También en Irak, miles de jóvenes han estado protestando en las calles y
plazas durante más de un mes contra el desempleo, el coste de la vida, la
falta de servicios públicos y, en particular, contra la corrupción
generalizada a nivel político y gubernamental. Los jóvenes se manifiestan,
las fuerzas del orden burguesas disparan
Las protestas llevadas a cabo desde septiembre contra los gobiernos de Sudán, Argelia, Egipto, Jordania y Líbano también llegaron a Irak en octubre, especialmente a la capital Bagdad y a las provincias del sur del país, Basora, Maysan, Dhi Qar, Muthanna, Basora, Nassiriya, Hillah, Najaf, Amara y Diwaniya. En el sur del país, de hecho, a pesar de la presencia de las grandes compañías petroleras, el desempleo sigue siendo alto, los servicios sociales son penosos y los agricultores abandonan el campo debido a la drástica caída del nivel de los dos principales ríos, el Tigris y el Éufrates.
En
algunas ciudades como Nassiriya, Amara y Najaf, los manifestantes
incendiaron algunos edificios gubernamentales. En casi todas las ciudades se
produjeron enfrentamientos muy violentos: las manifestaciones comenzaron
pacíficamente, pero cuado los manifestantes entraron en los edificios
públicos para gritar su cólera, se convirtieron en enfrentamientos violentos
en los que las fuerzas de represión del gobierno, a menudo acompañadas por
grupos armados "desconocidos" y la acción de auténticos francotiradores, han
disparado sistemáticamente contra la multitud. En los primeros cuatro días
de protesta, 72 personas fueron oficialmente asesinadas, más de 3.000
heridas y 540 detenidas (1). No cabe duda: las manifestaciones contra el
gobierno de Adel Abdul Mahdi se enfrentaron desde el principio a una
violencia que no deja lugar a dudas sobre la voluntad política del actual
gobierno de aplastar por la fuerza un movimiento que desde su inicio ha
demostrado ser muy diferente al que en 2011 se presentó bajo el disfraz de
la "Primavera Árabe". Hasta la fecha, el 31 de octubre, hay más de 250
muertos y 8000 heridos; sólo en Karbala, la ciudad santa del Islam, el 29 de
octubre las milicias armadas chiítas han hecho una masacre: 18 muertos (2).
Pero las calles y plazas, desde Basora hasta Bagdad, siguen llenas de
rebeldes.
Todos los reportajes en los diferentes medios de prensa y radio-televisión
apuntan a esta diferencia. En 2011, el movimiento de revuelta que salió de
Túnez y luego llegó a Egipto, extendiéndose a casi todos los países árabes,
se identificó con un objetivo principal: derrocar al "dictador" del momento:
Bel Ali en Túnez, Mubarak en Egipto. El movimiento rebelde - basado en todas
estas ocasiones en las condiciones de extrema miseria de la gran mayoría de
la población- creyó que con la caída del tirano y la apertura de una nueva
fase democrática del país, se resolverían los problemas económicos y la vida
social y política. El verdadero poder, sin embargo, no estaba en manos del
tirano del momento y de su clan, sino de toda la clase dominante burguesa,
de la cual el tirano era ciertamente parte. Pero los imperialismos
euroamericanos que lo apoyaban, consideraron más conveniente para el
mantenimiento del poder económico y político la defenestración de un Ben Ali
y un Mubarak, fomentando intensamente la ilusión de que la nueva democracia
establecida con todo su aparato electoral y parlamentario tranquilizaría a
la población, restauraría la paz social gracias a la cual podría seguir
haciendo sus negocios y explotar a la clase proletaria como antes. De hecho,
más que antes. Que entonces el ejército desempeñó una función decisiva -en
los países con capitalismo atrasado es la única fuerza organizada y
concentrada en la defensa de los intereses del capital- lo ha demostrado
ampliamente que el Egipto de al-Sisi. Las ilusiones democráticas no podían
hacer otra cosa que chocar con la realidad de los capitalismos que, para
estar a la altura de sus relaciones con los imperialismos más fuertes y los
amos del mercado mundial, no pueden dejar de utilizar las mismas armas que
antes utilizaban los tiranos caídos: represión, encarcelamiento, asesinatos
selectivos, secuestros y desapariciones de figuras políticas que no se
someten al nuevo orden, etc.... Y en todo esto, las diferentes formaciones
confesionales-sunitas y chiítas, en particular, pero divididas entre sí por
intereses locales hasta el final de la guerra- juegan el habitual doble
papel: pacificadores del espíritu y partidarios de algunas facciones
burguesas e iniciadores de la imposición violenta de un fundamentalismo
islámico a través del cual controlar los territorios, los recursos y los
grupos humanos a explotar. La burguesía siempre lucha contra otra burguesía,
para hacer valer sus intereses de grupo, que lleva el uniforme militar, la
sotana, la chaqueta y corbata parlamentaria o el suéter de un empresario
moderno, pero todos juntos luchan sin duda contra el proletariado cada vez
que éste insinúa movilizarse en defensa de sus intereses de clase.
Los actuales movimientos de protesta y revuelta son, como hemos dicho,
diferentes, no tanto desde el punto de vista de las ilusiones democráticas -estas,
por desgracia, son difíciles de matar- como en su propia composición y
actitudes básicas. En Irak, esto ha demostrado ser más cierto que en otros
países. Son movimientos que, al menos hasta ahora, no han sido dirigidos por
los partidos de la oposición existentes, tienden a escapar incluso del
liderazgo de los imanes (en el Líbano en particular) y ya no confían en el
ejército. Las nuevas generaciones que salen a la calle no han vivido la
época de Saddam Hussein y su represión sistemática; tienen menos miedo de
las consecuencias de sus acciones, si se quiere son más "inconscientes",
pero gracias a su inconsciencia no tienen miedo de luchar con las manos
desnudas contra las balas y con sus acciones muestran aún más la brutalidad
de los gobernantes y del Estado. No luchan sobre la base de los principios
del Corán, sino como laicos; no luchan para llevar a sus líderes al
parlamento o al gobierno, sino para derrocar al poder político actual: no
ocupan los palacios de Goevrnative, sino que los prenden fuego. Este
verdadero “primitivismo”, una expresión de profunda cólera ante las
condiciones muy pobres de la existencia inmediata y la percepción de un
futuro aún peor, puede, por supuesto, canalizarse por diferentes caminos.
Una de ellas es sin duda la de una "democracia desde abajo", apoyada por la
fuerte demanda de la dimisión del gobierno de Abdul Mahdi, con muchos
muertos y heridos para obtenerlos, pero ante la cual no hay otra propuesta
política que la de confiar a alguna persona "del pueblo" la tarea de proveer
el cambio de guardia. Y esta es la verdadera debilidad de estos movimientos
de protesta y revuelta, en este sentido realmente popular, aunque los
proletarios estén ciertamente involucrados.
Irak es el cuarto mayor productor de petróleo del mundo (el segundo del
grupo OPEP, después de Arabia Saudí) y el duodécimo país más corrupto, según
Transparencia Internacional (3); una de cada cinco personas vive por debajo
del umbral de la pobreza y el desempleo juvenil se sitúa en torno al 25%;
estas son las cifras oficiales que, como sabemos, siempre fotografían la
realidad por defecto. Pero dos años después de lo que se considera la
derrota del ISIS y 16 años después de la invasión estadounidense de 2003, ¿cuál
es la situación económica y política en Irak? Desastrosa, es la respuesta
que dan todos los expertos burgueses. Un país rico en petróleo, y
extremadamente corrupto; una riqueza que se acumula en una pequeña parte de
la población -la burguesa y, como dijimos, no importa si lleva un uniforme
militar, la ropa de un político, un empresario o un religioso- y la pobreza
que se extiende sobre su gran mayoría. La revuelta, tarde o temprano, era de
esperar y, ciertamente, se esperaba. Lo que sorprendió a la burguesía árabe,
y también a la burguesía local, fue precisamente la duración de estas
revueltas y el hecho de haber escapado, y de seguir escapando, del control
por parte de organizaciones partidistas o religiosas con las que, obviamente,
siempre es posible, tarde o temprano, llegar a un acuerdo, incluso si
normalmente luchan entre sí. En realidad, el partido más importante de la
oposición en el parlamento irakí es el partido religioso encabezado por
Moqtada Sadr, el líder chiíta del Movimiento Sadrista, que, dada la duración
de las protestas, ahora está intentando dirigirlas dándoles recientemente su
apoyo "político" y también pidiendo la dimisión de Abdul Mahdi, por supuesto
con vistas a sustituir al Gobierno...
Pero las demandas de dimisión del gobierno actual, de nuevas elecciones,
bajo la ilusión de utilizar la democracia en beneficio de las masas
proletarias y pobres del país, chocarán con una fuerte desilusión, como ya
ha ocurrido después de Saddam Hussein, y como sucede cada vez que una nueva
figura política llega al gobierno. Hay demasiados intereses en conflicto
entre las diferentes facciones burguesas, entre sunitas y chiítas, entre los
diferentes líderes tribales y, no menos importante, entre las diferentes
facciones kurdas del norte de Irak. Irak, al igual que Siria, es un punto
estratégico en el mapa de Oriente Medio, no sólo por sus reservas de
petróleo, gas y minerales, sino también por su posición geográfica. Ambos
países constituyen una especie de vientre blando de Oriente Medio entre
Turquía en el norte, Irán en el este y Arabia Saudí en el sur, es decir,
entre las tres potencias regionales que tienen interés en extender su
influencia sobre Siria e Irak en detrimento de la otra. Y, como demuestran
las guerras del Golfo y las continuas guerras internas, los imperialismos
más fuertes del mundo insisten en toda la zona, desde los más antiguos, como
Gran Bretaña y Francia, hasta los Estados Unidos y los más recientes, como
Rusia y, por último pero no por ello menos importante, China, que se ha
convertido, entre otras cosas, en uno de los principales socios comerciales
de Irak, además de la India, Turquía y los Estados Unidos. Los intereses
conflictivos entre los capitalismos regionales están inevitablemente
entrelazados con los intereses conflictivos de los imperialismos que dominan
el mercado mundial, produciendo así una razón de permanente inestabilidad e
inseguridad dramática para todos los pueblos de la zona. El desarrollo
económico de todos los países de la zona, dependiendo de las relaciones con
el mercado internacional y del capital que se invierte o no se invierte en
la industrialización, es continuamente una tendencia poco clara: Durante
algunos años, las tasas de crecimiento pueden aumentar positivamente, como
ocurrió en Irak cuando, en 2011, el crecimiento económico aumentó un 11%
anual, gracias principalmente al sector petrolero (para el que había
superado la producción de 2,5 millones de barriles diarios), pero también a
la industria de la construcción y la agricultura y, muy importante en las
dos "ciudades santas" de Najaf y Karbala, también al turismo religioso y a
los servicios. Pero este crecimiento fue interrumpido en parte por la guerra
del ISIS contra todos y todos contra el ISIS. Luego se reanudó después de su
derrota, llegando a producir más de 4 millones de barriles de petróleo al
día. Sin embargo, el crecimiento económico, que sólo beneficia a las
compañías petroleras y a los capitalistas que se dedican a los sectores
económicos más lucrativos, no se corresponde con un nivel de vida más alto
para el proletariado y los campesinos pobres, porque la pobreza, el
desempleo, afecta a una gran parte de la población y las protestas y
disturbios que se vienen produciendo desde hace más de un mes son una clara
demostración de la explotación bestial a la que se ven sometidas estas masas
de trabajadores. Una gran parte de la población tiene entre 15 y 50 años, lo
que, para la capital, es la mano de obra ideal. No es de extrañar, por tanto,
que sean precisamente los jóvenes quienes llenen las calles y plazas, porque
son los más explotados y los más afectados por el desempleo.
A estos jóvenes no les falta valor para enfrentarse a la policía, al
ejército, a los francotiradores, a las milicias armadas, y el empuje que los
lleva a la calle cada vez tiene bases materiales muy fuertes: están sin
trabajo y no ven un futuro. Los gobernantes burgueses, los capitalistas, las
élites políticas y culturales no confían en ellos porque no son capaces de
proponer soluciones fiables e inmediatas; sin embargo, exigen democracia,
elecciones y que las mismas clases en el poder cambien al personal político
y gubernamental y les den esperanza de vida. Ponen ira, coraje,
inconsciencia, su propia sangre… y esto debería sacudir las conciencias de
los que tienen poder económico, político y militar.
Pero la realidad capitalista se desarrolla por caminos completamente
diferentes: las leyes del capitalismo guiron ayer a Saddam Hussein y a sus
aliados y enemigos, luego guiaron a todos aquellos que llegaron al poder en
un país atormentado por las guerras, y finalmente guiaron a los gobernantes
más recientes, antes muy apreciados por el pueblo y ahora considerados como
corruptos de una manera insoportable. Las mismas leyes guiarán a los nuevos
gobernantes que reemplazarán a Abdul Mahdi y mañana también a Moqtada Sadr o
a cualquier otro. Básicamente, nada cambiará; la economía seguirá creciendo,
la corrupción no desaparecerá, la represión de las protestas se repetirá de
diversas formas, el desempleo y la miseria seguirán apoderándose de los
estómagos y las entrañas de las masas trabajadoras. El camino parece no
tener salida.
Pero hay una alternativa y concierne precisamente a la clase trabajadora, a
la clase proletaria de cuya explotación sistemática obtienen sus ganancias
los capitalistas: una clase que debe reencontrarse, que debe esforzarse por
reconocer no sólo sus propias necesidades inmediatas, sino los medios y
métodos de lucha que por sí solos pueden dar una respuesta no temporal, no
efímera, a la cuestión social: los medios y métodos de la lucha de clases.
No basta con luchar valientemente contra un enemigo fuertemente armado y
falto de escrúpulos. Es dramáticamente ilusorio confiar en clases y fuerzas
sociales que tienen intereses completamente opuestos a los intereses de la
clase proletaria. Se trata de utilizar la propia fuerza, el propio coraje,
el empuje para rebelarse contra el régimen burgués que, de vez en cuando,
quizás con los rasgos socialistas reformistas más que con los rasgos del
predicador religioso, consigue cambiar su rostro para aplicar la misma
política antiobrera y represiva con el fin de salvaguardar los beneficios
capitalistas, organizarse como clase proletaria, de manera independiente, en
defensa exclusiva de sus propios intereses de clase, unificando a los
proletarios de cada sector, de cada categoría y de cada credo religioso en
una sola lucha anticapitalista, y por lo tanto antiburguesa. Para alcanzar
este resultado, los proletarios deben hacer lo siguiente
La perspectiva para los jóvenes y para los no tan jóvenes proletarios
irakíes, tanto como para los proletarios sirios, libaneses, egipcios,
argelinos, jordanos, sudaneses y de todos los países… se bifurca
inexorablemente: o luchar para llevar al poder a otros representantes de las
potencias burguesas, quizás menos corruptos o corruptibles al principio,
pero siempre representantes del capital dominante y prepararse para una vida
de incertidumbre y miseria poniéndola en manos de sus enemigos de clase que
la usarán para sus guerras o luchar por sí mismos, por su clase, por los
intereses de la clase productora por excelencia y que, en la historia,
representa el verdadero futuro de la sociedad: ¡la sociedad humana, no la
sociedad burguesa!
Sobre el terreno de esta lucha, los proletarios, superando el desahogo de
rabia, justificado pero inmediato, sacarán las experiencias que sirven para
su emancipación, experiencias prácticas, políticas y sociales. Y es sobre
esta base que surgirá la necesidad de ser representados políticamente como
una clase en general, por encima de las diferencias étnicas, profesionales,
de edad o de género; surgirá la necesidad de un partido que tenga un
programa político completamente opuesto al de todos los partidos burgueses,
un programa no nacional, sino internacional, en el que la lucha de clases
proletaria afectará tanto a la sociedad actual como a romper por completo
todo el aparato de dominación burguesa y capitalista, empezando por el
Estado. Este partido sólo puede ser comunista, revolucionario e
internacionalista y será más fuerte a medida que la lucha proletaria avance
sobre el terreno de la clase; un partido que es consciente del hecho de que
los proletarios luchan primero contra la burguesía de su propia casa, pero
que esta lucha tiene futuro sólo si es parte de una lucha internacional
porque la condición de obrero asalariado une a todos los proletarios de
cualquier país, por lo que los intereses proletarios de la clase son
intereses que van más allá de las fronteras de cualquier estado capitalista.
¡Contra cualquier solidaridad de objetivos e intereses entre proletarios y
burgueses!
¡La represión burguesa se combate con la organización de clase!
¡La lucha proletaria debe tomar la vía de la independencia de clase!
¡No a la bandera nacional, sí a la bandera roja!
¡Por la reanudación de la lucha de clase!
¡Por la constitución del Partido Comunista Internacional!
(1)
Cfr. www.ilpost.it/2019/10/05/irak-scontri-proteste/
(2)
Cfr https://nena-news.it/irak-la-repressione-non-ferma-i-giovani.
Ver
también https:// www. lemonde.fr/ international/ article/ 2019/10/28/
sans-pays -pas-d-ecole -la-jeunesse- irakienne-rejoint- le-mouvement- de-contestation_
6017200_3210.html
(3) Cfr.
www.ilpost.it/2019/10/25/sono-ricominciate-le-proteste-in-irak/
Partido Comunista Internacional
(El Proletario)
31 de octubre de 2019
www.pcint.org
Texto sobre la actualidad de nuestra lucha
La invasión alienígena
Este
último año vemos sucederse, una tras otra, revueltas en las cuatro
puntas del mapa: revueltas que llevan a Macron a revisar los búnkeres
del Elíseo, que hacen a Lenin Moreno mover la sede del gobierno a
Guayaquil, que asaltan cuarteles y sedes de partidos burgueses en Irak
mientras reavivan la memoria de la insurrección del 91, que tiran uno
tras otro primeros ministros en Haití o colocan una bandera negra en el
parlamento de Hong Kong. La burguesía mundial empieza a tener miedo.
Como
dijo hace unos días Cecilia Morel, la «Primera Dama» del Estado
chileno, al hablar de la revuelta social en curso: «Estamos
absolutamente soprepasados, es como una invasión extranjera, alienígena,
no sé, y no tenemos las herramientas para combatirlas […]. Lo que viene
es muy, muy, muy grave».
En efecto,
lo que se viene es un nuevo ciclo de lucha de clases que está ante
nuestros ojos. Desde Irak al Líbano, desde Irán a Argelia, de Sudán a
Francia, desde Haití a Ecuador, de Hong Kong a Chile. Luchas que nacen
desde las necesidades inmediatas, humanas, de nuestra clase, y que desde
ahí abren la perspectiva histórica, larga aún, de la revolución social,
del comunismo. En Chile es por la subida del metro, en Argelia por la
corrupción política, en Haití por el Petrocaribe y la subida de los
precios de la gasolina, como ocurre también en el caso de Francia o
Ecuador. En Hong Kong empezó contra la represión, en Irak por las
condiciones vida y del agua, en el Líbano por la subida de los impuestos
a internet. Pero esas necesidades inmediatas tienden a generalizarse e
ir más allá del motivo que causó la chispa inicial. Como se puede intuir
no incluimos Cataluña, y es que se trata de un proceso ubicado
totalmente en el terreno de la liberación nacional, que nace de la
defensa de la condena de unos políticos burgueses y que busca la
creación de un Estado catalán independiente. La voluntad o lo que creen
defender aquellos que luchan en estas algaradas cuenta poco en relación a
lo que toda reivindicación nacional prepara: guerras y conflictos
imperialistas. La prueba para determinar la naturaleza de un movimiento
no es su carácter violento o no, que no quiere decir nada, sino aquello
que niega y pone en cuestión: no se niega un Estado nación construyendo
otro. El Kurdistán es otro buen ejemplo de esto.
Podemos
sacar algunas primeras lecciones sobre esta polarización social en
curso, a partir de las «Diez notas sobre la situación revolucionaria» que habíamos escrito hace unos meses.
1)
Casi todo el mundo está polarizado. Estamos entrando en el inicio de un
cambio de época catacterizado por el enfrentamiento entre las clases,
poniendo fin al largo período de reflujo de la década de los noventa. En
realidad, estamos viviendo el desarrollo cada vez más intenso y fuerte
de procesos de ascenso social de nuestra clase, que van desde el 2001 en
Argentina al 2006 en Oaxaca (pasando previamente por Ecuador o
Bolivia), desde las revueltas por el hambre en el 2008 en medio mundo al
2011, el año en que nuestra clase generalizó sus luchas desde el mundo
árabe a España, Reino Unido, Estados Unidos o la misma Grecia.
2)
El capitalismo no da más de sí. Estamos entrando en un período de
revolución social porque el capitalismo está agotado como relación
social: genera cada vez más humanidad superflua, expulsa trabajo vivo de
la producción social, consume con creciente voracidad energía y
materias primas para intentar resolver con más mercancías lo que pierde
al expulsar trabajo humano. Sus crisis son y serán cada vez más
catastróficas.
3) Las oleadas de lucha
que emergen a nivel mundial (2001, 2008, 2011, 2019) no podemos
entenderlas como eventos en sí mismos, como fotografías aisladas unas de
otras. Se trata de la misma película, en el tiempo y en el espacio, que
tiene un protagonista común: el viejo topo de la revolución que reclama
con fuerza sus necesidades e intereses.
4)
Las rebeliones y revoluciones tienen un carácter físico, material: se
lucha por las necesidades inmediatas. Lo importante es analizar los
hechos materiales que mueven las prácticas. Lo que el movimiento dice es
importante, pero ahora es más importante lo que el movimiento hace,
siempre y cuando la lucha surja de las necesidades inmediatas de nuestra
clase: algo muy diferente de las luchas nacionalistas o
político-electorales que se mueven completamente en el terreno de la
política burguesa. La revolución inicia de un proceso de ionización en
el que las moléculas sociales tienden a disponerse en un sentido de
combate, polarizado, independientemente de la conciencia que tengan
inicialmente de los fines de la lucha. Es lo que estamos viendo estos
meses en las diferentes revueltas en curso. Nada que ver con la
ilustración burguesa
5) Este marasmaosocial, este choque de placas tectónicas tiene una raíz común y por eso
tiende a hacerse cada vez más sincrónico. Se contagian unas revueltas a
otras, desde Ecuador a Chile, de Sudán a Argelia, de Irán a Irak o el
Líbano. La raíz común son las necesidades humanas que el capital ataca a
partir de sus necesidades de reproducción.
6)
Y, sin embargo, hay que entender que la apertura de una nueva época
caracterizada por el enfrentamiento entre las clases no quiere decir que
se abra un período insurreccional. Estamos aún muy lejos de esto, ya
que un período insurreccional requeriría una determinación consciente,
un programa, una voluntad reconocida por parte de nuestra clase: en
definitiva, una inversión de la praxis que necesita de un nivel superior
de organización, que necesita de partido, como explicaremos a
continuación. Y aún con todo, es seguro que el choque de placas
tectónicas al que estamos asistiendo será cada vez más intenso y
constante, extenso y concentrado, a pesar de los reflujos que conocerá
en los próximos años.
7) ¿Qué tareas
nos podemos dar los revolucionarios? Estamos en el inicio de un nuevo
período histórico en el que es muy importante que los procesos aprendan
por sí mismos. Nuestro partido, como fuerza social que lucha por el
comunismo, vive y se forma ya en el suelo de estas revueltas. Las
minorías revolucionarias somos parte del proletariado y de estas luchas,
no somos un partido a parte, sino aquellos que, como decía Marx, tratan
de impulsar y llevar más lejos las determinaciones del movimiento, al
mismo tiempo que tratan de clarificar teóricamente su práctica en torno a
los objetivos generales de la clase. Como hemos dicho, que se inicie
una nueva fase de la lucha de clases, un largo período de revolución
social marcado por la crisis terminal del capitalismo, no quiere decir
que el comunismo esté a la vuelta de la esquina. Estamos muy lejos de
una situación revolucionaria: para ello es fundamental la capacidad del
proletariado de constituirse en clase, en partido; es esencial la
convergencia entre los procesos materiales de la lucha de clases y el
programa histórico comunista que nace de esas mismas luchas. Por eso,
las cuestiones de clarificación teórica y programática son hoy tan
importantes. Nuestra lucha no está solo en las barricadas del presente,
sino en las lecciones que se pueden extraer de las barricadas del
pasado.
El camino es aún largo y, sin
embargo, no puede haber vuelta atrás. Tenemos que vivir la pasión de la
lucha pero también la lucha por la claridad teórica y programática.
Muchas
veces, cuando debatimos en espacios «radicales» y aludimos a la
necesidad de la revolución nos sentimos como alienígenas que hubieran
desembarcado desde Marte. ¡Cómo! ¿La revolución? ¿Mundial? Vade retro:
eso es totalitario, reaccionario. ¿Qué queréis? Pues no se trata ni de
un deseo piadoso ni de un hecho de voluntad. Las revueltas y
revoluciones serán un dato presente de nuestro tiempo histórico, cada
vez más sincrónicas. No se trata de desear que se produzcan, puesto que
lo hacen espontáneamente: se trata de dirigirlas en la perspectiva de la
abolición de las clases, del Estado y de mercancía.
Por
eso dedicamos estas notas a todos aquellos que habían arrojado la
revolución al basurero de la historia, a todos aquellos que reducían al
proletariado a masa manipulada y manipulable a voluntad, que sometían
las necesidades inmediatas del proletariado, de la humanidad, a juegos
de los movimientos del capital. No olvidemos jamás la fuerza y la
potencia de nuestra clase.
Grupo Barbaria – Octubre del 2019
“En el viento que siembra la tormenta, cosecharemos días de fiesta”
Canción “La vida pasa”, de Raoul Vaneigem
Después de la enorme marcha del día viernes 25 de octubre en la ciudad de Santiago, todos los medios de comunicación al unísono, junto al gobierno, hicieron un llamado a volver a la “normalidad”, pretendiendo así desmovilizar y opacar más de una semana de duros combates en las
calles que se han saldado con una feroz represión nunca antes vista en “democracia” –que es solo una de las formas que adopta en determinados contextos el despotismo del capital-. Las y los hijos de la burguesía, bajan del barrio alto a “limpiar el centro de la ciudad” de los incontables grafitis y rayados con consignas que se han vuelto parte del paisaje habitual, se suspende el toque de queda, se destituye al gabinete de ministros y se anuncia por todas partes el avance hacia la concreción de un “pacto social” que, supuestamente, pondrá punto final de una vez por todas a esta crisis. Pero para las y los proletarios que hemos estado participando de la revuelta la vida nunca volverá a ser igual: hemos cambiado para siempre y llegado a un punto de no retorno.
Ya no podemos soportar más esta miserable realidad. Su “normalidad”, a la que nos quieren arrastrar, es la esclavitud del trabajo asalariado que nos roba nuestro valioso tiempo, no poder llegar a fin de mes, las enfermedades mentales que nos provoca esta locura de mundo capitalista, la paz de los cementerios, la amnesia histórica, la inexistencia de un conflicto entre clases sociales, el adoctrinamiento de la juventud proletaria a la sumisión en las cárceles-escuelas, la destrucción sin
remordimientos de nuestro entorno natural, y en definitiva, una civilización y un modo de existencia suicida que nos tiene al borde de la autodestrucción como especie. ¡A la clase capitalista solo les
importa que produzcamos mercancías, las hagamos circular y las vendamos!
Durante estas emotivas jornadas hemos descubierto que es realmente vivir, abriendo un camino para ir desterrando de nuestras cabezas todo lo que nos impusieron. Nos hemos encontrado colectivamente y vislumbrado que todas nuestras necesidades insatisfechas tienen su raíz en esta forma de vida inhumana que precariza todo lo que toca. Aunque parezca difícil de creer, casi no hemos gastado dinero para subsistir durante estos días, la solidaridad y el apoyo mutuo han sido casi una norma por
todas partes: en las poblaciones, caceroleos, barricadas, movilizaciones, asambleas, saqueos, etc. Y esto ha sipo posible porque muchísimas personas nos hemos reconocido como iguales, como una clase que se opone a otra clase, y que quiere dejar de serlo, y que, además, ha creado espontáneamente un movimiento de asambleas en donde el proletariado se asocia y se dota de una perspectiva de lucha que pretende ser común.
Nosotras y nosotros lo queremos todo y ahora, a contracorriente de quienes quieren domesticar y encauzar la vitalidad que ha demostrado el proletariado de manera democrática en una “Asamblea Constituyente”. La lucha no amaina, a pesar del desgaste, el oportunismo, las balas y los
llamados a la “paz social”. Hagamos de mañana un “super lunes” salvaje que los haga temblar.
¡TODO EL PODER A LAS ASAMBLEAS AUTOORGANIZADAS!
¡NO TENEMOS NADA QUE PERDER!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!
Un grupo de Proletari@s «anormales» en lucha, Santiago, Región chilena en revuelta
****
«En todas partes se respira la comunidad humana emergiendo con fuerza. Ya no hay millenials, sólo una masa anónima de jóvenes que se rien de las balas porque saben que son una generación que hasta ayer sólo quería morir, y que hoy por primera vez saborea lo que es la vida.
En los territorios son cada vez más quienes se suman a las asambleas para encontrar la fuente de su vitalidad, el sentido de haber soportado todos estos años lo insoportable. En los lugares de trabajo los
explotados forcejean para hacer de esos talleres, oficinas y bodegas espacios de desobediencia y lucha. Poco a poco se extiende el descubrimiento de que una vida entera anhelando un cambio no puede saldarse con la aceptación de unas indignas migajas. En todas partes se respira la exaltación de estar accediendo a una verdad crucial, definitiva: no estamos solos, cada uno es una parte de todos los demás, todos darán lo suyo a quien lo necesite y cada quien dará al resto aquello que sea capaz de dar. El efecto psicoterapéutico del estallido popular se extiende como un fuego abrasador haciendo que cada uno reencuentre su centro de gravedad y quiera poner en orden sus afectos, sus relaciones, su vida en lo que tiene de común con las vidas de todos los demás. Incluso quienes consideran necesario persistir en las afecciones del viejo mundo, con tal de enseñar a los otros lo que los
otros no han tenido aún necesidad de descubrir por sí mismos, incluso a ellos les es dado respirar a sus anchas. No hay juicios entre hermanos en la lucha, ni se exige a nadie lo que no surja espontáneamente desde el fondo de sí mismo. Es tanta la energía desbordada en la rebelión que
cada día, cada hora que pasa, son más los muros, las amenazas y separaciones que se revelan como delgadas cáscaras vacías listas para caer derribadas de un solo golpe. La revolución es una fiesta sin
tiempo, y es un mar de lágrimas contenidas por siglos, y es el restablecimiento de la verdad en el mundo. Por tí, por mi y por todos mis compañeros.»
Anónimo; región dominada por el Estado chileno,
octubre año 2019
NOTAS PROVISIONALES EN TORNO A LA “ANÁRQUICA” REVUELTA DE MASAS QUE SACUDE A LA REGIÓN CHILENA

El
viernes 18 de octubre una salvaje revuelta estalló en la ciudad de
Santiago y al siguiente día ya se había expandido a prácticamente todas
las ciudades del país. El motivo aparente fue el alza del pasaje en la
locomoción colectiva de Santiago (en los buses de Red Metropolitana de
Movilidad y el Metro), pero en la raíz mostró un descontento total con
el modo de vida capitalista. Un enorme e incontrolado movimiento hizo de
esta manera su aparición histórica y como algunos/as compañero/as han
afirmado en varios panfletos repartidos en la revuelta: “ya nada volverá
a ser igual”.
Lo favorable del movimiento para la perspectiva antagonista
-Lo
primero que debemos destacar es la generalización espontánea del
movimiento y su crítica en los actos a la totalidad del modo de vida
capitalista-neoliberal: expropiación y repartición en masa de mercancías
de grandes capitalistas (supermercados, centros comerciales, farmacias,
bancos, etc.), destrucción de infraestructura estatal (comisarías,
edificios municipales, etc.), repudio masivo a los cuerpos represivos
del Estado en un contexto “democrático” (carabineros, policía de
investigaciones y milicos), y un esbozo intuitivo de crítica a la
totalidad de la mercantilización de todos los aspectos de la vida
cotidiana (no hay una “demanda” o “reivindicación” concreta, se quiere
“cambiar todo”).
-El rol dinamizador
que ha jugado y juega el proletariado juvenil, con su intransigencia
programática y combatividad subversiva a toda prueba.
-Las
protestas salvajes efectivamente constituyeron un daño cuantioso a la
propiedad privada de los grandes capitalistas de este país: este fue el
verdadero motivo de que el Estado pusiera los milicos en las calles.
Esto horrorizó a la clase dominante-capitalista.
-Otro
aspecto que nos ha llamado profundamente la atención es la
proliferación de núcleos que practican de manera extendida la violencia
ofensiva y la autodefensa contra las fuerzas represivas del Estado en
las manifestaciones –tanto en el “centro”, como en los barrios
periféricos-. Existe algo como “violencia proletaria de masas difusa”,
que se coordina de manera solidaria en medio de las barricadas, que hace
innecesaria –al menos, por ahora- cualquier tipo de especialización o
profesionalización de esta actividad por grupúsculos. Hasta el momento,
esto ha sido bastante efectivo.
-La
fractura del aislamiento y la incomunicación a que somos sometidos a
diario en este sistema que se manifiesta en: solidaridad espontánea de
clase y comunicación social por fuera de los roles previamente
prefabricados.
-A pesar del “Estado de
emergencia”, del toque de queda, y de los milicos en las calles, el
proletariado no ha tenido miedo y no ha abandonado la lucha pese a la
brutal represión que ha cobrado un número aún desconocido de
asesinados/as, torturados/as, desaparecidos/as y encarcelados/as. Al
momento de escribir estas líneas se ha anunciado en muchas regiones,
incluyendo la Región Metropolitana, el cese del toque de queda, por la
presión social del proletariado que no lo ha respetado en absoluto y que
manifiesta un odio visceral a los milicos.
-Pese
a todos los esfuerzos del Estado por volver a “cierta normalidad” y de
la difamación de los medios masivos de comunicación, ésta ha sido
imposible de restaurar, ya que nuestra clase a continuado protestando a
diario sin necesidad siquiera de “pedir permiso” para hacerlo –todas las
manifestaciones han sido “ilegales”-.
-La
realidad de la lucha ha desbordado los intentos de “espectacularizar”
la revuelta de la prensa: el proletariado a reconocido que la función
social-esencial de la prensa es distorsionar los hechos y montar un
relato afín a los intereses de la clase dominante –los/as periodistas
son los “voceros” del capital-.
-El
movimiento, en el contexto de la revuelta, se está dotando
–embrionariamente- de órganos de lucha con arraigo territorial, en base a
la conformación de asambleas autoorganizadas de vecinas y vecinos, que
se encuentran en diversos barrios y poblaciones construyendo desde abajo
una perspectiva anticapitalista que se contraponga a la precarización
de la vida. Consideramos estos espacios de asociatividad proletaria
estratégicos para conformar una comunidad de lucha, debido a que expresa
la necesidad de autoactividad por parte de los/as mismos/as
proletarios/as de manera autónoma a cualquier intervención externa a
ellos/as mismos/as.
-Un sector
importante del proletariado ha rechazado en bloque las propuestas de
“reformas” con las que el gobierno ha intentado apagar el fuego de la
revuelta: son consideradas migajas indignas, lo que tiene al Estado en
jaque, al menos, hasta el momento.
-No
existe ningún “sector político” capaz de autoproclamarse representante y
ente válido para dialogar con el gobierno: cuestión que tiene a la
burguesía desconcertada. Es una revuelta sin líderes. De ahí, “lo
anárquico” de este movimiento.
Las contradicciones y los límites que las minorías revolucionarias deben combatir en el seno del movimiento
-Durante
las megamarchas efectuadas el día viernes 25 de octubre, que solo en la
ciudad de Santiago convocaron según cifras oficiales a más de 1.500.000
manifestantes, se expresó masivamente un sentimiento de identificación
patriótica y de unidad nacional, en detrimento de una perspectiva de
clase del conflicto social. Ejemplo de esto fue la proliferación de
banderas chilenas –que habían estado ausentes- y un ambiente festivo y
pacifista que prevaleció durante toda la jornada, siendo esto valorado
por el mismo gobierno como una oportunidad que “abre caminos de futuro y
esperanza”.
-El titubeo que han
demostrado ciertos sectores organizados del movimiento obrero de
participar de la revuelta –por ejemplo, los mineros de la empresa
estatal CODELCO y los sindicatos pertenecientes a la Coordinadora
Nacional de Trabajadoras y Trabajadores NO+AFP-, con la digna excepción
de la Unión Portuaria de Chile (UPCH) y el gremio de la construcción
agrupado en el combativo sindicato SINTEC: lo que no ha estado exento de
contradicciones, límites y un desarrollo desigual dependiendo de la
ubicación geográfica.
-El eco que en
ciertos sectores sociales ha hecho el rumor esparcido por la prensa y el
gobierno de que existe una oleada de saqueos que tiene como objetivos
casas de particulares y pequeños negocios –los que han sido casos muy
particulares y poco numerosos-. Esto se ha expresado en el fenómeno de
los “chalecos amarillos”, vecinos/as organizados/as en cuadrillas que
defienden sus barrios de inexistentes saqueadores. Esto es peligroso
porque es caldo de cultivo para corrientes ultraderechistas-neofascistas
y porque enfrenta a proletarios/as contra proletarios/as.
-La
existencia de militantes de partidos tradicionales y de la “nueva
izquierda” –que es más de lo mismo- en las asambleas y cabildos
autoorganizados, que intentan cooptar y suplantar la autodirección del
movimiento para imponer sus posiciones y convertirse en interlocutores
válidos para negociar con el poder.
-A
pesar de los grandes saltos cualitativos que ha dado el movimiento en
su vasta extensión, no ha podido cuajar y consolidar una lectura
claramente de clase, debilidad que demuestra una gran tarea pendiente
que debe ser subsanada por la proyección del movimiento. Esto ha
significado, sobre todo desde las megamarchas, el resurgir de una
identificación como “clase media” de algunos sectores del proletariado
promovida por los partidos del orden y los medios masivos de
comunicación.
-La revuelta encontró a
las minorías revolucionarias desorganizadas y fragmentadas, lo que, sin
embargo, no significó que participaran de inmediato en el movimiento,
intentando brindar orientaciones por medio de los actos y la propaganda,
a pesar de sus limitados medios. La izquierda y el leninismo en general
no se quisieron mezclar con los incontrolados, se desmarcaron de la
revuelta, e incluso sus sectores más tradicionales condenaron los
saqueos a grandes empresas, y tardaron al menos tres días en demostrar
su presencia en las calles. Esto pone de manifiesto la necesidad de
constituir un movimiento abiertamente anticapitalista que agrupe a los
sectores más radicales de la clase.
Perspectivas provisionales
Pese
a lo que ocurra en el desenlace de esta gran coyuntura, es claro que se
ha producido una ruptura irreversible, una grieta, que marca un cambio
de época para nuestra clase en esta región. Lo que han vivido en estos
días miles y miles de proletarios/as sin previa experiencia de lucha,
difícilmente podrá ser borrado de la memoria combativa de nuestra clase.
Esta revuelta ha brindado una oportunidad única que no debe ser
desaprovechada: ha quedado claro que solo luchando se imponen las
reivindicaciones y las mejoras concretas en las condiciones de vida del
proletariado. Nos hemos dado cuenta de nuestra propia fuerza. La
revuelta generalizada, anuncia la posibilidad latente de un cambio
revolucionario posible, de la reconciliación de la especie humana
consigo misma y su entorno natural, a pesar del previo desprecio que
manifestaban sectores del entorno subversivo de nuestra región –con
discursos del tipo “humano=plaga” o que el “pueblo está muerto”-. El
proletariado no ha muerto, no somos solo capital variable, tenemos un
enorme papel que desempeñar para liquidar este mundo capitalista y ha
quedado demostrado en la práctica. Por ahora, la lucha continúa en la
calle y en las asambleas contra el pacto social que nos quieren imponer y
la recuperación reformista. Esta revuelta cuestionó intuitivamente los
cimientos de la estructura social capitalista y eso no se podrá borrar
de la memoria histórica. Nosotros/as vamos más allá, vamos hacia la
vida.
Algun@s Proletari@s en lucha de la Región chilena
Mañana del sábado 26 de octubre – Primavera subversiva del 2019
[Chile] LA REVUELTA SE EXTIENDE PESE A LA BRUTAL REPRESIÓN ESTATAL: ESTE LUNES 21 DE OCTUBRE VAMOS A LA HUELGA GENERAL POR TODO
Texto anónimo, Santiago de Chile.
Domingo 20 de octubre por la noche
Hace una semana, cuando el pasaje del Metro de Santiago alcanzó el estratosférico precio de $830 el incontrolado proletariado juvenil estudiantil –que tiene la virtud de negar en la práctica este mundo,
negándose a cualquier tipo de diálogo con el poder- lanzó una ofensiva llamando a la “evasión masiva” autoorganizando un gran movimiento de desobediencia que contó desde el comienzo con una enorme simpatía por parte de nuestra clase, ya que este medio de locomoción colectiva es utilizado por al menos 3.000.000 de personas diariamente. El Estado respondió lanzando a cientos de policías de fuerzas especiales a resguardar las estaciones provocando duros enfrentamientos en el sistema de trenes subterráneos, que dejaron cientos de herid@s y detenid@s. El día viernes 18 de octubre se produjo la ruptura: en medio de una nueva
jornada de protesta contra el alza de los pasajes, se comenzaron a cerrar totalmente desde las 15:00 horas, una a una, las líneas del Metro de Santiago lo que provocó un colapso nunca antes visto en el transporte
urbano metropolitano. Ese día se encendió la chispa y la clase proletaria demostró su poder, cuando miles de personas se arrojaron a las calles desbordando a las fuerzas represivas y protagonizaron grandes
disturbios en el centro de la ciudad que superaron cualquier previsión.
El edificio corporativo de ENEL (empresa de electricidad que opera en Chile) ardió en llamas y varias estaciones de Metro corrieron la misma suerte. El Estado-Capital mostró su verdadera cara frente a la población, decretando el “estado de emergencia”, lo que implicó que los milicos por primera vez salieran a la calle desde el fin de la Dictadura producto de un conflicto social. Desde esa noche ya nada volverá a ser igual.
El día sábado desde el mediodía una convocatoria en Plaza Italia derivó rápidamente a una revuelta generalizada con tintes insurreccionales que llegó a todos los rincones de la ciudad, a pesar de la fuerte presencia militar en las calles. Y literalmente, el levantamiento se propagó por todas las ciudades de la región chilena. Así se multiplicaron como una mancha de aceite los cacerolazos, barricadas, ataques a edificios
fiscales, sabotajes a infraestructuras estratégicas para la circulación del capital (plazas de peajes y tags en las autopistas, 80 estaciones de Metro parcialmente destruidas y 11 totalmente reducidas a cenizas, decenas de buses quemados, etc.), 130 sucursales bancarias dañadas, 250 cajeros automáticos destruidos, algunos asedios a comisarías y a un cuartel militar en Iquique, y lo que más ha irritado a la clase dominante: los saqueos a cadenas de supermercados y a grandes centros comerciales.
Frente a este panorama, que para nosotr@s es una fiesta, en donde el proletariado se está autoorganizando y enfrentando a su condición de extrema precariedad, se ha ampliado el “estado de emergencia” a aproximadamente una decena de ciudades que se han sumado a la lucha, en las que también se ha impuesto un implacable “toque de queda” controlado a punta de fusiles por la chusma militar y policíaca que cuenta
actualmente con 10.500 efectivos que tienen carta blanca para disparar a matar.
Los saqueos y la satisfacción inmediata de las necesidades humanas
La sacrosanta propiedad privada fue cuestionada de manera radical por decenas de miles de proletari@s quienes se abastecieron de todo lo que pudieron en la mayoría de los supermercados y grandes multitiendas que han sido desvalijados totalmente, y en muchos casos incendiados, ante una aterrorizada burguesía que continuamente llama por medio de sus representantes a aplastar sin contemplación a lo que ellos denominan “un
pequeño grupo de violentistas y vándalos”. Sin embargo, la realidad dista mucho de aquello, ya que, aunque lo nieguen continuamente, esto no se trata de una acción de minorías, sino de un fenómeno masivo que se ha
expresado con una fuerza irrefrenable.
Quienes hemos sido despojad@s de todo y sobrevivimos como podemos, endeudad@s, sin poder llegar a fin de mes, en la práctica hemos afirmado que no tenemos por qué pagar para acceder a aquello que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades. La reproducción de la supervivencia cotidiana mercantilizada en este modo de vida que nos imponen, está supeditada en todo momento a la acumulación de capital de la burguesía,
a costa del trabajo asalariado y de la vida de miseria que debemos soportar día a día. Nosotr@s no hemos hecho nada más que expropiar lo que nos pertenece y nos ha robado toda la vida, y eso ell@s no lo pueden
soportar. En definitiva, la revuelta generalizada significa reivindicarnos como seres humanos y negarnos como mercancías.
La prensa: voceros del capital y defensores de la mercancía
La prensa ha jugado un rol fundamental en la defensa del “sentido común” y encauzamiento de lo que se denomina “opinión pública”, es decir, la lógica dominante del sistema capitalista, en donde importan más las
cosas materiales, la producción de mercancías, que las vidas humanas, haciendo hincapié una y otra vez, en la defensa del “orden público”, “los derechos de las personas”, la propiedad privada y la “paz social”, para justificar la masacre que están promoviendo el empresariado y los sectores más reaccionarios de la sociedad. A través de la tergiversación y/o el ocultamiento de la información, la propagación de mentiras y montajes, la criminalización de la subversión social, toda la prensa se ha hecho colaboradora del terrorismo de Estado: por todo esto deberán asumir las consecuencias. Algunos ejemplos de lo que afirmamos son los siguientes:
-Ocultar la cifra y los casos de asesinatos por parte de las fuerzas represiva, y no informar respecto a las reiteradas denuncias de “uso desmedido de la fuerza en detenciones, vejaciones a niñ@s, malos tratos,
golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y hombres y vejaciones sexuales”, tal como lo señala el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).
-Difundir que se han producido saqueos a “ferias libres” en algunas comunas como La Pintana, Puente Alto, entre otras, lo que es totalmente falso. Poblador@s han denunciado por redes sociales y medios de difusión
alternativos que se trata de policías infiltrados que han intentado promover una lucha intestina en el seno de nuestra clase.
-Promover el temor en la población enfatizando que los saqueos también afectarán a viviendas particulares y pequeños negocios, cuando esto solo se trata de hechos totalmente aislados, y que nuestra clase debe
rechazar categóricamente.
-Diferenciar entre “ciudadanos” y “delincuentes”, entre manifestantes “pacíficos” y “violentos”, apostando a la división y el aislamiento de los elementos más radicalizados que forman parte del movimiento y que
están intentando brindar una orientación anticapitalista al desarrollo de la revuelta.
-Guardar un silencio cómplice en torno a los cortes de abastecimiento de agua que afectan directamente a varias comunas del sector sur de Santiago, que “sospechosamente” coinciden con los lugares en donde se ha
desarrollado más frontalmente la combatividad contra el Estado/Capital, sus instituciones y donde se desprecia más rotundamente a la autoridad.
El gobierno reconoce 8 muert@s, pero sabemos que son muchos más
Mientras el presidente Sebastián Piñera afirma que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso que no respeta a nada y a nadie”, el despreciable Andrés Chadwick, Ministro del Interior, en una escueta declaración hecha por televisión, afirmó que 7 personas habían “fallecido” –y no asesinados a manos del Estado-, sin señalar ningún detalle más. Nosotr@s que hemos estado presentes en la lucha y nos coordinamos con camaradas en distintos puntos del país sabemos que l@s muert@s son much@s más. Por redes sociales y medios de contrainformación han circulado videos y fotografías, que están siendo eliminados de internet sistemáticamente, de personas asesinadas por milicos y pacos en diversos lugares en donde se está combatiendo. Al menos nuestro recuento –aún sin poder confirmar debido a la deliberada campaña de ocultamiento y desinformación del Estado/Capital- llega a 16 personas: 1 persona en Quinta Normal, 2 en San Bernardo, 5 en Renca y 2 en la comuna de La Pintana, fallecidas producto de incendios en medio de los saqueos, 1 persona asesinada en Lampa producto de un atropello deliberado de la policía, 1 por disparos de los militares en Colina, 3 en la ciudad de La Serena y 1 en la comuna de Pedro Aguirre Cerda muerto producto de la
represión policial. Este saldo parcial sabemos que puede ser aún mayor, ya que mientras escribimos rápidamente este texto, continúan fuertes enfrentamientos bajo el toque de queda con los milicos, pacos y PDI en múltiples focos de la región chilena.
La huelga general de este lunes 21 de octubre y algunas perspectivas
Mañana, lunes 21 de octubre, un conglomerado diverso de organizaciones de masas han llamado a una huelga general, la primera que puede ser altamente efectiva, afectando la productividad de manera directa, debido
al colapso del sistema de transporte, al menos en la ciudad de Santiago.
El Estado está haciendo todo lo posible para que la “gente vaya a trabajar”: han habilitado parcialmente la línea 1 del Metro, están intentando reforzar el servicio de buses, y han llamado a la población a ser “solidaria” para que ayude a sus vecin@s a llegar a sus puestos de trabajo. A la clase capitalista solo les interesa que produzcamos para ell@s, solo les servimos para producir y hacer circular sus mercancías y acrecentar su acumulación de capital. Por esta razón, hacemos un llamado a no asistir al trabajo y a participar activamente de la huelga, tal y como lo hace el Sindicato de Trabajador@s de Metro debido a la “represión policial y militar”. Además, creemos pertinente agitar las siguientes perspectivas:
-No caer en la dinámica de ponernos en contra de nosotr@s mism@s por comida, agua y la satisfacción de nuestras necesidades: ese es el juego del Estado, dividir para vencer. Para resolver nuestros problemas
tenemos que organizarnos comunitariamente, no hay otra salida.
-Evitar que los partidos y la socialdemocracia se levanten como “representantes”, se apropien de la lucha y se sienten a dialogar con el Estado para apagar el fuego de la revuelta, intentando decantar la resolución del conflicto en cosméticas y superficiales reformas que no apuntan a erradicar la raíz de nuestros problemas que nos aquejan como clase.
-Ocupar los centros educacionales para hacer de ellos lugares de resistencia, debate, reunión y autoorganización, acopio de alimentos y medicinas, y espacios para atender a nuestr@s herid@s.
-Organizar asambleas de base en los territorios en donde se está desarrollando la lucha para resolver colectivamente orientaciones de la revuelta en curso.
-Exigir la libertad de los cerca de 1700 detenid@s que están siendo procesad@s por su participación en la revuelta.
¡A LA HUELGA GENERAL POR TODO!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!
Algun@s proletari@s comunistas/anárquicos que participan de la revuelta
Texto anónimo, Santiago de Chile.
Domingo 20 de octubre por la noche
Hace una semana, cuando el pasaje del Metro de Santiago alcanzó el estratosférico precio de $830 el incontrolado proletariado juvenil estudiantil –que tiene la virtud de negar en la práctica este mundo,
negándose a cualquier tipo de diálogo con el poder- lanzó una ofensiva llamando a la “evasión masiva” autoorganizando un gran movimiento de desobediencia que contó desde el comienzo con una enorme simpatía por parte de nuestra clase, ya que este medio de locomoción colectiva es utilizado por al menos 3.000.000 de personas diariamente. El Estado respondió lanzando a cientos de policías de fuerzas especiales a resguardar las estaciones provocando duros enfrentamientos en el sistema de trenes subterráneos, que dejaron cientos de herid@s y detenid@s. El día viernes 18 de octubre se produjo la ruptura: en medio de una nueva
jornada de protesta contra el alza de los pasajes, se comenzaron a cerrar totalmente desde las 15:00 horas, una a una, las líneas del Metro de Santiago lo que provocó un colapso nunca antes visto en el transporte
urbano metropolitano. Ese día se encendió la chispa y la clase proletaria demostró su poder, cuando miles de personas se arrojaron a las calles desbordando a las fuerzas represivas y protagonizaron grandes
disturbios en el centro de la ciudad que superaron cualquier previsión.
El edificio corporativo de ENEL (empresa de electricidad que opera en Chile) ardió en llamas y varias estaciones de Metro corrieron la misma suerte. El Estado-Capital mostró su verdadera cara frente a la población, decretando el “estado de emergencia”, lo que implicó que los milicos por primera vez salieran a la calle desde el fin de la Dictadura producto de un conflicto social. Desde esa noche ya nada volverá a ser igual.
El día sábado desde el mediodía una convocatoria en Plaza Italia derivó rápidamente a una revuelta generalizada con tintes insurreccionales que llegó a todos los rincones de la ciudad, a pesar de la fuerte presencia militar en las calles. Y literalmente, el levantamiento se propagó por todas las ciudades de la región chilena. Así se multiplicaron como una mancha de aceite los cacerolazos, barricadas, ataques a edificios
fiscales, sabotajes a infraestructuras estratégicas para la circulación del capital (plazas de peajes y tags en las autopistas, 80 estaciones de Metro parcialmente destruidas y 11 totalmente reducidas a cenizas, decenas de buses quemados, etc.), 130 sucursales bancarias dañadas, 250 cajeros automáticos destruidos, algunos asedios a comisarías y a un cuartel militar en Iquique, y lo que más ha irritado a la clase dominante: los saqueos a cadenas de supermercados y a grandes centros comerciales.
Frente a este panorama, que para nosotr@s es una fiesta, en donde el proletariado se está autoorganizando y enfrentando a su condición de extrema precariedad, se ha ampliado el “estado de emergencia” a aproximadamente una decena de ciudades que se han sumado a la lucha, en las que también se ha impuesto un implacable “toque de queda” controlado a punta de fusiles por la chusma militar y policíaca que cuenta
actualmente con 10.500 efectivos que tienen carta blanca para disparar a matar.
Los saqueos y la satisfacción inmediata de las necesidades humanas
La sacrosanta propiedad privada fue cuestionada de manera radical por decenas de miles de proletari@s quienes se abastecieron de todo lo que pudieron en la mayoría de los supermercados y grandes multitiendas que han sido desvalijados totalmente, y en muchos casos incendiados, ante una aterrorizada burguesía que continuamente llama por medio de sus representantes a aplastar sin contemplación a lo que ellos denominan “un
pequeño grupo de violentistas y vándalos”. Sin embargo, la realidad dista mucho de aquello, ya que, aunque lo nieguen continuamente, esto no se trata de una acción de minorías, sino de un fenómeno masivo que se ha
expresado con una fuerza irrefrenable.
Quienes hemos sido despojad@s de todo y sobrevivimos como podemos, endeudad@s, sin poder llegar a fin de mes, en la práctica hemos afirmado que no tenemos por qué pagar para acceder a aquello que necesitamos para satisfacer nuestras necesidades. La reproducción de la supervivencia cotidiana mercantilizada en este modo de vida que nos imponen, está supeditada en todo momento a la acumulación de capital de la burguesía,
a costa del trabajo asalariado y de la vida de miseria que debemos soportar día a día. Nosotr@s no hemos hecho nada más que expropiar lo que nos pertenece y nos ha robado toda la vida, y eso ell@s no lo pueden
soportar. En definitiva, la revuelta generalizada significa reivindicarnos como seres humanos y negarnos como mercancías.
La prensa: voceros del capital y defensores de la mercancía
La prensa ha jugado un rol fundamental en la defensa del “sentido común” y encauzamiento de lo que se denomina “opinión pública”, es decir, la lógica dominante del sistema capitalista, en donde importan más las
cosas materiales, la producción de mercancías, que las vidas humanas, haciendo hincapié una y otra vez, en la defensa del “orden público”, “los derechos de las personas”, la propiedad privada y la “paz social”, para justificar la masacre que están promoviendo el empresariado y los sectores más reaccionarios de la sociedad. A través de la tergiversación y/o el ocultamiento de la información, la propagación de mentiras y montajes, la criminalización de la subversión social, toda la prensa se ha hecho colaboradora del terrorismo de Estado: por todo esto deberán asumir las consecuencias. Algunos ejemplos de lo que afirmamos son los siguientes:
-Ocultar la cifra y los casos de asesinatos por parte de las fuerzas represiva, y no informar respecto a las reiteradas denuncias de “uso desmedido de la fuerza en detenciones, vejaciones a niñ@s, malos tratos,
golpes en rostros y muslos, torturas, desnudamientos a mujeres y hombres y vejaciones sexuales”, tal como lo señala el Instituto Nacional de Derechos Humanos (INDH).
-Difundir que se han producido saqueos a “ferias libres” en algunas comunas como La Pintana, Puente Alto, entre otras, lo que es totalmente falso. Poblador@s han denunciado por redes sociales y medios de difusión
alternativos que se trata de policías infiltrados que han intentado promover una lucha intestina en el seno de nuestra clase.
-Promover el temor en la población enfatizando que los saqueos también afectarán a viviendas particulares y pequeños negocios, cuando esto solo se trata de hechos totalmente aislados, y que nuestra clase debe
rechazar categóricamente.
-Diferenciar entre “ciudadanos” y “delincuentes”, entre manifestantes “pacíficos” y “violentos”, apostando a la división y el aislamiento de los elementos más radicalizados que forman parte del movimiento y que
están intentando brindar una orientación anticapitalista al desarrollo de la revuelta.
-Guardar un silencio cómplice en torno a los cortes de abastecimiento de agua que afectan directamente a varias comunas del sector sur de Santiago, que “sospechosamente” coinciden con los lugares en donde se ha
desarrollado más frontalmente la combatividad contra el Estado/Capital, sus instituciones y donde se desprecia más rotundamente a la autoridad.
El gobierno reconoce 8 muert@s, pero sabemos que son muchos más
Mientras el presidente Sebastián Piñera afirma que “estamos en guerra contra un enemigo poderoso que no respeta a nada y a nadie”, el despreciable Andrés Chadwick, Ministro del Interior, en una escueta declaración hecha por televisión, afirmó que 7 personas habían “fallecido” –y no asesinados a manos del Estado-, sin señalar ningún detalle más. Nosotr@s que hemos estado presentes en la lucha y nos coordinamos con camaradas en distintos puntos del país sabemos que l@s muert@s son much@s más. Por redes sociales y medios de contrainformación han circulado videos y fotografías, que están siendo eliminados de internet sistemáticamente, de personas asesinadas por milicos y pacos en diversos lugares en donde se está combatiendo. Al menos nuestro recuento –aún sin poder confirmar debido a la deliberada campaña de ocultamiento y desinformación del Estado/Capital- llega a 16 personas: 1 persona en Quinta Normal, 2 en San Bernardo, 5 en Renca y 2 en la comuna de La Pintana, fallecidas producto de incendios en medio de los saqueos, 1 persona asesinada en Lampa producto de un atropello deliberado de la policía, 1 por disparos de los militares en Colina, 3 en la ciudad de La Serena y 1 en la comuna de Pedro Aguirre Cerda muerto producto de la
represión policial. Este saldo parcial sabemos que puede ser aún mayor, ya que mientras escribimos rápidamente este texto, continúan fuertes enfrentamientos bajo el toque de queda con los milicos, pacos y PDI en múltiples focos de la región chilena.
La huelga general de este lunes 21 de octubre y algunas perspectivas
Mañana, lunes 21 de octubre, un conglomerado diverso de organizaciones de masas han llamado a una huelga general, la primera que puede ser altamente efectiva, afectando la productividad de manera directa, debido
al colapso del sistema de transporte, al menos en la ciudad de Santiago.
El Estado está haciendo todo lo posible para que la “gente vaya a trabajar”: han habilitado parcialmente la línea 1 del Metro, están intentando reforzar el servicio de buses, y han llamado a la población a ser “solidaria” para que ayude a sus vecin@s a llegar a sus puestos de trabajo. A la clase capitalista solo les interesa que produzcamos para ell@s, solo les servimos para producir y hacer circular sus mercancías y acrecentar su acumulación de capital. Por esta razón, hacemos un llamado a no asistir al trabajo y a participar activamente de la huelga, tal y como lo hace el Sindicato de Trabajador@s de Metro debido a la “represión policial y militar”. Además, creemos pertinente agitar las siguientes perspectivas:
-No caer en la dinámica de ponernos en contra de nosotr@s mism@s por comida, agua y la satisfacción de nuestras necesidades: ese es el juego del Estado, dividir para vencer. Para resolver nuestros problemas
tenemos que organizarnos comunitariamente, no hay otra salida.
-Evitar que los partidos y la socialdemocracia se levanten como “representantes”, se apropien de la lucha y se sienten a dialogar con el Estado para apagar el fuego de la revuelta, intentando decantar la resolución del conflicto en cosméticas y superficiales reformas que no apuntan a erradicar la raíz de nuestros problemas que nos aquejan como clase.
-Ocupar los centros educacionales para hacer de ellos lugares de resistencia, debate, reunión y autoorganización, acopio de alimentos y medicinas, y espacios para atender a nuestr@s herid@s.
-Organizar asambleas de base en los territorios en donde se está desarrollando la lucha para resolver colectivamente orientaciones de la revuelta en curso.
-Exigir la libertad de los cerca de 1700 detenid@s que están siendo procesad@s por su participación en la revuelta.
¡A LA HUELGA GENERAL POR TODO!
¡VAMOS HACIA LA VIDA!
Algun@s proletari@s comunistas/anárquicos que participan de la revuelta
[Chile] Feliz primer día de nuestras vidas

Hoy
despertamos a la vida. Hasta el lunes 14 de octubre, nos lamentábamos
en la micro, en los trabajos, en las escuelas, en las reuniones
familiares y de amigos, en los barrios, en las organizaciones autónomas
emplazadas en distintos espacios del largo letargo que parecía ya una
especia de rasgo inminente de las personas que viven en Chile, de la
impotencia de ver nuestros esfuerzos diluirse en lo que parecía una
infructífera actividad. Sin embargo, en el cotidiano, se escuchaba cada
vez de manera más constante la hermosa queja, los reclamos por la
escasez de agua que amenaza nuestra sobrevivencia, por la contaminación
que asesina niños en las llamadas zonas sacrificio, por las miserables
pensiones que lanzan al suicidio a nuestros abuelos, por los robos
constantes de los tag y el transporte público, por la salud pública de
muerte, porque a nadie le alcanza para llegar a fin de mes. Una
desesperanza acompañaba ese lamento, desconfiábamos ya de la capacidad
de despertar, de mirar la realidad y rebelarse de nuestra gente.
El
impulso del pueblo de Ecuador y el arrojo de los secundarios fueron la
chispa que encendió el dolor que llevábamos cada noche a nuestra cama,
la angustia de no saber cómo resolver, cómo podremos seguir, cómo
sobrevivir, porque nuestros cuerpos, cada día más enfermos, nuestras
mentes cada día más aquejadas nos daban las señales que nos negábamos a
aceptar, llenándonos de soluciones individuales que no nos alcanzan para
resolver, nos cobijamos con terapias individuales y placebos varios,
por un rato nos dejamos hundir por la no casual proclamación de nuestra
pronta extinción, los discursos humano plaga parecieron los más sensato
frente a la destrucción de la Tierra que nos presentaba en las pantallas
la distopía frente a frente, la derrota de la humanidad ante el
capitalismo, que no duda en intentar traspasarnos su responsabilidad.
Este lunes recién pasado, bandadas resplandecientes de secundarios
parecieron iluminar nuestros corazones. Como nunca vimos a múltiples
generaciones respaldar las acciones que desbordan el control y el orden,
que amenazan la santísima propiedad privada. No queremos su paz, no
queremos esta lenta agonía parecen clamar las ollas que se escuchan por
toda la ciudad.
La clase capitalista y
su aliada la prensa burguesa se lamentan, tienen todas las miradas y
todos los oídos para chillar, para enojarse, para despreciarnos, pero
hoy hemos decidido no escucharlos y han sido encarados como nunca en su
mentira que les ha permitido depredar nuestra vida durante tantos años,
depredar nuestras mentes, nuestros cuerpos, nuestra Tierra en la
sociedad con más problemas psicológicos de Latinoamérica. Nosotros les
decimos, no estamos dispuestos a quedarnos con nada, porque nos tenemos a
nosotros y no los necesitamos.
Los oportunistas de siempre intentan adjudicarnos una demanda colectiva,
circulan peticiones de nadie, cuando la realidad es que este
levantamiento es espontáneo, no existe un listado de demandas que nos
satisfaga, no tenemos representantes, cuando es la totalidad de la vida
en el capitalismo los que nos asesina.
Siendo
las 16.30 de la tarde, la Intendeta Rubilar sostiene “lo que necesita
la gente es paz y tranquilidad”, añade que nadie pide que no se
proteste con caminatas sin afectar el orden público, mágicamente todos
los sectores políticos parecen reconocer el descontento acumulado,
cuando hasta anoche nos llamaban delincuentes, negando nuestra urgencia
de gritar, de acabar con todo. Cuando nos han robado nuestro tiempo de
forma silenciosa tantos años. Están desesperados, saben que no tenemos
miedo, nos enfrentan con su mayor arma los militares que hace poca
década intentaron acabar con una generación de revolucionarios, pero la
gente no retorna a sus casas, no queremos su paz, queremos vivir, vivir
de verdad.
Las evasiones del metro
iniciadas por los estudiantes han recibido el respaldo de los
trabajadores del mismo, 41 estaciones fueron afectadas por las
manifestaciones, varias de ellas han sido completamente destruidas,
compañeros de distintas ciudades, San Antonio, Concepción, Iquique han
respondido con solidaridad, la revuelta se expande, son convocados por
este llamamiento.
Durante la madrugada, se declaró estado de emergencia: restringe la
libertad de reunión y locomoción, salen los militares a la calle, esta
tarde se suspende el transporte público en Santiago, el tren interurbano
suspende su circulación a las diecisiete horas, cierra el ritail y es
saqueado, los trabajadores portuarios se suman a la movilización, se
suspenden las clases para las escuelas de varias comunas de la ciudad,
se incendian municipalidades, comisarias, estaciones de metro.
A
pocos minutos del toque de queda, luego de una extensa jornada, se ha
evaporado la instalada idea de que somos un pueblo con miedo, nos
mataron, torturaron, divulgaron nuestras imágenes mutiladas, nos
culparon del horror, instalaron sus reglas, nos amordazaron, pero no han
podido con nosotros.
Esperamos que este sea el inicio. Organicemos la comunidad de lucha, salgamos a la calle a encender barricadas, pero también a encender el tejido social que satisfaga nuestras necesidades, que evidencia lo que sabemos. Es imperioso alzar nuestras propias organizaciones, convocar a la asamblea de urgencia que responda a nuestras necesidades, opongamos a la amenaza constante capitalismo de caos, nuestra fuerza y organización, es ahora que la comunidad negada debe volver a resurgir entre las cenizas de la capital.
Esperamos que este sea el inicio. Organicemos la comunidad de lucha, salgamos a la calle a encender barricadas, pero también a encender el tejido social que satisfaga nuestras necesidades, que evidencia lo que sabemos. Es imperioso alzar nuestras propias organizaciones, convocar a la asamblea de urgencia que responda a nuestras necesidades, opongamos a la amenaza constante capitalismo de caos, nuestra fuerza y organización, es ahora que la comunidad negada debe volver a resurgir entre las cenizas de la capital.
Compañeros
y compañeras, debemos tener la lucidez de no dejarnos seducir por los
discursos de paz, debemos gritar con más fuerza por la revolución
humana, por la dictadura de las necesidades, por la abolición del
capital. El capitalismo no nos ofrece nada mejor. El capitalismo es la
muerte. Y esta noche estamos encendiendo la vida.
Feliz primer día de nuestra vida.