También en Irak, miles de jóvenes han estado protestando en las calles y plazas durante más de un mes contra el desempleo, el coste de la vida, la falta de servicios públicos y, en particular, contra la corrupción generalizada a nivel político y gubernamental. Los jóvenes se manifiestan, las fuerzas del orden burguesas disparan



Las protestas llevadas a cabo desde septiembre contra los gobiernos de Sudán, Argelia, Egipto, Jordania y Líbano también llegaron a Irak en octubre, especialmente a la capital Bagdad y a las provincias del sur del país, Basora, Maysan, Dhi Qar, Muthanna, Basora, Nassiriya, Hillah, Najaf, Amara y Diwaniya. En el sur del país, de hecho, a pesar de la presencia de las grandes compañías petroleras, el desempleo sigue siendo alto, los servicios sociales son penosos y los agricultores abandonan el campo debido a la drástica caída del nivel de los dos principales ríos, el Tigris y el Éufrates.
En algunas ciudades como Nassiriya, Amara y Najaf, los manifestantes incendiaron algunos edificios gubernamentales. En casi todas las ciudades se produjeron enfrentamientos muy violentos: las manifestaciones comenzaron pacíficamente, pero cuado los manifestantes entraron en los edificios públicos para gritar su cólera, se convirtieron en enfrentamientos violentos en los que las fuerzas de represión del gobierno, a menudo acompañadas por grupos armados "desconocidos" y la acción de auténticos francotiradores, han disparado sistemáticamente contra la multitud. En los primeros cuatro días de protesta, 72 personas fueron oficialmente asesinadas, más de 3.000 heridas y 540 detenidas (1). No cabe duda: las manifestaciones contra el gobierno de Adel Abdul Mahdi se enfrentaron desde el principio a una violencia que no deja lugar a dudas sobre la voluntad política del actual gobierno de aplastar por la fuerza un movimiento que desde su inicio ha demostrado ser muy diferente al que en 2011 se presentó bajo el disfraz de la "Primavera Árabe". Hasta la fecha, el 31 de octubre, hay más de 250 muertos y 8000 heridos; sólo en Karbala, la ciudad santa del Islam, el 29 de octubre las milicias armadas chiítas han hecho una masacre: 18 muertos (2). Pero las calles y plazas, desde Basora hasta Bagdad, siguen llenas de rebeldes.
Todos los reportajes en los diferentes medios de prensa y radio-televisión apuntan a esta diferencia. En 2011, el movimiento de revuelta que salió de Túnez y luego llegó a Egipto, extendiéndose a casi todos los países árabes, se identificó con un objetivo principal: derrocar al "dictador" del momento: Bel Ali en Túnez, Mubarak en Egipto. El movimiento rebelde - basado en todas estas ocasiones en las condiciones de extrema miseria de la gran mayoría de la población- creyó que con la caída del tirano y la apertura de una nueva fase democrática del país, se resolverían los problemas económicos y la vida social y política. El verdadero poder, sin embargo, no estaba en manos del tirano del momento y de su clan, sino de toda la clase dominante burguesa, de la cual el tirano era ciertamente parte. Pero los imperialismos euroamericanos que lo apoyaban, consideraron más conveniente para el mantenimiento del poder económico y político la defenestración de un Ben Ali y un Mubarak, fomentando intensamente la ilusión de que la nueva democracia establecida con todo su aparato electoral y parlamentario tranquilizaría a la población, restauraría la paz social gracias a la cual podría seguir haciendo sus negocios y explotar a la clase proletaria como antes. De hecho, más que antes. Que entonces el ejército desempeñó una función decisiva -en los países con capitalismo atrasado es la única fuerza organizada y concentrada en la defensa de los intereses del capital- lo ha demostrado ampliamente que el Egipto de al-Sisi. Las ilusiones democráticas no podían hacer otra cosa que chocar con la realidad de los capitalismos que, para estar a la altura de sus relaciones con los imperialismos más fuertes y los amos del mercado mundial, no pueden dejar de utilizar las mismas armas que antes utilizaban los tiranos caídos: represión, encarcelamiento, asesinatos selectivos, secuestros y desapariciones de figuras políticas que no se someten al nuevo orden, etc.... Y en todo esto, las diferentes formaciones confesionales-sunitas y chiítas, en particular, pero divididas entre sí por intereses locales hasta el final de la guerra- juegan el habitual doble papel: pacificadores del espíritu y partidarios de algunas facciones burguesas e iniciadores de la imposición violenta de un fundamentalismo islámico a través del cual controlar los territorios, los recursos y los grupos humanos a explotar. La burguesía siempre lucha contra otra burguesía, para hacer valer sus intereses de grupo, que lleva el uniforme militar, la sotana, la chaqueta y corbata parlamentaria o el suéter de un empresario moderno, pero todos juntos luchan sin duda contra el proletariado cada vez que éste insinúa movilizarse en defensa de sus intereses de clase.
Los actuales movimientos de protesta y revuelta son, como hemos dicho, diferentes, no tanto desde el punto de vista de las ilusiones democráticas -estas, por desgracia, son difíciles de matar- como en su propia composición y actitudes básicas. En Irak, esto ha demostrado ser más cierto que en otros países. Son movimientos que, al menos hasta ahora, no han sido dirigidos por los partidos de la oposición existentes, tienden a escapar incluso del liderazgo de los imanes (en el Líbano en particular) y ya no confían en el ejército. Las nuevas generaciones que salen a la calle no han vivido la época de Saddam Hussein y su represión sistemática; tienen menos miedo de las consecuencias de sus acciones, si se quiere son más "inconscientes", pero gracias a su inconsciencia no tienen miedo de luchar con las manos desnudas contra las balas y con sus acciones muestran aún más la brutalidad de los gobernantes y del Estado. No luchan sobre la base de los principios del Corán, sino como laicos; no luchan para llevar a sus líderes al parlamento o al gobierno, sino para derrocar al poder político actual: no ocupan los palacios de Goevrnative, sino que los prenden fuego. Este verdadero “primitivismo”, una expresión de profunda cólera ante las condiciones muy pobres de la existencia inmediata y la percepción de un futuro aún peor, puede, por supuesto, canalizarse por diferentes caminos. Una de ellas es sin duda la de una "democracia desde abajo", apoyada por la fuerte demanda de la dimisión del gobierno de Abdul Mahdi, con muchos muertos y heridos para obtenerlos, pero ante la cual no hay otra propuesta política que la de confiar a alguna persona "del pueblo" la tarea de proveer el cambio de guardia. Y esta es la verdadera debilidad de estos movimientos de protesta y revuelta, en este sentido realmente popular, aunque los proletarios estén ciertamente involucrados.
Irak es el cuarto mayor productor de petróleo del mundo (el segundo del grupo OPEP, después de Arabia Saudí) y el duodécimo país más corrupto, según Transparencia Internacional (3); una de cada cinco personas vive por debajo del umbral de la pobreza y el desempleo juvenil se sitúa en torno al 25%; estas son las cifras oficiales que, como sabemos, siempre fotografían la realidad por defecto. Pero dos años después de lo que se considera la derrota del ISIS y 16 años después de la invasión estadounidense de 2003, ¿cuál es la situación económica y política en Irak? Desastrosa, es la respuesta que dan todos los expertos burgueses. Un país rico en petróleo, y extremadamente corrupto; una riqueza que se acumula en una pequeña parte de la población -la burguesa y, como dijimos, no importa si lleva un uniforme militar, la ropa de un político, un empresario o un religioso- y la pobreza que se extiende sobre su gran mayoría. La revuelta, tarde o temprano, era de esperar y, ciertamente, se esperaba. Lo que sorprendió a la burguesía árabe, y también a la burguesía local, fue precisamente la duración de estas revueltas y el hecho de haber escapado, y de seguir escapando, del control por parte de organizaciones partidistas o religiosas con las que, obviamente, siempre es posible, tarde o temprano, llegar a un acuerdo, incluso si normalmente luchan entre sí. En realidad, el partido más importante de la oposición en el parlamento irakí es el partido religioso encabezado por Moqtada Sadr, el líder chiíta del Movimiento Sadrista, que, dada la duración de las protestas, ahora está intentando dirigirlas dándoles recientemente su apoyo "político" y también pidiendo la dimisión de Abdul Mahdi, por supuesto con vistas a sustituir al Gobierno...
 
Pero las demandas de dimisión del gobierno actual, de nuevas elecciones, bajo la ilusión de utilizar la democracia en beneficio de las masas proletarias y pobres del país, chocarán con una fuerte desilusión, como ya ha ocurrido después de Saddam Hussein, y como sucede cada vez que una nueva figura política llega al gobierno. Hay demasiados intereses en conflicto entre las diferentes facciones burguesas, entre sunitas y chiítas, entre los diferentes líderes tribales y, no menos importante, entre las diferentes facciones kurdas del norte de Irak. Irak, al igual que Siria, es un punto estratégico en el mapa de Oriente Medio, no sólo por sus reservas de petróleo, gas y minerales, sino también por su posición geográfica. Ambos países constituyen una especie de vientre blando de Oriente Medio entre Turquía en el norte, Irán en el este y Arabia Saudí en el sur, es decir, entre las tres potencias regionales que tienen interés en extender su influencia sobre Siria e Irak en detrimento de la otra. Y, como demuestran las guerras del Golfo y las continuas guerras internas, los imperialismos más fuertes del mundo insisten en toda la zona, desde los más antiguos, como Gran Bretaña y Francia, hasta los Estados Unidos y los más recientes, como Rusia y, por último pero no por ello menos importante, China, que se ha convertido, entre otras cosas, en uno de los principales socios comerciales de Irak, además de la India, Turquía y los Estados Unidos.  Los intereses conflictivos entre los capitalismos regionales están inevitablemente entrelazados con los intereses conflictivos de los imperialismos que dominan el mercado mundial, produciendo así una razón de permanente inestabilidad e inseguridad dramática para todos los pueblos de la zona. El desarrollo económico de todos los países de la zona, dependiendo de las relaciones con el mercado internacional y del capital que se invierte o no se invierte en la industrialización, es continuamente una tendencia poco clara: Durante algunos años, las tasas de crecimiento pueden aumentar positivamente, como ocurrió en Irak cuando, en 2011, el crecimiento económico aumentó un 11% anual, gracias principalmente al sector petrolero (para el que había superado la producción de 2,5 millones de barriles diarios), pero también a la industria de la construcción y la agricultura y, muy importante en las dos "ciudades santas" de Najaf y Karbala, también al turismo religioso y a los servicios. Pero este crecimiento fue interrumpido en parte por la guerra del ISIS contra todos y todos contra el ISIS. Luego se reanudó después de su derrota, llegando a producir más de 4 millones de barriles de petróleo al día. Sin embargo, el crecimiento económico, que sólo beneficia a las compañías petroleras y a los capitalistas que se dedican a los sectores económicos más lucrativos, no se corresponde con un nivel de vida más alto para el proletariado y los campesinos pobres, porque la pobreza, el desempleo, afecta a una gran parte de la población y las protestas y disturbios que se vienen produciendo desde hace más de un mes son una clara demostración de la explotación bestial a la que se ven sometidas estas masas de trabajadores. Una gran parte de la población tiene entre 15 y 50 años, lo que, para la capital, es la mano de obra ideal. No es de extrañar, por tanto, que sean precisamente los jóvenes quienes llenen las calles y plazas, porque son los más explotados y los más afectados por el desempleo.

A estos jóvenes no les falta valor para enfrentarse a la policía, al ejército, a los francotiradores, a las milicias armadas, y el empuje que los lleva a la calle cada vez tiene bases materiales muy fuertes: están sin trabajo y no ven un futuro. Los gobernantes burgueses, los capitalistas, las élites políticas y culturales no confían en ellos porque no son capaces de proponer soluciones fiables e inmediatas; sin embargo, exigen democracia, elecciones y que las mismas clases en el poder cambien al personal político y gubernamental y les den esperanza de vida. Ponen ira, coraje, inconsciencia, su propia sangre… y esto debería sacudir las conciencias de los que tienen poder económico, político y militar.
Pero la realidad capitalista se desarrolla por caminos completamente diferentes: las leyes del capitalismo guiron ayer a Saddam Hussein y a sus aliados y enemigos, luego guiaron a todos aquellos que llegaron al poder en un país atormentado por las guerras, y finalmente guiaron a los gobernantes más recientes, antes muy apreciados por el pueblo y ahora considerados como corruptos de una manera insoportable. Las mismas leyes guiarán a los nuevos gobernantes que reemplazarán a Abdul Mahdi y mañana también a Moqtada Sadr o a cualquier otro. Básicamente, nada cambiará; la economía seguirá creciendo, la corrupción no desaparecerá, la represión de las protestas se repetirá de diversas formas, el desempleo y la miseria seguirán apoderándose de los estómagos y las entrañas de las masas trabajadoras. El camino parece no tener salida.
Pero hay una alternativa y concierne precisamente a la clase trabajadora, a la clase proletaria de cuya explotación sistemática obtienen sus ganancias los capitalistas: una clase que debe reencontrarse, que debe esforzarse por reconocer no sólo sus propias necesidades inmediatas, sino los medios y métodos de lucha que por sí solos pueden dar una respuesta no temporal, no efímera, a la cuestión social: los medios y métodos de la lucha de clases. No basta con luchar valientemente contra un enemigo fuertemente armado y falto de escrúpulos. Es dramáticamente ilusorio confiar en clases y fuerzas sociales que tienen intereses completamente opuestos a los intereses de la clase proletaria. Se trata de utilizar la propia fuerza, el propio coraje, el empuje para rebelarse contra el régimen burgués que, de vez en cuando, quizás con los rasgos socialistas reformistas más que con los rasgos del predicador religioso, consigue cambiar su rostro para aplicar la misma política antiobrera y represiva con el fin de salvaguardar los beneficios capitalistas, organizarse como clase proletaria, de manera independiente, en defensa exclusiva de sus propios intereses de clase, unificando a los proletarios de cada sector, de cada categoría y de cada credo religioso en una sola lucha anticapitalista, y por lo tanto antiburguesa. Para alcanzar este resultado, los proletarios deben hacer lo siguiente
La perspectiva para los jóvenes y  para los no tan jóvenes proletarios irakíes,  tanto como para los proletarios sirios, libaneses, egipcios, argelinos, jordanos, sudaneses y de todos los países… se bifurca inexorablemente: o luchar para llevar al poder a otros representantes de las potencias burguesas, quizás menos corruptos o corruptibles al principio, pero siempre representantes del capital dominante y prepararse para una vida de incertidumbre y miseria poniéndola en manos de sus enemigos de clase que la usarán para sus guerras o luchar por sí mismos, por su clase, por los intereses de la clase productora por excelencia y que, en la historia, representa el verdadero futuro de la sociedad: ¡la sociedad humana, no la sociedad burguesa!
 Sobre el terreno de esta lucha, los proletarios, superando el desahogo de rabia, justificado pero inmediato, sacarán las experiencias que sirven para su emancipación, experiencias prácticas, políticas y sociales. Y es sobre esta base que surgirá la necesidad de ser representados políticamente como una clase en general, por encima de las diferencias étnicas, profesionales, de edad o de género; surgirá la necesidad de un partido que tenga un programa político completamente opuesto al de todos los partidos burgueses, un programa no nacional, sino internacional, en el que la lucha de clases proletaria afectará tanto a la sociedad actual como a romper por completo todo el aparato de dominación burguesa y capitalista, empezando por el Estado. Este partido sólo puede ser comunista, revolucionario e internacionalista y será más fuerte a medida que la lucha proletaria avance sobre el terreno de la clase; un partido que es consciente del hecho de que los proletarios luchan primero contra la burguesía de su propia casa, pero que esta lucha tiene futuro sólo si es parte de una lucha internacional porque la condición de obrero asalariado une a todos los proletarios de cualquier país, por lo que los intereses proletarios de la clase son intereses que van más allá de las fronteras de cualquier estado capitalista.

¡Contra cualquier solidaridad de objetivos e intereses entre proletarios y burgueses!
¡La represión burguesa se combate con la organización de clase!
¡La lucha proletaria debe tomar la vía de la independencia de clase!
¡No a la bandera nacional, sí a la bandera roja!
¡Por la reanudación de la lucha de clase!
¡Por la constitución del Partido Comunista Internacional!
 



 
(1) Cfr. www.ilpost.it/2019/10/05/irak-scontri-proteste/
(2) Cfr https://nena-news.it/irak-la-repressione-non-ferma-i-giovani. Ver también https:// www. lemonde.fr/ international/ article/ 2019/10/28/ sans-pays -pas-d-ecole -la-jeunesse- irakienne-rejoint- le-mouvement- de-contestation_ 6017200_3210.html
(3) Cfr. www.ilpost.it/2019/10/25/sono-ricominciate-le-proteste-in-irak/
Partido Comunista Internacional (El Proletario)
31 de octubre de 2019
www.pcint.org
 





Texto sobre la actualidad de nuestra lucha





La invasión alienígena

Este último año vemos sucederse, una tras otra, revueltas en las cuatro puntas del mapa: revueltas que llevan a Macron a revisar los búnkeres del Elíseo, que hacen a Lenin Moreno mover la sede del gobierno a Guayaquil, que asaltan cuarteles y sedes de partidos burgueses en Irak mientras reavivan la memoria de la insurrección del 91, que tiran uno tras otro primeros ministros en Haití o colocan una bandera negra en el parlamento de Hong Kong. La burguesía mundial empieza a tener miedo.
Como dijo hace unos días Cecilia Morel, la «Primera Dama» del Estado chileno, al hablar de la revuelta social en curso: «Estamos absolutamente soprepasados, es como una invasión extranjera, alienígena, no sé, y no tenemos las herramientas para combatirlas […]. Lo que viene es muy, muy, muy grave».
En efecto, lo que se viene es un nuevo ciclo de lucha de clases que está ante nuestros ojos. Desde Irak al Líbano, desde Irán a Argelia, de Sudán a Francia, desde Haití a Ecuador, de Hong Kong a Chile. Luchas que nacen desde las necesidades inmediatas, humanas, de nuestra clase, y que desde ahí abren la perspectiva histórica, larga aún, de la revolución social, del comunismo. En Chile es por la subida del metro, en Argelia por la corrupción política, en Haití por el Petrocaribe y la subida de los precios de la gasolina, como ocurre también en el caso de Francia o Ecuador. En Hong Kong empezó contra la represión, en Irak por las condiciones vida y del agua, en el Líbano por la subida de los impuestos a internet. Pero esas necesidades inmediatas tienden a generalizarse e ir más allá del motivo que causó la chispa inicial. Como se puede intuir no incluimos Cataluña, y es que se trata de un proceso ubicado totalmente en el terreno de la liberación nacional, que nace de la defensa de la condena de unos políticos burgueses y que busca la creación de un Estado catalán independiente. La voluntad o lo que creen defender aquellos que luchan en estas algaradas cuenta poco en relación a lo que toda reivindicación nacional prepara: guerras y conflictos imperialistas. La prueba para determinar la naturaleza de un movimiento no es su carácter violento o no, que no quiere decir nada, sino aquello que niega y pone en cuestión: no se niega un Estado nación construyendo otro. El Kurdistán es otro buen ejemplo de esto.

Podemos sacar algunas primeras lecciones sobre esta polarización social en curso, a partir de las «Diez notas sobre la situación revolucionaria» que habíamos escrito hace unos meses.

1) Casi todo el mundo está polarizado. Estamos entrando en el inicio de un cambio de época catacterizado por el enfrentamiento entre las clases, poniendo fin al largo período de reflujo de la década de los noventa. En realidad, estamos viviendo el desarrollo cada vez más intenso y fuerte de procesos de ascenso social de nuestra clase, que van desde el 2001 en Argentina al 2006 en Oaxaca (pasando previamente por Ecuador o Bolivia), desde las revueltas por el hambre en el 2008 en medio mundo al 2011, el año en que nuestra clase generalizó sus luchas desde el mundo árabe a España, Reino Unido, Estados Unidos o la misma Grecia.

2) El capitalismo no da más de sí. Estamos entrando en un período de revolución social porque el capitalismo está agotado como relación social: genera cada vez más humanidad superflua, expulsa trabajo vivo de la producción social, consume con creciente voracidad energía y materias primas para intentar resolver con más mercancías lo que pierde al expulsar trabajo humano. Sus crisis son y serán cada vez más catastróficas.

3) Las oleadas de lucha que emergen a nivel mundial (2001, 2008, 2011, 2019) no podemos entenderlas como eventos en sí mismos, como fotografías aisladas unas de otras. Se trata de la misma película, en el tiempo y en el espacio, que tiene un protagonista común: el viejo topo de la revolución que reclama con fuerza sus necesidades e intereses.

4) Las rebeliones y revoluciones tienen un carácter físico, material: se lucha por las necesidades inmediatas. Lo importante es analizar los hechos materiales que mueven las prácticas. Lo que el movimiento dice es importante, pero ahora es más importante lo que el movimiento hace, siempre y cuando la lucha surja de las necesidades inmediatas de nuestra clase: algo muy diferente de las luchas nacionalistas o político-electorales que se mueven completamente en el terreno de la política burguesa. La revolución inicia de un proceso de ionización en el que las moléculas sociales tienden a disponerse en un sentido de combate, polarizado, independientemente de la conciencia que tengan inicialmente de los fines de la lucha. Es lo que estamos viendo estos meses en las diferentes revueltas en curso. Nada que ver con la ilustración burguesa

5) Este marasmaosocial, este choque de placas tectónicas tiene una raíz común y por eso tiende a hacerse cada vez más sincrónico. Se contagian unas revueltas a otras, desde Ecuador a Chile, de Sudán a Argelia, de Irán a Irak o el Líbano. La raíz común son las necesidades humanas que el capital ataca a partir de sus necesidades de reproducción.

6) Y, sin embargo, hay que entender que la apertura de una nueva época caracterizada por el enfrentamiento entre las clases no quiere decir que se abra un período insurreccional. Estamos aún muy lejos de esto, ya que un período insurreccional requeriría una determinación consciente, un programa, una voluntad reconocida por parte de nuestra clase: en definitiva, una inversión de la praxis que necesita de un nivel superior de organización, que necesita de partido, como explicaremos a continuación. Y aún con todo, es seguro que el choque de placas tectónicas al que estamos asistiendo será cada vez más intenso y constante, extenso y concentrado, a pesar de los reflujos que conocerá en los próximos años.

7) ¿Qué tareas nos podemos dar los revolucionarios? Estamos en el inicio de un nuevo período histórico en el que es muy importante que los procesos aprendan por sí mismos. Nuestro partido, como fuerza social que lucha por el comunismo, vive y se forma ya en el suelo de estas revueltas. Las minorías revolucionarias somos parte del proletariado y de estas luchas, no somos un partido a parte, sino aquellos que, como decía Marx, tratan de impulsar y llevar más lejos las determinaciones del movimiento, al mismo tiempo que tratan de clarificar teóricamente su práctica en torno a los objetivos generales de la clase. Como hemos dicho, que se inicie una nueva fase de la lucha de clases, un largo período de revolución social marcado por la crisis terminal del capitalismo, no quiere decir que el comunismo esté a la vuelta de la esquina. Estamos muy lejos de una situación revolucionaria: para ello es fundamental la capacidad del proletariado de constituirse en clase, en partido; es esencial la convergencia entre los procesos materiales de la lucha de clases y el programa histórico comunista que nace de esas mismas luchas. Por eso, las cuestiones de clarificación teórica y programática son hoy tan importantes. Nuestra lucha no está solo en las barricadas del presente, sino en las lecciones que se pueden extraer de las barricadas del pasado.

El camino es aún largo y, sin embargo, no puede haber vuelta atrás. Tenemos que vivir la pasión de la lucha pero también la lucha por la claridad teórica y programática.

Muchas veces, cuando debatimos en espacios «radicales» y aludimos a la necesidad de la revolución nos sentimos como alienígenas que hubieran desembarcado desde Marte. ¡Cómo! ¿La revolución? ¿Mundial? Vade retro: eso es totalitario, reaccionario. ¿Qué queréis? Pues no se trata ni de un deseo piadoso ni de un hecho de voluntad. Las revueltas y revoluciones serán un dato presente de nuestro tiempo histórico, cada vez más sincrónicas. No se trata de desear que se produzcan, puesto que lo hacen espontáneamente: se trata de dirigirlas en la perspectiva de la abolición de las clases, del Estado y de mercancía.

Por eso dedicamos estas notas a todos aquellos que habían arrojado la revolución al basurero de la historia, a todos aquellos que reducían al proletariado a masa manipulada y manipulable a voluntad, que sometían las necesidades inmediatas del proletariado, de la humanidad, a juegos de los movimientos del capital. No olvidemos jamás la fuerza y la potencia de nuestra clase.

Grupo Barbaria – Octubre del 2019



“En el viento que siembra la tormenta, cosecharemos días de fiesta”
Canción “La vida pasa”, de Raoul Vaneigem

Después de la enorme marcha del día viernes 25 de octubre en la ciudad de Santiago, todos los medios de comunicación al unísono, junto al gobierno, hicieron un llamado a volver a la “normalidad”, pretendiendo así desmovilizar y opacar más de una semana de duros combates en las
calles que se han saldado con una feroz represión nunca antes vista en “democracia” –que es solo una de las formas que adopta en determinados contextos el despotismo del capital-. Las y los hijos de la burguesía, bajan del barrio alto a “limpiar el centro de la ciudad” de los incontables grafitis y rayados con consignas que se han vuelto parte del paisaje habitual, se suspende el toque de queda, se destituye al gabinete de ministros y se anuncia por todas partes el avance hacia la concreción de un “pacto social” que, supuestamente, pondrá punto final de una vez por todas a esta crisis. Pero para las y los proletarios que hemos estado participando de la revuelta la vida nunca volverá a ser igual: hemos cambiado para siempre y llegado a un punto de no retorno.

Ya no podemos soportar más esta miserable realidad. Su “normalidad”, a la que nos quieren arrastrar, es la esclavitud del trabajo asalariado que nos roba nuestro valioso tiempo, no poder llegar a fin de mes, las enfermedades mentales que nos provoca esta locura de mundo capitalista, la paz de los cementerios, la amnesia histórica, la inexistencia de un conflicto entre clases sociales, el adoctrinamiento de la juventud proletaria a la sumisión en las cárceles-escuelas, la destrucción sin
remordimientos de nuestro entorno natural, y en definitiva, una civilización y un modo de existencia suicida que nos tiene al borde de la autodestrucción como especie. ¡A la clase capitalista solo les
importa que produzcamos mercancías, las hagamos circular y las vendamos!

Durante estas emotivas jornadas hemos descubierto que es realmente vivir, abriendo un camino para ir desterrando de nuestras cabezas todo lo que nos impusieron. Nos hemos encontrado colectivamente y vislumbrado que todas nuestras necesidades insatisfechas tienen su raíz en esta forma de vida inhumana que precariza todo lo que toca. Aunque parezca difícil de creer, casi no hemos gastado dinero para subsistir durante estos días, la solidaridad y el apoyo mutuo han sido casi una norma por
todas partes: en las poblaciones, caceroleos, barricadas, movilizaciones, asambleas, saqueos, etc. Y esto ha sipo posible porque muchísimas personas nos hemos reconocido como iguales, como una clase que se opone a otra clase, y que quiere dejar de serlo, y que, además, ha creado espontáneamente un movimiento de asambleas en donde el proletariado se asocia y se dota de una perspectiva de lucha que pretende ser común.

Nosotras y nosotros lo queremos todo y ahora, a contracorriente de quienes quieren domesticar y encauzar la vitalidad que ha demostrado el proletariado de manera democrática en una “Asamblea Constituyente”. La lucha no amaina, a pesar del desgaste, el oportunismo, las balas y los
llamados a la “paz social”. Hagamos de mañana un “super lunes” salvaje que los haga temblar.

¡TODO EL PODER A LAS ASAMBLEAS AUTOORGANIZADAS!
¡NO TENEMOS NADA QUE PERDER!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!

Un grupo de Proletari@s «anormales» en lucha, Santiago, Región chilena en revuelta


                                                       ****



    «En todas partes se respira la comunidad humana emergiendo con fuerza. Ya no hay millenials, sólo una masa anónima de jóvenes que se rien de las balas porque saben que son una generación que hasta ayer sólo quería morir, y que hoy por primera vez saborea lo que es la vida.
En los territorios son cada vez más quienes se suman a las asambleas para encontrar la fuente de su vitalidad, el sentido de haber soportado todos estos años lo insoportable. En los lugares de trabajo los
explotados forcejean para hacer de esos talleres, oficinas y bodegas espacios de desobediencia y lucha. Poco a poco se extiende el descubrimiento de que una vida entera anhelando un cambio no puede saldarse con la aceptación de unas indignas migajas. En todas partes se respira la exaltación de estar accediendo a una verdad crucial, definitiva: no estamos solos, cada uno es una parte de todos los demás, todos darán lo suyo a quien lo necesite y cada quien dará al resto aquello que sea capaz de dar. El efecto psicoterapéutico del estallido popular se extiende como un fuego abrasador haciendo que cada uno reencuentre su centro de gravedad y quiera poner en orden sus afectos, sus relaciones, su vida en lo que tiene de común con las vidas de todos los demás. Incluso quienes consideran necesario persistir en las afecciones del viejo mundo, con tal de enseñar a los otros lo que los
otros no han tenido aún necesidad de descubrir por sí mismos, incluso a ellos les es dado respirar a sus anchas. No hay juicios entre hermanos en la lucha, ni se exige a nadie lo que no surja espontáneamente desde el fondo de sí mismo. Es tanta la energía desbordada en la rebelión que
cada día, cada hora que pasa, son más los muros, las amenazas y separaciones que se revelan como delgadas cáscaras vacías listas para caer derribadas de un solo golpe. La revolución es una fiesta sin
tiempo, y es un mar de lágrimas contenidas por siglos, y es el restablecimiento de la verdad en el mundo. Por tí, por mi y por todos mis compañeros.»

    Anónimo; región dominada por el Estado chileno,
    octubre año 2019




NOTAS PROVISIONALES EN TORNO A LA “ANÁRQUICA” REVUELTA DE MASAS QUE SACUDE A LA REGIÓN CHILENA




El viernes 18 de octubre una salvaje revuelta estalló en la ciudad de Santiago y al siguiente día ya se había expandido a prácticamente todas las ciudades del país. El motivo aparente fue el alza del pasaje en la locomoción colectiva de Santiago (en los buses de Red Metropolitana de Movilidad y el Metro), pero en la raíz mostró un descontento total con el modo de vida capitalista. Un enorme e incontrolado movimiento hizo de esta manera su aparición histórica y como algunos/as compañero/as han afirmado en varios panfletos repartidos en la revuelta: “ya nada volverá a ser igual”.


Lo favorable del movimiento para la perspectiva antagonista
-Lo primero que debemos destacar es la generalización espontánea del movimiento y su crítica en los actos a la totalidad del modo de vida capitalista-neoliberal: expropiación y repartición en masa de mercancías de grandes capitalistas (supermercados, centros comerciales, farmacias, bancos, etc.), destrucción de infraestructura estatal (comisarías, edificios municipales, etc.), repudio masivo a los cuerpos represivos del Estado en un contexto “democrático” (carabineros, policía de investigaciones y milicos), y un esbozo intuitivo de crítica a la totalidad de la mercantilización de todos los aspectos de la vida cotidiana (no hay una “demanda” o “reivindicación” concreta, se quiere “cambiar todo”).
-El rol dinamizador que ha jugado y juega el proletariado juvenil, con su intransigencia programática y combatividad subversiva a toda prueba.
-Las protestas salvajes efectivamente constituyeron un daño cuantioso a la propiedad privada de los grandes capitalistas de este país: este fue el verdadero motivo de que el Estado pusiera los milicos en las calles. Esto horrorizó a la clase dominante-capitalista.
-Otro aspecto que nos ha llamado profundamente la atención es la proliferación de núcleos que practican de manera extendida la violencia ofensiva y la autodefensa contra las fuerzas represivas del Estado en las manifestaciones –tanto en el “centro”, como en los barrios periféricos-. Existe algo como “violencia proletaria de masas difusa”, que se coordina de manera solidaria en medio de las barricadas, que hace innecesaria –al menos, por ahora- cualquier tipo de especialización o profesionalización de esta actividad por grupúsculos. Hasta el momento, esto ha sido bastante efectivo.
-La fractura del aislamiento y la incomunicación a que somos sometidos a diario en este sistema que se manifiesta en: solidaridad espontánea de clase y comunicación social por fuera de los roles previamente prefabricados.
-A pesar del “Estado de emergencia”, del toque de queda, y de los milicos en las calles, el proletariado no ha tenido miedo y no ha abandonado la lucha pese a la brutal represión que ha cobrado un número aún desconocido de asesinados/as, torturados/as, desaparecidos/as y encarcelados/as. Al momento de escribir estas líneas se ha anunciado en muchas regiones, incluyendo la Región Metropolitana, el cese del toque de queda, por la presión social del proletariado que no lo ha respetado en absoluto y que manifiesta un odio visceral a los milicos.
-Pese a todos los esfuerzos del Estado por volver a “cierta normalidad” y de la difamación de los medios masivos de comunicación, ésta ha sido imposible de restaurar, ya que nuestra clase a continuado protestando a diario sin necesidad siquiera de “pedir permiso” para hacerlo –todas las manifestaciones han sido “ilegales”-.
-La realidad de la lucha ha desbordado los intentos de “espectacularizar” la revuelta de la prensa: el proletariado a reconocido que la función social-esencial de la prensa es distorsionar los hechos y montar un relato afín a los intereses de la clase dominante –los/as periodistas son los “voceros” del capital-.
-El movimiento, en el contexto de la revuelta, se está dotando –embrionariamente- de órganos de lucha con arraigo territorial, en base a la conformación de asambleas autoorganizadas de vecinas y vecinos, que se encuentran en diversos barrios y poblaciones construyendo desde abajo una perspectiva anticapitalista que se contraponga a la precarización de la vida. Consideramos estos espacios de asociatividad proletaria estratégicos para conformar una comunidad de lucha, debido a que expresa la necesidad de autoactividad por parte de los/as mismos/as proletarios/as de manera autónoma a cualquier intervención externa a ellos/as mismos/as.
-Un sector importante del proletariado ha rechazado en bloque las propuestas de “reformas” con las que el gobierno ha intentado apagar el fuego de la revuelta: son consideradas migajas indignas, lo que tiene al Estado en jaque, al menos, hasta el momento.
-No existe ningún “sector político” capaz de autoproclamarse representante y ente válido para dialogar con el gobierno: cuestión que tiene a la burguesía desconcertada. Es una revuelta sin líderes. De ahí, “lo anárquico” de este movimiento.


Las contradicciones y los límites que las minorías revolucionarias deben combatir en el seno del movimiento
-Durante las megamarchas efectuadas el día viernes 25 de octubre, que solo en la ciudad de Santiago convocaron según cifras oficiales a más de 1.500.000 manifestantes, se expresó masivamente un sentimiento de identificación patriótica y de unidad nacional, en detrimento de una perspectiva de clase del conflicto social. Ejemplo de esto fue la proliferación de banderas chilenas –que habían estado ausentes- y un ambiente festivo y pacifista que prevaleció durante toda la jornada, siendo esto valorado por el mismo gobierno como una oportunidad que “abre caminos de futuro y esperanza”.
-El titubeo que han demostrado ciertos sectores organizados del movimiento obrero de participar de la revuelta –por ejemplo, los mineros de la empresa estatal CODELCO y los sindicatos pertenecientes a la Coordinadora Nacional de Trabajadoras y Trabajadores NO+AFP-, con la digna excepción de la Unión Portuaria de Chile (UPCH) y el gremio de la construcción agrupado en el combativo sindicato SINTEC: lo que no ha estado exento de contradicciones, límites y un desarrollo desigual dependiendo de la ubicación geográfica.
-El eco que en ciertos sectores sociales ha hecho el rumor esparcido por la prensa y el gobierno de que existe una oleada de saqueos que tiene como objetivos casas de particulares y pequeños negocios –los que han sido casos muy particulares y poco numerosos-. Esto se ha expresado en el fenómeno de los “chalecos amarillos”, vecinos/as organizados/as en cuadrillas que defienden sus barrios de inexistentes saqueadores. Esto es peligroso porque es caldo de cultivo para corrientes ultraderechistas-neofascistas y porque enfrenta a proletarios/as contra proletarios/as.
-La existencia de militantes de partidos tradicionales y de la “nueva izquierda” –que es más de lo mismo- en las asambleas y cabildos autoorganizados, que intentan cooptar y suplantar la autodirección del movimiento para imponer sus posiciones y convertirse en interlocutores válidos para negociar con el poder.
-A pesar de los grandes saltos cualitativos que ha dado el movimiento en su vasta extensión, no ha podido cuajar y consolidar una lectura claramente de clase, debilidad que demuestra una gran tarea pendiente que debe ser subsanada por la proyección del movimiento. Esto ha significado, sobre todo desde las megamarchas, el resurgir de una identificación como “clase media” de algunos sectores del proletariado promovida por los partidos del orden y los medios masivos de comunicación.
-La revuelta encontró a las minorías revolucionarias desorganizadas y fragmentadas, lo que, sin embargo, no significó que participaran de inmediato en el movimiento, intentando brindar orientaciones por medio de los actos y la propaganda, a pesar de sus limitados medios. La izquierda y el leninismo en general no se quisieron mezclar con los incontrolados, se desmarcaron de la revuelta, e incluso sus sectores más tradicionales condenaron los saqueos a grandes empresas, y tardaron al menos tres días en demostrar su presencia en las calles. Esto pone de manifiesto la necesidad de constituir un movimiento abiertamente anticapitalista que agrupe a los sectores más radicales de la clase.


Perspectivas provisionales
Pese a lo que ocurra en el desenlace de esta gran coyuntura, es claro que se ha producido una ruptura irreversible, una grieta, que marca un cambio de época para nuestra clase en esta región. Lo que han vivido en estos días miles y miles de proletarios/as sin previa experiencia de lucha, difícilmente podrá ser borrado de la memoria combativa de nuestra clase. Esta revuelta ha brindado una oportunidad única que no debe ser desaprovechada: ha quedado claro que solo luchando se imponen las reivindicaciones y las mejoras concretas en las condiciones de vida del proletariado. Nos hemos dado cuenta de nuestra propia fuerza. La revuelta generalizada, anuncia la posibilidad latente de un cambio revolucionario posible, de la reconciliación de la especie humana consigo misma y su entorno natural, a pesar del previo desprecio que manifestaban sectores del entorno subversivo de nuestra región –con discursos del tipo “humano=plaga” o que el “pueblo está muerto”-. El proletariado no ha muerto, no somos solo capital variable, tenemos un enorme papel que desempeñar para liquidar este mundo capitalista y ha quedado demostrado en la práctica. Por ahora, la lucha continúa en la calle y en las asambleas contra el pacto social que nos quieren imponer y la recuperación reformista. Esta revuelta cuestionó intuitivamente los cimientos de la estructura social capitalista y eso no se podrá borrar de la memoria histórica. Nosotros/as vamos más allá, vamos hacia la vida.

Algun@s Proletari@s en lucha de la Región chilena
Mañana del sábado 26 de octubre – Primavera subversiva del 2019



Recibimos un afiche elaborado por el grupo Amigos de Van der Lubbe, en dos versiones,
blanco y negro y a color.
Se sugiere difusión en los distintos blogs y espacios compañeros.






[Chile] LA REVUELTA SE EXTIENDE PESE A LA BRUTAL REPRESIÓN ESTATAL: ESTE LUNES 21 DE OCTUBRE VAMOS A LA HUELGA GENERAL POR TODO




Texto anónimo, Santiago de Chile.
Domingo 20 de octubre por la noche











Hace una semana, cuando el pasaje del Metro de Santiago alcanzó el estratosférico precio de $830 el incontrolado proletariado juvenil estudiantil –que tiene la virtud de negar en la práctica este mundo,
negándose a cualquier tipo de diálogo con el poder- lanzó una ofensiva llamando a la “evasión masiva” autoorganizando un gran movimiento de  desobediencia que contó desde el comienzo con una enorme simpatía por parte de nuestra clase, ya que este medio de locomoción colectiva es utilizado por al menos 3.000.000 de personas diariamente. El Estado respondió lanzando a cientos de policías de fuerzas especiales a resguardar las estaciones provocando duros enfrentamientos en el sistema  de trenes subterráneos, que dejaron cientos de herid@s y detenid@s. El día viernes 18 de octubre se produjo la ruptura: en medio de una nueva
jornada de protesta contra el alza de los pasajes, se comenzaron a  cerrar totalmente desde las 15:00 horas, una a una, las líneas del Metro de Santiago lo que provocó un colapso nunca antes visto en el transporte
urbano metropolitano. Ese día se encendió la chispa y la clase proletaria demostró su poder, cuando miles de personas se arrojaron a las calles desbordando a las fuerzas represivas y protagonizaron grandes 
disturbios en el centro de la ciudad que superaron cualquier previsión. 
El edificio corporativo de ENEL (empresa de electricidad que opera en Chile) ardió en llamas y varias estaciones de Metro corrieron la misma suerte. El Estado-Capital mostró su verdadera cara frente a la población, decretando el “estado de emergencia”, lo que implicó que los milicos por primera vez salieran a la calle desde el fin de la Dictadura producto de un conflicto social. Desde esa noche ya nada volverá a ser igual.

El día sábado desde el mediodía una convocatoria en Plaza Italia derivó rápidamente a una revuelta generalizada con tintes insurreccionales que llegó a todos los rincones de la ciudad, a pesar de la fuerte presencia militar en las calles. Y literalmente, el levantamiento se propagó por todas las ciudades de la región chilena. Así se multiplicaron como una mancha de aceite los cacerolazos, barricadas, ataques a edificios
fiscales, sabotajes a infraestructuras estratégicas para la circulación del capital (plazas de peajes y tags en las autopistas, 80 estaciones de Metro parcialmente destruidas y 11 totalmente reducidas a cenizas, decenas de buses quemados, etc.), 130 sucursales bancarias dañadas, 250 cajeros automáticos destruidos, algunos asedios a comisarías y a un cuartel militar en Iquique, y lo que más ha irritado a la clase dominante: los saqueos a cadenas de supermercados y a grandes centros comerciales.

Frente a este panorama, que para nosotr@s es una fiesta, en donde el proletariado se está autoorganizando y enfrentando a su condición de extrema precariedad, se ha ampliado el “estado de emergencia” a aproximadamente una decena de ciudades que se han sumado a la lucha, en las que también se ha impuesto un implacable “toque de queda” controlado a punta de fusiles por la chusma militar y policíaca que cuenta
actualmente con 10.500 efectivos que tienen carta blanca para disparar a  matar.


Los saqueos y la satisfacción inmediata de las necesidades humanas  

La sacrosanta propiedad privada fue cuestionada de manera radical por decenas de miles de proletari@s quienes se abastecieron de todo lo que pudieron en la mayoría de los supermercados y grandes multitiendas que han sido desvalijados totalmente, y en muchos casos incendiados, ante una aterrorizada burguesía que continuamente llama por medio de sus representantes a aplastar sin contemplación a lo que ellos denominan “un
pequeño grupo de violentistas y vándalos”. Sin embargo, la realidad dista mucho de aquello, ya que, aunque lo nieguen continuamente, esto no se trata de una acción de minorías, sino de un fenómeno masivo que se ha
expresado con una fuerza irrefrenable.

Quienes hemos sido despojad@s de todo y sobrevivimos como podemos, endeudad@s, sin poder llegar a fin de mes, en la práctica hemos afirmado que no tenemos por qué pagar para acceder a aquello que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades. La reproducción de la supervivencia cotidiana mercantilizada en este modo de vida que nos imponen, está supeditada en todo momento a la acumulación de capital de la burguesía,
a costa del trabajo asalariado y de la vida de miseria que debemos soportar día a día. Nosotr@s no hemos hecho nada más que expropiar lo que nos pertenece y nos ha robado toda la vida, y eso ell@s no lo pueden 
soportar. En definitiva, la revuelta generalizada significa reivindicarnos como seres humanos y negarnos como mercancías.


La prensa: voceros del capital y defensores de la mercancía 
La prensa ha jugado un rol fundamental en la defensa del “sentido común” y encauzamiento de lo que se denomina “opinión pública”, es decir, la lógica dominante del sistema capitalista, en donde importan más las
cosas materiales, la producción de mercancías, que las vidas humanas, haciendo hincapié una y otra vez, en la defensa del “orden público”, “los derechos de las personas”, la propiedad privada y la “paz social”, para justificar la masacre que están promoviendo el empresariado y los sectores más reaccionarios de la sociedad. A través de la tergiversación y/o el ocultamiento de la información, la propagación de mentiras y montajes, la criminalización de la subversión social, toda la prensa se ha hecho colaboradora del terrorismo de Estado: por todo esto deberán asumir las consecuencias. Algunos ejemplos de lo que afirmamos son los siguientes:

-Ocultar la cifra y los casos de asesinatos por parte de las fuerzas represiva, y no informar respecto a las reiteradas denuncias de “uso desmedido de la fuerza en detenciones, vejaciones a niñ@s, malos tratos,
golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y hombres y vejaciones sexuales”, tal como lo señala el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).

-Difundir que se han producido saqueos a “ferias libres” en algunas comunas como La Pintana, Puente Alto, entre otras, lo que es totalmente falso. Poblador@s han denunciado por redes sociales y medios de difusión
alternativos que se trata de policías infiltrados que han intentado promover una lucha intestina en el seno de nuestra clase. 

-Promover el temor en la población enfatizando que los saqueos también afectarán a viviendas particulares y pequeños negocios, cuando esto solo se trata de hechos totalmente aislados, y que nuestra clase debe
rechazar categóricamente. 

-Diferenciar entre “ciudadanos” y “delincuentes”, entre manifestantes “pacíficos” y “violentos”, apostando a la división y el aislamiento de los elementos más radicalizados que forman parte del movimiento y que
están intentando brindar una orientación anticapitalista al desarrollo de la revuelta.

-Guardar un silencio cómplice en torno a los cortes de abastecimiento de agua que afectan directamente a varias comunas del sector sur de Santiago, que “sospechosamente” coinciden con los lugares en donde se ha 
desarrollado más frontalmente la combatividad contra el Estado/Capital, sus instituciones y donde se desprecia más rotundamente a la autoridad.


El gobierno reconoce 8 muert@s, pero sabemos que son muchos más 
Mientras el presidente Sebastián Piñera afirma que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso que no respeta a nada y a nadie”, el despreciable Andrés Chadwick, Ministro del Interior, en una escueta declaración hecha por televisión, afirmó que 7 personas habían “fallecido” –y no asesinados a manos del Estado-, sin señalar ningún detalle más. Nosotr@s que hemos estado presentes en la lucha y nos coordinamos con camaradas en distintos puntos del país sabemos que l@s muert@s son much@s más. Por redes sociales y medios de contrainformación han circulado videos y fotografías, que están siendo eliminados de internet sistemáticamente, de personas asesinadas por milicos y pacos en diversos lugares en donde se está combatiendo. Al menos nuestro recuento –aún sin poder confirmar debido a la deliberada campaña de ocultamiento y desinformación del Estado/Capital- llega a 16 personas: 1 persona en Quinta Normal, 2 en San Bernardo, 5 en Renca y 2 en la comuna de La Pintana, fallecidas producto de incendios en medio de los saqueos, 1 persona asesinada en Lampa producto de un atropello deliberado de la policía, 1 por disparos de los militares en Colina, 3 en la ciudad de La Serena y 1 en la comuna de Pedro Aguirre Cerda muerto producto de la
represión policial. Este saldo parcial sabemos que puede ser aún mayor, ya que mientras escribimos rápidamente este texto, continúan fuertes enfrentamientos bajo el toque de queda con los milicos, pacos y PDI en múltiples focos de la región chilena.


La huelga general de este lunes 21 de octubre y algunas perspectivas

Mañana, lunes 21 de octubre, un conglomerado diverso de organizaciones de masas han llamado a una huelga general, la primera que puede ser altamente efectiva, afectando la productividad de manera directa, debido
al colapso del sistema de transporte, al menos en la ciudad de Santiago.
El Estado está haciendo todo lo posible para que la “gente vaya a trabajar”: han habilitado parcialmente la línea 1 del Metro, están intentando reforzar el servicio de buses, y han llamado a la población a ser “solidaria” para que ayude a sus vecin@s a llegar a sus puestos de trabajo. A la clase capitalista solo les interesa que produzcamos para ell@s, solo les servimos para producir y hacer circular sus mercancías y acrecentar su acumulación de capital. Por esta razón, hacemos un llamado a no asistir al trabajo y a participar activamente de la huelga, tal y como lo hace el Sindicato de Trabajador@s de Metro debido a la “represión policial y militar”. Además, creemos pertinente agitar las siguientes perspectivas:

-No caer en la dinámica de ponernos en contra de nosotr@s mism@s por comida, agua y la satisfacción de nuestras necesidades: ese es el juego del Estado, dividir para vencer. Para resolver nuestros problemas
tenemos que organizarnos comunitariamente, no hay otra salida. 

-Evitar que los partidos y la socialdemocracia se levanten como “representantes”, se apropien de la lucha y se sienten a dialogar con el Estado para apagar el fuego de la revuelta, intentando decantar la resolución del conflicto en cosméticas y superficiales reformas que no apuntan a erradicar la raíz de nuestros problemas que nos aquejan como clase.

-Ocupar los centros educacionales para hacer de ellos lugares de resistencia, debate, reunión y autoorganización, acopio de alimentos y medicinas, y espacios para atender a nuestr@s herid@s. 

-Organizar asambleas de base en los territorios en donde se está desarrollando la lucha para resolver colectivamente orientaciones de la revuelta en curso.

-Exigir la libertad de los cerca de 1700 detenid@s que están siendo procesad@s por su participación en la revuelta. 

¡A LA HUELGA GENERAL POR TODO!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!
Algun@s proletari@s comunistas/anárquicos que participan de la revuelta



[Chile] Feliz primer día de nuestras vidas





Hoy despertamos a la vida. Hasta el lunes 14 de octubre, nos lamentábamos en la micro, en los trabajos, en las escuelas, en las reuniones familiares y de amigos, en los barrios, en las organizaciones autónomas emplazadas en distintos espacios del largo letargo que parecía ya una especia de rasgo inminente de las personas que viven en Chile, de la impotencia de ver nuestros esfuerzos diluirse en lo que parecía una infructífera actividad. Sin embargo, en el cotidiano, se escuchaba cada vez de manera más constante la hermosa queja, los reclamos por la escasez de agua que amenaza nuestra sobrevivencia, por la contaminación que asesina niños en las llamadas zonas sacrificio, por las miserables pensiones que lanzan al suicidio a nuestros abuelos, por los robos constantes de los tag y el transporte público, por la salud pública de muerte, porque a nadie le alcanza para llegar a fin de mes. Una desesperanza acompañaba ese lamento, desconfiábamos ya de la capacidad de despertar, de mirar la realidad y rebelarse de nuestra gente.

El impulso del pueblo de Ecuador y el arrojo de los secundarios fueron la chispa que encendió el dolor que llevábamos cada noche a nuestra cama, la angustia de no saber cómo resolver, cómo podremos seguir, cómo sobrevivir, porque nuestros cuerpos, cada día más enfermos, nuestras mentes cada día más aquejadas nos daban las señales que nos negábamos a aceptar, llenándonos de soluciones individuales que no nos alcanzan para resolver, nos cobijamos con terapias individuales y placebos varios, por un rato nos dejamos hundir por la no casual proclamación de nuestra pronta extinción, los discursos humano plaga parecieron los más sensato frente a la destrucción de la Tierra que nos presentaba en las pantallas la distopía frente a frente, la derrota de la humanidad ante el capitalismo, que no duda en intentar traspasarnos su responsabilidad.

Este lunes recién pasado, bandadas resplandecientes de secundarios parecieron iluminar nuestros corazones. Como nunca vimos a múltiples generaciones respaldar las acciones que desbordan el control y el orden, que amenazan la santísima propiedad privada. No queremos su paz, no queremos esta lenta agonía parecen clamar las ollas que se escuchan por toda la ciudad.

La clase capitalista y su aliada la prensa burguesa se lamentan, tienen todas las miradas y todos los oídos para chillar, para enojarse, para despreciarnos, pero hoy hemos decidido no escucharlos y han sido encarados como nunca en su mentira que les ha permitido depredar nuestra vida durante tantos años, depredar nuestras mentes, nuestros cuerpos, nuestra Tierra en la sociedad con más problemas psicológicos de Latinoamérica. Nosotros les decimos, no estamos dispuestos a quedarnos con nada, porque nos tenemos a nosotros y no los necesitamos.
Los oportunistas de siempre intentan adjudicarnos una demanda colectiva, circulan peticiones de nadie, cuando la realidad es que este levantamiento es espontáneo, no existe un listado de demandas que nos satisfaga, no tenemos representantes, cuando es la totalidad de la vida en el capitalismo los que nos asesina.

Siendo las 16.30 de la tarde, la Intendeta Rubilar sostiene “lo que necesita la gente es paz y tranquilidad”, añade que nadie pide que no se proteste con caminatas sin afectar el orden público, mágicamente todos los sectores políticos parecen reconocer el descontento acumulado, cuando hasta anoche nos llamaban delincuentes, negando nuestra urgencia de gritar, de acabar con todo. Cuando nos han robado nuestro tiempo de forma silenciosa tantos años. Están desesperados, saben que no tenemos miedo, nos enfrentan con su mayor arma los militares que hace poca década intentaron acabar con una generación de revolucionarios, pero la gente no retorna a sus casas, no queremos su paz, queremos vivir, vivir de verdad.

Las evasiones del metro iniciadas por los estudiantes han recibido el respaldo de los trabajadores del mismo, 41 estaciones fueron afectadas por las manifestaciones, varias de ellas han sido completamente destruidas, compañeros de distintas ciudades, San Antonio, Concepción, Iquique han respondido con solidaridad, la revuelta se expande, son convocados por este llamamiento.

Durante la madrugada, se declaró estado de emergencia: restringe la libertad de reunión y locomoción, salen los militares a la calle, esta tarde se suspende el transporte público en Santiago, el tren interurbano suspende su circulación a las diecisiete horas, cierra el ritail y es saqueado, los trabajadores portuarios se suman a la movilización, se suspenden las clases para las escuelas de varias comunas de la ciudad, se incendian municipalidades, comisarias, estaciones de metro.

A pocos minutos del toque de queda, luego de una extensa jornada, se ha evaporado la instalada idea de que somos un pueblo con miedo, nos mataron, torturaron, divulgaron nuestras imágenes mutiladas, nos culparon del horror, instalaron sus reglas, nos amordazaron, pero no han podido con nosotros.
Esperamos que este sea el inicio. Organicemos la comunidad de lucha, salgamos a la calle a encender barricadas, pero también a encender el tejido social que satisfaga nuestras necesidades, que evidencia lo que sabemos. Es imperioso alzar nuestras propias organizaciones, convocar a la asamblea de urgencia que responda a nuestras necesidades, opongamos a la amenaza constante capitalismo de caos, nuestra fuerza y organización, es ahora que la comunidad negada debe volver a resurgir entre las cenizas de la capital.

Compañeros y compañeras, debemos tener la lucidez de no dejarnos seducir por los discursos de paz, debemos gritar con más fuerza por la revolución humana, por la dictadura de las necesidades, por la abolición del capital. El capitalismo no nos ofrece nada mejor. El capitalismo es la muerte. Y esta noche estamos encendiendo la vida.

Feliz primer día de nuestra vida.

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