El miércoles 24 de enero tendrá lugar una huelga general en Argentina convocada por los principales sindicatos y corrientes sindicales del país, la oposición peronista y de la extrema izquierda parlamentaria y un sinfín de organizaciones sociales, piqueteras, etc. El objetivo es impedir que la ley ómnibus propuesta por el gobierno del recién elegido Milei pase por el Parlamento y la judicatura y se convierta en realidad.

 

Tras la victoria del histriónico candidato a finales del año pasado, Argentina parece que está en el foco de todas las miradas. Ante una crisis económica cuya principal característica es la inflación desbocada (pero que no es algo tan extraño en un país con sus características productivas) y el tono beligerante con que el partido La Libertad Avanza llegó al poder, desde todas partes se espera con atención el resultado de las medidas que se están poniendo en marcha. Pero la realidad, más allá del circo mediático que pueda generarse en torno a las salidas de tono del nuevo presidente, es que en Argentina se prepara un ajuste económico al uso, siguiendo los patrones básicos que durante los últimos años se han visto en cada caso de este tipo. Devaluación de la moneda para limitar el crecimiento de los salarios, rescate de la deuda privada, blindaje de los sectores exportadores del país, etc. etc. Nada que no se haya visto con anterioridad en cualquier país que, como Argentina, haya recibido ayudas de las entidades financieras internacionales y se vea en la obligación de devolverlas en medio de una situación turbulenta. Sobre esto no hay que llevarse a engaños: el “libertarismo” de Milei, los ataques a “la casta”, los llamados a acabar con el Banco Central, son estridencias que emborronan la realidad: será la clase proletaria la que pague el ajuste y lo hará, como siempre, viendo deterioradas hasta el extremo y por tiempo indefinido sus condiciones de vida y de lucha.

La ley ómnibus contra la que se convoca la huelga afecta a temas tan variopintos como el salarial, la regulación del espacio aéreo o la titularidad de la propiedad de los equipos de fútbol. Se trata de una especie de disparo a bocajarro, con toda la fuerza disponible en el momento, con el que se intenta aprovechar el momento de euforia y fortaleza posterior a las elecciones para imponer lo más rápido posible las medidas anti crisis. Por lo que parece la precipitación a la hora de diseñar la reforma legislativa ha hecho que se pueda estar vulnerando la propia Constitución y esto ha llevado a que el poder judicial bloquee su aplicación. Ante esta paralización, el partido de la derecha tradicional, que dio a Milei forma y estructura después de que este ganase por sorpresa la primera vuelta de las elecciones y a  través del cual la clase burguesa argentina, en un primer momento reacia a la llegada al poder del nuevo presidente, ha colocado en el gobierno a sus principales representantes, se ha aprestado a aceptar algunas reformas al texto legal, a suavizar algunos puntos, etc. Para ellos, para la clase social a la que representa y que ve en figuras como Macri o Bullrich la única alternativa ante la podredumbre absoluta que domina en el peronismo, no se trata de hacer una revolución: basta con ser capaces de utilizar la borrachera democrática que ha llevado al enésimo gobierno populista al poder para aplicar el que ha sido su programa de reformas habitual durante los últimos 50 años.
 

Para la izquierda tradicional, para las diferentes ramas peronistas y para el gran sindicato CGT, la paralización de la ley ha sido la excusa perfecta para contemporizar con el gobierno. Para empezar, llamaron a una huelga general ¡el 24 de enero! Un mes después de la aprobación del decreto ómnibus, dando con ello la garantía de que el único fin de la movilización era cubrir el expediente, justificar una oposición más ficticia que real y plegarse en definitiva ante las exigencias de la burguesía. Y para continuar, cifran todo el rechazo a la ley en sus defectos formales, en la posibilidad de que sea inconstitucional, etc. Es decir, dejan a la judicatura la potestad de aplicarla al menos en sus partes legales.

Finalmente, la extrema izquierda parlamentaria, de corte trotskista y representada por el Frente de Izquierda y de Trabajadores (coalición electoral formada por el Partido de los Trabajadores Socialistas, el Partido Obrero y la Izquierda Socialista), se colocan, como es habitual, detrás del peronismo y de la CGT, y se limitan a exigir a estos que hagan una “oposición real” a Milei, que encabecen las huelgas y las protestas, que se afanen en la vía legalista, etc. Durante los últimos veinte años el trotskismo ha mostrado, en Argentina, su inmensa capacidad… para desviar a los proletarios de los verdaderos objetivos, métodos y medios de la lucha de clase. No va a ser menos ahora.
Pero la realidad es sangrante para el proletariado de Argentina. La paralización temporal de la ley no parece ser otra cosa que una maniobra de dilación para evitar un choque demasiado brusco entre el nuevo gobierno y la clase trabajadora que padecerá sus medidas. La burguesía, a través de su Estado, que incluye tanto al gobierno como al poder judicial o al Parlamento en el que está la oposición, trata de lograr un punto de equilibrio en el cual sus exigencias se impongan con fuerza pero se limen los aspectos más virulentos, logrando así reforzar la confianza en el propio Estado por parte de los proletarios y atenuar su protesta, que siempre podrá ser remitida por la oposición peronista y trotskista a un nuevo envite electoral, una nueva rogatoria judicial, etc.

Las medidas que exige la burguesía argentina e internacional se impondrán, sin duda. No existe oposición a estas ni en el Parlamento ni en los juzgados: todos los partidos burgueses saben que son imprescindibles para evitar que la crisis económica repercuta definitivamente sobre sus ganancias y la extrema izquierda será incapaz de romper con ellas. La tupida red de organizaciones sindicales y asociaciones piqueteras y sociales controladas por el peronismo y el trotskismo no van a plantar una batalla real contra las medidas anti obreras del gobierno: en Argentina más que en cualquier otro país de América Latina, el sindicalismo de concertación, que tiene como bandera la solidaridad interclasista al amparo del Estado burgués, paraliza al proletariado y tiene como función garantizar la paz social a cambio de participar en el desarrollo de políticas sociales, reparto de prebendas, etc.

En esta situación, los proletarios deben prepararse para un largo periodo de sacrificios y exigencias. Su única alternativa es ser capaces de salir de su letargo y presentar la batalla sobre el terreno de la defensa inmediata de sus condiciones de existencia. No pueden esperar nada ni de la oposición “de izquierdas” ni de las grandes organizaciones sindicales que juegan en favor de su enemigo de clase, pero, a la hora de la verdad, a la hora de aplicar la legislación anti obrera que la burguesía reclama a través de Milei, todavía poseen la fuerza que como clase les corresponde en los puestos de trabajo, en las empresas y en los barrios proletarios. Aún cuando toda la fuerza del enemigo, la abierta y la soterrada, vaya encaminada a hacerles aceptar su propia miseria, todavía pueden plantarle cara a través de la lucha de resistencia cotidiana contra la aplicación de cada una de las medidas que contiene el decreto.


¡Por la defensa intransigente de las condiciones de vida y lucha del proletariado!

¡Por la creación de organismos de resistencia económica capaces de afrontar la ofensiva de la clase burguesa!

¡Por el retorno de la lucha de clase!



Partido Comunista Internacional (El Proletario)

22/01/2024

CARTA DE LA MADRE DE UN PRESO POLÍTICO EN EL CHILE ACTUAL.



ESTE MIÉRCOLES 17 TENDRÁ AUDIENCIA “LEFTARO SE DEFENDIÓ Y DEFENDIÓ A SUS COMPAÑEROS EN EL CONTEXTO DE LAS PROTESTAS DE CONMEMORACIÓN DE LOS 50 AÑOS DEL GOLPE DE ESTADO EN CHILE”.


“QUE LOS FISCALES A CARGO CONCRETEN

LOS PROCESOS INVESTIGATIVOS

COMO ES DEBIDO”.





PRONUNCIAMIENTO DE LA MADRE

DE LEFTRARO GUZMÁN OVANDO

PRESO POLÍTICO 


Sobre mi hijo

Se encuentra detenido en el penal Santiago 1 junto a otros presos políticos. Fue detenido en el contexto de la conmemoración de los 50 años del golpe de Estado. Se ha aplicado sobre él una medida cautelar abusiva en base a acusaciones descontextualizadas y sin contar con procesos investigativos concretos. La acción judicial que el Estado chileno ha arremetido contra mi hijo, ha tenido bajo amenaza la integridad de él y de toda su comunidad.


El Estado chileno deberá responder alguna vez por dirigir sus políticas jurídicas, reconocidas como abusivas y excesivas y su violencia hacia nuestros hijos e hijas. 

Los nuestros, son hijos e hijas del rigor y la crueldad de una estructura capitalista perversa que a la vez que enseña la violencia y los consumos como algo deseable, lo concentra solo en una clase. Son hijas e hijos de madres solteras, profesoras, supervivientes de dictaduras políticas y económicas, que con fuerza y creatividad nos hemos educado y les hemos criado en nuestras comunidades y escuelas rurales.

Nuestros hijos e hijas son víctimas y han reaccionado a la embestida de las políticas del Estado que con su violencia policial, propagación de consumos, armas y distracciones de manuales constitucionales, han debilitado a personas, organizaciones territoriales y a comunidades. Los medios de comunicación masivos son y han sido sus aliados, difundiendo, “educando” y comercializando la violencia en todas sus formas racistas, clasistas, machistas y otras, y con su militarismo, instigando las armas en todas sus plataformas.


Con su templanza y carácter y con el cariño de sus compañerxs, mi hijo ha logrado sostener este tiempo de prisión, pero que sabemos, es injusta.

Este miércoles 17 de enero, él se debe enfrentar a una audiencia para solicitar su libertad, la aceleración del proceso de investigación o cambio de la medida cautelar y principalmente la modificación de la connotación de la acusación, pues actuó en su propia defensa y la de sus compañeros.


Sobre mí

Soy la madre de Leftraro, por opción política escogí trabajar en aulas de escuelas municipales, porque allí pasan la mayor parte de sus vidas las y los hijos de trabajadores, pobladoras y comunidades. Desde mi práctica pedagógica colaboro en sostener y transformar con decisión las aulas de escuelas rurales, estableciendo límites a la avanzada del nazismo, derechización y ecocidio de terriotrios del sur de chile, donde las políticas educativas de los últimos gobiernos solo han sumado exclusión y pobrezas.

Hoy escribo este comunicado buscando recordar que la responsabilidad de la violencia la tiene el Estado. Las mamás solteras y trabajadoras de la educación, por generaciones hemos resistido para librar a la niñez de muchas formas de violencia acostumbradas e instigadas por la estructura del capital. Desde los juguetes que les obsequiamos, las redes y espacios comunitarios de protección y creación que hemos inventado, hasta nuestro trabajo diario en las aulas han sido un aporte a la transformación de la vida.


Pido a las organizaciones sociales, de mujeres, feministas, solidarizar, estar atentas al caso, no olvidar que en Chile hay prisioneros y prisioneras políticas; a encender memorias y cantos, sumar cariños, newen y acciones para conseguir la libertad de Leftraro y de todas y todos los presos políticos de las luchas de transformación y resistencia contra el capital y el patriarcado.


Lleni Ovando Cristóbal, profesora básica rural con especialidad en ciencias naturales. Especialista en educación rural y desarrollo local con estudios de posgrado en educación y currículum

  


 

Intifada mundial #1

¿Autonomía palestina o autonomía de nuestra lucha de clases?



Hay que decir desde el principio de nuestro boletín que no deseamos la creación de un Estado palestino en lugar del Estado sionista de Israel. Ni apoyamos las conversaciones de paz ni deseamos la autonomía palestina: la única autonomía por la que merece la pena luchar es la autonomía de nuestra lucha de clase contra el capitalismo.

En todo el mundo, la burguesía presenta la Intifada como una lucha nacionalista entre palestinos e israelíes o árabes y judíos. De Tel Aviv a Argel, de Roma a Nueva York, la burguesía internacional, a través de sus medios de comunicación, describe la lucha en los mismos términos.

El conflicto no es entre palestinos e israelíes; es entre dos clases con intereses contrapuestos: la burguesía y el proletariado.

El levantamiento de la clase obrera palestina ha sido utilizado por ciertas facciones burguesas como prueba del deseo de un Estado palestino; un Estado que estará dominado por el “portavoz oficial” del pueblo palestino: la burguesa Organización para la Liberación de Palestina.

Las luchas de liberación nacional cuentan tradicionalmente con el apoyo de maoístas, estalinistas y otros partidos situados a la izquierda de la burguesía. Por lo general, el argumento se basa en la falsa idea de que el socialismo puede construirse en un solo país. La historia nos muestra la insensatez de esta idea: aunque se establezcan gobiernos con el objetivo de defender los intereses de los trabajadores, no pueden esperar hacerlo dada la naturaleza imperialista del capital. Los Estados nacionales tienen que funcionar según las reglas del mercado mundial. La única respuesta a la explotación mundial es el comunismo mundial.

Dentro de lo que se denominan luchas de liberación nacional, o dentro de las luchas que son secuestradas para convertirse en ellas, siempre hay una lucha de clases: en Irlanda del Norte, como en Cachemira, como en Israel. La creación de un nuevo Estado no ofrece nada a la clase trabajadora, salvo la oportunidad de ser gobernada por una clase dirigente que comparte una parte de su herencia cultural y lingüística.

Los izquierdistas de todo el mundo defienden a la OLP y sus políticas “progresistas” de liberación nacional. Del mismo modo que defendieron al Congreso Nacional Africano, a los Jemeres Rojos y al Viet Cong. Cuando se critica a la OLP es por su “estatismo, jerarquía, vanguardismo y terrorismo”; se pasa por alto el hecho de que la OLP es el enemigo de clase del proletariado.

Los izquierdistas argumentan que es necesaria una alianza de la clase obrera con elementos “progresistas” de la burguesía contra el mal mayor del Estado de Israel. Rechazamos esta noción peligrosa y espuria. Una alianza con cualquier facción o elemento de la burguesía, lejos de fortalecer la intifada, la desarma irrevocablemente. Por ejemplo, en 1979 una oleada masiva de lucha de clases en Irán barrió al Sha. En el plazo de un año, la “alianza con elementos progresistas de la burguesía” desarmó la lucha de clases: las huelgas y los consejos obreros fueron disueltos y suprimidos. El resultado fue una masacre de militantes y el establecimiento de una república islámica virulentamente antiobrera.

¿Por qué no puede haber una alianza entre la burguesía y la clase obrera? Porque los intereses de clase de la burguesía y de la clase obrera son diametralmente opuestos. La única forma en que la clase obrera puede defenderse es mediante una lucha de clases autónoma e independiente de todas las fuerzas que intenten desviarla o restringirla a objetivos capitalistas; la lucha de clases autónoma está en guerra con todas las fuerzas divisorias como los sindicatos, los partidos de izquierda, los frentes de liberación nacional o los movimientos religiosos.

La historia ha demostrado que la construcción del Estado no ofrece nada a la clase obrera. Los nuevos Estados sólo ofrecen a una nueva facción de la clase dominante la oportunidad de explotarnos en lugar de a los antiguos, pero nuestros intereses se oponen a todos los gobiernos.

Arafat y Sharon están del mismo lado: Contra la clase obrera

Dentro de los confines geográficos de la Palestina histórica, existe una fuerte tradición de lucha de clases que entró en una fase combativa en diciembre de 1987 con una huelga general salvaje. Las tiendas, las calles y los lugares de trabajo de los territorios ocupados quedaron desiertos y 120.000 trabajadores no acudieron a sus puestos de trabajo en Israel. Fue la primera huelga general desde 1936. La burguesía palestina e israelí quedaron estupefactas.

La huelga general de 1936 fue la culminación de tres años de intensa lucha de clases contra los terratenientes: británicos, sionistas y palestinos. Los puertos y la refinería de petróleo de Haifa quedaron paralizados durante seis meses. La burguesía mundial se alarmó: el Estado británico envió 30.000 soldados para aplastar la lucha. Armó y organizó a los colonos sionistas locales y juntos se dedicaron a aterrorizar a la clase obrera hasta someterla. Mientras tanto, los sionistas organizaron a los obreros judíos para romper las huelgas. La burguesía árabe local de Jordania e Irak hizo un llamamiento a la clase obrera para que se rindiera. Cuando no lo hicieron, la lucha fue finalmente reprimida con la ejecución de 5.000 huelguistas y la detención de 6.000 por un esfuerzo combinado de los ejércitos británico, árabe y sionista.

Hoy la clase obrera palestina se enfrenta de nuevo a una burguesía mundial unida en su oposición a la intifada. Las estrategias de la burguesía han sido dos: desviar la lucha y reprimirla.

La burguesía palestina ha intentado asumir el liderazgo de la intifada desviándola hacia el nacionalismo o el fundamentalismo islámico y confinándola a los “territorios ocupados”, incluso a veces a los campos de refugiados. Siempre ha defendido sus propios intereses, intentando restringir el número de días de huelga para proteger la infraestructura capitalista que espera heredar.1

El objetivo de la burguesía palestina es presentar la Intifada como un movimiento de liberación nacional. La prensa burguesa ha obligado a todo el mundo. La burguesía palestina necesita un Estado; necesita la intifada mientras le proporcione suficientes cadáveres para mantener esa posibilidad en la agenda de la ONU. Tiene su propia policía, sus propias bandas de terror, sus propios campos de prisioneros; sólo necesita el reconocimiento oficial de la familia burguesa internacional: la ONU.

La burguesía israelí y sus fuerzas armadas se llevan la peor parte de la Intifada. Su respuesta ha sido adoptar técnicas de represión fascistas: castigo colectivo, toque de queda, demolición de casas, profanación de tierras de cultivo, cierre forzoso de escuelas y hospitales y encarcelamiento masivo, muchos en campos de concentración en el desierto del Néguev (por ejemplo Ansar, apodado “el campo de la muerte lenta” por los internos). En las calles, a los trabajadores desarmados – hombres y mujeres, jóvenes y ancianos – se les dispara con balas de goma. Se disparan gases lacrimógenos contra hogares, escuelas y hospitales. Igualmente, en su intento de disfrazar la naturaleza de la intifada, la burguesía palestina ha enviado a innumerables ilusos a misiones suicidas con bombas. Miles de personas han muerto.

La burguesía jordana también se alarmó por la intifada. Pocas semanas después de que comenzara, el rey Hussein se reunió en secreto con dirigentes israelíes y exigió que fuera aplastada inmediatamente. A Hussein le preocupaba que la intifada se extendiera a la orilla oriental del río Jordán, donde la clase trabajadora vive en una pobreza generalizada similar a la de sus hermanos y hermanas de la orilla occidental.

La reacción del rey Hussein es típica de la burguesía de todo el mundo árabe. El apoyo a la Intifada entre la clase obrera árabe ha obligado a la clase dirigente árabe a manifestar públicamente su apoyo. Los jefes de Estado árabes han donado millones para “ayudar a dirigir la Intifada”. En realidad, este dinero ha sido despilfarrado por la OLP, comprando limusinas y consulados tipo embajada en las capitales del mundo; y gran parte se ha canalizado hacia los “territorios ocupados” en un intento de comprar la militancia de la clase obrera. Esta política ha fracasado por dos razones: en primer lugar, por la corrupción personal de los funcionarios respaldados por la OLP y, en segundo lugar, porque gran parte del dinero se ha agotado desde la caída en desgracia de la OLP tras la Guerra del Golfo. La burguesía palestina pide dinero a gritos y advierte a los países árabes de que deben “suscribir un programa de ayuda económica destinado a aliviar las condiciones en Cisjordania… Esto reduciría las posibilidades de una mayor radicalización infecciosa del pensamiento popular, que amenaza la estabilidad de todo Oriente Próximo”.2

La burguesía árabe ha intentado canalizar el apoyo popular a la intifada hacia el odio a sus homólogos israelíes. Sin embargo, esta política también ha fracasado. En varias ocasiones, la Intifada ha salido de sus confines geográficos. En Jordania, en 1988, durante los disturbios, manifestaciones y huelgas contra las medidas de austeridad, los trabajadores adoptaron los métodos de sus camaradas palestinos, utilizando hondas y envolviéndose la cara con keffiya.

Del mismo modo, en Argelia, el sultán Ben Jahid aplastó su propia “intifada” en noviembre de 1988, justo a tiempo para acoger el Consejo Nacional Palestino y bañar su manchado régimen en retórica “revolucionaria y antiimperialista”.

Si la burguesía israelí cede territorio será porque quiere librarse de una clase obrera militante incontrolable. Por la misma razón el rey Hussein de Jordania ha renunciado a sus pretensiones sobre Cisjordania.

Sea cual sea la facción (o facciones) burguesa que herede los territorios, la primera tarea será la destrucción de la clase obrera autónoma. Será necesaria una fuerte represión brutal y la rápida asimilación de la clase obrera palestina al mercado mundial...


[SEGUIR LEYENDO]

Fuente en inglés: https://libcom.org/article/worldwide-intifada-1/


 

VENEZUELA:


¡Ni un solo hombre, ni una gota de sangre 

proletaria por el Esequibo!



 

En estas últimas semanas, en Venezuela, se ha desatado un vendaval de furia chovinista, tomando como punto de apoyo un viejo litigio para dirimir sobre a quién pertenece la zona del río Esequibo, al punto de que los dirigentes chavistas denuncian a sus oponentes internos – los pocos que se oponen frontalmente a una agresión guerrera contra la población guyanesa – como criminales "traidores a la patria". Todo, o casi todo, el arco político-electoral, incluyendo a la principal dirigente opositora, Machado, se conformaron en una unión nacional junto a los dirigentes chavistas, una plataforma interclasista, promovida por Chávez en vida, la tan anhelada "Santa Alianza". Todos obedecieron de manera unánime al llamado a defender el país que hacían Maduro, Cabello, Rodriguez, etc.

Caracas afirma ser víctima de una usurpación territorial de hace más de dos siglos, mientras que hoy en día es Georgetown el centro de todas sus provocaciones y agresiones. ¡Para aumentar la tensión, Rodriguez, presidente de la Asamblea Nacional de Venezuela, acusa a la pequeña Guyana de agresión contra Venezuela! El colmo de las provocaciones llegó a su punto más agudo con el llamado a la población venezolana a un belicoso referéndum (mediante un cuestionario archí-sesgado) para reivindicar la anexión del territorio en disputa, por parte del gobierno venezolano, al punto de provocar la reacción del Primer Tribunal de la ONU que ordenó (sic) a Caracas a “no seguir empeorando” la disputa sobre el territorio del Esequibo.

Los primeros resultados del referéndum dan evidentemente la victoria al "si" con diez millones de votos muy discutidos. Curioso que a este evento los guyaneses habitantes de la zona en disputa, no hayan sido invitados, siendo de ellos de quien se habla... Otro objetivo del referéndum sería el de prever y calmar las tensiones sociales dentro de Venezuela, que por ahora son de baja intensidad.

Por lo tanto, la única cosa que podía explicar esta escalada de agresiones, es la crisis económica que sigue existiendo en Venezuela a pesar de la reducción de la presión económica que ejerce el gobierno Biden, y el súbito hallazgo y explotación de petróleo y minerales en la zona del Esequibo en litigio, lo que ha despertado gran interés de Caracas (1). Hacía tiempo que el tema sobre el Esequibo no salía a relucir, quizá desde los años 80 del siglo pasado. Hasta entonces, Caracas le había prestado un tibio interés en la discusión y resolución de esta querella colonial (2).

Cualquiera que sea el resultado de esta disputa, para las masas proletarizadas de la zona, y a cada lado de la frontera, su suerte no cambiará. Y por mucho que los dirigentes chavistas hagan palanca del sentimiento nacionalista, esto no calmará sino momentáneamente la vida miserable que soporta el proletariado de ambos países. Muy inocente será aquel proletario que piensa que no importan los sacrificios, con tal de ganarle la pelea al "imperio".

¡No a la unidad nacional para anexar parte de Guyana!

¡Nuestro primer enemigo no es el imperialismo estadounidense o el imperialismo inglés, es el capitalismo venezolano que hunde a los proletarios en la miseria y obliga a millones a huir de la "patria" de la burguesía para vivir!


La única guerra deseable y necesaria no es la guerra imperialista para apoderarse del petróleo y las materias primas de Guyana, sino la guerra de clase para derrocar a la burguesía, destruir su Estado y establecer la dictadura del proletariado.

¡Los proletarios no tienen patria, sólo tienen sus cadenas que perder y un mundo que ganar!




Partido Comunista Internacional, 3 de Enero de 2024

www.pcint.org

________________

(1) Guyana es un pequeño país, cuyas 2/3 partes de su territorio son reclamados por Venezuela y en los cuales abundan recursos naturales muy necesarios para los productos industriales y tecnológicos actuales. En 2015, se descubrieron importantes yacimientos de petróleo y gas, pero también coltán, litio, oro, diamante, uranio, etc. que desde entonces explota la República Cooperativa de Guyana, creando en la zona, desde hace 3 años, un verdadero boom económico, aumentando considerablemente el PIB del pequeño país, proporcional a los apetitos de Caracas, hambrienta de divisas evidentemente.

(2) En aquella época (siglo XVI - XVII), Venezuela no existía sino como Capitanía General de Venezuela a las órdenes del imperio español. Las grandes guerras independentistas en América, debilitaron el control ejercido por España, lo que permite al Reino Unido entrar en liza y apoderarse de grandes territorios como el Esequibo en cuestión. Al fin y al cabo, Caracas no reclama sino un territorio arrebatado a España para la época. ¿Sería capaz España, hoy en día, de reclamar el Esequibo a Inglaterra, para luego entregárselo a Venezuela? En fin, todo un mar de alternativas, que harán al menos sonreír unas más que otras.







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