Sudán: guerra civil, multinacionales y 9 millones de desplazados

 

Se cumplió un año, el 15 de abril, de la lucha armada entre los dos bandos militares que se disputan Sudán y sus riquezas en primer lugar el oro. Ambos bandos pelean entre ellos, pero están reprimiendo salvajemente a la mayoría del pueblo trabajador de Sudán. 

El conflicto, que enfrenta a las Fuerzas Armadas Sudanesas (FAS), encabezas por el general Abdelfatah al Burhan, con el grupo paramilitar Fuerzas de Apoyo Rápido (FAR), del general Mohamed Hamdan Dagalo, conocido como Hemedti, produjo más de 9 millones de desplazados de sus casas y lugares de vivienda e innumerables civiles muertos o gravemente heridos. 

En realidad, la mayor parte de los desplazados y el hambre que está sufriendo la mitad de la población de 45 millones de habitantes de Sudán, se produce mayormente por la brutal represión de ambos bandos militares a la población civil. En su gran mayoría no está involucrada en el conflicto entre esos dos bandos, pero es expulsada por militares que entran a sus casas, que además violan mujeres y se roban sus pertenencias, o sufren bombardeos aéreos de sus viviendas. 

Como lo dice una nota periodística del diario español El Salto “La confrontación entre el ejército y las milicias en Sudán implica una guerra contra la población que se levantó por la democracia y ahora lucha por su supervivencia”.

 

La rebelión popular del 2019 y la contrarrevolución

En el 2019 hubo un levantamiento popular en Sudán que terminó con el gobierno militar islámico de 30 años del dictador Omar Al Bashir, y hubo promesas de democracia y elecciones libres. Pero en el 2021 hubo otro golpe militar y se desató la represión contra la población. Y desde abril del 2023 este caos que dejó gran parte de la población sin alimentos, por paralización de cultivos y sin ninguna atención sanitaria, y casi no funcionan escuelas o universidades. Miles de trabajadores de salud y de educación fueron despedidos, porque ellos fueron la vanguardia junto a los jóvenes de los “comités revolucionarios de resistencia”, de las grandes luchas contra la dictadura.

Lo que si existió todos estos años y aun se mantienen, son “comités revolucionarios de resistencia” que, uniendo a organizaciones populares de base de barrios, que también encabezaron la rebelión del 2019, echaron a la dictadura de los 30 años. Hoy persisten en gran parte del país como redes locales de supervivencia y ayuda mutua, canalizando esfuerzos en la recolección de alimentos, dinero en efectivo y medicinas para ayudar a aquellos en extrema necesidad. Estos comités son atacados y perseguidos por igual por ambas fracciones militares, FAS y FAR, en los sitios que cada una domina. 

 

La minería del oro y el saqueo imperialista

Este desastre social que está sufriendo Sudán, que es un país de origen e idioma árabe como Palestina, no es exclusivo de Sudán, sino que está afectando a muchos países africanos que antes eran colonias europeas hasta la década del 50 y sufrieron históricamente el saqueo de sus países por Europa. Y ahora todos sufren una semicolonización de empresas extranjeras e imperialistas que se adueñan de sus riquezas mediante organizaciones locales asociadas, subordinadas y armadas. Además de las europeas hay penetración de empresas yanquis, de Israel, de países árabes, chinas y rusas que se disputa las riquezas naturales de Sudán. 

Sudán es un país árabe, que fue hasta 1956 colonia británica. Y en el 2011 se independizó su región del sur, de población de etnias e idiomas diferentes similares a poblaciones afros del sur y centro de Africa, de unos 11 millones de habitantes. En el sur independizado se concentraba la mayor parte de la producción petrolera que era la principal riqueza de Sudán. Pero en el sector del norte que hoy se mantiene como Sudán se descubrió hace unos 20 años la riqueza del oro. 

Aunque hay cifras muy distintas, y no hay control estatal sobre la extracción de oro, se habla de 233 toneladas de oro de exportación en último año. Esto coloca a Sudán entre los principales productores y exportadores de oro del mundo. Pero queda poco y nada para su población.  

Este oro se lo están llevando, en gran parte, empresas como el grupo paramilitar Wagner, ruso, ahora reconvertido en African Corps, a través de la empresa M-Invest, que era del líder del grupo Wagner, Yevgueni Preghozin, fallecido en Rusia, aparentemente asesinado por Putin. Pero esa empresa se mantiene como muy importante en la extracción de oro de Sudán, y se lo lleva a Rusia. Los paramilitares de las FAR que dominan los principales territorios mineros del oro son los aliados a la empresa rusa. Y también a empresas de los Emiratos Árabes, que tienen también alianza con las FAR. Mientras tanto el gobierno de las FAS, que domina otras zonas del país, está más aliado con Israel y Estados Unidos.   

Además de la represión antipopular y los enfrentamientos bélicos entre los sectores militares, la minería del oro, con uso masivo de mercurio, esta destruyendo la agricultura y llevando al hambre a 25 millones de personas, más de la mitad de la población de Sudán. En primer lugar, los 9 millones de desplazados de sus casas, por invasión de alguna de las fracciones militares, casi todos se van sin nada, sin dinero, ni por supuesto comida, y quedaron sin ningún trabajo. Los refugiados llegan a lugares, sea en países vecinos o en el mismo Sudán, muchas veces sin más que su ropa puesta, y donde tampoco reciben casi ninguna ayuda, porque son poblaciones pobrísimas. 

 

La necesidad de la solidaridad internacional con el pueblo de Sudán

La gran experiencia de lucha del levantamiento popular del 2019 al 2021 mostró por un lado la enorme fuerza del pueblo trabajador cuando se organiza, une y moviliza, pero también que los partidos burgueses y las fracciones militares buscan pactar con alguno de los imperialistas europeas, árabes o rusas, para preservar el orden capitalista y el saqueo del país del cual son también beneficiarios con ese orden. Las promesas de democratización son burladas una y otra vez. Ese capitalismo semicolonial con un pueblo pobrísimo que está destruyendo al país y causando una espantosa miseria y hambruna popular, está hoy en gran parte centrado en el oro. Las demandas económicas populares ante la crisis crónica histórica del país y una real salida democrática hacen necesaria una alternativa de dirección del pueblo trabajador y juventud, de reorganizar los comités revolucionarios de resistencia, para lograr en el futuro derrocar a las dos facciones de la dictadura militar, expulsar a las transnacionales mineras rusas, europeas, sionistas o árabes, saqueadoras y lograr una salida  y un gobierno a favor de los trabajadores, la juventud y las mujeres del pueblo.

Como Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores -Cuarta Internacional (UIT-CI) llamamos a la solidaridad internacional con la lucha actual del pueblo sudanés por su supervivencia. Unida a la solidaridad con la lucha de los pueblos trabajadores y juventud árabes y africanos y a su unidad solidaria en la lucha para terminar con el capitalismo imperialista, con los gobiernos patronales y dictaduras de África, así como con el colonialismo sionista genocida de Israel en Medio Oriente. Desde sus orígenes el capitalismo imperialista con el esclavismo y colonialismo llevó al continente africano, incluyendo a su norte árabe, a la peor pobreza, saqueo y opresión en el mundo.

 

20 de abril de 2024

Miguel Lamas

Miembro del dirección de la Unidad internacional de Trabajadoras y Trabajadoras (UIT-CI)

 

 

 

Las hazañas de los «leninistas» de «Lotta Comunista»

 

 

 

Todos estamos familiarizados, unos más, otros menos, con la organización reunida en torno al periódico Lotta Comunista, que pomposamente se autodenomina (aunque la redacción ya sólo se encuentra en su periódico) Grupos Leninistas de la Izquierda Comunista. Todos hemos visto sus colas frente a universidades o fábricas, repartiendo panfletos o intentando vender su periódico. Su difusión numérica en las ciudades donde están presentes les hace casi capilares en su proselitismo, que a menudo se hace entre los jóvenes haciéndose pasar por la única organización revolucionaria marxista y antiestalinista de Italia; pero muchos les han visto también organizar, en nombre de sus «círculos obreros», la recogida de paquetes de comida para las «familias necesitadas», a la manera de los curas, llamando a la gente a participar en sus actividades, que incluyen también cursos de italiano para extranjeros. En resumen, en lugar de... libro y mosquete... libro y paquete de comida. Al fin y al cabo, dicen ser de la izquierda comunista, ocultando sus orígenes anarquistas y partisanos y, por supuesto, sin explicar qué significa esta formulación.

 

Los acontecimientos de los últimos días han demostrado, sin embargo, que no es sólo propaganda intelectual y voluntariado pacífico lo que llevan a cabo estos luchadores, sino también un activismo mucho más directo. El 22 de mayo de este año hubo una prueba más de cómo una línea política confusa, caracterizada por la negación total del análisis dialéctico y científico de la situación y de la existencia de una verdadera cuestión «nacional» – como en el caso de los palestinos – conduce a acciones que son demagógicamente etiquetadas de «bolcheviques». Las valerosas hazañas de los escuadrones LC mancillan el nombre del partido de Lenin y Trotsky, de la victoriosa Revolución de Octubre, de los inspiradores de la Internacional Comunista. Un grupo de una docena de militantes pertenecientes a esta organización irrumpió en la universidad Statale de Milán para distribuir un panfleto (contra los manifestantes a favor de Palestina, a los que se acusa de «nacionalismo», complicidad con la burguesía y cosas por el estilo), a pesar de la oposición de los estudiantes que ocupaban la universidad. Según un miembro de la Comunidad de Estudiantes por Palestina (1), los luchadores utilizaron la oposición a la distribución de su panfleto como pretexto para iniciar un ataque brutal. ¿Los efectos? Uno de los estudiantes golpeados en el enfrentamiento fue trasladado al hospital, mientras que la Digos identificó e imputó a 8 militantes de LC (la eficaz policía siempre llega tarde: no detiene la paliza, sino que llega a tiempo para detener a los «autores»).

Al día siguiente, tras la difusión de la noticia de la paliza, un grupo de miembros de LC fue llamado «sionista» por los estudiantes de la Universidad de la Sapienza de Roma, y en respuesta decidieron volver a la carga, con una nueva reyerta. En resumen, dos reyertas en dos días. La prensa burguesa ha tenido ocasión de señalar que en los últimos comunicados oficiales de los estudiantes nunca aparece el nombre de 'Lucha Comunista', sino que sólo denuncian una 'matriz escuadrista y sionista' de los ataques: para la prensa está claro que los estudiantes no quieren difundir el nombre de 'comunista' junto con el de tales acciones (los periodistas quieren dar a entender que éste es exactamente el comportamiento degenerado de los comunistas).

 

No podemos creer, como hacen algunos, que detrás de estos ataques haya un claro designio 'sionista'. Por el contrario, está claro que los militantes de LC creen que su solución suprema a la cuestión palestina (esperemos a la revolución proletaria... que será la solución a todos los males) es tan correcta que hay que silenciar a quienes se oponen a su propaganda, incluso con tácticas de mano dura. Un comentario válido y generalizado sobre la escualidez de estas acciones escuadristas es precisamente que no tienen nada de comunistas. Desde luego, no negamos que la violencia forme parte de la historia y de la sociedad y, por tanto, de la lucha de clases. Reivindicamos la violencia revolucionaria, nunca la hemos ocultado, pero en el contexto histórico recordado por la Izquierda Comunista de Italia y por Lenin y Trotsky, y antes que ellos por Marx y Engels, que dista mucho de la demagógica izquierda «comunista» de los luchadores. Las posiciones planteadas por LC y, como hemos visto, «defendidas» con patadas y puñetazos contra los estudiantes que protestaban contra la masacre de palestinos en Gaza, niegan de hecho que exista una 'cuestión nacional' para los palestinos y que la opresión que sufren los palestinos por parte de Israel y de todos los estados que siempre han temido el contagio de la lucha de los proletarios palestinos en sus propios países, no merezca ninguna protesta, ninguna demostración de solidaridad con los oprimidos. Lotta Comunista, en el caso concreto de la masacre de palestinos en Gaza, niegan de hecho que exista una «cuestión nacional» para los palestinos y que la opresión sufrida por los palestinos a manos de Israel y de todos los Estados que siempre han temido el contagio de la lucha de los proletarios palestinos en sus propios países, no merezca ninguna protesta, ninguna demostración de solidaridad con los oprimidos. Lotta Comunista, en el caso concreto de la masacre de palestinos en Gaza, en uno de sus panfletos en respuesta a las reyertas provocadas en las universidades, firmado «Comitati Leninisti Universitari», al tiempo que recuerda que las universidades italianas colaboran no sólo con el régimen israelí, sino también con otros igualmente asesinos como los talibanes norcoreanos y afganos, cita a Italo Calvino – un conocido intelectual ex partisano, individualista anarquista, del PCI, partidario de la URSS hasta la intervención rusa en Budapest en 1956 y luego anarquista de nuevo – quien, en una carta a un periodista palestino en octubre de 1968, lamentaba «la falta de consideración en los partidarios de la causa palestina de las persecuciones más atroces e inhumanas bajo el nazismo e incluso mucho antes, durante siglos y siglos, sufridas por los judíos, y al mismo tiempo veía con certeza la solución del problema palestino por la vía revolucionaria tanto en el mundo árabe como en las masas israelíes» (2). En aquella época, la mayoría de los intelectuales se declaraban «revolucionarios», y esto creaba una simpatía tan grande a su alrededor que se aseguraban la venta de muchos ejemplares de sus obras, un espacio destacado en periódicos de gran tirada y premios literarios de todo tipo por parte de la burguesía «ilustrada». Citar a Calvino de esta manera significa evidentemente que la perspectiva propagada por LC es la de los intelectuales burgueses que nunca hablan de una revolución proletaria, dirigida por el partido comunista para el derrocamiento del Estado burgués y la instauración de la dictadura proletaria, sino de una revolución de las 'conciencias' que es lo más irrealizable que existe en el mundo real.

Lotta Comunista, en los panfletos y comunicados emitidos, no niega en ninguno de ellos que fueron sus militantes los que iniciaron los disturbios. Sólo afirma que sus actividades son «bolcheviques» y «leninistas»: precisamente, han definido su posición como «francamente antinacionalista» y han definido a sus oponentes como «izquierda social-nacional». Desde este punto de vista, por ejemplo, afirman que detener las colaboraciones de las universidades italianas con universidades y empresas militares israelíes es un acto de... nacionalismo». Su «internacionalismo» es tan grande que consiguen ignorar no sólo el bando que las lanza, sino también el hecho de que... las bombas caen.

No fue difícil, por lo tanto, para algunos grupos políticos que apoyan las protestas estudiantiles anti-israelíes afirmar que los militantes de LC no tienen nada de comunista en su comportamiento y sus valientes acciones, aunque incluso esos grupos, como el Fronte della Gioventù Comunista, por ejemplo, no pueden pretender ser marxistas dado que, desde que se formó en 2012, siempre ha elogiado a la URSS y sus satélites como países socialistas traicionados por la 'revisión' de Gorbachov.... (3).

En cuanto a revisión y falsificación del marxismo entre Lotta Comunista y sus críticos ¡hay bastante competencia!

 


 

(1) En una entrevista: https://www.tag24.it/1100840-universita-statale-milano-occupata-palestina/

(2) Cf. https://www.z3xmi.it/pagina.phtml?_id_articolo=16296-Lettera-di-Calvino-a-un- palestinese .html

(3) Del Documento del II Congreso de FGC, dic. 2016, parte II: «Las contrarrevoluciones de 1989-1991 condujeron a la desaparición del bloque de países socialistas, con la Unión Soviética a la cabeza, en torno al cual se había desarrollado un movimiento progresista que avanzaba en todo el planeta hacia la descolonización y la emancipación de los pueblos de la dominación del imperialismo. Terminaba así una fase histórica caracterizada por el choque entre «dos mundos», que contraponía dos modelos y visiones de la sociedad opuestos e irreconciliables: el socialismo, por un lado, y el capitalismo, por otro. El fin de la Unión Soviética, el primer país socialista de la historia de la humanidad, fue el resultado de la revisión progresiva de la ideología marxista-leninista y de ciertos errores y debilidades teóricas y políticas surgidas del XX Congreso del PCUS (desde la teoría de la coexistencia pacífica a la aplicación de reformas económicas que introdujeron elementos de mercado en la economía socialista) a los que el movimiento comunista internacional, empezando por los partidos comunistas que dirigieron la construcción del socialismo en los países del Este, no supo responder con prontitud.»

 

26 de mayo de 2026

 

 

Partido Comunista Internacional

Il comunista - le prolétaire - el proletario - proletarian - programme communiste - el programa comunista - Communist Program

www.pcint.org

Together against capitalist wars and capitalist peace! – // – Společně proti kapitalistickým válkám a kapitalistickému míru!

https://actionweek.noblogs.org

(ES) Declaración sobre cuestiones de seguridad y la posible escalada de conflictos durante la Semana de Acción

El equipo organizador de la Semana de Acción se enfrenta desde hace tiempo a provocaciones y sabotajes destinados a complicar la organización de las actividades contra la guerra organizadas en Praga del 20 al 26 de mayo de 2024 por personas procedentes de las siguientes regiones: Hungría, Polonia, Ucrania, Rusia, España, Francia, Rumanía, Bulgaria, Alemania, Austria, Grecia, Italia, Eslovaquia, Eslovenia, Croacia, Gran Bretaña, Estados Unidos, Serbia, Suiza…

A medida que se acerca la fecha límite de la Semana de Acción, vemos cómo los ataques de nuestros adversarios se intensifican y alimentan la escalada de un clima ya de por sí conflictivo. Y como no queremos subestimar posibles provocaciones o ataques durante la Semana de Acción, estamos tomando medidas de seguridad concretas.

Queremos advertir a cualquiera que perturbe de algún modo nuestras acciones: defenderemos nuestro espacio político con todos los medios a nuestro alcance. Responderemos a las agresiones con autodefensa activa. El significado de todo esto está claro porque, como demuestra nuestro llamamiento, no somos pacifistas, sino revolucionarios. Cualquiera que ignore esta advertencia será responsable de cualquier escalada y de las consecuencias que de ella se deriven.





 

[PCI - ICP] Hoja Primero de Mayo 2024 / Leaflet May First 2024 / Volantino Primo Maggio 2024 / Tract Premier Mai 2024 / Fulla Primer de Maig 2024

 

[Castellano] Compañeros, os enviamos la hoja que distribuiremos en las manifestaciones de hoy: ¡Por la reducción drástica de jornada, hacia la abolición del trabajo asalariado!

[English] Comrades, we attach you the leaflet that we will distribute in the demonstrations today: For the drastic reduction of working time, towards the abolition of wages system!

[Italiano] Compagni, vi alleghiamo il volantino che distribuiremo nelle manifestazioni di oggi: Per la drastica riduzione della giornata lavorativa, verso l'abolizione del lavoro salariato!

[Français] Camarades, nous vous attachons le tract que nous distribuerons aux manifestations d'aujourd'hui: Pour la réduction drastique de la journée de travail, vers l'abolition du salariat!

[Català] Companys, us adjuntem la fulla que distribuirem a les manifestacions d'avui: Per la reducció dràstica de la jornada, cap a l'abolició del treball assalariat!

PCI - "El Comunista" - "The Internationalist Proletarian" - "Per il Comunismo"

 

 

Para que el Primero de Mayo vuelva a ser un día internacional del proletariado que lucha por su emancipación de clase

 

 

El gran y fundamental objetivo histórico de la lucha de clase del proletariado es su emancipación del trabajo asalariado, de la opresión burguesa que le obliga a sufrir la explotación de su fuerza de trabajo en beneficio exclusivo de la clase burguesa dominante, en beneficio exclusivo de la preservación del modo de producción capitalista y de la sociedad burguesa que descansa sobre él.

La clase del proletariado es la clase que produce toda la riqueza social, pero no tiene ningún control sobre ella, no tiene ninguna posibilidad de decidir qué producir, cómo producir, cuánto producir y cómo distribuir la producción para satisfacer las necesidades vitales de toda la especie humana. Su condición de trabajador asalariado le obliga a someterse a la ley capitalista según la cual es la clase de los capitalistas, la clase dominante, la que se apropia de toda la producción que resulta de la aplicación de su fuerza de trabajo a los medios de producción. Esta apropiación privada -es decir, privar a la mayoría de la población humana de disponer de ella según sus propias necesidades- es, junto con la propiedad privada de los medios de producción, la característica específica del capitalismo.

"La condición más importante para la existencia y dominación de la clase burguesa es la acumulación de riqueza en manos privadas, la formación y multiplicación del capital; la condición del capital es el trabajo asalariado", reza el Manifiesto de Marx-Engels escrito hace ciento setenta y seis años. Así pues, el capitalismo no existiría si no hubiera trabajo asalariado; el trabajo asalariado no existiría si no hubiera capitalismo: estos son los dos pilares sobre los que se asienta la sociedad capitalista. ¿De qué debe emanciparse el proletariado, es decir, la clase de los trabajadores asalariados? Precisamente, de su condición de clase asalariada que, para vivir, está obligada a ser explotada por el capital según sus leyes, que determinan su formación, multiplicación y concentración. El proletario, si no trabaja, no recibe salario y, por tanto, no come. El capital explota a la clase asalariada mediante el trabajo diario de los proletarios, organizándolo y decidiendo el horario diario, los tiempos y ritmos de cada parte del trabajo total que debe realizar cada trabajador, la cantidad de trabajadores necesarios para la producción, etc. El capital tiene interés en explotar al máximo la fuerza de trabajo diaria que emplea en la producción de mercancías, y contra esta explotación máxima los proletarios, desde las primeras fábricas y manufacturas, comenzaron a luchar con el objetivo de disminuir la fuerte opresión a la que estaban sometidos. La lucha obrera surgió inevitablemente de los aspectos inmediatos de la explotación capitalista, tendiendo a unir a los obreros de una misma fábrica para conseguir una opresión menos pesada.

Con el desarrollo del capitalismo y la ampliación constante de las masas proletarizadas y, por tanto, de los asalariados, el capital tiene la ventaja de poder abastecer sus fábricas, sus empresas, con una selección de los trabajadores que considera más adecuados a las necesidades particulares de producción de cada una de ellas, extrayéndolos de una masa de trabajadores mucho mayor que la que puede emplearse en las distintas empresas. El desarrollo de la producción capitalista de mercancías conlleva también la aplicación de nuevas técnicas de procesamiento de las materias primas a transformar, innovaciones que se traducen en una mano de obra cada vez menor en comparación con la producción anterior; así, a la masa de proletarios empleados en la producción y distribución, corresponde una masa de proletarios sin empleo, en paro, obligados a sobrevivir en los márgenes de la sociedad. Y así, además de las innovaciones técnicas aplicadas a los diversos procesos de producción, gracias a las cuales se emplea a menos proletarios que antes, la masa de parados -el famoso ejército industrial de reserva de Marx-Engels- presiona inevitablemente a los asalariados empleados, sencillamente porque todo proletario, para vivir, debe tener un salario. Esto da lugar a la competencia entre proletarios, alimentada, por supuesto, por la burguesía, que obtiene dos resultados principales de esta competencia: mantener los salarios medios a un nivel tendencialmente bajo, mantener las horas de trabajo diarias mucho más altas de lo que las innovaciones técnicas podrían permitir, enfrentando a los proletarios entre sí, dividiéndolos y dificultando así su unión de clase.

El salario es, en definitiva, el valor monetario del tiempo de trabajo del proletario que corresponde al valor de los bienes de primera necesidad que se encuentran en el mercado y que son necesarios para reproducir día tras día la fuerza de trabajo de cada asalariado. La explotación capitalista consiste, esencialmente, en el acaparamiento por parte de los capitalistas de una porción cada vez mayor de la parte del tiempo de trabajo diario que no corresponde al valor de los bienes necesarios para vivir, es decir, del plustrabajo que no se paga al proletario y que, en el capitalismo, se transforma en plusvalía, la cual, a su vez, da lugar al beneficio capitalista. Por lo tanto, mientras subsista el régimen salarial, subsiste el capitalismo con todas sus contradicciones, crisis, desastres y masacres.

La lucha histórica del proletariado apunta, necesariamente, a la eliminación de su opresión específica -el trabajo asalariado- y, por lo tanto, a la eliminación también del capital, sustituyendo este régimen de explotación del hombre sobre el hombre por una sociedad de productores, finalmente libre de toda opresión gracias a una planificación racional de la producción, distribución y utilización del trabajo humano que podrá expresarse voluntaria y colectivamente sin coacciones sino simplemente porque será una necesidad social en la que participarán todos los seres humanos. Este objetivo histórico no se refiere únicamente a la desaparición de la clase dominante, sino también de todas las clases, incluida la clase proletaria. En efecto, el salto cualitativo en términos históricos consiste en pasar de una sociedad dividida en clases a una sociedad en la que las clases ya no existan y en la que ya no existirá una fuerza de opresión organizada en forma de Estado, de fuerza militar, útil únicamente para la defensa del capital, por tanto del dinero.

Por supuesto, para llegar a este objetivo histórico, es decir, a una sociedad sin clases, el camino es largo, arduo y lleno de obstáculos y trampas de todo tipo. La sociedad burguesa no sólo se ha equipado para explotar al máximo el trabajo asalariado en todos los rincones del mundo, sino también para defender su régimen de cualquier posible ataque de la única clase social cuya lucha revolucionaria teme: el proletariado, es decir, la clase que tiene interés en acabar con el régimen de explotación capitalista porque es la que sufre los mayores daños.

La burguesía no puede prescindir del proletariado, porque sólo de su explotación extrae la plusvalía y obtiene así el beneficio capitalista; mientras que el proletariado puede prescindir de la burguesía porque su trabajo produce todo lo que la sociedad humana necesita para vivir y desarrollarse.

La burguesía no puede evitar oprimir a las clases bajas precisamente por la explotación a la que están sometidas y contra la que se rebelan. Y no puede evitar competir en el mercado con las demás burguesías para defender sus cuotas de mercado o para ampliarlas a costa, por supuesto, de sus competidores; y en esta guerra de competencia llega inevitablemente, cuando los mercados se saturan de mercancías, a utilizar la fuerza militar y la guerra para imponer sus propios intereses creados. El Estado burgués, por tanto, sirve tanto para mantener oprimida a la clase obrera como para oponerse a otros Estados burgueses en el mercado internacional. Mientras existan el capitalismo y la burguesía, existirán la opresión, la competencia desenfrenada y las guerras.

Para su revolución, el proletariado no podrá apoyarse, como pudo hacerlo la burguesía durante el feudalismo, en un modo de producción que ya se desarrolla dentro de las formas capitalistas y burguesas de la sociedad. Pero su fuerza social como productor de toda la riqueza social le basta para apoyar su revolución política con la que tendrá que derrocar el poder político burgués, su Estado, sus aparatos políticos, sociales, institucionales, administrativos, en definitiva, la dictadura de clase de la burguesía, para sustituirla por la dictadura de clase del proletariado, a través de la cual éste podrá intervenir con toda la fuerza y violencia necesarias para impedir que la clase burguesa restablezca su poder e intervenir en el sistema económico comenzando a romper la estructura empresarial de la economía y el régimen salarial en todos los ámbitos en los que sea realmente posible la transformación de la economía capitalista en una economía socialista. Los marxistas siempre han tenido claro que esta transformación revolucionaria de la sociedad no se producirá en unos pocos días o semanas, sino que llevará mucho tiempo porque las burguesías de los países donde la revolución proletaria aún no ha triunfado se aliarán contra el proletariado revolucionario, que ha establecido su dictadura de clase, para derrocarlo y restaurar el poder burgués. Por otra parte, siempre ha sido evidente para los marxistas que la revolución proletaria puede comenzar incluso en un país que represente el eslabón más débil de la alianza imperialista internacional, pero ciertamente en un momento en el que el capitalismo mundial ha entrado en crisis y en el que los poderes políticos burgueses, no sólo como resultado de la inestabilidad producida por la crisis y la guerra, sino también debido a la presencia de la lucha de clases del proletariado y a la influencia que el partido de clase ha ganado sobre él, todavía no se han estabilizado.

Ante tal escenario histórico, sólo el partido de clase, fuerte en la teoría marxista y en los equilibrios dinámicos de las revoluciones y contrarrevoluciones, es capaz de mantener el rumbo que conducirá al proletariado a la revolución, a pesar de que la burguesía, ayudada por todas las fuerzas del oportunismo y de la conservación social ha logrado en las décadas transcurridas desde el final de la Segunda Guerra Mundial Imperialista atrapar al proletariado en todos los países doblegándolo, en los países capitalistas avanzados y más ricos, a la colaboración de clases facilitada por los regímenes democráticos y, en los países menos desarrollados y menos ricos, utilizando la represión más dura.

En 1921, el Partido Comunista de Italia, en su manifiesto del Primero de Mayo, escribió:

       "El proletariado, cuyo porvenir depende de su capacidad para romper el absurdo e inicuo sistema económico burgués, debe considerar las instituciones políticas de la burguesía, incluso allí donde están más revestidas de formas democráticas y parlamentarias, como una máquina construida para su opresión y para la defensa del privilegio de los explotadores. El proletariado revolucionario no puede encontrar una vía para su emancipación en las instituciones electivas del régimen actual, en la conquista de los parlamentos burgueses: debe aspirar, incluso cuando envía allí a sus representantes, a romperlos junto con toda la red del aparato estatal, en sus órganos burocráticos, policiales y militares, para realizar el poder efectivo de la clase productiva, de la clase productora, en la dictadura del proletariado, en la república de los Consejos proletarios".

       En aquella época, la situación general seguía siendo revolucionaria, en Italia y Alemania, y en Rusia la victoria revolucionaria del proletariado apoyaba la lucha revolucionaria a escala internacional. En aquella época, el partido de clase no sólo estaba presente, sino que tenía detrás una tradición de lucha política que se cruzaba con las luchas de clase del proletariado, luchas que expresaban un potencial revolucionario aún intacto. Pero el veneno democrático y socialdemócrata atacó con tal fuerza y éxito no sólo a las organizaciones de defensa económica (sindicatos, ligas, cooperativas, etc.), sino también a los partidos obreros, que frenó y consiguió impedir una maduración marxista revolucionaria en los propios partidos comunistas que se adhirieron a la Internacional Comunista, llegando a minar incluso al sólido partido bolchevique. Las consecuencias de la tremenda derrota de la revolución proletaria en Europa y luego en Rusia todavía las estamos pagando hoy, no sólo en términos de degeneración democrática de todos los partidos obreros -aunque se llamen socialistas o comunistas- sino también en términos de antipartido y de la llamada antipolítica. 

Pero el propio desarrollo del capitalismo, en la etapa imperialista de su evolución, ha agudizado aún más las contradicciones del sistema burgués, poniendo en primer plano los contrastes sociales, hasta el punto de empujar a las mismas democracias occidentales, que durante décadas se han preciado de ser un ejemplo de civilización para todos los demás países, a quitarse poco a poco la máscara y revelar su verdadero rostro dictatorial, represivo y criminal, como demuestran las muy recientes guerras de Ucrania, Gaza y Oriente Medio.

Para que el Primero de Mayo vuelva a ser su día de lucha internacional, el proletariado debe romper decididamente con la colaboración de clases, con los medios y métodos contundentes de lucha propuestos e indicados por los sindicatos colaboracionistas y los partidos no menos degenerados, que dependen directamente de la buena marcha de la economía de las empresas y de la economía nacional; debe romper con las huelgas-procesiones, con las huelgas que no causan ningún perjuicio a la patronal y que, en cambio, sólo son una pérdida económica para los huelguistas; debe romper con las ilusiones sobre la democracia burguesa que durante más de cien años han confundido y desviado las fuerzas de la clase proletaria hacia los callejones sin salida de una supuesta soberanía popular; debe recuperar el terreno de la lucha de clases en el que sólo puede renacer la solidaridad de clase con la que cada proletario, más allá de su edad, sexo, nacionalidad, especialización, se sienta parte de un único movimiento internacional.

La huelga debe volver a ser un arma real de la lucha obrera: debe volver a ser proclamada hasta las últimas consecuencias y las negociaciones con la patronal deben llevarse a cabo sin interrumpir la huelga; la organización de clase proletaria debe volver a ser totalmente independiente de la patronal y de las instituciones burguesas y debe estar compuesta exclusivamente por obreros proletarios y asalariados. Los objetivos de la lucha de defensa inmediata deben volver a girar en torno a la reducción drástica de la jornada laboral, el rechazo de las horas extraordinarias y del trabajo a destajo, el contrato indefinido para todos, el rechazo del trabajo autónomo cuando en realidad es trabajo asalariado, el aumento real de los salarios que debe ser mayor para las categorías peor pagadas, la lucha contra la nocividad y contra la falta de medidas de seguridad en el trabajo, la lucha para que los salarios sean iguales para mujeres y hombres, nativos e inmigrantes; y debe incluir la lucha contra la criminalización de los inmigrantes y por su regularización inmediata facilitando su alojamiento, que no sea el de los centros de estancia temporal y de expulsión, verdaderos campos de concentración.    

Entonces las grandes palabras sobre la emancipación del proletariado tendrán por fin un sentido verdadero, históricamente fuerte, representando una meta a alcanzar a través de luchas parciales pero tendentes al mismo objetivo. Fuera de esta línea, las luchas proletarias sólo mostrarán su impotencia, no asustarán a nadie; al contrario, contribuirán a la desmoralización y al aislamiento del proletariado, poniéndolo más fácilmente en la situación de ser, hoy, cada vez más esclavos asalariados y, mañana, carne para el matadero.

 

15 de abril de 2024

 

 

Partido Comunista Internacional

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[AW2024] Entrevista con el comité organizador de la Semana de Acción

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Para la semana del 20 al 26 de mayo, un comité organizador (CO) invita a opositores radicales a la guerra de toda Europa a una semana de acción y a una conferencia “contra las guerras capitalistas y la paz capitalista” en Praga. En una entrevista concedida a Transmitter, los organizadores explican el objetivo de este encuentro y su visión de la guerra en Ucrania y de cómo la afrontan diversos movimientos de izquierda.

P: Del 20 al 26 de mayo tienen prevista una Semana de Acción contra la guerra. ¿Qué ocurrirá en estos días en Praga?

R: Cada día de esta Semana de Acción tendrá lugar un acto diferente. Habrá presentaciones, debates, recaudación de fondos, protestas y diversos tipos de acción directa. Vemos la Semana de Acción no como el día D, sino sólo como un momento en el proceso de construcción de la comunidad revolucionaria derrotista. Un proceso que incluye intercambios de textos y críticas, debates, organización de acciones concretas, continuidad de la comunidad, etc. Lo que esperamos es poder construir relaciones más fuertes en el campo del derrotismo revolucionario y, si es posible, alcanzar un cierto nivel de centralización programática manteniendo la descentralización de las acciones.

P: El lema de su Semana de Acción es “¡Juntos contra las guerras capitalistas y la paz capitalista!”. ¿Qué quiere decir con este lema? ¿Por qué combinan la oposición a las guerras capitalistas con la de la paz capitalista?

R: La guerra y la paz no son opuestas; son partes del mismo ciclo de destrucción y reconstrucción. Lo que la burguesía quiere decir cuando habla de paz es, de hecho, el estado de guerra de clases contra el proletariado o, en otras palabras, el statu quo de la explotación capitalista. Por la lógica de la expansión del mercado que es una propiedad inherente al ciclo capitalista de producción e intercambio de mercancías, cada facción capitalista se ve obligada a competir con las demás. Cuando la expansión del mercado ya no es posible por medios no militares, entonces los medios militares ocupan su lugar. De hecho, el período de la “paz” capitalista puede caracterizarse como un período de preparación para la guerra: producción de armas, propaganda nacionalista, formación de alianzas burguesas. Cuando las fuerzas socialdemócratas llaman a la “paz”, piden al proletariado que agradezca que la carnicería de la guerra haya terminado y que acepte la continuación de la dominación burguesa y la explotación capitalista. Lo que nosotros pedimos no es una paz, sino la guerra de clases contra nuestros explotadores. Queremos transformar la guerra capitalista en una guerra civil por la revolución comunista mundial.

P: Al final de la Semana de Acción, ¿quieren celebrar una conferencia internacional contra la guerra? ¿Cuál es el objetivo de esta conferencia?

R: … conferencia internacionalista, en la que intentaremos pasar de las cuestiones teóricas a la coordinación de actividades concretas contra la guerra.

P: Han publicado una lista de grupos y organizaciones a los que invitan, bastantes de ellos son anarquistas. ¿Esta conferencia está organizada por y para el medio anarquista?

R: No aceptamos la separación del movimiento revolucionario en las “familias” ideológicas del “anarquismo” y el “marxismo”. De hecho, consideramos que este conflicto histórico es una expresión del intento de la tendencia socialdemócrata de cooptar el movimiento revolucionario. Para nosotros, la única línea de trinchera existe entre la revolución y la contrarrevolución y atraviesa ambas “familias”. Los grupos y organizaciones fueron invitados a participar principalmente en función de sus posiciones y prácticas revolucionarias derrotistas.

Dicho esto, es cierto que no invitamos a ninguna de las más “famosas” grandes organizaciones llamadas “comunistas de izquierda” que existen desde hace décadas y que a menudo se identifican como el “medio revolucionario”. Para nosotros no se trata de sectarismo sino de fijar criterios para permitir una discusión constructiva y avanzar en la tarea de promover el derrotismo revolucionario y fomentar su desarrollo como parte integrante del movimiento proletario. Insistimos en que necesitamos una verdadera discusión y no limitarnos a escuchar las aportaciones de unos y otros sin poder llegar a ningún punto en común.

Desgraciadamente, basándonos en lo que sabemos y ya hemos experimentado al enfrentarnos a la actividad antibelicista de ciertos grupos y organizaciones llamados “comunistas de izquierda”, tenemos la impresión de que su objetivo no es construir una verdadera comunidad de lucha sino construir un pseudo “partido”, más aún, un partido de masas, calcado del histórico partido bolchevique que enmarcó los procesos revolucionarios proletarios y vació de subversividad nuestro movimiento de clase.

Por supuesto, no esperamos que todos los grupos invitados a la Semana de Acción estén programáticamente al mismo nivel, somos conscientes de que la crítica del capitalismo de algunas de las organizaciones no está desarrollada y profundizada de la misma manera. Pero nuestra esperanza es poder permitirles a través de los debates y la práctica común alcanzar un nivel más elevado, más dialéctico y por tanto más radical de captación de la realidad del mundo basado en la explotación y por tanto abrir la posibilidad de una lucha común.

P: Justo después del ataque de la Federación Rusa contra Ucrania en 2021, bastantes anarquistas e izquierdistas de Europa central y oriental comenzaron a apoyar la resistencia ucraniana contra la ocupación rusa, algunos incluso se unieron a las fuerzas armadas ucranianas. Estos anarquistas e izquierdistas explicaron a un público de la izquierda occidental (que tiene poco conocimiento de la situación en estos países) que ser de izquierdas y progresista en Europa Central y Oriental significa apoyar la defensa militar de Ucrania. ¿Cuál es su postura ante estas posiciones?

R: No nos llamamos a nosotros mismos “progresistas” o “de izquierdas”, ya que estas etiquetas no significan otra cosa que el progreso del Capital y la “izquierda” del Capital. Sin embargo, rechazamos completamente esta posición y consideramos a estos llamados “anarquistas”, que apoyan a un bando en la guerra interburguesa o incluso participan directamente en su ejército, como nuestros enemigos y como parte del Estado. También rechazamos completamente la idea, de que esta es de alguna manera la posición natural de los anarquistas de Europa Central y del Este, porque están más cerca de la guerra. Como prueba de lo contrario, podemos mencionar al grupo “Asamblea” de Kharkov, que se encuentra directamente en la línea de trincheras y está siendo bombardeado constantemente, que comparte con nosotros las posiciones revolucionarias derrotistas contra ambos bandos de la guerra.

P: En Alemania, Polonia, por lo que sabemos también en la República Checa, existe una notable oposición contra el apoyo militar a Ucrania y la redistribución de fondos públicos a los militares. Esta oposición es cultural y políticamente mayoritariamente de derechas, sus miembros simpatizan a menudo con Rusia y Putin. Desde su punto de vista, ¿cómo debería tratar con estos movimientos una izquierda que se opone a “las guerras capitalistas y a la paz capitalista”?

R: En Europa del Este, la derecha “populista” es la nueva “izquierda” – después de que los partidos socialdemócratas / “socialistas” clásicos se convirtieran en los partidarios de las “medidas de austeridad” –, los partidos nacionalistas (incluidos los “partidos comunistas” post-estalinistas) intervinieron para convertirse en una expresión más eficaz de la socialdemocracia histórica. Estos movimientos canalizan la ira real del proletariado contra la disminución de las condiciones de vida hacia el apoyo electoral, las manifestaciones domesticadas inútiles, la violencia a pequeña escala contra los inmigrantes, etc. Al menos en la República Checa, no conocemos ninguna expresión de perspectiva proletaria autónoma en estos movimientos. Si vemos alguna expresión de este tipo, podemos intentar intervenir, empujar las contradicciones, etc., independientemente de la corriente política que intente cooptarlos. Por ejemplo, el movimiento de los Gilets Jaunes en Francia estuvo al principio también enmarcado de alguna manera por la derecha.

P: En algunos círculos de la izquierda radical existe la posición de que, ante el riesgo de que se desencadene una nueva guerra mundial, es necesario un nuevo “Zimmerwald”, en referencia a la reunión de facciones disidentes de los partidos socialdemócratas europeos en 1915. ¿Será su reunión una especie de nuevo “Zimmerwald”?

R: No. Consideramos que se trata sólo de un primer paso en el desarrollo de la actividad militante común entre los grupos participantes, el objetivo no es crear formal y artificialmente “una nueva internacional”, aunque al organizarnos internacionalmente contribuimos de alguna manera a impulsar, animar y estructurar una auténtica comunidad de lucha proletaria revolucionaria derrotista internacional. De este modo, es obvio que las posiciones de los grupos participantes ante la guerra deben ser claramente revolucionarias derrotistas. ¡No discutimos con belicistas!

Ahora sobre la referencia que hizo con Zimmerwald, nos gustaría exponer algunas cosas que seguramente serán criticadas por los grupos autoproclamados “comunistas de izquierda”. Nos gustaría subrayar que la conferencia de Zimmerwald y el Manifiesto que resultó de sus debates no es en modo alguno una expresión del movimiento revolucionario. Aunque generalmente se la considere como la expresión misma de la ruptura con la II Internacional y su posición contrarrevolucionaria y favorable a la guerra, tenemos que insistir en el hecho de que desde el punto de vista revolucionario no fue más que un intento de recomponer la II Internacional, de salvarla para continuar con su política socialdemócrata y, por tanto, contrarrevolucionaria. El inconsistente y pacifista Manifiesto de la conferencia de Zimmerwald no está llamando a la revolución, a convertir la guerra burguesa en guerra de clases. Llama a la paz y a la vuelta a la normalidad. Normalidad de explotación y miseria…

Sin embargo, algunos militantes comunistas que participaron en la reunión no estuvieron de acuerdo y se negaron a firmar el Manifiesto. Intentaron formular otra perspectiva que la paz burguesa: volver las armas contra los oficiales, organizar la deserción, luchar contra nuestra propia burguesía, confraternizar con los proletarios de los ejércitos adversarios… transformar la guerra civil en una guerra revolucionaria internacional. Y esto en oposición al programa contrarrevolucionario de la Internacional y de sus diferentes partidos miembros.

Por lo tanto, para nosotros es un error referirnos a la conferencia de Zimmerwald como tal. No queremos participar en una “nueva Zimmerwald”. Al contrario, ¡estamos por supuesto muy entusiasmados por participar en un verdadero intento de organizar fuerzas revolucionarias derrotistas contra la guerra y contra el capital!

P: La situación en la que vivimos es aterradora. Existe un riesgo creciente de un conflicto militar mundial y, sin embargo, no hay ninguna fuerza visible que se oponga a la militarización y a la guerra a nivel mundial. En estas condiciones, ¿cuál podría ser, con suerte, el resultado de sus actividades en Praga?

R: Como se ha respondido anteriormente, se trata de un primer paso en la coordinación práctica de la actividad militante entre los grupos opuestos a todos los bandos de la guerra y opuestos tanto a la guerra como a la paz. No podemos especular sobre cuál será el resultado.

La historia nos ha demostrado hasta la saciedad que el proletariado nunca se levantó en nombre de “grandes causas” sino que, por el contrario, muchas razones o pretextos “insignificantes” pueden encender lo que existe bajo el yugo del Capital General e incendiar el mundo entero y sus relaciones sociales. Basta con echar un vistazo a la Primera Guerra Mundial y a cómo los revolucionarios de la época se mostraban tan pesimistas ante las matanzas que duraban años y los proletarios que se mataban entre sí bajo las sangrientas banderas de “sus” respectivas naciones y burguesías. Y de repente, en 1917, rompiendo los velos de la ignorancia y la sumisión, enfrentándose al sol negro del capital, nuestra clase se levantó y empezó a intentar barrer y destruir lo que nos destruye…

No olvidemos nunca que los revolucionarios no desencadenan revoluciones por su propia voluntad, sino que cuando se desarrollan dinámicas revolucionarias, ¡es deber de los revolucionarios participar en ellas, tomar parte, impulsar el movimiento, aclarar los objetivos y las metas, despejar la confusión en las filas del proletariado combativo, dar y proporcionar la dirección hacia la abolición de la pesadilla capitalista!

 

  • Esta entrevista se publicó originalmente en la revista Transmitter


 

[AW2024] Manifestación contra las guerras capitalistas y la paz capitalista

 
 

 
El colectivo que organiza la Semana de Acción de Mayo en Praga convoca una manifestación contra la guerra el viernes 24 de mayo de 2024 a las 17:00 horas en la plaza Palacký.

La guerra es un fenómeno que no es sólo teórico, sino que tiene un impacto muy real en la vida de todos. En el orden social actual, no existe una línea divisoria entre la vida en guerra y la vida en paz. Todos estamos en guerra. Sólo difieren las formas en que nos afecta la realidad de la guerra. Algunos viven en la retaguardia, en ciudades bombardeadas, otros son enviados al frente para servir como carne de cañón y otros se ven obligados a vender su fuerza de trabajo, que mantiene girando las ruedas de la economía de guerra. Además, todos somos objeto de propaganda bélica destinada a incitarnos a participar en una u otra forma de guerra. Por último, a todos se nos adoctrina con el supuesto deber de sacrificarnos en la guerra por el bien del país, la nación, el pueblo, la economía, la democracia, la religión…

Vivamos en Járkov, Praga, Tel Aviv, Madrid, Gaza, Moscú, Budapest, Zagreb, Roma, Berlín o en cualquier otra parte del mundo, ninguno de nosotros vive fuera del contexto de la guerra. Por lo tanto, debemos oponernos a la guerra desde esta posición. Debemos actuar como una fuerza internacional colectiva que siente el impacto de la guerra pero que también dispone de los medios para detenerla.

Pero no queremos reunirnos para plantear exigencias a los políticos, a sus partidos y a sus instituciones. Sabemos muy bien que todos ellos son parte del problema y que ninguna solución puede venir de ellos.

No queremos intentar acercarnos a las fracciones “progresistas” o democráticas de la burguesía, porque sabemos que son los capitalistas quienes inician las guerras y son ellos quienes se benefician de ellas.

No queremos pedir que se equipe mejor al ejército de tal o cual Estado en nombre del apoyo al “mal menor”, porque la historia nos ha enseñado que los conflictos se desescalan subvirtiendo la maquinaria bélica, no alimentándola.

No queremos hacer un llamamiento a la paz dentro del capitalismo, porque sabemos que la paz capitalista sólo es una preparación para otras guerras, aún más destructivas que las anteriores.

Queremos reunirnos para que se oigan las voces de los más afectados por la guerra. Queremos que la reunión física sirva de foro y de herramienta organizativa para fortalecer a la comunidad enfrentada no sólo a las guerras, sino también a sus causas: el capitalismo, sus Estados y sus ideologías. Queremos contribuir a organizar la resistencia a las mismas.

Las guerras son un fenómeno global al que respondemos movilizándonos internacionalmente. No nos limitamos a ninguna región o idioma, por lo que la manifestación contará con voces en checo, inglés, alemán, ruso, ucraniano y posiblemente otros idiomas, que podremos utilizar para articular nuestras posiciones y defender una acción colectiva contra la guerra.

 

– Viernes 24 de mayo de 2024
– Praga – Palackého náměstí (cerca de la estación de metro Karlovo náměstí)
– A partir de las 17:00

 

 

>> [AW2024] CONGRESO CONTRA LA GUERRA / PRAGA / 24 al 26 de mayo de 2024 /

>> SEMANA DE ACCIÓN / PRAGA / 20. – 26. 5. 2024 /

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