Gran manifestación nacional el sábado 5 de noviembre en Nápoles
Auspiciada por los "Disoccupati 7 novembre", los "Cantieri disoccupati 167 Scampia" y el "Collettivo di Fabbrica GKN" de Florencia, esta manifestación ha sido fruto de una amplia campaña de movilización nacional desde los meses anteriores, dando lugar a una plataforma denominada INSORGIAMO en la que confluyen diversas realidades. Una expresión de auténtico malestar social y un grito de guerra contra el Estado.
El coste de la vida, el aumento de las facturas de los servicios públicos, la devastación del medio ambiente, el desempleo, la crisis climática, la emergencia habitacional y la guerra son las quejas sobre las que han unido sus adhesiones los movimientos antagonistas napolitanos como los trabajadores de mantenimiento de carreteras Banchi Nuovi, SI Cobas, Movimenti per il diritto ad abitare, ex Opg occupato, Sindacato lavoratori in lotta, USB, Slai Cobas y muchos otros de la galaxia antagonista, así como decenas de otras siglas y miles de manifestantes de toda Italia, y en particular de Toscana, Piamonte, Sicilia, Lacio, Emilia Romagna y Las Marcas.
Partiendo de la Piazza Garibaldi con la pancarta de apertura No pagamos la guerra, el coste de la vida ni la desocupación, la procesión de unas 20.000 personas se dirigió hacia la Piazza Municipio, la sede del Ayuntamiento, sin ninguna tensión particular, con consignas dirigidas al Estado y sus instituciones. Pero en la Piazza Municipio, la tensión aumentó cuando, de forma simbólica, se lanzaron petardos y bengalas, lo que provocó la aprensión de la policía, que rápidamente se puso los cascos para intervenir.
También se llevaron a cabo acciones demostrativas frente a la oficina del Inps, quemando billetes y facturas de impuestos, mientras que en otros lugares se embadurnaron algunas ventanas con salsa de tomate. Pero, básicamente, la manifestación no tuvo implicaciones represivas.
El llamamiento a la lucha unida de los "Parados 7 de noviembre" en Nápoles tuvo un éxito incuestionable tanto en términos de adhesión como de número de participantes. Su adhesión activa a las luchas y disputas de otras ciudades es el punto clave de esta organización. Mientras escribimos, de hecho, hoy, 8 de noviembre, una nutrida delegación de ellos se ha desplazado a toda prisa a Bolonia, donde se está celebrando el juicio contra cuatro activistas de SiCobas y dos de la USB, detenidos en la madrugada del 22 de julio de este año y puestos bajo arresto domiciliario acusados de violencia privada, resistencia a funcionario público, sabotaje e interrupción de servicios públicos en las huelgas de logística entre 2014 y 2021 (ver nuestro documento de posición del 24 de julio de 2022).
En todas las asambleas y en los sitios sociales se insiste en el llamamiento a la reanudación de la lucha de clases, al tiempo que se señala el compromiso con la lucha laboral. Pero es precisamente ahora cuando surgen las dificultades. Para mantenerse en el terreno de la clase, los proletarios que se remiten a las siglas mencionadas tendrán que luchar prioritariamente contra dos enemigos: el corporativismo y el oportunismo político y sindical, que siempre han estado presentes en los movimientos de lucha, cuya labor, en todas estas décadas que nos separan del Octubre Rojo, ha sido decisiva en la derrota del movimiento proletario revolucionario a nivel internacional.
En uno de sus posts, tras el éxito de la manifestación del sábado, leemos: "Hace ciento cinco años, el 7 de noviembre de 1917, los obreros, campesinos y soldados rusos, bajo la dirección del partido de Lenin, derrocaron el poder de los capitalistas e instauraron la dictadura del proletariado, de la mayoría de los explotados contra la minoría de los patronos, para construir la sociedad socialista. El balance de esa historia es imposible de resumir aquí. Los límites, los errores, las condiciones históricas y la contrarrevolución”
"Pero esa insurrección abrió el camino al poder de los Soviets (consejos) de obreros, campesinos y soldados, los consejos de desempleados de San Petersburgo, y fue un acontecimiento de carácter histórico e internacional que, al romper el frente del imperialismo, abrió una nueva época: la de las revoluciones proletarias en los países imperialistas y capitalistas avanzados, la de las revoluciones populares democráticas en los países oprimidos, coloniales y semicoloniales, en todo el mundo”
Más adelante, continuando, leemos: "Pero la revolución sólo es posible con la conquista del poder político, y sólo es posible si a la cabeza de la revolución está nuestra clase, la clase obrera y proletaria, que forja alianzas con todas las masas trabajadoras oprimidas por el capital, que se alía con todos los movimientos sociales que denuncian todas las contradicciones del sistema, sólo si la clase obrera está dirigida por su organización independiente y revolucionaria. Una organización combativa capaz de unir y atraer a millones de explotados y oprimidos al lado de la revolución, de prepararlos para las batallas decisivas que lleven al derrocamiento de este sistema de la burguesía y el capitalismo".
Es cierto que la revolución sólo será posible con la conquista del poder político. Un largo y accidentado camino en el que los enemigos de clase acecharán en las propias organizaciones de trabajadores. La lucha contra el oportunismo, el reformismo político y sindical, el democratismo, el colaboracionismo, será la base necesaria de esta lucha. Una lucha en la que los únicos intereses de clase de los proletarios, empleados y desempleados, y su organización independiente, tendrán que estar en el centro de sus plataformas reivindicativas. Y, a medida que las contradicciones capitalistas se intensifican, convirtiendo cada vez más las guerras comerciales en guerras de guerra, comprometiendo cada vez más recursos, en todos los ámbitos, a la defensa de los beneficios capitalistas, las reivindicaciones económicas -sobre las que los proletarios tendrán que unirse más allá de las categorías profesionales, del género, de la edad y de la nacionalidad- tendrán que transformarse inevitablemente en reivindicaciones políticas. Sólo entonces se propondrá de nuevo la conquista del poder político, el derrocamiento del Estado burgués y la dictadura del proletariado, como en 1917. Pero esto sólo será posible si la clase proletaria es dirigida por su vanguardia política, la parte más decisiva y avanzada del proletariado, que a lo largo del tiempo ha sido capaz de mantener el rumbo correcto del marxismo y su programa histórico, haciendo balance de sus derrotas y crisis internas. Esta vanguardia política es el Partido Comunista Revolucionario, que, en virtud de la teoría marxista, representa en las luchas del presente los intereses futuros de la clase proletaria, en el arco histórico que enlaza dialécticamente el desarrollo de las fuerzas productivas desde la sociedad dividida en clases hasta la sociedad sin clases, hasta la sociedad de especie.
8 de noviembre de 2022
Partido Comunista Internacional
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