Argentina
La diversión
electoral acude en ayuda de un capitalismo en bancarrota económica
En
Argentina, la crisis económica se ha agravado en el curso del último
periodo: a un ritmo anual, el PIB (producto interno bruto) hace
marcha atrás en un 6% en el primer trimestre (últimas cifras
conocidas), al mismo ritmo que el trimestre precedente, y todo
indica, comenzando por la baja de la producción industrial que se
acentuó en junio y julio, que, en ese sentido, la situación se
acentuó; todo esto a pesar de las medidas tomadas por el gobierno
Macri (simbólicamente marcadas con la salida del ministro de la
economía) la inflación continúa en ascenso, no obstante que las
tasas de interés a corto plazo decididas por el Banco Central sean
de un 75%, las más altas del mundo. Al contrario, la derrota
gubernamental en las elecciones primarias provocaba un crac en la
Bolsa (-38% el lunes 12 de agosto) y una caída de la moneda
nacional, el peso (-19% con respecto al dólar); esto va a reactivar
todavía más la inflación que ya alcanzó un 54,5% a ritmo anual.
Para frenar la fuga de capitales que habían sido atraídos por la
política liberal del gobierno, este último reinstalaba los
controles de cambio que había suprimido al comienzo de su función.
El año pasado, el FMI le hace un préstamo al gobierno Macri por 57
millardos de dólares (el más importante que el Fondo haya acordado
nunca antes). Pero, en el mes de agosto, corto de dinero, se vio
obligado a pedir al FMI una reestructuración de la deuda que ya no
podía reembolsar: Argentina se encontraba virtualmente en suspensión
de pagos.Desde el comienzo de su mandato en 2016, Macri ha llevado a
cabo una política de austeridad, anti-social, además de multiplicar
las medidas a favor de sectores de la clase dominante, tales como la
supresión de las tasas a la exportación para favorecer el
agro-budines (sector clave de la economía argentina que, por esta
razón, había entrado en conflicto con el gobierno peronista de
Cristina de Kirchner) y el sector financiero. La justificación de
tales medidas era que las mismas iban a reactivar el crecimiento, el
deterioro de las condiciones de vida y de trabajo de las amplias
masas proletarias que estas provocaban era presentado como un precio
provisorio a pagar. En realidad, se trataba simplemente de satisfacer
a los capitalistas que no soportaban más las tasas del gobierno
peronista pero, en lugar de crecimiento, es la crisis lo que ha
llegado. Actualmente en la prensa internacional se pueden leer
numerosos comentarios que acusan al FMI de no haber exigido medidas
de austeridad más fuertes, con el fin de incrementar las ganancias y
«sanear» las finanzas como contrapartida a su préstamo.Pero tanto
la burguesía argentina, como los expertos del FMI, temen que medidas
demasiado drásticas conlleven una explosión social que podría
escapar a todo control. Todos recuerdan la crisis económica de 2001
que generó violentas revueltas provocando la muerte de más de
treinta personas. Felizmente para la clase dominante, la diversión
electoral ya ha sido proclamada con las elecciones generales de
octubre.Según los resultados de las PASO (1), Macri al parecer
cederá su puesto al candidato peronista Fernández. Para tener las
manos libres, este último (que tiene como vicepresidente a la
antigua presidente Cristina de Kirchner) mantiene la más grande
vaguedad en torno a su programa: es claro que quien tome las riendas
del poder, llevará a cabo una política anti-obrera y de una
austeridad más aguda, pero que el capitalismo argentino requiere.
Mientras tanto, el circo electoral habrá permitido durante varios
meses a los partidos y sindicatos colaboracionistas de desviar a los
proletarios del único medio que tiene para defenderse: la lucha
abierta.
EL
TROTSKISMO EN CAMPAÑA: NACIONALISMO Y REFORMISMO EN EL PROGRAMA
.Cuatro
partidos trotskistas argentinos decidieron lanzar un nuevo cártel
electoral para los comicios de octubre de 2019. Está compuesto por
el Frente de Izquierda y de los Trabajadores-Unidad (FIT-U), reagrupa
a los partidos del antiguo FIT – Partido de los Trabajadores
Socialistas (PTS), Partido Obrero (PO), Izquierda Socialista (IS) –
y el Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST)El nuevo Frente
publicó un programa que puede resumirse en dos palabras:
nacionalismo y reformismo.El primer punto del programa, el que le da
su carácter primordial, es la «ruptura con el FMI», acompañado
del «No pago de la deuda. Dinero para los salarios, trabajo, salud,
educación y vivienda, no para el Fondo Monetario». ¡Ni una palabra
contra el capital nacional!Es cierto que el FMI, una agencia burguesa
internacional que presta capitales a bajo precio a cambio de medidas
de austeridad, desangra a los proletarios. Pero esto no exonera en
nada a la burguesía argentina. Los explotadores argentinos son tan
rapaces como los explotadores extranjeros. Los proletarios no ganan
nada escogiendo a los burgueses de Buenos Aires, o a los de
Washington, sede del FMI. Ni con unos, ni con otros, lograrán
solucionar su situación. Los trotskistas del FIT-U olvidan
totalmente que el capitalismo obedece a leyes inmutables e
impersonales y que sus exigencias actuales para intensificar la
explotación del proletariado no es por culpa del FMI, sino más bien
del sistema en sí. Pero es tradicional en la pequeña burguesía
buscar siempre al culpable en algún monstruoso marionetista, siempre
halando los hilos de los personajes de la historia sin nunca
mostrarse al público. No es tarea de la clase obrera reformar al
Estado nacional burgués para enfrentarlo al imperialismo. No hallará
su camino de clase, sino cuando cese de determinarse siempre con
respecto a las alternativas burguesas y cuando ejerza su fuerza por
objetivos que les son suyos. Contra los ataques repetidos del
capitalismo, nacional o internacional, ella no puede buscar su
defensa más que en sus luchas.El nacionalismo del FIT-U se
evidencia también cuando repiten el eslogan chovino «Los ingleses y
la OTAN, fuera de las islas Malvinas». Esta reivindicación es
puramente anti proletaria: ella no busca poner fin a la opresión
nacional (no hay argentinos en esa isla), sino a crear una unión
nacional detrás de la burguesía. Tal como escribíamos luego de la
Guerra de las Malvinas (2) : «Argentina no defiende en las Malvinas
ni
siquiera una reivindicacion irredentista, pues
la poblaciôn de las islas nunca
fue argentina. La
razon del golpe de fuerza no reside tanto en las ganancias que la
burguesia argentina podria extraer de la eventual explotaciôn de sus
riquezas naturales,como en la necesidad de volver a soldar la union
sagrada de
la burguesia y de sus partidos politicos en torno al gobierno, unión
que se ha ido resquebrajando con la agudlzaciôn de la crisis
econômica, la mas grave que el pais ha conocido {lo que explica
ademas el porqué del momento del desernbarco, mientras que la
reivindicaci6n de las islas dura ... desde siempre). Se trata de una
maniobra para consolidar el poder militar, una maniobra esencialmente
antiproletaria»La
tarea de la clase obrera no es tomar partido por uno u otro bandido
que se reparten el trabajo de los proletarios de cuyos frutos no
obtendrán sino un miserable salario. La clase obrera tiene otra
forma de arreglar los problemas de «Soberanía», cual es de luchar
contra todas las burguesías, por una sociedad que considerará todas
las riquezas naturales y sociales como el bien común de toda la
humanidad.
ESTE
PROGRAMA ES TAN NACIONALISTA COMO REFORMISTA
A
nivel político, reclama «un gobierno de los trabajadores y del
pueblo impuesto por la movilización de los explotados y oprimidos».
Dicho gobierno estaría basado en «una Asamblea Constituyente libre
y soberana, que discuta y ejecute las medidas urgentes necesarias
para responder a las necesidades urgentes de la población activa,
promoviendo una transformación del país sobre nuevas bases
sociales». Por lo tanto, no es ni la dictadura del proletariado, ni
la revolución. El «gobierno de los trabajadores» permanece en el
cuadro de las instituciones burguesas y la «inmovilización»
termina en ir a votar para elegir a los diputados. Las «nuevas bases
sociales» son términos bastante confusos que sirven para
ocultar una letanía de reformas sociales de las que su programa no
se priva (salud, vivienda...) bajo el nombre de un «plan económico
obrero y popular discutido y gestionado por los mismos
trabajadores».En el centro de este plan, a nivel económico, se
encuentra la estatización de numerosos sectores de la economía: los
bancos, el comercio exterior, toda empresa que cierre, todas las
empresas privadas bajo el control, administración y gestión de los
trabajadores y usuarios», las empresas del sector minero y
energético. Va acompañado con reformas fiscales, «impuestos
extraordinarios sobre los grandes capitalistas» y por «impuestos
progresivos sobre las viviendas desocupadas pertenecientes a los
especuladores inmobiliarios», al mismo tiempo prometen «encargarse
de los pequeños ahorristas, y a ofrecer créditos con bajos
intereses». Ninguna reforma puede mejorar la explotación
capitalista. Los proletarios no tienen por qué ejercer control
alguno sobre su servidumbre.Está hecho a la imagen de los sectores
pequeño-burgueses y burgueses amenazados por la crisis capitalista y
víctimas de la competencia que le hacen las grandes empresas y el
capital foráneo. ¡Reformismo y nacionalismo van juntos!La
contribución de los trotskistas argentinos a la mistificación
electoral no es anecdótica. Difunde en las filas obreras sus
caprichos nacional-reformistas y refuerzan la creencia en la mentira
democrática de un Estado por encima de las clases que el
proletariado debería poner a su servicio.En lugar de participar en
elecciones, la única solución para los proletarios es la de
prepararse a entrar en lucha por sus verdaderos intereses de clase,
contra la explotación capitalista – nacional o extranjera –, y
contra la burguesía y su Estado.
¡Abajo
el Estado burgués!
¡Abajo el
capitalismo, nacional e internacional!
¡No al
nacionalismo, no a las ilusiones reformistas!
¡Viva la
revolución comunista mundial!
(1)
En las primarias (PASO:
Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) el 11 de agosto, el
candidato peronista obtuvo un 48% de los sufragios expresados, contra
solo un 32% para Macri. Otro candidato burgués recogió 8% de los
sufragios y la alianza trotskista 2,83%.
(2)
« ï Ni un solo hombre por las Malvinas!», El
Comunista,
n° 54, mayo de 1982
Partido
Comunista Internacional (El Proletario)
17
de Septiembre de 2019