/ GUERRA DE CLASES / Presentamos aquí una breve
contribución de un grupo de camaradas de Irán sobre los recientes
acontecimientos en Siria. Estos camaradas, que se autodenominan “Trabajadores Anticapitalistas”, publican el blog “Contra el Capital” [علیه سرمایه], y
recientemente les abrimos nuestras columnas cuando publicamos nuestro
boletín sobre las importantes luchas de clases en Irán en 2022 (ver
nuestro boletín nº15).
Uno de los puntos abordados en el texto que apreciamos
especialmente (aparte, por supuesto, de los recordatorios de la primacía
de la lucha de clases y de la abolición de la esclavitud asalariada,
del capital y del Estado, del rechazo del circo electoral, de la crítica
a los partidos políticos y a los sindicatos…) es el que niega los
particularismos que segmentan y dividen a la población proletaria –
¡nuestra clase! – en diferentes comunidades e identidades, y reafirma
así el internacionalismo:
“Uno de los principales ejes del engaño, el lavado de cerebro
y la desorientación que practican los medios de comunicación burgueses
de derecha e izquierda en todo el mundo es la narrativa de que Siria es
un país formado por árabes, kurdos, turcos, turcomanos, yazidíes,
musulmanes, cristianos, alauitas, judíos y suníes. Es la droga o veneno
más mortífero inyectado históricamente en la conciencia humana por las
clases dominantes, sus gobiernos y, en innumerables ocasiones, por el
sistema capitalista con sus abrumadoras fuerzas de coerción. Esta
narrativa pretende destruir la existencia social unificada de los
trabajadores y la base de su lucha por la liberación, poniéndolos unos
contra otros e impidiendo su lucha radical y común contra las verdaderas
raíces de la explotación, la opresión y la miseria.”
Esta crítica de los camaradas iraníes coincide plenamente
con lo que dijimos hace unos años cuando revisamos los mitos e
imposturas desarrollados por los adoradores de la llamada “Revolución en Rojava” (ver nuestro boletín nº13):
“Lo que nos importa a nosotros, proletarios revolucionarios,
militantes comunistas o anarquistas (más allá de las etiquetas), no es
lo que nos “diferencia”, no es nuestra “singularidad”, el hecho de que
seamos “checos” o “franceses” o “británicos” o “americanos” mientras que
otros son “kurdos” o “asirios” o “caldeos” o “suníes” o “chiíes”, etc.
Lo que nos importa, por el contrario, es lo que nos unifica como
comunidad humana y militante contra la dictadura global y universal del
Capital, que se materializa para todos nosotros en la explotación, la
alienación, la mercantilización de nuestros cuerpos y nuestras vidas, la
miseria, la guerra, la muerte… Lo importante para nosotros es mostrar y
afirmar en voz alta nuestro desprecio por cualquier comunidad nacional,
comunidad de ciudadanos, comunidad popular, por cualquier comunidad
democrática en el sentido más profundo de lo que es la democracia, es
decir, no una simple forma (democracia parlamentaria, “obrera”, directa,
cantonal, municipal, etc.) sino la esencia del capitalismo y, por
tanto, la negación del antagonismo de clase y la dilución del
proletariado (clase revolucionaria) en esa entidad burguesa que es el
Pueblo, la Nación y, en última instancia, el Estado. Lo que importa por
encima de todo es el hecho de que somos, o nos convertimos, en hermanos
de la miseria y la explotación, en hermanos de la revolución, y que lo
reconocemos conscientemente.
La humanidad ha sido separada de sí misma, de la naturaleza,
de su actividad y producción, para ser transformada en esclavos, siervos
y proletarios modernos. Los hombres se separan de su verdadera
comunidad humana y se vinculan en una falsa comunidad de “algo”:
multiétnica, multicultural, multinacional… El internacionalismo no es la
adición de varios o incluso diferentes nacionalismos, ni siquiera de
todos los nacionalismos, sino, por el contrario, su negación completa y
consumada…”
Entonces, qué, ¿¡“el orden reina en Damasco”!? parafraseando a Rosa Luxemburgo… En cierto modo, ¡tenderíamos
a responder “sí”! La caída de Bashar y de su régimen baasista, que
había reinado durante seis décadas con asesinatos en masa, torturas,
violaciones, detenciones y siglos de encarcelamiento impuestos a todos
aquellos que se atrevían a levantar un poco la cabeza… la desaparición
de esta muy odiada camarilla de gestores capitalistas en favor de otra
facción más “limpia” (sic), menos desacreditada (sic), impulsada o al
menos tolerada por una amplia sección transversal del partido del orden capitalista mundial (EE, UE, Turquía, Israel, petro-monarquías…),
todo esto parece realmente, si no una operación policial para reprimir
la acción directa de nuestra clase, al menos una operación para mantener
el orden o restablecer el orden en el “caos sirio”… aunque el orden
capitalista también se acomoda muy bien con una cierta cantidad de
desorden y desestabilización…
Pero también tenderíamos a responder “no”, en el sentido
de que, en el más alto nivel de abstracción, la revolución se alimenta
de la podredumbre de la contrarrevolución y se enriquece así del
enfrentamiento entre dos clases, dos proyectos, dos mundos… Estos
últimos acontecimientos podrían tender a reactivar las dinámicas
sociales adormecidas desde hace algunos años, las brasas de la revuelta
de 2011 siguen calientes y sólo esperan volver a encender un material
tan inflamable como siempre: Las contradicciones sociales que enfrentan a
clases con intereses antagónicos… No hace falta más que ver los vídeos
que nos han llegado de Siria para ver los rostros radiantes de todos
esos seres humanos, esos proletarios, cantando, bailando, celebrando, en
las plazas públicas de las ciudades, barrios y pueblos liberados del
yugo de los torturadores baasistas, mientras que la nueva policía (la
del HTS) aún no se ha impuesto realmente, o al menos aún no ha sofocado
esos gritos de alegría y de lucha…
También queremos señalar aquí que las luchas de nuestra
clase no están ciertamente ausentes de estos acontecimientos (aunque nos
llegue muy poca, demasiada poca información al respecto): algunos han
hablado de “manifestaciones de solidaridad” en el sur de Siria en el
momento de la caída de la ciudad de Alepo, de “levantamientos populares”
que habrían tenido lugar paralelamente al avance del HTS sobre Damasco,
principalmente en torno a la ciudad rebelde de Suwayda…
Y no olvidemos que, tras años de silencio, nuestra clase
levantó la cabeza en varias ocasiones en 2019, 2022 y 2024 en la
gobernación de Idlib, gobernada y gestionada con mano de hierro
precisamente por la camarilla del HTS ahora en el poder en Damasco, y
que nuestra clase organizó allí manifestaciones contra la carestía de la
vida, contra la escasez, contra la represión… enfrentándose a los
esbirros de las milicias islamistas.
También hay que recordar que desde 2023 han estallado en
Suwayda numerosas manifestaciones, a veces violentas – el llamado
“levantamiento de la dignidad” –, aquí contra el régimen de Bashar,
acompañadas de huelgas, ocupación de edificios públicos, bloqueos de
carreteras, etc., y que nada de esto puede atribuirse a ninguna
especificidad local concreta: aquí pertenencia a la “comunidad drusa”,
allí a la “comunidad suní”, etc. ¡hasta la saciedad!
Y ahora les toca a nuestros camaradas “Trabajadores Anticapitalistas”…
GUERRA DE CLASES.
Siria, la guerra, la repartición… y el destino de las masas trabajadoras
El régimen de Assad ha caído y la pregunta fundamental es: ¿qué
significa esto en la práctica? ¿Qué ha ocurrido? La respuesta de los
principales medios de comunicación del mundo es que los “sirios” de
todas partes, dentro y fuera del país, lo están celebrando. Consideran
que la caída de un gobierno que había sido tan brutal durante tanto
tiempo es su victoria, depositan sus esperanzas en un futuro mejor y
¡esperan milagros de los nuevos dirigentes! La oposición burguesa de
derecha e izquierda, y quizás incluso algunos trabajadores de Irán,
también lo celebran y dicen que estos acontecimientos son buenas
noticias. “La República Islámica ha perdido su profundidad estratégica”,
su influencia en Oriente Medio se ha debilitado, todo lo que ha
conseguido en la región en los últimos 45 años se ha evaporado; Assad ha
huido, Nasrallah ha muerto, Soleimani ha sido asesinado, Hezbolá se
está derrumbando… la lista continúa. Pero la cuestión central es: ¿cuál
es el significado real de estos acontecimientos? ¿Qué se ha derrumbado?
¿Qué lo sustituye? ¿Qué lugar ocupan en esta historia la gran masa de
trabajadores sirios, los pobres, los sin techo y los refugiados?
¿Quiénes son los vencedores? ¿Cuál es la maquinaria de guerra que ha
hecho posible estas asombrosas victorias? ¿Qué planean hacer y cuál es
su programa presente y futuro para los millones de trabajadores sirios?
Una cosa está clara: la burguesía siria, que hasta ayer estaba en la
oposición, ahora está a punto de ser coronada y de adquirir enormes
cuotas de beneficios, propiedad, poder y gobierno. Sus homólogos
iraníes, afines o no, que se unieron a la oposición con el único
propósito de alcanzar sueños similares, ven el debilitamiento de la
República Islámica, el colapso de sus bastiones en Oriente Medio y el
temblor del suelo bajo sus pies como signos de su propia victoria y
emergencia al estilo de Tahrir al-Sham. Su caso está claro, y el debate
no es sobre ellos, sino sobre las masas trabajadoras sirias, iraníes,
libanesas, iraquíes y palestinas, una fuerza abrumadora de cientos de
millones de personas que deben examinar de forma consciente y atenta el
desarrollo de los acontecimientos. De lo contrario, las celebraciones
correrán la misma suerte que sus camaradas en Libia, Egipto, Irán (tras
el advenimiento del régimen islámico asesino) y otros lugares.
La afirmación más simple y directa sobre lo que ha sucedido hasta
ahora es la siguiente: en Siria, un brutal régimen capitalista ha caído y
otro – igualmente brutal, genocida y quizás aún más despiadado – se
prepara para tomar el poder. Al mismo tiempo, la República Islámica
capitalista y antihumana se ha debilitado considerablemente, mientras
que los Estados genocidas de Israel, Turquía y Estados Unidos han izado
sus banderas de victoria. Netanyahu, refiriéndose a los cementerios y
ruinas causados por el holocausto de Gaza, sus atrocidades en Líbano y
los golpes mortales que ha infligido al régimen islámico, alardea con
orgullo de su “recompensa legal” y “honor soberano”, blandiendo las
medallas de apoyo que le han concedido las potencias capitalistas
dominantes del mundo. Se ve a sí mismo como el “Comandante Qadisiyya” de
este siglo, de la región y del mundo. Erdogan ve el establecimiento de
sus apoderados y mercenarios en partes de Siria como el primer paso
hacia el renacimiento del capitalismo otomano. Sobre la base de estos
logros, advierte a los Estados rivales que le feliciten de antemano por
sus futuras conquistas.
Todo lo que ha sucedido hasta ahora puede resumirse así. ¿De qué hay
que alegrarse? Una respuesta consciente a esta pregunta es crucial para
los trabajadores y abrirá una ventana a una comprensión más profunda de
quienes se regocijan.
Algunos podrían decir que un brutal régimen dictatorial ha caído en
Siria y que otro régimen – quizás mejor – está a punto de ocupar su
lugar. Y que, por el momento, ¡no habría nada más que celebrar y dar la
bienvenida! ¡Eso está muy bien! Pero las fuerzas conocidas como “Tahrir
al-Sham” y el “Ejército Nacional Sirio” son, en primer lugar – en el
mejor de los casos – bárbaros representantes de las partes más atrasadas
y aterradoras de la burguesía del país. En segundo lugar, en su propia
existencia social, ni siquiera poseen tales posiciones o capacidades.
Desempeñan el papel de marionetas y carroñeros. Sus victorias relámpago
ni siquiera se deben a ninguna ilusión popular entre la gente
desesperada.
Todas estas victorias son el resultado directo del completo colapso
del régimen de Assad, el fin de la dominación de la República Islámica,
la pérdida de influencia de Hezbolá en la región y el impacto sustancial
de este colapso en el papel de Rusia, por un lado, y el completo apoyo
de Israel, Turquía y Estados Unidos a estas fuerzas, por otro. El debate
sobre la supuesta transformación de Tahrir al-Sham a partir de sus
raíces en Al Qaeda o Jabhat al-Nusra no es más que un análisis barato y
engañoso destinado a rehabilitar a estas fuerzas bárbaras. Estas dos
mafias deben todo lo que tienen a los gobiernos de Turquía y Estados
Unidos. Israel, Turquía y Estados Unidos controlan todos los
acontecimientos y están preparados para la más amplia dominación, la
codicia y la persecución de sus ambiciones a largo plazo.
Montañas de pruebas demuestran que fuerzas bien conocidas, nacidas
del vientre del ISIS y alimentadas por Turquía, EEUU y sus aliados,
lanzaron su reciente levantamiento con señales del régimen genocida
israelí y la coordinación de Erdogan. Esto se hizo con la aprobación de
Estados Unidos, el posterior alineamiento con Rusia y, en última
instancia, la inevitable retirada de la República Islámica. Al mismo
tiempo, Netanyahu, embriagado por el genocidio y la conquista, reveló su
firme intención de determinar el destino del tambaleante régimen de
Assad, incluso mientras discutía un acuerdo de alto el fuego en Líbano.
Dijo que aceptaría el alto el fuego porque había llegado el momento de
una nueva confrontación con el régimen islámico. El campo de batalla de
esta confrontación es sin duda Siria, y el objetivo era acabar con el
régimen de Assad, que ya estaba roto por todos lados.
En este contexto, Netanyahu también llevó a cabo las negociaciones
necesarias con el gobierno de Erdogan. Al mismo tiempo, trató de
convencer a Rusia de que el cambiante equilibrio de poder en la región
no dejaba lugar a su intervención para asegurar la victoria de Assad.
Sugirió que Rusia debía seguir defendiendo sus intereses cooperando con
Israel. Del mismo modo, trató de convencer al régimen islámico de que no
podría conseguir nada. Todo indica que el ascenso de los yihadistas y
de los nuevos “herederos al trono” ha surgido de este mismo proceso. Los
planes, los acuerdos, los avances y las retiradas forzadas se han
materializado.
Sin embargo, el curso de los acontecimientos no se limita a la caída
de Assad o al ascenso de otro régimen brutal. La repartición de Siria y
su división entre regímenes, mafias y diversas bandas en expansión es un
grave peligro que amenaza a millones de trabajadores sirios oprimidos,
ya agotados por los crímenes del sistema capitalista de esclavitud
asalariada. Los informes indican que más de 80 grupos armados activos,
depredadores y mercenarios, financiados y controlados por diversos
Estados, redes y mafias, están listos para desatar la violencia contra
la población de este país.
Israel, que durante décadas ha actuado como el mimado y guardián de
los arsenales militares, intelectuales, técnicos y de inteligencia del
capital mundial, ha extendido ahora su agresión para apoderarse de
nuevas partes de Siria. Israel ya ha desmantelado las fronteras entre
ambos países en los Altos del Golán, ha expulsado a las fuerzas de la
ONU, ha ocupado la provincia siria de Quneitra y está en proceso de
apoderarse de otros territorios. Como parte de estos acuerdos, Rusia
entregó a Israel sus dos pequeños campamentos militares que habían
quedado inservibles. Netanyahu describe estas victorias como otro
eslabón importante en su cadena de agresiones similares al Holocausto,
que ha durado ya 14 meses.
Turquía está estableciendo su Estado sustituto en Siria para extender
su influencia hasta las últimas fronteras posibles de Oriente Próximo.
El primer paso en estas conquistas es lanzar los ataques más salvajes y
operaciones genocidas contra las vastas masas trabajadoras kurdas.
Mientras tanto, Estados Unidos, que considera la dominación regional de
Israel como su propia victoria, ve la caída de Assad y la partición de
Siria como un éxito decisivo en su rivalidad con el gobierno de Putin.
Estos son los acontecimientos tal como se han desarrollado y como
siguen desarrollándose. Como hemos dicho, la cuestión más fundamental
sigue siendo el destino de los millones de trabajadores sirios,
libaneses, kurdos y de otros países a la sombra de estos
acontecimientos. Una cuestión complementaria es el papel que las masas
trabajadoras de Irán, Irak, Egipto, Jordania y otras partes del mundo
pueden desempeñar en estos acontecimientos.
A este respecto, es importante subrayar varios puntos clave.
1/ Uno de los principales ejes del engaño, el lavado de cerebro y la
desorientación que practican los medios de comunicación burgueses de
derecha e izquierda en todo el mundo es la narrativa de que Siria es un
país formado por árabes, kurdos, turcos, turcomanos, yazidíes,
musulmanes, cristianos, alauitas, judíos y suníes. Es la droga o veneno
más mortífero inyectado históricamente en la conciencia humana por las
clases dominantes, sus gobiernos y, en innumerables ocasiones, por el
sistema capitalista con sus abrumadoras fuerzas de coerción. Esta
narrativa pretende destruir la existencia social unificada de los
trabajadores y la base de su lucha por la liberación, poniéndolos unos
contra otros e impidiendo su lucha radical y común contra las verdaderas
raíces de la explotación, la opresión y la miseria.
Los habitantes de ningún país, en ninguna parte del mundo, pueden
dividirse en un puñado de seguidores de tal o cual religión o credo,
secta o ideología, raza o grupo étnico. Todos vivimos en un sistema
capitalista inhumano y criminal, que ha dividido por la fuerza a la
humanidad en dos clases sociales fundamentalmente opuestas. Los
trabajadores constituyen el 80% de la población mundial, mientras que el
resto son propietarios del capital. Esta misma división se aplica a
Siria y es la única categorización clara, innegable y correcta.
Lo que une al 80% de los trabajadores sirios es su existencia social
común. Este 80%, a pesar de las variaciones en el empleo, los salarios,
los medios de subsistencia y el bienestar, están separados del producto
de su trabajo y privados de cualquier derecho a determinar el destino de
la producción, el trabajo o sus vidas. Esta es la única identidad
verdadera que define a la clase obrera y a la humanidad, una identidad
que es la fuente y la fuerza motriz del movimiento moderno de liberación
humana. El capitalismo, con todo su poder de manipulación, propaganda y
lavado de cerebro, intenta utilizar identidades como árabe, kurda,
yazidí, turcomana, suní o alauita como veneno mortal para paralizar y
debilitar este movimiento.
El 80% de la población trabajadora de Siria debe romper las cadenas
de la etnia, la lengua, la raza, la religión, las creencias y el
sectarismo en las profundidades de la historia. Deben unirse como una
sola clase social para luchar contra el capital, el sistema capitalista
asesino, la explotación, la opresión, el apartheid de género, la
supresión de las libertades y todas las formas de desposesión derivadas
de la esclavitud asalariada. Es con esta unidad que deben salir al campo
de batalla como arma poderosa contra este sistema.
2/ Cada etapa de esta lucha depende de la formación de consejos
obreros poderosamente organizados y extendidos, una fuerza que se opone
al poder, al capital y a toda forma de gobernanza y modelo de gobierno
capitalista. Sin un esfuerzo estratégico plenamente consciente en esta
dirección, nada podrá lograrse y ninguna expectativa se cumplirá. Mañana
será demasiado tarde. Hoy, debemos unir nuestras fuerzas de la forma
más rápida, consciente y radical posible, y con la mayor experiencia
posible. Hay que crear consejos y construir un movimiento
anticapitalista fuerte.
3/ ¡Un siniestro escenario de engaño, orquestado por los nuevos
poseedores de la corona y sus apoyos estatales y aliados en todo el
mundo, implicará probablemente el “circo electoral”! Nos llamarán a las
urnas, ¿para qué? Para elegir a los nuevos empresarios feroces, ávidos
de lucro, poder y posesión, y considerarlos “nuestro gobierno”,
permitiéndoles así cimentar el sistema capitalista de esclavitud
asalariada – que es la raíz de toda explotación, pobreza, falta de
vivienda, falta de atención sanitaria, falta de medicinas, falta de
educación, hambre, pobreza, humillación y miseria. Utilizarán nuestros
votos para perpetuar nuestra condición de esclavos asalariados, para
intensificar nuestra explotación en nombre del capital y de los
capitalistas, para despojarnos de toda libertad humana real bajo el
disfraz de la “elección”, y bombardearnos hasta el último aliento de
nuestra libertad humana en nombre de una libertad falsificada y de la
farsa que es la democracia.
Nuestra respuesta a sus exigencias debe ser el rechazo categórico de
cualquier escenario de “elecciones”. Nuestra respuesta debe ser
organizarnos en nuestros consejos y construir un poderoso movimiento de
consejos contra la esclavitud asalariada. Haremos de los consejos la
plataforma para la participación más libre, consciente, creativa,
efectiva e igualitaria de todas las personas. Dentro de estos consejos,
exigiremos controlar el destino de nuestro trabajo, nuestra producción y
nuestras vidas. Juntos tomaremos decisiones colectivas sobre qué
producir, qué no producir, cuánto tiempo trabajar y cómo definir el
trabajo para satisfacer las necesidades cotidianas y, en última
instancia, eliminar la escasez. Planificaremos y ejecutaremos todo
colectivamente.
Nos oponemos a la creación de cualquier forma de estado o modelo de
gobierno que sitúe la autoridad por encima de los seres humanos.
4/ En este proceso de organización de un movimiento anticapitalista
basado en consejos, la base de nuestros esfuerzos debe ser tomar el
control de nuestro trabajo, nuestra producción y nuestras vidas. Debemos
luchar por recuperar la mayor parte posible de los resultados de
nuestro trabajo de las garras ensangrentadas de los capitalistas y
orientar el ciclo del trabajo y la producción hacia la satisfacción de
las necesidades reales y, en última instancia, la liberación de la
humanidad de la desposesión. En este sentido, y como primer eslabón de
la cadena de luchas que se desarrollan a nivel de todo el país, exigimos
que la alimentación, el vestido, las medicinas, la sanidad, el agua, la
electricidad, el gas, el transporte y la atención a los discapacitados
dejen de ser reducidos a meras mercancías dentro del sistema capitalista
de intercambio monetario y mercantil.
5/ No cabe duda de que en cuanto propongamos uno de los puntos
anteriores, los todopoderosos ejércitos de la oposición de derecha e
izquierda – los autoproclamados liberadores de la humanidad – pulularán
como una nube de langostas, rodeándonos por todos lados. Cada uno
gritará, más elocuentemente, más sabiamente, más académicamente, más
sociológicamente, más históricamente y más filosóficamente que el otro: “¿Qué
tontería es ésta? Ha llegado el momento de enarbolar la orgullosa
bandera de la democracia, de exigir el derecho a formar sindicatos, a
crear partidos, a alistarse en la infantería de los ejércitos de
partidos y sindicatos, a exigir libertad de organización, libertad de
manifestación, la promulgación de leyes notables contra el apartheid de
género y un largo etcétera.”
Nuestra respuesta a esta gentuza es meridianamente clara. Detonaremos
toda la historia del siglo XX como una bomba en sus conciencias y
gritaremos: “Vergüenza debería daros repetir esas palabras de
nuevo!!!!. ¿No hicimos todo eso durante 150 años? ¿No habéis visto la
tierra estéril que han producido vuestras recetas? Mirad directamente a
los ojos de los 4.000 millones de trabajadores del mundo, hambrientos,
privados de medicinas, sanidad, educación, humillados, aplastados,
subyugados, oprimidos. ¡Fuera de nuestro camino! No necesitamos que nos
aprueben el llamado “derecho de sindicación”. Nos organizamos con la
fuerza de nuestra lucha. No enterraremos nuestras organizaciones en el
cementerio del orden capitalista y no las convertiremos en armas del
poder capitalista. Construiremos verdaderos consejos anticapitalistas.
Desde las alturas de estos consejos anticapitalistas, antiestatales y
antiautoritarios, declaramos que tomaremos el control del trabajo, de la
producción y de las vidas que sólo nos pertenecen a nosotros.”
6/ La misma multitud de la que hablamos arriba gritará a pleno pulmón: “Estamos
en Siria, su economía está en quiebra, su industria es “dependiente” y
“subdesarrollada”, su crecimiento es bajo, su productividad es
deficiente, su competitividad está paralizada y su producto interior
bruto per cápita es minúsculo. En una sociedad así, ¿estás hablando de
eliminar necesidades básicas y servicios sociales como la educación y la
sanidad del sistema capitalista de intercambio monetario y de mercado?
¡Eso es socialismo! ¡Eso es utopismo! ¡Te estás aferrando a los ideales de Platón y planeando una utopía platónica!”
Una vez más, nuestra respuesta es clara: ¡Fuera de nuestro camino! No
pretendemos otra cosa que disfrutar de los frutos de nuestro trabajo y
nuestra producción. No pretendemos resolver todos los problemas de la
humanidad moderna hoy, aquí en el infierno de devastación y
derramamiento de sangre que es Siria. La esencia de nuestra
reivindicación es simple y pura: no queremos un Estado que nos gobierne.
No permitiremos que el producto de nuestro trabajo se convierta en una
montaña de capital para los trusts, las corporaciones, los gigantes
financieros e industriales, para el pulpo estatal o para la máquina de
opresión física e ideológica que nos gobierna. Sabemos muy bien cómo
utilizar los frutos de nuestro trabajo para satisfacer nuestras
necesidades de subsistencia, bienestar y libertad humana. Sabemos
distribuir eficazmente cada parte del mismo. Somos capaces de hacer todo
esto.
No vemos nuestra victoria como algo predeterminado o inevitable. Para
lograr la victoria, lucharemos – y volveremos a luchar – de forma más
consciente, más reflexiva y más alerta.
Trabajadores anticapitalistas, militantes del Movimiento por la Abolición del Trabajo Asalariado
Traducción al español: Materiales X la emancipación
Fuente en inglés: https://againstwagelabor.com/2024/12/16/syria-war-partition-and-the-fate-of-the-working-masses/
Original en persa: https://alayhesarmaye.com/2024/12/09/_/5212/
TŘÍDNÍ VÁLKA # CLASS WAR # GUERRE DE CLASSE