Sábado
10 de Octubre, un terrible atentado golpea la manifestación, organizada en
el cuadro electoral, por el partido “pro-kurdo” de oposición HDP y diversas
formaciones de izquierda (como el sindicato DISK, un sindicato de
funcionarios, la Unión de Médicos, la Unión de Arquitectos, etc.), por la
democracia, la estabilidad laboral y la “paz” – es decir, por la reanudación
de negociaciones entre el PKK (Partido de los trabajadores kurdos,
organización nacionalista kurda desde hace años acciones guerrilleras en el
Kurdistán turco), y las autoridades gubernamentales; se han registrado casi
cien muertos y alrededor de 240 heridos. Los organizadores denunciaron al
gobierno como los responsables del atentado.
En
efecto, este atentado se inscribe en un clima de creciente tensión política;
en junio pasado, tuvo lugar un atentado en Diyarbakir, en Kurdistán, contra
un mitin electoral del HDP, ocasionando la muerte de 4 personas e hiriendo a
otras 400; el 20 de julio, en Suruc, ciudad a las fronteras de Siria, luego
de una reunión de jóvenes maoístas cercanos al HDP, un joven djijadista
perpetra un ataque sucida matando a 33 personas. Si la responsabilidad del
“Estado Islámico” (Organiszación
djihadista que controla una parte de Siria e de Irak)
parece confirmarse en ambos casos, el apoyo que las autoridades turcas han
largamente otorgado a esta organización y su hostilidad hacia los
combatientes kurdos sirios de Kobané ha generado un creciente clima de
sospecha en torno a las implicaciones de las autoridades en estos atentados.
El AKP
(Partido
de la Justicia y del Desarrollo),
partido islámico-conservador en el gobierno, y el presidente Erdogan, no han
cesado de acusar de “terrorismo” no solo al PKK, que ha puesto fin a la
tregua de los combates, luego del atentado de Suruc, sino al HDP mismo y su
líder Demirtas. En el curso de las últimas semanas, decenas de sedes de este
partido han sido blanco de ataques e incluso incendiadas por matones ligados
al AKP, y sin que la policía interviniera para impedirlo; al contrario, es
contra Demirtas que fue abierta una información judicial “por insulto al
pueblo turco, a las instituciones y órganos del Estado, al presidente”,
“instigación al crimen y al terrorismo”, después que en una
conferencia de prensa éste había denunciado la pasividad culpable de las
fuerzas policiales! El gobierno ha multiplicado las medidas de intimidación
contra los medias y periodistas de la oposición; la sede del gran cotidiano
de oposicion Hurryet fue atacada por manifestantes a cuya cabeza iba un
diputado del AKP, así como a las emisoras de televisión de oposición que
fueron obligadas a cerrar, etc.
El
próximo primero de noviembre se celebrarán las elecciones legislativas en
Turquía, solo 5 meses después de las precedentes que habían dado como
ganador al AKP (40,9% de sufragios). Aunque era su cuarta victoria
consecutiva en las legislativas, el AKP, sufriendo una baja de 9% en los
votos, perdía la mayoría absoluta que le hubiese permitido alcanzar su
objetivo de reformar la constitución para instaurar un régimen
presidencialista. El empuje electoral del HDP, que llega por primera vez a
cruzar la barra de un 10% de los votos a nivel nacional, es visto como la
causa de la derrota relativa del AKP. A finales de agosto, luego del fracaso
de las negociaciones para formar un gobierno de coalición, la Asamblea había
sido disuelta, anunciando la organización de nuevas elecciones. Numerosos
analistas políticos atribuyen la escalada de enfrentamientos con los
combatientes del PKK y la campaña “anti-terrorista” a una maniobra del
gobierno para suscitar un reflejo de miedo susceptible de favorecer el voto
por el AKP. En efecto, Erdogan y otros dignatarios oficiales no se han
privado de declarar que si el AKP hubiese obtenido 400 diputados (es decir
la mayoría absoluta en el parlamento), la violencia no se hubiese
recrudecido.
Pero
los eventos turcos no pueden reducirse a simples motivos electorales, ni
mucho menos a la ambición de un hombre que sueña con ser el nuevo sultán.
Turquía se enfrenta a contradicciones y problemas que aumentan cada día más;
son estos los que efectivamente ejercen un efecto desestabilizante en el
equilibrio político que subsiste en el país desde comienzos de siglo bajo la
hegemonía del AKP.
EXPLOTACIÓN CAPITALISTA Y LUCHAS PROLETARIAS EN TURQUÍA
Paraíso para los capitalistas (Estambul cuenta más multimillonarios que
París), Turquía es un infierno para los proletarios. Este país se encuentra
de segundo en la lista de países de la OCDE con más desigualdades de
ingresos, justo delante de México. Pero las desigualdades son también
regionales; en las regiones kurdas, poco desarrolladas, el ingreso familiar
promedio no representa más de 29% del ingreso familiar en la capital,
Ankara.
El
desempleo sigue creciendo, y ya pasa por encima del 12% desde finales del
año 2014. Esta cifra no parece muy elevada, pero no refleja la realidad, ya
que una buena parte de la mano de obra es empleada en el sector “informal”;
si bien este sector es predominante en la agricultura (90% de los empleos
son informales), el mismo se extiende a todas las ramas de la economía; en
la industria, según las estadísticas oficiales (Turkstat), cerca de un
tercio de los empleos son informales, y la cifra es todavía más elevada en
la industria textil.
Los
proletarios que tienen ese tipo de empleo no disfrutan de ninguna protección
social, perciben los salarios más bajos y no tienen ninguna estabilidad
laboral. Empleados con mucha frecuencia por pequeñas y muy pequeñas empresas
que constituyen la mayoría de las empresas del país (55% de los trabajadores
son empleados en empresas con menos de 10 empleados),
son afectados de lleno
por todos los vaivenes económicos que ponen en primera fila de sus víctimas
a estas empresas.
De
manera general los salarios turcos son bajos, incluyendo al sector formal y
en las grandes empresas. Para el año pasado, el salario medio se estimaba en
590 euros mensuales (2220 en Francia, 1700 en España, 1260 en Grecia). El
salario mínimo para el año 2015 fue establecido en 424 euros mensuales
(mientras que en Francia son 1458, en España 757, en Grecia 684), pero se
trata del salario bruto; el salario neto es inferior alrededor de un 30%, a
causa de las cargas sociales; pero además una parte importante de los
trabajadores son pagados por debajo del salario mínimo: más de un 16% de los
hombres y más de 25% de las mujeres que cumplen con una jornada normal de
trabajo (8 horas por lo menos) perciben un salario promedio inferior al
salario neto mínimo!
Los
horarios de trabajo son elevados: la duración de la jornada legal es de 45
horas semanales, pero en 2011 màs de 6 millones de personas (màs de un 40%
de la población activa) trabajaban de 50 a 70 horas y más por semana. Si
bien el trabajo infantil de menos de 14 años está prohibido, no obstante en
2012 habían cerca de 300.000 niños entre 6 y 14 años, ocupados
principalmente en la agricultura que, cuando llega el tiempo de la cosecha,
emplea a niños que no llegan a 10 años, trabajando hasta 11 horas por día...
Hasta en la industria son numerosos los menores de 18 años: en este sector
la proporción de 14-18 años empleados ha pasado de 16 a 28% entre 1994 y
2006. Según la Organización Internacional del Trabajo (OIT, organización
perteneciente a la ONU), el tiempo promedio de los niños que trabajan en
Turquía estaría entre los más elevados del mundo: 51 horas semanales.
Consecuencia: en 2012, el número de niños muertos en el trabajo se elevaba a
38.
Es
preciso decir que Turquía es el primer país de Europa con el mayor número de
accidentes laborales, y el tercero a nivel mundial, después de Argelia y El
Salvador; según la OIT, en promedio, 3 trabajadores pierden la vida y 172
son heridos cada día. Los mineros son los más numerosos entre las víctimas
del capitalismo turco: de 1955 a 2012 han muerto 3000 mineros y más de
360.000 han sido heridos.
En
mayo de 2014, estallaron enfrentamientos en la ciudad de Soma en una
protesta contra la falta de seguridad laboral, lo que produjo una explosión
en una mina que causó la muerte de 301 personas; los manifestantes que
gritaban eslóganes “Erdogan, demisión!” chocarán con las fuerzas policiales;
el ministerio del trabajo afirmaba que una reciente gira de inspección había
hallado todo en conformidad. Un año después, 9 mineros sobrevivientes serán
acusados por la justicia de haber organizado una manifestación y el bloqueo
de una ruta en violación de la ley, y corren el riesgo de ser condenados a 6
años de prisión...
En
total, en 2014, hubo 1886 muertos por accidentes laborales, pero estas son
las cifras oficiales que muy probablemente no toman en cuenta una buena
parte de los accidentes en el sector informal. En cuanto a los accidentes en
sí, se trata de una verdadera guerra de clase que llevan a cabo los
capitalistas contra los proletarios!
Las
leyes anti-huelga, heredadas del régimen militar, se encuentran todavía
vigentes; ello ha permitido suspender por 60 días una huelga de
siderurgistas a comienzos de año y, en junio, una huelga en las fábricas de
cerámica, en nombre de la “seguridad nacional”...
Pero,
en el mes de mayo pasado, esta legislación anti-obrera no pudo impedir la
ola de huelgas salvajes que golpeó la industria automotriz, originada en la
aglomeración de Bursa. El movimiento había comenzado en la fábrica Renault,
después de varios días en huelga en protesta contra el contrato colectivo
firmado por el sindicato oficial Turk Metal;
los trabajadores querian un contrato equivalente al obtenido por los
trabajadores de
la
empresa Bosch (20% de aumento salarial); incluso, los energúmenos del
sindicato atacarán una reunión de obreros, provocando la cólera de todos los
trabajadores.
El
movimiento huelgario que había partido de Renault se extenderá hacia otras
empresas del mismo sector y en otras ciudades, en la Renault, Ford, Tofas,
Valeo, etc., más de 15000
obreros entrarán en lucha pese a la oposición de Turk Metal, y la agitación
ganará incluso a otros sectores. A pesar de las amenazas y la represión (47
obreros fueron arrestados y traducidos en justicia, culpables de organizar
una huelga ilegal), los obreros resistirán fuertemente y ante la amenaza de
un conflicto generalizado, los patronos y el gobierno cederán. Al final de 2
semanas de huelga, los obreros de Renault obtendrán aumentos de sueldo, el
abandono de la acción penal y, sobre todo, el derecho de adherir al
sindicato de sus preferencias. Demostración que la acción decidida de los
obreros es capaz de hacer recular a los capitalistas y su Estado, por más
represivo que este sea!
Las
crecientes dificultades económicas en Turquía no son sentidas únicamente por
los proletarios, amplios sectores de la población también se sienten
víctimas, mientras que la especulación inmobiliaria se encuentra en pleno
auge y los escándalos por corrupción salpican incluso a la familia del
presidente. Es eso lo que explica la importancia que tomaron en 2013 las
manifestaciones contra los proyectos de destrucción del parque Gazi en
Estambul; este movimiento de orientación y naturaleza claramente
pequeño-burguesa pudo reunir a cientos de miles de personas en todo el país,
semejante al movimiento de “indignados” que ha tenido lugar en numerosos
países. Indiscutiblemente el HDP ha logrado capitalizar electoralmente una
parte de ese descontento.
LA CUESTIÓN KURDA
La
cuestión kurda es un factor importante de la política interior, pero también
de la
politica exterior
de Turquía.
Vistos como sospechosos de separatismo,
sufren de
discriminaciones políticas y sociales, reforzadas por los militares después
del golpe de Estado de 1980. Según las estimaciones, los kurdos representan
entre 15 y 20% de la población del país. Las regiones kurdas son las más
pobres y las menos desarrolladas económicamente de Turquía, lo que provoca
una fuerte emigración hacia las otras regiones y al extranjero; una parte
importante de los proletarios turcos, incluyendo los que han emigrado a
Europa son kurdos. La “cuestión kurda” se ha convertido en una cuestión
central para la lucha proletaria: la lucha resuelta contra todas las
discriminaciones y las represiones hacia los kurdos, por la completa
igualdad de derechos, es indispensable para reforzar los vínculos de los
proletarios
de
Turquía. Es evidente que, con el fin de debilitar a la clase obrera, creando
un abismo entre proletarios kurdos y no kurdos, los burgueses fomentan las
divisiones en su seno, suscitando y alimentando el nacionalismo y el
patriotismo turco y organizando en numerosas ocasiones campañas contra el
“terrorismo”
(es decir, contra
los movimientos kurdos.
En
1984, sobre la base de la real opresión nacional que sufren los kurdos, el
PKK comenzó una guerrilla por la conquista de la independencia de su región.
El conflicto ha ocasionado
decenas
de miles de
muertos; más de 3000
aldeas han sido
destruidas
por el ejército, causando, según cifras oficiales, el “desplazamiento” de
más de 375.000 personas expulsadas de su domicilio y reducidas al estado de
pordioseros. Esta brutalidad, además de la constante represión de policías,
militares y jueces contra toda expresión kurda, incluso la más reformista,
empujarán a numerosos kurdos a simpatizar con el PKK.
Si
bien el PKK decía ser el partido de los trabajadores y se reclamaba del
socialismo, lo cierto es que este partido encarnaba la respuesta burguesa,
nacionalista, a una opresión constante
(por ejemplo, la prohibicion de hablar su lengua, incluso en privado!).
Su “socialismo” no era más que una versión del capitalismo de Estado
existente en China o en Rusia, y que le servía para buscar el respaldo de
Moscú; hay que agregar que luego del derrumbe de la URSS, el PKK abandonó
rápidamente su discurso seudo-socialista para jurar respeto a los valores
del Islam.
Después cambió la reivindicación de independencia por la de una simple
autonomía de las regiones kurdas dentro de Turquía, en el cuadro de una
organización cantonal del país: el “confederalismo democrático”.
Rompiendo con la política habitual de los gobiernos turcos, y a pesar de la
hostilidad de los medios nacionalistas, círculos militares e incluso de
algunos de sus partidarios, el AKP puso fin a ciertas discriminaciones hacia
los kurdos, asi como el acoso policial y judicial, lo que antes era moneda
corriente; también estableció negociaciones con el PKK que, aunque no hayan
llegado a un acuerdo definitivo, condujo sin embargo al fin de las acciones
guerrilleras.
Pero
desde hace algunos meses el gobierno Erdogan ha vuelto a tomar la
tradicional retórica anti-kurda. Y no era por razones electorales, porque el
AKP perdió en el asunto a sus electores kurdos, sin ganar electores
nacionalistas.
En
realidad la clase dominante turca teme por encima de todo la creación de una
entidad estatal kurda autónoma en su frontera con Siria, en vista de que eso
podría alimentar los brotes separatistas en las masas desheredadas kurdas de
Turquía. Para los burgueses el mantenimiento de, si no la unidad del país,
al menos la permanencia indiscutible del orden capitalista, no solo en las
regiones periféricas pobres del sur, sino también en las grandes ciudades y
fábricas de Anatolia o del Bósforo, es necesario impedir toda veleidad kurda
por conquistar su independencia, ya sea de hecho o de derecho.
Esta
es la razón por la cual el gobierno turco hizo cuanto pudo por dejar
aislados a los combatientes kurdos de la YPG (ligados al PKK) en Kobané
frente al Estado Islámico
(EI) y, en octubre de 2014, reprimiera de manera sangrienta las
manifestaciones de solidaridad, dejando un saldo de 30 muertos. Igualmente,
aun cuando
forma parte de la coalicion anti-EI,
ha rechazado durante años toda
acción contra
contra ese grupo.
Finalmente, bajo la presión americana,
decide participar
en las intervenciones militares, además de autorizar
la utilización de sus terrenos de aviación
por parte de la
coalición;
sin embargo
ha dirigido lo más importante de sus bombardeos contra posiciones del PKK en
Irak y en Turquía, e incluso en Siria.
Según
las autoridades turcas, el balance de la reanudación en julio de los
combates con el PKK arrojaba el saldo de más de 150 muertos entre policías y
militares, mientras que más de 2000 “terroristas” habrían sido asesinados.
HDP, el Syriza turco
El HDP,
Partido Democratico del Pueblo, es un partido de origen esencialmente kurdo,
cercano al PKK, frecuentemente descrito como la vitrina de ese partido. Pero
de hecho ha reunido en su seno a diversos grupos y partidos de izquierda,
ecologistas, maoístas, trotskistas, permitiéndole tener una audiencia
nacional, comparable a la del partido griego Syriza. Con la recolección de
un 13% de votos en las elecciones legislativas de junio ha superado por,
primera vez, la barra del 10%, lo cual le ha permitido obtener 80 curules en
el parlamento. La “izquierda de la izquierda” europea celebró este éxito
electoral con casi tanto entusiasmo como el que sintió con las victorias
electorales de Syriza...
El HDP
practica una estricta paridad de género y una política de cuotas: tiene 2
“co-presidentes”, un hombre y una mujer, sus candidatos son 50% de hombres y
50% de mujeres, reservando un 10% de candidaturas a personas LGBT
(Lesbianas, homosexuales, bi-sexuales y transexuales). No vacila en hablar
de autogestión, de lucha contra la explotación de los trabajadores y hasta
en lanzar discursos anticapitalistas, etc.
Pero
es fundamentalmente un partido interclasista, reformista. Oficialmente
asociado al “Partido Socialista Europeo” (agrupación de diputados europeos
social-demócratas), el HDP busca democratizar a Turquía mediante la
instauración de una nueva constitución que garantizaría los derechos de las
minorías. El HDP sirvió de intermediario en las negociaciones realizadas en
2013 entre el PKK y el gobierno,
y
durante
un buen tiempo
ha creído en la posibilidad de una reanudación de esas negociaciones. Es
esta la razón por la que, durante el periodo en que el gobierno había
reanudado las hostilidades contra el PKK, en que el AKP y Erdogan
multiplicaban las denuncias del “terrorismo kurdo”, y en que el primer
ministro acusaba al HDP de complicidad, y que este últmo denunciaba las
“acciones criminales del AKP”, no ha dudado en entrar en el gobierno
interino formado por el AKP para dirigir el país hasta las elecciones!
Esto
no impidió al AKP, y al mismo Erdogan, continuar sus acusaciones
contra el HDP
a través de los medias progubernamentales, de apoyar al terrorismo kurdo, ni
evitó los ataques contra sus sedes, sus ministros y diputados los cuales
fueron impedidos por la policía de visitar la ciudad de Cizre que ha estado
sometida a un bloqueo militar, etc. Apenas pocas semanas de su formación,
encontrándose en una posición cada vez más inconfortable, el HDP se vio
obligado a abandonar el gobierno.
Esta
experiencia dice mucho de lo que pueden esperar no solo los proletarios,
sino las masas pobres en general, incluyendo a los kurdos, de este partido.
Igual que Syriza, y como todos los partidos reformistas, el HDP no puede en
definitiva más que adaptarse a las exigencias burguesas y defender el
capitalismo nacional.
Los
partidos reformistas, colaboracionistas, que no tienen en la boca más que
las palabras paz y democracia, son adversarios de la
emancipación proletaria; no están del lado de los trabajadores, sino de los
explotadores, aunque sean el blanco de las fuerzas burguesas reaccionarias
como ayer en Chile, u hoy en Turquía. Para defenderse los proletarios no
pueden contar con estos falsos amigos que siempre los traicionarán. En
Turquía como en cualquier parte, los proletarios no pueden contar sino con
sus propias luchas de clase, sobre su organización independiente de clase,
tanto en el plano de defensa inmediata como en el plano político.
La
situación de los proletarios turcos no es fácil. Confrontados a un Estado
particularmente brutal quien, para asegurar el buen funcionamiento del
capitalismo, utiliza todos los medios, legales e ilegales, que pasa
alternativa y paralelamente del método democrático con el método dictatorial
de gobierno.
La
horrible masacre de Ankara que se produjo tras los atentados y ataques
precedentes, demuestra de nuevo que los llamados a la paz no son más que
tierra en los ojos y el circo electoral un mortal callejón sin salida. Ante
las contradicciones que desgarran a la Turquía capitalista y, a un grado
mayor, los países medio-orientales vecinos, si no desean permanecer como
eternas víctimas de los capitalistas y de su Estado, los proletarios no les
queda sino luchar, y sobre una base independiente de clase.
Frente
a la guerra social que los burgueses libran en su contra, los proletarios
tendrán que entablar la guerra de clase, bajo la dirección de su partido de
clase internacionalista e internacional, contra el capitalismo, superando
todas las divisiones étnicas, religiosas y nacionales, hasta vencer las
fronteras burguesas y abrazar a toda la región.
El
peso social que el desarrollo mismo del capitalismo, en el curso de estos
últimos años, ha conferido al proletariado en Turquía, es la garantía que
posee la fuerza potencial para cumplir con esta grandiosa tarea futura,
vinculada a los proletarios de todos los países.
¡Abajo el capitalismo!A bas le capitalisme!
¡Viva la guerra de clase!
¡Viva la revolución comunista internacional!
Partido Comunista Internacional - 18
de Octubre
de 2015 - www.pcint.org