Difundimos un texto antiguo del 2018, en un nuevo aniversario de la UP. Nuestra memoria proletaria es un arma cargada de futuro:
MEMORIA AUTOCRÍTICA: LA DERROTA DEL PROLETARIADO EN CHILE
La última gran ofensiva del movimiento proletario chileno, y su
derrota, se enmarca en el contexto histórico del segundo asalto
proletario. Comprendemos este acontecimiento como una gran ola
revolucionaria,
El proceso revolucionario en Chile se vino fraguando bastante años antes del periodo allendista, su contenido se expresó en la acción autónoma de amplios sectores del proletariado obrero y campesino; principalmente a través de tomas de terreno, ocupación de fábricas, organización barrial y acciones de autodefensa armada, prácticas que en su conjunto apuntaban a recuperar las condiciones de existencia que les había arrebatado el modo de producción capitalista y que conllevaron variadas masacres orquestadas por el Estado, anteriores al Golpe de 1973; entre ellas la masacre de los obreros y estudiantes en Santiago y Valparaíso en 1957 en la llamada “Huelga de la Chaucha”, la matanza de pobladores de la población José María Caro en 1962, el asesinato de trabajadores de la mina El Salvador en 1966 y la masacre de pobladores ocurrida en Puerto Montt en el año 1968.
Con la asunción al
poder de la coalición izquierdista de la Unidad Popular, se comienza a
poner en práctica un programa político que anticipaba la derrota de lxs
proletarixs de este país, pues estxs abogaban por una política de
nacionalización
La izquierda buscaba encuadrar las prácticas de antagonismo proletario
en los mecanismos democráticos existentes, filtrando el poder
revolucionario de la clase que se constituía lentamente en práctica viva
contra el capitalismo. No obstante, el proletariado no se limitó a
seguir las políticas democráticas de la Unidad Popular, sino que agudizó
sus prácticas por fuera de los canales parlamentarios.
En el mundo rural lxs campesinxs realizaron
“espontáneas tomas armadas” por fuera de la autoridad estatal. De hecho,
el gobierno no dudó en denunciar “expropiaciones
En la huelga patronal en octubre de 1972 lxs obrerxs resisten la arremetida de la derecha tomando activamente las fábricas y coordinándose en Cordones industriales autónomos; las tareas que asumían estos era la producción y distribución de productos al mismo tiempo que organizaban la defensa armada contra los patrones (2). Sin embargo, las asociaciones que iban gestando lxs obrerxs seguían confiando en el “compañero presidente”, aunque su gobierno los atacara por ocupar activamente las fábricas que se organizaban sin asistencia sindical o estatal.
En los barrios la aplicación de las Junta de
Abastecimiento Popular (instituciones creadas por el gobierno), fueron
desbordadas por la auto-organizaci
Toda esta autonomía expresada en actos fue recuperada por las diversas organizaciones socialdemócrata
La guinda de la torta de este permanente ataque de la izquierda a las prácticas de autonomía proletaria es el instante en que el mártir Salvador y su camarilla de burócratas desarman las milicias obreras meses antes del golpe, firmando en octubre de 1972 la Ley de control de armas, dejándolas indefensas ante los militares que ya estaban instalados en su gabinete. Comenzaba así una larga noche para el proletariado chileno.
El 11 de septiembre de 1973, la ultra izquierda de la época, en este caso el MIR –no cayó en la canallada de sus pares políticos que huían del país– no abandonó a lxs proletarixs que resistieron en sus poblaciones y fábricas, pues “el MIR dio órdenes de replegarse en orden y combatiendo. Sus militantes combatieron junto a los obreros pero –conscientes que la derrota del reformismo era inevitable– se retiraban en orden cuando la resistencia era imposible”. En la práctica, el mirirsmo nunca pudo sacudirse de la carga de la UP, pues su transa con el reformismo los había derrotado de antemano. Ya “meses antes del golpe algunos de sus dirigentes obreros más importantes habían roto con su dirección porque la consideraban burocrática y oportunista. En realidad se trata de una dirección que quiere hacer la revolución “para” los obreros, pero que no ha comprendido en absoluto que “la liberación de la clase solo puede ser obra de ella misma.”
El fracaso del proletariado en
Chile estaba sentenciado de antemano cuando creyó ingenuamente en sus
representantes políticos. Su falta de esclarecimiento
NOTAS:
(1) Grandes empresas estadounidenses
(2) Hay actitudes que rompieron abiertamente con la cotidianidad
capitalista; los obreros de la planta textil SUMAR en el contexto del
paro nacional de la patronal de octubre de 1972, comenzaron a producir
ropa y víveres textiles para entregar a los pobladores aledaños a la
fábrica. Estas actitudes responden a una vida comunitaria real que
venían forjando los obreros y pobladores del sector, a través de
diversas actividades como bibliotecas populares y comedores comunes.
(3) Duque y Pastrana “La movilización reivindicativa urbana de los sectores populares en Chile”, 1972.