Venezuela
Contra
la catástrofe capitalista,
una sola perspectiva:
la lucha
revolucionaria del proletariado
A
pesar del viaje de Maduro a China y luego a la sede de la ONU en
Nueva York; además de todos los esfuerzos que hace su gobierno,
Venezuela sigue hundiéndose económicamente. Pero son y serán los
proletarios las primeras víctimas de esta catástrofe.
Hiperinflación,
causas y consecuencias
Con
las arcas del tesoro vacías, producto de la baja de los precios del
petróleo y de las materias primas en general e internacional, que en
gran parte ha contribuido a la aparición, desde tiempos de Chávez a
una inflación (la más alta de América latina para ese entonces),
en parte derivada de la fácil decisión de ordenar una nueva
impresión de billetes sin respaldo de divisas, y que en el mercado
cambiario ya se ha devaluado, con la etiqueta en los productos que
marca los precios cuatro veces su precio oficial.
Ahora,
la fuente principal de la hiperinflación, y por consiguiente la
hiperdevaluación, es el déficit del presupuesto (¡20% del PIB!)
(1); es decir que el Estado venezolano gasta más de lo que gana u
obtiene casi exclusivamente de los petrodólares, cuya producción se
ha derrumbado y disminuye cada vez más. El FMI ha pronosticado, para
todo el año 2018, una hiperinflación de un millón por ciento (¡!),
cifra que ha sido muy criticada pero que tiene la virtud de mostrar
ante todo la incertidumbre de algo que puede acelerarse más o
disminuir su ritmo. Afirma el economista venezolano, Sutherland, que
«En
julio de 2018 la inflación del mes alcanzó el 125% y la inflación
acumulada en 2018 roza el 10.664,7%.
De este modo, el país lleva nueve meses consecutivos de
hiperinflación».
El Estado opta entonces por la impresión de más dinero numerario,
cuyos costos de fabricación incluso son mayores a la cifra impresa
en el billete, razón por la cual esta moneda pierde su valor oficial
o «facial». Normalmente todos los Estados hacen lo mismo, por lo
tanto siempre existirá una pequeña alza de precios de los productos
(los precios aumentan porque la moneda pierde su valor). Pero esta
inflación crea un problema cuando se vuelve incontrolable como en
Venezuela; entonces se produce una «fuga», es decir la moneda
nacional se convierte en una papa caliente para los «factores
económicos» (es decir, las empresas, comercios, etc. pero también
los individuos); nadie quiere tenerla en sus manos, todos buscan
deshacerse de ella lo más pronto posible, comprando otras monedas, o
bienes inmuebles, etc., todo lo que puedan (2). Para detener esta
devaluación galopante no hay muchas soluciones: o bien recurrir a la
plancha de billetes; o bien iniciar una intervención revolucionaria
despótica en la economía, a la bolchevique, cosa que la democracia
burguesa bolivariana no puede realizar; o bien «dolarizar» la
economía, pero esto crea un problema político mayor, cual sería
perder parte de la «soberanía nacional», y eso los bolivaristas no
están dispuestos a «entregar»... No saben pues qué hacer, han
caído en tinieblas.
Ante
esta situación, el gobierno Maduro opta por «elaborar» un plan que
ha llamado Programa
de Recuperación,
Crecimiento
y Prosperidad,
pero detrás de este nombre tan rimbombante no hay ningún plan o
programa, sino un cuadro de deseos ajenos a la realidad; por tanto,
sus medidas anti-inflacionarias no pueden hacer más que piruetas y
contorsiones que se transforman en una burla al proletariado y a
significativos estamentos medios de la sociedad y que, como el
proletariado, no tienen reservas o muy pocas. De manera que el
gobierno pierde credibilidad a la velocidad de la devaluación de
este nuevo cono monetario. En otras palabras esos inventos
improvisados nunca miden consecuencias, ni tampoco sacan lecciones.
Es por esta razón que con el famoso «o inventamos o erramos», que
es parte del «arsenal» ideológico del bolivarianismo, las
autoridades chavistas se permiten reincidir en las mismas
experiencias con los mismos resultados, la demostración es el alza
periódica del salario, y la inmediata alza general más grande de
los precios. Así, las leyes – y fuerzas – del mercado hacen que
esta moneda pierda rápidamente su valor teórico, por lo que
pronto las autoridades se verán obligadas a devaluar, mandando a
fabricar otros billetes con una denominación más alta, generando
más inflación, y haciendo que los «factores económicos» rechacen
la moneda oficial «soberana» y se tornen hacia el mercado negro de
divisas y a cobrar en divisas; en este ciclo infernal, los grandes
perdedores son en primer lugar los asalariados, pero igual son
golpeados los pequeños comerciantes y toda la jungla del abigarrado
estamento de las clases medias venezolanas: en grados diferentes toda
la población se pauperiza. Por último está el sector patronal
comercial o industrial, de la cual una buena parte se empobrece, o
peor, se arruina y van a la quiebra como ya se está viendo; y, otra
más pequeña de burgueses y traficantes, los llamados «guisadores»,
que ha podido hacer negocios con el gobierno, se ha enriquecido,
medrado y prosperado, y han aprovechado para comprar a bajo precio
diversos bienes, edificios, comercios, etc. ¡El «plan» de Maduro
es un plan para enriquecer aún más a la burguesía venezolana y a
Wall Street!
¡Ay!
el Petro
Para
esquivar las sanciones económicas de Estados Unidos, al gobierno
venezolano se le ha metido en la cabeza la creación de una
“criptomoneda” que, a diferencia de otras criptomonedas, en vez
de basarse en la construcción (minado) de una cadena denominada
blockchain, el Petro lo hace anclado, es decir, fluctúa en torno al
precio del barril de petróleo (en una cesta de varios minerales
cotizados) que todavía está en el subsuelo. Algunos expertos,
primero entusiastas de esta «idea» de criptomoneda venezolana,
ahora han comenzado a dudar de su seriedad y solidez... ¡por la
simple razón que la página dedicada al Petro (Blockchainve), si se
logra abrir no tiene ninguna información al día de hoy! ¡Sólo
tiene twiters...! ¡Incluso ya había sido lanzado en mayo! Es un
mito o arena en los ojos un Petro respaldado por barriles o
yacimientos petroleros.
Es
cierto que esta riqueza (el petróleo que subyace en la Faja del
Orinoco asignado a la pseudo- criptomoneda) es real, pero hasta ahora
solo es potencial,
es decir, estos barriles yacen todavía en un terreno donde se han
detectado una cantidad determinada de barriles de petróleo; además,
hoy en día el Estado no tiene dólares suficientes para la capacidad
instalada capaz de extraer ese petróleo (3). Por lo tanto, el precio
de ese barril está sujeto a la especulación y, dados sus costos, a
la hora de salir de la tierra podría tener un precio menor al
calculado para la época. Además, es imposible volver al oro o
petróleo como respaldo de una moneda que, en última instancia, se
apoya en la fuerza armada nacional. ¡Está en el aire la bancarrota
del Estado!
Emigración
masiva
Una
de las consecuencias de la crisis económica y social actual es que,
desde Venezuela, se ha desatado una emigración masiva hacia casi
toda la región; desde México hasta Argentina se habla de la llegada
masiva de estos inmigrantes recibidos como indeseables o asignados
como chivos expiatorios, ya que comienzan a ser víctimas de decenas
de maltratos y agresiones, además de la explotación inmisericorde
de su fuerza de labor, de ser el blanco de decenas de expresiones de
xenofobia, frutos de la inquietud ante los peligros potenciales que
los emigrantes venezolanos pudiesen infundir en la población local.
La
Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) afirma que, desde 2014,
cerca de 3 millones de venezolanos han atravesado las fronteras del
país para entrar a otros países, la mayoría han escogido la
frontera con Colombia, unos para quedarse por que tienen familiares
allí, otros parra acogerse a los programas de la ONU para refugiados
o en crisis humanitaria, etc. (4) y otros para pasar a otros Estados.
El
gobierno venezolano ha tratado de minimizar la situación con el
envío de aviones para recoger una parte de estos inmigrantes y
devolverlos a casa («Plan vuelta a la patria», una operación que
se revela propagandística, trivializando la huida masiva de
venezolanos al exterior). Lo que pasa es que las proporciones son
ridículas ante un fenómeno que se recrudece. También han intentado
diluirla en otras consideraciones como la de que los que emigran
hacia Colombia, son de origen colombiano residenciados en Venezuela y
que por lo tanto el problema pertenece a Colombia y no al país
petrolero que los atrajo precisamente con el petróleo y el trabajo
que esto generaba. Las autoridades venezolanas juegan con las
estadísticas, que sin embargo testimonian de un fenómeno que
existe... menos para el gobierno.
En
verdad, los colombianos en Venezuela no gozaban gratuitamente de lo
que un Estado pletórico en sus periodos de auge les otorgaba, pero
que al mismo tiempo se ha nutrido de su trabajo que aporta un monto
nada desdeñable al producto nacional, a la riqueza social; además,
los «paisas» son imprescindibles y muchas veces cumplen tareas
ingratas y miserables que el trabajador local repugna hacer, como por
ejemplo, la limpiadera de pisos y de niños y adolescentes en las
«casas de familia», los cuidadores de ganado y terrenos ubicados en
los estados fronterizos, pertenecientes a muchos capitalistas y
políticos venezolanos, instalados en la capital.
La
frontera colombo-venezolana no existe
Allí,
unos hacen que vigilan a otros que cruzan puentes, ríos, carreteras,
«caminos verdes», en una frontera tan grande (2200 km) como la de
México con Estados Unidos (3169 km). Zona donde todas las personas
se dicen pertenecer... a un país llamado Frontera, «soy de la
frontera». La leyenda de la Gran Colombia es, más que un «sueño
bolivariano», una realidad palpable, producto de una necesidad
materio-económica de los países que la componen; social y
económicamente es una de las fronteras más activas de toda América
Latina. Pero la falta de recursos, dada la disminución de ingresos
de sus exportaciones, ha movido al gobierno venezolano a iniciar un
plan de control digital y «biométrico» de la gasolina,
estableciendo una doble tarifa, de manera a favorecer al consumidor
venezolano y hacer pagar a precio internacional a los que no lo sean,
y, con esto frenar el contrabando de gasolina que se fuga hacia el
exterior, a Colombia como la principal salida, y recuperar nada menos
que 18 mil millones de dólares por este solo concepto. Pero, esto no
es tan simple, aquí no se están midiendo las consecuencias
posteriores, ya que tocar la zona fronteriza colombo-venezolana
significa tocar un 10 % de la economía venezolana y colombiana, y se
ha convertido en un punto neurálgico y el termómetro de muchas
tensiones tanto sociales como políticas y económicas. Es en esta
frontera donde se determina el precio del dólar paralelo y dominante
etc., etc.. En una anterior oportunidad, en 2015, el gobierno Maduro
había decidido cerrarla, el impacto se sintió de inmediato.
Cabe
destacar que los emigrantes venezolanos no son ya los pequeños y
medianos burgueses que emigraban a Miami, sino los proletarios que no
poseen nada que van a Colombia, Curazao, Guyana, etc. Huyen de la
miseria y son recibidos de muy malas maneras, además de ser víctimas
de la represión policial, incluso de pogromos, es decir, de ataques
masivos a los campamentos instalados por las ONGs en el sitio, o en
cualquier otro alojamiento precario, golpeados con bates de béisbol,
rociados de gasolina, llenos de vejaciones e insultos. Hay que decir
que para los proletarios todos los Estados son prisiones y galeras,
mientras que los burgueses gozan de todos los privilegios desde que
bajan del avión y pisan el país escogido para sus vacaciones.
Por
tanto, la solución no es la búsqueda sin éxito de un lugar más
tranquilo y más prometedor en este planeta, cosas que
lamentablemente no existen ni existirán en la sociedad capitalista
omnipresente, sino la lucha a muerte contra su sistema. Pero es
imposible condenar a aquellos que en lo inmediato no ven otra salida
que la de emigrar; pero tienen que saber que lo que les espera es más
miseria y opresión que antes de partir, de ambos lados de la
frontera; por tanto, de los dos lados de la frontera habrá que
luchar para defenderse; en unión con todos los proletarios y contra
los capitalistas y sus Estados nacionales.
No
obstante, la situación no solo se debe a la «creativa» política
chavista y a los burgueses o “boliburgueses” que tienen acceso a
los pocos dólares que todavía quedan y que pueden sacarle el jugo a
la hiperinflación y al baile de las etiquetas de los «precios
acordados», sino también y principalmente a la crisis
capitalista internacional.
Es Venezuela, pero también Argentina, Brasil, Sudáfrica, Turquía,
etc., los llamados «emergentes», los que han sido golpeados por los
altibajos de esta nueva y vieja crisis que hoy repercute en todos
estos países.
Frente
a las grandes potencias, epicentro de esta larga y penosa crisis, las
clases dominantes de los pequeños y medianos países no tienen mucho
campo para defenderse, y si lo hacen es para atacar al proletariado
como es el caso mismo de Venezuela, Argentina, Nicaragua, Brasil,
etc., o se preparan a atacarlo como es el caso de México y la
reciente elección del centro-izquierdista Obrador, que llega al
poder solo para defender los intereses del capitalismo nacional. Como
podemos notar, la re-emergencia de la crisis golpea casi al unísono
a varios países de América Latina principalmente (Nicaragua, Costa
Rica, Guatemala, Panamá).
Por
tanto, lo que pasa en Venezuela, y en todos los demás países, no
tiene una solución nacional sino internacional y comunista.
Se
sobreentiende que la revolución comunista internacional no es para
mañana; pero esa es la perspectiva que hay que tener en mente, no
importa lo lejano que se encuentra, es la más realista frente a
todas las «soluciones» nacionalistas «de izquierda» como en
Venezuela, o de derecha como en Argentina.
Esta
perspectiva necesita que el proletariado comience a dar los primeros
pasos indispensables para defenderse, como es la ruptura con la
práctica de colaboración de clase impuesta por las organizaciones
reformistas, ruptura con las orientaciones nacionalistas, rechazo a
hacer sacrificios, incluso derramar su sangre en nombre de la Patria
(léase: economía nacional), ya que los proletarios no tienen patria
ni nada que defender en esta sociedad. Al contrario, el proletariado
local e inmigrante, las masas explotadas, deben luchar por la defensa
exclusiva de sus intereses de clase, por la organización
independiente de clase, por la lucha de resistencia elemental
cotidiana, por la constitución del partido proletario, estrechando
lazos a nivel internacional, sobre la base del programa comunista
auténtico, herramientas indispensables para dirigir al proletariado
en la guerra de clase, preparar la revolución, la toma del poder y
la instauración de la dictadura del proletariado para acabar con el
capitalismo que no es más que fuente de miseria y muerte.
Esta
revolución no se realizará de la noche a la mañana, pero es
desde hoy que se la debe preparar. El proletariado no tiene otra
salida: o es la burguesía que saldrá de la crisis actual,
cargándose al proletariado con toda la ferocidad que necesite, o es
el proletariado quien logrará poner fin a la burguesía, su Estado y
su sistema económico inhumano.
Partido
Comunista Internacional (El Proletario)
www.pcint.org
7
de Octubre de 2018
_______
NOTAS:
(1)
«Venezuela
posee además un déficit fiscal que ronda el 20% del PIB (al menos
por sexto año consecutivo), el riesgo país más alto del mundo, las
reservas internacionales se ubican en el nivel más bajo de los
últimos 20 años (menos de 8.500 millones de dólares) y una aguda
escasez de bienes y servicios esenciales (alimentos y medicinas). El
valor del dólar paralelo (que sirve para fijar casi todos los
precios de la economía) se ha incrementado en más de 9.900% en lo
que va de 2018».
(Cfr.: Manuel Sutherland,
http://nuso.org/articulo/nicolas-maduro-tiene-un-plan/).
(2)
«El
presidente Nicolás Maduro anunció esta semana un aumento del
salario de 58 por ciento (329.646 bolívares —equivalentes a 1,83
dólares mensuales). El bono de alimentación quedó en 915.000
bolívares. Pero es solo otro intento de tapar una hemorragia con una
curita: el ingreso de los venezolanos sigue siendo por mucho el más
bajo de toda América Latina.
(…) Ante
el paso arrollador de la hiperinflación nadie quiere tener
bolívares, ni en el banco ni debajo del colchón. Apenas reciben el
sueldo o la pensión, los venezolanos salen en estampida a los
supermercados a comprar comida, aunque no les haga falta en ese
momento».
Ibidem
(3)
El
gobierno decidió «anclar» el bolívar al Petro y darle a este un
valor oscilante de 60 dólares. El valor del Petro será entonces de
3.600 bolívares soberanos (el tipo de cambio implícito será de 60
bolívares soberanos por dólar, es decir 6.000.000 de bolívares
fuertes). El Petro es una «critptomoneda» que carece de venalidad.
Las supuestas miles de ofertas de compra por el Petro jamás se
concretaron y el Petro no se compra ni se vende. El Petro está
respaldado por las reservas de petróleo del Bloque I de la Faja
petrolífera del Orinoco. El asunto es que (aparte de ser violatorio
de la Constitución y la Ley de Hidrocarburos) la garantía real de
cada Petro no existe, ya que el petróleo que la «sustenta» está
cientos de metros por debajo de la tierra en una zona donde no hay
extracción ni procesamiento del mismo. Extraer ese petróleo
extrapesado cuesta decenas de miles de millones de dólares que
Petróleos de Venezuela (PDVSA) no tiene. Para ser un respaldo real,
el Petro debería ser canjeable por una cantidad de petróleo clara y
específicamente establecida.
Ibidem.
(4)
«Acnur
indicó que 2.600.000 de venezolanos han salido del país. La
organización señaló que ha aumentado la cantidad de personas que
se han ido del país y pretenden tener la condición de refugiado
2.000% desde 2014».
Cfr.
http://www.el-nacional.com/noticias/sociedad/acnur-cerca-5000-personas-salen-venezuela-diario_2547