¡ Viva la revuelta !


¡ VIVA LA REVUELTA !




Tras otra noche de revuelta en las calles de Estados Unidos por el asesinato de
George Floyd, el presidente Trump desde un bunker en la Casa Blanca anuncia que
designará a “Antifa” como organización terrorista. Este señalamiento busca a en-
cuadrar a un movimiento (sin mayúsculas) espontáneo y multiforme en una Orga-
nización, asignándole no solo una ideología sino también un funcionamiento je-
rárquico y acorde a las lógicas estatales.
Una vez más, el terrorismo es utilizado como coartada para la criminalización de
amplios sectores en lucha, que a su vez exceden completamente al “antifascismo”.
Pero además de denunciar y luchar contra la avanzada represiva que esto significa,
es necesario rechazar la polarización que se busca instalar en el seno de la lucha.
La falsa elección entre la economía y la vida impuesta a partir del Covid-19 hizo
resurgir la clásica polarización burguesa entre liberalismo económico e interven-
cionismo estatal. Esta última, a su vez, se ha codificado de diferentes formas según
la región. Generalmente como progresismo y derecha, e incluso llegando a hablar
de fascismo, como en Brasil y Estados Unidos. No vemos ninguna casualidad en
que se apele al antifascismo como canalización de una revuelta que no pueden
controlar.
Si bien el antifascismo callejero (el Antifa), de tipo pandillero que enfrenta a las
bandas neonazis, común en Estados Unidos y Europa no es el antifascismo estatis-
ta y militar (de “los buenos”) de los 30 del siglo pasado, sí es su heredero. Los vic-
toriosos defensores del antifascismo oficial asesinaron trabajadores y violaron ma-
sivamente mujeres durante la Segunda Guerra Mundial. Y directamente formaron
parte de los gobiernos vencedores que, en nombre de la lucha contra el fascismo,
sometieron a tantos y tantos países a un régimen capitalista democrático donde ya
no se debería protestar porque supuestamente somos libres y estaríamos peor si
hubieran ganado los otros.
Fascismo y democracia han sido siempre sistemas políticos complementarios al
servicio de los intereses de los ricos. Cuando la democracia no puede contener las
luchas de los explotados y oprimidos, o simplemente para mantenernos a raya, el
Capital recurre a formas más brutales. Hoy, esos métodos que se suponen son pri-
vativos de los fascistas forman parte de cualquier gobierno que se declara libre y
antifascista, que por su parte son abiertamente totalitarios: asesinatos como el de
George Floyd o los millones de muertos a manos de la policía de todos los países,
el trabajo esclavo como complemento necesario del mercado laboral, y el discipli-
namiento en escuelas, cárceles y manicomios. Así y todo, ningún presidente se dice
fascista ¡sino todo lo contrario!
Ahora que la democracia ha devenido en control totalitario de la vida social, el fas-
cismo como sistema de dominación ha perdido su sentido. Claro que sigue habien-
do nazis y fascistas pero no son los que mueven los hilos, son un problema de la
calle y deben ser combatidos en ella día a día. Pero el antifascismo como opción
política es una farsa. Hoy como ayer solo sirve para hermanar a oprimidos y opre-
sores, explotadores y explotados, gobernantes y gobernados. En nombre del anti-
fascismo se nos llama a unirnos a los genocidas de hoy: los gobernantes progresis-
tas o de izquierda de cualquier país, que también tienen las manos manchadas con
sangre. O con los herederos del estalinismo y el maoísmo genocida.
El problema no es la derecha o la izquierda. Es el capitalismo, es la democracia. No
hace falta unirse al frente antifascista para combatir a los fascistas. Lo que nos une
es la acción común en todas partes contra lo que nos explota y nos oprime, contra
la raíz del problema: la propiedad privada, el dinero y el Estado.
En las calles de Estados Unidos se mezclan proletarios negros, junto con blancos y
latinos. Han desafiado la opresiva cotidianidad en menos de una semana. Querer
arrogar esto a un solo movimiento como hace Trump y su séquito, o querer como
su oposición sacar una tajada por estas declaraciones, expresa lo común que tienen
de mentalidad política estas dos fracciones que están enfrentadas, pero solo en có-
mo gestionar este mundo mercantil.
¡Que ni Trump ni los verdugos de ninguna parte del mundo nos marquen los obje-
tivos y desarrollos de nuestras luchas!

¡Terrorista es el Estado!
1 de junio de 2020