooptar elementos del proletariado derivados de la lucha,
para colocarlos a cargo de cierta función esencial del “poder” y de ese
modo transformarlos en administradores de las relaciones sociales y
enterradores de la lucha (como el rol que jugó la CNT y los “camaradas
ministros” en España)…

El Estado es una relación social

Como sea, todo esto es para decir, contrariamente a todas las creencias
idealistas transmitidas por la ideología dominante, y por lo tanto
repetidas por un gran número de proletarios y militantes en lucha,
contrariamente a lo que en general se entiende por Estado, es decir su
reducción a un “aparato”, a una “institución”, o a una simple
“estructura”; el Estado no es una herramienta “neutral” que el
proletariado puede tomar bajo su control y utilizarla como tal para sus
propios fines, o incluso pasar de la toma de decisiones “vertical” a la
toma de decisiones “horizontal” (¡el fetichismo y la miseria del
federalismo!). Un gran número de revolucionarios del pasado, hayan sido
“anarquistas”, “comunistas”, “Marxistas”, “socialistas
revolucionarios”, etc., siempre comprendieron el Estado como una
“herramienta” o más simplemente como “el gobierno”…

El Estado es una relación social compuesta de diversos aparatos
(gobierno, parlamento, policía, ejército, empresarios, sindicatos,
partidos políticos, sistema educacional, etc.). En éste sentido solo
podemos reafirmar lo expuesto por Malatesta a fines del siglo 19, que
el Estado se encuentra aún dentro de nuestras asociaciones…

El Estado es una relación social que se reproduce aún dentro de
nuestras luchas y lo cual combatimos con vehemencia.

El Estado es una relación social y en Egipto se hace visible cuando
todas las facciones burguesas se candidatean para administrarlo: desde
los militares que asumieron durante el “período de transición
democrática” tras haber “despedido” al incapaz de Mubarak, hasta los
Islamistas y su poción mágica de ultraliberalismo divino, y por último
los próximos candidatos como El Baradei y otros charlatanes que son lo
mismo… Y es seguro que todas las tendencias del arco-iris izquierdista
están esperando tras bambalinas su turno para aparecer…

El Estado es una relación social y hasta el presente nivel de
desarrollo de las sociedades de clases (y el capitalismo es el
resultado final de este desarrollo, como una síntesis de los modos
previos de producción), el Estado solo puede ser el Estado de los
capitalistas, y por lo tanto solo puede ser destruido por la fuerza de
una revolución social, a través del movimiento de subversión de éste
mundo que terminará todas las formas de explotación para abrazar la
sociedad comunista…

¿Qué cambio? ¿Qué revolución?

Nos diferenciamos claramente de todos aquellos (“aquí” como “allá”) que
hacen llamados por “más democracia”, rechazamos esa falsa dicotomía
entre “dictadura” y “democracia”, pues en todas partes funciona el
mismo Estado, la misma dictadura de la ganancia y el dinero que se
impone sobre nuestras necesidades humanas, en todas partes se vive el
antagonismo irreconciliable entre la clase de los ricos que impone sus
normas y la de los desposeídos, se trate de una democracia
“parlamentaria” y “multipartidista” o de una “militar” y de “un solo
partido”… Esta democracia genera muchas ideologías, las cuales se
vuelven fuerzas materiales, como el mito del “pueblo soberano”, lo cual
se traduce en que esta fuerza niega en la acción el antagonismo de
clases. Bajo la democrática dictadura del valor, el proletariado se ve
disuelto en “el pueblo” y termina codo a codo con su enemigo histórico,
la burguesía, en defensa de los intereses de la nación y la economía.
Ya se trate de Túnez o más aún, de Egipto, es el “pueblo soberano” el
que elige un nuevo amo, aunque el voto esté teórica y prácticamente en
oposición directa al proletariado, del cual importantes sectores
rechazan esta comedia infernal. No se trata solo de la burguesía en
contra del proletariado, sino especialmente del pueblo contra el
proletariado mismo… y de vuelta, el proletariado se tiene que organizar
su lucha en contra del “pueblo”…

Titulamos este texto “Nada ha cambiado, pero todo comienza…”, para
hacer evidente que estamos enfermos y cansados de todos esos “cambios”
y esas “revoluciones” de las que habla la burguesía, y que no son nada
más que premisas a la luz de los enormes levantamientos que estamos
esperando y los cuales hemos de conducir con fuerza. De hecho, todo
comienza y es especialmente necesario que todo continúe, que el
movimiento de subversión de este mundo no se detenga, al menos no antes
que encontremos la solución de las contradicciones y antagonismos
sociales, no antes que toda la humanidad sea libre, y se libre por sí
misma de sus antiguas y milenarias cadenas…

Pero sabemos que al mismo tiempo, muchas cosas han cambiado y muchas
otras están cambiando… Acontecimientos como los de Egipto, Túnez, Siria
(a pesar de la enorme represión que intenta suprimir nuestra energía
bajo un diluvio de fuego y sangre, de cenizas y rublos), en Grecia, en
Sudáfrica… y donde sea que nuestra clase levante su cabeza y luche por
vivir, estos acontecimientos nos transforman, nos llenan de energía,
nos otorgan nuevas perspectivas a esta despiadada y lamentable
supervivencia a la que estamos condenados sobre el altar de sumisión al
Dios Capital. Los hombres y mujeres lanzados de cabeza a la lucha ya
tienen otra concepción de la vida, han forjado y alcanzado una
“conciencia política”, lo que es lo mismo que decir que han
transformado sus relaciones con otros hombres y mujeres que están en
lucha, sus relaciones con el mundo… El miedo empieza a moverse al otro
bando…

En este breve texto respecto a las presentes luchas en Egipto, queremos
enfatizar las importantes afirmaciones de la vieja lucha de nuestra
clase contra la tiranía del valor, contra la explotación. Nuestro punto
obviamente no es analizarlos para simplemente entenderlos, sino más
bien para transformarlos, para interrumpir la naturaleza histórica de
nuestra vida diaria de proletarios sujetos por la miseria, por lo que
debemos erradicar definitivamente la relación social capitalista de la
superficie de nuestro planeta. No pretendemos gastar nuestro tiempo
describiendo a lo largo de estas páginas los horrores de esta sociedad
de muerte y sufrimiento. Obviamente no queremos ponernos en un rol
pasivo y académico. Tampoco nos interesa la biología del capital, y no
tenemos ninguna intención de describir las cosas de forma objetiva. Por
el contrario nuestro propósito es tomar parte directamente en su
destrucción final y participar en el movimiento de su necrología… Y
esto significa plantarse firmemente en el corazón de los
acontecimientos que tiene lugar frente a nuestros ojos, ser parte
determinante de ellos como una fuerza activa y decisiva…

Como decía el viejo amigo Karl Marx “La historia de todas las
sociedades existentes hasta nuestro días es la historia de la lucha de
clases”… Pero si la lucha de clases está siempre presente, incluso
cuando el proletariado se muestra impasible, agotado, invisible,
ausente, debemos enfatizar que el desarrollo de las luchas en el mundo
desde hace algunos años nos señala que estamos comenzando a transitar
de un periodo de luchas de “baja intensidad” (como le gusta decir
groseramente a la burguesía y sus estúpidos ejércitos) a un período de
“mediana intensidad” previos a abordar luchas de “alta intensidad”.
Esta última clase de luchas se han de traducir en una afirmación global
de un proceso revolucionario a escala mundial que considere teórica y
prácticamente la destrucción de la relación social capitalista, de la
tiranía del valor y de un mundo basado en la producción de mercancías…

Camaradas proletarios en lucha en Túnez, Siria, Egipto… En Sudáfrica,
China, Grecia… y en todo rincón del planeta… el capitalismo no tiene
nada más que ofrecernos salvo austeridad, miseria, explotación,
represión, guerra, muerte…

La lucha por vivir, por el desarrollo de una sociedad sin clases, sin
Estado y sin explotadores, sin patrones, sin policía, ejércitos,
cárceles, etc. pasa por la destrucción de todas las facciones burguesas
que manejan nuestra vida cotidiana y nos mantienen en la miseria:
“dictadores” y “demócratas”, los militares y civiles de “izquierda” y
“derecha”, ultraliberales, socialdemócratas, islamistas y secularistas…

Abracemos el internacionalismo, rompamos las fronteras nacionales (así
como las fronteras entre diferentes sectores) que envenenan las luchas
de nuestra clase. Promovamos el derrotismo revolucionario: la mayor
solidaridad con los proletarios que están lejos es luchar en nuestro
propio territorio contra nuestro enemigo común, contra nuestra propia
burguesía, contra el propio Estado que nos somete, contra el Estado
Mundial del Capital.

¡Que nada sea rentable para los capitalistas!
¡La economía está en crisis, que reviente!
¡El enemigo es el capitalismo y la dictadura del mercado mundial!
¡El objetivo es en todos los sitios el mismo: revolución social!
¡Destrucción del Estado y el Capital!

Guerra de Clases

Febrero/Marzo 2013
http://autistici.org/tridnivalka/
tridnivalka@yahoo.com

[1] Ver el texto publicado por el blog militante italiano infoaut.org:
“Egipto. La autogestión de Port Said y la lucha obrera” disponible en
español en http://anarkismo.net/article/25078/

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Guerra de Clases
autistici.org/tridnivalka
tridnivalka@yahoo.com


Sobre los sucesos de Turquía en torno a la plaza Taksim, 
Internacionalističtí proletáři, Junio 2013

Durante más de tres semanas, Turquía ha sido sacudida por una revuelta proletaria masiva, que en su punto máximo ha llevado a las calles a casi cinco millones de manifestantes en todo el país. La chispa inmediata del movimiento fue una brutal represión estatal, cuando la policía aplastó una protesta contra la destrucción y reurbanización del parque Gezi en el centro de Estambul (justo al lado de la plaza Taksim, lugar de la infame masacre de trabajadores en 1977 y altamente simbólico para el movimiento proletario en Turquía).

Los días siguientes, las calles de Estambul y luego Ankara, Esmirna, Adana y Mersin, Antioquía y alrededor de otras 50 ciudades más, así como también muchos pueblos pequeños, se llenaron de gente manifestándose y haciendo disturbios, soltando su ira acumulada contra el estado capitalista y sus policías. Palizas brutales, cañones de agua, balas de goma y toneladas de gas lacrimógeno por parte de la policía se encontraron con la resistencia proletaria organizada construyendo barricadas y utilizando todas las armas disponibles de las calles. Los enfrentamientos con las fuerzas represivas hasta ahora cobraron la vida de siete manifestantes y al menos un policía. Con algunas carreteras y puertos bloqueados, la circulación de mercancías fue parcialmente interrumpida. Según cifras de sindicatos oficiales, más de 800 mil trabajadores participaron el 17 de junio en acciones de huelga convocadas por ellos (aunque probablemente muchas otras se "volvieron salvajes" o encontraron otras formas de unirse a las protestas). El levantamiento también afectó de forma importante diversos tipos de valores de la economía turca.

En lugares donde los policías habían sido expulsados (como en la zona de Taksim), muchos vecinos llegaron y discutían en un ánimo general de resistencia. Algunos soldados individuales mostraron solidaridad con los manifestantes entregando algunas máscaras de gas (aunque el ejército como tal en algunos lugares ayudó a la policía a reprimir). Muchas divisiones antiguas y límites ideológicos impuestos por la máquina ideológica dominante del estado capitalista e internalizadas por el proletariado en Turquía comienzan a recibir graves grietas (divisiones como "Turcos" vs. "Kurdos", "Árabes", "Armenios"; "izquierdistas" vs. "derechistas"; "mujeres sometidas" vs. "hombres conservadores"; y en cierta medida incluso lo "religioso" vs. lo "secular"). Los medios de comunicación burgueses, como una herramienta de los aparatos ideológicos del Estado, que no son neutrales sino que representan los intereses de la clase dominante, mientras cubrían el levantamiento masivo (los medios turcos originalmente intentaron ocultar la situación ignorándola) se enfocaron en los enfrentamientos, las nubes de gas lacrimógeno, los disturbios de "grupos marginados" o en "protestas pacíficas", banderas nacionales o fotos de Mustafa Kemal, para tratar de reducir el movimiento completo a uno "pro-democracia", de “ciudadanos” contra la "islamización creciente" y la "autocracia de Erdogan", la "primavera turca", u otra "revolución de color" que existe gracias a las redes sociales de Internet.

Varios sociólogos observadores de izquierda van tan lejos en su objetivo de encubrir y difuminar la naturaleza proletaria del movimiento en Turquía, que lo llaman "un movimiento de las clases medias", y plantean preguntas demagógicas de si y cuándo “se unirán los trabajadores a las protestas", ¡como si el proletariado alguna vez hubiese sido lo mismo que los sindicatos de mierda! (sindicatos que en cada protesta masiva trabajan por "encontrar el diálogo con el gobierno", por "la paz y estabilidad", según lo dicho por los principales sindicatos turcos, así como por "proteger la economía nacional", aquí "el futuro de Turquía"!, y que con sus "huelgas" anunciadas con antelación muestran que son un obstáculo en la lucha de clases real -¡una huelga real significa atacar al sistema de producción capitalista, sin previo aviso, sin límites de tiempo!).

Queremos recalcar que de donde surge el movimiento en Turquía es de una realidad de miseria en una sociedad de clases basada en la explotación del trabajo humano, con su siempre presente y siempre creciente necesidad de suprimir cualquier chispa de actividad humana no mediada, incluso con las vidas de sus protagonistas si es necesario. Así que para nosotros la resistencia inicial contra la tala de árboles en el parque Gezi es apenas una pequeña manifestación de la lucha proletaria contra uno de los aspectos del capitalismo –una catástrofe ecológica que inevitablemente trae consigo su desarrollo o progreso, que es su producto interno y no puede separarse de él, y que particularmente en Turquía toma la forma de inundaciones artificiales de áreas gigantes, deforestación masiva, crisis de desperdicios no distintas de aquellas en el sur de Italia, derrames de petróleo, etc.-, que a su vez incrementa los precios de los alimentos a nivel local contribuyendo a la "crisis alimentaria" mundial. Los barrios proletarios en ciudades de todo el país están siendo derribados a los suelos y reurbanizados como edificios de oficinas y apartamentos caros. De la misma forma, la resistencia contra la tortura y los asesinatos a manos del estado no se iguala al llamado a una "reforma policial", y la rabia contra la imposición de una versión "islamista" de la moralidad capitalista no significa necesariamente la aceptación de la versión "liberal-occidental".

A pesar de la determinación heroica de nuestros hermanos y hermanas de clase en las calles frente a la brutal represión estatal, a pesar de toda la alegría de la resistencia, todos aquellos grandes sentimientos de estar juntos en la lucha, en las barricadas, ayudándonos unos a otros después de ataques de gas lacrimógeno, compartiendo alimentos, discutiendo, todos estos aspectos que uno no podía imaginar antes, el movimiento no emerge como revolucionario "puro". De hecho, todo movimiento proletario contiene contradicciones internas. En la revuelta presente en Turquía, esto se expresa con la obsesión de declarar una facción burguesa como el enemigo central (Erdogan y su AKP –Partido de la Justicia y el Desarrollo-), con sus ideologías "ecologistas", "laicistas" y "nacionalistas", con el "pacifismo" o los "disturbios rituales" con el inútil lanzamiento de piedras contra vehículos blindados.

Recientemente se ve que ha comenzado cierto descenso o transformación de la energía. Las manifestaciones del "hombre de a pie" transforman las heroicas y apasionadas protestas anteriores en acontecimientos sumisos y pasivos, que sólo por el estado pueden ser bienvenidos como un posible inicio del diálogo entre clases y como una oportunidad para las fuerzas represivas (la policía y todos los aparatos ideológicos) para reagruparse y enfocarse en asaltos contra militantes (ahora cuando los cerdos no están ocupados con ladrillos y molotovs lloviendo sobre sus cabezas, ha empezado una represión y encarcelamiento de forma masiva y selectiva).

Como todo movimiento proletario, incluyendo la presente oleada en Turquía, primero debe tratar de librarse de la influencia de la ideología burguesa dominante y romper con su "propia" burguesía. Siempre es el proletariado el que sangra y paga, en tiempos de paz como en tiempos de guerra. ¡El proletariado en Turquía, como en todos los países, no tiene NADA en común con su propia clase dominante y su Estado!

Pero tiene TODO en común con todos los demás proletarios de otros países, compuestos de todas las nacionalidades, razas, sexos. Así, en lo que respecta a Turquía y su Estado, que intenta unirse a las otras fuerzas imperialistas sobre el conflicto de la guerra civil en Siria, esto significa una resistencia práctica al servicio militar, la interrupción de los suministros de guerra, propaganda antibélica entre los soldados reclutados, y finalmente ver a los otros "soldados" reclutados no como enemigos sino como sus compañeros proletarios en uniforme.

Sólo cuando el movimiento se extiende y profundiza, cuando generaliza su oposición a los múltiples intentos de la burguesía local para encuadrarlo en un tema particular, tiene una posibilidad de existir y crecer. El movimiento debe superar todos los intereses sectoriales que reproducen la competencia entre trabajadores, y debe expresar las necesidades de toda la clase. Para lograr esto debe concentrarse en mantener y extender las estructuras organizativas que el proletariado ha producido en los grandes momentos de la lucha actual, para profundizarlas y fortalecerlas con la evaluación de las luchas históricas del presente y del pasado, para hacerlas entrar en una nueva fase del movimiento o en una nueva ola abierta de lucha de clases más fuerte, con un programa más claro, siendo capaces de oponerse a quienes quieren encuadrarla y de plantear los medios y métodos para empujarla hacia adelante.

No nos engañemos con fantasías, la normalidad fue la razón por la que todos hemos inundado las calles. Esta normalidad es el estado de nuestra explotación, de nuestra miseria, de represión, de guerras y repugnante nacionalismo, de opresión y violencia basados en el sexo, la raza,  la nacionalidad. Podemos destruir este sistema desastroso. ¡En cada confrontación masiva y de alto nivel podemos ver cómo la sociedad futura ya está presente en actos en la actual!

¡Compañeros proletarios!:

¡Levántense! ¡Todos a las calles!

¡Hagan huelgas reales sin aviso ni límites de tiempo!

¡Hagan retroceder a los jefes!

¡Superen las divisiones impuestas entre clases!

¡Solidaridad con los más oprimidos y explotados!

¡Ningún apoyo a la "propia" burguesía,
ningún apoyo a la economía nacional!

¡Ningún derramamiento de sangre en campos de batalla
para intereses imperialistas!

¡Ninguna guerra sino la guerra de clases!

Internacionalističtí proletáři, Junio 2013

Lampedusa, puerta de un Mediterráneo que el capitalismo ha transformado en infierno para cientos de miles de inmigrantes proletarios, desheredados y de todos los que huyen de países devastados por la miseria, el hambre, las guerras de rapiña y la violencia de todo género.


Desde hace más de veinte años, el Canal de Sicilia se ha transformado en un vasto cementerio que se traga a miles de inmigrantes que, de manera creciente, huyen del hambre y de guerras que asolan a los países de África, Cercano, Medio y Lejano Oriente. En los países donde han nacido las condiciones son inhumanas y es por ello que tratan de ganar la margen que les parece más segura, una tierra donde creen que la esperanza de vida todavía no ha sido sepultada como en los países de los que huyen. Pero, cada vez con más frecuencia estas esperanzas se convierten en tragedia y desesperación. Esto no es una fatalidad, mas una de las consecuencias más típicas del capitalismo que devora seres humanos y territorios, teniendo como único fin desarrollar y salvaguardar un modo de producción dedicado exclusivamente a valorizar el capital, es decir, a aumentar y defender la ganancia capitalista que exige sacrificar, a través de todo género de violencia, la vida de los hombres.
Barcos-carretas esperan en los puertos de Túnez, Libia, Egipto, para ser llenados hasta más no poder de seres humanos que huyen de la desesperación. De estos se aprovechan los modernos negreros que amontonan esta singular carga, luego de haberla despojado de toda pertenencia, para llevarla principalmente a las costas meridionales de Italia, en particular Sicilia, Lampedusa exactamente. Estos viajes “de la desesperación” son el espejo de las condiciones en la cual la sociedad burguesa reduce a la mayoría de los seres humanos: oprimidos y expoliados en su proprio suelo por gobiernos sostenidos por una o más potencias occidentales, interesadas exclusivamente en el aprovechamiento de cada recurso, natural o humano, para su propia ventaja económica y estratégica, terminan en las manos de esbirros, esperando de estos últimos obtener un “pasaje hacia Europa”, un pasaje hacia algunos países europeos que representan ante sus ojos que no ven las ilusiones de una Democracia cobarde y asesina; una meta de esperanza, de países que al mismo tiempo han sido los más brutales colonizadores de los países de los que huyen y que, hoy, sobre todo en tiempos de crisis económica mundial, alzan todo de tipo de barreras. ¡La Europa burguesa no recibe, más bien expulsa!
Tratados peor que las bestias destinadas al matadero, considerados clandestinos y perseguidos por la policía de cada país, amontonados en campos de cosechas en Libia o Túnez, antes de embarcarse en las susodichas carretas de mar donde viajan como sardinas en lata, sometidos a todo tipo de vejación y violencia, se lanzan al mar sin ninguna garantía de ganar las costas de Europa pero, cuando lo logran, si sobreviven, son arrojados en prisión por demás superpoblada y casi siempre a cielo abierto. No es casual que se llamen Centros de Identificación y Expulsión (C.I.E.).
Como se sabe, Italia, desde hace algunos decenios se ha convertido en la meta anhelada por estas masas de prófugos y emigrantes que huyen de los países de África y Asia por vía terrestre, pero sobre todo marítima, poco importan los medios y las “modalidades”. Los gobiernos de esta, nuestra constitucionalísima y ultra-civil república, poco importa si son de derecha, centro o izquierda, siempre han tenido la misma actitud de fondo: controlar y limitar mediante la fuerza la afluencia de inmigrantes, pero también a través de leyes y acciones de policía, aceptando legalmente una pequeñísima parte considerada útil como mano de obra fácil a explotar a precios muy bajos, y dejando en la ilegalidad y en manos del trabajo negro y la mafia, al resto de la gran masa.
La burguesía, a pesar de sus discursos sobre los derechos humanos, en realidad no tiene ningún respeto por la vida humana; lo demuestran los incidentes y los muertos en los puestos de trabajo, el hambre de poblaciones enteras, las guerras que asolan un país tras otro, la explotación cada vez más bestial del trabajo humano, del territorio y de los recursos naturales cuyo único fin es el beneficio capitalista, el envenenamiento de la tierra, el agua y el aire, la aparición de viejas enfermedades como el cólera o la tuberculosis y de otras nuevas como los tumores de todo género, además del Sida, la difusión de la violencia como medio no sólo de superación sino también de supervivencia.
El desprecio burgués por la vida humana no le impide crear, para uso propagandístico, organizaciones asistenciales y desarrollar – con costos cada vez más reducidos – actividades asistenciales a través del voluntariado, moderna forma de explotación de la fuerza de trabajo basada en la piedad y la compasión humanas por los pobres y desamparados, gestionada en general por la Iglesia católica u otras entidades religiosas; pero todo ello no soslaya para nada un sistema económico que no tiene por finalidad la satisfacción de las necesidades humanas y de la harmonía social, sino las del mercado y del capital cuya constante y progresiva valorización determina, entre otras cosas, la constante y progresiva desvalorización de la vida humana en general y, sobre todo, de las grandes masas proletarias que en esta sociedad son consideradas como puros brazos a explotar o arrojar. Todo ello, en definitiva, no hace sino reforzar el dominio económico y social del capitalismo y, por tanto, de la clase burguesa que lo representa y defiende a todo precio.
Como en otras ocasiones, también en los últimos meses una miríada de carretas de mar, botes, viejos pesqueros, y hasta neumáticos, han atravesado el Mediterráneo, en particular, el Canal de Sicilia, con el objetivo de arrojar sobre las costas sicilianas y calabresas a esta desgraciada carga humana. Mas no sólo son las costas de Sicilia, Calabria, la Puglia el objeto de las travesías; frecuentemente, sobre todo en los últimos años, lo han sido también las costas españolas frente al estrecho de Gibraltar, las costas griegas, chipriotas y maltesas.
En algún punto en el horizonte aparecen las embarcaciones, que a menudo naufragan a poca distancia de las costas, esparciendo cuerpos no sólo de hombres sino también de mujeres y niños en las aguas de un mar supercontrolado por la marina militar nada menos que de 62 países! Desde hace por lo menos diez años, las marinas militares occidentales que afluyen el Mediterráneo, a les que se les han unido rusos y ucranianos, presiden el Mediterráneo: radares, medios navales, aéreos, satelitales, utilizados para controlar no menos de 1O mil embarcaciones por día, pero lo que nunca han hecho es echar una mirada en los socavones de los barcos de los modernos negreros, ni prestar ayuda a los náufragos (1).
Huir de la miseria, el hambre, de todas las opresiones, de las guerras y las represiones, para migrar hacia una supervivencia menos horrenda: esta ha sido siempre la suerte de millones de migrantes. La solución a la miseria, el hambre, a toda forma de opresión y a los horrores de las guerras no ha sido ni será jamás aportada por la sociedad burguesa, puesto que la misma pone en el centro no las necesidades de la vida social de la especie humana, sino el mercado, el capital, la ganancia capitalista, la propiedad privada, la ley del valor, es decir, todo aquello que genera opresión social y política en el mundo entero. La opresión capitalista, ejercida por el poder político de la clase burguesa, permite a esta clase monopolizar todo recurso de vida y toda riqueza creada; un poder que es defendido con todas las medios, desde los más hipócritas e ilusorios hasta los más nocivos y mortales, reduciendo de hecho la gran mayoría de la población mundial a la condición de esclavos permanentes!
Para que viva el hombre, el capitalismo debe morir; para que el hombre viva en una sociedad de especie en plena armonía consigo misma, la sociedad que se nutre de sangre y carne humana para alimentar al capital debe ser destruida; para que el hombre conquiste una relación armónica con la naturaleza, la vida social que destruye hombre y naturaleza debe ser revolucionada. La esperanza no estriba en la atenuación de los efectos más trágicos y horrendos del capitalismo, que en determinadas áreas geopolíticas y en determinados periodos puede incluso realizarse, sin que por esta razón se detenga la creciente y cada vez más brutal explotación del proletariado de las áreas periféricas del capitalismo desarrollado; la esperanza de salir de las condiciones de esclavitud salarial permanente, cuyas consecuencias en definitiva se miden en millones de muertos, y de conquistar por fin una vida de hombres reside únicamente en la revolución anticapitalista, y por ello comunista, ya que es la única capaz de golpear mortalmente la causa fundamental de los horrores de esta sociedad: el sistema económico capitalista y la dictadura política de la clase burguesa.
El mes de octubre de 2003, sólo al comienzo cuenta ya, a proximidad de las costas sicilianas y de Lampedusa, otros 376 migrantes y prófugos muertos, entre los que se cuentan muchas mujeres y niños: 13, ahogados por la irresponsabilidad del traficante de hombres que conducía la embarcación que llevaba a bordo a jóvenes eritreos, encallándose a 50 metros de las playas de Catania, que les obliga a arrojarse al mar sin saber nadar; y, ni siquiera tres días después, el 3 de octubre, un pesquero con más 500 prófugos eritreos, somalíes y sirios eslora a pocas centenas de metros de Lampedusa, delante de la isla de conejos, dejando un saldo de 363 muertos. Las cifras de los últimos años son escalofriantes: 2.352 decesos en 2011, 590 en 2012, y hasta octubre en curso se cuentan ya 695. Según las macabras estadísticas aparecidas en el sitio Internet Forteresse Europe, desde 1988 los migrantes y prófugos muertos a lo largo de la frontera con Europa representan nada menos que 19.372; sólo en el Canal de Sicilia, sobre las rutas que parten desde Liba, Túnez y Egipto, desde 1994 se cuentan hasta ahora 7.065 (2)
La trágica cuenta de cadáveres recuperados en mar, de dispersos y naufragios fantasmas de los cuales nunca se sabrá nada preciso, se agrega a la de sobrevivientes cuyo tormento no termina puesto que, después de ser salvados de la muerte, no se salvan de la persecución policial que los espera; agolpados peor que las bestias en los CIE y, como son “clandestinos”, humillados y vejados por una burocracia cínica y perversa apta a identificarlos (¡el clandestino es un reo!) para expelerlos y regresarlos a los países de los que huyen y en los que sólo encuentran opresión, violencia, hambre, miseria, guerra: ¡La Italia burguesa no acoge, pero encarcela y expulsa!
Y, como en los años y meses precedentes, en los próximos meses las costas meridionales de Italia continuarán siendo la meta de la desesperación de cargamentos humanos: Lampedusa, Scicli, Portopalo, Pozzallo con el tiempo se han vuelto nombres familiares, ligados como están a las tragedias de sobrevivientes y muertos en mar.
La propaganda burguesa continúa en su hipócrita y cínica obra de mistificación, hablando de leyes de inmigración a revisar – como la Bossi-Fini –, de nuevos acuerdos a establecer en la Sede Europa, de reglamentación del flujo migratorio, como si los hombres fuesen mercancías y, en este caso, de mercancías apreciadas primero, y luego almacenadas de alguna manera, antes de desembarazarse de ellas!
La piedad y la natural solidaridad humana que empuja a la población de Lampedusa a socorrer de algún modo a prófugos y migrantes que terminan la desgraciada travesía sobre sus costas, como también los salvamentos en mar, son demostraciones de humanidad que revela la trágica soledad en la cual el Estado deja a las administraciones comunales sumergidas por el problema, pero que al mismo tiempo corroboran que la prioridades a las cuales el Estado dedica sus actividades son de otra naturaleza: el control de sus fronteras, el reforzamiento de medios y tecnología militar que impidan, hoy, la llegada de decenas de miles de “clandestinos” y, mañana, la llegada y desembarco de enemigos en una guerra que potencialmente se acerca cada vez más. No es casual, en efecto, que los verdaderos recursos económicos puestos a disposición del Estado están dedicados al Frontex, es decir, la defensa militar de las fronteras europeas contra la frontera sur!
Para abundar, los proletarios tienen delante de sí otros ejemplos de cómo la burguesía dominante, su Estado, tratan la “cuestión inmigración” que es una cuestión, en realidad, enteramente proletaria, de clase, ya que sólo los proletarios por su condición de esclavos asalariados y sin-reservas, no les importa la región, nación o continente que vieron nacer a estos proletarios obligados a huir de la tierra en la que se arriesgan a sufrir hambre y muerte, hacia otras donde tratan de sobrevivir.
Rebelarse contra estas desgracias es natural, pero la verdadera solución no está en la piedad o caridad del que está mejor, sino en la solidaridad entre proletarios, en la solidaridad de clase, combatiendo las condiciones de esclavos asalariados y contra la competencia entre proletarios expresamente alimentada por la burguesía y las fuerzas oportunistas que la sostienen. Una solidaridad que, ante todo, debe venir de los proletarios de los países más ricos, de los proletarios italianos, franceses, alemanes, suecos, y que no puede ejercerse sino en el terreno de la lucha de clase, puesto que es necesario responder con la lucha proletaria de clase a la lucha que los burgueses emprenden todos los días contra los proletarios!
 
- Ningún proletario es extranjero, sino hermano de clase!
- No a la detención y expulsión de migrantes! Regularización inmediata de todos los inmigrantes!
- Salario igual por la misma labor a todos los trabajadores sin distingo de nacionalidad!
- Salario de desocupación a todos los desempleados, sean italianos o inmigrantes!
- Por una sola organización clasista de defensa económica y social entre proletarios italianos e inmigrantes!
- Por la reanudación de la lucha de clase solidaria, internacionalista e internacional!
- Por el renacimiento del partido comunista revolucionario a nivel mundial!
  



(2) Cfr. htpp://fortresseurope.blogspot.it
 

Partido Comunista Internacional
20 de octubre de 2013
     www.pcint.org

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