Algunas consideraciones sobre el 16A
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Algunas consideraciones sobre el 16A
Dejamos a continuación una reflexión a propósito de la reciente
concentración convocada en la glorieta de Insurgentes de la ciudad de
mexico, por parte de colectivos feministas, en protesta por la agresión
sexual contra las mujeres… por mencionar un caso puntual, el abuso
sexual sufrido por una joven a manos de 4 policías en azcapotzalco (pero
existen muchos más). Cabe anotar que previamente, el 12 de agosto se
había realizado una concentración frente a las oficinas de la
procuraduría general de la república, dando como resultado, las pintas
con aerosol en todo el edificio y la rotura de los cristales de las
puertas por parte de las manifestantes; y en consecuencia la
criminalización por el gobierno de tal acto.
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El 16 de agosto las mujeres proletarias [porque a estas alturas sería
absurdo hablar de que los hechos fueron protagonizados por la “clase
media” o peor aún, por las mujeres de la burguesía] perturbaron e
hicieron cimbrar la paz ciudadanista de manera ejemplar, destruyendo el
mobiliario urbano, medios de transporte y comisarías de policía, no sólo
en la capital de méxico sino en distintos puntos de esta finca
capitalista.
Y ante el temor de la extensión de estos síntomas, la burguesía y su
Estado ya planean la cooptación para liquidar la inconformidad con
inútiles reformas, pactadas mediante diálogos y acuerdos frente a las
cámaras de la prensa, meros simulacros de paz y cooperación, los cuales
solo servirán de pantalla, para que unas susodichas “representantes del
movimiento” solo escuchen lo que quieren oír; mientras que en las
calles, el sistema patriarcal que tanto la jefa de gobierno Sheinbaun
como el anciano de mierda y su partido político defienden, seguirá
intacto, reproduciendo y auspiciando a los mismos feminicidas,
violadores y violentadores [entre los que se encuentran su policía y su
guardia nacional].
No obstante, pese a los intentos por parte del Estado capitalista para
liquidar lo más pronto posible las protestas (sea con represión, sea con
concesiones ridículas o faramalla proselitista de diputadas, senadoras o
funcionarias feministas), tarde o temprano tendrán que verse rebasados
por la agitación en las calles de miles de mujeres combativas. Es cada
vez más claro para muchas, que la vía institucional fracasó y siempre
fracasará, y nunca será el camino que conducirá a cambiar de raíz esta
realidad decadente. Pues el patriarcado no se erradica con más
reformismo, con más policía, con más cámaras de vigilancia, ni mucho
menos reforzando al Estado pidiéndole que haga más leyes “para cuidar” a
las mujeres.
La lucha contra el patriarcado es un aspecto inseparable de la lucha por
la destrucción revolucionaria y definitiva del capitalismo, es decir, de
este sistema productor de mercancías, explotación, trabajo asalariado y
asesino de la tierra.
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No es de extrañar que el vandalismo ejercido en la revuelta del 16 de
agosto conmocionara abruptamente a los ciudadanistas, conservadores,
religiosos, homofóbicos, misóginos e incluso a los ridículos
conspiranoicos que argumentan que esta ola de disturbios es “una treta
planeada por la derecha para desestabilizar al gobierno de la 4t”.
La moral y el temple de los espectadores pasivos se vio estremecida y
vulnerada ante los excesos de una horda de “locas salvajes y paganas”,
quedando desprovistos de toda capacidad de reflexión: por lo cual no se
puede esperar de ellos ningún argumento coherente. ¿De qué manera
podrían entender que las revueltas y disturbios no son algo ordenado que
siga las lógicas del disciplinamiento del buen ciudadano, como lo es
hacer fila en el cajero o en el supermercado, obedecer al patrón en la
empresa, al cura en la misa o transportarse por la misma ruta todos los
días para dirigirse al hacinamiento en el trabajo asalariado?…
Por supuesto que la ruptura con la paz social conlleva el vandalismo, y
no debería avergonzarnos decirlo, sino por el contrario, afirmarlo como
una expresión elocuente del repudio a este sistema y todo lo que
representa. Es lógico que el vandalismo sea siempre irracional e
“incivilizado” para la burguesía y su Estado porque ésta nos quiere
respetuosos y serviles de la “tranquilidad”, de una paz que permita la
libre circulación de mercancías para la acumulación de Capital.
Agitar y protestar en las calles no es una labor que implique el jugarle
al buen cristiano haciendo labor samaritana. Así no se le hace frente al
terrorismo de Estado. El sabotaje, la expropiación, los piquetes, el
motín, son prácticas que históricamente los oprimidos y explotados han
empleado (y seguirán haciéndolo) como herramienta de lucha alrededor del
mundo.
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Evidentemente tales acontecimientos como los ocurridos el viernes 16 de
agosto, no son ni por asomo una revolución; pero eso no elude que han
sido nuevamente un punto de quiebre importante, que por una parte, ha
roto el aislamiento e impulsado una comunidad de lucha; y por otra, ha
exacerbado nuevamente las contradicciones sociales, delimitando
nuevamente quienes son los enemigos que respaldan al partido del orden y
por consiguiente ha reafirmado la necesidad de tomar posición contra
ellos y el sistema que defienden.
Con auge y declive continuo, todo movimiento es producto de su época
histórica y por lo tanto no se encuentra exento de debilidades y
contradicciones sobre sí mismo, pero éstas solo son superables desde la
misma práctica gestada en el desarrollo de la lucha de quienes
participan o de algún modo están involucradas. Solo queda esperar a que
esta experiencia sirva para hacer las necesarias rupturas y fortalecerse
para los futuros combates.
Colectivo Tierra de Nadie