Venezuela: profundización de la crisis económica, impasse de la crisis
política burguesa, necesidad urgente de la lucha de clase proletaria
Después de los dislates de Guaidó y la oposición en sus mediocres intentos
de golpe de Estado que solo preludiaban el fracaso, y ante las amenazas
estadounidenses de que «todas las opciones están en la mesa», la
situación sigue siendo azarosa entre todos los protagonistas;
comenzando por la dislocación de la posición golpista después de reunirse
con delegados del gobierno, en Noruega y luego en Barbados, debido a que la
Administración Trump y el gobierno venezolano anunciaban que desde hace un
buen rato se estaban reuniendo en secreto, independientemente de los
delegados de Guaidó y el gobierno venezolano que «ya no quiere
seguir hablando con los títeres sino con el titiritero», como a firmaba
el jocoso Diosdado Cabello, segundo en el mando chavista... Todo esto tiene
que ver con el recrudecimiento de la presión americana sobre Caracas, ante
el impasse en que se encuentran Guaidó y Maduro para solucionar la crisis
venezolana.
EL
JUEGO IMPERIALISTA PESA EN FORMA DETERMINANTE SOBRE LAS RIVALIDADES INTERNAS
Los
principales voceros de la Administración Trump, amparados en la doctrina
Monroe (que en la práctica es considerar al resto del continente como su
«patio trasero»), han evocado como espada de Damocles la «opción» de
invasión militar directa para derrocar al gobierno Maduro y montar a su
marioneta, el Sr Guaidó, o de un bloqueo naval total de las costas
venezolanas (algo así como 3 mil kilómetros de frontera marítima a
vigilar...!), cosas que en sí serían casi imposibles y extremadamente
traumáticas para toda la región. Sin embargo, la misma expresa
simultáneamente la tremenda importancia de los intereses materiales, que en
Venezuela se han puesto en juego entre un virtual bloque imperialista
occidental en torno al eje americano y los imperialistas rivales como lo son
Rusia, China e incluso Turquía e Irán, dentro de un juego político geo-estratégico
bastante alambicado y complejo. Por ejemplo tenemos que las inversiones
chinas en Venezuela, en la explotación de los recursos primarios como el
petróleo, hierro y otros minerales industriales y preciosos como el oro,
coltán, etc., además de la recuperación de algunas refinerías que están
paralizadas por falta de mantenimiento, exigen de la potencia asiática una
intervención política y diplomática más agresiva en Venezuela (ya con una
deuda acumulada de 25 millardos de dólares), y que pueda asegurar allí estas
inversiones, que forman parte de sus grandes proyectos hechos en toda la
región; pero estas nversiones jamás superarían las inversiones
estadounidenses en Venezuela que datan desde comienzos del siglo Veinte,
precisamente en los pozos petroleros. Hoy en día el stock de capital
americano en Venezuela alcanza la faraminosa cifra de 600 mil millones de
dólares (1).
Rusia, por su parte, no solo tiene grandes inversiones, sobre todo en la
faja petrolífera del Orinoco, sino que además comercializa, a través de su
empresa estatal Rosneft, el petróleo venezolano a nivel internacional, para
escapar de las fuertes sanciones que los estadounidenses aplican al petróleo
y a las finanzas de Caracas; además de brindar un vasto apoyo militar al
ejército venezolano, Rusia acaba de anunciar la intención de enviar a los
puertos del país caribeño una flota de buques de guerra, dando clara señal
de su rechazo a toda veleidad guerrerista por parte de la potencia
estadounidense.
SITUACIÓN SOCIO-ECONÓMICA EN VENEZUELA
Según
el FMI, para Venezuela las proyecciones económicas son simplemente
horrorosas: tenemos una inflación que se disparó en el año 2016-2017 a un
100%, para luego ascender a 900.000% (130.060% según el Banco Central de
Venezuela) en 2018, pero, esta institución central capitalista que preveía
10 millones por ciento para 2019, rectifica sus cifras y ahora pronostica
solamente (¡!) un millón por ciento para 2019; de todos modos estamos en
presencia de una hiperinflación que bate todos los récords históricos. Las
cifras del desempleo, siempre según el FMI, evidentemente son altas (34,3%),
ni hablar del PIB que de sobresaliente en 2011 (5,6%), pasa a negativo en
2018 (-15%).
Para
complemento está el aparato productivo que en todos sus sectores vive caídas
verticales de hasta un -65% desde 2013; un factor importante de estas caídas
es la producción petrolera que entre 2011 y 2015 se mantuvo en 2 millones
500 mil barriles / día, pero que hoy ha descendido hasta 800 mil barriles /
día ; si agregamos que los precios del petróleo, después de haber aumentado
en los últimos meses, vuelven a bajar, se comprende que es suficiente como
para golpear duramente al presupuesto nacional. El desfalco es más que
evidente, ya que las pérdidas y los accidentes en la producción se deben, en
la mayoría de los casos, a falta de mantenimiento e inversiones
tecnológicas, que en el capitalismo son importantes para la competitividad
en el mercado, sobre todo en un país cuyas divisas provienen casi todas de
la comercialización del aceite negro.
A las
causas económicas – que no todas se le pueden solo achacar a la
Administración Maduro, sino también a la crisis mundial que viven sobre todo
los países productores exclusivos de materias primas – siguen las
consecuencias de orden social, tales como la subnutrición, malnutrición y
obesidad que, según la FAO (2), se triplicó entre los trienios 2010-2012 y
2015-2017, pasando de 3,6¨% de la población a un 11,7%, incluso tomando solo
como referencia las estadísticas suministradas por las autoridades
venezolanas. Lo mismo pasa con las enfermedades epidémicas que habían
prácticamente desaparecido, como la malaria, tuberculosis, difteria, y que
hoy reaparecen brutalmente y se recrudecen inevitablemente, dada la falta de
medicinas y vacunas para evitar un contagio mayor (3). Auñado a todo esto
está la migración (4 millones, entre emigrantes y desplazados, en menos de 4
años, de acuerdo a fuentes de la ONU), de manera que la realidad habla de la
existencia de una situación tendencialmente dramática, como es la crisis en
los hospitales, los frecuentes apagones eléctricos, el bajo nivel de los
servicios públicos como la basura, agua, electricidad, Internet, telefonía,
etc; a lo que se añade el profundo abismo adonde ha ido a parar el valor
real de los salarios.
LA
«GUERRA ECONÓMICA»... QUE LIBRA EL GOBIERNO CONTRA EL PROLETARIADO
Los
chavistas culpan de la dramática situación, aunque con notables bemoles (4),
además de las sanciones americanas, a los grupos empresariales de la vieja
burguesía; pero en realidad las leyes del capitalismo imponen a las
empresas, del tinte político que sea, utilizar todos los medios disponibles
para defender sus ganancias, en perjuicio de los intereses de los
proletarios y de las masas. También la ineficiencia, la corrupción de cuello
blanco, como la que reina siempre en las principales empresas públicas, se
revela particularmente nefasta dada la situación de crisis económica que
azota al país actualmente.
Esta
es la demostración práctica de la naturaleza de las tesis y políticas
bolivarianas que, en definitiva, cuando la crisis disipa la polvareda
levantada por las medidas sociales,las «misiones», lo que aparece es un
liberalismo del más puro y un capitalismo del más salvaje.
La
propaganda gubernamental acusa también a los Estados Unidos de librar una «guerra
económica contra el pueblo de Venezuela», y es cierto que las sanciones
americanas, que comenzaron bajo el gobierno Obama y que son actos contra el
gobierno venezolano, en especial contra sus representantes, han tenido
consecuencias desastrosas para la población. Pero utilizando el
nacionalismo, para llamar a la unión nacional en defensa de la patria, la
soberanía, etc., el gobierno Maduro busca movilizar a sus partidarios para
ganar apoyo entre los proletarios, tratando de hacer olvidar que, en
realidad, es el propio gobierno quien libra la guerra contra el
proletariado.
Lo
inaudito es que el gobierno Maduro casi ha logrado la hazaña de evitar
grandes revueltas, salvo la de los manifestantes de la oposición, y que la
clase proletaria, que solo depende de su fuerza de trabajo para vivir,
muestre solo signos aislados de descontento contra salarios de
miseria (el salario mínimo roza los 5 dólares mensuales) y condiciones de
vida insoportables que practica el régimen chavista.
En
efecto, la experiencia histórica de las grandes crisis económicas, como la
de los años 30', ha demostrado que en un primer momento estas crisis abruman
al proletariado, lo embotan, lo ponen de rodillas – sobre todo cuando le
faltan sus armas de lucha, es decir, sus organizaciones de clase: no hay una
relación automática entre una grave crisis económica y el desencadenamiento
de la lucha de clase. Por lo tanto, la reacción inmediata de los proletarios
será la búsqueda de soluciones individuales (entre ellas, la emigración)
antes de recobrar confianza en la acción directa y colectiva contra los
capitalista. Además, la prolongación de esta situación de parálisis de la
clase obrera es debido al hecho de que la sola alternativa es la que
presenta la oposición burguesa de derecha, demasiado antiproletaria como
para enrolar a las masas sin-reservas de la nación.
REPRESIÓN PREVENTIVA
La
represión ejercida por la policía y el ejército venezolanos no están muy
lejos de esta situación de secuestro y casi parálisis de la clase obrera. El
Estado no solo ha reprimido las manifestaciones de la oposición, sino
también las protestas venidas de los barrios, empresas públicas, de los
trabajadores de la educación, profesores, enfermeras y del movimiento
campesino, así como el sonado caso del sindicalista Rubén González cercano a
la MUD que, a pesar de su labor colaboracionista de hacer contentar con
migajas a los trabajadores, ha sido condenado a 7 años y 7 meses de cárcel.
Todo este cuadro represivo se ampara en los decretos de «Estado de Excepción
Constitucional» establecidos por el gobierno venezolano. Estos decretos, y
otros instaurados en la época de Chávez, fueron impuestos desde mayo de 2016
y renovados en septiembre de 2018, y permiten que el Gobierno emplee la ley
marcial para «preservar el orden interno».
El
caso de González es muy instructivo: cuando el gobierno y los patronos no
tienen nada que conceder a los trabajadores, el día en que se alzan, el
Estado burgués no vacila en hacer que se pudran en un calabozo a los
sirvientes que hablan demasiado. Esta es una lección para los otros, una
advertencia, una amenaza para que otros como él sigan jugando su papel de
defensores de la paz social (es decir, de parálisis del proletariado), y
para los obreros: hoy ya no hay nada que redistribuir, y la represión ha
pasado a un primer plano.
FRACCIONES BURGUESAS RIVALES, PERO UNIDAS CONTRA EL PROLETARIADO
El
fracaso político de la posición de la burguesía clásica local se debe en
parte a su origen social y económico, cuyos principales líderes vienen de la
denominada burguesía compradora. Esta capa parasitaria hoy en día no
le queda sino mirar surgir fenómenos como el fantasioso Guaidó que, en
declaraciones recogidas por el diario «Financial Times» (5), dice que «tenemos
todos los elementos necesarios para sustituir una dictadura y tener una
transición: apoyo popular, apoyo institucional, acceso a recursos... apoyo
internacional, estado de las fuerzas armadas, capacidad de movilización...
bueno, los tenemos todos, o la mayoría de ellos... (¡!)» Bueno... a
pesar del apoyo de Trump, incrementando la presión sobre el gobierno
venezolano por medio de sanciones cada vez más sanguinarias, los hechos han
mostrado la banalidad de estas declaraciones, que más bien tienen que ver
con una autointoxicación del propio discurso.
Es
necesario también indicar que esta vieja burguesía tiene otra facción
adversaria – pero que puede resultar complementaria y unitaria, en caso de
grandes explosiones sociales –, muy competitiva, que viene impulsando la
política de Maduro y el PSUV (Partido Socialista Unido de Venezuela). Esta
facción de orígenes diversos fue creciendo de manera dinámica luego de los 2
booms petroleros de antaño, que dieron nacimiento a elementos de la mediana
burguesía que trataban de diversificar la economía venezolana, pero también
participar del pastel petrolero.
Si
bien hay dos fracciones de la burguesía que se enfrentan apoyándose cada una
en los diversos imperialismos (Usa y la UE, etc. respaldando a la oposición,
y China y Rusia a favor del gobierno Maduro), las mismas no están separadas
por un muro infranqueable, por compartimientos estancos – como es el caso
del emporio de la vieja familia Mendoza que colabora ampliamente con el
gobierno Maduro, sin hablar del pacto Chávez-Carter-Cisneros (Ver Suplemento
N° 6 a «El programa comunista» N° 47; Marzo de 2008, p. 3) –, tal como lo
demuestran las negociaciones entre el poder y la oposición. Todas dos tienen
un programa anti-proletario.
Es
fácil para la oposición denunciar la situación catastrófica en la que
sobreviven las masas bajo el gobierno Maduro. Pero, sin proclamarlo
abiertamente, en caso de tomar el poder, su programa será el de una «terapia
de choc» para frenar la hiperinflación y restaurar la taza de ganancias del
capitalismo venezolano; evidentemente el choc sería asestado a los
proletarios y masas venezolanas. Según Eduardo Gamarra, profesor de economía
en una universidad del estado de Florida, «los venezolanos que han
sufrido durante todo este tiempo, van a encontrarse frente a una política
muy dura, muy dramática, si se quiere controlar el sistema monetario»
(6).
UN
GOBIERNO QUE SE SOSTIENE A PUNTA DE ENGAÑOS NO PUEDE IR MUY LEJOS
Hace
un año Maduro llamaba a la clase obrera a apoyar su plan de reactivación
económica y financiera: «tenemos en nuestras manos la fórmula perfecta
para garantizar el bienestar del pueblo venezolano», declaraba el
mandatario, el 23/8/2018, durante una reunión con dirigentes sindicales.
Pero desde ese tiempo hasta acá, los hechos han mostrado lo que se escondía
detrás de estas frases demagógicas: una degradación nunca vista de la
situación económica y social no solo del proletariado, sino también de
amplias capas de la pequeña burguesía, y que solo ha enriquecido a los
especuladores, los llamados «bachaqueros», pero sobre todo a los burgueses
que gozan de un acceso más fácil a las divisas.
DESDE MACONDO, GUAIDÓ LLAMA AL EJÉRCITO VENEZOLANO
Pero
el Ejército burgués apoya al gobierno, porque su jerarquía está
estrechamente relacionada con la gestión del país, por lo tanto, a los
negocios. Esta jerarquía entronizada en el gobierno continúa haciendo
negocios a pesar de la crisis, así que nada tendrá que ganar asociándose a
la oposición para propinar una golpe de Estado a Maduro (su gabinete está
compuesto casi exclusivamente por altos militares). Pero si estos negocios
son puestos en tela de juicio con la prolongación de la crisis, el
ejército, que es el último pilar y defensor del capitalismo, no vacilará un
segundo en deponer el gobierno chavista e infligir al proletariado la
«terapia de choc», o electrochoc, que prometen los economistas.
La
posición del ejército venezolano debe hacer reflexionar a las vanguardias
proletarias: no importa cuantas veces la clase obrera participe en el circo
electoral, o lo que diga la «opinión pública», ya que, cuando es necesario,
las decisiones fundamentales descansan en la fuerza, la violencia y la
dictadura concentradas en ese brazo armado del Estado burgués. Como
sentencia la critica marxista «más allá de las apariencias de civilización y
de sereno equilibrio del orden burgués, aun en la república más democrática,
cl Estado político constituye el comité de intereses de la clase dominante».
¡PATRIA ES PATRÓN!
Pero
lo que más nos interesa denunciar es que, sea cual sea el final de este
largo melodrama entre gobierno y oposición, de esta comedia o tragedia, lo
cierto es que entre esta banda de políticos, parásitos y sabandijas de toda
índole, se encuentra aprisionado el proletariado completamente inerme desde
el punto de vista de clase, al que todavía se le toma por seguidor
nacionalista que defiende «su» patria contra el imperialismo americano,
antes que los intereses de su clase, en esta sociedad que lo margina y le
niega su condición de productor exclusivo de la riqueza de una nación que no
le pertenece, pero que, sin embargo, es el primero en ser llamado a
defenderla en cuanta manifestación se le invite para denunciar las tropelías
de un Trump, a pesar de sus pésimas condiciones de vida y de trabajo.
Bastaría pensar que las guerras siempre han estallado con cada ejército
reclamando para sí la defensa de la patria... para que el proletariado en
Venezuela, por fin, se decida resueltamente solo a luchar por sus
reivindicaciones en las manifestaciones contra el capitalismo salvaje que
reina allí, a pesar de toda la propaganda «socialista» del gobierno Maduro
LA
IZQUIERDA EN SU LABERINTO INTERCLASISTA, O PATADAS EN EL TRASERO QUE SE
DESPERDICIAN
- Los
trotskistas del «Partido socialismo y libertad» y C-cura – que en el pasado
fueron invitados a conferencias con la prominente asociación de empresarios
venezolanos, Fedecámaras –, a través de su organismo internacional (www.uit-ci.org)
son solidarios con las movilizaciones en Hong Kong, así como lo hicieron con
las manifestaciones de 2017 en Venezuela contra Maduro. Esto prueba su
pernicioso interclasismo pese a sus llamados de autonomía de la clase
obrera. Llaman, por ejemplo, a «que nos reagrupemos y construyamos una
alternativa política de los trabajadores y el pueblo, que se postule como
opción verdaderamente revolucionaria frente al Psuv y la MUD. Llamamos a la
izquierda chavista y no chavista a unirnos tras este objetivo» (7); pero
sin decir sobre qué terreno se situaría la acción de esta «alternativa
política»: ¿en el terreno electoral, es decir, en el cuadro de las
instituciones del Estado burgués, o sobre el terreno de clase y
revolucionario, por tanto, contra esas instituciones y contra ese Estado? En
este último caso sería imposible lograr una unión con gentes que sostienen
al gobierno actual, aunque lo critiquen, como es el caso de la llamada
«izquierda chavista». En realidad aquí no se encuentra otra cosa que los
viejos y tradicionales frentes populares que siempre han servido para
impedir una verdadera movilización revolucionaria del proletariado.
- Los
trotskistas de Marea Socialista, agrupación venezolana no habilitada
legalmente para participar en el juego electoral, está internacionalmente
conectada con el Secretariado Unificado de la IV Internacional, el cual ha
abandonado el concepto marxista de dictadura del proletariado por el de
democracia socialista (8), lo que es más conforme con su práctica
reformista, de la cual su participación en las elecciones burguesas no es
más que un ejemplo; y tan exagerado y furioso es su electoralismo que en las
elecciones regionales de 2017 decidieron participar sin tarjeta propia
afirmando que «los derechos no se declinan y es necesario hacer todos los
esfuerzos posibles por ejercerlos (¡!)». Igualmente participaron sin
tarjeta propia en las elecciones municipales de diciembre de ese mismo año.
Contradictoriamente hablan de «soberanía nacional», es decir, defender la
economía nacional, pero llaman a la «autonomía» de la clase obrera: los
oportunistas camuflan siempre su verdadera naturaleza detrás de
declaraciones clasistas en apariencia, cuyo fin es atraer a los proletarios
asqueados del reformismo tradicional.
Los
proletarios no pueden contar con este tipo de organizaciones para sus
luchas.
Su situación, cada vez
más dramática en Venezuela, impone la necesidad de una lucha de resistencia
únicamente en el terreno de clase, independientemente de y contra todas las
orientaciones burguesas, chavistas o anti-chavistas. Como en todos los
países, esta lucha plantea la necesidad de la reconstitución del partido de
clase, internacionalista e internacional, para dirigir el combate anti-capitalista
hasta el objetivo final cual es el derrocamiento del Estado burgués y la
instauración del poder dictatorial del proletariado. Si bien esta
perspectiva no es inmediata, no obstante es la que debe guiar desde hoy a
los proletarios de vanguardia.
¡No a
la unanimidad nacional, no a la defensa de la patria, disfraz conque la
burguesía oculta sus intereses de clase!
¡Abajo el pacto social chavista! ¡Arriba la lucha de clase proletaria y
anticapitalista!
«¡El
enemigo principal está en casa!», como decía hace un siglo el
revolucionario marxista alemán
Karl Liebknecht...
(1)
Los medias hablan de manera exagerada acerca del «milagro chino», la «ruta
de la seda», de que China será la próxima primera potencia mundial, etc.,
pero hablando de las relaciones económicas de Estados Unidos con Venezuela,
la ex Vice Ministra de Comercio Exterior, Rosado Prieto, afirmaba en 2015
que estas relaciones «(son) muy fructíferas a juzgar por los 590 mil
millones de dólares que refleja la balanza comercial en los primeros 13 años
de la Revolución Bolivariana (...) EEUU es el primer destino de divisas
públicas venezolanas, en 2013 recibió el 50% del total de los pagos
internacionales que Venezuela realiza». (Cfr. https://vigiljournal.com/es/la-inversion-extranjera-en-venezuela).
Desde esa última fecha hasta hoy, es cierto que ha habido una cuantiosa fuga
de capitales norteamericanos, pero Usa sigue siendo de lejos el principal
socio de Venezuela, muy por delante de China y Rusia.
(2)
Venezuela es el país latinoamericano que experimentó los mayores aumentos en
materia de hambre y malnutrición durante el bienio 2016-2018. El informe de
la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura
(FAO) junto al Programa Mundial de Alimentos y la Organización Panamericana
de la Salud, señala además que el hambre en el país caribeño se triplicó
entre los trienios 2010-2012 (3,6%) y 2015-2017 (11,7%).
(3)
Según el Observatorio Venezolano de la Salud, el 12,1% de la población come
únicamente dos veces al día o menos, y la Fundación Bengoa para la
Alimentación y Nutrición estima que el 25% de los niños y niñas padecen
malnutrición, según recoge Amnistía Internacional en su informe anual.
(4) «Me
da hasta vergüenza. Hemos perdido incluso gobernabilidad y somos
responsables de ello. No es responsable la Cuarta República. No. No es
responsable Carlos Andrés Pérez. No. Somos responsables nosotros porque
tenemos 19 años en revolución y somos responsables de lo bueno o de lo malo
de este país», decía Freddy Bernal, jefe de policía y actual Coordinador
Nacional de los CLAP, en julio de 2018.
(6) Cfr. https://www.cnbc.com/2019/08/02/venezuela-inflation-at-10-million-percent-its-time-for-shock-therapy.html
Partido Comunista Internacional
(El Proletario)
31 de
Agosto
de 2019
www.pcint.org