Gilets jaunes’ National Call // Sunday May 26th: In the street during the elections!
Following the invitation of the Assembly of Assemblies of
Saint-Nazaire for action and mobilisation during the European elections,
we call for regional convergence in order to take to the streets during
the electoral masquerade on Sunday 26 May in all the major cities:
where most of the polling stations are concentrated.
For all those who cannot go to the international demonstration in Brussels, we call for reaching the nearest major cities, for processions, and for taking to the streets.
All elections are dead ends, as the movement has known from the beginning: we have avoided all the pitfalls that have been set for us (co-optation by the government, appointment of representatives, manipulation by parties or unions, division between good and bad “Gilets jaunes”, etc.). We will never fall again into the election trap that [...] only serves to establish the power of those who have a party apparatus, an enormous social and financial capital, relays in the media, etc. and certainly not to serve the interests of “those who are nothing”.
Because the State serves the economy, not the other way round! It is the armed wing that protects the interests of those who make their fortune by trading our means of subsistence (food, shelter, clothing, transportation, health care, education). It is in the pay of multinational companies that do not care about life and what people think about it. Their only goal is to enrich themselves by exploiting us through wage labour, by making us sick through hard work that makes no sense and by polluting and destroying the planet. No political decision can therefore overthrow the economy, because the economy is the political project of any modern State: that aiming at behavioural discipline to make every moment, every fact and every action productive, profitable and controllable. And no elected official, no parliament, can really oppose it. Let us remember Greece and the humiliation it suffered when it dared to believe that an elected government could fight the European Central Bank and the IMF! The Greek people were bled and the elected government, despite all its good will, was humiliated and fell in line (austerity measures, etc.)
We therefore take note that the real politics, the one we have been pursuing for the past six months, begins with the blockade and direct attack on the economy.
On May 26th, we are therefore taking action: the electoral masquerade is over. We will no longer participate in it. And beyond that, we will no longer allow these moments of massive propaganda, which are aimed only at justifying the established order and providing it with a legitimacy that is nothing more than a lie, to take place quietly.
We do not want elections or representatives. We no longer want to be governed. We no longer want to be “represented”. We do not want to take power, we do not want “more” power, we want to remove power. And instead we will embody politics directly, without intermediaries or polling stations. Popular wisdom, workers’ and militants’ organizations, roundabout occupations, have developed other political forms (assemblies, imperative and revocable mandates, rotation of tasks, workers’ councils, etc.). Through blockades, occupations, yellow demonstrations, etc., we will continue to fight against the economy that is chaining us and to occupy the “public” space in order to continue to take back control of our lives. The elections are cancelled.
Material and Political Autonomy!
Gilets jaunes from Toulouse
Source in French
Another text: https://paris-luttes.info/gilets-jaunes-rungis-ile-de-france-12205?lang=fr
Cada vez más, en ciertos ámbitos anarquistas, feministas, militantes o de lucha en general, resuena el concepto de deconstrucción. Para muchos pareciera un elemento ineludible y necesario, el camino hacia un grado de mayor conciencia y puesta en práctica efectiva, que si alguna vez llegara a generalizarse haría posible un cambio social real. Se lo propone como una especie de autoanálisis y de toma de conciencia de privilegios, que dependerían y responderían a una serie de “interseccionalidades” (sexo, género, edad, raza, clase, etc.) que definen la identidad de cada individuo diferenciándolos de los demás y llevándolos a reproducir comportamientos y posiciones de poder o subordinación en relación a otros individuos. Es así que una persona en proceso de deconstrucción sería aquella que se está cuestionando sus “privilegios” y cambiando su forma de comportarse y relacionarse, intentando no reproducir ciertas formas, lógicas, comportamientos… de no oprimir con su existencia a otras personas.
Ahora bien, esta idea de que, de alguna manera, todos seríamos al mismo tiempo opresores y oprimidos ya que por todos lados hay relaciones de poder y es imposible escapar de ellas, muy simpática debe caerle a quienes se encuentran en altas posiciones de poder.
No es casualidad que estas ideas no deriven de las luchas ni de los balances de sus propios protagonistas sino de académicos, filósofos, intelectuales, así como tampoco lo es que estén tan presentes en ámbitos universitarios y de charlatanes a sueldo, perpetuadores del orden existente. De repente, nos hacen saber que el problema está en nuestro interior. El problema no es que nuestras vidas estén sometidas al trabajo, a los tiempos mercantiles, a la dictadura de la economía, del dinero y los relojes. Para los defensores de la deconstrucción, son a lo sumo condicionantes, pero no condiciones materiales a superar. Pareciera que lo más importante a resolver serían las relaciones de poder entre pares, quizás porque sea lo único que se presenta como posible. Así, todos podemos ser mejores con una simple toma de conciencia. Pero creer que es posible que la sociedad cambie por una toma de conciencia generalizada es tan ingenuo como creer que un funcionario del Estado, un político, un cura, un empresario, un policía, dejarían de beneficiarse de sus “privilegios” por hacerse conscientes de ellos.
De alguna manera, en todo esto, está implícita la actitud subjetivista, tan posmoderna, en donde la realidad ya no existe y todo se enfoca cada vez más en las percepciones y sensibilidades individuales. Así, se termina igualando la opresión del Estado con los “micropoderes” que ejerce cada quien. No es casualidad tampoco que este tipo de modas aparezcan en un momento de atomización absoluta, de susceptibilidad generalizada, de victimización paternalista. Luchar contra los que nos oprimen está pasado de moda y ahora nos oprimimos todos entre todos, incluso somos enemigos de nosotros mismos.
Tiempos de autoayuda, autosuperación, eliminación de malas influencias y energías dañinas para el progreso personal. Alimentación consciente, lenguaje inclusivo, conciencia sobre contaminación, estilos de vida. Todo está en nosotros como individuos y depende de nosotros como individuos. Y si fallamos, somos condenados como individuos y culpables. Otra vez, lo viejo se hace pasar por nuevo.
La teoría de la deconstrucción supone que existen identidades o determinaciones de las cuales podríamos desprendernos por simple voluntad, como si estas fuesen una elección y no estuviesen definidas por un proceso de cientos de años y millones de personas. Además de la cuestión del individuo, surge la idea de que uno es lo que es porque lo elije, en otras palabras, porque quiere. Es así que una estudiante universitaria puede dedicarle más tiempo a su deconstrucción que una madre de cinco hijos. La perspectiva, en ciertos ámbitos de lucha, pareciera haber dejado de orientarse hacia un cambio social real para enfocarse en la creación de espacios seguros, donde no haya incomodidades ni conflictos, donde nadie se sienta discriminado ni excluido.
Con todo esto no estamos negado la importancia del cambio subjetivo o personal, ni del modo en que nos comportamos en lo cotidiano. Porque esto nos parece un elemento fundamental para la lucha revolucionaria y hasta una cuestión de supervivencia. Decir que «quienes hablan de revolución sin hacerla real en sus propias vidas cotidianas, hablan con un cadáver en la boca» es muy diferente a perder de vista el hecho de que todo aquello que reproducimos es parte de una relación social (no interpersonal) que debe ser destruida de raíz y superada. Y no por gusto, sino porque es la única manera. Porque justamente, si decimos que somos una “construcción”, esta construcción es social y social será su destrucción. Es de vital importancia comprender que lo que somos, muchas de las actitudes de mierda que reproducimos y que tenemos que destruir (no deconstruir) son producto de una vida que está sometida a las necesidades de otros, a las necesidades de la economía antihumana que muchas veces nos vuelve inhumanos. Y mientras eso perdure, nos podemos hacer conscientes de ello y tensionar al máximo las posibilidades de no reproducción de sus lógicas. Eso no implica generar una atomización y desconfianza cada vez mayores que justifiquen y continúen reproduciendo los modos que nos impone el capitalismo.