Sobre los sucesos de Turquía en torno a la plaza Taksim,
Internacionalističtí proletáři, Junio 2013
Durante más de tres semanas, Turquía ha sido sacudida por una
revuelta proletaria masiva, que en su punto máximo ha llevado a las calles a
casi cinco millones de manifestantes en todo el país. La chispa inmediata
del movimiento fue una brutal represión estatal, cuando la policía aplastó una
protesta contra la destrucción y reurbanización del parque Gezi en el centro de
Estambul (justo al lado de la plaza Taksim, lugar de la infame masacre de
trabajadores en 1977 y altamente simbólico para el movimiento proletario en
Turquía).
Los días siguientes, las calles de Estambul y luego Ankara,
Esmirna, Adana y Mersin, Antioquía y alrededor de otras 50
ciudades más, así como también muchos pueblos pequeños, se llenaron de gente
manifestándose y haciendo disturbios, soltando su ira acumulada contra el
estado capitalista y sus policías. Palizas brutales, cañones de agua, balas de
goma y toneladas de gas lacrimógeno por parte de la policía se encontraron con
la resistencia proletaria organizada construyendo barricadas y utilizando todas
las armas disponibles de las calles. Los enfrentamientos con las fuerzas
represivas hasta ahora cobraron la vida de siete manifestantes y al menos un
policía. Con algunas carreteras y puertos bloqueados, la circulación de
mercancías fue parcialmente interrumpida. Según cifras de sindicatos oficiales,
más de 800 mil trabajadores participaron el 17 de junio en acciones de huelga convocadas
por ellos (aunque probablemente muchas otras se "volvieron salvajes"
o encontraron otras formas de unirse a las protestas). El levantamiento también
afectó de forma importante diversos tipos de valores de la economía turca.
En lugares donde los policías habían sido expulsados (como en
la zona de Taksim), muchos vecinos llegaron y discutían en un ánimo general de resistencia.
Algunos soldados individuales mostraron solidaridad con los manifestantes
entregando algunas máscaras de gas (aunque el ejército como tal en algunos
lugares ayudó a la policía a reprimir). Muchas divisiones antiguas y límites
ideológicos impuestos por la máquina ideológica dominante del estado
capitalista e internalizadas por el proletariado en Turquía comienzan a recibir
graves grietas (divisiones como "Turcos" vs. "Kurdos", "Árabes",
"Armenios"; "izquierdistas" vs. "derechistas";
"mujeres sometidas" vs. "hombres conservadores"; y en
cierta medida incluso lo "religioso" vs. lo "secular"). Los
medios de comunicación burgueses, como una herramienta de los aparatos
ideológicos del Estado, que no son neutrales sino que representan los intereses
de la clase dominante, mientras cubrían el levantamiento masivo (los medios
turcos originalmente intentaron ocultar la situación ignorándola) se enfocaron
en los enfrentamientos, las nubes de gas lacrimógeno, los disturbios de
"grupos marginados" o en "protestas pacíficas", banderas nacionales
o fotos de Mustafa Kemal, para tratar de reducir el movimiento completo a uno
"pro-democracia", de “ciudadanos” contra la "islamización creciente"
y la "autocracia de Erdogan", la "primavera turca", u otra "revolución
de color" que existe gracias a las redes sociales de Internet.
Varios sociólogos observadores de izquierda van tan lejos en
su objetivo de encubrir y difuminar la naturaleza
proletaria del movimiento en Turquía, que lo llaman "un movimiento de las
clases medias", y plantean preguntas demagógicas de si y cuándo “se
unirán los trabajadores a las protestas", ¡como si el proletariado alguna
vez hubiese sido lo mismo que los sindicatos de mierda! (sindicatos que en cada
protesta masiva trabajan por "encontrar el diálogo con el gobierno", por
"la paz y estabilidad", según lo dicho por los principales sindicatos
turcos, así como por "proteger la economía nacional", aquí "el futuro
de Turquía"!, y que con sus "huelgas" anunciadas con antelación muestran
que son un obstáculo en la lucha de clases real -¡una huelga real significa atacar
al sistema de producción capitalista, sin previo aviso, sin límites de
tiempo!).
Queremos recalcar que de donde surge el movimiento en Turquía
es de una realidad de miseria en una sociedad de clases
basada en la explotación del trabajo humano, con su siempre presente y siempre creciente
necesidad de suprimir cualquier chispa de actividad humana no mediada, incluso
con las vidas de sus protagonistas si es necesario. Así que para nosotros la
resistencia inicial contra la tala de árboles en el parque Gezi es apenas una
pequeña manifestación de la lucha proletaria contra uno de los aspectos del
capitalismo –una catástrofe ecológica que inevitablemente trae consigo su
desarrollo o progreso, que es su producto interno y no puede separarse de él, y
que particularmente en Turquía toma la forma de inundaciones artificiales de
áreas gigantes, deforestación masiva, crisis de desperdicios no distintas de
aquellas en el sur de Italia, derrames de petróleo, etc.-, que a su vez
incrementa los precios de los alimentos a nivel local contribuyendo a la
"crisis alimentaria" mundial. Los barrios proletarios en ciudades de
todo el país están siendo derribados a los suelos y reurbanizados como edificios
de oficinas y apartamentos caros. De la misma forma, la resistencia contra la tortura
y los asesinatos a manos del estado no se iguala al llamado a una "reforma
policial", y la rabia contra la imposición de una versión "islamista"
de la moralidad capitalista no significa necesariamente la aceptación de la
versión "liberal-occidental".
A pesar de la determinación heroica de nuestros hermanos y
hermanas de clase en las calles frente a la brutal represión
estatal, a pesar de toda la alegría de la resistencia, todos aquellos grandes
sentimientos de estar juntos en la lucha, en las barricadas, ayudándonos unos a
otros después de ataques de gas lacrimógeno, compartiendo alimentos, discutiendo,
todos estos aspectos que uno no podía imaginar antes, el movimiento no emerge
como revolucionario "puro". De hecho, todo movimiento proletario
contiene contradicciones internas. En la revuelta presente en Turquía, esto se
expresa con la obsesión de declarar una facción burguesa como el enemigo
central (Erdogan y su AKP –Partido de la Justicia y el Desarrollo-), con sus ideologías
"ecologistas", "laicistas" y "nacionalistas", con
el "pacifismo" o los "disturbios rituales" con el inútil
lanzamiento de piedras contra vehículos blindados.
Recientemente se ve que ha comenzado cierto descenso o
transformación de la energía. Las manifestaciones del
"hombre de a pie" transforman las heroicas y apasionadas protestas anteriores
en acontecimientos sumisos y pasivos, que sólo por el estado pueden ser
bienvenidos como un posible inicio del diálogo entre clases y como una
oportunidad para las fuerzas represivas (la policía y todos los aparatos
ideológicos) para reagruparse y enfocarse en asaltos contra militantes (ahora
cuando los cerdos no están ocupados con ladrillos y molotovs lloviendo sobre
sus cabezas, ha empezado una represión y encarcelamiento de forma masiva y selectiva).
Como todo movimiento proletario, incluyendo la presente
oleada en Turquía, primero debe tratar de librarse de la influencia de la ideología
burguesa dominante y romper con su "propia" burguesía. Siempre es el
proletariado el que sangra y paga, en tiempos de paz como en tiempos de guerra.
¡El proletariado en Turquía, como en todos los países, no tiene NADA en común
con su propia clase dominante y su Estado!
Pero tiene TODO en común con todos los demás proletarios de
otros países, compuestos de todas las nacionalidades, razas,
sexos. Así, en lo que respecta a Turquía y su Estado, que intenta unirse a las
otras fuerzas imperialistas sobre el conflicto de la guerra civil en Siria, esto
significa una resistencia práctica al servicio militar, la interrupción de los suministros
de guerra, propaganda antibélica entre los soldados reclutados, y finalmente
ver a los otros "soldados" reclutados no como enemigos sino como sus
compañeros proletarios en uniforme.
Sólo cuando el movimiento se extiende y profundiza, cuando generaliza su
oposición a los múltiples intentos de la burguesía local para encuadrarlo en un
tema particular, tiene una posibilidad de existir y crecer. El movimiento debe
superar todos los intereses sectoriales que reproducen la competencia entre trabajadores,
y debe expresar las necesidades de toda la clase. Para lograr esto debe concentrarse
en mantener y extender las estructuras organizativas que el proletariado ha
producido en los grandes momentos de la lucha actual, para profundizarlas y
fortalecerlas con la evaluación de las luchas históricas del presente y del
pasado, para hacerlas entrar en una nueva fase del movimiento o en una nueva
ola abierta de lucha de clases más fuerte, con un programa más claro, siendo
capaces de oponerse a quienes quieren encuadrarla y de plantear los medios y
métodos para empujarla hacia adelante.
No nos engañemos con fantasías, la normalidad fue la razón
por la que todos hemos inundado las calles. Esta normalidad es el
estado de nuestra explotación, de nuestra miseria, de represión, de guerras y
repugnante nacionalismo, de opresión y violencia basados en el sexo, la
raza, la nacionalidad. Podemos destruir este sistema desastroso. ¡En cada
confrontación masiva y de alto nivel podemos ver cómo la sociedad futura ya
está presente en actos en la actual!
¡Compañeros proletarios!:
¡Levántense! ¡Todos a las calles!
¡Hagan huelgas reales sin aviso ni límites de tiempo!
¡Hagan retroceder a los jefes!
¡Superen las divisiones impuestas entre clases!
¡Solidaridad con los más oprimidos y explotados!
¡Ningún apoyo a la "propia" burguesía,
ningún apoyo a la economía nacional!
¡Ningún derramamiento de sangre en campos de batalla
para intereses imperialistas!
¡Ninguna guerra sino la guerra de clases!
Internacionalističtí proletáři, Junio 2013