Nápoles, desde Scampia se alza una llamada a la lucha clasista contra un sistema económico y social que únicamente trae consigo destrucción y muerte.
En la noche del 22 al 23 de julio, en Scampia, un barrio al norte de Nápoles, se derrumbó un balcón en el tercer piso de la llamada Vela celeste, arrastrando a otros dos balcones del segundo y el primer piso, afectando a algunas personas que entraban en su casa. El ruido llevó a los vecinos a acudir al lugar. Excavaron entre los escombros para recoger a la mayor cantidad de heridos posible, niños en su mayoría, y llevándolos al puesto de socorro más cercando, haciendo el trabajo de las ambulancias que tardaron en llegar 20 minutos. Los bomberos llegaron media hora después del derrumbe. El balance, por el momento, es de tres muertos y doce heridos.
La situación ruinosa de los edificios, sobre todo las Velas, invadidos por basura y ratones, ha sido denunciada en varias ocasiones, desde 2016, en la prensa, pero las infiltraciones de agua, tanto de los puntales del acueducto como de la lluvia, han comenzado a corroer el hierro y el cemento de los balcones y de las escaleras de manera irreversible desde hace años. Por lo tanto, este desastre era sólo cuestión de tiempo.
Del gobierno y de las instituciones locales sólo han llegado falsas solidaridad y condolencias. Banderas a media asta en los ayuntamientos de Nápoles para decretar el luto de las ciudades en el momento de los funerales de las víctimas. Cínicamente, cierta prensa alude a un presunto aumento de peso concentrándose en los balcones mientras tenía lugar una pelea entre dos familias rivales, contribuyendo a que el balcón cediese.
No hay ninguna relación entre los trabajos ya realizados en la Vela y el derrumbe. Lo ha precisado el concejal Gaetano Manfredi, en una conferencia que tuvo lugar en el Palacio San Giacomo para hacer balance de la situación. Los trabajos habían comenzado al empezar este año en el piso bajo con la eliminación de residuos y partes deterioradas -explicó- así que no hay ninguna relación con los trabajos que se están haciendo, pero obviamente hay una investigación en curso y las autoridades nombrarán a los peritos para averiguar la dinámica exacta del derrumbe”
La opinión de algunos vecinos es diferente, ya que consideran que las vibraciones provocadas por las obras en curso suponen una carga adicional para la estructura.
La rabia de los habitantes de la Vela no se hizo esperar. Habían denunciado durante años el estado de abandono en el cual se encuentran y saben perfectamente que las responsables son las instituciones que ya no son capaces de engañarlos. La mañana posterior los mismos habitantes ocuparon la universidad Federico II – Complejo Scampia. Exigen que se asegure el edificio y su inmediata reestructuración, esperada ya desde hace años.
Scampia es un barrio gueto habitado básicamente por proletarios y sub proletarios. Abandonados, como los edificios, se las apañan de cualquier manera para ganarse la vida. El arte de ganarse la vida es histórico en Nápoles. Un estrato minoritario se ve llevado a realizar actividades ilegales para poder sobrevivir, como sucede, por otro lado, en todas las metrópolis capitalistas. Si, por un lado, este barrio es criminalizado por la prensa del régimen y a través de las películas, por otro lado, es objeto de una cierta política cosmética que da esperanzas e ilusiona a los proletarios cubriendo y mistificando la responsabilidad de las instituciones locales y nacionales.
Ha habido solidaridad por parte de muchos ciudadanos, pero sobre todo por parte de los “desocupados 7 de noviembre” que, junto a los “desocupados de los astilleros de Scampia” han ido al lugar a repartir bienes de primera necesidad después de haberlos recogido entre los mismos desocupados.
No habrá, como siempre, responsables a los que condenar. La pugna se prolongará entre el poder judicial y los medios de comunicación de masas que intentarán confundir a los proletarios con montañas de palabrería. Los proletarios, por desgracia, seguirán siendo víctimas predestinadas y carne de matadero como los numerosos hermanos de clase que murieron en el trabajo.
El principal responsable es el capitalismo y su sistema de beneficio que no tiene en cuenta las exigencias reales de los seres humanos, mucho menos de los proletarios, explotados, miserables y destinados a la masacre desde su nacimiento. Pero los proletarios poseen una fuerza que desconocen y que todas las fuerzas de conservación social y del oportunismo mistifican desviándola sobre el terreno de la democracia y de la búsqueda de puntos en común con la clase de los explotadores: es la fuerza del número, pero sólo si se organiza sobre el único terreno en el cual esta fuerza se puede manifestar en toda su amplitud y potencia: el terreno de la lucha de clase sobre el cual no se admite “comunidad de intereses” o puntos de vista compartidos. El terreno de la lucha de clase ve al proletariado organizado más allá de las divisiones que hay entre ocupados y desocupados, entre categorías y sectores, entre autóctonos e inmigrantes, entre hombres y mujeres, entre jóvenes y viejos; organizado con el objetivo de defender exclusivamente sus propios intereses luchado contra la explotación cotidiana bajo cualquier forma, legal o ilegal, privada o pública, nacional o internacional. Pero no se puede luchar sobre este terreno si no se organiza de manera completamente al margen de las instituciones, de los partidos y de las fuerzas sociales involucradas en la defensa del actual sistema económico y social; si no se organiza en torno a reivindicaciones que unan a los proletarios de cualquier condición social y usando medios y métodos de la lucha clasista que tienen el objetivo de romper una falsa paz social -falsa porque para los proletarios y su vida no hay nunca paz- y de unir a todos los proletarios en una lucha que, por su propia naturaleza de contraponerse de manera antagonista a los intereses inmediatos y futuros de la clase burguesa dominante, no podrá detenerse en objetivos inmediatos, aunque comenzará a desarrollarse a partir de éstos, sino que se fijará la perspectiva de acabar con el capitalismo, con su sociedad de explotación y muerte defendida, por los puros intereses de casta y privilegio, por todos aquellos que forman las instituciones y que hablan de verdad y justicia, que son los primeros en falsear, desconocer y tergiversar.
La verdadera solidaridad con los proletarios de Scampia, y con los proletarios en todas las situaciones en las que el paro, la degradación, la miseria y la marginación constituyen el entorno social al que han sido arrojados por el sistema capitalista y la política antiproletaria, se expresa en la lucha de clases, en la lucha por esta lucha tanto en el plano inmediato como en el plano político más amplio.
- Contra la marginación, la degradación y la matanza continua de los proletarios en sus hogares en ruinas, así como en sus lugares de trabajo.
- Contra las falsas promesas de «justicia social» y la culpabilización de la degradación y la miseria sobre los hombros de los proletarios obligados a vivir en la degradación y la miseria.
-Contra las ilusiones de poder mejorar su vida de proletarios pidiendo a las mismas instituciones, corresponsables de la degradación, la miseria y la explotación bestial de las masas proletarias, que intervengan a favor de la vida cotidiana de los proletarios.
El camino a tomar es el de la organización de la lucha de clases, de una lucha que ya no crea en las promesas de las instituciones, que ya no crea que las cosas para los proletarios mejorarán gracias al «crecimiento económico» (que sólo significa superexplotación para los proletarios empleados o «empleables») y a la atención que los gobiernos locales y centrales prestarán a los millones de problemas y desgracias que llenan la vida cotidiana de millones de proletarios. El camino a seguir es exactamente el contrario al que indican los gobiernos burgueses, los partidos falsamente obreros y de «izquierdas» y los sindicatos colaboracionistas que no tienen otro objetivo que defender y reforzar sus privilegios, sus posiciones sociales a costa de la vida de las masas proletarias.
Los muertos de hoy en Scampia y la miseria que caracteriza la vida de los proletarios de Scampia pasarán de las primeras páginas de los telediarios a las últimas y luego al olvido, siguiendo el camino de los miles de muertos en el trabajo, de los muertos por derrumbes de edificios, puentes y casas mal construidas en relación con los terremotos, y que a la burguesía sólo le interesan cuando no puede prescindir de ellos y en todo caso con el objetivo de «pasar página», de olvidar esas «desgracias» que nunca son desgracias porque son causadas precisamente por la gestión económica y social de los beneficios capitalistas.
- ¡Solidaridad con los proletarios de Scampia!
- ¡Su lucha es nuestra lucha!
- ¡Por la reanudación de la lucha de clase de los proletarios por encima de las divisiones entre empleados y desempleados, nativos e inmigrantes, trabajadores contratados y trabajadores en negro!
- ¡Por la organización de clase y la defensa exclusiva de los intereses de clase del proletariado, fuera y contra toda colaboración interclasista!
- ¡No a la paz social, sí a la lucha de clases!
- ¡Por la reconstitución nacional e internacional del partido comunista revolucionario, único verdadero dirigente de la lucha de clases proletaria anticapitalista y antiburguesa!
25 julio 2024
Partido Comunista Internacional (El proletario) - https://www.pcint.org/01_Positions/01_04_es/240725_napoles-scampia.htm