Sobre la pseudo huelga convocada para el 27 de septiembre

 

 El 27 de septiembre CGT y Solidaridad Obrera han convocado una “huelga general por Palestina” con las siguientes reivindicaciones: “por la redistribución del gasto público para la clase trabajadora, por el fin del genocidio y el apartheid en Palestina”. A esta convocatoria se han sumado organizaciones políticas como Boicot Desinversión y Sanciones (organización internacional que llama a la acción de los Estados contra Israel), los trotskistas de CRT o las “acampadas por Palestina”, todas con el objetivo de convertir esta jornada en una especie de reivindicación nacional “por Palestina”.

Para valorar correctamente el alcance real de esta convocatoria es necesario tener en cuenta que la mayor parte de las secciones sindicales de CGT no han tenido constancia de ella hasta hace pocos días que se ha hecho pública mediante una rueda de prensa. No ha habido, por lo tanto, ni siquiera el mínimo trabajo de preparación (¡ni aún entre los delegados sindicales!) que una suele haber para una convocatoria de este tipo. Se trata de una decisión de las cúpulas de CGT y Solidaridad Obrera que no han contemplado hacer ningún tipo de agitación ni entre sus bases ni entra los trabajadores en general. Nadie que conozca la historia de ambas organizaciones, especialmente de CGT que es la que ha logrado una mayor presencia entre los proletarios a lo largo de los últimos años, puede esperar mucho de ellas, pero en este caso, recurriendo a la convocatoria de la huelga por decreto, se han colocado exactamente al mismo nivel de las grandes organizaciones sindicales, CC.OO. y UGT, a las que atacan por la pasividad a la que inducen a los trabajadores.

Pero, más allá del aspecto organizativo (aunque este sería suficiente para entender en qué consiste exactamente esta convocatoria que es más acto publicitario que huelga y aún más gesto simbólico que acto publicitario), son las consignas lanzadas para la convocatoria las que muestran su esterilidad. ¿Qué significa la “redistribución del gasto público para la clase trabajadora? Cuando el Estado español, con el gobierno de PSOE y SUMAR (al que la convocatoria, por cierto, no quiere ni mentar) es un aliado directo de las potencias imperialistas interesadas en la masacre de las masas palestinas, llamar a una “redistribución del presupuesto” parece poco menos que una broma. No se llama siquiera al bloqueo de las operaciones comerciales de tipo militar con Israel, no se critica las relaciones diplomáticas con el Estado israelí, consignas que de por sí serían muy poca cosa pero al menos no serían tan… estúpidas. ¿Qué significará una redistribución del presupuesto? ¿que el gasto militar se destine a educación, como dice la consigna? Esa es una dicotomía que no existe para ningún Estado capitalista moderno, es una contradicción que no existe y que no pone en cuestión, de ninguna manera, los intereses imperialistas de la burguesía española ni de su gobierno nacional. Más aún, ¿qué significa clamar por “el fin del genocidio y del apartheid” cuando ni siquiera se está dispuesto a movilizar al propio sindicato para lograrlo? ¡Nada! Es pura palabrería, frases hechas de cara a la galería que son tanto más insultantes cuanto el asesinato cotidiano de decenas de palestinos es algo bien real y acabar con él requeriría de acciones internacionales de clase que hoy están muy lejanas en el horizonte.

 

La huelga ha sido, debe ser y deberá ser un arma de lucha de la clase proletaria. Mediante la huelga los proletarios expresan su fuerza en tanto dejan de ser simples trabajadores que obedecen las órdenes del patrón.. Interrumpiendo el trabajo para lograr sus exigencias, los trabajadores liquidan toda ilusión acerca de quién crea la riqueza en la sociedad capitalista, de qué estratos sociales tienen más peso y, en fin, de quién es imprescindible, tanto para una empresa en particular como para todo un país en general. Por esto la burguesía teme a la huelga como a un cáncer: aunque sabe que puede vencer casi a cualquier grupo de trabajadores que dejen el trabajo, también sabe que el gran peligro es la metástasis, la extensión del ejemplo, de la conciencia proletaria de la propia fuerza, de la solidaridad de clase entre trabajadores… y por eso se afana con todas sus fuerzas para no ya reprimir sino impedir la aparición de la huelga.

Hoy esta represión contra la huelga, como en general contra cualquier manifestación de la lucha de clase, no se lleva a cabo mediante la represión directa. La burguesía ha acumulado suficiente poder y conocimiento a lo largo de décadas de dominio ininterrumpido sobre el proletariado que ha sido capaz de levantar todo un aparato de represión preventiva basado en la regulación y en la integración legal de toda expresión de la lucha obrera con el fin de esterilizarla. El ensamblaje de las grandes organizaciones sindicales en el Estado, la legislación laboral que prescribe cada paso que se puede o no dar en el terreno de las organizaciones, la codificación de las huelgas permitidas y las no permitidas, la obligación de los preavisos y los servicios mínimos, etc. son las verdaderas herramientas represivas con las que cuenta la burguesía: con ellas logra anular la fuerza proletaria, hace caer encima de los trabajadores dispuestos a luchar todo el peso democrático de la ley para agotar su fuerza, para canalizarla hacia objetivos inútiles, etc. Con ello logar no sólo vencer un grupo de trabajadores sino imposibilitar la lucha misma y extender la impotencia entre el conjunto del proletariado, que se ve derrotado no por el palo sino por la zanahoria democrática y legalista.

El último paso de este sistema de esterilización de la lucha de clase es el tipo de huelga que ahora convocan CGT y Solidaridad Obrera: la huelga que ni siquiera es huelga, en la que no se hace agitación por la participación, no se organizan piquetes, no se difunde en los puestos de trabajo… sino que se cifra la suerte de la convocatoria a la difusión por medios de comunicación y redes sociales. Ya no se trata de las convocatorias habituales de CC.OO. y UGT, de los actos limitados, huelgas “generales” de un día, etc. sino de un gesto puramente simbólico con el que sólo se busca la notoriedad ante la prensa (¡y ni siquiera ante toda la prensa, que seguro no irá!)

 

Los proletarios y las masas oprimidas palestinas están padeciendo la ofensiva militar israelí sin que nadie, absolutamente nadie, acuda en su ayuda. No les ayuda Irán que, con toda su retórica anti americana, obedece a los intereses regionales y mundiales rusos y chinos y por lo tanto no tiene ningún interés en un enfrentamiento con Israel ni con su patrón americano. No les ayuda, por lo tanto, ni Hezbolá ni su hermano pequeño hutí, condicionados por la misma dinámica de enfrentamientos inter imperialistas para los que hoy vale mucho más la sangre palestina como motivo de propaganda que como llamada a la guerra regional. No les ayuda, tampoco, el proletariado y las masas populares árabes, incluyendo entre estos a los millones de palestinos exiliados en Jordania, Líbano, etc. que han sido incapaces, paralizados por la presión de la burguesía árabe local y por décadas de represión que pesan sobre sus espaldas, de ser la chispa que incendie el Medio Oriente.

No les apoya el proletariado europeo y americano, el que cuenta, en su historia, con una mayor tradición de lucha clasista, tanto en el terreno sindical como en el político, pero que desde hace muchas décadas permanece prácticamente paralizado tanto en la lucha por sus propios intereses inmediatos como en la defensa de la lucha de los proletarios y las masas desheredadas del llamado tercer mundo, incluso cuando ésta tuvo un vigor y una capacidad subversiva mucho mayor que la actual. Y no les ayuda, obviamente, un proletariado israelí que está completamente imbuido en la lógica de colaboración política y militar con su burguesía, que ha sido incapaz de manifestar siquiera una repulsa de tipo simbólico y que, en muchas ocasiones, está colaborando de hecho con la masacre.

Es sobre estos dos últimos, sobre el proletariado euro americano e israelí sobre los que cae la mayor parte de esta responsabilidad. El proletariado europeo y americano tiene la fuerza, la capacidad histórica, de frenar la matanza de palestinos. Tienen la tradición de una lucha de clase a sus espaldas que ha sido capaz, en otros momentos, de poner contra las cuerdas a la burguesía mundial. Así lo hizo en 1871, en 1905 o en 1917, cuando fue capaz de reaccionar contra la guerra, nacional e imperialista, volver las armas contra sus amos burgueses y ponerles de rodillas, frenando la masacre y obligando a las potencias internacionales a abandonar -temporalmente, claro- sus planes de reparto del mundo. Esa fuerza histórica, con la que no pueden contar los proletarios palestinos ni árabes (por generosa que haya sido su contribución a la lucha revolucionaria proletaria mundial) está hoy completamente olvidada. Se ha perdido después de décadas de colaboración entre clases, de aceptación del Estado burgués, de la defensa de la economía nacional, de claudicación en la defensa de sus intereses inmediatos y finales. Y gracias a ello la burguesía de todos los países se siente capaz para imponer sus planes criminales, que hoy pasan por liquidar a los palestinos de Gaza (y seguramente de Cisjordania) o a los reclutas rusos y ucranianos, pero que mañana (un mañana cada vez más próximo) pasarán por un enfrentamiento a gran escala entre las principales potencias imperialistas que llevarán al frente, como carne de cañón, a los proletarios de todos los países.

Esta es la realidad, actual y futura, del proletariado en España, Europa y el mundo. Es una realidad tenebrosa en la que decenas de miles de proletarios en Palestina, pero también en Rusia y Ucrania, dejan su vida en el campo de batalla por los designios de la burguesía mundial. Y, por lo tanto, es con esta burguesía, en cualquier país, con la que los proletarios deben ser capaces de romper. Es a ella a la que deben declarar la guerra, es contra ella contra la que deben utilizar todas las fuerzas de las que disponen. 

Es por ello que las convocatorias como las del próximo 27, que sólo so un gesto estéril e inoperante ante la masacre, resultan especialmente deletéreas. Con ellas CGT y el resto de convocantes refuerzan la derrota proletaria, su incapacidad de reaccionar en términos de clase frente a las imposiciones económicas, políticas y militares de su burguesía. Convirtiendo la huelga en un acto teatral, en una jeremiada destinada sólo a liberados y militantes, contribuyen a difundir la idea (ya muy extendida de por sí) de que la lucha es imposible, que sólo queda pedir y esperar, como siempre, a ser, antes o después, aplastados. Negar ante un proletariado como el español, que podría dar una colaboración de primer orden para que otros proletarios de Europa se movilizasen para acabar con la masacre si luchase sobre el terreno de clase, los términos necesarios de esta lucha significa apoyar indirectamente la política criminal de la burguesía de todos los países.

 

¡Por la recuperación de la huelga como arma de la lucha de clase del proletariado tanto para las reivindicaciones inmediatas como para las generales!

¡Por la reorganización clasista del proletariado!

¡Por la solidaridad internacionalista con los proletarios y las masas oprimidas palestinas, en Ucrania, en Rusia y en cualquier otro país!

¡Por la ruptura de los frentes nacionales!

¡Por la defensa intransigente de la lucha de clase proletaria!

 

22-09-2024

 

Partido Comunista Internacional (El proletario)

www.pcint.org




El Estado sionista genocida de Israel prosigue con sus ataques criminales en Gaza y en las últimas semanas también en Cisjordania. Es fundamental extender la gran movilización mundial en apoyo a la heroica resistencia del pueblo palestino contra este genocidio, contra una ocupación de sus territorios históricos que ya lleva más de ochenta años.

Cuando está cerca de cumplirse un año de la invasión genocida a Gaza, con más de 41.000 muertos, 10.000 desaparecidos bajo los escombros de casas bombardeadas y 90.000 heridos palestinos, la mayoría mujeres y niños, Estados Unidos y sus aliados europeos de la OTAN siguen dando decenas de miles de armas y bombas a Israel para que continúe su genocidio. Y esto continúa, pese al enorme repudio popular en la mayoría de los países europeos y en Estados Unidos, donde diferentes encuestas indican que el 60% de la población se opone a seguir enviando armas a Israel.

Sólo Gran Bretaña, con un nuevo gobierno laborista cómplice de Israel pero sometido a una gran presión popular, suspendió el envío de parte de las armas. El ministro de Relaciones Exteriores, David Lammy, afirmó que el gobierno del Reino Unido concluyó que existe un “riesgo claro” de que “algunos artículos” puedan utilizarse para “cometer o facilitar una grave violación del derecho internacional humanitario” en territorio palestino.

Israel fue fundado hace setenta y seis años con migrantes, expulsando a los palestinos de su tierra, como un enclave militar al servicio de intereses estratégicos del imperialismo, en primer lugar el yanqui, para tener control sobre el petróleo y rutas comerciales, en el corazón de Oriente Medio.

Pero también otros países imperialistas como Rusia y China mantienen relaciones con Israel. En el caso de Rusia le siguen vendiendo petróleo.

Tampoco los gobiernos capitalistas árabes, que son dependientes de uno u otro imperialismo, pese a que criticaron a Israel y pese a que la gran mayoría de sus pueblos son solidarios con los árabes palestinos, no han tomado medidas contra Israel. Incluso Arabia Saudí, Egipto, Irak y Emiratos Árabes Unidos también le venden petróleo. Otros que incluso sufrieron ataques armados de Israel para matar palestinos, como Siria, Líbano e Irán (no es un país árabe pero afirma estar contra el Estado de Israel) no tomaron medidas de apoyo real al pueblo palestino, ni siquiera un bloqueo económico. La única muy importante excepción son los árabes hutíes de Yemen que mantienen bloqueado el Mar Rojo, por donde pasan gran parte de las mercaderías que van desde Asia a Israel o Europa, en apoyo al pueblo palestino. Y por eso los hutíes de Yemen sufrieron ataques aéreos de Estados Unidos, Gran Bretaña e Israel.

Todo esto muestra la enorme importancia de la solidaridad popular mundial que es lo que realmente ha golpeado a Israel. Si bien no logró suspender el envío de armas, excepto el caso de Gran Bretaña, está provocando crisis en los países imperialistas, en Estados Unidos y Europa. Por eso el reclamo de Estados Unidos y del Consejo de Seguridad de la ONU de un “cese del fuego” y negociación para terminar con la guerra. Algo a lo que el gobierno de Netanyahu se niega, pero que también le provocó una crisis interna a Israel con paro general y manifestaciones masivas exigiendo un cese del fuego para liberar a 97 “rehenes” israelíes en Gaza.

Esta solidaridad mundial con el pueblo palestino tuvo una enorme magnitud, sólo comparable con las movilizaciones de hace medio siglo contra la invasión yanqui a Vietnam. En mayo los estudiantes ocuparon la mayoría de las universidades de Estados Unidos en solidaridad con Palestina; fueron arrestados miles de estudiantes. También en toda Europa hubo grandes manifestaciones estudiantiles.

Aunque las manifestaciones disminuyeron en el verano europeo y norteamericano, ahora están volviendo, y con fuerza. En el Estado Español la central obrera CGT con fuerza en Cataluña está convocando a un paro general para el 27 de septiembre.

Desde la UIT-CI llamamos a redoblar esta movilización mundial. Hoy la causa palestina es la causa de los trabajadores y pueblos oprimidos del mundo. Si el imperialismo no es enfrentado en su actual genocidio en Gaza, mañana podría invadir y masacrar en cualquier país que no se someta a su explotación multinacional.

Reclamamos a los gobiernos del mundo que rompan relaciones diplomáticas, políticas, económicas, militares y culturales con Israel ¡Basta de enviar armas! ¡Basta de financiar el genocidio! ¡Basta de muertos por hambre y enfermedades! ¡Apertura ya de las fronteras para el ingreso de la ayuda humanitaria! ¡Fuera Israel de Gaza, Cisjordania y toda Palestina! ¡Por una Palestina única, laica, democrática y no racista! ¡Viva Palestina libre del río al mar!

18 de septiembre de 2024

Miguel Lamas
Miembro de la dirección de la Unidad Internacional de Trabajadoras y Trabajadores – Cuarta Internacional (UIT-CI)



 

Este verano hemos iniciado una campaña de recaudación de fondos para la Unión 

Independiente de Comités Obreros Palestinos, que está distribuyendo, 

a pesar de todas las dificultades, alimentos y agua potable entre la población 

de Jabaliya, en el norte de la Franja de Gaza. 


Desde Lucha Internacionalista, sección de la UIT-CI del Estado español, 

impulsamos y participamos en el envío de esa ayuda. Esta ayuda consiste 

en contribuir en la distribución de agua potable, en camiones medianos, 

como se puede ver en la foto superior que 

adjuntamos (y también en las imágenes en video -ver 

 https://uit-ci.org/index.php/2024/09/04/segundo-envio-de-ayuda-a-gaza/). 

 

Otra parte se transforma en alimentos y otra se ha destinado a actividades 

para la infancia. 

Es una ayuda vital ante el genocidio en manos de Israel, que utiliza 

el hambre como arma de guerra.


Las imágenes que os adjuntamos son emocionantes y muestran la fuerza 

de la resistencia popular palestina, muestran que, en medio de los 

bombardeos criminales del sionismo, de su destrucción, 

la vida continua en Gaza. 

 

 

 

El pueblo palestino se organiza para sobrevivir y seguir luchando. 

El odio a la colonización, al opresor sionista, 

es lo que ha fortalecido siempre la moral del pueblo palestino. 

 

 

Hasta el momento se han hecho tres envíos de fondos. El último 

a principios de septiembre.  El 7 de septiembre se ha hecho la 

tercera distribución de agua potable en el campo de refugiados 

de Jabaliya, en el norte de la Franja de Gaza, en el marco 

de la campaña Gaza Solidaridad impulsada por la Unión 

Independiente de Comités Obreros de Gaza. Continuamos 

impulsando la solidaridad política y material para resistir 

al genocidio. Solo el pueblo salva el pueblo. Seguimos 

recogiendo aportaciones para próximos envíos. 


La campaña está impulsada por la Unión Independiente de Comités 

Obreros de Gaza, Sumud, IAC y Lucha Internacionalista. 

Otras organizaciones han hecho donaciones. 


Se puede participar en esta campaña de varias maneras:


  • Haciendo una aportación al siguiente número de cuenta: 

    Ayuda Obrera Internacional : ES83 2100 0614 3402 0043 0991


  • Contactando también con la campaña:

     https://gaza-solidaridad.org/castellano.html


  • Difundiendo e informando de la campaña en 

    vuestros medios sociales, en vuestra redes y en vuestras organizaciones.


Lucha Internacionalista

 

 

 

 

Violencia dictatorial y violencia contra mujeres

X victoria aldunate morales, lesbiana feminista antirracista

 

 

Hay partes de mi historia que tengo borradas y temo -a veces- recordar algunos pasajes que intuyo cruentos. Pero no es negacionismo, es el impacto del daño dictatorial en la historia personal. Hubo etapas de borramiento involuntario en que pensé que “no me había pasado nada tan terrible comparándome con otras…”.


Los procesos terapéuticos a los que pude acceder permitieron fortalecerme lo suficiente para comprender que pasara lo que pasara, acá estoy, entera y siendo lo más cercana a la que quiero ser.

Los aprendizajes autónomos me orientaron para entender que el objetivo del poder, al borrarnos la memoria, es negarnos la conciencia. Esta estrategia es violencia renovada y constante que no terminará mientras sea la impronta de los gobiernos, los partidos políticos y el estado.

La operación política negacionista en Chile, lleva más de 33 años pues la transa traidora comenzó antes del año 90, cuando negociaron con la burguesía golpista, aliada del imperialismo, al pueblo en lucha.


Igualmente, en el proceso personal (que es político), espero aún más de mí: que cuando recuerde, sienta que nada de aquello es “mi culpa”, ni siquiera mi responsabilidad total. Yo elegí la contrainsurgencia, pero ello no justifica la violencia cobarde que ejercen las elites que gobiernan a esta neoliberal república (tan vanidosa de serlo).

Otro “crimen” por el que me castigaron estos carceleros del estado dictatorial, fue ser esta que soy, con esta condición sexual nombrada “mujer” (en ese tiempo adolescente). Esta condición tiene adherida –y no porque quiera ni me enorgullezca el sufrimiento- una historia de violencia heterosexual obligatoria que nos asalta en cada acto de rebeldía que pudiésemos llevar a cabo. Los machos patriarcas violan, abusan, burlan estos cuerpos, llegando a asesinar a muchas. También nos categorizan en cierto tipo de acciones que de no ser cumplidas unas, o de ser desafiadas, otras, supondrán castigos específicos.

La violencia contra mujeres se perpetra agrediéndonos “por ser y hacer lo que no deberíamos hacer”; y así mismo, “por no hacer ni ser, las que deberíamos ser”. No es un trabalenguas, es ideología impresa para objetivos claros y materiales: Apropiarse del trabajo, los cuerpos, los productos, las energías y las vidas de mujeres, porque ello da ganancias para la sostenibilidad capitalista. Y lo más miserable es que haya un cierto feminismo que se coinvirtió -en esta fase- “en la criada del capitalismo”, parafraseando a la Fraiser.


La violencia contra las mujeres no es un símbolo caprichoso, sino una estrategia política patriarcal grabada en los cuerpos de un tipo de humanos: nosotras.

Tampoco es fragmentos sin correlato con el poder y con cómo éste se ejerce. (El machismo es solo un síntoma). La Violencia contra mujeres y niñas no opera de manera idéntica en todos los cuerpos, en todos territorios, en todas las clases sociales, en todas las familias ni en todas las comunidades, sin embargo, es un flagelo que suele estructurarlas. Sostiene a las sociedades aplastando a mujeres y niñas. Atraviesa órdenes y tiempos históricos, saberes y prácticas.


ALGUNA CIFRA, POR SI SIRVE

En 2020, por cada 10 víctimas de trata de seres humanos detectada en el mundo, cuatro eran mujeres adultas y dos o más, niñas. El 91 por ciento de las víctimas de trata con fines de explotación sexual, son mujeres. La fuente de este hallazgo es el documento “hechos y cifras: Poner fin a la violencia contra las mujeres”, de la ONU. Sería bueno tener estudios que no fuesen de ONU Mujeres1, pero es claro que ha decrecido el interés oenegista, institucional y académico por investigar lo que desde -al menos- los años 80, las feministas y otras, visibilizaron como Violencia contra las Mujeres y las Niñas.


Sobre las víctimas de la Dictadura cívico-militar en chile, muchos estudios hablan de “género” y hay estimaciones que traducen que 200 mujeres y niñas habrían sido asesinadas y que muchas de ellas siguen desaparecidas.

En postdictadura CODEPU-Sintras 1996, revelaban al menos 140 casos de tortura y 96 muertes2 de militantes lautaristas, frentistas y miristas en procedimientos policiales, pero sin desagregar mujeres. Lo que está claro por los relatos de insurgentes presas políticas de “la democracia” chilena como Flora Pavez y Marcela Rodríguez (lautaristas), es que ser mujeres tuvo consecuencias diferenciadas en tortura y prisión. Más allá de eso, aunque nadie las quisiera contabilizar de otra manera que no fuese como “la mujer de la patria”, nuestras madres, abuelas, familiares y vecinas, mayores, jóvenes y niñas, fueron parte fundamental del movimiento de base que llevó a la Unidad Popular al gobierno, y estuvieron en las fuerzas populares que desde 1970 rescató más de 300 empresas, llevó a cabo tomas de fundos, tomas de terrenos y creó cordones industriales. Todas esas fueron recuperaciones arrebatadas al mismo capital que nos engulle. El castigo a esas mujeres y niñas por ser revolucionarias, fue la violación, abortos por torturas, robo de hijos y e hijas nacidas, secuestros, ejecución y desaparición. Lo propio hicieron en postdictadura los gobiernos del arcoíris, y hoy los renovados encarcelan a mujeres anarquistas, antiespecistas, pobladoras y mapuche.


Un análisis de las causas judiciales que hay sobre mujeres víctimas de trata en el mundo, es que son sometidas a violencia física o extrema por los traficantes, en una proporción tres veces superior a la de los hombres3. Sobre nosotras en Dictadura, las sobrevivientes sabemos que ser mujer fue un agravante para todos los manejos horrorosos de los torturadores…


En los 80 luchar contra la Dictadura chilena fue proseguir con el camino político de destruir al Capital. En la actualidad, resistirse a gobernantes del continuismo como los actuales que llevan a cabo cruzadas racistas, antipobladoras, antipobres, antimapuche, es confrontar al capitalismo neoliberal, o sea, a las Redes de Comercio Trasnacional que desplazan, saquean y matan a defensoras, a otras mujeres, a niñas, a niños y a pueblos.




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NOTAS:

2 Tortura en Chile ayer y hoy: el problema de la prevención Carlos Madariaga 1 Ponencia presentada en el seminario internacional Trauma Psicosocial, Impunidad y Democracia: Los Desaftos del Presente, realizado por CINTRAS el 29 de mayo de 1996, en la Universidad ARCIS, Santiago de Chile. http://www.cintras.org/textos/reflexion/r25/ttchilehoy.pdf

3 UNODC (2022). Global Report on Trafficking in Persons 2022, págs. 25 y 33.




 

Después de las elecciones presidenciales en Venezuela

 

 

El domingo 28 de julio, al finalizar la jornada electoral, el CNE (Comisión Nacional Electoral) declaró oficialmente al Presidente Maduro ganador por más del 50% de los votos emitidos. Pero esta proclamación fue inmediatamente impugnada debido a numerosas irregularidades, en particular el hecho de que sólo el 80% de los votos habían sido registrados según el propio CNE que evocaba una piratería informática; las actas de las votaciones no fueron publicadas (todavía no se han publicado a día de hoy), etc. En ausencia de estos recuentos, los observadores del “Centro Carter”, que debían controlar la regularidad de la votación, abandonaron el país tras declarar que las elecciones no podían ser declaradas democráticas. 

 

La oposición de derecha y de extrema derecha, por su parte, afirmó que su candidato había ganado las elecciones con más del 70% de los votos (¡!). Diferentes países latinoamericanos han denunciado fraude electoral: Argentina, Perú, Chile, etc., en total casi 60 países impugnaron los resultados, el presidente brasileño Lula y su homólogo estadounidense Biden publicaron una declaración conjunta – más bien excepcional – para exigir la publicación de los datos completos de los colegios electorales, etc. Por otra parte, Rusia y China, así como Nicaragua y Bolivia, han reconocido el resultado electoral. 

 

El día después del anuncio de los resultados oficiales, las manifestaciones de protesta y los cacerolazos estallaron espontáneamente en las zonas proletarias de la metrópoli de Caracas; en diversos barrios de Petare, como La Dolorita, San Blas y otras zonas tradicionalmente chavistas; los manifestantes luego convergieron hacia el centro de la capital donde tuvieron lugar protestas y enfrentamientos con la policía. También se produjeron manifestaciones en otras ciudades del país como en el estado Táchira. Al día siguiente la oposición de derecha convocó a manifestaciones contra la proclamación de la victoria de Maduro. La represión fue brutal: centenares de detenciones, una veintena de muertos, mientras el gobierno denunció un intento de “golpe fascista” y tomó medidas contra la oposición...

 

Las organizaciones de izquierda y “extrema” izquierda han demostrado una vez más su cretinismo democrático. “La otra campaña”, una agrupación de “chavistas de izquierda”, trotskistas y reformistas de todo tipo publicaron el 29/7 un comunicado de prensa quejándose de las amenazas contra “la imparcialidad de las instituciones”, lo que socavaría el “derecho que tenemos como pueblo a autodeterminarnos, a decidir nuestro futuro colectivo, en democracia” y pidiendo a las fuerzas del orden que “actúen en estricto apego a los estándares de derechos humanos ” y a los líderes políticos de “ejercer sus derechos con responsabilidad y sin recurrir a la violencia”. El comunicado de prensa termina diciendo: “¡Gobierne quien gobierne, los derechos se defienden !” (1). En otras palabras, ¡lo que importa es que se respeten las formas y los métodos democráticos de dominación burguesa! Se trata de un verdadero grito que viene de lo más profundo de un pequeño-burgués anti proletario. Para los proletarios lo que importa es que la burguesía de derecha o de izquierda deje de gobernar y no de que respete los “derechos” de los explotados... 

 

“Marea Socialista”, que forma parte de un grupo que convocó al voto nulo, proclama en su declaración del 30/7 que “el pueblo tiene el derecho constitucional a saber cómo fueron tratados sus votos y de hacerlos respetar” (2). No nos interesa el derecho constitucional del pueblo a hacer cumplir la farsa electoral: lo que nos interesa es que el proletariado se dé cuenta de que las elecciones, con o sin fraude, son un engaño y las Constituciones no son sino trozos de papel destinados a legitimar el poder de la clase dominante que son respetados sólo en la medida en que conviene a los burgueses: la defensa de los intereses de clase proletarios nunca se obtendrá mediante elecciones y dentro de un marco constitucional, sino fuera y contra el orden burgués, su Estado y su sistema político, sea o no democrático.

 

Las manifestaciones en los barrios proletarios se explican esencialmente por la dramática situación de la masas proletarias después de años de ataques antiobreros. El gobierno lleva años actuando en favor de los intereses patronales, poniendo en entredicho una serie de medidas de protección social concedida en tiempos de crecimiento económico. Abolió los convenios colectivos nacionales, redujo fuertemente el derecho de huelga, autorizó a los patrones a modificar unilateralmente las condiciones de trabajo y a despedir a los trabajadores según su voluntad. La inflación rampante ha reducido los beneficios sociales y los salarios a un nivel de miseria. Según el FMI, la tasa de desempleo habría aumentado del 6,7% en 2014 al 56% en 2024. 

 

Esto ha provocado la emigración de millones de personas en busca de sustento fuera del país, mientras que las medidas represivas contra los trabajadores culpables de querer luchar en defensa de sus intereses ha sido un factor adicional a la parálisis de la clase obrera. En esta situación aparentemente sin salida, es comprensible que algunos proletarios creyeran que la llegada al gobierno de una oposición de derecha podría ser un mal menor al poner fin al gobierno Maduro y sus políticas antiobreras. Pero es sólo un espejismo: la oposición de derecha que representa a los sectores burgueses tradicionales más reaccionarios, es tan anti proletaria como Maduro y sus amigos: su modelo es el presidente argentino Milei y sus políticas ultraliberales, ella no haría otra cosa que continuar la política actual empeorándola aún más. 

 

Para resistir primero, antes de tener la fuerza para poner fin a este sistema que vive de la miseria, la injusticia y la explotación, los proletarios y las masas pobres tendrán que tomar el camino de la lucha de clase contra los capitalistas, sus políticos y sus lacayos de toda especie.

 

No será fácil, pero no queda otra solución: ¡los proletarios no tienen nada que perder más que sus cadenas, tienen un mundo que ganar

 

 


 

(1)https://surgentes.org.ve/2024/07/29/la-otra-campana-demanda-transparencia-como-garantia-de-los- derechos-politicos/ Esta consigna es también la del PCV.

(2)https://lis-isl.org/2024/07/30/venezuela-ante-los-muy-dudosos-resultados-electorales-y-la- movilizacion-popular-por-el-respeto-de-los-votos-reales/

 

27 de agosto de 2024

 

 

Partido Comunista Internacional

Il comunista - le prolétaire - el proletario - proletarian - programme communiste - el programa comunista - Communist Program

www.pcint.org

 

Masacre tras masacre, la burguesía israelí busca su "solución final": ¡expulsar a los palestinos de su tierra, convirtiéndolos en refugiados y esclavos asalariados perpetuos!

Esta "solución" conviene a todas las burguesías de Oriente Próximo y a todos los imperialistas, ¡porque los proletarios palestinos son siempre un polvorín a punto de estallar!

 

La incursión de Hamás del 7 de octubre de 2023 en los kibutz israelíes limítrofes con la Franja de Gaza, más allá de las conjeturas sobre la falta de preparación de los servicios secretos israelíes en cuanto a la necesaria prevención, fue una oportunidad particularmente favorable para lograr el histórico designio sionista del Gran Israel, que todos los gobiernos israelíes que hasta ahora se han sucedido en el poder han perseguido siempre, de manera más o menos disimulada. El gobierno de Netanyahu no es, desde luego, de otra opinión.

El mismo 7 de octubre, el ejército de Tel Aviv se movilizó para una represalia extendida y prolongada en la que, según las intenciones del gobierno de Netanyahu, Hamás y sus ramificaciones militares y políticas serían aniquilados y la población civil de la Franja de Gaza, que "eligió" ser gobernada por Hamás, recibiría una "lección" que nunca olvidaría...

En un principio podría haber parecido, tal y como se anunció, que se trataba de una operación militar cuyo principal objetivo era rescatar a los más de 200 rehenes capturados por Hamás y llevados a la Franja, y dar, al mismo tiempo, una respuesta muy dura a Hamás. Los objetivos "oficiales" de la operación militar israelí en Gaza eran los dirigentes y milicianos de Hamás, pero en realidad -como siempre ha ocurrido desde las guerras israelo-palestinas, a partir de 1967- precisamente porque los milicianos palestinos vivían y viven en estrecho contacto con la población civil (y no podía ser de otra manera, dada la alta densidad de población en los cada vez más reducidos kilómetros cuadrados de territorio en los que los palestinos de guerra en guerra, se veían obligados a vivir), Israel nunca ha hecho mucha diferencia entre los milicianos armados y la población civil, tanto si las represalias eran llevadas a cabo directamente por Tel Aviv o por otros verdugos, como en la masacre de Ammán de septiembre de 1970, la de Tall-el-Zaatar de 1976 y la de Sabra y Chatila de 1982, por no mencionar las Intifadas posteriores. Pero es un error creer que las masacres de los palestinos sólo pueden achacarse a Israel o a los regímenes árabes de Jordania, Líbano o Siria.

La realidad histórica de la situación creada inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial Imperialista ve -y sólo podía ser así- a las grandes potencias "victoriosas" teniendo en sus manos el destino no sólo de Europa, sino del mundo entero y, en particular, del Oriente Medio asolado por el terremoto. Primero Inglaterra y Francia, luego Estados Unidos, con la Rusia soviética en la ventana, pusieron sus garras en esos vastos territorios hinchados de preciado petróleo y estratégicamente importantes para las rutas comerciales con Oriente. Por lo tanto, todo lo que ha sucedido, sucede y sucederá en la antigua Palestina y en todo Oriente Próximo, verá constantemente comprometidos los intereses no sólo de las potencias regionales (Irán, Arabia Saudí, Egipto y los diversos regímenes árabes, sin excluir a Turquía), sino sobre todo de las grandes potencias mundiales. Es bien sabido que Inglaterra, la antigua potencia mundial decisiva, sobre todo en Extremo Oriente y Oriente Próximo, ha sido sustituida como potencia mundial capaz de estar presente en todos los continentes al mismo tiempo, por los Estados Unidos de América. Por lo tanto, no hay cuadrante geopolítico del mundo, más grande o más pequeño, en el que Washington no tenga su propio interés que hacer valer.

El hecho mismo de que, desde hace décadas, Washington invierta miles y miles de millones de dólares en Israel por su función de gendarme "americano" en Oriente Medio (con el tiempo se ha convertido en el gendarme "occidental"), y lo proteja económica, política, diplomática y militarmente en todo el mundo, convierte a Washington en el principal culpable de todas las acciones que la burguesía israelí ha hecho, está haciendo y planea hacer. Ciertamente, en las décadas transcurridas desde el final del segundo conflicto imperialista mundial, las relaciones entre las diversas potencias que salieron victoriosas y vencidas del mismo han cambiado, todavía no tan profundamente como para presentar ya en embrión las alineaciones de la próxima guerra imperialista. La aparición de potencias económicas capaces de arrinconar al capitalismo estadounidense en una guerra de competencia sin límites (como China, Alemania y Japón, por nombrar algunas economías cuya competencia cada vez más aguda Washington tiene todos los motivos para temer, por no mencionar el nervio en carne viva que históricamente responde al nombre de Rusia, en particular por su poder nuclear) ha obligado en cierto modo a Washington a dosificar su intervención económico-militar con mucho más cuidado que antes, empujándole a delegar en otros países, particularmente dependientes de sus inversiones y de su peso político internacional, la función de control político-militar de áreas geopolíticas en las que esos países pueden actuar como gendarmes de los intereses capitalistas en general y del imperialismo norteamericano en particular. El caso de Israel es emblemático.

Entonces, ¿qué relación tiene todo el teatro que se monta cada vez que aumentan las tensiones en Palestina o Líbano -donde se han refugiado casi medio millón de palestinos y donde los milicianos de Hezbolá operan libremente- con el ya trillado y repetido "derecho" de los palestinos a tener su propio Estado independiente (por el que ni Israel, ni Estados Unidos, ni mucho menos la sobrevalorada Unión Europea, ni las diversas potencias mundiales han hecho nunca nada para facilitar su realización, que, por otra parte, ¡está prevista en las resoluciones de la ONU desde 1948!)? Sirve para tomar el pelo a los palestinos, a las masas árabes y a los proletarios de todos los países que, ilusoriamente, esperan que las mismas grandes potencias, que han creado una situación irresoluble, pongan fin a la tragedia del pueblo palestino.

Para nosotros, marxistas, ya estaba claro en aquel momento, una vez terminada la guerra imperialista, que todos los problemas que el imperialismo no había resuelto, y no podía resolver dados los intereses cada vez más enfrentados entre los diversos polos imperialistas, se agravarían, y que el agravamiento en términos económicos y sociales recaería en un 99% sobre las masas proletarias directamente afectadas -por tanto, sobre todo en los países coloniales y semicoloniales- y, en un porcentaje muy elevado, también sobre las masas proletarias de los países que salieron victoriosos de la guerra, sobre las que la carga de la reconstrucción de posguerra habría sido particularmente dura.

Como hemos subrayado una y otra vez, la burguesía palestina, como otras, fue incapaz de aprovechar la situación mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial en la que surgieron levantamientos anticoloniales que pusieron a dura prueba la resistencia de las viejas potencias coloniales. Su "revolución democrática" no vio la luz como en Argelia, el Congo o China; los residuos de tribalismo y precapitalismo aún presentes en todo el Oriente Próximo árabe constituían un obstáculo que sólo un gran movimiento insurreccional destinado a deshacerse para siempre de esos residuos podría haber destruido, pero las clases privilegiadas árabes de la época, a pesar de los levantamientos generalizados y las revueltas populares prefirieron regatear sus privilegios con las nuevas potencias que habían sustituido al imperio otomano, dejando esencialmente en sus manos el "arreglo" de las diatribas entre los diversos clanes y las fronteras de los nuevos países, encargándose de sofocar los impulsos rebeldes y revolucionarios de sus propias masas trabajadoras y desposeídas. Mientras tanto, el capitalismo no se quedó de brazos cruzados, siguió adelante a pesar de los obstáculos sociales y políticos de los diversos clanes y tribus, y no sólo los pozos petrolíferos demandaban mano de obra asalariada que sustituía cada vez más a los pequeños campesinos arruinados por la guerra, el comercio capitalista y las expropiaciones de sus tierras.

Así fue como las masas palestinas, compuestas generalmente por pequeños campesinos y pequeños comerciantes, se transformaron en masas proletarias, en trabajadores asalariados a disposición de cualquier burguesía, de cualquier capitalista, tanto más cuanto que eran refugiados perennes. Como en todas las demás partes del mundo, el progreso del capitalismo no se detiene ante la impotencia de una determinada burguesía: hay otras burguesías más organizadas y más fuertes que ocupan el lugar de las más débiles y atrasadas históricamente; el desarrollo capitalista si, por un lado, arruina a capas enteras de la población y provoca un desarrollo desigual en muchas partes del mundo, por otro, sólo puede producir cada vez más proletarios, asalariados, trabajadores sin reservas obligados a someterse a las leyes burguesas y a las relaciones sociales y de producción que el capitalismo dicta a las mismas burguesías.

La gran novedad que apareció en Palestina entre los años 60 y 70 fue la creación de una masa proletaria despojada de todo, de sus tierras, de sus artesanías, de sus hogares, de lo que podría haber llegado a ser su "patria" y no llegó a serlo. Refugiados perennes, los proletarios palestinos -precisamente por ser proletarios y por estar acostumbrados a la lucha armada y por ser indómitos- siempre han constituido un peligro potencial para todas las burguesías de la región, empezando por su propia burguesía, que utilizaba su sangre para reforzar sus relaciones de clase con las burguesías más poderosas que, de vez en cuando, estaban más dispuestas a respaldarla.

Pero la lucha de los proletarios palestinos, que llevan décadas esperando un territorio, engañados continuamente por su propia burguesía de que podrían obtenerlo como nación "independiente" a la que por fin podrían regresar los refugiados de otros países, tiene, en realidad, otra perspectiva: una perspectiva de clase, la perspectiva de una lucha que une a los proletarios de los propios países en los que se han refugiado -como ya había empezado a suceder en 1982 en Beirut-, una lucha que objetivamente se plantea a nivel internacional tanto porque los proletarios palestinos están presentes y son explotados en muchos países de Oriente Medio por lo tanto no sólo en Israel, y porque tienen que luchar, como ya ha ocurrido varias veces en las últimas décadas, contra las burguesías de la región que, más allá de los enfrentamientos que constantemente tienen entre ellas, siempre se han aliado contra los proletarios palestinos.

Esta lucha, que, por supuesto, no puede lograrse sobre la base de la mera voluntad de algún organismo supranacional, ni siquiera si se tratara del partido comunista revolucionario, sólo puede surgir en situaciones en las que los proletarios logren destruir la competencia entre ellos que la propia burguesía palestina, en primer lugar, y todas las demás burguesías, alimentan constantemente, sabiendo que esta competencia entre proletarios es el factor más favorable a la explotación de los propios proletarios y a su división.

Por otra parte, no hay que subestimar el comportamiento del proletariado israelí, especialmente de su mayoría judía, que funciona, frente a los proletarios palestinos y los propios proletarios árabes israelíes, como una verdadera aristocracia obrera, doblemente ligada a los intereses de conservación de la burguesía israelí. Cuanto más continúa la burguesía israelí expropiando tierras a los palestinos, obligándoles a plegarse a los intereses israelíes o a emigrar, más interés tiene en atar a sí misma a la masa de proletarios israelíes mediante privilegios de todo tipo. Por ello, aunque en la perspectiva clasista y revolucionaria de la lucha proletaria no puede faltar el llamamiento a la unidad de los proletarios por encima de las nacionalidades para luchar contra el verdadero enemigo de todos los proletarios, la burguesía dominante, los proletarios palestinos igual que no deben esperar la solución o mejora de sus condiciones sociales y económicas de la burguesía palestina o de la de otros estados, mucho menos de la de los países imperialistas, tampoco deben esperar que la aristocracia obrera israelí se mueva para defender sus derechos, su reconocimiento como pueblo que tiene "derecho" a ser independiente. No es casualidad que en todos los episodios de abusos, de opresión, de ocupación de tierras palestinas con acciones armadas de los colonos israelíes, y de guerra emprendida por la burguesía israelí, no se haya visto ningún movimiento serio de oposición proletaria por parte del proletariado israelí. Estos últimos siguen demasiado apegados a los privilegios materiales que les concede la burguesía dominante como para desprenderse de ellos y abrazar no sólo y no tanto la "causa palestina" (lo que ya sería un paso adelante para demostrar que no son cómplices de la opresión nacional de su propia burguesía) como la "causa proletaria" en la que pueden reconocerse.

Llegará el momento en que los proletarios israelíes tendrán que responder de su complicidad con su propia burguesía; las masacres de Gaza y Cisjordania también pesarán sobre ellos. Si es cierto lo que decían Marx y Engels sobre los pueblos que oprimen a otros pueblos, aún lo es más sobre los proletarios que se hacen cómplices de su propia burguesía para oprimir a otros pueblos y a otros proletarios. La historia tiene una justicia que no está escrita en tablas de leyes, sino en los factores materiales que llevan a las clases productoras dominantes y explotadas a levantarse contra las clases dominantes y explotadoras. Será la lucha de clases y la revolución, como en los intentos de 1848, 1871 y 1917, la que hará justicia, abrazando la causa de una emancipación que tiene por fin no tanto el reconocimiento de los "derechos" de los oprimidos a una vida más "digna", graciosamente concedidos por las clases burguesas dominantes, como la eliminación de una sociedad erigida sobre la división en clases, sobre el modo de producción capitalista que ha convertido toda actividad humana y todo ser humano en mercancía, sobre la dominación política y social de una clase dominante que no pone límites a su ferocidad en el aplastamiento de los movimientos y pueblos que se interponen a sus intereses.

Sostener esta perspectiva hoy, cuando no aparece en el horizonte visible ninguna lucha proletaria con las características de la lucha de clases y revolucionaria, puede parecer el sueño de un visionario. También lo parecía en 1917, en plena guerra imperialista mundial, cuando el proletariado ruso -entonces en considerable minoría frente a las masas campesinas- se levantó simultáneamente contra la guerra imperialista, contra el zarismo y contra la burguesía nacional -y abrazó esta misma perspectiva con tal fuerza y convicción que generó en todas las potencias imperialistas un miedo real a perder el control no sólo de Rusia, sino del mundo entero. En 1848, los proletarios revolucionarios de Europa fueron derrotados en Milán, Viena, Frankfurt, Berlín, Budapest y París en el plazo de un mes porque estaban demasiado aislados unos de otros y porque su lucha aún no había alcanzado la cúspide del programa internacional del comunismo revolucionario que sólo el Manifiesto de Marx y Engels podía representar. En 1871, la revolución de los communards duró poco más de dos meses, pero logró expresar los puntos cruciales que el marxismo ya había puesto de relieve: los intereses de clase del proletariado chocaban directamente con los intereses de clase de la burguesía francesa y prusiana -razón por la cual se aliaron contra el proletariado en París- y sólo la ausencia de un programa revolucionario claro y preciso a largo plazo y el extremo aislamiento del proletariado tanto en Francia como en Europa condujeron a su derrota. En 1917 la revolución proletaria triunfó y, sobre la base de la experiencia de la Comuna de París, estableció la dictadura de clase políticamente planificada y mucho más organizada, suscitando en toda Europa y en las colonias un empuje revolucionario de la mayor magnitud que podría haber logrado lo que la Comuna de París no consiguió, es decir, el inicio de una revolución mundial del proletariado de Europa y del mundo; pero en el plazo de una década -debido a la capitulación ante los presupuestos ideológicos y tácticos del oportunismo socialdemócrata de los partidos comunistas más importantes, como los de Alemania y Francia, y al aislamiento real de la dictadura proletaria soviética- el poder proletario se replegó sobre sí mismo, convirtiéndose en prisionero de una degeneración que lo erosionaba desde dentro, y la revolución proletaria mundial que habría podido revivir en Alemania en 1923 y en China en 1927 fue sustituida por la razón de Estado rusa y las obscenas "vías nacionales al socialismo".

La historia debe leerse sin prejuicios ideológicos y los acontecimientos que marcan las distintas fases históricas deben someterse a los balances dinámicos de los que sólo el marxismo fue y es capaz. Marx lo enseñó desde 1848 y Lenin desde 1914: enseñanzas que las fuerzas del oportunismo mundial han intentado mistificar y enterrar, pero de las que sólo una corriente política bien definida, la Izquierda Comunista de Italia, ha demostrado que sabe extraer gracias a un único método, el de aplicar intransigentemente el marxismo -por tanto, el materialismo histórico y dialéctico- a la historia de las sociedades humanas, a su desarrollo y a sus contradicciones, con la tenacidad y la paciencia que caracterizan a la investigación científica que no se deja frenar por los años de vida del científico x o y.

La revolución industrial que marcó el inicio del capitalismo en el mundo comenzó sus pasos en Inglaterra y en 1640 desarrolló su primera revolución burguesa. La burguesía tardó 150 años en llegar a la revolución francesa y luego a la revolución en la Europa feudal, pero mientras tanto el capitalismo como modo de producción avanzaba en su imparable desarrollo. La revolución anti feudal en Rusia tardó otros 130 años aproximadamente, mientras el capitalismo se transformaba en capitalismo monopolista y por tanto en imperialismo, madurando sus contradicciones en el conflicto imperialista mundial de 1914-18, mientras Asia y África continuaban en el subdesarrollo económico y, en gran medida, en las formas despótico-feudales-tribales que las potencias imperialistas pretendían mantener vivas para sus exclusivos intereses de control económico e influencia política. Pero el desarrollo de las fuerzas productivas que el capitalismo había puesto en marcha hacía tiempo y que las potencias imperialistas, aunque intentaban frenarlo, no podían interrumpir, estaba destinado a quebrarse contra antiguas formas políticas y sociales que ya no se adaptaban a la industria moderna, al comercio moderno y a las finanzas. La Segunda Guerra Mundial Imperialista, al tiempo que confirmaba la predicción marxista sobre las contradicciones cada vez más agudas del desarrollo capitalista y los contrastes cada vez más agudos entre las potencias imperialistas, abrió también la larga temporada de los levantamientos anticoloniales en Asia y África. Esto conduciría, en 1975, a la primera gran crisis capitalista mundial con la que terminaría la larga temporada de expansión económica y financiera de la posguerra y de los propios levantamientos anticoloniales, pero como el movimiento de clase del proletariado aún no había resurgido del profundo retroceso sufrido en los años 1926-27, esos levantamientos anticoloniales no tenían la posibilidad -como había indicado el programa de la Internacional Comunista en sus tesis de 1920, por cuya realización deberían haber trabajado todos los comunistas del mundo- de enlazar con la lucha de clases que el proletariado de los países imperialistas debería haber desencadenado contra las respectivas burguesías, aprovechando las dificultades que los propios levantamientos anticoloniales habían provocado. Y así, gracias sobre todo a los trágicos efectos que las diversas oleadas oportunistas tuvieron sobre el movimiento proletario mundial, hoy los proletarios de los países más débiles, sistemáticamente expoliados por las fuerzas imperialistas, sufren los golpes más duros tanto de las crisis en que se hunden sus países como de la opresión salarial y nacional ejercida por los países imperialistas más fuertes.

Los proletarios palestinos se encuentran en este círculo infernal, como muchos otros proletarios obligados por las hambrunas, las guerras regionales, las crisis económicas y las represiones más brutales a convertirse en refugiados permanentes, buscando espasmódicamente una tierra o un puerto donde interrumpir, al menos por un tiempo, su huida. Los proletarios palestinos, y de Gaza en particular, están sufriendo la represión más larga y atroz, cuya mano armada es evidentemente Israel, pero que es permitida y querida por las muchas manos ocultas de los países árabes, los países europeos y, no menos importante, los Estados Unidos de América, que tienen interés en que el polvorín palestino se apague definitivamente.

Tal como están las cosas, Washington, Londres, París, Berlín, Moscú, Roma, Pekín, El Cairo, Riad, Ammán y un centenar de capitales más pueden seguir chupando la sangre de sus respectivos proletariados sin temer el contagio de una lucha indómita que vuelve a ser sofocada a manos de Israel; Teherán y Damasco, aparte de su apoyo a las milicias chiíes de Hezbolá y de su histórica aversión a Israel, tampoco sienten especial amor por los palestinos, dado que Irán no acoge a ningún refugiado palestino porque no tiene ningún interés en meter un "polvorín" en su casa, y que Siria, aunque acoge por la fuerza a cerca de medio millón de refugiados palestinos, los obliga a vivir en condiciones miserables sin ningún apoyo ni protección reales. Su supuesto apoyo a través de la financiación y el armamento del Hezbolá libanés se concede en realidad exclusivamente en función antiisraelí. Por el contrario, para Irán en particular, cuanto más tiempo permanezca sin resolver la "cuestión palestina", más capaz será de actuar como potencia regional con objetivos de hegemonía en toda la región, con la oposición ciertamente de Israel, Estados Unidos y también Arabia Saudí, pero, tras el inicio de la guerra israelí contra Gaza y sus bombardeos de alfombra contra la población civil palestina, los famosos "pactos de Abraham" que debían, por iniciativa de Washington, acercar Tel Aviv y Riad en función anti iraní, han saltado por los aires y han sido sustituidos por acuerdos completamente opuestos, propugnados por China, entre Riad y Teherán en función antiisraelí. Y esto es sólo un fragmento de las constantes complicaciones y cambios de frente de los que es campeón Oriente Próximo, pero demuestra que, por enésima vez, "amigos" y "enemigos" declarados de los palestinos tienen todos un interés convergente en que la "cuestión palestina" no se resuelva nunca.

¿Conseguirá realmente el gobierno de Netanyahu, masacrando al mayor número posible de palestinos en Gaza, continuando con el robo de tierras a los palestinos en Cisjordania y obligando a cientos de miles de palestinos más a buscar refugio en otros lugares, aumentando los ya 5 millones de refugiados en los diversos países árabes, eliminar la espina palestina que tiene clavada desde hace décadas y hacer realidad por fin el eterno sueño del Gran Israel? Si la historia ha sido hasta ahora maldita para los palestinos, lo es igualmente para los israelíes. Demasiados intereses burgueses en conflicto se han ido acumulando en la región, y ni siquiera la temida ampliación de la guerra con la intervención de Irán -provocada por otra parte por las incursiones armadas de Israel en territorio iraní- podría aportar una "solución", precisamente porque el problema no es local, sino internacional: de repente se convertiría en una cuestión "vital" no sólo para Israel o Irán, sino para Estados Unidos y, por tanto, para China, que no se habría movido para poner de acuerdo a Irán y Arabia Saudí si no tuviera como objetivos, aparte del suministro de petróleo, la influencia imperialista en toda la región de Oriente Próximo y desde allí hasta el Cuerno de África y el Mediterráneo.

La burguesía palestina que expresa la ANP ya ha demostrado que está dispuesta a venderse al mejor postor: Israel, Arabia Saudí, Irán, Egipto, Turquía, EEUU o China lo que sea; pero su 'valor comercial' depende de su capacidad para funcionar como gendarme en segunda de las masas palestinas y es con este objetivo con el que se ha ofrecido a hacerse cargo de la 'gestión' de Gaza después, claro está, de que Hamás haya sido erradicada por Israel y los miles de desplazados palestinos, que ya no saben dónde refugiarse, estén tan postrados que acepten cualquier 'amo' con tal de sobrevivir.

Los proletarios de Gaza, de Cisjordania, los refugiados proletarios palestinos en Jordania, en Siria, en Líbano, en Egipto y en cualquier otro país, tienen un interés común, tanto inmediato como futuro: el de reconocerse como miembros de una misma clase proletaria, por encima de la dispersión en los diferentes territorios, antagónica en primer lugar a la misma clase burguesa palestina que les ha traicionado sistemáticamente lucrándose con su sangre, y el de reconocer como sus amigos y aliados a todos los proletarios de cualquier otra nacionalidad dispuestos a luchar contra la opresión que las respectivas burguesías aplican sistemáticamente contra los proletarios palestinos; Sobre esta base, será posible fundamentar tanto la lucha contra la competencia entre proletarios, como la lucha contra la colaboración de clases constantemente alimentada por la burguesía palestina y las demás burguesías, todas ellas interesadas ante todo en defender su tajada, por pequeña que sea y negociada con las grandes potencias, de dominación política y social.

La lucha de clases, cuyo objetivo es la revolución anticapitalista y, por tanto, antiburguesa, no se produce de la noche a la mañana, sino que es el resultado de muchas luchas locales e inmediatas, y por tanto también de muchas derrotas, que sin embargo forman una experiencia sobre la que se forma la conciencia de clase proletaria, superando todos los límites locales e inmediatos, con el objetivo de unificar las luchas locales e inmediatas en la perspectiva de una lucha de clases ampliada en la que implicar a los proletarios de todas las nacionalidades. Como afirmaron Marx y Engels en el Manifiesto Comunista, el verdadero resultado de la lucha proletaria es la solidaridad de clase -distinta y opuesta a la solidaridad nacional-, porque es esta solidaridad la que cimenta la unión de los proletarios en una lucha que tiene como horizonte el mundo entero. Y es gracias a esta lucha que el proletariado de cualquier país encuentra su partido de clase, el partido que posee esa conciencia de clase que equivale a los objetivos históricos de la lucha del proletariado mundial, objetivos que sólo pueden alcanzarse por el camino de la revolución de clase, de la revolución proletaria. Esto es lo que teme la burguesía de todos los países: nunca ha temido al proletariado como clase asalariada porque es la burguesía la que lo ha creado y de cuya explotación vive como clase dominante. Teme que el proletariado tome conciencia de que no sólo es la clase productora de toda la riqueza existente -y de la que es expropiada desde su primer acto de producción-, sino que es la clase que tiene la fuerza social para derrocar completamente la sociedad capitalista, destruyendo revolucionariamente su base política de dominación para luego derrocar su estructura económica y pasar del capitalismo al comunismo, de la sociedad mercantil en la que dominan el dinero y las necesidades del capital a la sociedad en la que la producción se dirige exclusivamente a satisfacer las necesidades vitales de la especie humana y no del mercado. La burguesía internacional tuvo este miedo en los gloriosos años de la revolución de octubre y su influencia en el proletariado mundial. Lo volverá a tener en el futuro, porque el propio desarrollo de las fuerzas productivas que el capitalismo no puede detener salvo, temporalmente, con las destrucciones de la guerra, viene exigiendo desde hace al menos ciento cincuenta años la destrucción de las formas capitalistas que lo frenan.

La revolución proletaria pretende alcanzar el objetivo de dar a todos más tiempo para vivir y menos horas para el trabajo social, necesario pero no despilfarrador, por eso es la única revolución de clase que pretende superar la sociedad burguesa basada en la división de clases, hacer desaparecer la división de clases de la sociedad porque el desarrollo de las fuerzas productivas permitirá planificar armónicamente la economía tanto a nivel mundial como en función de las necesidades reales de vida de la especie humana, liberándola definitivamente de la necesidad de dedicar la mayor parte de su vida a la producción de mercancías, capital y beneficios. Como ya no habrá división de clases, ya no habrá clases dominantes y clases dominadas, pero para llegar a ello es necesario pasar dialécticamente por la revolución de clases, la dictadura de clases y la revolución mundial. La "cantidad" de luchas del proletariado mundial transformada en la "calidad" de la lucha de clases y revolucionaria llevará a la humanidad a pasar del reino de la necesidad al reino de la libertad, es decir, a la vida social sin opresión, sin contradicciones, sin guerra. Cada ser humano podrá dedicar su tiempo, después de haber contribuido al trabajo social útil a toda la humanidad, a sí mismo, a sus propias inclinaciones, pulsiones, ocios, diversiones, conocimientos, ciencias.

Nos dicen que somos visionarios, que somos soñadores, utópicos. En realidad, somos simplemente marxistas que creen en el socialismo científico, retomando las palabras de Engels, es decir, en un método para interpretar la historia del hombre y su sociedad en evolución, de la misma manera que lo han hecho y lo hacen las ciencias naturales, que nunca se detienen en el primer resultado, precisamente porque el mundo natural, el mundo biológico del que el hombre también forma parte, está en constante movimiento, en constante evolución.

Ser revolucionario en 1848, 1871, 1917, 1926, 1945, 1975 y hoy 2024, también significaba y significa soñar con la revolución, soñarla aún más cerca de lo que realmente estuvo y estará, pero las confirmaciones históricas del mismo desarrollo extremadamente desigual y contradictorio del capitalismo que el marxismo predijo científicamente, han hecho y hacen de nuestro sueño de ayer y de hoy la realidad de mañana, más allá de la vida personal del militante comunista del XIX, del XX o del 2000.

El despertar del proletariado a la lucha de clases también forma parte de este sueño; que tenga lugar en la tierra de Palestina o Ucrania, en Irán o China, en Brasil o Sudáfrica, o en nuestra podrida Europa, hoy tiene una importancia relativa. Los comunistas revolucionarios que se opusieron a la guerra imperialista mundial de 1914, en Alemania, en Italia, en Francia, en la propia Rusia, soñaban ciertamente con la revolución, a pesar de la inesperada traición de la II Internacional y de sus partidos, pero no esperaban que la revolución proletaria que esperaban desde 1848 estallara en el país más atrasado de Europa, en la Rusia zarista y en plena guerra imperialista. Sin embargo, estalló. Mañana podría estallar la revolución proletaria en un país importante, pero con una sujeción política y social debilitada por los contrastes inter imperialistas o la guerra. Ciertamente, la clase burguesa durante todas estas décadas ha hecho y hará todo lo posible para que eso no ocurra en ninguna parte. Nosotros, comunistas revolucionarios, llevamos mucho tiempo preparándonos para ello, y no importa si hoy somos un pequeño puñado de camaradas, porque sabemos que ocurrirá, y no importa en qué país empiece. ¿Caminará la revolución de mañana con las piernas de proletarios palestinos, italianos, argelinos, brasileños, alemanes, ucranianos o coreanos? No lo sabemos, pero es seguro que serán los proletarios que hayan podido acumular una importante experiencia de lucha en defensa de sus intereses de clase, y que hayan podido encontrarse con el partido comunista revolucionario, también teóricamente firme y templado en la lucha de clases. Aspiramos a que el partido de clase esté preparado cuando se presenten los factores favorables a la reanudación de la lucha de clases y la revolución, seguros de que estos se presentarán.

 

19 de agosto de 2024

 Partido Comunista Internacional

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