Haití: la explosión social sacude el orden burgués y el yugo imperialista


Desde octubre, Puerto Príncipe, la capital haitiana, y otras ciudades importantes se han visto sacudidas por poderosas manifestaciones antigubernamentales, acompañadas por el cierre de fábricas, escuelas y el paro del transporte. Son la continuación de las movilizaciones que se suceden desde julio.
Estas se traducen en enfrentamientos violentos con la policía y las bandas paramilitares que han querido aplastarlos con gases lacrimógenos, cañones de agua y munición real. Para defenderse, los manifestantes construyeron barricadas y bloqueos de carreteras. Hubo docenas de muertos y cientos de heridos. El periódico de la web, “Haití libre”, da cuenta de 94 muertos y 49 heridos entre el 1° de septiembre y el 11 de octubre.




UN PAÍS ASOLADO POR LA MISERIA
Haití es uno de los países más pobres del mundo, y sigue empobreciéndose cada vez más.
El 60% de los haitianos vive con menos de $ 2 por día, según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. 3,67 millones de personas, es decir, un tercio de la población, padecen de inseguridad alimentaria teniendo como consecuencias directas el hambre, pero también deficiencias que causan retrasos en el desarrollo de los niños o su muerte prematura.
El sistema de salud es lamentable: decenas de personas heridas no reciben tratamiento y mueren a causa de infecciones que podrían haberse evitado si hubieran podido ver a un médico.
Los magros salarios son devorados por una inflación que supera el 20%. Para tratar de calmar a los proletarios, el gobierno acaba de decretar un aumento de salarios; esto fue recibido como una provocación ya que es más bajo que el aumento de los precios: el nuevo salario diario de 500 gourdes para trabajadores textiles equivale a 5,2 euros. Por su parte, los pequeños agricultores han sufrido una disminución de más del 10% de la producción agrícola debido a la sequía. El desempleo es endémico, las viviendas pobres proliferan y los cortes de energía se generalizan, debido sobre todo a las cientos de miles de viviendas que el terremoto destruyó en 2010, y que no han sido reconstruidas.
UN PAÍS BAJO LA BOTA DE LOS IMPERIALISTAS
Desde hace más de un siglo, Haití, que se había liberado, las armas en la mano, del colonialismo y la esclavitud francesa, tuvo que someterse a las intervenciones más o menos directas de los diferentes imperialismos y, en primer lugar, el de su vecino, los Estados Unidos.
La primera ocupación imperialista duró de 1915 a 1934. Luego, durante la Guerra Fría, Washington instaló y apoyó a una serie de despiadados dictadores, entre ellos "Papa Doc", François Duvalier, luego su hijo "Baby Doc", Jean-Claude. Este último fue expulsado del país por un levantamiento de masas en 1986, y recibido por el imperialismo francés quien le ofreció un agradable refugio. En 1990, Estados Unidos apoyó un golpe militar para derrocar al presidente electo Jean-Bertrand Aristide, un cura con una retórica populista cuya política obstaculizaba a las corporaciones estadounidenses. En 1994, los marines invaden de nuevo el país, y desde 2004 se han establecido en el pais las “fuerzas de paz” de la ONU, lideradas principalmente por Estados Unidos, Canadá, Francia y Brasil. El papel de estas fuerzas ha sido el mantenimiento, no de la "paz", sino del orden burgués, ante la ausencia de un ejército en Haití. Ahora se ha descubierto que son estas tropas de la ONU las responsables de la epidemia de cólera que ha matado a casi 10,000 haitianos. Estas verdaderas tropas de ocupación han sido culpables de múltiples violaciones de mujeres y niños, así como de la represión de manifestantes y comunidades pobres.
Además de ocupar el país militarmente, los imperialistas también han devastado sectores enteros de su economía. Querían hacer de Haití un paraíso para las fábricas de ropa a bajos salarios que son verdaderas prisiones. El país se ha visto obligado a abolir los aranceles y ha sido inundado con arroz barato proveniente de Estados Unidos, llevando a la ruina a muchos agricultores. Las rentables empresas estatales como Teleco, la compañía telefónica nacional, tuvieron que ser cedidas a las multinacionales de los países imperialistas que se apresuraron a echar a la calle a una parte de sus asalariados.
Recientemente, los buitres imperialistas exigieron el fin de los subsidios al combustible en nombre del... cumplimiento del acuerdo climático de París de 2016. ¡Miseria del ecologismo!
Finalmente, el país ha sido una víctima colateral de los enfrentamientos en torno a Venezuela: los imperialistas, para desestabilizar al gobierno burgués de Caracas, impidieron la continuación de los programas venezolanos de entrega de petróleo en Haití. Por lo tanto, está obligado a comprar petróleo de compañías estadounidenses a precios del mercado mundial, que rápidamente lo han llevado a la incapacidad de importar y por lo tanto a la escasez de gasolina y a los cortes de energía. Las escuelas y los hospitales se han visto obligados a cerrar por falta de electricidad.
UNA IRA PROFUNDA DE LAS MASAS DESHEREDADAS
Los manifestantes se rebelan contra esta situación de miseria y sumisión. Denuncian la falta crónica de combustible y electricidad, la inflación que pone el precio de los alimentos básicos fuera del alcance de la mayoría de la población, además del despilfarro, a todos los niveles, del dinero público por parte de los políticos. Estos reclamos se cristalizaron en torno a la solicitud de renuncia y el juicio del presidente haitiano Jovenel Moïse, con el apoyo de la administración americana.
Los manifestantes denuncian también la presencia y el saqueo imperialistas. En Puerto Príncipe, cocteles molotov y piedras fueron arrojados en las embajadas de Francia y Canadá. El 24 de octubre, un periodista de CBC dijo: "Las paredes de Puerto Príncipe están cubiertas de graffitis contra la ONU y lo que todos llaman el grupo reducido, un grupo de países donantes, incluidos Canadá y Estados Unidos, la Unión Europea y la Organización de Estados Americanos, sin cuyo apoyo ningún presidente haitiano puede permanecer en el puesto por mucho tiempo".
La ira se ha reforzado por la violencia bárbara de las camarillas burguesas contra las protestas. En noviembre, bandas paramilitares, en conexión con altos funcionarios del gobierno, llevaron a cabo una masacre en un barrio pobre de Puerto Príncipe, La Saline, donde viven muchos manifestantes: más de 70 hombres, mujeres y niños fueron salvajemente asesinados y muchas casas fueron incendiadas.
LA TRAMPA DEL INTERCLASISMO.
En Haití, como desafortunadamente en todos los países en ebullición social de esta zona de América Central y del Sur, no existe una organización verdaderamente clasista de lucha proletaria que garantice su independencia de clase y actúe como un baluarte frente a los ataques y las maniobras burguesas. Los proletarios y las masas desheredadas están desarmados ante las maniobras burguesas para reemplazar a Moïse. De hecho, preocupados por la movilización de las masas, ciertas personalidades de la burguesía haitiana rompieron con este último. Formaron diferentes "frentes de oposición", tan antiproletarios los unos como los otros, y ofrecen sus servicios a los diferentes imperialistas rapaces.
Por su parte, decenas de sindicatos haitianos firmaron recientemente una "Declaración conjunta por un gobierno de salvación nacional" con burgueses, incluyendo a las cámaras de comercio locales. ¡Pero la salvación nacional es la salvación del capital! La única salvación de la que deben preocuparse los proletarios es la de los explotados y los oprimidos, y para esta salvación hay que luchar contra los capitalistas y no aliarse con ellos.
¡POR LA LUCHA DE CLASE PROLETARIA! ¡POR LA REVOLUCIÓN COMUNISTA!
El proletariado haitiano es débil, desorganizado y está desarmado políticamente; pero aún inspira temor a la burguesía ya que éste está dispuesto a usar la fuerza y se encuentra directamente relacionado con el corazón del sistema imperialista mundial con miles de inmigrantes haitianos, especialmente en los Estados Unidos.
Como en todas partes, el orden burgués genera su rosario de miseria, privaciones, violencia, discriminación... Solo hay una forma de oponerse a esta situación: la lucha contra el capitalismo, la lucha obrera que une a todos los proletarios sobre objetivos no populares sino de clase, la lucha no nacional sino internacional, la lucha que se establece como el objetivo final, no la reforma, sino la revolución.
Hacer material la perspectiva de esta lucha proletaria necesita que la clase obrera se dote históricamente de un órgano político: el partido comunista, revolucionario, internacionalista e internacional. Pero las masas proletarias haitianas también necesitan en sus luchas inmediatas de organizaciones de defensa que no pacten con sus enemigos de clase.
Además, requieren de una real y fuerte solidaridad internacional, especialmente de los proletarios de los países imperialistas que ligan su destino a la buena marcha de las ganancias capitalistas y su orden mundial. Esta solidaridad es indispensable para romper el aislamiento: la reanudación de la lucha de clase anticapitalista en los grandes países capitalistas será un apoyo decisivo para las luchas de los proletarios y las masas oprimidas de los países dominados.
Al recuperar su independencia de clase, el proletariado puede liderar a las masas desheredadas en su lucha contra el capitalismo y la sociedad burguesa.
Y cuando los proletarios luchen bajo su bandera, ya no se tratará de derribar a un presidente, de democratizar el Estado de los capitalistas, sino de contrarrestar la sangrienta dictadura de la burguesía, de la cual él es el pilar, con la dictadura revolucionaria internacionaldel proletariadot, indispensable para extirpar el capitalismo para siempre.
¡Solidaridad de clase con los proletarios y las masas haitianas explotadas!
¡Abajo la dominación imperialista! ¡Abajo la explotación capitalista!
Partido Comunista Internacional (El Proletario)
19 de noviembre de 2019
www.pcint.org

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