Farsa electoral, represión y huelgas en Bielorrusia


El anuncio oficial de la victoria electoral del presidente Lukashenko en las elecciones presidenciales 

del 9 de agosto, con el 80% de los votos contra menos del 10% de su principal opositora, Svetlana 

Tikhanovskaya, ha desencadenado numerosas protestas en todo el país, porque este increíble recuento

 sólo puede ser el resultado de un fraude masivo. Contrariamente a cuanto acaeció en el 2011 cuando 

las protestas se limitaron a la inteligentsia pequeño burguesa de la capital, Minsk, las protestas han 

tocado ahora a prácticamente todo el país.

El poder ha respondido a las manifestaciones con una represión brutal y masiva (casi 7.000 arrestos,

2 muertos, malos tratos, torturas de prisioneros, uso de balas de goma, la interrupción de Internet, etc.)

sin llegar a calmar a los manifestantes. La rabia de los opositores, al contrario, se ha redoblado, las 

manifestaciones anti gubernamentales se han generalizado en pocos días, llegando a muchas fábricas

y empresas donde han estallado huelgas, en particular contra la represión (como por ejemplo entre 

los conductores de autobús de Minsk, para pedir la readmisión de uno de sus colegas); los trabajadores 

de la televisión han dejado de trabajar, etc. Los llamamientos a una huelga general han comenzado 

a circular desde la semana pasada, aún si inicialmente las huelgas estaban aparentemente limitadas.

Las declaraciones de desprecio por parte de Lukashenko que comparaban a los huelguistas con 

las ovejas y mantenía que el número de estos no superaba los 200 en una gran empresa, han 

tenido el efecto contrario al esperado.

El domingo 16 de agosto se desarrolló en Minsk (así como en otros muchos lugares) una 

manifestación de 100.000 a 200.000 personas para pedir la dimisión de Lukashenko; al mismo

tiempo, la manifestación de apoyo a este ha contado probablemente con menos de 10.000 personas

(60.000 según exageradas cifras oficiales), traídas desde todo el país. El 17 de agosto, cuando iba 

a dar un discurso en la fábrica más grande de la ciudad, MTZ (construcción de tractores), 

Lukashenko delante de una platea de obreros presumiblemente escogidos por la dirección, fue 

pitado estruendosamente; los huelguistas, después, salieron en manifestación. El martes 18 de 

agosto, los sindicatos independientes, que dicen estar detrás de los comités de huelga en las minas

y en varias empresas, han llamado a la generalización de dichos comités y a la rápida formación 

de un “comité de huelga nacional”. Pero después de haber dejado que las manifestaciones de 

los últimos días se desarrollasen pacíficamente, Lukashenko, afianzado por una declaración de 

apoyo por parte de Putin, ha invitado a la policía, el miércoles 19 de agosto, a prevenir 

“desórdenes” en Minsk, cuando ciertas noticias hablaban de un movimiento de huelga... 

Por ejemplo, sostenían que sólo había 2.000 huelguistas de los 16.000 trabajadores de la MTZ, 

donde las manifestaciones de apoyo a la huelga fueron dispersadas por las fuerzas del orden. 

Todavía el 18 de agosto, la producción de cloruro de potasio de las minas de Belaruskali en 

Soligorsk (el mayor sitio de producción del mundo de este mineral) fue completamente bloqueada 

por los mineros en huelga y la continuación de las huelgas fue declarada en muchas empresas 

no obstante las intimidaciones y los arrestos.



Las razones de la cólera

Un pequeño país de poco más de 9 millones de habitantes, Bielorrusia ha visto, por primera vez, 

durante los 26 años de presidencia de Lukashenko, un periodo de notable crecimiento económico, 

facilitado por el petróleo a bajo coste provisto por Rusia (parcialmente reexportado a precios del 

mercado mundial) que es su principal socio económico (representa el 44% de las exportaciones 

bielorrusas y el 60% de sus importaciones) Esta prosperidad, muy relativa pero real si se compara

a la explosión de las desigualdades en un país como Ucrania, explica la popularidad de la cual 

goza desde hace el tiempo el régimen.

Pero las cosas comenzaron a cambiar en los últimos años. El crecimiento económico se ha frenado; 

Bielorrusia tiene cada vez más problemas para pagar sus importaciones de materias primas, 

sobre todo después de que Rusia haya aumentado el precio del petróleo que le vende, mientras 

sus exportaciones de mercancías producidas por un sector industrial poco rentable padecen 

una competencia cada vez más aguerrida. Las crecientes dificultades económicas han llevado 

a las autoridades a aumentar las medidas anti sociales y anti obreras: los contratos colectivos 

de trabajo se han sustituido por contratos individuales de corto término, se han reducido las 

pensiones de vejez y, además, se ha introducido un impuesto sobre las indemnizaciones por 

desocupación. Esta ha aumentado (está cerca del 10%) y los salarios reales han disminuido 

más de un 30% como consecuencia de la inflación (1), todo esto en una situación en la cual 

la libertad de organización y de lucha de los trabajadores están muy limitadas.

 

Bielorrusia y el imperialismo

La importancia de las relaciones económicas con Rusia se traduce inevitablemente en estrechos

lazos políticos entre ambos países. Pese a ello, en el último periodo estos lazos se han vuelto 

más tensos. Bielorrusia ha refutado el proyecto de integración político económica propuesto 

por Moscú y ha hecho varios gestos hacia Europa; se ha vuelto también hacia Estados Unidos 

para adquirir su petróleo después del fin del trato preferencial dado por Rusia. A finales de julio, 

la policía bielorrusa arrestó a una treintena de mercenarios rusos, acusándolos de querer 

desestabilizar el régimen durante las elecciones. Un adversario “democrático” en prisión, 

Barbaryko, había sido acusado previamente de ser un agente de Moscú (2). Estas declaraciones

anti rusas sirvieron efectivamente para alimentar el nacionalismo, que es la principal carta política 

del régimen.

De hecho, apenas estallaron las manifestaciones, Lukashenko ha cambiado de sentido: no es ya 

Rusia, sino la OTAN y Polonia a quienes acusa de quererlo desestabilizar siendo los organizadores 

de las manifestaciones. Putin ha vuelto a lanzar declaraciones –moderadas- de apoyo a su aliado: 

para el líder ruso, que afronta grandes manifestaciones en la parte extremo-oriental de su territorio (3), 

no debe permitirse de ninguna manera el ejemplo de un gobierno cediendo a la presión de la calle.

Los imperialismos occidentales, por su parte, rechazan validar los resultados de las elecciones, 

afirmando su apoyo verbal al “pueblo” de Bielorrusia y han anunciado sanciones económicas 

contra algunos altos responsables del país. En realidad, cuentan con Rusia para evitar que 

Bielorrusia se convierta en otro foco de inestabilidad en esta parte de Europa. Ninguno de estos 

imperialismos se preocupa de la suerte de los proletarios o de la población en general: para ellos

cuenta sólo la defensa de sus intereses, económicos o geoestratégicos.

Para el proletariado la solución no es la unión democrática interclasista, sino la lucha 

proletaria para la defensa de sus intereses de clase.


Los opositores democráticos mantienen “la unión de todas las clases” para lograr la democracia; 

esto no puede ser un objetivo para el proletariado, que necesita urgentemente, en lugar de esto, 

luchar para defender sus propios intereses contra los capitalistas y el primero entre ellos, el Estado 

bielorruso (el sector estatal es aún el dominante en el país): la democratización del Estado no 

cambiará nada su destino. Su participación en los últimos días de lucha ha demostrado el poder 

que posee; hasta ahora se ha movilizado como una fuerza guiada por los opositores democráticos 

y pequeño burgueses. Esto era inevitable dada la ausencia de cualquier tipo de organización y 

de tradición de lucha clasista. Existen muchos sindicatos llamados independientes y “democráticos” 

(BKDP); si bien no son siervos del sistema como los grandes sindicatos que sirven sobre todo

 para disciplinar la fuerza de trabajo, sí que es cierto que son organizaciones colaboracionistas, 

extrañas a las posiciones de clase y reconocidas por las instituciones. Lo han demostrado de nuevo 

en los sucesos recientes. El 12 de agosto lanzaron una declaración pidiendo el fin de la represión 

y la libertad de los presos, pero sin llamar a hacer huelgas, dado que esto implicaría el riesgo de  

"despidos masivos”. Barridos del movimiento, pocos días después (17/08) han llamado a la 

formación de un Comité Nacional de huelga, como hemos visto: pero su formación y su papel 

sería el de bombero social. El objetivo que se han prefijado es, de hecho, dejar salir al país de 

la crisis política poniendo fin a la “situación de doble poder” (entre Lukashenko y su rival) gracias 

a este Comité que sería el único capaz de “empeñarse en un diálogo directo con las autoridades 

acerca de un traspaso del poder” (4) ¡Pero no es del diálogo con las autoridades de donde puede 

salir algo positivo para el proletariado! Sólo la lucha contra esta autoridad, a la espera de tener 

la fuerza de acabar con ella, puede permitir obtener concesiones sustanciales.

Los proletarios de Bielorrusia deben librarse de la unión interclasista y de las ilusiones democráticas 

para tomar la vía de la organización y de la lucha de clase. Han dado ya un primer paso 

movilizándose masivamente contra Lukashenko; los próximos pasos contra el capitalismo, 

cualquiera que sea la forma de gobierno y cualesquiera políticos estén en el poder, no serán 

ni automáticos ni fáciles; pero más allá de los resultados inmediatos del movimiento actual, 

los proletarios de Bielorrusia han dado ya la señal de que el largo periodo de pasividad y de 

resignación impotente de los proletarios europeos va llegando a su fin.

 

¡A los proletarios de otros países les toca confirmar esto y llevarlo a una efectiva solidaridad 

lanzándose, sobre bases de clase, a la lucha contra los capitalistas y sus Estados!


Partido Comunista Internacional

 21/8/2020
www.pcint.org


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(1) https://lvsl.fr/la-bielorussie-se-dirige-t-elle-vers-un-nouveau-maidan/
(2)El banquero Barbaryko ha sido arrestado con la acusación de lavado de dinero a favor de la sociedad rusa Gazprom.
(3)Durante semanas, en Khabarovsk han tenido lugar grandes manifestaciones anti gubernamentales para protestar contra el arresto del gobernador, opositor a Putin.
(4)Ver el comunicado del BKDP y la entrevista a su presidente de 18/08, que es miembro de la OIT (la organización de las Naciones Unidas que promueve la colaboración de clase) y es vicepresidente de la ITUC (confederación de los principales sindicatos colaboracionistas del mundo) https://belaruspartisan.by/politic/509539/

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