Disturbios de extrema derecha en el Reino Unido:
¡Sólo el proletariado, luchando unido contra su propia burguesía, podrá aplastar a la escoria racista!
El 29 de julio, un adolescente de 17 años atacó con un cuchillo a los participantes de una escuela de baile en el pueblo de Banks, al norte de Southport. Entre las trece personas apuñaladas, tres víctimas muy jóvenes, de entre 6 y 9 años, murieron a causa de las heridas. Las redes sociales entraron inmediatamente en frenesí y circularon rumores sobre el origen y la religión del agresor, según los cuales era un musulmán procedente de Siria. Uno de los protagonistas de estas fake news virales fue un tal Tommy Robinson, activista neofascista (1) y fundador de la English Defence League (EDL), organización de extrema derecha, islamófoba e identitaria. Fue este grupo el que inició una serie de manifestaciones en varias ciudades del Reino Unido, entre ellas Manchester, Hartlepool, Aldershot y Sunderland, manifestaciones que degeneraron rápidamente en disturbios racistas y pogromos antiinmigración descarados, acompañados de las tradicionales expediciones punitivas antiinmigración y del incendio de hoteles que albergaban a inmigrantes y de mezquitas (2).
Las reacciones del Gobierno fueron cuanto menos incoherentes, ya que en un primer momento apeló a no ceder a especulaciones "inapropiadas" sobre la identidad del asesino -en palabras de la ministra del Interior, Yvette Cooper-, antes de verse finalmente obligado a revelar la identidad del asesino, un joven británico nacido en Cardiff en el seno de una familia ruandesa. Con la generalización de los disturbios, el Gobierno recurrió a un lenguaje más marcial: el recién elegido primer ministro laborista, Keir Starmer, advirtió de que los alborotadores serían castigados "con todo el peso de la ley", en plena sintonía con la campaña electoral durante la que se presentó como el candidato de la ley y el orden. Anunció la creación de una unidad especial para combatir a los agitadores violentos mediante cámaras de reconocimiento facial, mientras que Yvette Cooper lanzó la idea de prohibir este movimiento.
Contrariamente a los comentaristas burgueses que, apoyándose en el hecho innegable de que estos disturbios han sido amplificados por el peso de la conspiración y las noticias falsas en las redes sociales, presentan estos disturbios como algo sin precedentes, los marxistas revolucionarios saben bien que el Reino Unido no sólo tiene una larga historia de pogromos racistas, sino que, lo que es más importante, el racismo es una necesidad vital para el capitalismo.
Una larga historia de ataques racistas contra el proletariado inmigrante
Los ataques contra los proletarios inmigrantes no son simplemente el producto del aumento del racismo en la sociedad, especialmente en Europa, en un clima de agudización de las contradicciones del capitalismo, y en particular de la crisis económica. En realidad, los proletarios inmigrantes son siempre el blanco del capitalismo, y en particular de las franjas más extremistas, que sólo varían en nacionalidad según las oleadas migratorias.
Así, en los años setenta, periodo de crecimiento del Frente Nacional (FN), una organización explícitamente neofascista, los objetivos eran los proletarios del sur de Asia. En aquella época ya se habían producido varias manifestaciones y disturbios racistas, sobre todo el 15 de junio de 1974 en Londres, donde varios grupos de extrema derecha organizaron una marcha para pedir la "repatriación" de los inmigrantes. Aquella manifestación degeneró en un enfrentamiento con grupos antirracistas, principalmente de extrema izquierda. Unos años más tarde, el 13 de agosto de 1977, el Frente Nacional organizó otra marcha "contra la sociedad multirracial" en el distrito londinense de Lewisham, que desencadenó de nuevo enfrentamientos con grupos antirracistas y antifascistas. Todos estos grupos racistas, neofascistas y conservadores, aprovechando los periodos de crisis, consiguen reclutar entre la pequeña burguesía, el subproletariado y la aristocracia obrera, esta "quinta columna de la burguesía dentro de la clase obrera" (3). Ayer como hoy, el proletariado inmigrante ha sufrido palizas, persecuciones violentas y marchas provocadoras en los guetos donde el capitalismo le ha obligado a vivir.
Racismo: una necesidad para el capital
Sin negar el papel de la escoria neofascista en los ataques sufridos por el proletariado inmigrante, sería sin embargo erróneo, como siempre nos ha invitado a hacer la extrema izquierda con su mito del antifascismo democrático, suponer que sólo las fracciones extremas de la burguesía tienen interés en el racismo. En realidad, estos grupos marginales no son sólo los agentes de esta política anti obrera, sino también el producto del capitalismo en su conjunto, que necesita fomentar la división entre proletarios nativos y proletarios extranjeros para facilitar la explotación de ambos. En este sentido, la burguesía británica no es una excepción. Por hablar sólo de los últimos 75 años, en los que el capital británico ha promulgado una serie de leyes destinadas a convertir al proletariado inmigrante en el sector más oprimido y explotado de la clase obrera. Separación familiar, pruebas de virginidad, expulsiones, criminalización, este es todo el arsenal que la burguesía británica ha utilizado y sigue utilizando contra esta fracción del proletariado. Algunos ejemplos (4) son: la Ley de Inmigración de la Commonwealth de 1962 (gobierno conservador) que introdujo un sistema de permisos de residencia para controlar la inmigración; la Ley de Inmigración de la Commonwealth de 1968 (gobierno laborista) que sólo concedía permisos de residencia a los titulares de pasaportes británicos con al menos un abuelo nacido en el Reino Unido; la Ley de Inmigración de 1971 (gobierno conservador), que sustituyó la inmigración de personas que deseaban establecerse de forma permanente por un sistema de trabajadores contratados e introdujo una distinción entre patrials (que podían circular libremente y no estaban sujetos a deportación) y no patrials (que necesitaban un permiso de residencia y una tarjeta de trabajo válidos durante un año); la Ley de Nacionalidad Británica de 1981 (gobierno conservador), que volvió a endurecer los criterios para obtener la nacionalidad británica; la Ley de Nacionalidad, Inmigración y Asilo de 2002 (gobierno laborista), que suprimió inicialmente las ayudas a los solicitantes de asilo; la Ley de Inmigración, Asilo y Nacionalidad de 2006 (gobierno laborista), que restringió el derecho de recurso en caso de denegación del permiso de entrada; la Ley de Fronteras, Ciudadanía e Inmigración de 2009 (gobierno laborista), que endureció los criterios para obtener el permiso de residencia indefinido introduciendo la ciudadanía "probatoria". Más recientemente, es el plan de deportación en Ruanda de inmigrantes que entraron "ilegalmente" en territorio británico el que ilustra esta política racista llevada a cabo por la burguesía británica, tanto conservadora como laborista.
¿Cómo debe entenderse esta política de la burguesía británica? En realidad, cumple una doble función: por una parte, permite dividir al proletariado entre una fracción sometida a una explotación y a una represión frenéticas y otra, "autóctona", que aparece en comparación como "relativamente" protegida, favorable a la colaboración de clase. De hecho, la burguesía británica es muy consciente de que el principal peligro para su dominación es la cohesión del proletariado y, por lo tanto, intenta hacer todo lo posible para socavarla.
La segunda ventaja de esta política racista es que permite a la burguesía británica super explotar la mano de obra inmigrante que necesita en una serie de profesiones mal pagadas, en la agricultura, la construcción, el textil, la confección, los trabajos de servicios y limpieza, el personal doméstico, etc. Frente a un proletariado privado de las protecciones básicas, bajo la amenaza de la espada de Damocles de la expulsión del territorio nacional, la patronal puede así someter a esta fracción del proletariado a una explotación cada vez más feroz. Esta política, que no es específica de la burguesía británica -basta ver cómo la situación francesa es en muchos aspectos similar a la que estamos examinando aquí (5), y la misma situación en Italia- requiere una respuesta de clase por parte del proletariado.
La trampa del antirracismo democrático tendida por la “extrema izquierda
En el camino de su lucha, el proletariado se enfrentará a un gran obstáculo: el antifascismo democrático y el antirracismo, tradicionalmente promovidos por los demócratas pequeñoburgueses y la extrema izquierda, en particular la trotskista. Esto es particularmente cierto en el caso del Partido Socialista de los Trabajadores (SWP), la principal formación de extrema izquierda del país, que históricamente se ha empeñado en desviar la lucha proletaria hacia un terreno que le es ajeno. Así, al igual que el EDL tuvo sus ancestros en el Frente Nacional, los movimientos antirracistas actuales son hijos de la Liga Antinazi y de Rock against racism, ambos dirigidos por el SWP. Este último aboga hoy por "Stand Up Against Racism", un movimiento "unido" que reúne a activistas antirracistas, parlamentarios y burócratas sindicales (6). Desviando la lucha al terreno parlamentario y democrático, apuntan a fantoches como Nigel Farage -líder tradicional de la extrema derecha del país, figura destacada en la campaña del Brexit y cabeza de la tercera fuerza del país en las últimas elecciones legislativas en las que su partido Reform UK obtuvo casi el 15% de los votos- y Suella Braverman -ex ministra del Interior en el gobierno de Sunak, ferviente partidaria del plan de deportación de inmigrantes en Ruanda y defensora de una línea de extrema derecha dentro del Partido Conservador-. Como corolario de la atención prestada a estas dos figuras, los firmantes de esta declaración llaman a combatir el racismo en el parlamento y en las calles mediante la construcción de "un movimiento de masas lo suficientemente poderoso como para repeler a los fascistas". Siguiendo en esta línea populista e interclasista, su comunicado de prensa afirma que "la mayoría del pueblo británico detesta a Robinson y a la extrema derecha. Nosotros somos la mayoría, ellos son un pequeño número". Recogiendo la tradicional consigna populista "Para muchos, no para pocos", es a un verdadero frente interclasista, utilizando las consignas y modos de acción democráticos, a lo que los burgueses y pequeño burgueses antirracistas invitan a participar al proletariado. Por el contrario, este último debe construir su lucha sobre un terreno estrictamente clasista.
La respuesta del proletariado a los disturbios racistas: por la unidad de la lucha anticapitalista del proletariado
Sólo hay un camino para el proletariado: la solidaridad de clase entre los proletarios nativos y los proletarios inmigrantes. Esta solidaridad se construye paso a paso, en la lucha común contra la burguesía explotadora, mediante huelgas, ocupaciones, manifestaciones salvajes. Pero para que esta solidaridad no sea una palabra vacía, es importante que los proletarios nacionales luchen resueltamente contra el nacionalismo, el racismo, el chovinismo social que la ideología dominante difunde diariamente en la clase obrera a través de sus múltiples canales, entre los que se encuentran en primer lugar los medios de comunicación y ahora las redes sociales. La verdadera unidad sólo puede existir mediante el reconocimiento de que los proletarios inmigrantes constituyen el sector más explotado y oprimido de la clase obrera, y mediante el apoyo a sus luchas para mejorar sus condiciones de vida y de trabajo. Por su parte, el proletariado inmigrante tendrá que volver a conectar con su historia de luchas insurreccionales contra la burguesía, como el episodio de Brixton de 1981, durante el cual proletarios, inmigrantes y autóctonos, se opusieron a la policía durante noches enteras, levantando barricadas e incendiando edificios.
Y será gracias a la dirección de su partido de clase, internacional e internacionalista, portador de la conciencia de clase, que el proletariado podrá recuperar las lecciones de sus luchas pasadas y construir su unidad revolucionaria en la lucha contra el capital, antes de su derrocamiento violento.
11 de agosto de 2024
Partido Comunista Internacional
Il comunista - le prolétaire - el proletario - proletarian - programme communiste - el programa comunista - Communist Program
(1) Tommy Robinson se afilió al Partido Nacional Británico en 2004, nostálgico del Tercer Reich.
(2) Véase el artículo "Au Royaume-Uni, des émeutiers d'extrême droite dans les rues de Southport après une attaque au couteau" en Le Monde, 31 de julio de 2024: https://www,lemonde.fr/international/article/2024/07/31/au-royaume-uni-des-emeutiers-d-extreme-droite-dans-les-rues-de-southport-apres-une-attaque-au-couteau_6262985_3210.html.
(3) Véase nuestro artículo publicado en "Le Prolétaire", nº 313 (16-29 de mayo de 1980): "En Angleterre aussi la lutte des travailleurs immigrés". También "il programma comunista", nº 8 (19 de abril de 1980): "Gran Bretaña: la plena solidaridad entre trabajadores blancos y de color, base necesaria para la reanudación de la lucha de clases".
(4) Véase "Les populations immigrées en Grande Bretagne" en Programme Communiste nº 87, diciembre de 1981, y también https://en.wikipedia.org/wiki/History_of_UK_immigration_control.
(5) Véase nuestra toma de posición "Lutte de classe contre la loi immigration et toutes les attaques anti-ouvrières!" de 18 de enero de 2024, disponible en línea en pcint.org.
(6) Véase el comunicado conjunto en el sitio web del SWP: https://socialistworker.co.uk/anti-racism/sign-and-share-unity-statement-against-the-far-right-and-take-action/