¡En
Portugal los muertos y heridos por los gigantescos incendios en los
bosques son debidos al negocio
del fuego!
¡Como
siempre, los negocios, los beneficios capitalistas son la causa de
todos los dramas!
Sábado
17 de junio, por la tarde, comienza un gigantesco incendio en
Pedrogao Grande, en el Sur de Coimbra, en la Región del Centro.
El
18 de junio pasado, el primer ministro portugués Antonio Costa,
declaró que el enorme incendio a Pedrograo Grande, que ha causado
al menos 62 muertos y 60 heridos, ha sido “la
mayor tragedia de los últimos años en un suceso de este tipo”.
Algunos días después, algunos medios de comunicación afirman que
los muertos son ya 65 y los heridos 100. El primer ministro portugués
ha declarado que los incendios podrían ser causados por fulminantes
“secos”, es decir, por las descargas eléctricas atmosféricas
que se verifican en ausencia de lluvias, y ha excluido que los
incendios tuviesen un origen doloso (1).
Las
declaraciones del primer ministro han sido acompañadas por las del
presidente portugués
Marcelo
Robelo de Sousa que ha dicho por su parte: “Se
hizo lo máximo que se podía hacer para parar el incendio. No era
posible hacer más, son situaciones imprevisibles. Cuando se
presentan no se tiene capacidad de prevención para intervenir”.
¿Situaciones
imprevisibles! ¿Sin capacidad de intervenir!
Cada
verano en Portugal –pero también en España, en Grecia o en
Italia, para nombrar los países europeos alineados sobre el mismo
meridiano, regularmente golpeados por incendios estivales hectáreas
de bosques y montes arden. Y sostener que los incendios hayan sido
causados por fulminantes o por auto combustión es la burla más
cruel que se pueda hacer. Que después no haya posibilidad de
prevención... ¡bah!, es otra manera de declarar que siempre habrá
muertos y heridos a causa de los incendios; la causa es sólo la
fatalidad, tan amada por los gobernantes y por los politicastros de
todo signo y, naturalmente, por todos los capitalistas que sacan
beneficio tanto de los incendios como de los medios para sofocarlos.
El
“bosque”, que en su momento se refería a algo antiguo y no
contaminado, en el caso portugués significa una cosa completamente
diferente, algo que tiene que ver directamente con el beneficio
capitalista: se trata, de hecho, de silvicultura y de sistemas de
producción agro-forestales en los cuales se producen árboles a gran
escala, en particular los eucaliptos, plantas de tronco alto que son
usadas para la producción de papel como materia prima para la
celulosa (los bosques de eucalipto ocupan 812 mil Ha., el 26% de la
superficie boscosa portuguesa, el 1,8% del territorio nacional) (2)
La
característica de los bosques portugueses es que el 87% son
privados. Estos árboles, de origen australiano, crecen muy bien y
deprisa en la península Ibérica, pero tienen un “defecto”:
arden rápidamente y lanzan chispas a centenares de metros de
distancia. Los ecologistas ponen en evidencia otros aspectos que
respectan a los eucaliptos y que normalmente no son considerados por
los grandes periódicos porque una verdadera atención por el medio
ambiente no es su prioridad. Las hojas del eucalipto representan un
riesgo extra para el ambiente: contienen terpina (hidrocarburos no
saturados presentes en los aceites esenciales de muchas plantas) y
ácidos que bloquean el crecimiento de la hierba, de las semillas y
de las raíces de otras plantas e inhiben el desarrollo de
microorganismos del suelo. Las hojas se acumulan, así, sin ser
consumidas, y crean el medio ideal para la propagación de los
incendios. Los bosques de eucaliptos representan de hecho un
monocultivo, útil ciertamente para los capitalistas de la industria
de la celulosa, pero desertificadora, además de quitar el sitio a
otras especies de plantas, representan un elemento de segura y rápida
propagación de los incendios. Pero el eucalipto tiene una cualidad
respecto a otras muchas plantas: su leña puede ser transformada en
papel aún después de los incendios, con pérdidas mínimas en
términos de cualidad pero con ahorros notables para los adquirientes
(el precio cae más de dos tercios)
Por
lo tanto, la causa de los incendios es en un 99% de los casos dolosa.
Y a esta conclusión han debido llegar también los investigadores
portugueses, desmintiendo por enésima vez a los gobernantes.
En
2016, en 9 días, del 1 al 9 de agosto, los incendios en Portugal
destruyeron 26 mil Ha. Más que en todo 2014, cuando fueron
destruidas 20 mil. Hubo 4 muertos, tres de los cuales en Funchal,
capital de la isla de Madeira, uno de las “joyas turísticas”
nacionales (la policía arrestó a tres hombres acusados de ser los
incendiarios) En 2015, en julio, un incendio comenzó en Alcobertas,
en el Norte de Lisboa, destruyendo muchas hectáreas de terreno; en
agosto del mismo años, el bosque de Mangualde, a unos 80 km al
sudeste de Porto, ardió (la policía arrestó a un hombre acusado de
ser el incendiario). De 2014 hemos hablado más arriba. En 2013, en
agosto, fueron 9 las víctimas y otras 50 mil Ha. De bosque (más que
en 2007 y 2008) ardieron, sobre todo eucaliptos; las zonas golpadas
fueron las de la Sierra de Caramulo y la del área natural
“protegida” de la Sierra de Alvao, pero también en el Norte, a
los pies de la Sierra de Estrela y en la isla de Madeira; también en
este caso la policía detuvo a personas acusadas de haber comenzado
el fuego (a una cincuentena) (3) Y estamos seguros de que veremos más
noticias de incendios cada verano. En realidad no hay ninguna
voluntad de prevención, porque los incendios hacen bien al negocio
del fuego.
Bajo
el capitalismo, la clase dominante burguesa desarrolla políticas de
prevención solo y exclusivamente si tales medidas contribuyen a
hacer girar mejor y más rápidamente la máquina productiva y la
circulación de los capitales. A veces, pero sólo bajo la vigorosa
presión de la lucha obrera, aplica medidas de prevención después
de reiterados episodios de infortunios y muertos en el trabajo, en
las calles, en las viviendas; pero no es la norma y son innumerables
los ejemplos que demuestran cuanto decimos. Sin embargo, no obstante
la secuencia ininterrumpida de episodios a través de los cuales el
criminal sistema económico y política capitalista genera
destrucción y muerte, este sistema resiste y se mantiene en pie con
la afectación y en entono de una clase dominante que sabe
perfectamente sacar ventajas de las desgracias de las clases
subalternas, ante las cuales está dispuesta a derramar algunas
lágrimas y perder algunos instantes antes de retomar su “trabajo”,
el de explotar cada ocasión, cada posibilidad para hacer negocios,
para lograr el beneficio capitalista.
Por
otro lado, es tal la intoxicación general de democracia y de
legalismo, con sus connotaciones de individualismo, de soledad y de
miedo, difundida sin tregua por toda la compleja máquina
propagandística de la clase burguesa, que las mentiras, aún las más
evidentes y abiertas, continúan venciendo sobre la realidad.
Usando los mismos instrumentos
legales y democráticos, y solo estos, que la clase burguesa
dominante pone a disposición de cada ciudadano y de cada asociación
de ciudadanos, no se resuelven nunca las raíces de los problemas
generados por los intereses capitalistas; interés que, por su
naturaleza, es privado y enfrentado con cualquier otro interés
capitalista, pero que junto a todos los intereses capitalistas
privados encuentra en el Estado burgués su más fuerte y duradera
defensa, aún en el caso de que estos intereses vayan en contra del
famoso “bien común”, el “bienestar general” y la “salud
pública”.
¿Arden
uno o dos bosques de eucalipto? Los capitalistas de la lucha anti
incendio, del canadair, de los medios de socorro, de la
reforestación, de la reconstrucción de los edificios destruidos, de
las calles y de todo cuanto el fuego ha devastado, se frotan las
manos, como lo hacen los capitalistas que, por ejemplo, quieren
realizar la reconstrucción de los pueblos después de un terremoto.
Cada desgracia es para el capitalismo fuente de beneficio y si la
desgracia no viene por “causas naturales”, se provoca: basta con
no adoptar las medidas de prevención adecuadas para estar seguros de
que el desastre se repetirá.
Es
el sistema capitalista y burgués en general el que debe ser
destruido y sustituido por un sistema social completamente desligado
de la explotación del hombre por el hombre, de la producción de
mercancías y por el beneficio capitalista. Es una sola clase, el
proletariado, la clase productora por excelencia, la que tiene la
posibilidad de realizar esta revolución histórica; pero debe
combatir contra el individualismo, contra el miedo de precipitarse en
el aislamiento, contra la competencia contra el resto de proletarios
para asegurarse un trozo de pan y debe resistir la atracción del
fatalismo, debe rechazar la democracia como método en cuanto mentira
y engaño para encontrar sus propias aspiraciones y sus propias
energías en la lucha de clase anti burguesa, en la solidaridad de
clase proletaria, en la organización independiente de clase en
ruptura con todo lo que representa el interés capitalista sobre el
terreno inmediato como sobre el más político general.
25 de junio 2017
Partido Comunista Internacional
(El Proletario)
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